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La gestión política de la moneda y la edificación de la hacienda pública mexicana, 1825-1857
La gestión política de la moneda y la edificación de la hacienda pública mexicana, 1825-1857
La gestión política de la moneda y la edificación de la hacienda pública mexicana, 1825-1857
Libro electrónico349 páginas5 horas

La gestión política de la moneda y la edificación de la hacienda pública mexicana, 1825-1857

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El presente libro es un acercamiento a la historia fiscal y monetaria mexicana a partir de la construcción de una categoría de análisis denominada gestión política de la moneda. Este planteamiento es producto del estudio de las condiciones que hicieron posible la apertura de casas de moneda estatales y su arrendamiento a compañías privadas a partir de 1825. Las cecas de Guanajuato, Zacatecas y la Ciudad de México sirven de escenario para mostrar el funcionamiento de estos acuerdos contractuales, los ajustes que sufrieron a lo largo del tiempo, la operación de arreglos institucionales (formales e informales), así como la agencia de actores públicos y privados, tanto nacionales como extranjeros. El entramado que desarrolla la obra da cuenta de que la producción del cuño mexicano, durante la primera mitad del siglo xix, fue una actividad dirigida por agentes económicos que tomaron decisiones bajo parámetros políticos, con objetivos fiscales y no necesariamente monetarios. Esto último, en esencia, es lo que se entiende como gestión política de la moneda. Así pues, la obra redimensiona la mecánica de los arrendamientos de las casas de moneda más allá de sus perjuicios al erario, tema que ha sido predominante en la historiografía, convirtiéndolos en elementos de análisis que permiten comprender con mayor nitidez la reorganización administrativa del gobierno, su papel dentro de la definición de las rentas nacionales y el complejo proceso de construcción de la Hacienda Pública mexicana entre 1825 y 1857.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 ago 2023
ISBN9786078918515
La gestión política de la moneda y la edificación de la hacienda pública mexicana, 1825-1857

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    La gestión política de la moneda y la edificación de la hacienda pública mexicana, 1825-1857 - Omar Velasco Herrera

    A través de nuestras publicaciones se ofrece un canal de difusión para las investigaciones que se elaboran al interior de las universidades e ­instituciones de educación superior del país, partiendo de la convicción de que dicho quehacer intelectual se completa cuando se comparten sus resultados con la colectividad, al contribuir a que haya un intercambio de ideas que ayude a construir una sociedad madura, mediante una discusión informada.

    Con la colección Pública histórica se ponen al alcance del público interesado en el devenir de las culturas, textos académicos originales, en los que se acrecienta y actualiza el conocimiento histórico.

    La moneda, como representación simbólica del dinero, por sus cualidades, funciones y valor en las relaciones sociales es la forma granulada de la circulación en el sistema mercantil (Smith); el rostro de la cosificación de la mercancía y la universalidad de su cualidad es la omnipotencia de su esencia (Marx), pero también es una forma de sociación y de la más completa de interacción (Simmel). La moneda es poder de los individuos, de las formas de sociaciación y, desde luego, del Estado como productor y reproductor de la circulación monetaria.

    Pero la moneda existe, en tanto representación de mercados y actores políticos, en relación a procesos históricos. La moneda es la faz del poder político y la sustancia del poder de una economía, de la agencia de particulares y de las carencias del poder del Estado. La moneda es un signo que devela a su época.

    Y así, la historia de la moneda es también la memoria de épocas de opulencia y crisis, de incertidumbre y prosperidad. La historia monetaria es el interés de esta colección, para acercar a lectores interesados en el pasado y futuro de la moneda, que vive una época de abolición física y un futuro de intangible vínculo social.

    Esta obra forma parte del proyecto PAPIIT IG400222 Gestión política de la moneda: procesos locales y transiciones globales, siglos XVIII-XX, financiado por la Dirección General de Asuntos del Personal Academico (DGAPA) de la UNAM.

    Todos los derechos reservados. Cualquier reproducción hecha sin consentimiento del editor se considerará ilícita. El infractor se hará acreedor a las sanciones establecidas en las leyes sobre la materia.

    Esta publicación fue dictaminada por pares académicos bajo la modalidad doble ciego.

    Primera edición en papel: 06 de junio de 2023

    Edición ePub: febrero 2024

    D.R. © 2023, Omar Velasco Herrera

    D.R. © 2023, Bonilla Distribución y Edición S. A. de C. V.

    Hermenegildo Galeana #111, Barrio del Niño Jesús,

    14080, Tlalpan, Ciudad de México

    editorial@bonillaartigaseditores.com.mx

    www.bonillaartigaseditores.com

    D.R. © 2023, Facultad de Economía

    Universidad Nacional Autónoma de México

    Av. Universidad 3000, Col. Universidad, Nacional Autónoma de México,

    Coyoacán, CP 04510, Ciudad de México

    www.economia.unam.mx

    ISBN: 978-607-8918-52-2 (Bonilla Artigas Editores) (impreso)

    ISBN: 978-607-8918-51-5 (Bonilla Artigas Editores) (ePub)

    ISBN: 978-607-30-7649-4 (UNAM) (impreso)

    ISBN: 978-607-30-7648-7 (UNAM) (ePub)

    Cuidado de la edición: Lorena Murillo S.

    Diseño editorial: d.c.g. Saúl Marcos Castillejos

    Diseño de portada: d.c.g. Jocelyn G. Medina

    Realización ePub: javierelo

    Hecho en México

    Contenido

    Agradecimientos

    Introducción: la gestión política de la moneda, una dimensión de análisis en la historia monetaria de la primera mitad del siglo XIX mexicano

    Los inicios del siglo XIX y las casas de moneda en México

    La Real Casa de Moneda de México y la guerra de independencia

    La guerra de independencia y la denominada acuñación provisional

    Las casas de moneda ante la Primera República Federal

    Conclusiones

    Dos casos paradigmáticos: el arrendamiento de las casas de moneda de Zacatecas y Guanajuato, 1825-1845

    La Casa de Moneda de Guanajuato: de la administración privada a la negociación pública

    La Casa de Moneda de Zacatecas: de la administración pública a la negociación privada

    Conclusiones

    La crónica de un arrendamiento anunciado: la Casa de Moneda de la Ciudad de México, 1825-1847

    El gigante con pies de cobre

    El arrendamiento como opción contingente

    La problemática fiscal y la vigilancia monetaria

    Conclusiones

    Centralización y reorganización administrativa de las casas de moneda, 1847-1857

    La propuesta de la Dirección General de Casas de Moneda y los primeros intentos de centralización del impuesto del 3%, 1848-1850

    La disputa por la centralización del impuesto del 3% y la vigilancia de los caudales de las cecas, 1850-1853

    Entre la dictadura santanista y la revolución de Ayutla: transformaciones y continuidades en la gestión política de la moneda, 1853-1857

    Conclusiones

    Epílogo

    Conclusiones generales

    Referencias documentales y bibliográficas

    Semblanza del autor

    Agradecimientos

    La construcción del marco analítico que sustenta este libro ha sido producto del diálogo y la discusión con colegas y amigos a los cuales reconozco sus aportaciones, aunque los errores y omisiones son completamente míos. Quiero agradecer a Guillermina del Valle, Ernest Sánchez Santiró, Juan Fernando Matamala y Luis Jáuregui sus valiosos comentarios en seminarios de trabajo que permitieron matizar y enriquecer los planteamientos primigenios de este libro. Desde principios de 2020 formo parte del Seminario Interinstitucional H-Monetaria, coordinado por Antonio Ibarra, a quien agradezco sus importantes observaciones para lograr aterrizar la categoría de gestión política de la moneda. Gracias a los integrantes de H-Monetaria, participantes también del proyecto papiit IG400222, por sus comentarios en aquellas reuniones virtuales condicionadas por la pandemia y que fueron relevantes para redondear secciones de esta obra: Mario Contreras, Isabel Avella, Bernd Hausberger, Javier Torres Medina, Luis Anaya, Ricardo Fernández, Iliana Quintanar, Javier Encabo y Paulina Segovia.

    Este libro está pensado para su discusión en el plano historiográfico, pero también como insumo para la docencia universitaria. Por ello, quiero agradecer a la Facultad de Economía de la unam, mi centro de trabajo, por el apoyo institucional. En mi trayectoria como docente he dialogado con personas muy valiosas dentro de la Facultad de Economía cuyas ideas contribuyeron directa e indirectamente en la definición de algunas de las líneas que integran este texto. En ese sentido, mi profundo reconocimiento a María Eugenia Romero Ibarra, Horacio Quetzalcóatl Yedra Hernández, César Duarte Rivera, Adriana López, Rodrigo Gordoa y Lorena Rodríguez. Extiendo mi agradecimiento a David Vázquez, Valentina Tovar, Carlos Ortega, Isabel Guerrero y Josaphat Peña por su apoyo, consejos y todo el tiempo que hemos compartido.

    Detrás de este trabajo hay un amplio esfuerzo colectivo en el que estuvieron involucrados Feliciano Sánchez, Concepción Hernández, Carmen Sánchez, Hilario Cano, Emiliano Cano, Diego Cano, Xitlally Sánchez y Omara Jiménez. Su presencia ha sido muy valiosa en la marcha cotidiana de los últimos años, mil gracias. Dentro de este impulso colectivo quiero agradecer a Margarita Herrera, Marino Velasco, Alicia Velasco, Edgar Velasco e Iyari Reyes. Mis ausencias, varias de ellas vinculadas a la consumación de esta investigación, siempre las convirtieron en palabras de aliento.

    Finalmente, quiero dedicar este libro a Conetl Sánchez y Darío Velasco. En cada idea, frase, párrafo, punto y coma de estas páginas está su presencia. El amor mutuo es una fuente de energía inagotable que ha permitido que alcancemos muchos logros juntos, este es uno de ellos, uno de los importantes, gracias.

    Introducción: la gestión política de la moneda, una dimensión de análisis en la historia monetaria de la primera mitad del siglo xix mexicano

    Esta obra aborda un tema de historia monetaria cuyos principales focos de análisis son la historia fiscal, la política y la institucional. Su objeto de estudio es la acuñación de moneda, pero vista desde una figura de corte administrativo que fue predominante en las cecas durante gran parte del siglo xix mexicano: los contratos de arrendamiento. En efecto, entre 1825 y 1895 una parte importante de las casas de moneda en México estuvieron arrendadas a compañías privadas; en ese sentido, la presencia de los arrendamientos fue crucial para entender el proceso de amonedación en el México decimonónico para la configuración administrativa de los establecimientos de acuñación, pero también para entender con mayor claridad la construcción de la Hacienda Pública nacional y, con ella, una parte importante del Estado mexicano. Este proceso es al que se le da seguimiento en los capítulos que conforman este libro.

    Para lograr este cometido hago uso de la categoría de análisis que denomino gestión política de la moneda, cuyo planteamiento es producto del estudio que se ha hecho del entramado que está detrás de las casas de moneda bajo arrendamiento, del funcionamiento de estos acuerdos contractuales, de los ajustes que estos sufrieron a lo largo del tiempo, de la puesta en marcha de acuerdos institucionales formales e informales, así como de la agencia de actores públicos y privados, nacionales y extranjeros. De este modo, partimos de un hecho que puede ser elemental, pero que no siempre es puesto sobre relieve en los estudios de historia monetaria, a saber, que el proceso de acuñación es un fenómeno multidimensional.

    De este modo, la propuesta que está detrás del planteamiento gestión política de la moneda es que la producción del cuño mexicano durante el periodo que estudiamos debe considerarse como una actividad dirigida por agentes económicos actuando bajo parámetros políticos. La configuración de los contratos de arrendamiento, así como de los subsecuentes acuerdos específicos entre el gobierno y los arrendatarios de las casas de moneda son las evidencias de que la producción de moneda respondió a negociaciones y no únicamente a criterios técnicos. En ese sentido, esta obra es también un esfuerzo por mostrar que la idea contemporánea de política monetaria resulta ser una categoría que no logra explicar en su totalidad la problemática monetaria durante el siglo xix, pues las condiciones de la amonedación estuvieron marcadas por la presencia de una figura como la de los contratos de arrendamiento que es necesario explicar más allá de los perjuicios bajo los cuales han sido abordados en la mayor parte de los estudios que tenemos hasta ahora.

    Bajo ese horizonte analítico, en este libro sostenemos que uno de los ejes principales de lo que debemos entender como gestión política de la moneda fueron los contratos de arrendamiento de las cecas, los cuales tenían como premisa un objetivo fiscal y no uno de corte monetario, a saber, conseguir un flujo de ingresos y negociar préstamos con los arrendatarios durante la vigencia del contrato, recursos con los cuales fue posible enfrentar los gastos corrientes de los distintos gobiernos mexicanos. Esta situación puso a las casas de moneda en medio de una serie de acuerdos y negociaciones en las que se dirimieron intereses del gobierno nacional, de los gobiernos locales y de las casas comerciales o individuos que arrendaron las cecas. Esto le dio forma a la estructura administrativa que estuvo detrás del proceso de amonedación, pero también al entramado de intereses cuyos ajustes permiten dar cuenta de momentos de transformación en los acuerdos que sustentaron las relaciones entre los actores públicos y privados en torno a la acuñación, cambios que se dieron a partir de sucesos políticos, transformaciones productivas, necesidades reformistas y cambios de posición de los actores involucrados.

    Como hemos dicho, la idea de la gestión política de la moneda deviene del análisis de los contratos de arrendamiento de los establecimientos de acuñación. El estallido de la guerra civil de independencia, en 1810, se tradujo en la puesta en marcha de casas de moneda denominadas como provisionales a lo largo del territorio novohispano, la apertura de casas de moneda en latitudes distintas a la capital novohispana había sido tema de debate en años previos. De este modo, la ceca de la Ciudad de México perdió peso ante el surgimiento y consolidación de establecimientos de acuñación como el de Zacatecas o el de Guanajuato, provincias que se convirtieron en estados con importantes recursos mineros, sobre todo a partir de 1824 cuando el pacto federal y la repartición de rentas reconoció la potestad de las entidades federativas sobre los ingresos ligados a la explotación de metales y los derivados del proceso de acuñación.¹ Con un escenario cualitativamente distinto, donde las regiones ganaron protagonismo y ejercieron los ingresos derivados de la acuñación y explotación de metales, los gobiernos estatales, primero, y el nacional, después, optaron por ceder la administración de las cecas a compañías privadas a través de contratos de arrendamiento, es decir, figuras institucionales que se insertaron como una forma de generar ingresos. De este modo, dichos acuerdos contractuales representan la evidencia documental de la relación que existió entre lo fiscal y lo monetario durante el siglo xix mexicano.

    Así pues, la guerra de independencia, la consumación de ésta y la puesta en marcha de los subsecuentes gobiernos mexicanos fueron sucesos que implicaron cambios en el mapa de acuñación, pero también problemáticas fiscales cuyo principal origen estuvo vinculado a la definición de los ingresos y el peso del gasto público. Esto se conjugó con un escenario en donde los intereses locales entraron en disputa con los del gobierno nacional –federal o central– por el ejercicio de las rentas. En ese contexto, el endeudamiento se convirtió en la vía mediante la cual el gobierno nacional logró sortear sus compromisos inmediatos, por lo que la presencia de prestamistas fue crucial para entender el desempeño económico y fiscal de México durante la primera mitad del siglo xix.

    Para dimensionar su peso basta recuperar dos ideas: la primera, que la supervivencia de los gobiernos mexicanos, más allá de su adscripción al federalismo o al centralismo, fue posible gracias a los empréstitos que recibieron por parte de comerciantes agiotistas. Lograron obtener grandes ganancias si no estrictamente a expensas del presupuesto del gobierno, por lo menos por su conducto, proveyeron los recursos necesarios para conservar la unidad de la nación y pugnaron, conforme acumularon capital, por establecer un gobierno nacional con la capacidad de vigilar sus inversiones.² Si bien sacaron partido de la indemnización de la guerra con Estados Unidos, fue a partir de ese momento que quedó claro que sus intereses dependían también de la sobrevivencia de México como nación.

    La segunda idea tiene que ver con la influencia que lograron en las cúpulas de poder político, lo que facilitó su acceso a privilegios y concesiones necesarias para el buen funcionamiento de sus minas, fábricas de tejidos, negocios de agricultura comercial, exportación de plata en pasta o acuñada y como intermediarios financieros. Las casas comerciales más exitosas fueron aquellas que prestaron recursos al gobierno y que al mismo tiempo diversificaron sus horizontes de inversión.³ Esta idea es consistente con la propuesta de desempeño económico de México entre 1821 y 1854, la cual sostiene que se dio una recuperación en dicho periodo. En ese sentido, estos prestamistas actuaron como motores del cambio cualitativo y al mismo tiempo fueron actores políticos de peso.⁴ Su presencia y papel dentro de las casas de moneda como arrendatarios debe resaltarse, matizarse y analizarse en función de estos elementos, con los cuales es posible exponer con mayor claridad la perspectiva analítica de este libro y tratarlos en función de la categoría de gestión política de la moneda.

    Como he dicho, las casas de moneda regionales fueron producto de una reconfiguración de los flujos económicos, especialmente los de la plata, provocada por la guerra de independencia en 1810.⁵ Este suceso significó el empoderamiento de las provincias frente el gobierno virreinal bajo el cobijo de las necesidades generadas por el contexto bélico: la acuñación de moneda en las regiones fue también un acto de reivindicación política. En 1815 se planteó la clausura de estas cecas que en su momento fueron denominadas como provisionales. No obstante, gracias a las gestiones que llevaron a cabo mineros, comerciantes y autoridades locales se pudieron mantener en funcionamiento algunos establecimientos de acuñación, entre ellos el de Durango y Zacatecas. En 1820 las peticiones hechas por vecinos de Zacatecas y Guadalajara lograron que las Cortes españolas reconocieran oficialmente las casas de moneda de estas ciudades. Tras la consumación de la independencia, los gobiernos de la Regencia y del Imperio también las reconocieron. En agosto de 1824 la repartición de rentas y el primer federalismo abrieron un periodo en la historia de las casas de moneda, en donde los arrendamientos irrumpieron como mecanismos de administración que se fueron transformando a la par de los cambios políticos hasta consolidarse como instrumentos de financiamiento que contribuyeron en el proceso de formación y delimitación de las potestades fiscales del gobierno nacional dentro del complejo escenario político de la primera mitad del siglo xix. Este libro muestra este proceso a lo largo de los capítulos que lo integran.

    Para lograr este cometido el trabajo está dividido en cuatro capítulos. En el primer capítulo se muestra cómo, al iniciar la guerra de independencia, la Real Casa de Moneda de México funcionaba como fábrica de moneda y también como una tesorería (la segunda en importancia), suministraba recursos emergentes para el erario novohispano, administraba el fondo para la compra de platas y había ganado peso en el entramado político, económico y social de la Nueva España. El incremento en su acuñación, en sus utilidades y en el monto de su fondo dotal sirven para hacer contraste de su dinámica a partir de 1810, cuando su producción y sus utilidades decayeron, sobre todo entre 1812 y 1813. Tras una recuperación que fue notable en 1816 y que llegó a su máximo en 1819, su fondo dotal comenzó a disminuir a partir de 1820, elemento que incidió en su pobre desempeño a partir de ese año y en el que coadyuvó la aparición y reconocimiento oficial de las cecas de regionales.

    En ese sentido, analizamos la polémica en torno a la permanencia de la acuñación provisional y cómo este debate da cuenta de los intereses de comerciantes y mineros regionales en contraste con los de las autoridades de la ceca de la capital. Un tema relevante es la medida impulsada por las Cortes españolas y la Soberana Junta Provisional Gubernativa para reducir las cargas a la minería en 1821, entidades cuyos decretos establecieron la creación de un impuesto único del 3% sobre el valor de los metales en pasta y reducir el cobro de la amonedación al verdadero costo. Veremos cómo en México esto último se enfrentó a una realidad que dejó de lado este principio y dio pie a una cuota fija por amonedación. Esto significó dos cosas: la primacía del criterio recaudatorio y la posibilidad de que los arrendamientos de las casas de moneda se volvieran rentables.

    Este panorama sirve para dar cuenta de las condiciones que generó la repartición de rentas de agosto de 1824, al dejar como potestad de los estados los ingresos generados por las casas de moneda provinciales. El libro sostiene que el orden federal incentivó la apertura de establecimientos de acuñación en los estados con recursos mineros y permitió la coexistencia de dos modelos de administración: aquellas cecas que fueron dirigidas por los gobiernos estatales y las que buscaron en los contratos de arrendamiento un mecanismo para su apertura o rehabilitación. En ese sentido, ofrecemos un panorama en el que exponemos cómo algunos estados buscaron abrir su casa de moneda a través de los arrendamientos. Esto sirve para analizar una polémica de la época en torno a dos temas: i) la conveniencia o no de seguir abriendo casas de moneda estatales y, ii) los permisos otorgados para exportar plata en pasta. Mostramos cómo en el fondo de estas polémicas estaba un primer intento del gobierno nacional por incidir en los recursos de las cecas estatales.

    En el segundo capítulo abordamos los casos de Guanajuato y Zacatecas. En el primero la casa de moneda fue arrendada en 1825 bajo la perspectiva de ser rehabilitada, equipada con maquinaría y montada en un nuevo edificio. Un contrato que se prorrogó en diciembre de 1841 y del que derivó una polémica que da cuenta de los intereses en juego y que analizamos como parte de la idea de la gestión política de la moneda. En Zacatecas, en cambio, la casa de moneda había funcionado de manera regular desde 1810 y al concretarse el pacto federal quedó bajo control de la administración del gobierno estatal. Estos dos esquemas divergentes convergieron 20 años después cuando las dos casas de moneda fueron arrendadas a la Compañía Anglo-Mexicana bajo un mismo contrato, firmado en diciembre de 1845. En este libro mostramos cómo se dio este proceso de convergencia y cuáles fueron sus implicaciones en materia fiscal.

    Frente a la idea de que los contratos de arrendamiento de las cecas acabaron drenando recursos del erario nacional e implantando una coerción económica sobre el gobierno.⁶ El argumento de este libro sostiene que a pesar de que el arrendamiento implicó un costo alto para el erario, el gobierno fue capaz de ampliar su capacidad para obtener recursos, pues su principal criterio para arrendar la ceca en 1841 fue el monto que los distintos postores ofrecieron como adelanto. De este modo, la obra destaca tres puntos, sobre todo al abordar el caso de Guanajuato: i) a partir de 1835 se da la presencia del gobierno nacional como interlocutor ante los contratistas; ii) la liquidez será el principal criterio para decidir el arrendamiento; iii) mostramos en qué se gastaron los recursos generados (gasto corriente y créditos de corto plazo), lo que permite tener un panorama más claro de estos contratos como mecanismo de financiamiento y como parte de la gestión política de la moneda.

    Una idea dominante en la historia de las casas de moneda es que hacia 1835, al instaurarse el régimen centralista, el Departamento de Zacatecas perdió el control sobre los ingresos de su casa de moneda, asestando un golpe a las finanzas zacatecanas del que no se recuperaron, situación que incluso se profundizó en 1842, cuando el gobierno central decidió arrendar la casa de moneda zacatecana.⁷ En este capítulo demostramos que desde 1835 el gobierno central utilizó un mecanismo de participaciones con el que logró negociar los ingresos generados por las casas de moneda; así pues, mostramos cómo el Departamento de Zacatecas ejerció la mitad de los recursos de su ceca entre 1835 y 1842. En ese sentido, veremos de qué forma los gobiernos departamentales tuvieron cabida en el arreglo de 1845 que ratificó el arrendamiento de las cecas de Guanajuato y Zacatecas bajo un mismo acuerdo. De nueva cuenta, las participaciones entraron en acción especificando en el contrato la distribución de los ingresos entre los departamentos. Esta mecánica –la cual implica un arreglo político mediado por un interés fiscal pero aplicado a una instancia monetaria– es una muestra de lo que en esta obra entendemos como gestión política de la moneda. La presencia de estos arreglos fue crucial para que los contratos de arrendamiento se consolidaran como un mecanismo de financiamiento del gasto corriente y como una vía para liquidar créditos de corto plazo.

    En el tercer capítulo nos centramos en la Casa de Moneda de la Ciudad de México. El escenario de la ceca capitalina hacia la primera mitad del siglo xix era complicado, su desempeño había sido afectado por la consolidación de las casas de moneda estatales, la disminución del flujo de metales, la extinción de su fondo dotal y una planta con capacidad instalada superior a las entradas de platas, circunstancias todas ellas que aumentaron sus costos y disminuyeron sus beneficios. Estas condiciones obligan a reflexionar en torno a las razones que explican por qué la Casa de Moneda de la capital no fue arrendada antes de 1847. Esta pregunta es relevante si consideramos tres cuestiones: i) hubo intentos de reorganización que fracasaron; ii) hubo arrendamientos en otras latitudes que habían funcionado como mecanismos para la rehabilitación de las cecas y, iii) ante las condiciones fiscales adversas, ceder la casa de moneda en arrendamiento hubiera sido la vía más lógica si seguimos el argumento tradicional de los estudios en torno a las casas de moneda. En este libro sostenemos que la ceca capitalina no fue arrendada porque fue un actor importante dentro del proceso de reorganización administrativa del gobierno mexicano durante el centralismo. La opción de acuñar cobre, a pesar de todas sus implicaciones negativas, la convirtieron en un instrumento con el que fue posible que el gobierno ejerciera su capacidad soberana de emitir un tipo de moneda fiduciaria, incrementar las utilidades de la ceca y cubrir rubros del gasto corriente. Del mismo modo fue posible adelantar cobre a cambio de plata pasta con los introductores y buscar así la recuperación de su fondo dotal.

    El capítulo rescata los planteamientos que se han hecho respecto a la problemática que generó la acuñación de cobre, no obstante, el énfasis está en el papel que jugó la ceca dentro de la amortización del cuño de cobre. En esa medida mostramos los esfuerzos del gobierno mexicano por darle protagonismo a la Casa de Moneda de la capital y tratar de apuntalarla mediante acciones como poner a disposición de la junta directiva de la Lotería de la Academia Nacional de San Carlos su dirección general. No se buscó el arrendamiento hasta que las condiciones generadas por la guerra con Estados Unidos lo hicieron impostergable. Además del conflicto bélico hubo otro aspecto que hizo viable la opción del arrendamiento: cuando el contrato fue firmado en febrero de 1847, la restauración del federalismo en 1846 y la repartición de rentas de septiembre de ese año había estipulado de manera clara que los ingresos de las casas de moneda pertenecían a la federación. Este hecho significó un cambio cualitativo de naturaleza fiscal que permitió al gobierno nacional ejercer de manera plena los ingresos derivados de los arrendamientos. Así pues, con el arrendamiento de la ceca capitalina el gobierno nacional consolidó las contratas como mecanismo de financiamiento. El capítulo cierra analizando las condiciones bajo las cuales se arrendó la ceca de la capital y abre una discusión en torno a dos temas que son desarrollados más adelante: i) el interés por aumentar la vigilancia de las cecas bajo arrendamiento; ii) lograr la federalización del impuesto del 3% sobre metales en pastas,

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