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Sociedad, Estado y Educación: Educación para la democracia, democracia para la educación
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Libro electrónico243 páginas3 horas

Sociedad, Estado y Educación: Educación para la democracia, democracia para la educación

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Este trabajo es una contribución al debate sobre la educación chilena, haciendo conciencia en la necesidad de tener un Estado amable y responsable y una sociedad organizada a partir de bases bien estructuradas, para crear desde allí una educación verdaderamente democrática que permita a la sociedad chilena ser más equitativa y alcanzar, en lo posible, una verdadera justicia social.
IdiomaEspañol
EditorialRIL editores
Fecha de lanzamiento11 jul 2015
ISBN9789560110862
Sociedad, Estado y Educación: Educación para la democracia, democracia para la educación

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    Sociedad, Estado y Educación - Miguel Hinojosa Machuca

    MIGUEL HINOJOSA MACHUCA

    SOCIEDAD, ESTADO

    Y EDUCACIÓN

    Educación para la democracia,

    democracia para la educación

    Este libro contó con la aprobación

    del Comité Editorial

    SOCIEDAD, ESTADO Y EDUCACIÓN.

    EDUCACIÓN PARA LA DEMOCRACIA, Ç

    DEMOCRACIA PARA LA EDUCACIÓN

    Primera edición: enero de 2019

    © Miguel Hinojosa Macucha, 2019

    Registro de Propiedad Intelectual

    Nº 298.235

    © RIL® editores, 2019

    SEDE SANTIAGO:

    Los Leones 2258

    CP 7511055 Providencia

    Santiago de Chile

    (56) 22 22 38 100

    ril@rileditores.com • www.rileditores.com

    SEDE VALPARAÍSO:

    Cochrane 639, of. 92

    CP 2361801 Valparaíso

    (56) 32 274 6203

    valparaiso@rileditores.com

    SEDE ESPAÑA:

    europa@rileditores.com • Barcelona

    Composición, diseño de portaqda e impresión: RIL® editores

    Impreso en Chile • Printed in Chile

    ISBN 978-956-01-0647-6

    Derechos reservados.

    PRÓLOGO

    CADA PERSONA, SI BIEN SE AUTOEDUCA conforme a metas y valores, también, al mismo tiempo, se desarrolla, se renueva en el medio social, y como tal se constituye en un sistema humano total, compuesto por subsistemas de personas y grupos, cada uno de los cuales afecta a los otros y a las organizaciones, es decir, las personas, los grupos y las organizaciones son interdependientes.

    Por lo dicho, en la realidad social, la persona valora sus actuaciones, se caracteriza por tener su propia personalidad, motivación y necesidades; sin embargo, no es un ser aislado, está siempre vinculado con organizaciones humanas en las que manifiesta sus emociones y sentimientos. Es en el conjunto social donde la persona desarrolla sus actividades. Dicho de diferente manera, la persona se manifiesta en y hacia la comunidad y también recibe la influencia de aquella en lo que tiene relación con su formación personal, lo que indica que persona y grupo social están ligados influenciándose recíprocamente.

    Al hablar de comunidad se hace referencia a una organización social, cada vez más compleja, que ha sido creada para servir al bienestar de toda la sociedad. Esta creación humana siempre perfectible es el Estado.

    El Estado es la más grande y compleja organización que el ser humano haya creado. Para bien o para mal, desde la época de la ciudad-Estado, invención de la Grecia antigua, ha sido el referente constante de los seres humanos en sus desvelos por alcanzar mayores espacios de libertad, justicia y participación ciudadana y mientras más complejas son las sociedades, mayor y más compleja es la función del Estado y de quienes lo gobiernan. Por desgracia, los gobernantes no siempre cumplen los anhelos ciudadanos. Las distintas visiones sobre la existencia y lo existente han hecho del Estado un instrumento más al servicio de las cosas que al servicio de las personas, atentando, no pocas veces contra sus derechos humanos fundamentales.

    La modernidad exige un Estado fuerte al servicio del pueblo, responsable, amable y eficiente. De aquí surge la necesidad de diseñar políticas eficientes para crear y ejecutar programas públicos con el objeto de realizar, rectificar y fortalecer la institución Estado, especialmente en lo que se refiere a la educación: Si en una época reciente se ha hablado de una educación para la democracia, en los tiempos presentes es necesario hablar de una democracia para la educación, es decir, en un mundo donde se necesita una cultura de la tolerancia, del respeto y de la participación de las personas en el mundo real, la educación debe tener los espacios posibles y necesarios proporcionados por el Estado para una realización plena del ser humano.

    El Autor

    INTRODUCCIÓN

    EN LA ACTUALIDAD el interés por participar en los problemas que se presentan en la educación chilena es cada vez mayor. No se limita solamente a los profesionales de la educación o a los padres que tienen hijos que educar, sino que concierne a todo el mundo. Todas las personas, de alguna manera se sienten educadoras, aunque sea solo por la influencia que se pueda ejercer sobre aquellos con quien se vive o con quien se trabaja. No hay actividad profesional, social, política, ética, cultural que no tenga relación con la educación de un pueblo. Se torna cada vez mayor conciencia del rol que desempeña la educación en la vida de los ciudadanos en las sociedades nacionales y globales.

    En los períodos de crisis política y financiera y de grandes convulsiones sociales, las personas interpelan la educación. Se le exige una formación de calidad con el objeto de mejorar la calidad de vida de los pueblos y a no pocos de ellos salir de su miseria habitual.

    Se perciben vientos de reforma por doquier y Chile no está ajeno a estas manifestaciones. Sea iniciativa de los gobiernos de turno; sea iniciativa o propuesta por vastos sectores de la población civil. Los partidos políticos, las organizaciones estudiantiles, laborales, empresariales, profesionales, las familias, toman posición al respecto. Se discuten los pro y los contra de una educación pública, gratuita y de calidad para todos y que se adapte a los requerimientos de la modernidad, y a su relación con la ciencia y la calidad de vida. No es difícil comprender este creciente interés por la educación, que ya no es solo una cuestión de especialistas. Responde a una necesidad social cada vez más apremiante. En un mundo en permanente cambio, la educación habrá de renovarse en forma permanente, es el desafío que impone la modernidad, siempre esperando lo que habrá de venir.

    El pasado siempre será un elemento de referencia para el cambio, pero si hay un dominio, una disciplina que pueda instruirnos respecto del presente y también del futuro es la educación. La historia de sus cambios es rica en experiencias. Saber cómo surgieron hábitos, tradiciones, instituciones, prácticas educativas; conocer las necesidades a las que respondieron en su origen, los proyectos en que derivaron y las transformaciones que sufrieron a lo largo de los siglos y de los años y que están presentes en un Chile real como una evidencia de políticas educacionales pretéritas.

    Este trabajo puede ser útil y revelador en un sentido de unir los elementos que puedan modificar las estructuras sociales por intermedio de la educación que se abre paso entre las burocracias estatales y privadas y que, por consiguiente, anhela ser una educación democrática en la que se abran espacios democráticos para una educación ciudadana con amplios espacios de participación.

    A través de este trabajo, se quisiera contribuir un poco más, al debate sobre la educación chilena, despertar un interés mayor en todos los actores sociales: padres, profesores, profesionales y líderes sociales para que aprecien su real importancia. La acción de un Estado responsable y una sociedad organizada deberán abrir los espacios a una educación democrática en ámbitos reflexivos, participativos y organizados en función de un proyecto histórico de país.

    CAPÍTULO I

    AXIOLOGÍA Y SOCIEDAD

    La ceguera de los ricos hacia los pobres, se ve obligada a ceder paso a la conciencia de la interdependencia de todas las naciones y los pueblos.

    La inmensa masa de los desposeídos irrumpe con inesperado ímpetu en la cómoda quietud de los satisfechos y les impone exigencias y desafíos con que nadie contaba.

    CLAUDIO ORREGO VICUÑA

    1. A LA BÚSQUEDA DE UNA SOCIEDAD DE VALORES. El ser humano como persona individual y social vive en sociedad y se obliga a actuar acorde a principios aceptados por la mayoría. La persona es un todo abierto y por naturaleza tiende a la vida en sociedad y a convivir con otras personas por su inteligencia y su afectividad.

    La sociedad aparece proporcionándole a los seres humanos las condiciones de existencia y desarrollo, que necesita lo indispensable para vivir y vivir bien consigo mismo y con los demás en la búsqueda del bien común.

    La persona siente la necesidad de vivir en sociedad, de alguna manera, es producto de ella. Esta persona no es solo una afirmación que se desprende de su concepto. Existe en el presente una reacción contra el individualismo del siglo XX, frente a un societarismo exagerado que concibe al ser humano como un producto absoluto de la sociedad y solo como una abstracción fuera de ella. Error profundo: no es la sociedad la que hace al ser humano, sino este a aquella. La sociedad existe para que la persona alcance mejor su finalidad específica. La persona tiene un valor de finalidad.

    En tanto persona es un todo independiente, libre, centrado sobre sí mismo y que en razón de las exigencias más elevadas de la personalidad, trasciende todas las sociedades temporales, por cuanto el espíritu humano vale más que la totalidad del universo físico. En cuanto individuo no es más que parte del todo mayor y mejor que es la sociedad civil, y de tal título esta lo trasciende y lo obliga a ordenarse a ella, como la parte se obliga al todo.

    Es necesario hacer una distinción entre individuo y persona, pues se debe aplicar en el campo de las relaciones entre la persona y la sociedad; entre la persona y la comunidad, lo que nos lleva al estudio de la noción fundamental del bien común, toda vez que aquel es el ethos de la vida social. En la concepción individualista no existe la noción del bien común. La persona está al arbitrio de los valores que le impone la ideología de turno.

    El bien del conjunto social es diferente del bien de los individuos que lo componen. Pero este bien, es y debe ser por esencia, humano. La recta vida de la comunidad es comunidad de personas. El bien común de la sociedad es la comunión de estas personas en el recto, justo, honesto y buen vivir. Es pues común al todo y a las partes.

    La muchedumbre de los creyentes de los primeros tiempos del cristianismo heroico poseían un solo corazón y una sola alma, y nadie decía ser propietario de nada de lo que tenían, sino que era todo para ellos en común y a cada uno se le repartía según su necesidad¹.

    El bien común está esencialmente subordinado a los bienes intemporales del ser humano considerado como persona y es superior al bien del ser humano considerado como individuo o individualidad. Por tanto el fin de la sociedad no es otro que asegurar a cada persona las condiciones necesarias para vivir como tal. El bien común significa el reconocimiento de los derechos fundamentales, lleva implícito el respeto irrestricto a su eminente dignidad y un reconocimiento a realizar su proyecto de vida, hic est nunc, aquí y ahora².

    2. LA AUTOGESTIÓN es un valor doctrinario para la organización de la sociedad. Hablar de la autogestión, es en primer lugar, interrogarse sobre el valor de una palabra. Una palabra que estuvo de moda en la Francia de la década de los 60 en el pasado siglo XX. Es una palabra en el sentido etimológico, restringida: es la gestión, la acción de gestionar que hace la persona por sí misma, palabra que estuvo de moda en los sectores denominados progresistas, especialmente en sectores sindicales y de profesores de la nación francesa.

    La autogestión ha sido más un movimiento social, antes de ser una doctrina, es un campo de participación ciudadana, se ha expresado a través de movimientos sociales, de trabajadores, estudiantes profesionales tal como se ha venido expresando en Chile desde el año 2006 con el denominado movimiento de los «Pingüinos» (los estudiantes secundarios). Tanto en Francia como en Chile ha sido una práctica social y política.

    La autogestión, es un desafío que todavía se mantiene vigente. Se debe pensar más allá de los socialismos tradicionales y de las prácticas neoliberales, teniendo presente los derechos humanos como la más alta consideración valórica³.

    3. EL LENGUAJE SOCIAL DE LA AUTOGESTIÓN se expresa como libertad y solidaridad. La autogestión expresa el rechazo al Estado oligárquico, centralizado y burocrático. La autogestión es expresión de la creatividad espontánea de las personas y de los grupos sociales. Representa la participación directa de la persona en su vida ciudadana contra todas las formas de representación y delegación de poder que coarten el legítimo derecho de expresión y participación de la comunidad de personas.

    El Estado chileno, en su precariedad democrática, no escapa a las limitaciones en cuanto a la participación ciudadana: la cada vez mayor abstención ciudadana en las elecciones y que distorsiona la voluntad popular; la falta de alternancia en el poder que no permite el recambio necesario del parlamento y también en otro tipo de instituciones, han dado origen a verdaderas oligarquías que se aferran al poder.

    La autogestión va más allá de una mera doctrina, es el compromiso de la persona en su integralidad que la hace luchar por sus derechos basales contra todo poder arbitrario y centralizado. En el lenguaje de la autogestión, lo valioso es la persona, el grupo social organizado. Es el sueño posible de un universo social compuesto por comunidades autosuficientes.

    Dans ce langage l’objet de l’autogestion est davantage l’individu et le groupe que la société dans son exemple. C’est souvent le rêve d’un univers des petites communautés autosuffisantes⁴.

    En estas expresiones se resalta que un valor transversal como la solidaridad, es un tema a trabajar por las instituciones educativas y que por tanto a través de la formación en el aula, toda una pedagogía puede ir creando espacios y formando pequeñas comunidades de espíritu autogestionario, ir solucionando sus problemas, mejorar sus condiciones de vida y aportar sus experiencias a otros grupos sociales que buscan también un idéntico fin: crear un ethos, un deber ser, de comunidad solidaria.

    4. LA AUTOPOIESIS DE LOS GRUPOS SOCIALES es también una respuesta posible para la participación. La autopoiesis es un proceso que tiene su origen en la persona y está basada en una interacción social, biológica y psíquica que puede permitir dar respuestas propias y originales a los desafíos propios que presenta la modernidad. Por tanto, este concepto puede ser acomodado a los grupos humanos como una respuesta organizacional para mejorar, perfeccionar una democracia representativa que está presentando muchas falencias en la sociedad actual y que debe asentarse en la educación.

    A este respecto se pueden mencionar, de paso, los grandes problemas que aún aquejan a la sociedad chilena después de cuarenta años: educación, salud, viviendas segregadas, seguridad, pensiones bajas e insuficientes, derechos laborales precarios, mala distribución del ingreso nacional etc.

    La autopoiesis se utiliza y se interpreta, en este caso, como un sistema un compuesto por personas, como una suerte de moléculas sociales que tienen relaciones y que producen transformaciones para dar mayores instancias de participación, ya sea una autopoiética personal y se extiende al grupo social frente a otros grupos humanos con una dinámica de acción similar. En todo caso no hay que olvidar que el concepto que se comenta proviene del ámbito de la biología⁵. Lo que queremos enfatizar también es que se debe comprender como un esfuerzo conceptual y también ético para realzar el sentido de lo autónomo en el ser humano.

    Los gobiernos chilenos de estos últimos cuarenta años, empoderados de un neoliberalismo económico y social, han llevado en forma progresiva a mostrar las debilidades de una democracia representativa cada vez más restringida y cada vez menos participativa.

    Desde el año 2006 se inicia el movimiento de los estudiantes secundarios exigiendo calidad para la educación chilena. Posteriormente se han agregado otros grupos sociales exigiendo una mayor responsabilidad del Estado en tal sentido. Las organizaciones estudiantiles de la educación superior (año 2011), han estado exigiendo que se termine el lucro que ha llevado a los dueños y representantes de las universidades particulares, especialmente a las creadas en 1980, a dar más importancia a la educación como un negocio y dejando la calidad de aquella como irrelevante o de importancia menor. La educación es, por tanto, una mercancía que se compra y no un derecho de la persona.

    Desde allí, los movimientos señalados, han movilizado también a otras organizaciones laborales y gremiales (Colegio de Profesores, Central Unitaria de Trabajadores y otros). Podemos decir que toda la sociedad chilena se ha estado movilizando en torno a la educación y exigiendo cambios fundamentales que están cuestionando seriamente el modelo económico y social vigente.

    A partir de estos movimientos sociales, de las redes sociales existentes y su abundante información, se han ido configurando acciones de rechazo, en forma organizada, al actual modelo económico. A falta de respuestas claras de los gobiernos de turno, estos movimientos sociales se han organizado en forma autogestionada, haciendo valer su autonomía social expresando su disconformidad, pero a su vez haciendo propuestas desde el seno de sus propias organizaciones. Surge como necesidad pedagógica para los diversos sectores sociales cuyas organizaciones están vigentes y dinámicas, inculcar, motivar la participación y la creatividad en forma permanente.

    El sentido dado a la autopoiesis en este trabajo, es la de interpretarla como una interacción social (de la persona y del grupo) para que, a partir de la autonomía, de la creatividad y de la participación pueda ser superada una democracia que en Chile está mostrando muchas falencias y que está dando como resultado un progresivo descontento social.

    La autopoiesis, aún cuando tenga su origen en la biología, puede ser de gran ayuda como fundamento teórico para comprender mejor la autogestión social como una respuesta ética para la participación más activa de la persona y el grupo social en contraposición a grupos económicos y sociales oligárquicos que pretenden mantener el establishment, es decir, una suerte de hegemonía económica, política y cultural sobre la sociedad chilena⁶.

    5. DE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA A LA AUTOGESTIÓN SOCIAL. Es esta una tarea un desafío. Para alcanzar su posible realización

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