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Literatura obstinada: La novela en Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño
Literatura obstinada: La novela en Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño
Literatura obstinada: La novela en Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño
Libro electrónico588 páginas9 horas

Literatura obstinada: La novela en Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño

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Información de este libro electrónico

Durante los siglos XVIII y XIX surgió una idea particular de la literatura que coincidió con el nacimiento del género novelístico moderno, lo que marcó tanto la teoría literaria del siglo XX como la producción de textos literarios. Este libro presenta un estudio comparativo de las poéticas de Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño con el fin de cuestionar, desde un punto de vista teórico, la vitalidad de esta idea de novela moderna y, por lo tanto, de la noción misma de literatura que esta supone. La investigación de los ensayos y las entrevistas de estos reconocidos autores hispanoamericanos y el análisis de las formas narrativas, reflexivas e híbridas de tres de sus novelas (La grande, La ciudad ausente y 2666) revelan la presencia de los principales rasgos de la novela moderna, que este libro examina a profundidad: la indeterminación, la reflexión y la experiencia. Publicado originalmente en francés (Bélgica, 2015), La literatura obstinada aporta puntos relevantes dentro de los estudios literarios hispanohablantes. En especial, nutre debates críticos y teóricos sobre la novela como género, así como los análisis concretos de las obras de Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 feb 2023
ISBN9789587817959
Literatura obstinada: La novela en Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño

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    Literatura obstinada - Andrea Torres Perdigón

    LA LITERATURA OBSTINADA

    LA LITERATURA OBSTINADA

    La novela en Juan José Saer,

    Ricardo Piglia y Roberto Bolaño

    Andrea

    Torres Perdigón

    Mateo Cardona

    Traducción

    RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS

    © Pontificia Universidad Javeriana

    © Andrea Torres Perdigón

    Título original: La littérature obstinée. Le roman chez Juan José Saer, Ricardo Piglia et Roberto Bolaño. Bruselas, Bélgica: P. I. E. Peter Lang

    Primera edición: enero de 2023

    Bogotá, D. C.

    ISBN (impreso): 978-958-781-794-2

    ISBN (digital): 978-958-781-795-9

    DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.9789587817959

    Número de ejemplares: 300

    Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

    Hecho en Colombia

    Made in Colombia

    Editorial Pontificia

    Universidad Javeriana

    Carrera 7.ª, n.º 37-25, oficina 1301

    Edificio Lutaima

    Teléfono: 3208320 Ext. 4205

    www.javeriana.edu.co/editorial

    Bogotá, D. C.

    CORRECCIÓN DE ESTILO:

    Juan Sebastián Solano Ramírez

    DIAGRAMACIÓN:

    Carmen Villegas Villa

    DISEÑO DE CUBIERTA:

    La Central de Diseño

    TRADUCCIÓN:

    Mateo Cardona

    IMPRESIÓN:

    Nomos S. A.

    Pontificia Universidad Javeriana |

    Vigilada MineducaciÓn.

    Reconocimiento como

    Universidad: Decreto 1297

    del 30 de mayo de 1964.

    Reconocimiento de personería

    jurídica: ResoluciÓn 73 del 12 de

    diciembre de 1933 del Ministerio

    de Gobierno.

    Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J.

    Catalogación en la publicación

    Torres Perdigón, Andrea, autora

    La literatura obstinada : la novela en Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño = La littérature obstinée : le roman chez Juan José Saer, Ricardo Piglia et Roberto Bolaño / Andrea Torres Perdigón ; traducción de Mateo Cardona. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2022.

    ISBN: 978-958-781-794-2 (impreso)

    ISBN: 978-958-781-795-9 (digital)

    1. Saer, Juan José, 1937-2005 - Crítica e interpretación 2. Piglia, Ricardo, 1940-2017 - Crítica e interpretación 3. Bolaño, Roberto, 1953-2003 - Crítica e interpretación 4. Novela latinoamericana - Historia y crítica - Siglo XX 5. Literatura latinoamericana - Historia y crítica - Siglo XX 6. Crítica literaria I. Cardona, Mateo, traductor II. Pontificia Universidad Javeriana

    Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de su autora y no reflejan necesariamente la opinión de la Pontificia Universidad Javeriana.

    Al decir esto, desde luego, no estoy en contra de los lazos de la literatura con la vida. Sólo pongo en duda la corrección del planteamiento del problema. ¿Se puede acaso decir vida y arte cuando el arte es también vida?

    IURI TINIÁNOV, El problema de la lengua poética

    Mas, lo sabemos desde Aristóteles, la ficción no es la invención de mundos imaginarios. Es ante todo una estructura de racionalidad: un modo de presentación que vuelve perceptibles e inteligibles las cosas, las situaciones o los acontecimientos.

    JACQUES RANCIÈRE, El hilo perdido: ensayos sobre la ficción moderna

    Autora

    ANDREA TORRES PERDIGÓN

    Traducción de Mateo Cardona

    Andrea Torres Perdigón es doctora y magíster en Estudios Romances Hispánicos por la Universidad de París Sorbona. Actualmente, es profesora e investigadora del Departamento de Lenguas de la Pontificia Universidad Javeriana. Investiga problemas de literatura hispanoamericana contemporánea, narratología, teoría literaria, géneros discursivos, literacidad y lingüística de corpus. Entre sus publicaciones recientes están Experimentación y representación en la novela colombiana actual: Juan Cárdenas, Margarita García Robayo y Juan Álvarez (2021), "¿Ensayo? ¿Novela?: las formas de la reflexividad en Dietario voluble de Enrique Vila-Matas y El mago de Viena de Sergio Pitol (2019) y El río sin orillas de Juan José Saer y el género literario" (2018).

    Contenido

    Agradecimientos

    Introducción

    El concepto de novela moderna

    Sobre Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño

    La estructura

    I. La indeterminación

    La novela como género indeterminado

    Saer: de la novela a la narración-objeto

    La unicidad del proyecto: el registro lírico y el registro narrativo

    La narración-objeto y la indeterminación del mundo

    La exploración de las formas

    Piglia: entre la novela y la ficción

    El registro argumentativo y el registro narrativo

    Hacia la ficción

    La búsqueda de la narración

    Bolaño: la novela y el abismo

    Lo lírico, lo narrativo y lo paródico

    Sobre profundidades, abismos y saltos al vacío

    La novela y el periplo hacia lo indeterminado

    II. La experiencia

    La relación entre la experiencia y la novela

    La literatura como antropología

    Las convenciones representacionales de la novela

    La antropología especulativa

    Lectura, novela y vida

    La comprobación de una tensión

    En torno a la lectura

    La experiencia estética y la heteronomía

    Fenómeno estético, historia y autobiografía

    La experiencia de la forma: el efecto del horror, el humor y el placer

    III. La reflexividad

    La novela y la reflexividad

    Reflexividad y autonomía

    El momento estético

    El momento teórico

    Reflexividad y metaficción

    Sobre el término metaficción

    Cuatro razones

    Saer y la forma

    Piglia y la crítica

    Bolaño y la estructura

    IV. Las formas de la novela

    La grande, La ciudad ausente y 2666

    Las formas narrativas

    Los ejes narrativos y la multiplicidad de historias

    El retorno de una narratividad tradicional

    Las formas reflexivas

    El plano explícito

    Los narradores: sus incertidumbres, imprecisiones y lugares de enunciación

    Los elementos asociados a los enunciados reflexivos

    Las formas híbridas

    El plano arquitectónico

    El encuentro

    La máquina

    Los crímenes y la figura de Archimboldi

    Conclusión

    Referencias

    Agradecimientos

    Este estudio es el resultado de una tesis doctoral defendida en la Universidad de París-Sorbona en 2014. Quisiera, por lo tanto, agradecer de manera especial y cálida a las personas que estuvieron presentes durante el periodo de redacción y edición de este texto, y que lo enriquecieron con sus comentarios y sugerencias: gracias a Nicolás Alvarado, mi lector incondicional, siempre preciso y generoso. A Mathilde Silveira, por su lectura cuidadosa y sus consejos. A Diego Vernazza, por las observaciones entusiastas y el interés alentador que mostró por esta investigación. A Jérôme Dulou, Ivonne Sánchez, Frédérik Detue, Carlos Pérez y Camilo Vargas por las sugerencias y la discusión a propósito de ciertos capítulos. Gracias a mis padres y a mi hermano por su apoyo e indispensable compañía, a pesar de la distancia. Mi gratitud es inmensa.

    Asimismo, quisiera agradecer a los miembros del jurado de tesis por sus comentarios y críticas, que fueron muy útiles para editar el texto: Graciela Villanueva, José García-Romeu, Karim Benmiloud, Joaquín Manzi y Eduardo Ramos-Izquierdo. Finalmente, me gustaría evocar la memoria de Javier González Luna, profesor que marcó mi formación y a quien le debo el deseo de dedicarme a la investigación.

    Introducción

    Ahora que nuestra época parece dominada por la imagen y los medios audiovisuales, es pertinente preguntarse: ¿por qué aún leemos novelas? ¿Por qué la novela parece conservar, hoy en día, la función de condensar eso que llamamos literatura? ¿Cómo es posible que este tipo de texto sea el más popular en nuestras sociedades contemporáneas, es decir, el que probablemente tenga el mayor éxito comercial en el mercado editorial, y a la vez mantenga un vínculo tan cercano con una idea de literatura que aparentemente está en peligro de muerte por alejarse del público masivo? ¿Se trata de la misma idea de novela en ambos casos? ¿Acaso la novela se ha transformado por completo en otro tipo de texto en relación con los clásicos de los tres últimos siglos?

    La constatación de donde provienen estas preguntas es elemental y conviene hacerla explícita: lo que llamamos literatura, hoy en día y en nuestra condición de lectores contemporáneos, no siempre fue el mismo fenómeno a lo largo de toda su historia. Más particularmente, la práctica de la escritura se modificó en profundidad a lo largo de los siglos XVIII y XIX, periodo que coincide con el nacimiento del género novelístico moderno, como lo veremos en detalle en las siguientes páginas. No obstante, el concepto de literatura surgido a partir de dichas transformaciones y en aquel momento ¿está realmente obsoleto, se ha olvidado o peligra en la actualidad? ¿Ya no forma parte de las preocupaciones de los escritores de hoy en día? ¿En verdad se ha convertido en otra práctica, del todo diferente al concepto moderno de literatura?

    Esta observación sobre el concepto de literatura es innegable también para la teoría literaria: no es uniforme desde la tradición poética o retórica clásica hasta nuestros días. Así como el concepto moderno de literatura, la práctica de escritura que se ocupa de los textos literarios no siempre ha sido la misma, de suerte que lo que hoy llamamos teoría no corresponde del todo a las disciplinas clásicas. Sin embargo, así como nos preguntamos acerca de la vitalidad del concepto de literatura, podemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿el fenómeno particular de la teoría literaria del siglo XX resulta actualmente anacrónico? ¿Es conveniente para los estudios literarios pasar la página de la teoría literaria del siglo pasado, acusándola no solo de ser obsoleta, sino de tener la culpa de la disminución del interés que suscita la escritura literaria en las nuevas generaciones?

    En este orden de ideas, en un momento en que los estudios literarios parecen orientarse cada vez más hacia una actitud poscrítica o posteórica, nos pareció necesario reflexionar sobre lo que fueron la teoría literaria y sus relaciones con el género novelístico, en paralelo con este concepto de la novela moderna y de su posible vigor actual. Entonces, en este estudio es importante cuestionar también el pensamiento teórico acerca de la literatura, en particular a la luz de la teoría de la novela, con el fin de observar si esta, también, es hoy realmente anacrónica o superflua. En otras palabras, desde nuestra perspectiva, es fundamental revisar a fondo la siguiente cuestión: ¿es pertinente que los estudios literarios se suman en el abandono de cualquier posibilidad teórica en beneficio de una crítica cultural global y sin más especificidad que el análisis de documentos culturales a partir de criterios uniformes? Todos estos problemas alrededor de la novela y de la teoría de la novela motivaron esta investigación.

    En ese sentido, este conjunto de preguntas atraviesa y orienta la totalidad de este libro, razón por la cual su estructura se organizó a partir de conceptos teóricos que describiremos en detalle a continuación. De este modo, resulta indispensable precisar que esta investigación se refiere al concepto de novela y, en esa medida, tanto a su teoría como a sus formas concretas. No se trata entonces de un conjunto de análisis filológicos o de explicaciones de textos a partir de determinado corpus de novelas hispanoamericanas. Este libro, más bien, examina los rasgos dominantes del género en el seno de la teoría de la novela, observa hasta qué punto son vigentes en la poética de tres escritores en particular, y analiza los efectos de esos rasgos en la construcción concreta de las formas novelísticas de esos mismos autores. Así, antes de exponer la reflexión surgida a partir de todas esas preguntas, conviene recordar lo que entendemos como concepto de novela moderna, para luego explicar la elección de los autores hispanoamericanos, así como su relación con ese concepto problemático de literatura y, en último término, explicar la estructura de esta investigación.

    El concepto de novela moderna

    Es central para la teorización de la novela, como una entidad histórica, la premisa de que esta, el género moderno por excelencia, está profundamente relacionada con la historicidad de la era moderna, con la modernidad en sí misma.

    MICHAEL MCKEON, Introduction, Theory of the Novel: A Historical Approach

    La novela moderna ha generado una serie compleja de cuestiones teóricas y formales. Ese conjunto de formas y cuestionamientos implica a su vez un concepto particular de literatura. Así, la reflexión sobre la cuestión de la novela moderna —de su identificación, definición, origen y tradición— es una tarea exigente, dado que requiere pensar en determinado concepto de literatura. Basta preguntarse acerca del uso corriente del término novela para darse cuenta de que esta noción sigue siendo problemática, así como el concepto de literatura que ella implica.

    Ese carácter problemático del término novela resulta visible especialmente desde la perspectiva de la historia literaria: el origen del género sigue siendo difícil de identificar y depende en gran medida de cómo se lee la novela en nuestros tiempos. El debate sobre el origen y la definición de la novela moderna que tuvo lugar en el siglo XX permanece abierto y supone aún múltiples puntos de vista. En el contexto anglófono, Marina MacKay resume esta situación de la siguiente manera: La historia del surgimiento de la novela puede contarse de diferente manera según lo que uno piense que la novela es realmente. […] De modo que la divergencia es enorme, tanto en lo geográfico como en lo temporal: por un lado, la novela es el producto de una antigüedad clásica culturalmente híbrida y, por el otro, el resultado de la transición de Gran Bretaña a la modernidad capitalista (2011, 21).

    Según MacKay, determinar el momento en que aparece la novela depende de la noción que tengamos como lectores de novelas, lo que reduce la cuestión a una especie de aporía: Su datación de la novela depende de su definición de la novela, pero su definición depende de su datación (2011, 23). No obstante, la perspectiva de MacKay explica por qué ciertos autores pueden leer la novela como si se tratara de un género que ha existido desde los griegos, como Margaret Anne Doody en The True Story of the Novel (1996), y otros tratan el asunto como si el surgimiento de esta forma narrativa fuera indisociable de las modernas sociedades capitalistas, que es el caso de influyentes autores como Ian Watt, con The Rise of the Novel (1957) o, más recientemente, de la orientación de la antología Theory of the Novel: A Historical Approach (2000), de Michael McKeon. Dentro de la tendencia según la cual el origen de la novela es algo estrictamente moderno, hay sobre todo dos textos considerados fundacionales, según se trabaje en la tradición anglosajona o en la hispánica: Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe y Don Quijote (1605 y 1615) de Miguel de Cervantes (Robert 1972, 11).

    La visión de MacKay sobre el debate en torno a los orígenes de la novela resulta interesante para introducir nuestro análisis: si se privilegian ciertos rasgos de la novela por encima de otros, se rastreará el origen del género en algunos textos de la tradición clásica, o se lo recreará a partir de ciertos textos europeos del siglo XVIII y, particularmente en el contexto hispánico, del siglo XVII a partir de Don Quijote. Desde ese punto de vista —y teniendo consciencia del hecho de que en la historia literaria, así como en la literatura misma, los comienzos explicativos y los finales reveladores son tan artificiales como seductores (MacKay 2011, 33)—, este libro muestra cómo ciertos rasgos de la novela contemporánea hispanoamericana instauran un diálogo insoslayable con lo que llamaremos el concepto de novela moderna. En ese sentido, tal vez habría que situar nuestras indagaciones más bien en la segunda perspectiva señalada por MacKay, es decir en la que privilegia unas características desarrolladas en un momento histórico determinado que comienza en el siglo XVIII¹, de modo paralelo a la formación de las sociedades capitalistas e industrializadas en Europa y más tarde en América, y que siguió desarrollándose a lo largo de los siglos XIX y XX.

    En este orden de ideas, lo que llamamos el concepto de novela moderna constituye entonces una idea bastante difícil de asir, pues está en juego igualmente una concepción de la literatura característica de nuestras sociedades occidentales modernas. De ahí el espacio privilegiado de la novela dentro de los estudios literarios recientes y también, probablemente, su predominio entre los géneros narrativos durante los dos últimos siglos.

    Movámonos hacia el contexto de la literatura hispanoamericana contemporánea, hacia el periodo posterior al éxito, en los años sesenta y setenta del siglo XX, de autores como Gabriel García Márquez (1927-2014), Mario Vargas Llosa (1936), Julio Cortázar (1914-1984) o Carlos Fuentes (1928-2012), entre otros, ahora considerados como clásicos. Este contexto literario reciente comienza aproximadamente a partir de la década de 1980 y, sin duda, se caracteriza por una proliferación de figuras individuales a la que sería probablemente inútil imponer unos movimientos homogéneos. Ahora bien, en este contexto que consideramos contemporáneo aparecen tres figuras particulares cuya obra presenta una relación sumamente cercana a ciertos rasgos del género novelístico moderno. Se trata de los argentinos Juan José Saer (1937-2005) y Ricardo Piglia (1940-2017)², y del chileno Roberto Bolaño (1953-2003), figuras por lo demás bastante reconocidas en el ámbito académico. La hipótesis que exploraremos consiste en establecer un vínculo entre el proyecto estético de estos escritores y tres características precisas del concepto de novela moderna, características que explicaremos más adelante.

    Antes de establecer ese vínculo, volvamos al hecho de que el género novelístico plantea un problema fundamental para su análisis, problema relacionado con la discusión enunciada por MacKay acerca de sus orígenes: no existe una tradición homogénea y única de este género literario. Por un lado, los orígenes de la novela siguen siendo problemáticos, pues dependen de nuestra concepción actual del género; y, por el otro, el término novela se emplea para designar una multiplicidad de textos heterogéneos procedentes de diferentes tradiciones. En efecto, entre los siglos XVIII y XIX la historia literaria agrupó diversos textos bajo la categoría de novela. Jean-Marie Schaeffer expuso esta dificultad de la siguiente manera:

    Esta deriva semántica del término explica la existencia de retroproyecciones abusivas, de las que nuestra noción común actual de novela es el caso más ejemplar: el atractivo más bien fatal que el concepto de teoría de la novela ejerce en los estudios literarios se debe sin duda, entre otras razones, al hecho de que confundimos la identidad del término con una supuesta identidad semántica transhistórica que guiaría su evolución. Sin embargo, de facto, según el campo referencial que se favorezca (lo que, en muchos casos, significa concretamente: según el siglo del que se sea especialista), el término posee acepciones divergentes y, en ciertos puntos, irreconciliables. (2004, 292)

    La pluralidad de formas y concepciones de la novela es muy real y plantea dificultades al momento de pensarla como género literario. Sin embargo, esa supuesta identidad semántica transhistórica de la novela no nos parece tan ilusoria, incluso sabiendo, con MacKay, que siempre se construye a posteriori y, sobre todo, en función de la noción contemporánea del género literario. En efecto, las novelas de los siglos XVIII y XIX constituyen un corpus bastante variado, sin evocar las diferencias lingüísticas y nacionales, incluso regionales, de los textos. No obstante, es posible identificar ciertos elementos que permiten establecer una distinción entre la novela moderna y las formas novelescas premodernas (como la novela griega, la picaresca o las novelas de caballerías, por ejemplo). El hecho de reconocer diferencias históricas y conceptuales precisas no implica, sin embargo, que sea imposible postular una idea de novela moderna, idea que contendría problemas comunes a gran parte de los textos ficcionales en prosa más importantes de los tres últimos siglos. Desde ese punto de vista, se considera útil formular ciertos rasgos identificables y comunes a una serie de textos novelísticos, conservando al mismo tiempo el adjetivo moderna para evitar ambigüedades y partiendo del hecho de que se construye esta idea a posteriori, y siempre a partir de un corpus heterogéneo.

    Además, para retomar la cita de Schaeffer, esa supuesta identidad semántica transhistórica del término novela sigue estando activa para los propios novelistas, en la medida en que deben trabajar con una idea de novela y, a la vez, con la materialidad de los textos que se han identificado como novelas. Conviene aclarar que nosotros empleamos el término activo o activa en el sentido de un elemento que actúa y, por consiguiente, produce efectos, como lo veremos a lo largo de todo este análisis. Ciertamente, el novelista lidia con un conjunto de posibilidades virtuales a partir del cual proyecta su obra, concebida también como una novela. Esta posición con respecto a la idea de novela moderna encuentra correspondencias en la forma en que Gérard Genette concebía el género literario en su célebre Introduction à l’architexte: Nos bastará pues, por lo pronto, plantear que cierto número de determinaciones temáticas, modales y formales relativamente constantes y transhistóricas […] dibujan de algún modo el paisaje en el que se inscribe la evolución del campo literario y, en gran medida, determinan algo así como la reserva de virtualidades genéricas en la que esta evolución hace su escogencia: a veces no sin sorpresas, desde luego, repeticiones, caprichos, mutaciones bruscas o creaciones imprevisibles (1986, 154).

    Esa reserva de virtualidades genéricas, que caracteriza al género literario según Genette, forma parte de los materiales en el momento de la producción de determinado texto. El propio Schaeffer concordaba acerca de este punto en otro texto titulado Du texte au genre: Para todo texto en gestación el modelo genérico es un ‘material’ entre otros en el que ‘trabaja’ (1986, 197). El concepto de novela moderna, tal como se la postula aquí, funciona entonces de la misma manera, es decir, como ese campo virtual en el que estos tres escritores contemporáneos hispanoamericanos trabajan. Por lo tanto, el objetivo es mostrar unas características comunes entre ese concepto de novela moderna y la novela contemporánea hispanoamericana, particularmente a través de las obras de Saer, Piglia y Bolaño. Se trata de mostrar cómo sus poéticas retoman sin cesar los elementos de este campo virtual de la novela moderna y cómo esos elementos producen formas concretas.

    El concepto de novela moderna al que se adscriben las obras novelísticas de Saer, Piglia y Bolaño implica al menos tres elementos: primero, una noción heredada de literatura moderna bastante compleja, luego unos elementos formales asociados a este género literario y, finalmente, ideas aportadas por la teoría de la novela —desde sus orígenes en el Romanticismo alemán, pasando por el desarrollo del género en sí en los siglos XVIII y XIX, hasta la teoría literaria propiamente dicha del siglo XX—. Es importante observar que estos tres elementos implican entonces un carácter dual: conciernen las prácticas y las formas de escritura y, a la vez, competen a un pensamiento teórico. El concepto de novela moderna que se intentará esbozar y que, desde esta perspectiva, está activo en estos tres autores hispanoamericanos, se alimenta de características formales de las novelas desde el siglo XVIII europeo y, al mismo tiempo, de los postulados de la teoría de la novela.

    Por lo tanto, la investigación se centrará primero en ciertas características de los proyectos estéticos de Saer, Piglia y Bolaño que consideramos indisociables de tres rasgos particulares de la noción de novela moderna. Estos rasgos, percibidos como fundamentales e inherentes al género novelístico moderno, son: la indeterminación, la relación con la experiencia y la reflexividad. Así nuestro estudio expondrá de qué manera la poética de estos autores hispanoamericanos gira alrededor de un trabajo con estos tres pilares de la novela moderna, para luego analizar cuáles son los efectos específicos de esos rasgos dentro de algunos de sus textos novelísticos. En lo que concierne a la metodología, conviene precisar que la lectura comparativa inicial de los autores nos permitió postular la existencia de una idea de literatura compatible entre los tres, lo que enseguida nos llevó a buscar características distintivas del texto novelístico en la teoría de la novela. Los tres rasgos fundamentales que proponemos resultan, por ende, de la convergencia de las lecturas cruzadas de Saer, Piglia y Bolaño, por una parte, y de la lectura de la teoría de la novela, por la otra. Del mismo modo, el planteamiento teórico general parte de una relectura crítica de múltiples aspectos: se inspira principalmente en ciertos elementos del formalismo ruso, del estructuralismo francés, de los trabajos narratológicos clásicos y de otros más recientes, y al mismo tiempo retoma ciertos conceptos de la teoría crítica, en particular del pensamiento de Theodor Adorno, Walter Benjamin y Georg Lukács.

    Sobre Juan José Saer, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño

    La elección de estos tres autores hispanoamericanos obedece a una voluntad que conviene hacer explícita, dado que sus obras son muy diferentes y no pertenecen a una misma generación (Bolaño nació más de diez años después que Saer y Piglia). Igualmente, a pesar del hecho de que provienen de una misma zona geográfica, el Cono Sur, sus recorridos se distinguen por el influjo de ámbitos intelectuales y culturales externos a la Argentina y a Chile. Sin detenernos aquí en los detalles biográficos, es pertinente señalar que Saer vivió en Francia a partir de 1968 hasta su deceso en París, el 11 de junio de 2005, y que fue docente en la Universidad de Rennes³. Por su parte, Piglia regresó a la Argentina en 2011 (falleció en ese país en 2017), después de vivir varios años entre Buenos Aires y los Estados Unidos, donde fue profesor en prestigiosas universidades, principalmente en Harvard y Princeton⁴. Por último, Bolaño vivió en Chile durante su infancia y preadolescencia, luego se fue con su familia a México en 1968 y regresó brevemente a Chile en 1973, en tiempos del Gobierno de Salvador Allende y de su caída tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet, antes de instalarse definitivamente en España entre 1977 y 2003, cuando murió en Barcelona⁵. A diferencia de Saer y Piglia, Bolaño no ejerció el oficio de profesor de literatura. A partir de estos datos, es claro que de la Argentina a los Estados Unidos, pasando por Francia, Chile, México y España, los contextos son muy diversos, así como también las relaciones de cada uno de ellos con la universidad, la docencia, la prensa y la crítica literaria.

    Pese a la singularidad de estas historias de vida y de la influencia de espacios geográficos y culturales tan diferentes (como el francés, el estadounidense, el mexicano o el español o, más precisamente, el catalán), en sus poéticas estos autores comparten elementos, como mostraremos.

    En el plano anecdótico, primero, hubo vínculos entre algunos de estos escritores, lo que pone de relieve un interés recíproco en algunos casos. En particular, Piglia y Saer mantuvieron lazos de amistad durante mucho tiempo, como lo demuestra el libro Diálogo (Piglia y Saer 2010), que recopila varias conversaciones literarias entre los dos escritores. Por otra parte, el 3 de marzo de 2001 Piglia y Bolaño sostuvieron un diálogo virtual publicado en el suplemento cultural Babelia de El País (Piglia y Bolaño 2001, 6-7), en el que discuten acerca de varios autores de la literatura mundial y latinoamericana. Aunque ese diálogo parece ser la única huella de un contacto directo entre Piglia y Bolaño, es posible vislumbrar un interés recíproco. De hecho, Bolaño menciona a Piglia en sus entrevistas (Bolaño 2011a, 81) y en Entre paréntesis, particularmente a propósito de su lectura de Roberto Arlt: ¿Qué hubiera pasado si Piglia, en vez de enamorarse de Arlt, se hubiera enamorado de Gombrowicz? […] en cualquier caso es Piglia quien eleva a Arlt dentro de su propio ataúd, sobrevolando Buenos Aires, en una imagen muy pigliana o muy arltiana, pero que, en rigor, sólo sucede en la imaginación de Piglia y no en la realidad (Bolaño 2004a, 27). Este comentario irónico de Bolaño pone al descubierto su discrepancia con Piglia respecto a la valoración de Arlt, pero al mismo tiempo revela el conocimiento que el chileno tenía de la obra y los ensayos del escritor de Adrogué. Del mismo modo, en algunas entrevistas Piglia manifestó su conocimiento de Bolaño en tono más bien elogioso: Bolaño es un gran escritor y no podemos saber cuáles son los caminos que su obra abrirá en el futuro (2010a).

    Por el contrario, Bolaño y Saer no se mencionaron uno al otro. Esta falta de vínculo personal no impide, sin embargo, que estudiemos sus proyectos estéticos, pues tienen puntos en común y son contemporáneos. Así, aunque echan a andar proyectos muy distintos, Piglia y Saer, por una parte, y Piglia y Bolaño, por la otra, tuvieron un contacto personal, incluso si el segundo solo fue virtual. Más allá del nivel anecdótico, que atañe a las relaciones personales entre estos autores, es importante subrayar el interés que guio sus lecturas recíprocas, salvo por Bolaño y Saer obviamente. Ese interés no implica necesariamente rasgos en común, pero al menos supone una lectura atenta y curiosa de sus respectivos proyectos.

    Aparte de ese aspecto, los rasgos que comparten las poéticas de Saer, Piglia y Bolaño son precisamente aquellos que identificamos como pilares aún activos del concepto de novela moderna. Ello quiere decir que en sus concepciones de la literatura influyen con fuerza la indeterminación, la relación con la experiencia y la reflexividad, como definiremos estas nociones en las tres primeras partes de este libro, incluso si los efectos producidos por estos rasgos son singulares en cada autor, como veremos a propósito de algunas de sus novelas. No se trata entonces de postular una reflexión sobre los tres autores de manera independiente y exhaustiva, sino más bien de establecer una lectura transversal de las tres poéticas a partir de estas características aún activas y al parecer inherentes a la idea de novela. Esta lectura cruzada expone las singularidades de los tres autores en cada caso, indicando simultáneamente las formas en que la indeterminación, la relación con la experiencia y la reflexividad siguen siendo rasgos comunes a sus poéticas.

    Así, la elección de las obras de Saer, Piglia y Bolaño nos permite mostrar la actualidad de esta idea de novela moderna a través de los tres rasgos propuestos y de sus efectos en la composición de las novelas. Sin embargo, hay otros puntos en común entre los tres autores: son escritores contemporáneos más o menos consagrados que han suscitado varias lecturas críticas desde hace varios años. Este reconocimiento de la crítica, las universidades y de un vasto público hace de sus obras un ámbito adecuado para rastrear el vigor o el anacronismo del concepto de novela moderna en el contexto hispanoamericano. Más allá de las polémicas puntuales sobre su valoración o su difusión editorial, el hecho de que los críticos y los lectores reconozcan las obras de estos autores desde hace cierto tiempo justifica en nuestro criterio que sus textos constituyan un lugar privilegiado para estudiar el concepto contemporáneo de novela en relación con la idea moderna de literatura. Esto no quiere decir que la abundancia de bibliografía crítica sea una garantía del valor o la calidad de estos escritores, sino simplemente que, cuando la cuestión de la vitalidad de una noción particular de literatura está en juego, conviene comenzar el análisis con ciertos autores reconocidos tanto por la institución universitaria como por la crítica literaria y el público lector en general.

    Es importante precisar, sin embargo, que el éxito relativo de estos autores en términos editoriales y académicos no es el único criterio que tomamos en cuenta: los rasgos que propusimos en el marco de la teoría de la novela y de las poéticas de Saer, Piglia y Bolaño demostraron su pertinencia a medida que avanzaba la investigación, lo que también a posteriori confirmó la elección. De esta manera, la construcción y el desarrollo de la investigación en sí mismos confirman la decisión inicial y siguen siendo el criterio central con respecto a los escritores estudiados. Así, somos conscientes de que otros autores hispanoamericanos contemporáneos —difundidos en mayor o menor medida que los nuestros— habrían podido formar parte de ese lugar donde se trata de saber si la idea de literatura moderna sigue vigente. No obstante, la inclusión de otros escritores habría implicado una vocación o una intención de determinar una tendencia de la literatura latinoamericana contemporánea, además de las dificultades prácticas especialmente en lo que atañe a la extensión del presente estudio y a la precisión de los análisis. Esa intención, propia de cierto espíritu enciclopédico, no es la de este estudio. Así, la ampliación del corpus y de los autores estudiados, aunque coherente con la determinación de una tendencia literaria, habría conllevado su inscripción en un panorama hispanoamericano global actual, lo que excede el alcance de este libro. Más que determinar una tendencia, esta investigación se orienta hacia el análisis comparativo y detallado del concepto de literatura moderna.

    La estructura

    Puesto que se trata de un estudio alrededor de la idea de novela y de sus formas, hemos adoptado la siguiente organización. La primera parte, titulada La indeterminación, tiene simultáneamente dos funciones: en primer lugar, y como su título lo indica, expone un primer capítulo sobre la indeterminación como rasgo atribuido a la novela en el marco de la teoría canónica del género, para luego desplegar esa misma indeterminación en el marco de la poética de los tres autores hispanoamericanos a lo largo de tres capítulos independientes dedicados a los textos críticos y a los ensayos de cada uno de los tres. La segunda función de esta primera parte consiste en presentar la poética y la obra en general de Saer, Piglia y Bolaño, razón por la que los tres capítulos dedicados a los autores son especialmente largos. Esta presentación simultánea de la indeterminación del concepto de novela en el marco de sus poéticas, y de la descripción general de sus obras, responde a la voluntad de introducir a los autores a partir de la problemática, y no de manera aislada como si sus poéticas pudieran diferenciarse de la cuestión de la novela moderna. De esta manera, la propuesta de lectura general de sus poéticas, así como el panorama global de sus novelas, se extiende en esta primera parte.

    La estructura de cada parte consistente en un primer capítulo que presenta el debate en el interior de la teoría de la novela —seguido por tres capítulos independientes dedicados al estudio de la obra crítica y de los ensayos de Saer, Piglia y Bolaño— se mantuvo en la segunda y tercera partes, que tratan respectivamente sobre la relación con La experiencia y La reflexividad. Así, la segunda parte se enfoca en la cuestión de la experiencia, sin demorarse en las características más generales de esas poéticas. Siguiendo ese modelo, el primer capítulo se dedica a la relación entre la novela y la experiencia en el marco de la teoría, y los tres siguientes tratan sobre el cuerpo de ensayos, artículos de prensa y entrevistas con los tres autores, en función de esa relación entre la novela y la experiencia.

    La tercera parte trata sobre La reflexividad e incluye igualmente un capítulo donde se estudia ese rasgo en el marco de la teoría clásica de la novela. Enseguida, y a diferencia de las dos partes anteriores, contiene un segundo capítulo donde explicamos el empleo del término reflexividad en detrimento del de metaficción. Resultaba conveniente justificar las razones de esta elección terminológica y conceptual, dada la actualidad del debate en torno a la metaficción en los estudios sobre literatura contemporánea. Habida cuenta de la amplitud y singularidad de este debate, decidimos dedicarle un capítulo aparte. Luego, y manteniendo el mismo modelo que los anteriores, los tres capítulos siguientes tratan sobre las poéticas de Saer, Piglia y Bolaño, esta vez desde la perspectiva de la reflexividad.

    Las tres partes hasta aquí descritas se enfocan sobre todo en un corpus específico no novelístico. Los textos de Saer estudiados son, principalmente, El concepto de ficción (1997), La narración-objeto (1999) y Trabajos (2005), así como Diálogo (2010, publicado en versiones anteriores en 1990 y 1995), en el que el autor discute con Piglia. Además de los diálogos con Saer, los textos de Piglia que estudiamos son, en particular, Crítica y ficción (2001 y 1986) y El último lector (2005). Por último, los libros de Bolaño son Entre paréntesis (2004a), la compilación de artículos y conferencias editada por Ignacio Echevarría, y Bolaño por sí mismo: entrevistas escogidas (Bolaño 2011a).

    La cuarta y última parte se titula Las formas de la novela, la cual estudia los efectos producidos por los tres rasgos anteriores dentro de novelas concretas. Los textos escogidos para este análisis de las formas novelísticas son La grande de Saer, La ciudad ausente de Piglia y 2666 de Bolaño, por razones que se explicarán en detalle a lo largo de todo el primer capítulo. La estructura de esta parte es un poco diferente de las tres anteriores, pues algunas formas puntuales se estudian a través de estas novelas, formas que determinan la organización de los análisis: se trata de lo que proponemos denominar formas narrativas, reflexivas e híbridas. De este modo, las novelas de los autores no se analizan por separado, como es el caso a propósito del corpus de ensayos y entrevistas, donde presentamos un capítulo por autor para cada uno de los rasgos del concepto de la novela. Por el contrario, los análisis de estas formas novelísticas se exponen de manera que los tres textos dialoguen y que se comparen las singularidades de estas formas en cada caso. El primer capítulo justifica la elección de las novelas; los dos siguientes tratan respectivamente sobre las formas narrativas y las formas reflexivas, donde procuramos observar en cada caso el retorno hacia ciertos aspectos tradicionales y la incorporación de otros que podrían aportar novedad al género novelístico; el cuarto y último capítulo analiza lo que proponemos llamar formas híbridas dentro de estas tres novelas hispanoamericanas, justificando cómo estas constituyen efectos del concepto de novela moderna. Del mismo modo, esas formas híbridas permitieron postular una lectura de conjunto de La grande, de La ciudad ausente y de 2666.

    La lógica organizativa de las cuatro partes del presente estudio responde, por una parte, a la necesidad de establecer una lectura comparativa de los tres autores y, por la otra, a la voluntad de analizar la idea de novela tanto desde su dimensión teórica como en sus formas concretas. Así, en lugar de tres partes aisladas sobre cada autor, contemplamos cuatro donde los textos de Saer, Piglia y Bolaño se analizan desde perspectivas diferentes y se confrontan de manera sistemática: primero, en función de los rasgos de la novela propuestos en lo que atañe a sus ensayos y entrevistas —y por ende en la relación con el aspecto teórico de este concepto de novela en el marco de sus poéticas—, y, luego, a partir del análisis de las formas novelísticas concretas en lo que se refiere al estudio de La grande, La ciudad ausente y 2666, es decir, en lo que concierne al aspecto formal de esta misma idea de novela. Esta estructura se justifica porque permitió mantener los dos aspectos relativos a la idea de novela moderna, es decir, que debe concebirse a partir de su vertiente teórica, pero también en función de sus formas concretas, en particular dentro del contexto literario contemporáneo hispanoamericano.

    Por último, para pasar a cuestiones prácticas, conviene anotar que el orden de aparición de los tres autores hispanoamericanos es cronológico en todos los capítulos, y sigue sus fechas de nacimiento. Igualmente, puesto que la bibliografía crítica es muy abundante en lo que concierne a las obras respectivas de Saer, Piglia y Bolaño, la hemos citado en función de su pertinencia con respecto a las problemáticas de que trata cada una de las partes. Así, no hemos citado esta bibliografía crítica secundaria de manera exhaustiva, dado que la multiplicidad de temas, acercamientos y artículos en torno a los autores no guarda relación, en varios casos, con la lectura que proponemos. De la misma manera, la bibliografía teórica se restringe a menudo a los textos que tratan estrictamente sobre la novela: por lo tanto, no nos demoraremos en los textos teóricos clásicos que tratan sobre todos los géneros narrativos, en un concepto amplio de ficción o incluso en los que contemplan una tradición literaria que se amplía hasta el ámbito clásico o medieval. Estas restricciones se justifican en aras de la claridad y precisión al definir la problemática de la noción de novela, ya bastante compleja en el contexto moderno.

    Piglia enunciaba, en su conversación con Saer, tres tendencias que creía identificar en la novela contemporánea: una negativa, una posmoderna (comprendida como hibridación de una cultura de masas y una alta cultura) y una no ficcional (donde predomina la narración fáctica, la de hechos reales). Ricardo Piglia afirma: Por un lado una suerte de poética negativa […]. Por otro lado estaría la línea que tiende a unir la cultura de masas y la alta cultura […]. Y por último vería otra posible línea por el lado del trabajo con la no ficción (Piglia y Saer 2010, 20-21). Frente a esta hipótesis, e incluso si la obra de los tres autores hispanoamericanos aquí estudiados puede implicar a veces elementos de cada una de estas tendencias, según las matrices de lectura o los modelos críticos empleados, encontraremos a lo largo de este estudio un tipo de novela un poco diferente, que no coincide estrictamente con esa caracterización. Ni del todo negativa ni posmoderna ni no ficcional, la novela contemporánea se asemeja más a una persistencia obstinada del concepto moderno de literatura, concepto que sigue produciendo nuevas formas y que convendría, muy probablemente, reconsiderar.

    En efecto, si hacemos alusión a la literatura obstinada es en la medida en que queremos demostrar que la noción de novela moderna persiste a través de estas tres figuras contemporáneas. Así, esta idea de novela profundamente moderna perdura como un núcleo fundamental de producción de nuevas formas literarias. Por lo tanto, es importante preguntarse por qué esta idea conserva su vigencia y si, como expondremos, mantiene aún su actualidad, probablemente se deba a que esta obstinación implique también una resistencia. De esta manera, la novela moderna persiste como campo genérico virtual de nuestros autores, pero también constituye una forma de resistencia frente a las convenciones que dominan nuestro presente y a la uniformización de las prácticas culturales, como mostraremos en esta investigación. La obstinación de esta literatura, entendida a la vez como persistencia y como resistencia, es entonces subyacente a toda la reflexión que hemos desarrollado aquí. Sigamos esta vía a partir del estudio detallado de esa noción y de la novela contemporánea que nos proponen Saer, Piglia y Bolaño.

    NOTAS

    ¹ Desde luego, teniendo como antecedente el Don Quijote de Cervantes, obra recuperada y valorada por autores del siglo XVIII como Laurence Sterne (1713-1768) o Denis Diderot (1713-1784) (MacKay 2011, 151).

    ² En lo que atañe a la discrepancia en las fechas de nacimiento de Piglia, véase Daniel Mesa Gancedo (2006, 167) y también Valeria Sager (2012).

    ³ Véase la cronología que estableció Julio Premat en la edición crítica de Glosa, El entenado (Saer 2010b, 457-472).

    ⁴ Véase el Annexe: Bio-bibliographie de Ricardo Piglia de Orecchia Havas: En 1976 comienza a viajar y enseñar en los Estados Unidos, donde permanecerá regularmente y hasta hoy como profesor visitante, especialmente en las universidades de Berkeley, San Diego, Harvard y Princeton (2010b, 433).

    ⁵ Se publicó una cronología en el Archivo Bolaño 1977-2003 (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona 2013, 131-132).

    I. La indeterminación

    La novela como género indeterminado

    A menudo caracterizada como un género múltiple, híbrido, revolucionario y burgués, y democrático por elección (Robert 1972, 14), la novela parece rehuir los intentos de definición y a la vez gozar de una especie de libertad absoluta en lo que concierne a sus formas. Según Marthe Robert, en Roman des origines et origines du roman (1972): Con esa libertad del conquistador, cuya única ley es la expansión indefinida, la novela, que ha abolido de una vez por todas las antiguas castas literarias —las de los géneros clásicos—, se apropia de todas las formas de expresión, explota en su propio beneficio todos los procedimientos sin siquiera tener que justificar su empleo (14).

    Esta libertad se percibe a partir de la comparación entre la novela moderna y los géneros clásicos que la preceden, dado que el género novelístico puede integrar múltiples registros lingüísticos e incluso diversos géneros literarios:

    Con la literatura la novela hace exactamente lo que le da la gana: nada le impide utilizar para sus propios fines la descripción, la narración, el drama, el ensayo, el comentario, el monólogo, el discurso; ni ser a voluntad, alternativa o simultáneamente, fábula, historia, apólogo, idilio, crónica, cuento, epopeya; ninguna prescripción, ninguna prohibición la limitan en la elección de un tema, un escenario, una época, un espacio; la única prohibición a la que por lo general se somete, la que determina su vocación prosaica, nada la obliga a observarla en absoluto: puede, si lo considera oportuno, contener poemas o simplemente ser poética. (Robert 1972, 15)

    Según Marthe Robert, la novela tiene entonces la facultad de recurrir a múltiples géneros literarios, de hablar sobre diversos temas y de construir su universo ficcional sin restricciones de época o de espacio. El acercamiento teórico de Robert al género novelístico parte entonces de esta primera observación: la novela se caracteriza en esencia por una indeterminación tanto formal como temática. Ahora bien, la indeterminación a la que alude Robert es uno de los rasgos atribuidos a la novela desde el siglo XVIII, desarrollados sobre todo hacia 1800 con el Romanticismo de Jena y sus postulados en torno a la novela. Por este motivo, Robert muestra de manera explícita el carácter innegablemente romántico de esa concepción de la novela moderna.

    Sin embargo, hacia 1800 la indeterminación solo concernía en principio a la forma de la novela, y no necesariamente a su tema o a su relación con el tiempo o el espacio. Los primeros críticos del siglo XVIII observaron el carácter formal de esa indeterminación, atribuible a su escritura prosaica. Según el estudio de Jean-Marie Schaeffer, La naissance de la littérature: la théorie esthétique du romantisme allemand (1983):

    Sin embargo, no se deberían subestimar los problemas que la literatura novelística planteó a la crítica del siglo XVIII desde el punto de vista formal. Por un lado […] las novelas, como obras prosaicas, no podían insertarse en el canon de las formas poéticas nobles, es decir, versificadas. En segundo lugar, ninguna de las autoridades antiguas en el ámbito poetológico se refería a las novelas, por lo que había que proceder por propia cuenta y riesgo. Finalmente, la exuberancia formal de las novelas no simplificaba la tarea, y más de un autor capitula frente a la dificultad afirmando que las obras novelísticas están desprovistas de forma. (33)

    Esto confirma que la dificultad para abordar la novela en aquella época se debía sobre todo a una cuestión formal. Las primeras novelas modernas se entendieron como textos que

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