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Modernidad, nihilismo y utopía
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Modernidad, nihilismo y utopía
Libro electrónico239 páginas3 horas

Modernidad, nihilismo y utopía

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Aunque los siete ensayos que conforman este libro se originaron en diferentes oportunidades en la forma de conferencias universitarias, ellos se integran a una reflexión orgánica sobre la problemática de la modernidad considerada en diferentes perspectivas. Sobre lo que en este contexto queremos llamar la atención es sobre las consecuencias que todo ello tiene para el proceso del conocimiento: en realidad, en mayor o menor medida, el (des)conocimiento, en toda su complejidad y variedad, de las causas efectivas de los procesos, la sustitución de la genuina indagación por la mera comprobación de los hechos, a la cual, en la dimensión moral, social y política corresponde la represión en el sentido freudiano del término y, por lo tanto, el encubrimiento a través de la racionalización legitimadora.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 ago 2013
ISBN9789586652858
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    Modernidad, nihilismo y utopía - Rubén Jaramillo Vélez

    Modernidad, nihilismo y utopía

    BIBLIOTECA UNIVERSITARIA

    Ciencias Sociales y Humanidades

    Filosofía

    Jaramillo Vélez, Rubén, 1944-

    Modernidad, nihilismo y utopía / Rubén Jaramillo Vélez. – Bogotá: Siglo del Hombre Editores y Universidad de Antioquia-Gelcil, 2013.

    208 p.; 21 cm.

    Incluye bibliografía e índice

    1. Nietzsche, Friedrich Wilhelm, 1844-1900 - Crítica e interpretación 2. Nihilismo 3. Nihilismo - Historia 4. Pensamiento filosófico I. Tít.

    149.8 cd 21 ed.

    A1419517

    CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis-Ángel Arango

    Este libro fue financiado por la Estrategia de Sostenibilidad 2013-2014 del GELCIL otorgada por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Antioquia.

    © Rubén Jaramillo Vélez

    Primera edición, 2013

    © Siglo del Hombre Editores

    Cra 31A n.º 25B-50, Bogotá D. C., Colombia

    pbx: (57-1) 337 77 00, fax: (57-1) 337 76 65

    www.siglodelhombre.com

    © Universidad de Antioquia-Grupo de Estudios de Literatura

    y Cultura Intelectual Latinoamericana (Gelcil)

    Calle 67 n.º 53-108, Medellín, Colombia

    Tel. (57-4) 219 83 32

    www.udea.edu.co

    Carátula

    Alejandro Ospina

    Armada electrónica

    Ángel David Reyes Durán

    Conversión a libro electrónico

    Cesar Puerta

    e-ISBN: 978-958-665-285-8

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

    ÍNDICE

    Prólogo

    Juan Carlos Celis Ospina

    Presentación

    El nihilismo-origen y destino

    El rencor ante la ciudad

    El desarraigo como destino

    Poder y (des)conocimiento

    Vigencia de la utopía

    La lucha contra el olvido como lucha contra el fascismo

    Modernidad contra posmodernidad

    Apéndice. Entrevista a Rubén Jaramillo Vélez, 19 de octubre de 2008

    Bibliografía

    PRÓLOGO

    Desde la segunda mitad de los años ochenta, en nuestros tiempos de estudiantes universitarios, fuimos marcados por la lectura de la revista Argumentos, cuyos 36 números editados por Rubén Jaramillo Vélez entre 1981 y 1999, abrieron un continente de lecturas e incitaron una gran variedad de preguntas, acercándonos de paso al estudio disciplinado de la filosofía, la sociología, el psicoanálisis, la historiografía o la literatura. Además, conocimos a Rubén por haber asistido a sus conferencias y seminarios, donde participamos, en no pocas ocasiones, como organizadores.

    De forma paralela a las lecturas y encuentros con Rubén, muchos fuimos haciendo el tránsito de estudiantes a profesores universitarios, constatando en este movimiento la formación de un semillero de preguntas comunes, en buena parte producto del dialogo con él. Por esto, de unos años para acá hemos buscado entre periódicos, revistas y libros una imagen más completa del aporte de Jaramillo Vélez, encontrando en un primer intento cinco libros propios, la edición de un libro con los escritos de juventud de Marx traducidos por él (una primera edición de 1978 y la segunda aumentada y corregida de 2008), la colaboración en 18 libros, 13 prólogos y presentaciones de libros y revistas, 83 artículos en revistas, 38 artículos en magazines de periódicos, 47 reseñas y la traducción de 29 artículos del alemán.

    Pero de toda esta obra solo conocemos dos libros de compilación. Así es como en los noventa tuvimos la oportunidad de leer un libro compuesto de artículos tratados con él o leídos en hemerotecas; nos referimos a Colombia: la modernidad postergada, publicado por Editorial Temis, quizá su libro más conocido. Después tuvimos que esperar hasta 2004 para conocer otro libro de antología, publicado también por una editorial jurídica: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, titulado Problemática actual de la democracia. Entretanto, nos seguíamos entrevistando con él, leyendo sus ensayos y artículos, y asistiendo a sus conferencias.

    Con ese panorama en mente, emprendimos la labor de concebir algunas antologías y nos decidimos iniciar con este libro, porque nos muestra a un filósofo concentrado en la primera década del siglo XXI, decantando su observación del destino de la ilustración contemporánea. Es interesante constatar en los siete ensayos reunidos una etapa del autor, cuyo vínculo está definido por la apropiación del problema propio de la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort acerca de cómo había sido posible la revolución del nihilismo o, en otros términos, la barbarie del fascismo en la primera mitad del siglo XX, en un siglo que vio la plenitud de la modernidad y, a la vez, su agotamiento, a partir de la crisis ambiental de las últimas cinco décadas.

    Dicha apropiación se fundamenta en una comprensión de la modernidad como "la secularización progresiva de los contenidos de la vida y la universalización de la ratio moderna, con el despliegue planetario de la técnica y de la voluntad de poder del hombre fáustico, el hombre moderno",¹ en el proceso de universalización del principio de intercambio. Examinándola de forma crítica, incluso implacable por la referencia común de los siete ensayos al libro de ensayos escrito por Theodor Adorno y Max Horkheimer y publicado en 1947 bajo el título Dialéctica de la Ilustración, según el cual la Ilustración

    … había conducido no precisamente a la liberación del mito y a la realización de los ideales del espíritu, sino a la sistematización del terror, al aparato de la administración totalitaria, al asesinato masivo, a la agresión imperialista indiscriminada.²

    Notemos entonces que la modernidad es entendida como época propulsada por la subjetividad: la individualidad, el derecho a la crítica, la autonomía de la acción; como despliegue de la hegemonía de la razón sobre la fe, sobre los particularismos comunitarios, sobre los relativismos culturales. A pesar de lo cual se ha impuesto en su desenvolvimiento la lógica capitalista de la enajenación del hombre moderno o, expresado de otra forma, el primado de la razón instrumental. Por lo tanto, se trata de un proceso de achatamiento de la razón, reducida al dominio de la naturaleza, tanto externa como de la naturaleza que es el propio hombre. Frente al cual la tarea de la filosofía es reformular el concepto mismo de razón, para superar sus estrecheces.

    De esta manera, el autor nos advierte de forma implícita sobre lo necio de buscar en los ensayos acá reunidos definiciones, pues el género del ensayo, tan incómodo para los fanáticos de los procedimientos verificativos o los demandantes de manuales, se apropia de los conceptos, tal y como nos lo plantea Adorno en su formidable El ensayo como forma,³ a la manera del aprendiz de un idioma, sin recurrir al diccionario, sino por la apreciación de una misma palabra en contextos siempre cambiantes, exponiéndose al error, puesto que el ensayo es una investigación abierta, en disposición a ser leída en la configuración de sus conceptos en el proceso de la experiencia de la época.

    Así es como el recurso al ensayo es un reconocimiento del carácter fragmentario, de rebelión ante el sistema, ante lo acabado, retador de lo cerrado e inmutable. Con el ensayo el filósofo elabora sobre algo previamente hecho, ya sean conceptos o teorías, a la vez que sobre experiencias, sin apuntar a construir una teoría, sino a abrir las existentes. En el mismo orden de ideas, se opone al mito del homo academicus de la obra capital. Y aunque trabaja enfáticamente en la forma de exposición, se busca establecer el contenido de verdad de lo tratado, para decirlo en términos tan propios de Adorno.

    Los ensayos acá reunidos se acogen a características antisistémicas como las señaladas por Adorno para lo relativo al ensayo propio del pensamiento crítico, están estructurados como si se pudieran suspender en cualquier momento, dado que aparecen como discontinuos, encontrando unidad a través de sus rupturas y no en los intentos de ocultarlas. Por lo mismo, el orden escogido para la lectura de los ensayos depende del lector, acogiendo acá como criterio aleatorio la secuencia de publicación de estos en revistas y libros, aunque, a decir verdad, cuando ya todo estaba consumado, nos dimos cuenta que el sexto artículo se había publicado por primera vez en el año 2000 y, en consecuencia, debía ser el tercero, pero ya la composición había adquirido una tonalidad.

    De todos modos, nosotros presentaremos los ensayos en ese orden azaroso, nunca previsto por el autor; no obstante, le vemos un orden, un ritmo y una concatenación, pues se va de una lectura audaz de Nietzsche a un debate sereno con las tesis posmodernas, pasando por la reflexión acerca de los conflictos propios generados por la modernidad: el rencor a la vida urbana y su correlato, el elogio al campo; el olvido como categoría de dominación en cuanto mecanismo de debilitamiento social del yo; el desarraigo como el fenómeno propio de la experiencia de la sociedad planetaria, de la globalización, de la carencia de patria, que contrastan con las alternativas generadas por el pensamiento utópico; el empobrecimiento de la experiencia, también conceptuada como pseudocultura o situación hipnoide, que se lee en el sexto ensayo.

    En ese orden, a modo de obertura, leemos el primer ensayo que es, a nuestro juicio, el más complejo de la compilación, pero, por lo mismo, nos puede habilitar para leer los otros, pues los ilumina tras habernos concentrado en aprender su forma de resolver una pregunta a través del desarrollo de esta por pensadores, en principio distantes pero hermanados en el común propósito de pensar la intrincada sociedad moderna. Se trata de una renovadora lectura de Nietzsche desde Marx y Freud, apoyándose en estos para presentar las bondades y las limitaciones de lectura que Heidegger hiciera de aquel. Además, reclama observar la influencia que ejerció la idea de la muerte de Dios en la sociología, sobre todo, en Weber, y el rescate que hacen Adorno, Horkheimer y Marcuse del Nietzsche tardío, el de La genealogía de la moral, para el estudio de los mecanismos de dominación y los problemas que plantean su deslegitimación, a propósito de la secularización. Estas son algunas de las pistas que ofrece Jaramillo Vélez para acercarnos a Nietzsche sin pasar por la tergiversación que lo ha hecho aparecer como inspirador de la revolución nihilista.

    De ese primer ensayo quisiéramos destacar un Nietzsche leído desde Marx, y no un Marx leído desde Nietzsche, como lo realizó Marshall Berman en su célebre libro Todo lo sólido se desvanece en el aire,⁴ denotando la importancia de dicha apropiación crítica, pues, como ya lo ha planteado Perry Anderson cuando caracterizó al que llamó marxismo occidental, este expande su horizonte al colocarse en diálogo con otras corrientes filosóficas. Pero es diferente al diálogo establecido por Berman, el cual critica Anderson⁵ —entre otros aspectos, por no periodizar la experiencia de la modernidad, acogiéndose a una concepción de tiempo de flujo continuo y a la visión de un impulso frenético y nihilista del ser hacia un desarrollo ilimitado, inspirada en la concepción nietzscheana de la voluntad de poder del hombre moderno.

    Por su parte, Jaramillo Vélez nos descubre la forma de filosofar de Nietzsche, quien diagnóstica el nihilismo como el agotamiento de la fórmula metafísica que se puso en marcha con Platón y se estabilizó a través del cristianismo. Se trata de un Nietzsche materialista que piensa al nihilismo como

    … el producto del pensamiento valorador y que éste siempre operó en función de la autoconservación, de la potenciación de la existencia, una reflexión materialista porque tiene como consecuencia que si se agota el criterio metafísico tradicional tenemos que pensar el mundo tal como es, sin referencias al más allá, sin raíces en el más allá.

    Luego encontramos cómo el ensayo El nihilismo-origen y destino termina con una referencia más concreta a la concreción del nihilismo durante la dictadura hitleriana, dando paso a un ensayo más breve y delimitado, que altera el ritmo de la composición de la antología, deteniendo al lector en la configuración en Europa del sentimiento de protesta inconsciente contra la racionalización y el anonimato de las ciudades, explotado por los movimientos fascistas de entreguerras mundiales, y del cual el autor no duda en insinuar su parangón con el elogio al campo hecho en su momento por Álvaro Gómez Hurtado. Y aunque el ensayo es de 2000, se podría extender a la nefasta experiencia que vivió Colombia entre 2002 y 2010, en la cual la seguridad se asociaba con el eslogan regreso a la finca de las clases medias, lo que, al mismo tiempo, dejó sin esperanzas y echados a su suerte en las ciudades a más de cuatro millones de campesinos desplazados.

    Habría que decir también con respecto al segundo ensayo, la forma cómo la emergencia de las masas se convierte en problema de la filosofía y las ciencias sociales desde mediados del siglo XIX y a lo largo del XX, cuya aparición en escena se hizo notar por intelectuales de tendencia elitista, como Tocqueville, el mismo Nietzsche, o Le Bon en la psicología y Tönnies en la sociología, por citar los originadores de la problematización. Para los fines de nuestra presentación, solo subrayaremos el contraste marcado por Jaramillo Vélez entre la hostilidad de intelectuales como los mencionados hacia las masas y la actitud proactiva de Marx, quien proponía, ante el ascenso de las masas, la dirección de la sociedad por la clase trabajadora. Con lo anterior se introduce la tesis según la cual

    … una característica de esta sociedad moderna, de las grandes ciudades, es la importancia que adquiere la ideología, o sea el trabajo de los intelectuales, quienes tratan de racionalizar lo que la mayoría de las personas no entienden.

    Prosiguiendo con la manera de problematizar la modernidad, pasa en el tercer ensayo a profundizar en uno de los problemas mencionados en el primero, el del desarraigo, partiendo de Heidegger en su Carta sobre el Humanismo. En este el autor de Ser y tiempo propondrá un diálogo productivo con el marxismo, pero que no se dio por el desconocimiento de Heidegger de la obra de Marx, por lo que esta pieza se torna atonal y estimulante. Es significativa la promesa que hace al final del ensayo de escribir en el futuro uno de profundización en los aciertos y las deficiencias del diagnóstico de Heidegger, pues se trata de un llamado a pensar más allá de este. Lo que es una característica del libro, si lo pensamos en conjunto, pues, como color indeleble se está incitando a ver que, pese a la agudeza de la forma de preguntar del filósofo de la selva negra, se hace necesario ser consciente de lo que no tuvo en cuenta, y que esto puede ser enfrentado en compañía, entre otros, de Marx, Freud, Lukács, Adorno, Horkheimer o Marcuse.

    De acuerdo con la propuesta de Heidegger, es posible comprender el desarraigo del hombre moderno recurriendo a la cate­goría de enajenación de Marx. Como señalamos antes, el desarraigo es entendido acá como la característica del hombre planetario del siglo XXI, anticipado en varios ensayos de Heidegger de la segunda posguerra. Es decir, como ausencia de patria, cuyas raíces se inscriben en la enajenación, pero que, sin embargo, ya había sido considerada en Ser y tiempo (1927) bajo la forma de cosificación, ubicada en la dimensión de la ontología fundamental de la existencia, pero abstrayéndola del contexto social e histórico y concreto, es decir, en Heidegger la cosificación como categoría carece de contenido material, tal y como lo planteó Georg Lukács en 1923 en su ensayo La cosificación y la conciencia del proletariado.

    Sobre el tercer ensayo, vale resaltar un común denominador de la antología, consistente en señalar la tendencia reactiva ante los procesos de modernización. Pues frente a la urbanización, la industrialización, la burocratización y la mercantilización, se ha promovido la ilusión reaccionaria de la instauración de una nueva patria como promesa de una vuelta al arraigo de los hombres. También la experiencia de la modernización tiende hacia el empobrecimiento de la experiencia, objeto del cuarto ensayo, escrito en un sostenido de argumentos críticos de la furia instrumental (Horkheimer) que ha hegemonizado la modernidad, donde el progreso se cuestiona por su unilaterialidad, al ser un desarrollo de la ciencia y la tecnología para dominar la naturaleza. De esta manera, tanto los medios masivos de comunicación como las instituciones educativas contribuyen a la adaptación y legitimación de un progreso así entendido, sin que los sujetos se doten de modos de razonamiento para ir hasta el fundamento de las cosas, darle sentido de forma autónoma a la vida individual y construir proyectos de sociedad en condiciones de horizontalidad con otros.

    A continuación, en el quinto ensayo Rubén se permite un divertimento, necesario en el momento de balancear la crítica a la modernidad y ofrecer alternativas desde el interior de esta al nihilismo. Entonces es cuando aparece la referencia al teólogo protestante y filósofo alemán Paul Tillich, quien realiza en 1951 una penetrante meditación sobre la utopía, en medio de los escombros, el desasosiego y la confusión arrojados por la revolución nihilista. Esa meditación parte de una concepción ontológica según la cual la utopía hunde sus raíces en el esencial estado de insatisfacción del hombre en todas las dimensiones de su ser. Pero se trata de una utopía posmetafisica, pues, como nos dice Rubén, se sitúa en la dimensión horizontal-terrenal de la utopía, despojada ya ésta de todo vínculo con la trascendencia y que en todo caso se ve alentada por la pasión, por el anhelo de redención.⁸ Incluso a la misma modernidad se la entiende como utopía, al ser esta impulsada por la fe de la Ilustración en la autonomía. No obstante, Rubén no está tomando posición por esta concepción, tan solo nos la presenta como una invitación al diálogo, tal y como lo hicieran Adorno y Horkheimer con el mismo Tillich, siempre abiertos a captar en el océano del pensamiento los potenciales libertarios.

    Tomando en cuenta el necesario acompañamiento de la utopía a la crítica, podemos pasar al ensayo dedicado a los potenciales emancipatorios de la memoria, cuando esta hace parte de una elaboración del pasado del individuo o de una sociedad. En este el compás lo propone la utilización sociohistórica de las categorías psicoanalíticas para continuar extrayendo desde las investigaciones alrededor de la pregunta sobre cómo había sido posible el fascismo, esa antiutopía generada en el interior de la modernidad y, a la vez, insinuarnos vías de estudio sobre el caso colombiano.

    Subyace en la meditación la apropiación del autor de la tradición de la Escuela de Fráncfort, constructora de puentes entre la teoría materialista radical de Freud y la

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