Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Modernidades alternativas: El siglo xx de Antonio Gramsci
Modernidades alternativas: El siglo xx de Antonio Gramsci
Modernidades alternativas: El siglo xx de Antonio Gramsci
Libro electrónico423 páginas5 horas

Modernidades alternativas: El siglo xx de Antonio Gramsci

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Numerosos términos del pensamiento de Antonio Gramsci, como "hegemonía" y "revolución pasiva", han sido frecuentemente malinterpretados y erróneamente empleados a lo largo del siglo XX, circunstancia que ha oscurecido su significado y dificultado su comprensión para los estudiosos de su obra. Con la finalidad de precisar éstas y otras nociones gramscianas, Giuseppe Vacca realiza un repaso por los escritos de su paisano para indagar sobre la aparición y el desarrollo de sus conceptos. Una vez aclaradas las posiciones del pensador italiano, se sumerge en las dimensiones más propiamente filosóficas de su discurso y conduce al lector por una reflexión acerca de cómo la constitución de sujetos y la traducibilidad del lenguaje llevaron a la creación del "americanismo", el comunismo y el fascismo, y de que a pesar del paso del tiempo las ideas de Gramsci pueden ser trasladadas y aplicadas al siglo XXI.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 ene 2023
ISBN9786071677075
Modernidades alternativas: El siglo xx de Antonio Gramsci

Lee más de Giuseppe Vacca

Relacionado con Modernidades alternativas

Títulos en esta serie (100)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Filosofía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Modernidades alternativas

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Modernidades alternativas - Giuseppe Vacca

    Portada

    Modernidades alternativas

    Sección de Obras de Filosofía

    Giuseppe Vacca

    Modernidades alternativas

    El siglo XX de Antonio Gramsci

    Traducción

    JUAN JORGE BARBERO

    Fondo de Cultura Económica

    Primera edición, 2022

    [Primera edición en libro electrónico, 2022]

    Distribución en América Latina

    Fondazione Gramsci

    El Fondo de Cultura Económica agradece a la Fondazione Gramsci

    y al Dr. Juan Jorge Barbero por su apoyo en la traducción al español de esta obra.

    © 2017, Giulio Einaudi editorie s.p.a., Torino

    Título original: Modernità alternative. Il Novecento di Antonio Gramsci

    D. R. © 2022, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14110 Ciudad de México

    Comentarios: editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. 55-5227-4672

    www.fondodeculturaeconomica.com

    Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere

    el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

    ISBN 978-607-16-7628-3 (rústico)

    ISBN 978-607-16-7707-5 (ePub)

    Impreso en México • Printed in Mexico

    Índice general

    Prefacio

    Introducción. Los estudios gramscianos en Italia hoy

    I. El concepto de hegemonía

    1. «Fracturas históricas»: la Gran Guerra y la Revolución de Octubre

    2. El problema de la revolución en Italia y la «hegemonía del proletariado»

    3. El ensayo sobre la cuestión meridional: primer esbozo de una teoría de los intelectuales

    4. Origen de los cuadernos

    5. ¿Gramsci, teórico de la «revolución en Occidente»?

    6. El concepto de hegemonía en los cuadernos

    7. Interdependencia, «hegemonía civil», «hegemonía internacional»

    8. La crisis del Estado moderno y sus remedios: cosmopolitismo político y supranacionalidad

    II. ¿Qué es la «revolución pasiva»?

    1. Desarrollos del concepto de «revolución pasiva»

    2. El análisis de la historia de Italia, de la guerra al arresto

    3. La Italia liberal y el fascismo en los cuadernos

    4. La «revolución pasiva» en el escenario internacional: América, Europa, Unión Soviética

    III. Del materialismo histórico a la filosofía de la praxis. Fundamentos de una teoría procesal del sujeto

    1. El movimiento turinés de los Consejos de Fábrica

    2. El programa de investigación de los cuadernos

    3. «Una herejía de la religión de la libertad»

    4. Economicismo y cientificismo

    5. El socialismo como proceso generador de una nueva racionalidad

    6. La constitución del sujeto político

    IV. Hegemonía y democracia

    1. La herencia del liberalismo

    2. Crisis y críticos de la democracia

    3. «El moderno príncipe»

    4. Europa después del fascismo

    5. Epílogo

    Escritos de Antonio Gramsci citados

    Índice de nombres

    Prefacio

    Cuando en 2012 publiqué Vida y pensamiento de Antonio Gramsci, 1926-1937,¹ hacía ya algunos años que el libro que aquí se edita estaba en gestación. Ambos trabajos pertenecen al mismo programa de investigación, pero decidí presentar primero la reconstrucción de la biografía de Gramsci en sus años de reclusión porque las vicisitudes políticas y humanas de su vida son esenciales para comprender el pensamiento que en esos años produce. Sucesivamente, he reconstruido la génesis, el desarrollo y las correlaciones entre sus principales categorías y ha nacido este libro, que se coloca en la nueva fase de estudios gramscianos a la que me refiero en el ensayo introductorio. Aquí me gustaría desarrollar algunas consideraciones sobre cada uno de los capítulos y acerca de Modernidades alternativas, el título del libro.

    Como testimonia la bibliografía gramsciana on line,² desde hace 40 años los escritos de Gramsci y las investigaciones a ellos dedicadas conocen una difusión internacional creciente. Por esto, desde que me convertí en director del Istituto Gramsci (enero de 1988) he intentado dar impulso al diálogo entre los estudiosos de Gramsci en Italia y en el exterior, adquirir nuevos documentos y promover las investigaciones filológicas necesarias para la reconstrucción de su pensamiento. La palanca principal de estos trabajos, todavía en curso, es la Edición nacional de los escritos de Antonio Gramsci, sobre la cual también me detendré en la introducción. Acompañando el proceso polifónico y coral de la Edición nacional, he realizado un trabajo personal de esclarecimiento de las categorías gramscianas, ya que, frente a la dilatación de los usos de estas categorías, me pareció útil desarrollar una labor de limpieza conceptual.

    Tanto con la reconstrucción de su vida como con la clarificación de sus pensamientos, no pretendo establecer un canon interpretativo, sino que simplemente me propongo llenar las lagunas con el fin de ampliar las posibilidades de lectura de Gramsci. Por tanto, resulta conveniente recordar el concepto de ortodoxia que Gramsci usa a propósito de su «retorno a Marx». Este concepto aparece en la primera serie de los Apuntes de filosofía y es parte de las notas escritas entre mayo y agosto de 1930 en las que se delinea su proyecto de «revisión» del marxismo. En la tercera nota (Dos aspectos del marxismo, de mayo de 1930) Gramsci define la situación del marxismo, desplegado en los casi 50 años transcurridos desde la muerte de Marx, en términos que no han sufrido el desgaste del tiempo:

    El marxismo tenía dos tareas: combatir las ideologías modernas en su forma más refinada y despejar la mente de las masas populares, cuya cultura era medieval. Esta segunda tarea, que era fundamental, ha absorbido todas sus fuerzas, no sólo «cuantitativamente», sino «cualitativamente»; por razones «didácticas» el marxismo se ha confundido con una forma de cultura un poco superior a la mentalidad popular, pero inadecuada para combatir las otras ideologías de las clases cultas, mientras que el marxismo original era precisamente la superación de la más alta manifestación filosófica de su tiempo, la filosofía clásica alemana.³

    Para desembarazarse de los «marxismos en combinación», Gramsci proponía un «retorno a Marx» bajo el signo de una nueva ortodoxia:

    La ortodoxia no debe buscarse en este o aquel discípulo de Marx, en esta o aquella tendencia ligada a corrientes extrañas al marxismo, sino en el concepto de que el marxismo se basta a sí mismo, contiene en sí todos los elementos fundamentales, no sólo para construir una concepción total del mundo, una filosofía total, sino para vivificar una organización práctica total de la sociedad, es decir, para devenir una civilización integral, total.

    Como ha sido puntualmente demostrado, los criterios indicados por Gramsci para aprehender «el ritmo del pensamiento» de Marx son también válidos para su propio pensamiento,⁵ y he intentado seguirlos. Los dos tramos citados sirven entonces para aclarar los objetivos y los límites de las investigaciones reunidas en este libro.

    Los temas de los primeros dos capítulos —«El concepto de hegemonía» y «Qué es la revolución pasiva»— fueron objeto de un bimestre de clases de posgrado impartidas, en 2009, en el ámbito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Decidí mantener el carácter didáctico de las clases no por una servil fidelidad a su origen, sino para precisar el significado y los ámbitos de aplicabilidad de dos categorías fundamentales del pensamiento de Gramsci a veces sujetas a usos descuidados y confusos.

    El pensamiento de Gramsci asume una forma que convencionalmente se puede definir apenas como sistemática en los Cuadernos de la cárcel: obra póstuma, es bueno recordarlo, que vive a través del trabajo cada vez más preciso de sus editores.⁶ Su pensamiento se origina en el análisis de las vicisitudes políticas, de los procesos económicos y de la vida cultural de su tiempo, teniendo a Italia como laboratorio principal; pero desde la Gran Guerra la mente de Gramsci se proyecta hacia una dimensión global. Ya en los primeros años de su reflexión concibe la historia contemporánea como «historia mundial», de la cual es posible recortar «historias nacionales», siempre que se sepan captar los nexos con la historia internacional. Nace así un estilo de pensamiento que distingue los análisis de Gramsci incluso cuando —grosso modo, entre 1916 y 1930— aún no había elaborado una verdadera narración del siglo XX. Esta narración se obtiene de los Quaderni, que sin embargo no son sólo esto, ya que su pensamiento se nutre de una reinterpretación global de la modernidad.⁷ De todos modos, la tarea que me propuse en el primer capítulo es seguir el desarrollo del concepto de hegemonía desde la aparición del término (en L’Ordine Nuovo de 1919) hasta la redacción de los «cuadernos especiales», tratando de arrojar luz sobre las situaciones históricas con las que está relacionado. Ésta me parece la vía maestra para esclarecer el significado de la concepción de la política como lucha por la hegemonía, en torno a la cual la filosofía de la praxis gira. El mismo procedimiento seguí en el segundo capítulo al analizar el concepto de «revolución pasiva», complemento historiográfico del concepto de «hegemonía».⁸

    Desde la década de 1970 «hegemonía» y «revolución pasiva» son conceptos sobre los cuales trabaja la mayor parte de los intérpretes de Gramsci y quienes a él recurren para reconstruir historias nacionales y acontecimientos mundiales. En esta vastísima producción aparecen parejas conceptuales del tipo «hegemonía»/«contrahegemonía», «revolución pasiva»/«revolución activa», que revelan evidentes malinterpretaciones del pensamiento de Gramsci. La dificultad de comprenderlo deriva, casi siempre, de la urgencia de extraer recetas de uso político inmediato. Valga como ejemplo la tendencia a aplicar el concepto de «revolución pasiva» a los últimos decenios de la historia mundial. En el discurso público, este periodo histórico a menudo se asocia con una presunta hegemonía neoliberal y el concepto de «revolución pasiva» es esgrimido para afirmar que las clases dominantes habrían hecho un buen uso de las insurgencias de 1968 para canalizar sus pulsiones libertarias en una potenciación mundial de la mercantilización. En los Cuadernos de la cárcel el concepto de «revolución pasiva» entra en combinación con el de «guerra de posiciones» y el concepto de «hegemonía» implica la capacidad de las clases dominantes de producir estabilidad y generar consenso. Son entonces conceptos dialécticos, que presuponen una unidad espacio-temporal compartida por gobernantes y gobernados, conformada por geometrías variables, en cualquier caso, reversible. Estos conceptos rechazan lógicas binarias o clasificatorias: si el concepto de «hegemonía» es declinable sólo como «lucha de hegemonías», el de «revolución pasiva» implica el consenso más o menos consciente de las «clases subalternas», incluso cuando las «clases dominantes» reafirman la subordinación de aquéllas mediante la absorción de sus élites y asumiendo una parte de sus reivindicaciones. El concepto define, entonces, la fenomenología de la modernidad en una época en la que «las masas» están presentes en la escena de la historia, organizadas de diversas formas, aunque sin capacidad de disputar la hegemonía a las clases dominantes. Sería realmente difícil sostener que las luchas políticas internas e internacionales, en curso en los últimos 40 años, se han venido desarrollando según las formas de la «guerra de posiciones», y sería más difícil todavía demostrar que el mundo en el que vivimos, signado por nuevas guerras, exterminios y devastaciones que no hemos logrado aún definir conceptualmente, esté caracterizado por la sustitución de un orden que se estaba deshaciendo por un orden hegemónico nuevo.

    Obviamente, con estas precisiones no pretendo «actualizar» a Gramsci. Un clásico es tal porque su pensamiento excede los confines de su tiempo y esta virtud le permite en ocasiones atravesar los siglos y los milenios. Pero quienes comparten el juicio de que Gramsci es un clásico tienen por misión colocar su pensamiento en su época, pues sólo una labor de esa naturaleza abre sus páginas a la más amplia pluralidad de lecturas que el cambio de los tiempos y de las preguntas puede suscitar. Éste es el sentido de la recuperación del concepto gramsciano de ortodoxia que en las primeras líneas de este prefacio he planteado. El método seguido en la reconstrucción de los conceptos de «hegemonía» y «revolución pasiva» tiene, por consiguiente, un carácter francamente historiográfico.

    Esto vale también para el tercer capítulo —«Del materialismo histórico a la filosofía de la praxis»—, que tiene una impronta ensayística. Allí se busca hacer emerger la dimensión más propiamente filosófica del pensamiento de Gramsci echando luz sobre la traducibilidad de los lenguajes que Gramsci indica como rasgo distintivo de su reflexión. También en este caso puede ayudar a aclarar el concepto el hecho de tomar como punto de partida algunas malinterpretaciones de su pensamiento. Gramsci usa habitualmente las nociones de unidad o identidad de política y filosofía, y esto hace surgir la idea de que se propuso desarrollar una «filosofía de la revolución» para ponerla al servicio de la política. Esta lectura nace de los difundidos equívocos existentes sobre el modo de articular pensamiento y acción: para Gramsci la unidad de teoría y práctica es un problema histórico y gnoseológico, no un imperativo moral. La expresión «filosofía de la praxis», que desde 1932 remplaza a la de «materialismo histórico», designa la formación de un pensamiento marcado por conceptos que valen tanto para el análisis histórico como para la iniciativa política. Se trata, entonces, de una nueva filosofía, que se puede comprender sólo si se reconstruye la especificidad de las categorías analíticas y estratégicas que la configuran.

    Sin embargo, no he tenido la intención de exponer todo el sistema de la filosofía de la praxis. Adhiriendo al principio de que «Gramsci fue un teórico de la política, pero sobre todo un político práctico, es decir, un combatiente»,⁹ he buscado poner el foco en su problema fundamental, vale decir, en el problema del sujeto, en torno al cual gira toda la filosofía moderna. En los Cuadernos de la cárcel este problema culmina en la pregunta «cómo se forman las voluntades colectivas permanentes»,¹⁰ que desemboca en una concepción procesal de la subjetividad: en otras palabras, para Gramsci el sujeto no es dado sino que es el resultado de combinaciones dinámicas de las relaciones entre «intelectuales» y «masas». En el dispositivo teórico de la constitución de los sujetos, hegemonía, revolución pasiva y traducibilidad de los lenguajes son conceptos cardinales y por esto he dedicado mi indagación principalmente a su reconstrucción. Generados por un original entrelazamiento de análisis histórico y proyectualidad política, aquéllos dan cuerpo a una narración del siglo XX centrada en tres experiencias: el «americanismo», el comunismo y el fascismo. La historia mundial hacia la que Gramsci dirigió su mirada abarca apenas 20 años, pero sus análisis superan a los de sus contemporáneos y componen una vívida figura de la primera mitad del siglo XX. Desmanteladas entre los decenios de 1970 y 1980 las narraciones progresivas de la historia del siglo XX que habían sostenido la difusión de la democracia, se han impuesto narraciones ideológicas —el siglo del Holocausto, la «edad de los extremos», el siglo de los totalitarismos— que detienen el tiempo en los años cuarenta del siglo pasado. Pero el nexo entre pasado y presente no puede ser quebrado. Cuando esto sucede se vuelve aleatorio, si no del todo imposible, interrogar al presente con la mente dirigida hacia el futuro. Si, por tanto, se quiere declinar la «actualidad» de Gramsci, conviene remontarse a su percepción del americanismo, del comunismo y del fascismo como figuras alternativas de una nueva estación de la modernidad, percibida por una mirada sobre la historia del siglo XX que todavía nos habla.

    El último capítulo —«Hegemonía y democracia»— aborda un tema crucial del debate entre los intérpretes de Gramsci. Ofrece una verificación puntual del nexo entre la política como lucha por la hegemonía y una teoría de la democracia que hunde sus raíces en la morfología de la modernidad. Frente a la crisis del sujeto moderno —el Estado-nación, el movimiento obrero, el partido político del siglo XX— no nos podemos detener en los procedimientos y las tematizaciones tradicionales de la democracia. Por tanto, la propuesta de leer a Gramsci como teórico de la sociedad civil, avanzada por Norberto Bobbio en 1967, puede considerarse un nuevo ejemplo de revolución pasiva. El parangón de esta lectura bobbiana con aquella que Benedetto Croce hace de Marx a finales del siglo XIX, sugerido en la «Introducción» y en el cuarto capítulo, nada tiene de gesto polémico. La propuesta de Bobbio pertenece a un periodo histórico en el que la lucha política tenía el carácter de «guerra de posiciones» y, a semejanza de la lectura crociana de Marx, parece el reflejo condicionado de una cultura dominante que, no contemplando posibilidades de desafíos hegemónicos que superen su universo conceptual, tiende a reducir el novum a una repetición del vetus. Por consiguiente, el parangón constituye también un válido ejemplo de cómo el concepto de «revolución pasiva» puede ser aplicado a experiencias posteriores a las investigadas por Gramsci, siempre que se sepan confrontar los respectivos contextos históricos.

    Francesca Izzo, Marcello Mustè y Silvio Pons han leído en su totalidad o en parte el texto mecanografiado y les agradezco por las observaciones y los consejos que me han permitido mejorarlo. El libro está dedicado a Dora Kanoussi, precursora de los estudios gramscianos en México y en América Latina, amiga queridísima y valiosa colaboradora a lo largo de 40 años.

    6 de octubre de 2016

    ¹ G. Vacca, Vita e pensieri di Antonio Gramsci, 1926-1937, Einaudi, Turín, 2012.

    ² Es posible consultarla en el sitio web de la Fundación Instituto Gramsci: www.fondazionegramsci.org.

    ³ A. Gramsci, Quaderni del carcere, edición crítica del Istituto Gramsci, Valentino Gerratana (ed.), 4 vols., Einaudi, Turín, 1975, pp. 422-423 (VG: nota 3, cuaderno 4). A lo largo del libro, cada vez que el autor consigna citas de los Cuadernos de la cárcel indicando las páginas de la versión italiana de la edición crítica de Gerratana, agregamos entre paréntesis la nota y el cuaderno a los que pertenece la cita, antecedidos por la sigla VG, que significa «Versión Gerratana». [T.]

    Ibid., p. 435 (VG: nota 14, cuaderno 4).

    ⁵ G. Cospito, Il ritmo del pensiero. Per una lettura diacronica dei «Quaderni del carcere» di Gramsci, Bibliopolis, Nápoles, 2011 [El ritmo del pensamiento de Gramsci. Una lectura diacrónica de los «Cuadernos de la cárcel», J. J. Barbero y R. Iorio (trads.), F. Giasi (pról.), J. J. Barbero (introd.), Peña Lillo/Continente, Buenos Aires, 2016].

    ⁶ Véase mi introducción a C. Daniele (ed.), Togliatti editore di Gramsci, G. Vacca (introd.), Carocci, Roma, 2005; F. Giasi, «L’eredità di Antonio Gramsci», en P. Togliatti, La politica nel pensiero e nell’azione. Scritti e discorsi 1917-1964, M. Ciliberto y G. Vacca (eds.), Bompiani, Milán, 2014, pp. 919-962.

    ⁷ M. Ciliberto, La fabbrica dei Quaderni. Gramsci e Vico (1980; vuelto a publicar en Filosofia e politica nel Novecento italiano. Da Labriola a «Società», De Donato, Bari, 1982); M. Ciliberto, «Cosmopolitismo e Stato nazionale nei Quaderni del carcere», en G. Vacca (ed.), Gramsci e il Novecento, 2 vols., Annali della Fondazione Istituto Gramsci, Carocci, Roma, 1999, vol. I, pp. 157-176; M. Ciliberto, «Rinascimento e Riforma nei Quaderni di Gramsci», en Ciliberto y C. Vasoli (eds.), Filosofia e cultura. Per Eugenio Garin, 2 vols., Editori Riuniti, Roma, 1991, vol. II, pp. 759-788; Ciliberto, «Gramsci e Guicciardini. Per una interpretazione figurale dei Quaderni del carcere», en Attualità di Gramsci, Bardi, Roma, 2016, pp. 59-75; A. Gramsci, Pensare la democrazia. Antologia dai «Quaderni del carcere», M. Montanari (introd. y ed.), Einaudi, Turín, 1997; F. Izzo, Democrazia e cosmopolitismo in Antonio Gramsci, Carocci, Roma, 2009, caps. II, IV y V.

    ⁸ Este enfoque lo confirman las introducciones a la edición facsimilar de los Quaderni del carcere debidas a Gianni Francioni, G. Cospito y Fabio Frosini, que en su conjunto componen una esclarecedora historia de los Quaderni.

    ⁹ P. Togliatti, «Il leninismo nel pensiero e nell’azione di A. Gramsci (Appunti)», en Togliatti, La politica nel pensiero e nell’azione, op. cit., p. 1121.

    ¹⁰ Gramsci, Quaderni del carcere, op. cit., p. 1057 (VG: nota 195, cuaderno 8).

    Introducción.

    Los estudios gramscianos en Italia hoy

    En una brillante monografía sobre la función de la lingüística en el pensamiento de Antonio Gramsci, Alessandro Carlucci escribe que el año 2007 marcó el inicio de nuevos desarrollos de los estudios gramscianos «especially in Italy».¹ Carlucci atribuye particular importancia a la publicación de los cinco volúmenes de la Edición nacional de los escritos de Antonio Gramsci que comenzó precisamente en aquel año con la salida de los Cuadernos de traducciones, hasta ese momento inéditos.² Su observación parece fundada, puesto que la empresa de una nueva edición crítica integral de los escritos de Gramsci, iniciada con esfuerzo en la década de 1990, ha contribuido tanto a la formación de una nueva camada de estudiosos como a una profunda renovación de los modos de estudiar el legado de Gramsci. Sin embargo, cabe recordar también la contribución brindada por los seminarios sobre el léxico de los Quaderni, organizados por la International Gramsci Society-Italia a partir de 2001, en los que participaron algunos colaboradores de la Edición nacional.³ Esta nueva fase en los estudios gramscianos ha generado una creciente mole de libros, ensayos, escritos periodísticos, de la cual no es fácil dar cuenta. En la edición revisada y ampliada de su libro Gramsci en disputa, Guido Liguori brinda sobre ella una amplia reseña, serena y precisa, incluso cuando se trata de bibliografía de dudoso valor.⁴ Aquí, en cambio, quisiera detenerme sólo en algunas obras de autores italianos que, a mi criterio, aportan a la investigación gramsciana innovaciones de muy alto significado. Son, en realidad, pocos libros respecto a los que se han publicado en la última década, pero los elegí porque comparten los criterios más idóneos para hacer progresar el conocimiento de Gramsci, vale decir, el análisis diacrónico de los escritos de la cárcel y la reconstrucción de su biografía. Estas publicaciones contribuyen de manera decisiva a eliminar la distorsión más grave de los estudios gramscianos remotos y recientes: disociar su vida de su pensamiento.⁵ En otras palabras, son obras historiográficas cuyo denominador común es la conciencia de que Gramsci fue «un teórico de la política, pero sobre todo […] un político práctico, es decir, un combatiente», y que «en la política se debe buscar la unidad de [su] vida: el punto de partida y el punto de llegada».⁶ Los autores de los cuales nos ocuparemos comparten también la convicción de que la figura de Gramsci «trasciende las vicisitudes históricas» del Partido Comunista Italiano y representa «un nudo, tanto de pensamiento como de acción, en el que todos los problemas de nuestro tiempo están presentes y se entrelazan».⁷

    En las pocas páginas de esta introducción no sería posible reconstruir su trasfondo; sin embargo, conviene recordar algunos momentos de un largo trabajo interpretativo sin el cual el proyecto de la Edición nacional ni siquiera habría nacido. Inmediatamente después de la publicación de la edición crítica de los cuadernos (ocurrida en 1975), el estudio diacrónico comenzó a producir nuevas indagaciones que fueron volviendo cada vez más inutilizable casi toda la bibliografía gramsciana precedente. Para dar una mirada de conjunto a lo que hasta entonces se había producido, conviene citar una página de la Historia de Italia publicada por Einaudi precisamente en 1975. Para resumir 25 años de estudios, Alberto Asor Rosa escribía:

    Gramsci encontraba el «bloque histórico» en Georges Sorel; la teorización de la distinción permanente entre gobernantes y gobernados en Mosca y Pareto; el concepto de reforma intelectual y moral en la entera tradición idealista italiana, de De Sanctis a Croce y Gentile […]; la relación entre fuerza y consenso, la figura del Centauro maquiaveliano, en Mosca y en Croce; el concepto de historia ético-política, la política como pasión, el elemento religioso de la filosofía, y muchas otras cosas, en Croce; numerosos elementos de sugestión en torno a la teoría del partido político moderno, en Michels; las simpatías liberistas en Einaudi y en otros teóricos del libre-cambio. También en lo referente a su marxismo, es preciso reconocer que es fuertemente dependiente de esta tradición de pensamiento burgués italiano. Nadie se atrevería a sostener que Gramsci haya sido un lector atento y constante de El capital […] La propia recuperación convencida de la definición del marxismo como filosofía de la praxis revela la relación profunda de Gramsci con esta tradición precedente. Se puede decir, en efecto, sin duda con razón, que él realiza aquí una recuperación de la parte más auténtica de la reflexión de Antonio Labriola. Pero Gramsci vuelve a Labriola, sin lugar a dudas, pasando a través de la relectura idealista que de Labriola habían hecho Croce y Gentile, en un proceso, sin embargo, de constante revolucionamiento teórico, propio de buena parte de su actividad de pensador.

    A 50 años de distancia de aquel escrito creo que, más allá de la posición cultural del autor,⁹ éste refleja fielmente un rasgo común de los estudios gramscianos del periodo precedente a la edición crítica de los cuadernos: la inclinación predominante a disolver el pensamiento de Gramsci en la genealogía de sus fuentes, según una inveterada costumbre combinatoria de corte académico.

    La edición temática de 1948-1951 no impedía el desarrollo de una lectura diacrónica de los cuadernos, pero la volvía muy dificultosa (y, hasta donde sé, ella fue afrontada sólo por Franco De Felice).¹⁰ La edición crítica, en cambio, instó a la comparación entre las primeras redacciones de las notas y las posteriores, creando las condiciones para hacer visible el andamiaje conceptual de la filosofía de la praxis gramsciana. Fundamental fue el afinamiento de los criterios de datación de los cuadernos realizado por Gianni Francioni,¹¹ mientras que la profundización del concepto de «revolución pasiva» cambiaba la interpretación de la teoría de la hegemonía.¹² Pero la fase que lleva a la Edición nacional comenzó en 1989, no sólo porque aquel año marcó el fin del «socialismo real» y del Partido Comunista Italiano, sino también por algunos eventos concomitantes relacionados específicamente con los estudios gramscianos.¹³ El primero fue el Congreso «Gramsci en el mundo» (realizado en Formia, del 25 al 29 de octubre de 1989), en el que participaron numerosos traductores y editores de los escritos de Gramsci en las principales áreas lingüísticas del planeta. Este congreso dio impulso a la organización de los estudios internacionales sobre Gramsci, lanzando la bibliografía de John Cammett y creando la International Gramsci Society. El segundo fue el estudio, desarrollado por Aldo Natoli, del intercambio epistolar entre Gramsci y Tania Schucht. Si bien las cartas de Tania estuvieron en posesión de la Fundación Instituto Gramsci ya desde la década de 1960, nunca habían sido examinadas atentamente porque su figura era considerada irrelevante para la biografía del «prisionero». La investigación de Natoli, volcada al año siguiente en el libro Antigone e il prigioniero. Tania Schucht lotta per la vita di Gramsci,¹⁴ pone fin a un deplorable silencio, mostrando la figura de una mujer de gran espesor intelectual y fuerte temple moral, que por Gramsci había sacrificado más de 10 años de su vida («En realidad —le escribió Piero Sraffa, apenas recibida la noticia de la muerte de Gramsci— es sólo por su devoción y por la asistencia más que fraterna que sin interrupciones le ha prestado, que pudo sobrevivir estos años»).¹⁵ Pero la importancia de Tania para la vida del prisionero comenzó a percibirse completamente al año siguiente, gracias a la publicación de otros dos intercambios epistolares: los de Tania con la familia Schucht y con Piero Sraffa. El primero formaba parte de la correspondencia familiar, mientras que el segundo había sido donado por Sraffa a la Fundación Gramsci en 1974. Si bien las cartas «rusas» de Tania se detienen en 1934¹⁶ y sus cartas a Sraffa se utilizan parcialmente y sólo en las notas, los tres libros cumplieron, en conjunto, un papel fundamental en la reorientación de los estudios gramscianos. En primer lugar, favorecieron el trabajo de Chiara Daniele, que publicó la totalidad del epistolario entre Gramsci y Tania, acompañado por un aparato crítico imponente;¹⁷ en segundo lugar, resultaron indispensables para la reconstrucción de las vicisitudes editoriales de las Cartas y los Cuadernos de la cárcel que llegó a realizarse pocos años después.¹⁸ La progresión de los estudios señalados sumariamente no habría sido posible sin la reanudación de las investigaciones de la Fundación Instituto Gramsci en los archivos del Komintern, en Moscú, a partir de 1988, motivada, ante todo, por el proyecto de la Edición nacional, y si bien no se ha terminado aún, ha contribuido a llenar lagunas fundamentales en el conocimiento de la biografía política de Gramsci de los años 1922-1937.¹⁹ En conjunto, las investigaciones iniciadas en 1988-1989 y los resultados obtenidos en más de 15 años han confirmado los criterios inspiradores de la Edición nacional²⁰ y han favorecido la maduración de una nueva fase en los estudios gramscianos.

    Volviendo a las consideraciones de Carlucci por las que hemos empezado, conviene recordar que en el año 2007, septuagésimo aniversario del fallecimiento de Gramsci, no sólo comenzó la publicación de la Edición nacional de sus escritos, sino que la fundación que lleva su nombre dedicó el tradicional congreso de celebración al tema «Gramsci en su tiempo». El congreso se proponía reconstruir la biografía política e intelectual de Gramsci y se benefició de la contribución de estudiosos no sólo de su pensamiento, sino también de historia política, económica, de la cultura, de lingüistas, cubriendo así la expectativa de restituir sus diferentes contextos. El carácter coral y polifónico de aquella investigación no permite resumir aquí sus resultados, pero basta recorrer el índice de los dos tomos del libro editado para descubrir cuánto han cambiado la configuración y el enfoque de los estudios gramscianos: si volvemos al catálogo compilado por Asor Rosa en 1975, se puede observar fácilmente cómo para cada tema no se procede ya abordándolo por el camino de las sugestiones, las asonancias o las analogías (el sorelismo de Gramsci, el bergsonismo, el crocianismo, etc.), sino que los diversos aportes articulan fuentes, comparaciones e influencias para la reconstrucción de una individualidad histórica, para la formación de una cultura y de un carácter que delinean la unicidad y la unidad de la figura de Gramsci.²¹

    Entre los resultados más significativos de estas investigaciones se encontraba, ante todo, la posibilidad de ordenar el pensamiento de Gramsci en periodos distintos y bien caracterizados. La mayor parte de estos trabajos se había dedicado a la lectura diacrónica de los cuadernos y, reconstruyendo su léxico, las transformaciones semánticas y el progresivo afinamiento de sus categorías fundamentales, había sacado a la luz la formación de un pensamiento original, abierto pero sistemático, que no podía leerse en continuidad con el periodo precedente. A su vez, el pensamiento desarrollado por Gramsci entre 1914 y 1926 no se prestaba ya a ser indagado teleológicamente, con el objeto de identificar verdaderas o presuntas anticipaciones de los cuadernos. Ya en 1958 Togliatti había advertido sobre el riesgo de tratar «la obra de Gramsci, particularmente el contenido de los cuadernos, esforzándose por relacionar artificialmente una parte con otra, casi como si se tratase de obtener […] un manual del perfecto pensador y hombre de acción comunista», y había sugerido, a modo de criterio de análisis histórico, la investigación de los nexos entre «los momentos concretos de su acción» y «cada formulación y afirmación general de doctrina».²² En otras palabras, había sugerido conectar el estudio del pensamiento de Gramsci con la reconstrucción de los eventos de la historia italiana y mundial con los que Gramsci se había enfrentado desde su juventud hasta su muerte. Si en la lectura de los cuadernos esta advertencia ya había producido resultados innovadores,²³ la primera monografía sobre el «joven Gramsci», rigurosamente adherida a aquellos criterios, es el libro de Leonardo Rapone, El joven Gramsci. Cinco años que parecen siglos (1914-1919).²⁴ Cuarenta años después del libro pionero de Leonardo Paggi,²⁵ la lectura teleológica de los «escritos juveniles» y el énfasis sobre las genealogías culturales se presentaban anacrónicos, incluso engañosos. Por el contrario, Rapone sigue una dirección específicamente historiográfica, que se puede sintetizar del siguiente modo: considerando

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1