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Manual práctico del color
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Libro electrónico683 páginas1 hora

Manual práctico del color

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El dominio de los colores es una disciplina compleja que plantea numerosos interrogantes: ¿Cómo debe utilizar el artista los colores? ¿Cómo se realizan las mezclas y se elaboran nuevas tonalidades? ¿Cómo combinarlos con buen gusto? ¿Cómo relacionarlos con nuestros sentimientos o incorporarlos a nuestro lenguaje? Y en definitiva, ¿Cómo se puede ser creativo con ellos? Este libro responde a todas estas preguntas, convirtiéndose así en una herramienta esencial para todos aquellos artistas interesados en sacar el máximo partido a la magia que se esconde tras la paleta del pintor. Un estudio definitivo del color, de sus combinaciones y sus aplicaciones, acompañado de un texto claro, directo y una selección de ejercicios prácticos explicados paso a paso que invitan desde el primer momento a experimentar.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 nov 2022
ISBN9788434299559
Manual práctico del color

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    Manual práctico del color - Equipo Parramón Paidotribo

    EXPLORAR LOS COLORES

    Percepción, esquemas y síntesis

    Antes de empezar a pintar con colores, es necesario aprender a ver, observar y reconocer los colores de un modelo real. Para aprender a identificarlos y clasificarlos hay que conocer previamente cómo se distribuyen: clasificarlos y situarlos dentro de un esquema universal que conocemos como círculo cromático. Esta sencilla operación ayuda a comprender cómo se relacionan los colores entre sí para sacar mayor partido de ellos. Su uso adecuado proporciona un carácter o ambiente distintivo a cualquier tema. Aprender a valorar los colores y a interactuar con ellos es el primer paso para conseguir una obra acertada. La falta de seguridad de muchos artistas noveles se debe en gran parte a la ignorancia de estos esquemas y principios básicos de clasificación de los colores. Tener nociones de estos diagramas o escalas cromáticas es fundamental para emplear adecuadamente el color.

    DIAGRAMAS Y ESCALAS

    Resulta sorprendente comprobar que, a menudo, cuesta reconocer los colores de un modelo real. Sobre todo a quienes no están acostumbrados a pintar. Tanto el pintor aficionado como el profesional, con el tiempo, desarrollan mayor sensibilidad en la apreciación y distinción de los colores y de sus matices que cualquier otra persona profana al mundo de la pintura.

    Una buena manera de aprender a identificarlos es conocer algunos esquemas básicos que ayuden a clasificarlos. Verlos de manera ordenada y entender cómo se relacionan entre sí, ayuda a diferenciarlos e identificarlos con mayor claridad en los objetos y el entorno circundante. Por lo tanto, si se pretende dominar y manipular los colores, primero hay que entender las nociones básicas; esto se consigue estudiando su origen, su espectro, el orden habitual en que se presentan, las mezclas y las combinaciones más efectivas. Con este fin, se utilizan diagramas y escalas formadas por gradaciones que descomponen los colores en todas las gamas, ordenándolos con escalas que los agrupa por familias.

    En el lago, de Berthe Morisot (1841-1895). Un bello ejercicio cromático donde cada pincelada trata de capturar una breve impresión de luz; las pinceladas entrecortadas sugieren las agrupaciones de colores y los reflejos sobre el agua.

    "El dibujo y el color no están completamente separados; en la medida en que se pinta, también se dibuja. Cuanto más armonice el color, más exacto será el dibujo."

    Paul Cézanne

    La línea y el color

    Una gama extensa

    En este primer apartado lo que importa es el color en sí mismo, independientemente de la naturaleza, como componente de un orden que tiene su propia existencia, distinta de la natural, y que conviene analizar antes de empezar a pintar. Tanto si se pinta con óleo, acrílico o acuarela, la gama de colores es en extremo amplia, por lo que a veces la oferta plantea dudas al artista. No es necesario comprarlos todos, basta con unos pocos, los estrictamente necesarios. Aunque para elegir es conveniente saber de antemano qué necesidades se van a tener, cuáles serán los colores más utilizados y por qué.

    Los fabricantes importantes de colores comercializan una amplia gama de pinturas. Son un buen instrumento para consultar e identificar los colores (una tendencia o un matiz determinado).

    El círculo cromático

    Alo largo de la historia, diversos investigadores han intentado ordenar el color de varias maneras, ya sea en forma bidimensional o tridimensional, tomando en cuenta las distintas variables. Finalmente, teóricos y artistas optaron por una forma simplificada y plantearon el estudio racional de las armonías de color con el círculo cromático (también llamado círculo de matices, rueda cromática o rueda de color). Esta rueda de colores conforma el segmento de la luz visible del espectro solar, descubierto por Newton, y manteniendo el orden correlativo: rojo, naranja, amarillo, verde, azul ultramar y violeta. Tiene por objeto interrelacionar los colores del espectro y sus derivaciones, definiendo así sus múltiples transiciones. Se sustenta en la relación de tres colores básicos y sus mezclas resultantes, un sistema sustractivo que suelen adoptar los profesionales que trabajan con pintura, pues se considera que con la mezcla de los tres colores primarios es posible producir todos los demás.

    Especificación del círculo cromático

    Se fundamenta en la idea de que los colores puros derivan de los tres primarios: azul cyan, magenta y amarillo. Cuando dos de estos colores primarios se mezclan entre sí en cantidades iguales, surgen los colores secundarios o binarios. Por lo tanto, entre cada par de colores primarios y a lo largo del círculo cromático se coloca el color que resulta de mezclar ese par. Generalmente, se incluyen también los terciarios si se intercalan entre cada par de colores contiguos; son el resultado de la mezcla de los colores primarios en cantidades desiguales. El círculo ahora ya está completo. Obsérvese que los primarios magenta, amarillo y azul cyan forman un triángulo equilátero dentro del círculo. Los secundarios naranja, violeta y verde están ubicados entre los tonos primarios y forman otro triángulo.

    Para comprender cómo se construye un círculo cromático basta con imaginar una estela formada por tres aspas donde aparecen los tres colores primarios: amarillo, magenta y cyan.

    Entre los tres colores primarios podemos intercalar los secundarios, que resultan de la mezcla entre dos primarios en igual proporción, y los terciarios, resultantes de la misma mezcla de colores aunque en proporción desigual .

    El azul cyan y el magenta, en la práctica, suelen sustituirse por el azul ultramar y el rojo de cadmio o similares.

    Cada tono primario, secundario o terciario tiene un nivel de saturación total, o de brillo. Esto significa que no se le ha agregado negro, blanco ni gris.

    De la teoría a la práctica

    A pesar de lo que pueda parecer, con sólo la tríada de colores primarios: azul cyan, amarillo de cadmio y magenta, no es posible obtener la infinitud de colores que percibe el ojo o que son factibles de usar en la pintura. En la práctica, el azul cyan y el magenta se utilizan con menor frecuencia; suelen sustituirse por azul ultramar y rojo de cadmio. Sin embargo, esto no invalida la teoría, al contrario, los resultados son parecidos con estos colores.

    El color secundario naranja se consigue con la mezcla de dos primarios, amarillo y magenta. Para conseguir el verde se mezclan azul y amarillo en proporciones iguales.

    El violeta se obtiene de la mezcla de los dos últimos primarios, cyan y magenta.

    Los grados de un color

    Conocer las gradaciones de saturación, tono y valor que presenta el color es imprescindible para modelar una forma, situar los términos y expresar el volumen. La correcta diferenciación entre los distintos grados de un mismo color proporciona una visión inmediata de la disposición y del contenido de una pintura. La contraposición en una obra de diferentes grados de uno o varios colores, crea resultados intensos e interesantes, ya que las inversiones entre distintos tonos y matices proporcionan misteriosos contrastes. La contraposición cromática también le aporta movimiento y ritmo, al transportar al espectador de valores más claros a otros más oscuros, en otras palabras, de la luz a la sombra, y así sucesivamente.

    Grado se saturación

    El grado de saturación o intensidad de un color se refiere a la fuerza y a su viveza. Un color adquiere su mayor grado de saturación cuando se presenta puro, sin mezclas de blanco o negro, conservando la fuerza inherente del pigmento original. Un amarillo de cadmio puede perder intensidad cuando se mezcla con blanco o se le añade una punta de marrón y negro. La saturación también se reduce cuando un color se mezcla con una pequeña cantidad de otro color diametralmente opuesto en la rueda cromática, como sucede con el violeta (su complementario); la consecuencia es que el color se irá agrisando. La pureza del color, sin embargo, suele preservarse en las zonas que expresan una mayor incidencia de la luz sobre el modelo.

    Cuando un mismo color presenta pequeñas variaciones de intensidad o de matiz, se habla de las gradaciones de un color.

    Aquí los amarillos y naranjas más saturados se manifiestan en la arena, la zona más expuesta a la luz. El amarillo, al mezclarse con marrón, negro o violeta, pierde saturación y se agrisa.

    El tono son las variaciones que puede producir un color, en este caso el rojo, al mezclarse ligeramente con los colores vecinos en la rueda cromática.

    Los valores de un color son los diferentes grados que ofrece cuando se aclara con blanco u oscurece con negro. El resultado es una escala de valores.

    Diferenciar entre tono y valor

    En la terminología usada para hablar de los colores abundan las palabras muy poco precisas y contradictorias. Para evitar confusiones, se definen estos dos conceptos a fin de que el artista no los utilice arbitrariamente. Así, el tono es un atributo del color que equivale al grado de desplazamiento de ese color al color vecino. Por ejemplo, un amarillo puede tener un tono verdoso o anaranjado. Por su parte, el valor es la transición de claro a oscuro que puede tomar un color concreto, es decir, cada grado de variación que puede sufrir un color antes de convertirse en blanco o en negro. Por lo tanto, mezclando un color con un poco de blanco o negro, se cambia su valor sin alterar su tono.

    Al mezclar un poco de rojo con violeta, amarillo, negro o tierra de Siena, se consigue un grupo de valores de un mismo color, o lo que es lo mismo, una pequeña escala de tonos.

    Los distintos tonos de rojo armonizan sin dificultad y presentan, a la vez, una diferencia de intensidad entre ellos. Este boceto es el resultado de combinar las distintas gradaciones.

    Esquemas monocromáticos

    La pintura monocroma sólo emplea un color, combinando sus diversas tonalidades o variaciones, aclarándolo u oscureciéndolo con blanco o negro u otro color de la rueda cromática. En un principio, puede costar asimilar la práctica con pintura monocroma, pero la limitación del color permite focalizar y prestar más atención a la intensidad de la luz de cada zona del cuadro y a los valores del modelo.

    Esquema monocromático

    Permite conceder plena atención a los cambios de valor y a las relaciones de las formas en todo el plano de la pintura. Cuando se pinta un tema monocromo, no siempre se usa un solo color, a menudo se añade blanco o negro para lograr variaciones de valor y de saturación y así rehuir la monotonía. Una forma de armonizar de manera monocroma una pintura es partir de un esquema cromático análogo que utiliza varios valores adyacentes de una rueda de colores.

    Un amplio uso de colores análogos puede abarcar tres o cuatro matices adyacentes con muchas variantes de valor. Otra manera de trabajar la monocromía es emplear una misma gama de colores y añadirle un color discordante: por ejemplo, una gama de azules con pequeños toques de tierra de Siena tostada.

    Las gamas cromáticas de un solo color se basan en el aclarado de ese color con diferentes cantidades de blanco.

    Aguada monocroma realizada con acuarela azul ultramar y un poco de negro. En acuarela no interviene el color blanco. Los tonos más claros se consiguen aclarando el color con agua.

    Otra manera de abordar la representación monocroma es trabajar con distintos tonos de un mismo color, es decir, seleccionar un grupo de colores análogos en la rueda cromática.

    Representación monocroma de una acuarela a la que se ha añadido un color discordante, un poco de tierra de Siena tostada para representar las figuras.

    Colores acromáticos: blanco y negro

    El blanco y el negro son colores acromáticos, ya que, en cierto modo, pueden considerarse no colores

    El blanco es la ausencia total de color y el negro la unión de todos los colores a la vez. Con la mezcla de estos dos colores se consiguen representaciones monocromáticas de cualquier tema.

    Los diferentes tonos se obtienen con la mezcla de ambos colores en proporciones desiguales; con ellos es posible conseguir numerosos grises; sin embargo, lo más útil para pintar es trabajar con cuatro o cinco, en concreto, un gris oscuro, un par de grises medios y dos claros, además del blanco y el negro.

    A una representación monocroma en blanco y negro, como ésta realizada con guache, puede añadirse un tercer color, por ejemplo el azul o violeta, que amplíe la gama de grises y les aporte mayor diversidad.

    La grisalla

    Esta técnica pictórica se basa en una pintura monocroma, generalmente en blanco y negro, que produce una acusada sensación de relieve, la cual se consigue mediante un claroscuro muy matizado, haciendo diversas gradaciones de un solo color. Cualquier tema que tenga claramente diferenciadas las zonas de luz de las de sombra es un firme candidato a ser representado con grisalla. Puede ser utilizada como la primera fase de cualquier cuadro, sobre todo si se aplica aguarrasada, a modo de preparación para la aplicación posterior de capas de colores más vivos, que recuerda la interpretación hecha con carboncillo o creta.

    Aquí se trabaja con óleo la representación con grisalla, es decir, con blanco y negro. Sobre un dibujo a lápiz aparece un primer sombreado, realizado con grises muy aguarrasados.

    Se contrastan las zonas de máxima luz y sombra con valores absolutos, es decir, dando blanco y negros absolutos a las zonas más iluminadas y a las más sombreadas, respectivamente.

    Se trabajan los tonos medios. Es suficiente con un par o tres de valores distintos de gris. Hay que procurar que sean escalados para representar el volumen de los objetos.

    El blanco y el negro son opuestos, y no colores. La mezcla de ambos forma una gama de luminosidades sin ninguna participación de colores que aparezcan en el círculo cromático.

    Para el artista, los grises son colores por derecho propio y forman la familia cromática más extensa que pueda imaginarse. La mayoría de ellos aparecen en la paleta sin buscarlos: son el resultado de la acumulación de mezclas de pinturas dispares.

    Este ejercicio de grisalla puede realizarse también con acuarela; en este caso, es mejor utilizar el gris de Payne, que actúa como claro sustituto del negro.

    Finalizado el ejercicio, cada zona sombreada tiene un valor propio. La grisalla o escala de

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