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DÉJÀ VU: Una invitación a despertar
DÉJÀ VU: Una invitación a despertar
DÉJÀ VU: Una invitación a despertar
Libro electrónico354 páginas4 horas

DÉJÀ VU: Una invitación a despertar

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En el romance Déjà vu, el espíritu Lucius cuenta la historia de Karen, una científica que trabaja para la industria farmacéutica alemana y, escéptica como es, decide realizar un estudio con la intención de probar que el fenómeno conocido como déjà vu es una manifestación puramente orgánica. Sin embargo, p

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 jul 2023
ISBN9781088232446
DÉJÀ VU: Una invitación a despertar

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    DÉJÀ VU - Sandra Carneiro

    Romance Mediúmnico

    DÉJÀ VU

    Una Invitación a Despertar

    Romance Psicografiado por

    Sandra Carneiro

    Por el Espíritu

    LUCIUS

    Traducción al Español:      

    J.Thomas Saldias, MSc.      

    Trujillo, Perú, Septiembre 2022

    Título Original en Portugués:
    Déjà Vu, um convite a depertar © Sandra Carneiro, Octubre 2018

    World Spiritist Institute      

    Houston, Texas, USA      

    E– mail: contact@worldspiritistinstitute.org

    De la Médium

    Sandra Carneiro, nacida en mayo de 1963, está casada y vive en la ciudad de Atibaia, SP. A los catorce años, y aun sin conocer los principios espíritas, tuvo su primera experiencia con la psicografía, recibiendo un libro infantil

    Posteriormente, después de unos años de dedicarse a los estudios de la Doctrina Espírita, tuvo la oportunidad de iniciar el trabajo de la psicografía a través de la novela Cenizas del Pasado, dictada por el espíritu Lucius, de quien también recibió las obras Renacer de la Esperanza, Exiliados por Amor y Jornada de los Ángeles. Ya en sociedad con el espíritu Bento José, psicografió las novelas Luz que nunca se va y Luz que consuela a los afligidos.

    Participa en las actividades del Centro Espírita Casa Cristã da Prece y del Grupo de Asistencia Casa do Pão – entidad destinada a servir a la comunidad necesitada del barrio Maracanã, en Atibaia –, donde colabora con los hermanos de un ideal evolutivo.

    Del Traductor

    Jesus Thomas Saldias, MSc., nació en Trujillo, Perú.

    Desde los años 80's conoció la doctrina espírita gracias a su estadía en Brasil donde tuvo oportunidad de interactuar a través de médiums con el Dr. Napoleón Rodriguez Laureano, quien se convirtió en su mentor y guía espiritual.

    Posteriormente se mudó al Estado de Texas, en los Estados Unidos y se graduó en la carrera de Zootecnia en la Universidad de Texas A&M. Obtuvo también su Maestría en Ciencias de Fauna Silvestre siguiendo sus estudios de Doctorado en la misma universidad.

    Terminada su carrera académica, estableció la empresa Global Specialized Consultants LLC a través de la cual promovió el Uso Sostenible de Recursos Naturales a través de Latino América y luego fue partícipe de la formación del World Spiritist Institute, registrado en el Estado de Texas como una ONG sin fines de lucro con la finalidad de promover la divulgación de la doctrina espírita.

    Actualmente se encuentra trabajando desde Peru en la traducción de libros de varios médiums y espíritus del portugués al español, habiendo traducido más de 160 títulos así como conduciendo el programa La Hora de los Espíritus.

    ÍNDICE

    AGRADECIMIENTOS

    PREFACIO

    INTRODUCCIÓN

    CAPÍTULO I

    CAPÍTULO 2

    CAPÍTULO 3

    CAPÍTULO 4

    CAPÍTULO 5

    CAPÍTULO 6

    CAPÍTULO 7

    CAPÍTULO 8

    CAPÍTULO 9

    CAPÍTULO 10

    CAPÍTULO 11

    CAPÍTULO 12

    CAPÍTULO 13

    CAPÍTULO 14

    CAPÍTULO 15

    CAPÍTULO 16

    CAPÍTULO 17

    CAPÍTULO 18

    CAPÍTULO 19

    CAPÍTULO 20

    CAPÍTULO 21

    CAPÍTULO 22

    CAPÍTULO 23

    CAPÍTULO 24

    CAPÍTULO 25

    CAPÍTULO 26

    CAPÍTULO 27

    CAPÍTULO 28

    CAPÍTULO 29

    CAPÍTULO 30

    CAPÍTULO 31

    CAPÍTULO 32

    CAPÍTULO 33

    CAPÍTULO 34

    CAPÍTULO 35

    CAPÍTULO 36

    CAPÍTULO 37

    CAPÍTULO 38

    CAPÍTULO 39

    CAPÍTULO 40

    CAPÍTULO 41

    EPÍLOGO

    AGRADECIMIENTOS

    Agradecemos a los elevados espíritus abnegados que vienen a la Tierra a despertar a los seres humanos a su verdadera naturaleza y sus objetivos superiores.

    Agradecemos a Allan Kardec por haber aceptado la misión de codificar las enseñanzas del Espíritu de la Verdad, brindándonos acceso al conocimiento del mundo espiritual.

    Agradecemos a nuestros mentores y consejeros espirituales por ayudarnos pacientemente a crecer. Agradecemos a todos los Centros Espíritas que se dedican seriamente a curar el cuerpo y el alma. En especial al Centro Espirita Perseverança y a sus abnegados trabajadores, silenciosos y anónimos, que día tras día ofrecen lo mejor de sí para ayudar a todos los que los buscan.

    PREFACIO

    El alma viene de Dios y, en nosotros, el principio de la inteligencia y la vida. Esencia misteriosa, escapa a la análisis como todo lo que emana del Absoluto. Criada por amor, criada para amar, tan mezquina que puede ser encerrada en una forma pequeña y frágil, tan grande que, con un impulso de su pensamiento, abraza al Infinito, el alma es una partícula de esencia divina proyectada en el mundo material.

    Leon Denis

    Del libro: La cuestión del ser, el destino y el dolor.

    Hay un dicho popular que proclama: todos los caminos llevan a Roma.

    Podemos decir que, por la ley del progreso, es infalible, que todas las circunstancias nos invitan a crecer y nos llevan a la perfección. Cuanto más resistimos, mayor es el sufrimiento y más prolongamos el dolor. De nosotros depende la velocidad con que caminamos, si nos reconciliamos con nuestro libre albedrío, con la voluntad divina y aceptamos las leyes eternas, dejando de luchar contra la verdadera realidad del universo. Así es como funciona la evolución a lo largo de los milenios, y así continuará.

    Esta sencilla novela ofrece poderosas herramientas que, si se ponen en práctica, pueden transformar vidas. Deseo al querido lector, sobre todo, que, utilizando los conceptos aquí propuestos, pueda transportarlos a su propia vida, a sus propias experiencias, obteniendo la victoria sobre sus desafíos personales.

    No nos cansamos de decirlo, porque como aun nos falta repetir para fijarlo, lo repetimos: todas las enseñanzas que necesitamos para nuestro progreso están contenidas en las enseñanzas traídas por Jesús, el alma perfectísima que vivido alguna vez en la Tierra, nuestro sistema gobernador planetario, el cual, bajo la guía de Dios, dirige nuestros destinos.

    Al Maestro de Maestros nuestro profundo agradecimiento, y a Él le pedimos perdón por no poder aun comprender y aplicar Sus enseñanzas en nuestras vidas.

    LUCIUS

    INTRODUCCIÓN

    Era una noche avanzada en un cielo ennegrecido y sin luna; un cielo sombrío que solo dejaba entrever un tenue resplandor de una u otra estrella que insistía en emerger entre las espesas nubes que cubrían la inmensidad del infinito hasta donde alcanzaba la vista.

    Los cuatro amigos habían insistido en continuar su viaje, aun con el presagio de la gran tormenta que no tardaría en llegar, y ahora, de vez en cuando, se miraban en silenciosa complicidad. Ninguno de ellos se atrevió a expresar el miedo que sintieron a las puertas de la hilera de árboles más aterradora de ese oscuro bosque. Los relámpagos azotaron el cielo en ataques cada vez más frenéticos, y el rugido ensordecedor del trueno infundió miedo en el alma de los guerreros más intrépidos. Y luego, cuando uno de los rayos golpeó un árbol cerca del cuarteto errante, Irene no pudo contenerse en terror.

    – ¡Dios mío! ¡Qué escena tan oscura! Ni empezó a llover todavía. Debimos haber escuchado las advertencias de tu madre y pospuesto nuestra partida – observó la joven esposa, colgada del brazo de su esposo, buscando protección y consuelo.

    Él no contestó, asomó la cabeza por fuera del carruaje y ordenó salvajemente:

    – ¡Más rápido, cochero! ¡Rápido!

    Luego colocó sus manos sobre las de su esposa y habló suavemente:

    – Llegaremos antes que la tormenta nos alcance. Ya estamos cerca...

    – Pero... ¿y el corredor...?

    – Ah, ese maldito corredor... No sé qué te da más miedo.

    Ya sea la tormenta o el corredor de los árboles.

    – Ambos, mi venerable esposo. Ambas cosas – Hizo una pausa, esbozó una leve sonrisa y finalmente asintió:

    – Pero creo que tienes razón... me da más miedo el corredor...

    La joven esposa guardó silencio, mirando a la pareja de amigos que iban con ellos, sentados en el asiento opuesto del carruaje. Irene suspiró, buscando comprensión en los ojos de sus compañeros de viaje, pero solo encontró reproches silenciosos. La pareja, firme, fingió ignorar los truenos y relámpagos, convencida que aun estaban bajo la protección divina; por lo tanto, ningún daño les vendría a ellos.

    La tormenta parecía perseguir al carruaje, que avanzaba rápidamente por el camino pedregoso. Las gravas vibraban bajo el paso violento de las ruedas de hierro. Irene, que no conocía ese camino, sintió que la ansiedad la envolvía. Tembló más que todo el famoso corredor embrujado, los árboles del macabro bosque temblaron ante la intempestiva acción del fuerte viento. Sin previo aviso, entraron en el aterrador terreno, y enormes árboles comenzaron a emerger, amenazando a través de la ventana del vehículo. Mientras Irene continuaba con ese terror en los ojos, su amiga le sugirió:

    – Haz una oración pidiendo protección divina. Sé que no es muy religioso, pero te haría mucho bien. Te lo puedo asegurar...

    Tan pronto como la mujer terminó de hablar, el carruaje dio una fuerte sacudida y se detuvo repentinamente.

    El marido de Irene volvió a asomar la cabeza y regañó impacientemente al conductor:

    – Diablos, ¿qué pasó ahora? ¡No podemos parar! Si no, la tormenta nos alcanzará, ¡maldita sea!

    Los caballos no quieren seguir, mi señor – trató de explicar el cochero lo inexplicable –. No puedo hacerlos caminar. Voy a bajar a ver si hay algo obstruyendo el paso.

    – ¡Pues hazlo rápido! ¡Y procedamos sin demora!

    Irene temblaba de pies a cabeza, mirando los árboles fantasmagóricos.

    – ¡Por favor Irene! Cálmate.

    La joven, presa de un inmenso terror, no pudo decir nada. Se sentía como si esas ramas fueran zarzas que pronto entrarían en el carruaje y los aplastarían a todos...

    El cochero apareció en la ventanilla, expresivo...

    – No hay nada que impida el paso, mi señor. Pero seguro que algo o algo está asustando a los animales...

    Irene estaba furiosa. Lord Henry, molesto, saltó del carruaje y subió a la caja, tomando las riendas del conductor en una mano y el látigo en la otra. Empezó entonces a castigar duramente a los caballos.

    – ¡Vamos! ¡Caminen, bestias, deprisa, muévanse, malditos!

    Los azotaba cada vez más y con mayor intensidad. De repente, sin avanzar un solo paso, los caballos relincharon y se elevaron en el aire, sacudiendo el carruaje al extremo.

    – Estúpidos animales...

    Tan pronto como los caballos tuvieron los pies en el suelo, Lord Henrique y los dos cocheros observaron con asombro una figura aparentemente femenina que acababa de emerger de los árboles, vestida de blanco, flotando lentamente hacia ellos. Lord Henry no pudo decir una sola palabra, petrificado.

    El silencio mortal fuera del carruaje contagió a Irene, que se encogió aun más en su asiento y, cerrando los ojos con fuerza, tartamudeó de miedo:

    – ¡Es él! ¡Estoy segura!

    – ¿Él quién, criatura? – Preguntó su amiga con impaciencia.

    El fantasma de Dark Hedges

    PRIMERA PARTE

    Y conoceréis la verdad, y ella os hará libres.

    JESÚS

    CAPÍTULO I

    El blanco cubría el paisaje a lo largo de la Avenue des Champs–Elysees, una de las zonas más de moda de todo París. Con su hilera de castañas de las indias, la nieve proporcionaba en aquella región de la metrópolis un aire bucólico y fascinante. En todos los rincones, los turistas aprovecharon el cielo despejado que había surgido, tras varios días cubiertos por el mal tiempo, y fotografiaron los famosos monumentos franceses. Aunque el frío era intenso, el paisaje era de una belleza inigualable, el cielo azul, sin nubes, dejaba a la vista un sol débil, pero que lo cubría todo con su calor. La nieve se estaba derritiendo lentamente, revelando las ramas secas de los árboles.

    Karen estaba recostada en su silla, observando el intenso movimiento. Le encantaba el invierno. Vio cuando llegó Lucas, estacionó su moto frente al Café y Restaurante Fouquet's y la saludó:

    – ¡Karen! ¿Estás loca? ¡Aquí fuera con este frío!

    Ella lo recibió con una amplia sonrisa y, al estilo brasileño, repartió tres besos en las mejillas de su amigo.

    – Olvidaste que soy alemana, mi amigo tropical.

    – Y yo soy brasileño. ¡Vamos adentro, por favor!

    Sin resistirse, recogió su mochila, agarró el café aun caliente que estaba bebiendo y entró justo detrás de su amigo. Después que se instalaron, le preguntó al mozo:

    – Un chocolate caliente, ¿por favor? – Luego se volvió hacia su amigo y le preguntó con ansiedad:

    – ¿Y Dhara? ¿Hablaste con ella?

    – Ya está en camino. Tenía una reunión en la compañía esta mañana, pero ya terminó. Ella ya llega.

    – La vida de Relaciones Públicas es muy agitada... No me imaginaba que ella llegaría a donde está tan rápido. Por supuesto que le diste un empujoncito...

    Karen negó con la cabeza, sin entender la expresión utilizada por Lucas. Y ella ni siquiera necesitó pedir explicaciones, porque él no tardó en aclarar:

    – Le diste un gran empujón en su carrera, dando las mejores referencias para su empresa. Ustedes trabajan para uno de los grupos farmacéuticos más poderosos del mundo. ¿Sabía que el año pasado el número de patentes de sus medicamentos aumentó en un veinte por ciento?

    – Claro que lo sé. Y algunas de las patentes fui yo misma que las recomendé. En cuanto a Dhara, es muy competente y profesional. No hice nada por ella, solo la señalé. Todo lo demás es mérito suyo.

    El camarero trajo el pedido de Lucas y, después de alejarse, el brasileño sorbió dos veces su chocolate; miró a su alrededor la gran cantidad de turistas dentro del café–restaurante y comentó:

    – Realmente te encanta este lugar, Karen. Siempre el mismo punto de encuentro.

    – ¿Y hay un lugar mejor en París? Disfruto de la vista desde este lugar.

    ¡Ella me encanta! Por cierto, adoro cada detalle arquitectónico de esta magnífica ciudad.

    – Verás que en otra vida fuiste arquitecto.

    Karen sonrió, tomó el último sorbo de su café y respondió.

    – No existen otras vidas, Lucas. Eres tan inteligente... necesitas reciclar tus ideas de una vez. No hay prueba científica de la existencia de otras vidas, ni del espíritu, ni del alma, ni de todas estas... estas...

    Incluso antes que terminara, Lucas la miró con una mirada penetrante y de reproche, diciendo:

    – Éstas cosas insisto en defender.

    Lucas terminó su chocolate caliente, dejó la taza sobre la mesa y, sin apartar los ojos de su amiga, levantó la mano llamando al encargado. Cuando ella se acercó, le preguntó amablemente:

    – Un chocolate más, s'il vous plait – Luego volvió a mirar a su amiga y la reprendió con humor.

    – Señora sabelotodo, ¿nunca ha escuchado esa famosa frase: Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que se soñaban en su filosofía1?

    – Eso es pura poesía, no ciencia, querido –. Era Dhara quien llegaba, ya interviniendo en la conversación de los amigos.

    Lucas se levantó para recibirla y se alejó un poco para que ella se acomodara a la mesa con ellos.

    – ¿Qué vas a querer, amiga?

    – En un ratito, yo pido. ¿Cómo estás, Lucas?

    El amigo miró a las dos excompañeras de pensión estudiantil y habló con tristeza:

    – Insatisfecho. ¡Brasil es basura! En una situación lamentable.

    Karen logró esbozar una leve sonrisa y dijo irónicamente:

    – ¿Pero no son los brasileños tan religiosos? ¿De qué sirve, entonces? Mira el resultado. El misticismo, las creencias, debilitan el alma, Lucas. No la ennoblecen.

    – Hemos hablado de esto muchas veces, Karen. Y tú siempre me estás provocando, fastidiándome. ¿Por qué haces eso? Si estás tan seguro de tus creencias materialistas, ¿por qué te preocupas tanto por la religiosidad de los demás? ¿Con la fe?

    Karen se sintió muy incómoda con esa pregunta; sin embargo, sin mover un solo músculo, respondió rápidamente:

    – Sí, lo hemos hablado muchas veces, porque no puedo dejar de verte, un hombre tan inteligente, culto, un profesor brillante, un filósofo, un pensador con tantas maestrías y doctorados, y; sin embargo, con el tiempo A lo largo de los años y su crecimiento profesional, sigue creyendo en la existencia de Dios y el espíritu, tal como lo hizo cuando nos conocimos. ¡Tu religiosidad me irrita! Imaginé que, a medida que maduraras, tu visión del mundo cambiaría, y que entrarías en contacto con la realidad y abandonarías ese pensamiento pueril, infantil de una vez por todas.

    – ¿Pensamiento pueril, infantil? No sabes nada de Espiritismo. Nunca quisiste leer sobre eso, incluso cuando murió tu padre y sufriste tanto...

    Karen se quedó sería el recuerdo de su padre. Ella odiaba hablar de ese asunto, y Lucas era muy consciente de eso.

    – Está bien. Me la devolviste. Todo bien. Toqué tu punto vulnerable y me diste mi merecido.

    – No fue eso, no; yo...

    – Está bien, ya es suficiente – intervino Dhara –. Han pasado cinco años desde nuestro último encuentro. Tenemos muchos temas de qué hablar. Por favor, no volvamos a los que siempre han sido nuestros puntos de desencuentro –. Y, tocando cariñosamente el brazo de Lucas, preguntó por fin:

    – ¿Cómo está la universidad con toda esta confusión en Brasil? ¿Y tu investigación? Y Luisa, ¿cómo está? ¿Han decidido si adoptan o no a un niño? Me dijiste que esa era tu intención cuando descubriste sus problemas de infertilidad.

    – Estamos al principio del proceso. De hecho, recibió un gran golpe cuando descubrió que no podía tener hijos. Fue muy difícil para ella, ya sabes...

    Karen escuchó la conversación, sin decir nada. Su mente divagó después de la interrupción de Dhara y recordó los momentos difíciles que había tenido cuando su padre enfermó y murió. La polémica con la madre, que quería adoptar únicamente tratamientos naturales y homeopáticos; a diferencia de ella, que solo creía en los resultados concretos de la investigación alopática y nada más. Salió de sus sueños cuando escuchó que lo llamaban por su nombre.

    – ¿Y tú Karen? ¿Sigues firme en la decisión de no tener más hijos? ¿Karen?

    – Oh, lo siento. Sí, al menos por ahora. Johan quiere, pero ni siquiera tengo tiempo para darle a Nina la debida atención... Ya le dije que estoy casada con dos hombres: él, por supuesto, y mi jefe.

    Los amigos continuaron en una conversación animada y entretenida. Los tres vivían en una pensión estudiantil en Inglaterra mientras estudiaban en diferentes cursos. Enfrentaran juntos los desafíos de la graduación. Dhara era de origen indio y su familia vivía en Inglaterra, pero para estudiar periodismo tuvo que enfrentar a sus padres, los prejuicios de la familia, y decidió irse de casa. Karen era alemana y eligió estudiar en Inglaterra, en Londres. Lucas era brasileño y siempre había tenido un intenso deseo de estudiar en el extranjero, en cualquier nación europea, el encuentro de los tres había sido una experiencia mágica para ellos. Karen había alquilado un apartamento diminuto con dos colegas alemanes que terminaron encontrando un lugar más agradable y dejándola sola con todos los gastos, juró que nunca más volvería a compartir su apartamento con sus compatriotas y terminó encontrando a Dhara y Lucas. Para él, espírita, que creía en la sincronía de la vida y en los planes superiores para todos los seres, el encuentro de los tres fue un reencuentro. Pero para Karen, que alimentaba una filosofía materialista de la vida, así como para Dhara, quien, para compensar sus pérdidas emocionales por la desaprobación familiar, alimentó una ambición extrema por el éxito profesional, eso había sido justo y nada más que un placer, un capricho del destino... Los tres habían mantenido una gran cercanía después de terminar la universidad y, además de hablar mucho, siempre que era posible, se reunían. Y allí estaban una vez más.

    CAPÍTULO 2

    Tan pronto como los tres se dieron cuenta, el clima cambió y la nieve comenzó a caer nuevamente. Las ventanas del café, que ya estaban empañadas por la diferencia de temperatura, se volvieron aun más opacas. La temperatura en la calle cayó y los termómetros marcaron menos 7 grados centígrados. Pero para los tres amigos, a pesar del intenso frío, la conversación era muy animada.

    – Entonces, ¿continúas desarrollando tus estudios espíritas, Lucas?

    – Sí, Dara. Tú sabes que soy un adepto convencido del Espiritismo.

    – Entonces, ¿qué opinas, y el Espiritismo, sobre los problemas sociales que vivimos en estos días? El ser humano no evoluciona, Lucas. Para mí, está retrocediendo – Karen intervino con escepticismo.

    – Podría parecerlo, Karen. Pero esta situación que vivimos es el resultado de un materialismo exacerbado. De esta absurda escisión entre espíritu y materia.

    – Suenas como mi padre hablando, Lucas – comentó Dhara, tomando el último sorbo de su té –. Siempre menciona estas cuestiones entre el espíritu y la materia. Pero no puedo aceptar lo que dice. Creo que hay muchas creencias erróneas en las tradiciones hindúes de mis antepasados... Sus tradiciones culturales y religiosas aportan muchos conceptos interesantes a los occidentales. Pero entiendo que sienta tales lagunas al aplicar el conocimiento milenario de su cultura religiosa a la vida práctica de hoy. Sin embargo, esto no significa que no tengan un gran valor pragmático.

    Dhara fijó sus enormes y expresivos ojos negros en Lucas, recordando a su padre, sus muchos y largos sermones sobre la falta de valores de la civilización occidental y los peligros de desligarse de las tradiciones védicas de sus antepasados. La familia no era musulmana, como gran parte de la población india, sino hindú y seguía estrictamente las enseñanzas de los Vedas2.

    – ¿No lo crees, Dhara? – Lucas le apretó el antebrazo, despertándola de sus recuerdos lejanos.

    – ¡Lo sé, Lucas! Creo que estos asuntos son muy confusos. Solo quiero ser feliz y vivir en paz.

    Karen miró por la ventana, observando los árboles de la famosa avenida parisina, entre los copos de nieve que caían en profusión. Estaba aburrida con esa conversación. En un momento, la puerta se abrió y cinco amigos entraron, hablando y riendo, emocionados y ruidosos. Era un grupo de turistas indios que hablaban un dialecto inusual. De repente, Dhara se echó a reír, puso la cabeza entre las manos sobre la mesa, atónita, molesta.

    – ¿Que paso amiga? ¿Te sientes mal? – Preguntó Karen, solícita.

    – ¡Caramba! ¡Qué sentimiento tan extraño es este! ¡Parece un déjà vu!

    – ¿Quieres un poco de agua?

    – No es necesario. Estoy bien. Fue una sensación muy fuerte, hasta me mareó. Tan pronto como escuché el dialecto de estas personas, tuve una sensación muy extraña.

    – Pero, ¿qué se sentiste exactamente? – insistió Karen.

    – Fue… bueno… – Dhara miró a Lucas y Karen, un poco vacilante –. Era una especie de recuerdo lejano, como si ya conociera este idioma y también el antiguo lugar donde se habla.

    – ¿Casi un recuerdo o era un recuerdo? – preguntó Lucas –. ¿Viste algo, algún rastro?

    Temiendo el juicio de Karen y el suyo propio, Dhara disimuló:

    – Ah, no importa. Ya pasó. Esta todo bien. Creo que pediré otro té, muy caliente.

    Se sirvió otra ronda de bebida caliente, y los tres se calentaron con ellos, cuando finalmente Lucas habló:

    – Mira, Dara. Esto de déja vu realmente sucede. No tienes que sentirte rara al respecto. Hay decenas, miles de informes sobre experiencias como la que tienes ahora.

    – Lucas, olvídalo. Eso no es lo que pasó. Me mareé Y fue solo eso.

    – Fuiste tú quien dijo que tenías una especie de recuerdo y la sensación de déja vu; es decir, que ya había vivido esa misma experiencia, de la misma manera, en otro tiempo y lugar.

    Dhara miró a Karen, temerosa de profundizar más en la conversación. Conocía bien a la amiga de la pensión y a la científica de renombre que era, completamente aversiva a las cuestiones espirituales. Se disponía a responder, cuando Karen, como si ya adivinara sus pensamientos, intervino:

    – Lucas, ya está más que probado que el déja vu no es solo un fenómeno cerebral. Nada más. Existen numerosas investigaciones sobre el tema. Es solo que intentes averiguarlo. Es una especie de falla en el procesamiento del cerebro. Y nada más.

    – Para ti, que eres materialistas, puede que

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