Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Lecciones sobre Espinosa Medrano
Lecciones sobre Espinosa Medrano
Lecciones sobre Espinosa Medrano
Libro electrónico371 páginas5 horas

Lecciones sobre Espinosa Medrano

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La obra de Juan de Espinosa Medrano, apodado en su tiempo «El Lunarejo» (c. 1629-1688), fue uno de los mayores focos de interés académico de Luis Jaime Cisneros (1921-2011). En 1980 aparecieron sus primeros trabajos dedicados a estudiar los textos capitales de Espinosa Medrano (el Apologético en favor de don Luis de Góngora, la Panegírica declamación por la protección de las ciencias y estudios, los sermones de La novena maravilla), que se prolongaron prácticamente hasta sus últimos años de vida. En ellos Cisneros desplegó una aguda indagación sobre todo desde la perspectiva de la estilística y la filología, pero atendiendo siempre a la necesidad de estudiar la producción de Espinosa Medrano como manifestación de la cultura y el saber de un clérigo en el contexto de la cultura colonial peruana. Esta compilación, editada y prologada por Pedro Guibovich Pérez y José A. Rodríguez Garrido, reúne la casi totalidad de los trabajos escritos por Cisneros en torno a la obra del afamado clérigo cuzqueño. Muchas de las preguntas y de los caminos de investigación que fueron allí planteados aún continúan vigentes y constituyen un estímulo y un referente para todo aquel interesado en la obra de Espinosa Medrano.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 ene 2024
ISBN9786123179243
Lecciones sobre Espinosa Medrano

Relacionado con Lecciones sobre Espinosa Medrano

Libros electrónicos relacionados

Artículos relacionados

Comentarios para Lecciones sobre Espinosa Medrano

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Lecciones sobre Espinosa Medrano - Luis Jaime Cisneros

    Lecciones_sobre_Espinosa_Medrano.jpg

    Luis Jaime Cisneros (1921-2011) fue profesor principal del Departamento de Humanidades y decano de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Hizo sus estudios escolares en Uruguay y Argentina. En este último país recibió su formación filológica de maestros como Amado Alonso, Pedro Henríquez Ureña, Raimundo Lida y Roberto Giusti. De regreso al Perú, en 1948, se incorporó a la docencia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (donde obtuvo su doctorado) y en la PUCP. En el extranjero ha sido profesor visitante en la Universidad Central de Venezuela, en la Universidad Nacional del Uruguay y en el Centre de Philologie de la Universidad de Estrasburgo. Fue cofundador de la revista Mar del Sur, miembro del Consejo de redacción de Mercurio Peruano y editor de Indianoromania; y fundador y director de la revista Lexis, especializada en estudios de literatura y lingüística, del Departamento de Humanidades de la PUCP. Fue miembro de numerosas instituciones académicas en el Perú y el extranjero, y director de la Academia Peruana de la Lengua. Su amplia producción incluye valiosos trabajos sobre literatura colonial, educación universitaria, lingüística y filología.

    Luis Jaime Cisneros (Foto: PUCP)

    Luis Jaime Cisneros

    LECCIONES SOBRE ESPINOSA MEDRANO

    Introducción y edición de Pedro Guibovich Pérez y José A. Rodríguez Garrido

    Lecciones sobre Espinosa Medrano

    Luis Jaime Cisneros, 2023

    © Pedro Guibovich Pérez y José A. Rodríguez Garrido, eds.

    © Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2024

    Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú

    feditor@pucp.edu.pe

    www.fondoeditorial.pucp.edu.pe

    Imagen de portada: las letras capitales proceden de la primera edición de La novena maravilla, de Juan de Espinosa Medrano, 1695. Valladolid: impreso por Joseph de Rueda.

    Diseño, diagramación, corrección de estilo y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP

    Primera edición digital: enero de 2024

    Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

    Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2024-00378

    e-ISBN: 978-612-317-924-3

    Índice

    Agradecimientos

    Luis Jaime Cisneros, lector de Espinosa Medrano

    Criterio de la edición

    Espinosa Medrano, lector del Polifemo

    Relectura del Lunarejo: el «can del cielo»

    Huellas de Góngora en los sermones del Lunarejo

    Sobre Espinosa Medrano: el «Toro celeste» y Góngora

    Un ejercicio de estilo del Lunarejo

    Un cruce de lecturas en Espinosa Medrano

    Sobre Espinosa Medrano: predicador, músico y poeta

    Rasgos de oralidad en el Apologético de Espinosa Medrano

    La polémica Faria-Espinosa Medrano

    Para el vocabulario de Espinosa Medrano

    Adverbios en el Lunarejo

    Espinosa Medrano, lectio aenigmática

    Para estudiar el sermonario de Espinosa Medrano

    Espinosa Medrano: silva de varia confusión

    Bibliografía

    Sobre los editores

    Agradecimientos

    Esta edición de los ensayos de Luis Jaime Cisneros sobre Espinosa Medrano no habría sido posible sin el apoyo y la colaboración de diversas personas e instituciones. El rectorado de la Pontificia Universidad Católica del Perú acogió y financió el proyecto desde su inicio. Un especial reconocimiento se dirige a la familia de Luis Jaime: su esposa, la doctora Sara Hamann de Cisneros, y sus hijos Sara, Cecilia, Luis Jaime e Ignacio, por su amable disposición y colaboración para la presente publicación.

    Hacemos extensivo nuestro agradecimiento a los miembros o directores de las revistas o editoriales donde se publicaron estos trabajos, quienes otorgaron gentilmente los permisos correspondientes: Mirko Lauer, director de la revista Hueso Húmero; Marco Martos, exdirector de la Academia Peruana de la Lengua; Esther López, de la Editorial Castalia; David García Pérez, director del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México; Sara Egret, de Éditions Klincksieck; así como a los profesores Sandro Patrucco Núñez y Enrique Ballón.

    Diego Mamani Apolinario tuvo a su cargo la primera tarea de digitalizar y normalizar todos los textos siguiendo el manual de publicaciones del Fondo Editorial de la PUCP. También va nuestro agradecimiento al personal de bibliotecarios de la Biblioteca Central y la Biblioteca del Instituto Riva-Agüero, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en particular a Alberto Córdova, Greta Manrique. Finalmente, queremos agradecer a Juan Córdova y Willy Picón, quienes siempre se mostraron solícitos en el suministro de material bibliográfico esencial para la edición de este libro.

    Luis Jaime Cisneros, lector de Espinosa Medrano

    Pedro M. Guibovich Pérez

    José A. Rodríguez Garrido

    Pontificia Universidad Católica del Perú

    Una de las formas más sentidas de rendir homenaje a un intelectual es mediante la lectura de su obra. Por eso, al haberse cumplido el centenario del nacimiento del maestro Luis Jaime Cisneros, lo hacemos con esta compilación de sus ensayos sobre un tema medular en sus intereses académicos: la obra literaria del clérigo cuzqueño Juan de Espinosa Medrano, conocido por sus contemporáneos con el sobrenombre de «El Lunarejo». Esta compilación invita a reflexionar sobre estos importantes trabajos, y a estimular el estudio de la rica y fascinante producción textual del afamado clérigo como orador sagrado, dramaturgo, filósofo y polemista literario.

    Luis Jaime Cisneros impartió su fecundo magisterio en clase, así como también fuera de ella, en el ejercicio de la conversación, el periodismo y la crítica literaria. Fruto de esa enseñanza es una nutrida bibliografía, que sorprende por su variedad, ya que múltiples fueron los temas que atrajeron su interés (Rodríguez Rea, 2002). Reseñar su obra escrita es una tarea difícil y que excede los objetivos de este texto, que precede a la recopilación de apenas una parcela de ella. Conviene sí empezar por situar sus estudios sobre Espinosa Medrano en el marco de su interés más amplio por la cultura literaria en el virreinato del Perú; porque Cisneros fue siempre un entusiasta lector y estudioso de la literatura, el teatro, la prosa y la bibliografía de los siglos coloniales. Con el fin de valorar con justicia ese interés, es necesario considerarlo, en primer lugar, desde una perspectiva histórica.

    Cisneros y la cultura literaria en el virreinato peruano

    Al momento del retorno de Luis Jaime Cisneros al Perú, en 1947, luego de su formación en el Instituto de Filología de Buenos Aires, el panorama que presentaban en el medio académico los estudios sobre lingüística y literatura no era muy alentador. En lo que toca particularmente a la investigación sobre la cultura literaria colonial, predominaban los estudios monográficos y la crítica ensayística anclada en lugares comunes heredados del siglo XIX. Ambos eran practicados con escaso rigor por algunos estudiosos, entre los que se contaban incluso historiadores¹. A fines de la década de 1940 era mucho lo que había que hacer en favor de este campo. Cisneros fue consciente de ello. En 1948, con ocasión de la publicación del libro de Aurelio Miró Quesada sobre el Inca Garcilaso, sentenció: «Nuestra historia literaria necesita trabajos como este, que salga del tráfago diario de la improvisación que quiere caracterizarnos, y hundiéndose en la trabajada vida del pasado, se lleguen a la médula de nuestras fuentes literarias para sacar hilos de luz, capaces de iluminar el porvenir». Y agregó: «En nuestra patria están descuidados todos los estudios literarios, y librada la crítica a loas inoportunas y amistosas» (Cisneros, 1948, p. 82). Un año después, en 1949, escribió en su reseña al estudio de José Durand sobre la biblioteca del Inca Garcilaso: «Se trabaja en el Perú con tanto desgano y tan poca seriedad, que labores como esta merecen estimularse y señalarse a la nueva generación que tiene que darle, de una vez y para siempre, a los altos estudios el lugar que se merecen» (1949, p. 85). La Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), a la que Cisneros se vinculó desde 1948, no era ajena a tal estado de cosas. Abelardo Oquendo ha recordado cómo entonces allí «la pobreza de la especialidad de Lingüística y Literatura […] era desoladora. No solamente resultaba iluso esperar en esas materias una formación que pudiera llamarse académica, sino que hasta la información que recibíamos, además de ser insuficiente, estaba atrasada» (Oquendo, 1998, p. 13).

    Desde esa época, los estudios de Cisneros sobre la cultura colonial revelan algo que será una constante en la mayor parte de su producción: la aproximación erudita y la dimensión docente. Estas preocupaciones las dejaba sentir en la reseña que escribió a propósito del libro de Irving Leonard, Books of the Brave, una de sus lecturas favoritas, en la que señalaba que este era «un punto de partida para trabajos y tesis de interés. ¿Qué influencia han tenido, por ejemplo, en el Perú, los moralistas españoles? ¿Qué influencia los pícaros? ¿Cuál es la que ha ejercido Antonio de Guevara, que promete ser, quizás la más subyugante para un aspirante al grado doctoral?» (Cisneros, 1950, p. 87). Esta cita importa, además, porque pone de manifiesto un interés central en su quehacer intelectual: la recepción de las ideas procedentes de Europa en el Perú colonial. Muestra de ello fue su detenida lectura de autores como Erasmo, Castiglione, Góngora, Garcilaso, Boscán, Gracián, por citar tan solo algunos entre muchos.

    El tema de la circulación del libro y la práctica de la lectura fue no menos central en sus intereses. Diego Dávalos y Figueroa, Espinosa Medrano, y otros miembros de la república de las letras en el virreinato peruano, como Juan del Valle y Caviedes y Pedro Peralta —todos estudiados por Luis Jaime—, fueron grandes lectores. Algunos de ellos acopiaron grandes colecciones de libros o «librerías», tal como solían llamarse en el siglo XVII. Y fue a esas colecciones a las que Cisneros dirigió su atención, porque era un campo de investigación muy poco explorado. Los trabajos de Irving Leonard, Guillermo Lohmann, Guillermo Furlong, José Torre Revello, José Almoina y Edmundo O’Gorman sobre las bibliotecas y el comercio de libros en la América colonial eran ampliamente conocidos por Cisneros, y su desazón por la carencia de estudios similares para el Perú era manifiesta. Concibió el proyecto de publicar una serie de tres volúmenes que reuniera diversos inventarios de libros de los siglos XVI, XVII y XVIII. Desafortunadamente nunca logró realizarla. Dio a conocer sí los inventarios de las bibliotecas del convento de la Almudena, en la ciudad del Cuzco, y del doctor Alonso Bravo de Paredes y Quiñones, cura de Quiquijana y maestro de Espinosa Medrano en el Seminario de San Antonio Abad, en esa misma ciudad².

    Del elenco de autores coloniales, Cisneros prestó especial atención a dos: Diego Dávalos y Figueroa, y Juan de Espinosa Medrano. Varias razones explican la selección de estos escritores. En primer lugar, ambos eran representativos de dos momentos culturales fundamentales: Dávalos, del Renacimiento tardío, y Espinosa Medrano, del Barroco. De otro lado, contaban con una obra diversa, aparecida en las prensas coloniales. Asimismo, sus escritos permitían estudiar la recepción de las ideas estéticas procedentes del Viejo Continente en el virreinato del Perú.

    Dávalos y Figueroa era natural de Écija, y se había visto obligado a emigrar a América debido, al parecer, a ciertos incidentes amorosos, que le ocasionaron «gastos, prisión y disgustos largos» (Tauro, 1987, II, p. 702). Llegó al virreinato peruano en 1573, durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo. Atraído por la riqueza minera de Potosí, se estableció primero en esa ciudad y luego en La Paz. Fue autor de la Miscelánea Austral, obra compuesta de 44 coloquios en prosa y verso, consagrados a tratar de la poesía, el amor y otros tópicos renacentistas; y, asimismo, de la Defensa de damas, continuación de la obra anterior, extenso poema inserto en la tradición de obras profemeninas. Aunque los principales rasgos biográficos de Dávalos y Figueroa eran conocidos gracias a los estudios de José de la Riva-Agüero y Rubén Vargas Ugarte, no lo era tanto su obra. Esta, al igual que otros textos literarios de la época colonial, era más citada que leída. Luis Jaime dedicó varios ensayos al estudio de la Miscelánea Austral. Fue el primero en describir su contenido, como en precisar la huella en ella de autores como Garcilaso, Cervantes, Petrarca, Herrera, entre otros. Enmendó algunas afirmaciones de Raúl Porras Barrenechea y, sobre todo, de Luis Alberto Sánchez, al tiempo que reveló la lectura de la Miscelánea Austral por otro erudito de la época colonial, Diego de León Pinelo, quien, en su Paraíso en el Nuevo Mundo, citó y glosó en extenso la obra de Dávalos y Figueroa. Asimismo, en 1953, Cisneros publicó la Defensa de damas, obra que, desde su primera edición en 1603, apenas había merecido someras referencias de la crítica, y propuso que se no se trataba de una obra independiente, sino de la continuación de la Miscelánea Austral³.

    Los estudios sobre Espinosa Medrano

    El otro gran foco de su interés académico fue la vida y la obra de Juan de Espinosa Medrano. Hacia fines de la década de 1970, Cisneros concibió este proyecto, que incluía el propósito de elaborar una edición de su obra más difundida, el Apologético en favor de don Luis de Góngora (primera edición: Lima, 1662). Tal como era de esperar en quien estaba tan comprometido con la formación de los futuros profesores e investigadores, la primera manifestación de este interés se plasmó en el salón de clases, en el curso de Crítica Textual que, en 1979, ofreció a un puñado de estudiantes de la especialidad de Lingüística y Literatura de la PUCP. Dando al curso la forma y el contenido de un seminario monográfico, dedicó este a la revisión de los problemas que planteaba la edición y anotación del texto del Apologético. Para entonces la edición moderna referencial de esta obra de Espinosa Medrano era la de Ventura García Calderón, basada no en el texto de la primera edición, sino de la problemática segunda edición (que repite el pie de imprenta de la primera, cambiando el año a 1694; pero que en verdad es un impreso europeo hecho por la misma época de la impresión de La novena maravilla, aparecida en Valladolid en 1695)⁴, y que, por tanto, arrastraba sus erratas y supresiones. Buena parte de aquel seminario estuvo, por ello, dedicado a recomponer el texto y el sentido original del Apologético, un ejercicio fundamental para enseñar a los estudiantes a comprender la prosa barroca, con sus característicos recursos sintácticos, su riqueza metafórica y su denso caudal de referentes eruditos.

    Al año siguiente, en 1980, aparecieron los dos primeros estudios de Cisneros sobre Espinosa Medrano⁵. Para entonces existía una bibliografía mínima sobre este autor. De un lado su nombre era referencial en los trabajos críticos sobre la poesía de Góngora y la polémica en torno a ella. Así los trabajos de Robert Jammes (1966), Dámaso Alonso (1950) y André Labertit (1970) habían llamado la atención sobre la aguda observación que el intelectual peruano había hecho en su defensa de Góngora respecto de los valores estilísticos de su poesía. Dámaso Alonso, por ejemplo, había subrayado los hallazgos rítmicos asociados a la figura del hipérbaton en la poesía del poeta cordobés notados por Espinosa Medrano desde el Cuzco. De otro lado, los manuales de la historia de la literatura en el Perú habían reconocido las propias cualidades de la prosa de Espinosa Medrano y sus notables habilidades de polemista, guiados todavía por la ambigua valoración de Marcelino Menéndez Pelayo, quien había calificado el Apologético de «una perla caída en el muladar de la poética culterana» (1940, p. 353). En estos, sin embargo, como en las obras de Luis Alberto Sánchez (1921, pp. 166-168 y 1929, p. 158) y de Augusto Tamayo Vargas (1968, pp. 331-332), se perennizaba a su vez la construcción de la biografía de Espinosa Medrano que, a fines del siglo XIX, había fijado la escritora Clorinda Matto de Turner (1887) basándose en una parcial revisión de fuentes escritas y, sobre todo, en la tradición oral sobre los supuestos orígenes indígenas de Espinosa. Una incipiente línea de interpretación se estaba también por entonces cimentando en los estudios latinoamericanos, particularmente a partir de dos artículos publicados en 1978: el de Alfredo Roggiano, quien veía el Apologético de Espinosa Medrano como punto de partida de una crítica literaria en Hispanoamérica, y el de Eduardo Hopkins, que abría la indagación sobre la poética implícita en la argumentación de Espinosa Medrano y encontraba, de un lado, su afinidad con la noción neoplatónica de la Idea, pero también analogías con la moderna teoría formalista de Yuri Tinianov.

    Las propuestas iniciales de Luis Jaime Cisneros para estudiar la obra de Espinosa Medrano estaban más vinculadas a la orientación dada por el primero de estos grupos, la crítica desarrollada particularmente desde la estilística y la filología. Sin embargo, los trabajos aludidos de Alonso, Labertit y Jammes se habían interesado en Espinosa a partir del estudio de la polémica sobre el gongorismo y no tanto por las cualidades mismas de la obra del clérigo peruano. Si bien Cisneros, él mismo un estudioso de Góngora y del gongorismo, partió de este marco teórico de interpretación, lo trascendió al preguntarse sobre los rasgos particulares de la obra del Lunarejo, sobre la construcción de su particular universo cultural y sobre su ubicación en el marco de las letras coloniales del Perú. En el primero de sus artículos «Espinosa Medrano, lector del Polifemo» (Cisneros, 1980a), el maestro mostraba ya una de las perspectivas centrales de esta aproximación crítica. En este agudo ensayo, publicado en la revista Hueso Húmero, revisaba las citas y huellas de la Fábula de Polifemo y Galatea, de Góngora, en la obra de Espinosa Medrano. Uno de los temas que más interesó a Cisneros, como se ha visto, fue el de entender la producción literaria en general, y la hispanoamericana de la etapa colonial en particular, como resultado de un proceso creativo que nacía de la lectura. En esta línea, veía a Espinosa Medrano como uno de los mayores ejemplos del «autor lector», un creador que partía de un rico y complejo conjunto de lecturas para la elaboración de un nuevo universo textual. La comprensión de este proceso, sin embargo, no debía disociarse de las específicas coordenadas culturales en que se desarrolló. En dicho artículo Cisneros reparó en la particular atención puesta por Espinosa Medrano al comentar en su Apologético el verso final de la estrofa 50 del Polifemo («y en ruecas de oro rayos del Sol hilan»). Frente al extravío erudito de los comentaristas precedentes, el escritor peruano reparaba, según Cisneros, sobre todo en la «factura poética» de la metáfora con que se cerraba la octava, y —lo que es significativo de ese proceso de conversión de la atenta lectura en escritura propia— la retomaba para hacerla parte de su propio discurso en la Panegírica declamación por la protección de las ciencias y estudios⁶. La indagación sobre Espinosa Medrano como sensible (y creativo) lector de la poesía de Góngora reaparece dos años después al estudiar su presencia en la oratoria sagrada del autor peruano (en «Huellas de Góngora en los sermones del Lunarejo» y «Sobre Espinosa Medrano: el toro celeste y Góngora»), artículos en los que investiga esta imagen procedente del inicio de la primera Soledad (Cisneros, 1982 y 1982-1983). Allí revela justamente cómo la poesía del cordobés no fue solo objeto de reflexión crítica, sino que constituyó también materia para la elaboración retórica en la predicación del Lunarejo.

    El otro de sus artículos iniciales de 1980, que vio la luz en la revista Lexis de la PUCP («Relectura del Lunarejo: el can del cielo»), estaba dedicado a leer e interpretar adecuadamente el pasaje inicial del Apologético liberándolo de las erratas que se habían acumulado en las cuatro ediciones modernas aparecidas hasta entonces, al punto de hacerlo perder su sentido: «Ha habido reedición, pero no relectura del texto de Espinosa Medrano», decía entonces Cisneros (1980b, p. 173). A partir de este ejercicio de ecdótica era posible reconocer e interpretar adecuadamente el creativo uso de un emblema de Alciato del que Espinosa se servía para abrir su Apologético. De este modo, Cisneros iniciaba su proyecto destinado a preparar su propia edición de la obra de Espinosa Medrano, que vería finalmente la luz en 2005⁷. Otros trabajos aparecidos a lo largo de esos veinticinco años estuvieron igualmente dedicados a ir desbrozando el complejo entramado de referencias, lecturas y alusiones plasmadas en el Apologético. Así, en un artículo de 1983, explica una curiosa transformación del verso 536 de la Soledad I de Góngora («el fresco de los céfiros ruido») en la cita que Espinosa hace de él («el manso de los céfiros ruido») como una reminiscencia de su lectura de la poesía del poeta Garcilaso en pasajes como el del inicio de su Canción II: «Con un manso ruido / d’agua corriente y clara» (Cisneros, 1983b). Un par de décadas después vuelve sobre el estudio del aparato de citas en el Apologético para descubrir las lecturas apresuradas y las referencias quizá de memoria de su autor en «Espinosa Medrano: silva de varia confusión» (Cisneros, 2002).

    Probablemente los tres trabajos medulares en que Cisneros plasmó su perspectiva de estudio y su interpretación sobre al Apologético en favor de Góngora sean los titulados «Un ejercicio de estilo del Lunarejo» (1983a), «Rasgos de oralidad en el Apologético de Espinosa Medrano» (1987a) y, sobre todo, «La polémica Faria-Espinosa Medrano: planteamiento crítico» (1987b). El primero de ellos parte de la teoría de la imitatio propia del Renacimiento y del Barroco como vehículo de adiestramiento de la escritura, pero también de competencia con el modelo, para estudiar una sección particularmente relevante del Apologético. En esta se relata cómo un pasaje de un sermón del célebre predicador fray Hortensio Paravicino es objeto de recreación y sirve de estímulo creador a un «enamorado […] de la descripción» (Espinosa Medrano, 2005, p. 184), que Cisneros —siguiendo una insinuación de Labertit, pero añadiendo un fino análisis textual— identifica con el propio Espinosa. La imitación y la admiración por el modelo se convierten en contienda literaria, que habrá de servir, concluye Cisneros, como «valioso testimonio de que un indiano puede sentirse capaz de triunfar en la imitación creadora y arriesgarse, y con éxito, al modelo inigualable» (1983a, p. 156).

    De otro lado, Cisneros defendía que el Apologético presentaba una estrecha relación con la estructura propia del sermón y, en «Rasgos de oralidad», mostró cómo, además, ese correlato con la predicación se comprobaba en los recursos del texto para simular que se está dirigiendo a un auditorio vivo y presente al que debe persuadir tanto con los argumentos como con las emociones. Esta «conciencia oral» lo llevó a postular que este texto debió de haber nacido «como uno de los tantos ejercicios de retórica a que se acostumbraban los colegiales de San Antonio» (Cisneros, 1987a, p. 297). Esta idea se retoma y se sustenta detalladamente en su trabajo más amplio sobre el Apologético: «La polémica Faria-Espinosa Medrano: planteamiento crítico». Parte allí de ubicar históricamente la obra de los dos contrincantes polemistas: de un lado, la aparición en 1639 de la edición de Os Lusiadas, de Camoens, con comentarios de Manuel de Faria y Sousa, donde este inserta sus críticas severas contra la poesía de Góngora; de otro, la respuesta tardía de Espinosa contra esos ataques, gestada en el contexto de las prácticas literarias del colegio cuzqueño de San Antonio Abad. A partir de ello, ofrece un detenido examen de las «simpatías literarias» de Espinosa sobre las que se cimenta su argumentación en defensa del estilo de Góngora. Sin embargo, la llamada de atención fundamental que este trabajo encierra reside en recordar que, para entender cabalmente el Apologético, no basta con considerarlo una muestra de «una de las primeras preceptivas y un medular testimonio de la crítica literaria colonial», sino que es esencial reparar en la condición de clérigo de su autor y en la cultura, la formación y el ejercicio que esto acarreaba: «Es una circunstancia singular que explica la clase de obra que nos ofrece, síntoma de un humanista del barroco hispanoamericano del siglo XVII» (Cisneros, 1987b, p. 15). Desde este presupuesto efectúa su indagación sobre dos aspectos centrales de las reflexiones de Espinosa: su preocupación lingüística y su preocupación retórica, ambas propias de quien se desenvuelve en el campo de la hermenéutica sagrada y la predicación⁸.

    Esto último lo llevó, desde el inicio de su investigación, a prestar igualmente atención a los sermones de Espinosa Medrano recogidos póstumamente por un discípulo suyo bajo el título de La novena maravilla (Valladolid, 1695). La indagación de Cisneros sobre este conjunto de textos tuvo sus primeros frutos en 1982 con los trabajos ya aludidos sobre la recreación de motivos y recursos de la poesía de Góngora en los sermones de Espinosa. Dos años después retomó esta vertiente en la nota «Sobre Espinosa Medrano: predicador, músico y poeta», en la que además (y esta fue la observación más novedosa entonces) reparó en los conocimientos y el interés de Espinosa por la música reflejados en la elaboración de varios pasajes de sus sermones (Cisneros, 1984). Cuatro años después, dos trabajos muy específicos ofrecieron un análisis del léxico empleado en estas piezas oratorias, prestando particular atención a las voces que constituían la primera documentación registrada y aquellas que no figuraban en los diccionarios más prestigiosos («Para el vocabulario de Espinosa Medrano»), y otro que indagaba el plano de la sintaxis a partir específicamente de los usos adverbiales («Adverbios en el Lunarejo»). En general, los trabajos dedicados a La novena maravilla estuvieron orientados fundamentalmente al estudio de los rasgos de estilo en la prosa del Lunarejo. Una síntesis y, a la vez, una apertura hacia la investigación en esta dirección las ofrece su artículo «Para estudiar el Sermonario de Espinosa Medrano», publicado en 1997.

    Puede decirse que la relevancia de leer La novena maravilla y de recurrir a ella para disponer de un acercamiento cabal a la obra de Espinosa Medrano está presente en casi toda la producción de Cisneros sobre este autor. Tras estas aproximaciones continuas latía el propósito de llegar un día a afrontar la preparación de una edición anotada de este texto, y estos artículos pueden considerarse como materiales parciales en esa dirección. No llegó a desarrollar este objetivo (una labor ingente y compleja que demandaba esfuerzos y una larga dedicación), pero sí, en colaboración con José A. Rodríguez Garrido, ofreció «una edición fiel en lo sustancial al texto original, una edición que pretende volver a poner en circulación uno de los textos más importantes de la prosa barroca en el Perú de fines del siglo XVII» (Cisneros & Rodríguez Garrido, en Espinosa Medrano, 2011, p. XXXII), que vería la luz meses después de su fallecimiento en 2011 y que incluye un estudio preliminar del maestro que constituye su última aportación al conocimiento de la obra del Lunarejo.

    Este panorama de la producción de Luis Jaime Cisneros sobre Juan de Espinosa Medrano no estaría completo sin recordar que, desde el inicio de su investigación, estuvo convencido

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1