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La interpretación sociológica de los sueños
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Libro electrónico752 páginas11 horas

La interpretación sociológica de los sueños

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Históricamente, los sueños han sido objeto de estudio de todas las ramas posibles de la psicología: del psicoanálisis a la psicología cognitiva, pasando por la neuropsiquiatría. La sociología, en cambio, ha sido una de las grandes ausentes en el análisis de esta expresión humana a un tiempo seductora e inquietante.
Con La interpretación sociológica de los sueños, Bernard Lahire busca llenar este vacío y sentar las bases de lo que él mismo llama una fórmula general de interpretación de los sueños. Para ello, Lahire no solo señala los errores y las limitaciones del psicoanálisis y retoma los avances científicos alcanzados a partir de la aparición de La interpretación de los sueños, sino que además entra en la lógica misma de la producción de los sueños y los relaciona con las experiencias que los individuos tienen en la realidad social.
De esta manera, Lahire extiende el campo de estudio de la sociología a una, hasta ahora, terra incognita, y abona a la transformación y al avance de esta disciplina social al darle nuevos objetivos y al dotarle de nuevas herramientas de trabajo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 nov 2023
ISBN9786078923724
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    La interpretación sociológica de los sueños - Bernard Lahire

    cover-image, La interpretación sociológica de los sueños

    LA INTERPRETACIÓN SOCIOLÓGICA DE LOS SUEÑOS

    bernard lahire

    Traducción de

    KARLA SÁNCHEZ DOMÍNGUEZ Y AGUSTÍN DEL MORAL TEJEDA

     Imagen 1

    Universidad Veracruzana

    Martín Gerardo Aguilar Sánchez

    rector

    Juan Ortiz Escamilla

    secretario académico

    Lizbeth Margarita Viveros Cancino

    secretaria de administración y finanzas

    Jaqueline del Carmen Jongitud Zamora

    secretaria de desarrollo institucional

    Agustín del Moral Tejeda

    director editorial

    Título original: L' Interprétation Sociologique des rêves

    © Editions La Découverte

    París, 2018, 2021

    Primera edición, 24 de noviembre de 2023

    D. R. © Universidad Veracruzana

    Dirección Editorial

    Nogueira núm. 7, Centro, cp 91000

    Xalapa, Veracruz, México

    Tels. 228 818 59 80; 228 818 13 88

    direccioneditorial@uv.mx

    https://www.uv.mx/editorial

    Este libro fue publicado en el marco del Programa de Apoyo a la Publicación de la Embajada de Francia en México/IFAL y del Institut Français.

    Imagen 1 Imagen 1

    Esta obra se publicó con el apoyo de la Secretaría Académica de la Universidad Veracruzana.

    ISBN electrónico: 978-607-8923-72-4

    Maquetación de forros e ilustración digital: Enriqueta del Rosario López Andrade

    Cuidado de la edición: Magdalena Cabrera Hernández, Ignacio Aguilar Marcué, Karla Sánchez, Julio Perea y Agustín del Moral Tejeda.

    Elaboración de ePub: Aída Pozos Villanueva

    Presentación

    José Alfredo Zavaleta Betancourt

    ¹

    Los sueños no tienen una única función.

    Lahire, La interpretación sociológica de los sueños, p. 515

    El interés en la obra de Bernard Lahire (Francia, 1963) se ha incrementado, en años recientes, en América Latina a partir de múltiples entrevistas en español y portugués a propósito de algunos de sus libros, como El hombre plural y La cultura de los individuos, títulos que preceden este ensayo publicado por la Universidad Veracruzana. En esas entrevistas, los lectores pueden encontrar elementos para la comprensión del programa de investigación que Lahire desarrolla desde el Centro Max Weber de la Universidad de Lyon y el Grupo de Investigación sobre la Socialización, de la Normal Superior de la misma ciudad, laboratorio cnrs, que dirigió de 2003 a 2010. La mayor parte de dichas entrevistas permite conocer algunos logros de su trabajo sociológico acerca de temas culturales cercanos a los objetos de conocimiento de la historia cultural francesa e italiana.²

    La traducción al español de este libro por nuestra universidad continúa el interés en su obra iniciado por colegas del Instituto de Investigaciones Educativas –que tradujeron De la teoría del habitus a una sociología psicológica (2012), publicado en la Revista cpu–.³ En esos años, Jorge Vaca Uribe, investigador de ese instituto, doctorado en Lyon, impulsaba el seminario sobre aprendizaje de lengua escrita y matemática básica, espacio en el cual se gestó la traducción de este artículo y se animó la tesis de Francia María Gutiérrez Reyes, quien cursaba la Maestría en Traducción en El Colegio de México (2013). Esta tesis incluyó la traducción de dos artículos de Lahire, desconocidos hasta ese momento y de interés en el campo sociológico latinoamericano: El éxito escolar desigual de muchachos y de muchachas de medios populares. Una pista de investigación que corresponde a la escritura doméstica (2008) y Masculino-femenino. La escritura doméstica (1997).⁴

    La publicación en español de La interpretación sociológica de los sueños es un acontecimiento en el campo de las ciencias sociales latinoamericanas, y es posible gracias a la generosidad de Bernard Lahire y de Delphine Ribouchon, responsable de derechos de autor de Éditions La Découverte. La impecable traducción de Karla Sánchez y Agustín del Moral, atenta a los detalles más finos, asegura el sentido de la obra original escrita en un lenguaje claro, riguroso, fluido, lejos de lo que el mismo Lahire conceptúa como una disposición a la obscuridad, que confunde inteligencia con ligereza de estilo y brío (Lahire, 2018: 17).

    La aparición de la versión en español de este libro es, asimismo, una forma de agradecimiento de Lahire a la Universidad Veracruzana, que le otorgó el Doctorado Honoris Causa por sus contribuciones a la sociología contemporánea. De esa distinción, La Palabra y el Hombre (núm. 55, 2021), revista emblemática de nuestra universidad, publicó el discurso de aceptación por parte de Lahire, bajo el título La necesidad de las ciencias sociales⁵ y la revista Clivajes, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, publicó la conferencia magistral Para una sociología disposicionalista y contextualista,⁶ dictada en la Facultad de Sociología.

    El trabajo sociológico de Lahire es muy conocido en Argentina y en Brasil y un poco menos en México. Lahire ha visitado estos países en los años recientes a partir de invitaciones institucionales y académicas. En la divulgación de su trabajo sociológico en nuestros países han jugado un papel muy importante Phillipe Corcuff (2015) y Gabriel Kessler.⁷ En español existen traducciones de algunos de sus libros: en España se editó El hombre plural. Los resortes de la acción y Sociología de la lectura, un libro bajo su coordinación; en Argentina apareció El espíritu sociológico. ¿Para qué sirve la sociología? y En defensa de la sociología.⁸ En Brasil, A cultura dos individuos, Sucesso escolar nos meios populares. As razões do improvável, Retratos sociológicos y, en México, un capítulo de El espíritu sociológico titulado ¿Cómo llegar a ser doctor en sociología sin poseer el oficio de sociólogo?, dado a conocer por la revista Sociológica, núm. 53, de la Universidad Autónoma Metropolitana.

    En este contexto, tenemos a disposición La interpretación sociológica de los sueños, un libro magistral, innovador y erudito, en el cual Lahire aplica la fórmula general de la sociología disposicionalista y contextualista, a la que ha dedicado sus últimos trabajos. El libro se ubica en la segunda fase de la obra de Lahire, la primera dedicada al iletrismo y la segunda orientada a temas culturales, pictóricos y literarios.

    Desafortunadamente, libros centrales de su obra aún no han sido publicados en español. Es el caso de La raison scolaire. École et pratiques d'écriture, entre savoir et pouvoir (2008); Tableaux de famille. Heurs et malheurs scolaires en milieux populaires (1995); La culture des individus. Dissonances culturelles et distinction de soi (2006); Enfances des classes. De l´inégalité parmi les enfants (2019) y La part rêvée (2021), entre otros. Este último es la segunda parte del libro que ahora presentamos.

    En efecto, el proyecto de La interpretación sociológica de los sueños se divide en dos volúmenes interconectados. En el volumen I se abordan elementos sociológicos con base empírica, mientras que en el volumen II (La part rêvée) se analizan teóricamente casos mediante relatos de biografías que confirman la validez de la teoría sociológica de los sueños propuesta por Lahire. El plan general de la obra está presentado de forma cuidadosa para que el lector no lea ambos volúmenes como textos separados. En este volumen I, Lahire enuncia su programa de investigación, argumenta acerca de la legitimidad del trabajo sociológico sobre los sueños, propone una metodología robusta y, por último, presenta algunos datos como resultado de su investigación sociológica en perspectiva histórica. Dice Lahire:

    En toda investigación científica se debe encontrar un equilibrio entre, por una parte, la elaboración de un modelo teórico general, así como de los métodos a él asociados, y, por otra, la puesta al descubierto de estructuras, procesos, mecanismos o lógicas sociohistóricas propias de tales individuos o grupos de individuos en la realidad social. Tal equilibrio necesita la publicación de los resultados de la investigación bajo la forma de dos volúmenes separados (Lahire, 2018: 13).

    Así las cosas, el libro puede leerse como medio para la reflexión individuada acerca de problemas existenciales, como una forma de hacer consciente el contenido de nuestros sueños; sobre todo, puede acometerse como el logro científico de un sociólogo que practica el oficio con rigor conceptual, creatividad y evidencia empírica.

    El uso práctico de La interpretación sociológica de los sueños puede orientarse por preguntas del tipo ¿cómo influye en nosotros lo que soñamos?, ¿cómo podemos comprender el sentido de nuestros sueños?, ¿qué nos dicen los sueños acerca de nuestra vida personal y social? Respecto de este tipo de lectura, Lahire pregunta: ¿qué nos dicen los sueños sobre la vida de los individuos y las sociedades en las que viven? En este caso se refiere al sueño como aquello que nos trabaja en la obscuridad… lo que piensa en nosotros sin nuestra voluntad (Lahire, 2018: 12-13).

    Este tipo de aproximación puede ser muy útil si concedemos que tales preguntas no pueden responderse sin el apoyo de la interpretación profesional de nuestros relatos; no obstante, el principal objetivo de Lahire en este libro es, como el título lo indica, construir una interpretación sociológica de los sueños que ayude a pensar de forma metódica las regularidades de los contenidos de nuestros sueños. En este sentido, la observación sociológica exige otro tipo de preguntas teóricas: ¿cómo es el sueño?, ¿cómo ha evolucionado la investigación científica sobre los sueños?, ¿es posible una interpretación sociológica de los sueños?, ¿cómo podemos interpretar el contenido de nuestros sueños?

    Esta problematización ha conducido a Bernard Lahire a una investigación pluridisciplinaria bajo diferentes supuestos: 1. Los sueños son un hecho social (todos soñamos), 2. Los sueños son interpretables y han sido objeto de conocimiento de diferentes disciplinas, porque son una verdad transhistórica (no se sueña solo en un tipo de sociedad), 3. La sociología está en condiciones de construir una nueva síntesis teórica acerca de los logros científicos contemporáneos en el estudio de los sueños, y 4. La observación de las regularidades de los sueños en relatos biográficos permite el conocimiento de los mecanismos oníricos.

    Una vez que Lahire defiende la legitimidad de este objeto sociológico, acomete una empresa teórica y práctica impresionante: construir el objeto de estudio del sentido de los sueños, movilizar los recursos pertinentes adquiridos en otras investigaciones de la sociología disposicionalista y contextualista, y ofrecer una interpretación sociológica basada en evidencia acerca del sentido de nuestros sueños, a escalas individual y colectiva.

    Para tal efecto, sistematizó durante veinte años notas, reflexiones y entrevistas biográficas de sujetos que le han confiado sus relatos, como parte de un programa de investigación del Centro de Estudios Max Weber de la Universidad de Lyon. Así, el sentido no trascendental de los sueños es construido como objeto de conocimiento mediante la toma de distancia metodológica de lo que dicen los individuos de sí, con el propósito de contribuir a hacer conscientes disposiciones del pasado y del presente, vehiculados en los sueños; asimismo, establece la distancia teórica necesaria para identificar puntos de convergencia y fricción con algunas disciplinas científicas que han investigado los sueños. Es el caso de las neurociencias, el psicoanálisis y la historia cultural.

    A esas perspectivas, cuyas contribuciones valora, reprocha por separado ciertos límites de comprensión, ya sea porque si bien iluminan procesos neurológicos, dicen poco acerca del contenido de los sueños; porque si bien contribuyen a interrogarse sobre los contenidos latentes o manifiestos de los sueños, reducen la interpretación a impulsos biológicos o, bien, en el caso específico de la interpretación cultural, porque fragmentan los tipos de sueño según el tipo de agencia o sujeto, sin lograr la interpretación equilibrada entre lo individual y lo social en la experiencia de los sujetos que sueñan.

    Particularmente, La interpretación sociológica de los sueños, desde el título, toma distancia de Freud (2017), aunque como bien advierte Lahire, es imposible hablar de los sueños sin un diálogo fecundo con el psicoanálisis. Así, sostiene: nada comienza ni termina con Freud; sin embargo, para él, Freud logra una síntesis teórica admirable con los materiales que tenía a disposición acerca de los sueños, aunque su interpretación esté basada en la censura, anclada al deseo insatisfecho o reprimido,¹⁰ o aunque reduzca la dinámica de los sueños a sesgos explicativos como el determinismo de la infancia, la sexualidad, los acontecimientos traumáticos o lo individual desprovisto de lo social.

    Luego de valorar en conjunto los logros de las diferentes disciplinas con base en las cuales ensaya una nueva síntesis, Lahire propone la sociología disposicionalista y contextualista del contenido de los sueños como un tipo específico de declinación de una teoría de las prácticas (Lahire, 2019: 48). Dice: La sociología disposicionalista y contextualista […] puede aportar las formas de plantear problemas, los medios metodológicos y los resultados. Lahire prueba en este libro la validez de su teoría general de las disposiciones y las prácticas que ha axiomatizado bajo la siguiente fórmula: disposiciones + contexto de acción = prácticas.

    Esta interpretación sociológica integral, abierta a la pluralidad de disciplinas, toma como base las convergencias disciplinarias mediante una actitud metódica que apuesta a una ruptura en la que el procedimiento no es científico, ya sea por el uso de la interpretación libre, la hermenéutica salvaje,¹¹ o porque son insuficientes las atribuciones de causa para la comprensión del sentido de los sueños. Lahire está convencido de que los logros científicos son posibles gracias a síntesis de programas científicos en torno de un objeto, generalmente separados según la organización universitaria de las ciencias sociales:

    Debido a que institucionalmente, tanto en las organizaciones de investigación como en los departamentos universitarios, existen neurocientíficos, lingüistas, psicólogos, sociólogos y, más generalmente, investigadores en ciencias sociales, que llevan investigaciones separadas y bastante autónomas, los problemas cerebrales están separados de los problemas psicológicos o psíquicos, de los problemas lingüísticos o simbólicos, así como de los problemas sociales (Lahire, 2018: 368).

    En esta apuesta, Lahire descarta la perspectiva de los campos y despliega un trabajo documental extraordinario, con una metodología que produce una nueva teoría integral acerca de la evolución histórica de los sueños, y que lleva hacia la desacralización y la democratización de los mismos, así como de sus mecanismos básicos o de las operaciones oníricas. Lahire insiste, con base en material empírico derivado de las biografías de los soñantes, en la idea de que todo sujeto al soñar, sea niño o adulto, utiliza la analogía, la contigüidad, la condensación, la repetición y las metáforas para trabajar inconscientemente sobre los problemas existenciales.

    De acuerdo con su interpretación, el hecho de que el sentido del sueño no sea reconocible por el sujeto que sueña, o no sea inteligible sociológicamente, puede explicarse por el olvido o por el uso parcial de algunos componentes de la fórmula general de la sociología disposicionalista y contextualista. Los sueños solo son interpretables a partir de relatos de los soñantes acerca de sus experiencias sociales mediante un trabajo intensivo de entrevistas que posibilitan tomar conciencia de lo soñado. Dice Lahire:

    Mostrar que el mundo social sigue presente en tiempos en que los grupos y las instituciones parecen ausentes, en que se suspenden las interacciones personales e institucionales, en que la voluntad se debilita, en que el silencio, la obscuridad y el debilitamiento del tono muscular aíslan al individuo, y en gran medida lo desconectan de su entorno, es una forma de probar que lo que el mundo social obliga a vivir a los individuos en la vigilia, continúa estructurando sus representaciones durante los momentos del sueño (Lahire, 2018: 433).

    En estas circunstancias, dejamos a los lectores la reflexión acerca de los efectos terapéuticos y políticos de la toma de conciencia y del sentido práctico que posibilita esta nueva teoría sociológica (Barbeta Viñas, 2018).¹²

    Probablemente, los psicoanalistas reaccionen a esta teoría, plena de imaginación sociológica, como un horizonte de sentido para el diálogo con base en evidencias; los historiadores acepten la invitación al diálogo con la sociología disposicionalista y contextualista, y los neurocientíficos exploren nuevas líneas de investigación acerca de los contenidos del sueño. Es claro que la validez de las teorías científicas se prueba en sus capacidades interpretativas o explicativas. En todo caso, la puesta a prueba que Lahire hace de la teoría sociológica integral de los sueños será recibida seguramente como una falsación de hipótesis del freudismo y de ciertas corrientes del psicoanálisis que siguen la interpretación de Freud acerca de los sueños.

    Ahora bien, quizá la lectura focalizada en el procedimiento de cómo Lahire somete a prueba el trabajo de Freud sobre este objeto (Lahire, 2018: 45) nos haga olvidar la génesis de la sociología disposicionalista y contextualista.

    Es evidente que Lahire, una vez reconocida la importancia de la referencia de Bourdieu acerca del olvido de Freud de los elementos extra-familiares en su interpretación del complejo de Edipo (Bourdieu cita a Carl Schorke, quien sostenía que Freud olvidó que Edipo era rey), toma distancia de este, se desmarca bajo el argumento de que Bourdieu pasa de lado el problema y pasa al lado del error freudiano que hace de la censura un principio poderoso de la explicación del sueño (Lahire, 2018: 225). Por supuesto, a la estrategia con Freud, contra Freud, habrá que sumar aquella a la que Lahire nos invita desde hace años enunciada como con Bourdieu, contra Bourdieu, como una forma productiva de utilizar su trabajo como un punto de partida para otras investigaciones (Lahire, 2005).

    Las relaciones teóricas de Bourdieu y Lahire pueden ser de interés para los lectores latinoamericanos porque aportan indicios acerca de la génesis teórica de la sociología disposicionalista y contextualista. En el Curso de sociología general, Tomo I (2019), Bourdieu, al presentar su teoría de los habitus y campos, identifica la posibilidad de una sociología psicológica. Asimismo, se opone a la división del trabajo científico entre sociología y psicología y propone la biografía como una técnica para el análisis de habitus singulares; después dice: No me explayo, lo que bien puede interpretarse como: no es mi punto (Bourdieu, 2019: 208).

    Es conocido, entre los lectores latinoamericanos de ambos sociólogos franceses, que Lahire tomó muy en serio esa posibilidad y con admirable imaginación sociológica ha desarrollado un programa de investigación a escala individual, autodescrito inicialmente como sociología psicológica en De la teoría del habitus a una sociología psicológica (2012), pero después ha trabajado de forma ejemplar en la puesta a prueba de la teoría, como en este libro acerca de los sueños. ¿Qué tanto afecta al núcleo del programa psicoanalítico la falsación de la interpretación freudiana de los sueños?, ¿en qué sentido la sociología disposicionalista es una superación de la teoría bourdieusiana de los campos y los habitus? Estas son preguntas abiertas que pueden motivar la lectura de este libro.

    Probablemente, las respuestas a estas preguntas nos obliguen a interrogarnos acerca de otros puntos, por ejemplo: ¿el programa psicoanalítico ha sido falseado?, ¿la crítica de la reducción de lo social a la lógica de los campos y los habitus singulares, realizada mediante una teoría plural de las prácticas y los habitus, cancela la posibilidad de la observación sociológica de algunos objetos de conocimiento en sociedades menos diferenciadas por medio de la perspectiva de Bourdieu? Quizá la lectura poco rigurosa de la posición de Lahire conduzca a conclusiones ajenas a su posicionamiento respecto de lo que significa su conceptualización de las disposiciones y las prácticas. En todo caso, abrir el debate teórico acerca de estas cuestiones habrá justificado la publicación en español de La interpretación sociológica de los sueños de Bernard Lahire, un libro genial, imprescindible, fantástico.

    Referencias

    Barbeta Viñas, Marc (2021). "Reseña de La interpretación sociológica de los sueños de Bernard Lahire", Revista Española de Sociología. Vol. 30, núm. 2, Madrid.

    Bourdieu, Pierre (2019). Curso de sociología general. Buenos Aires: Siglo XXI.

    Corcuff, Phillippe (2013). Las nuevas sociologías, principales corrientes y debates. Buenos Aires: Siglo XXI.

    Freud, Sigmund (2017). Proyecto de una psicología para neurólogos, Obras Completas. Tomo I, Barcelona: Malpaso Ediciones.

    (2017). Lecciones introductorias al psicoanálisis. Parte II. Los sueños, Obras completas. Tomo II, Barcelona: Malpaso Ediciones.

    Gutiérrez Reyes, Francia María (2013). Retos en la traducción de textos especializados, traducción anotada y comentada de dos artículos de Bernard Lahire acerca de la escritura doméstica. Maestría en Traducción, México: Colmex.

    Lahire, Bernard (2004). El hombre plural. Los resortes de la acción. Barcelona: Bellaterra.

    (2005). El trabajo sociológico de Pierre Bourdieu. Deudas y críticas. Buenos Aires: Siglo XXI.

    (2006). El espíritu sociológico. Buenos Aires: Manantial.

    (2012). De la teoría del habitus a una sociología psicológica, revista cpu-e, núm. 14. Xalapa: uv.

    (2018). L'interprétation sociologique des rêves. París: La Decouverte.

    (2019). Para una sociología disposicionalista y contextualista, revista Clivajes, Xalapa: uv.

    (2021). Manifiesto por las ciencias sociales, en aoc Media, 2 de septiembre, Francia. Puede consultarse en https://aoc.media/analyse/2021/09/01manifeste-pour-la-science-sociale/

    Nota de los traductores

    En francés, sommeil remite al acto de dormir, y rêve, al acto de soñar. En español, en ambos casos acudimos a una sola palabra: sueño: está en el quinto sueño, tuve un sueño extraño. Para resolver esta situación potencialmente fuente de confusiones y malentendidos, decidimos traducir sommeil como sueño (en singular) y rêve como sueños (en plural). No en todos los casos, sin embargo, fue posible acudir a esta fórmula. En algún momento, por ejemplo, Lahire se refiere al sueño (rêve) como algo muy cercano a un concepto (o a una idea), como un ente que hay que analizar en singular y, por lo tanto, como algo que había que conservar, en el momento de traducir, en singular. Y lo mismo vale para sommeil. En estos casos, decidimos poner entre corchetes a qué es exactamente a lo que se refiere Lahire: "el juego literario, el marco de la interacción, el marco del sueño [sommeil] y el del relato del sueño [rêve], etc.". No olvidamos, por supuesto, que en otros momentos el contexto mismo llevará al lector a saber cuándo el autor se refiere a los sueños y cuándo al sueño.

    En francés, réveur-réveuse remiten a la persona que sueña: soñador-soñadora. Solo que en español el soñador o la soñadora nos dan, más bien, la idea de una persona idealista: es un soñador = es un idealista. En este caso, entonces, decidimos traducir este vocablo como soñante. De esta manera, por otra parte, estamos en sintonía con el criterio asumido por Amorrortu editores en el momento de traducir las obras completas de Freud.

    Y ya que mencionamos a esta editorial argentina, dejamos constancia de que el tercer acuerdo al que llegamos fue, precisamente, tomar de esa edición las citas que a lo largo de este libro aparecen de la obra de Freud. De esta forma, evitamos la triangulación alemán-francés-español y ofrecemos una versión más directa alemán-español. Cabe aclarar, sin embargo, que no todas las notas a pie remiten a la edición de Amorrortu. En aquellos casos en los que solo se hace una referencia general (es decir, sin una cita en particular) o en aquellos otros en los que solo se citan palabras o frases breves, se mantuvo la nota original, es decir, la que remite a la edición en francés.

    Lo que aquí está expresado en tres párrafos, a nosotros nos llevó, sin exagerar, varias horas de vueltas y más vueltas, de búsquedas y consultas, de propuestas y contrapropuestas hasta, por fin, llegar a los acuerdos aquí expresados. Ojalá que las decisiones que finalmente tomamos, primero, respeten el espíritu original de esta gran obra de Lahire, y segundo, le ofrezcan al lector una lectura más sencilla y accesible.

    Finalmente, Karla Sánchez le agradece a Yago su paciente y amorosa compañía mientras desentrañaba los hilos de esta traducción.

    Agustín del Moral, por su parte, le agradece a Lygie de Schuyter y a Benoit Longerstay el apoyo brindado en los capítulos que revisaron.

    Karla Sánchez Domínguez y Agustín del Moral Tejeda

    A mi madre

    AGRADECIMIENTOS

    Esta reflexión no hubiera sido posible sin el tiempo que mi delegación en el Instituto Universitario de Francia me liberó y sin los recursos presupuestarios que permitieron materializarla en el marco del programa de investigación Sociología de los sueños: las producciones oníricas entre pasado incorporado, circunstancias de la vida diurna y marco de la vida nocturna.

    Les doy las gracias a Howard Becker (exacadémico de la Universidad de Washington), a Gary Alan Fine (Northwestern University), a Christian Baudelot (ENS Ulm) y a Roger Chartier (Colegio de Francia) por la buena voluntad que han mostrado ante este programa de investigación; a Ludwig Crespin (Universidad de Clermont-Ferrand), por haberme confiado su tesis antes de que la sustentara; a Perrine Ruby (inserm), por las conversaciones que tuvimos antes de la redacción de este libro; a Julien Barnier (Centro Max Weber, cnrs), por su valiosa ayuda esquemática para la reflexión entablada, así como a las y los soñantes que, a partir de enero del 2014, me confían regularmente sus sueños y han aceptado largas horas de entrevistas conmigo, ayudándome así a poner a prueba la reflexión teórica y metodológica que desarrollo en esta obra. Sus historias reales y sus sueños los descubrirá el lector en un segundo volumen.

    Hago un agradecimiento especial, finalmente, a Nathan, quien hizo suyos mis momentos de entusiasmo y mis momentos de duda y quien, juiciosamente, me sugirió la lectura de algunos libros, así como a Hugues Jallon por la relectura atenta del manuscrito, por sus consejos y por su inquebrantable apoyo.

    INTRODUCCIÓN

    Un sueño para las ciencias sociales

    Un sueño es una picadora de carne que se nutre de vidas prensadas.

    Benjamin Whitmer, Pike, p. 58

    Los sueños constituyen un objeto a la vez muy seductor y muy inquietante para el sociólogo. Son seductores por la idea que podemos tener de una parte de nuestra experiencia que nos intriga y que las más de las veces permanece espontáneamente indescifrable. Para todo investigador que experimente el gusto por la aventura, tratar de comprender lo incomprensible constituye un desafío científico exaltante.

    Pero la curiosidad y la excitación intelectual que tal objeto suscita dejan lugar rápidamente a la inquietud.

    Esta inquietud está relacionada, de entrada, con varias de las características del objeto. Los sueños constituyen un fenómeno mental que se despliega mientras los sujetos duermen y que, dada esta circunstancia, están incapacitados para hablar. Son un producto de la imaginación pero que los soñantes viven como si estuvieran sumergidos en la más vívida realidad. Al despertar, no siempre se recuerda lo soñado y, cuando así es, a menudo lo recordado se ve alterado u olvidado rápidamente, lo que vuelve la tarea del investigador infinitamente más difícil que cuando el objetivo es hacer hablar de actividades que se desarrollan durante la vigilia. Finalmente, los sueños parecen extraños, incoherentes, delirantes o incongruentes a los ojos mismos de quien los ha tenido. De esta manera, la tarea es, teórica y metodológicamente hablando, muy dura para los investigadores, y el estudio de los sueños puede convertirse rápidamente en una pesadilla.

    Pero esto no es todo. Como en el castillo del cuento de hadas al cual se quisiera entrar, el objeto-sueños está rodeado de alambradas y protegido por un dragón. Esas alambradas y ese dragón, que hacen que el acceso a los sueños sea difícil, son todos los intentos pasados de interpretación de los sueños y, en particular, el que representa el psicoanálisis. Para un investigador del siglo xxi, los sueños son difícilmente disociables del nombre de Sigmund Freud. La amplitud de la obra freudiana y sus inflexiones, asumidas o no dichas, la abundancia de comentarios a que ha dado lugar, las escuelas o las corrientes que han compartido su herencia, todo esto puede paralizar más de una voluntad de saber y mantener a distancia a los curiosos.

    Las ciencias sociales son los grandes ausentes en la historia del estudio científico del sueño y de los sueños. Comparada con el compromiso sostenido por todas las formas de la psicología, del psicoanálisis a la psicología cognitiva o, más recientemente, de las neurociencias, de la neuropsiquiatría a la neurobiología, la contribución de las ciencias sociales en general y de la sociología en particular sigue siendo muy marginal.

    Algunos pensarán que esto es muy normal: ¿no son los sueños una actividad a la vez universal (todo el mundo sueña), individual (cada uno sueña cosas muy singulares) e involuntaria por excelencia? Que sociólogos, antropólogos o historiadores puedan cuestionarse sobre la manera como han sido concebidos, tratados e interpretados por épocas, sociedades o grupos diferentes, cae de su peso. Pero que intenten entrar en la lógica de su producción, que los consideren como el resultado de un proceso que guarda relación con la situación de los soñantes al interior del mundo social, esto, en cambio, no tiene nada de evidente.

    Concebido en 1997 en el curso de una estancia en la Universidad de Berkeley donde descubrí con curiosidad, por los azares de la lectura, las primicias de una sociología de los sueños,¹³ el programa de investigación del que aquí se leerá su primera formulación científica necesitó veinte años de lecturas y de trabajo paralelo a otras investigaciones para comenzar a tomar forma. Este conocimiento de los trabajos sobre los sueños, pasados y presentes, producto de disciplinas muy diferentes (psicoanálisis, psicologías, neurociencias, lingüística, sociología, antropología, historia, etc.), me ha permitido elaborar una nueva teoría integradora que, partiendo de los logros del modelo de interpretación sintético propuesto por Freud en su tiempo, se esfuerza en corregir sus debilidades, sus insuficiencias y sus errores, sacando partido de numerosos avances científicos alcanzados a partir del extraordinario esfuerzo de conocimiento que representó su libro La interpretación de los sueños, en el punto de tránsito del siglo xix al xx.¹⁴

    Si se considera al objeto-sueños como un problema a resolver, es necesario entonces definir el conjunto de los términos que conforman este problema y articularlos de una manera coherente con miras a una solución satisfactoria, tanto desde el punto de vista teórico como desde el de su compatibilidad con los hechos empíricos. Actividad psíquica involuntaria durante el sueño, los sueños pueden ser caracterizados, así, como una forma de expresión específica a través de la cual el soñante pone a trabajar los problemas de todo tipo que le preocupan más o menos conscientemente durante la vigilia. Me esmeraré en mostrar que tal forma de expresión simbólica solo se puede comprender verdaderamente si se tiene en cuenta una serie de elementos que guardan relación con el pasado incorporado del soñante, con las circunstancias recientes de su vida, y con el marco del sueño en el cual los sueños se despliegan, y que se caracteriza, entre otras cosas, por la suspensión del flujo de las interacciones y de las demandas sociales ordinarias, por el debilitamiento del control reflexivo de la actividad mental y por la puesta en marcha de una comunicación de uno mismo a sí mismo en la que hay una predominancia visual marcadamente implícita.

    Estos diferentes elementos serán explicados, detallados y articulados en una fórmula general de interpretación de los sueños que permita pensar de manera dinámica su proceso de producción. Este será pensado, en términos más generales, como una forma de expresión específica situada en un continuum expresivo (sueños, sueño despierto, delirio, alucinación, juego, creación literaria o expresión artística, etc.) que varía en función de las condiciones en medio de las cuales la actividad psíquica se despliega. La analogía práctica, que es, con la asociación por contigüidad, una de las formas elementales de la vida psíquica humana, característica de su naturaleza histórica, se colocará en el centro de las operaciones oníricas (de simbolización, condensación, metaforización, sustitución, etc.) que hacen de la expresión de los sueños una expresión tan singular. Y se mostrará, a fin de cuentas, cómo es que los sueños pueden ser científicamente interpretados desde el momento en el que se articulan a un fuera de los sueños que constituye su trasfondo existencial.

    Esta teoría de la expresión onírica formulada desde la sociología, pero que integra múltiples conocimientos pluridisciplinarios armonizados, permite que los sueños hagan su entrada al campo de las ciencias sociales a partir de una perspectiva a la vez disposicionalista y contextualista. Lograr hacer de los sueños un objeto de estudio de las ciencias sociales es una manera de extender su campo de estudio al permitirles acceder a lo que hoy en día sigue siendo, en muy gran medida, una terra incognita.

    Norbert Elias señaló los límites que los investigadores de las ciencias sociales se impusieron durante mucho tiempo, sin siempre estar conscientes de ello, al estudiar a las sociedades dentro de sus límites nacionales, y al concentrarse en los individuos-adultos ya socialmente constituidos, como si nunca hubieran sido niños. Pero la lista de campos y dimensiones eludidos no acaba ahí. Porque hasta ahora los investigadores han concentrado su atención, casi exclusivamente, en los comportamientos más colectivamente organizados de individuos en estado de vigilia, descuidando el hecho de que alrededor de una tercera parte de su tiempo está dedicada al sueño y que los sueños acompañan los tiempos de sueño.

    ¿Qué nos dicen esos sueños sobre la vida de los individuos y de las sociedades en las que viven? ¿Cómo es que las experiencias sociales de los soñantes contribuyen a tramar su imaginario, incluso en los momentos en los que la conciencia intencional deja de gobernar el flujo de imágenes? Estas son cuestiones cruciales que se plantean, y a las cuales los sociólogos apenas han tratado de responder. Cuando los sujetos de investigación duermen, los sociólogos cierran los ojos.

    Pero una teoría de la expresión onírica permite, también y sobre todo, contribuir a la transformación de las ciencias sociales al devolverles determinadas ambiciones legítimas que la especialización y una forma estandarizada de profesionalización tienden a revisar a la baja. Estudiar un objeto tan extraño y aceptar abandonar las zonas de confort para integrar saberes multidisciplinarios imponen a los investigadores cuestiones científicas cruciales: la de los mecanismos psíquicos fundamentales propios de los seres históricos y lingüísticos que son los seres humanos socializados; la de la interiorización de regularidades sociales de toda naturaleza bajo la forma de disposiciones o de esquemas incorporados, listos para expresarse a la menor ocasión, incluso durante el sueño; la de las relaciones entre pasado y presente al interior de la experiencia humana; la de la parte respectiva de conciencia e inconsciencia, voluntario e involuntario, control y no control, en el funcionamiento psíquico y en el comportamiento humano, y la de, finalmente, la libertad y el determinismo que agita, hoy más que nunca, los espíritus acerca de las razones de nuestros actos o nuestros pensamientos. Si los sueños hacen su entrada en la gran casa de las ciencias sociales no es para dejar el lugar tal y como está, sino para alterar las costumbres y para organizar en otros términos el espacio.

    Los sueños aparecerán finalmente, en contra de lo que Freud creía por razones que se examinarán detalladamente, como el espacio de juego simbólico más completamente libre de todo tipo de censura, tanto formal como moral, que ata implacablemente a los soñantes desde el momento en el que despiertan. La comunicación de uno mismo a sí mismo en la que se expresan los sueños, al trastocar las convenciones lingüísticas y narrativas y al liberar a los soñantes de todo tipo de moderación, constituye en cierto sentido el más íntimo de los diarios íntimos, la expresión más franca de todas las formas de hablar franco. Los sueños entregan de este modo, para quien quiera interesarse en ello, los elementos para una comprensión profunda y sutil de lo que somos. Su estudio permite, en el fondo, saber lo que nos trabaja oscuramente, y comprender lo que piensa dentro de nosotros, al margen de nuestra voluntad.

    En toda investigación científica se debe encontrar un equilibrio entre, por una parte, la elaboración de un modelo teórico general, así como de los métodos a él asociados, y, por otra, la actualización de estructuras, procesos, mecanismos o lógicas sociohistóricas propias de tales individuos o grupos de individuos en la realidad social. Tal equilibrio necesita la publicación de los resultados de la investigación bajo la forma de dos volúmenes separados.

    Dado su carácter inédito, la interpretación sociológica de los sueños como forma de expresión y proceso singular impone, en un primer momento, construir una teoría integradora y empíricamente pertinente –por ejemplo, teniendo en cuenta conocimientos teórico-empíricos ya generados– que permita que los sueños (las lógicas de su producción y no solo sus usos y sus interpretaciones) entren en el universo de las ciencias sociales. En esta etapa de la reflexión, los casos de sueños o de extractos de sueños movilizados no tienen entonces por objetivo más que probar la pertinencia y la fecundidad del modelo teórico o de las herramientas metodológicas a él asociadas. Esto no significa que esos casos sean simples ilustraciones, sino que se utilizan para mostrar la capacidad del modelo para abordar cualquier tipo de caso y para poner el acento en la manera como efectivamente se pone en marcha a partir de métodos determinados. Tal es el objetivo de este primer volumen.

    Estudiar sistemáticamente corpus precisos de sueños, como he comenzado a hacerlo para elaborar y sostener mi reflexión teórica y metodológica, supone, en cambio, que el modelo teórico establecido, incluso si siempre es susceptible de ser mejorado y transformado, sea puesto al servicio de la comprensión de un material empírico bien delimitado. Son, entonces, la realidad estudiada y sus propiedades las que predominan. El modelo teórico y las herramientas metodológicas ocupan un segundo plano para dejar lugar al espectáculo de esta realidad cuya comprensión ellos han hecho posible. Tal será el objetivo del segundo volumen.

    Es importante, desde mi punto de vista, no pensar esta separación en dos volúmenes como una oposición entre teoría y empiria, porque teoría y empiria estarán presentes en las dos obras. Simplemente, teoría y empiria no ocupan el mismo lugar en la economía de la restitución del trabajo científico desarrollado. Si necesariamente tuviéramos que calificar esos dos tiempos de la investigación, más valdría entonces hablar de un tiempo experimental de la invención teórico-metodológica empíricamente fundada (por tener en cuenta, en la construcción del modelo teórico sintético, conocimientos empíricos acumulados) y de un tiempo de exploración sistemática, teórica y metodológicamente guiada, de corpus empíricos determinados.

    I. LOS PROGRESOS DE LA CIENCIA DE LOS SUEÑOS

    La bibliografía (sobre los sueños) que ahora leo me deja por completo anonadado. Un castigo horrible impuesto a toda tarea de escribir. En ella uno dispersa todo lo propio; con frecuencia ya no averiguo lo nuevo que poseo, y sin embargo todo en ello es nuevo. El trabajo de lectura se dilata, hasta ahora de manera imprevisible.

    S. Freud, Carta a Fliess del 5 de diciembre de 1898, Cartas a Wilheim Fliess (1887-1904), p. 367

    El poeta y matemático Jacques Roubaud nos recuerda la necesidad, tanto en el arte como en la ciencia, de apoyarnos en las tradiciones para que las verdaderas innovaciones sean posibles:

    Las cosas nuevas que se van a hacer tienen su germen mucho tiempo atrás. Es un fenómeno que va más allá de la poesía: está presente en las matemáticas, en la ciencia. En determinado momento, la comunidad matemática se apasiona por ciertos problemas y se olvida de otros, que es necesario retomar mucho tiempo más tarde. En este sentido, también hay que ver el pasado como un futuro […] Cuando se intenta innovar, ¿estamos seguros de hacerlo verdaderamente? No sabemos nada al respecto. Pero cuando dirijo la mirada hacia la poesía del pasado es con el objetivo de hacer algo diferente de lo que he venido haciendo previamente. Por lo tanto, sigo orientado hacia el futuro.¹⁵

    Atrapados por las lógicas del presente, las de las competencias y las grandezas presentes, que tienden a hacer como si las últimas publicaciones siempre tuvieran razón, los investigadores terminan por olvidar que los avances científicos significativos suponen sacar lecciones del pasado e inscribir su propio esfuerzo de conocimiento en una larga historia en el curso de la cual múltiples generaciones de científicos han aprendido, poco a poco, a diferenciar entre lo seguro, lo probable, lo imaginable y lo imposible.

    Así, fue consagrándose a problemas cruciales y abrazando generosamente una gran diversidad de conocimientos disponibles como científicos tan diferentes como Marx, Durkheim, Weber o Freud pudieron alcanzar un progreso real. Pero como lo decía irónicamente Erich Fromm,

    por supuesto, si el científico social no sabe hacerse más que preguntas triviales y no presta atención a los problemas fundamentales, su método científico le da buenos resultados y se presta para que pueda escribir trabajos incontables que tienen que ser escritos con el objeto de fomentar su trayectoria académica.¹⁶

    La historia del progreso científico está hecha de tiempos de especialización durante los cuales los investigadores trabajan sobre puntos precisos de manera dispersa y sin concertación (en disciplinas diferentes y en sectores diferentes de cada una de esas disciplinas), y de tiempos de síntesis en los que reúnen y articulan lo que se encuentra disperso, traducen a una lengua común el conjunto de los resultados significativos escritos en una multitud de dialectos disciplinarios, y elaboran teorías integradoras o modelos sintéticos. Es a este segundo tiempo al que pertenece la reflexión que esta obra contiene.

    Y como la síntesis se efectúa a través de una lengua común, la exigencia de claridad resulta fundamental. Ir directamente al meollo de los problemas, con el menor número posible de circunvoluciones, es un reto científico de magnitud para las ciencias sociales, que algunas veces tienen problemas para romper con los amaneramientos de la retórica ilustrada. En un país como Francia, con mucha frecuencia se tiende a confundir profundidad con oscuridad o, en otro género, inteligencia con ligereza de estilo y brío. El gusto por el misterio teórico o por las aproximaciones literarias, sostenido por las más grandes escuelas, es difícilmente explicable de otro modo más que por el placer aristocrático que experimentan los lectores de formar parte de un mundo escogido en el que todo el mundo cree comprenderse entre líneas. Es posible optar, sin embargo, por aquellos autores que nunca se embelesan con sus propias palabras y que piensan que entre dos palabras, hay que escoger la menor (Paul Valéry).

    Cuando se prefiere la solución de los problemas a los efectos seductores, cuando se busca esclarecer una cuestión o plantearla en mejores términos más que dar prueba de capacidad para escribir o de originalidad, se puede ir más directamente al objetivo. Esto no prohíbe escribir bien, pero no es la elegancia lo que buscamos (Wittgenstein).

    Armado de un conocimiento de la historia de los trabajos científicos, de la ambición de resolver problemas de fondo muy generales, de una curiosidad pluridisciplinaria, de la voluntad de articular más que de oponer trabajos muy diferentes, de una fe científica en la posibilidad de alcanzar progresos reales en el conocimiento, y de una política de línea clara en el razonamiento y la escritura, todo investigador puede darse la oportunidad de dar unos cuantos pasos adelante.

    Los sueños antes de Freud

    Los sueños fascinan, desde hace mucho tiempo, a los mundos científicos de Occidente con expectativas algunas veces irrazonables. Se ha querido, así, desentrañar el misterio de los sueños, el de los personajes más importantes en primer lugar (reyes, jefes, héroes, etc.), para descifrar sus mensajes divinos o diabólicos, o bien incluso prever el futuro del soñante o del mundo en el que vive.¹⁷ A partir del siglo xi en Occidente, se asiste a una desacralización y a una democratización de los sueños, según los términos del historiador Jacques Le Goff,¹⁸ con un interés incipiente en los sueños de los más humildes, a los que se les atribuyen significados.¹⁹ Luego, en el siglo xii, los sueños, podría decirse, toman cuerpo, se les relaciona cada vez más con la persona singular del soñante, con su existencia concreta, con sus emociones particulares, con el sueño en su realidad física, al menos tanto como con la influencia de los ángeles y los demonios.²⁰ Fue en el seno mismo del cristianismo que se preparó la posibilidad de desarrollar una ciencia psicológica de los sueños, no solo porque los autores los contemplaron como fenómenos fisiológicos,²¹ sino además porque autorizaron a verlos como realidades autobiográficas.²² Será necesario esperar, sin embargo, al siglo xvii, y sobre todo a Descartes, para ver que los sueños se relacionaran con el individuo-soñante, y particularmente con su cerebro y su sistema nervioso, más que con fuerzas sobrenaturales. Es este paradigma fisiologista e individua­lista,²³ incluso cuando es sometido a críticas, el que estará en el origen de las múltiples investigaciones científicas sobre los sueños que se desplegarán entre la segunda mitad del siglo xix y la primera mitad del xx.

    Pero desde la segunda mitad del siglo xviii, un autor, el abate Jérôme Richard, canónigo de Vézelay, erudito, miembro del Instituto, elegido en 1795 en la sección Zoología, lanza la primera gran reflexión científica sobre los sueños siguiendo las huellas del Tratado del hombre (1633) de Descartes. Si bien Richard le concede a la onirocrítica²⁴ el hecho de que unos cuantos profetas o santos hayan podido tener sueños premonitorios, los sueños no tienen en general, según él, ningún tipo de vínculo con el futuro. A menudo citado como un precursor por los autores del siglo xix que buscan fundar una ciencia de los sueños y del sueño, el abate Richard cree fundamentalmente que el conocimiento científico puede hacer felices a los hombres: ¿no será trabajar por su felicidad enseñarles cuál es la verdadera causa de los sueños, y la poca relación que guardan con el futuro?²⁵ En su Théorie des songes, publicada en 1766, fustiga en cambio los prejuicios, las ineptitudes, las supersticiones, la impostura y la mentira que durante mucho tiempo dominaron el pensamiento sobre los sueños a partir de la Antigüedad. En particular, menciona a Artemidoro de Daldis como el personaje que aprendió de los adivinos el arte de engañar al populacho.²⁶

    El abate Richard se pregunta, en particular, por qué Dios nos daría acceso a nuestro futuro en sueños que la mayor parte de la gente no comprende. Pretende, entonces, desembarazar a los sueños de lo maravilloso y lo sobrenatural invocando muy cartesianamente las fibras del cerebro y la acción de los espíritus animales. Guardando su distancia frente a la onirocrítica, Richard lleva a cabo una secularización de los sueños, que de esa manera son repatriados al mundo humano. Pero sobre todo, las fórmulas que emplea abren la vía hacia una explicación de los sueños a través del espíritu del soñante, que no siempre está atento a lo que él mismo produce y que no controla de manera permanente el flujo de sus representaciones mentales:

    El desorden con el cual la imaginación presenta, durante el sueño, esas imágenes diversas, y que impactó fuertemente el alma, es lo único que ocupa al despertar; cedemos al asombro y a la sorpresa; mientras que la costumbre de reflexionar sobre lo que ha pasado nos persuade de que nosotros mismos fuimos quienes concebimos los sueños sin darnos cuenta, como mil otras acciones naturales y necesarias, que no fijan nuestra atención, aunque no por ello sean menos sensibles; pero no vemos ahí nada que no sea natural, y no se nos ocurre buscar algo maravilloso o divino.²⁷

    Durante todo el siglo xix, atrapados por la misma sed de conocimiento científico, numerosos estudiosos van a anotar sus sueños o los de gente cercana con la esperanza de comprender en mejores términos esta producción simbólica esencialmente nocturna.²⁸ Autores franceses, belgas o alemanes como Moreau de la Sarthe, Gotthilf Heinrich von Schubert, Théodore Jouffroy, Antoine Charma, Alfred Maury, Léon d'Hervey de Saint-Denys, Karl Albert Scherner o Joseph Delboeuf,²⁹ llevaron a cabo investigaciones más sistemáticas y precisas³⁰ que antecedieron e hicieron posible el enfoque freudiano de la interpretación de los sueños.³¹ Esta investigación, la más célebre, sintetizará sus numerosas reflexiones y se apoyará en unos cuantos estudios de caso para proponer una visión original fundada en la teoría del inconsciente.³²

    Cualquiera que sea el grado de originalidad de la reflexión de Freud, esta se inscribe en una larga serie de trabajos que hicieron posible el suyo propio. Freud separa los buenos y los malos argumentos o conceptos; purifica los primeros, dándoles una nueva fuerza, y elimina los segundos; jerarquiza y organiza los elementos conservados y los mantiene firmemente unidos en un todo coherente, un modelo teórico integrador, que descansa sobre la teoría del inconsciente reprimido y de la censura. Propiamente hablando, ninguno de los puntos de su reflexión es verdaderamente inédito.

    Al leer los trabajos de sus antecesores, que constituyen las fuentes de su teoría, el lector no puede más que constatar el extraordinario trabajo de reapropiación llevado a cabo por el padre del psicoanálisis. Como todo gran científico original, Freud no inventa, pues, gran cosa: la simbolización, la dramatización, la condensación, el desplazamiento, la visualización, el papel secundario de los estímulos corporales internos así como de los estímulos exteriores durante el sueño en la producción de los sueños, la asociación de ideas, el inconsciente, la censura y su elusión, la transferencia o la proyección, etc., todo esto se encuentra, aquí o allá, en las obras de los diferentes autores que le precedieron.

    Su papel no es por ello menor. Es como si Freud estuviera ante un racimo de objetos de procedencias diversas, acumulados en las cajas empolvadas de un desván, y entre ellos se encontraran numerosas piezas de Lego, algunas de las cuales hubieran sido las primeras piezas de una enorme nave espacial, pero cuyo plano de montaje hubiera desaparecido. Su trabajo consiste entonces: 1) en hacer una separación entre los objetos inútiles o las piezas de Lego inadecuadas y las piezas que pueden servir para construir un objeto –la nave espacial–, cuya forma desconoce; 2) en limpiar o en reparar cada pieza para devolverle su brillo, y 3) en armar esas piezas de manera tal que cada una encuentre su lugar en un montaje que poco a poco toma forma. Esta metáfora tiene sus límites si se piensa que un día hubo un plano de montaje e imágenes de la nave espacial. Pero permite entender, a la vez, la idea de que los científicos se topan con aspectos de realidad que van más allá de sus puntos de vista, y que alcanzan progresos abandonando poco a poco las pistas equivocadas y organizando de manera más satisfactoria que la existente anteriormente los diferentes elementos en torno a los cuales coinciden.

    Por esta razón, es imposible hacer de La interpretación de los sueños el libro que cambiaría todo en la historia de las relaciones que los hombres han mantenido con los sueños. Es, sin embargo, lo que hace Michel Foucault, al trazar un vuelco que va de lo insignificante a lo significante, del no-sentido al sentido, de lo ininteligible a lo inteligible:

    Con la Traumdeutung,³³ los sueños hacen su entrada en el campo de los significados humanos. En la experiencia onírica, el sentido de las conductas parecía desvanecerse; de la misma manera como la conciencia vigilante se oscurecía y se apagaba, los sueños parecían aflojar y desatar finalmente el nudo de los significados. Los sueños eran como el no-sentido de la conciencia. Sabemos cómo Freud echó abajo esta propuesta e hizo de los sueños el sentido del inconsciente.³⁴

    Es una afirmación bella, clara y muy seductora para los amantes de lo estruendoso, pero es histórica y antropológicamente defectuosa. La interpretación de los sueños no hace su aparición en 1900 como un relámpago de conocimiento que ilumina repentinamente el cielo en medio de la negra noche de la ignorancia.

    El etnocentrismo occidental e intelectualista de Foucault –que comparte con muchos otros– lo lleva a ignorar todas las prácticas chamánicas de las sociedades tradicionales, así como las de los onirocríticos mesopotámicos, egipcios o griegos, o a numerosos autores de claves de los sueños que han acompañado la historia de la humanidad. La afirmación del filósofo resulta tanto más cuestionable porque Freud mismo se declaró más cercano a Artemidoro de Daldis (siglo ii d. C.) que a algunos científicos que solo veían en los sueños series desordenadas de imágenes aleatorias.³⁵ La entrada de los sueños al campo de los significados humanos, entonces, simplemente precedió a Freud unos cuantos miles de años.

    Siendo condescendientes, podríamos considerar que Foucault tiene en mente la historia de las ciencias humanas, y que cuando habla de la entrada de los sueños al campo de los significados humanos piensa, en realidad, en la entrada de ellos como objeto de estudio al campo de las ciencias humanas. Pero incluso en este caso, tal ingreso se llevó a cabo más de un siglo antes de Freud. Numerosos son los estudiosos que antes de él consideraron, cada quien a su manera, que los sueños tenían un sentido y que ese sentido no dejaba de guardar relación con la experiencia corporal, emocional o cultural del soñante.

    Y numerosos son los autores que, después de él, continúan la reflexión y someten su modelo a examen. La concepción freudiana va a ser, así, objeto de críticas de parte de otras personalidades que se identifican con el psicoanálisis (Otto Rank, Carl Gustav Jung, Alphonse Maeder, Erich Fromm, Thomas M. French, etc.), o de otras ramas de la psicología (Joseph Breuer, Théodore Flournoy, Alfred Adler, Eugen Bleuler, etc.), pero va sobre todo a sufrir una crítica radical, varias décadas más tarde, por parte de la psicología³⁶ y de las neurociencias.³⁷ Queda claro, entonces, que nada comienza y nada se detiene con Freud.

    La necesidad de una teoría integradora

    El físico austriaco Erwin Schrödinger tenía una manera bastante radical de oponerse a toda forma de fragmentación de los conocimientos:

    … es necesario decirlo aunque parezca claro y evidente: el conocimiento aislado que un grupo de especialistas obtiene en un campo limitado no tiene en sí mismo ningún valor de ninguna especie; solo tiene valor en la síntesis que suma dicho conocimiento al resto del conocimiento y solamente en la medida en que contribuye realmente, en esta síntesis, a responder a la pregunta: ¿quiénes somos?³⁸

    Para Schrödinger, la especialización no es, en ningún caso, una virtud, sino un mal inevitable, y le parecía necesario contribuir a la totalidad integrada del conocimiento.³⁹ El espíritu de síntesis es lo que permite, en todos los terrenos del saber, resolver los más grandes problemas. Es asociando, combinando, articulando soluciones a microproblemas dispares formulados muy a menudo por los diferentes sectores del conocimiento, como se alcanza a desembocar en la solución de los más grandes problemas.

    Fue procediendo de esta manera como el matemático británico Andrew Wiles pudo resolver el famoso último teorema de Fermat,⁴⁰ considerado por muchos matemáticos como irresoluble. Y esta es incluso, así sea por otras vías, la manera de proceder de un matemático como Alexandre Grothendieck. Para él, la división del trabajo científico era un problema central,⁴¹ y solo estaba intelectualmente satisfecho cuando el problema que estudiaba le permitía ascender a un problema más general. Así, buscaba el punto de vista abarcador que le permitiera comprender cada caso como un caso de lo posible y solo se detenía en su trabajo de problematización cuando ya no alcanzaba a remontarse a una forma más general del problema.

    Esto es precisamente lo que con toda razón señaló Maurice Halb­wachs mucho tiempo antes de la demostración de Wiles o de los trabajos de Grothendieck: la demostración matemática no es sino un análisis aparente y posterior. En realidad, supone una síntesis, es decir, la reconciliación de varias propuestas hechas por grupos de investigadores distintos.⁴² La observación también es válida para los modelos sociológicos de interpretación de los comportamientos humanos. Norbert Elias escribe:

    Sé por experiencia que para los sociólogos la oportunidad de descubrir algo es tanto mayor en la medida en que el conocimiento adquirido con el que abordan su trabajo es menos estrechamente especializado, más rico y diversificado. Valiosamente armados de conocimientos teóricos y empíricos, podemos ser receptivos a numerosas ideas que permitan llevar a cabo estudios científicos, siempre y cuando se mantengan los ojos abiertos para establecer relaciones hasta ese momento desconocidas, para hacer observaciones individuales no del todo habituales, tal vez un poco inesperadas, sobre conceptos mal definidos que pueden corregirse, y para muchas otras cosas más –la tarea es vasta.⁴³

    El estudio de los sueños no escapa a la regla: es mediante la asociación de los elementos constitutivos de los sueños que investigadores muy diversos estudian como se ha podido, y se sigue pudiendo, avanzar.

    A partir sobre todo del siglo xix⁴⁴ y a lo largo del xx, los especialistas europeos comenzaron a estudiar científicamente los sueños, llevando para ello diarios de sueños personales⁴⁵ o apoyándose en relatos de sueños ajenos, observando ciertos acontecimientos nocturnos o provocándolos voluntariamente, destacando los acontecimientos diurnos que precedían a los sueños, analizando los rasgos de la personalidad de los soñantes o interesándose en su historia, en sus intereses y en sus preocupaciones. Se dispone, asimismo, de numerosos

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