Miami, dinero sucio
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Miami, dinero sucio - Hedelberto Blanch López
Primera edición impresa, 2019
Primera edición digital, 2020
Revisión de la edición para ebook: Norma Suárez y Adyz Lien Rivero
Edición: Ricardo Barnet Freixas
Corrección: Martha Moya Delgado
Diseño de cubierta: Daniel A. Delgado López
Diseño interior: Oneida L. Hernández Guerra
Composición digitalizada: Irina Borrero Kindelán
© Hedelberto López Blanch, 2019
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2020
ISBN 9789590622946
Sin la autorización previa de esta Editorial queda terminantemente prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, incluido el diseño de cubierta, o transmitirla de cualquier forma o por cualquier medio.Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras ediciones.
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
Editorial de Ciencias Sociales
Calle 14 no. 4104, entre 41 y 42, Playa, La Habana
editorialmil@cubarte.cult.cu
www.nuevomilenio.cult.cu>
Contenidos
Prólogo
Prefacio
El gran Miami
Dinero cubano hacia Estados Unidos antes de 1959
Dinero de Trujillo y de la Agencia Central de Inteligencia
Nacimiento de los bancos
Acceso al poder político
Primeros contrabandistas de humanos
Dinero de la droga
Mafia cubanoamericana
Un capo famoso
Se repiten los casos
Lavado de dinero
Negocio con la salud
Negocios honestos
Corrupción
Aparato político y económico
Los Health Maintenance Organization
Estafa famosa
Caen otros millonarios creados a la miamense
Más fraudes en Miami que en 24 estados juntos
La justicia alcanza a hermano de Montaner
Seminarios contra fraude
Timo en accidentes de autos
En el puerto de Miami
Aeropuerto Internacional de Miami
Envoltura de equipajes
Robo, corrupción, lavado de dinero
Contratos con el condado
Los largos brazos de la familia Mas
Se escapan los millones
Desfalcos en España, Argentina y Nicaragua
Dinero sucio
Los hermanos Díaz-Balart
Mario
Lincoln, primer representante federal multado
Otros dos personajes venerables
Sergio Pereira
Demetrio Pérez, un millonario corrupto
La fundación pierde otros dos pilares
Carlos Salman
Raúl Masvidal
Se desinfla el senador Bob Menéndez
Marco Rubio y sus millones ensangrentados
Jueces impuestos por cabilderos
Soborno en la radio
Cofradía de alcaldes, comisionados y cabilderos
Elecciones oscuras
Conclusiones
Anexos
Datos del autor
Prólogo
Cuando Hedelberto López Blanch me pidió redactar el prólogo para esta edición de Miami, dinero sucio él sabía, por supuesto, que a Los Cinco nos tocó vivir varios años como personas normales en el particular ambiente de aquella ciudad. Desconocía, sin embargo, que habíamos tenido el raro privilegio
de compartir en prisión con algunos de los más famosos personajes que menciona en su libro.
Augusto Willy Falcón y Salvador Magluta, por ejemplo, se ganaron un lugar entre los más grandes narcotraficantes de la historia de Estados Unidos. Se calcula que ganaron alrededor de dos billones de dólares importando unas 78 toneladas de cocaína. Los conocimos en el Centro de Detención Federal (FDC, por sus sigla en inglés) de Miami cuando enfrentaban su segundo juicio, precisamente con nuestra jueza, Joan Lenard. El primer juicio de Sal y Willy había sido un escándalo. Las pruebas contra ellos eran abrumadoras. El entonces fiscal general de la Florida, Kendall Coffey, estaba seguro de que se anotaría la mayor victoria de su carrera. Todo estaba listo para un veredicto unánime en contra de los acusados, pero las autoridades desconocían que el voto de Miguel Moya, hijo de cubanos, residente en Cayo Hueso, a quien el jurado había escogido como su líder, fue comprado con medio millón de dólares. Esto constituyó una derrota para la fiscalía. Al igual que Moya, por lo menos otros dos jurados habían vendido su voto. Cuentan que la frustración de Kendall Coffey fue tal, que salió directo para el Lipstick Lounge, un conocido bar de streptease. El fiscal bebió hasta el cansancio para olvidar sus penas, y terminó mordiéndole el brazo a una de las bailarinas que se hacía llamar Tiffany, lo cual generó un escándalo que le costó el puesto. Poco tiempo después, a Miguel Moya se le subió el dinero para la cabeza, y también lo conocimos en prisión. En mi primera celda de el hueco
, Moya era mi vecino de enfrente. Conversábamos bastante. Para presionarlo, las autoridades habían arrestado a su mamá y a su papá. Con este último convivimos un tiempo en el piso 7 del FDC. En un primer juicio, Moya fue representado por Paul McKenna, quien sería después mi abogado de oficio. Entre los jurados no hubo consenso, y logró un mistrial
. No obstante, al final terminó sentenciándolo a 17 años de prisión.
Cuando me trasladaron del FDC de Miami hacia la prisión de Lompoc, en California, no volví a ver a Sal Magluta. En cambio, Willy, después de muchos años, fue enviado a la prisión de máxima seguridad de Victorville, también en California, a donde yo había llegado procedente de Lompoc. Nos reencontramos como dos viejos conocidos y, para asombro de otros presos que sabían de nuestras enormes diferencias, siempre nos tratamos con mutuo respeto. Al excomisionado Humberto Hernández, que igualmente se menciona en esta obra, lo vimos menos, pero muy de cerca, cuando asistía a sus citas con la justicia en el mismo FDC de Miami.
Esos y otros recuerdos vinieron a mi mente mientras disfrutaba cada página de este excelente libro. Hedelberto, cuyas facultades y destreza como periodista y escritor han sido más que demostradas en numerosas obras, ha realizado una magnifica investigación, que acerca al lector a un Miami desconocido, incluso para muchos estadounidenses. Entre los acontecimientos vividos en esa ciudad, encontrándonos ya en prisión, estuvo el caso de Elián González. Me consta que la mayoría de los presos, estadounidenses y de otros países, no podían explicarse cómo la solución de un asunto supuestamente tan simple costaba tanto trabajo. Tampoco se explicaban que la Guardia Nacional de la Florida tuviera que salir a las calles para proteger a los asistentes a un concierto de Los Van Van, y mucho menos que en esa ciudad existieran campos de entrenamiento de terroristas que no se escondían para hablar de sus planes y proezas
contra Cuba. Miamilandia
y República Bananera de Miami
son algunos de los términos que han sido empleados para definir ese extraño fenómeno: una ciudad de Estados Unidos que parece no regirse por las leyes de ese país. Only in Miami.
Las expresiones de racismo contra otros extranjeros son frecuentes en la radio cubana
de Miami. Ellos se consideran el ombligo del mundo, dicen ser superiores a inmigrantes de otras nacionalidades porque son el exilio que más ha triunfado
. Hedelberto los desmiente en su libro, y demuestra que son probablemente los únicos inmigrantes que al llegar, no tienen que salir corriendo de la migra
para luego vivir en las sombras y el miedo, sin mencionar que muchos llegaron con los bolsillos llenos, y otros contaron con numerosos privilegios para podérselos llenar.
En ocasiones se nos ha criticado por emplear en Cuba el término Mafia de Miami
para referirnos a algunos de los cubanoamericanos que ostentan el poder político y económico en esa urbe. En las páginas de este libro, que, por demás, está escrito con un lenguaje que hace muy amena y comprensible su lectura, se demuestra que no hay la más mínima exageración en el uso de esa frase. Miami, dinero sucio es una obra que debe ser leída por cubanos de aquí y de allá, e incluso por personas de otros países que se preguntan cómo esa ciudad de hermosas playas y mucha gente buena, puede también ser el epicentro del odio anticubano que durante más de medio siglo ha provocado a los habitantes de esta isla tantos sacrificios, dolor y pérdida de vidas. En las páginas siguientes encontrarán muchas de las respuestas.
Gerardo Hernández Nordelo
La Habana, 3 de septiembre de 2019.
Prefacio
En apretada síntesis, el lector encontrará en esta reedición corregida y aumentada, algunas de las diversas formas con que los emigrados cubanos hicieron fortuna en Estados Unidos.
Esta investigación, realizada entre 1998 y 2001 en Estados Unidos, permite conocer que esa emigración, desde los primeros momentos, contrariamente a otras muchas que se han asentado en suelo estadounidense, contó con el apoyo y fue aupada por las distintas administraciones de la Casa Blanca para que llegara a ser una fuerza político-económica que enfrentara y derrotara al gobierno revolucionario cubano establecido en enero de 1959.
Campañas de desinformación elaboradas por los poderosos medios de difusión estadounidenses enfocaron su propaganda a denostar y difamar sobre la Revolución, mientras la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Pentágono y el Gobierno estadounidense creaban grupos armados, brigadas de mercenarios, empresas terroristas con fachadas clandestinas, y a la par, otorgaban oportunidades y prebendas a los primeros exiliados para que incursionaran y aprendieran los pormenores del lobby de Washington, fundaran grandes empresas comerciales y de servicios, y algunos devinieran millonarios que aportaban bondadosas sumas de dinero a las campañas de los candidatos a comisionados, representantes, senadores y hasta presidentes.
La influencia de los cubanoamericanos se hizo más patente e imprescindible cuando, después de asimilar las enseñanzas de los grupos de poder estadounidenses, comenzaron a inmiscuirse en la política, obtuvieron puestos en el condado de Miami y extendieron sus brazos hacia el Capitolio de la Unión.
Una realidad latente es que esta emigración tiene un nivel cultural promedio muy superior al de otras comunidades hispanoamericanas, lo que la ha ayudado a abrirse paso en la nación más poderosa del mundo. Ese nivel cultural también se ha mantenido e incrementado, entre otras vertientes, por las diversas olas de emigración cubana hacia Estados Unidos, como fueron las salidas por Camarioca, en 1965, y por el puerto del Mariel, en 1980, y la llamada crisis de los balseros
, en 1994. A esto se suma la selección que realiza el Gobierno de ese país para extraer personal calificado de Cuba, como fue el denominado bombo
, y por entrevistas personales en la Sección de Intereses estadounidense en La Habana a los ciudadanos que allá desean residir permanentemente.
En esta segunda edición del libro, en 2019, he agregado algunos casos de relevantes
millonarios y políticos cubanoamericanos que después de muchos años de estar realizando negocios ilícitos fueron a parar a los tribunales pese a que sus penas, en varios casos, como ocurre en Miami, fueron soslayadas o minimizadas, aunque sus nombres se llenaron de lodo ante la opinión pública. Aún falta mucho por investigar sobre la relación y las prebendas que los gobiernos estadounidenses han ofrecido a las personas de origen cubano que salieron de la isla del Caribe después de 1959, pero este estudio, estoy seguro, ayudará a comprender algunas de sus aristas.
El autor
El gran Miami
Hay una fuerte propaganda auspiciada por los poderosos medios de comunicación estadounidenses relacionada con que los emigrantes cubanos se abrieron paso por sí solos en ese país, y que un elevado número llegó a ser millonario a causa de las bondades del sistema; pero la realidad tiene varias aristas.
Esta fue la razón fundamental para escribir un bosquejo de cómo surgió y se hizo fuerte económicamente esa emigración desde un punto de vista más imparcial y buscando datos en condiciones difíciles porque el acceso a esas informaciones se encuentra muy limitado.
Para la confección de estos apuntes utilicé un gran número de entrevistas a personas exiliadas en los primeros años de la Revolución, que estuvieron de acuerdo en hablar sobre casos de drogas, corrupción y lavado de dinero de los cuales ellos tenían conocimiento con el objetivo de que me permitieran obtener datos, fechas y nombres de publicaciones para la búsqueda posterior de documentos.
Largas horas en bibliotecas estadounidenses consultando los diarios de la época, e investigación en los archivos de las Cortes Civil y Penal de Miami fueron otras de las fuentes revisadas.
En ese gran Miami, que desde 1959 comenzó a crecer política y económicamente de manera amorfa, hay muchas historias que contar relacionadas con la llegada de los primeros emigrantes cubanos que huían tras la caída de la dictadura de Fulgencio Batista, para evitar ser juzgados y encarcelados por los crímenes o robos cometidos durante ese nefasto período de la historia de la isla caribeña, que se extendió de 1952 a 1959.
La inmensa mayoría de los que llegaron a Miami en los meses siguientes al primero de enero de 1959 eran personas comprometidas por completo con el antiguo régimen. En esa oleada viajaron asesinos confesos como Rolando Masferrer, Esteban Ventura Novo, José Eleuterio Pedraza, y otros, que después de ensangrentar a la Isla con las persecuciones y asesinatos de miles de jóvenes que se oponían a Batista, encontraron en el vecino país, no solo refugio sino también el apoyo incondicional del gobierno estadounidense para tratar de revertir por todos los medios a un gobierno que comenzaba a darle dolores de cabeza a Estados Unidos.
El dinero que sacaron los batistianos entre el 31 de diciembre de 1958 y los primeros días de enero de 1959 fue poco, porque muchos de sus personeros salieron sin sus pertenencias motivado por la rapidez con que tuvieron que abandonar el país, pero después lo fueron extrayendo de contrabando o por medio de amistades que se lo llevaban. Otros muchos ya tenían cuentas bancarias y negocios en Estados Unidos como los Fanjul, los Bacardí, los Lobo, por citar algunos. Los que tenían también dinero en Miami eran contratistas del gobierno de Batista como Chilo
Mendoza, Perico
Suárez, Badía. Batista sacó varios centenares de millones de dólares, como también lo hizo el personal que tenía cargos administrativos en el Gobierno.
Los sucesos evolucionaron vertiginosamente y mientras en Cuba se tomaban medidas de nacionalización contra las compañías extranjeras y los latifundios existentes en el país, desde el Norte arreciaban las contramedidas coercitivas contra el Gobierno cubano con el fin exprofeso de desestabilizarlo.
Dinero cubano hacia Estados Unidos antes de 1959
Dada la compenetración y la interrelación existente entre Estados Unidos y las diversas administraciones cubanas durante la seudorrepública, resulta comprensible que en 1950 el capital independiente de origen cubano depositado en ese país ya ascendía a más de 260 millones de dólares y entre 1954 y 1958 se depositaron otros 128 600 000. Según datos del Departamento de Comercio de Estados Unidos, las compras netas cubanas en valores y títulos estadounidenses reportaron más de 195 millones entre 1950 y 1955 y ese mismo Departamento calcula que en los próximos cinco años de esa década salieron hacia ese país cerca de 130 millones de dólares.
Solo en el estado de la Florida, ya en 1950, las inversiones de cubanos en bienes raíces alcanzaban los 100 millones de dólares. Estas cifras no incluyen el capital que ingresó de manera ilícita como resultado de las operaciones del crimen organizado y la corrupción político administrativa del país y que prácticamente vaciaron las arcas de la nación en su huida hacia Estados Unidos antes del primero de enero de 1959 o en los primeros meses posteriores a esa fecha.¹
1 Jorge Ibarra Cuesta: Cuba 1898-1958. Estructura y procesos sociales, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1995, p. 87.
Uno de los casos que descuellan por el capital acumulado es el de la firma Bacardí, surgida en la segunda mitad del siglo xix en Cuba, pero que ya a partir de 1940 obtenía sus principales dividendos en la producción de ron en Puerto Rico, lo que significó el fin de la preminencia alcanzada por el ron cubano en el mercado de Estados Unidos, obtenida como resultado del contrabando que, en alianza con el crimen organizado, desarrolló la propia Bacardí a partir de establecerse la Ley Seca de 1919. Incluso la Bacardí dejó de ser cubana en 1957, cuando estableció su casa matriz en Bahamas.²
2 Hernando Calvo Ospina: Ron Bacardí: la guerra oculta, Editora Abril, La Habana, 2000, p. 31.
De 1919 a 1933, el Gobierno estadounidense instauró la llamada Ley Seca que mediante la 18.ª Enmienda a la Constitución prohibía en todo su territorio la fabricación, venta, e importación de todo tipo de bebidas alcohólicas. El contrabando del ron fue fundamental para hacer enormes riquezas, y contrabandistas de la Cosa Nostra, como Al Capone, Meyer Lansky y Santo Trafficante, disponían de tres lugares claves para procurarse sin mayores dificultades parte del alcohol, conocidos como la Ruta del Ron: Jamaica, Cuba y Nueva Orleans.
La prohibición no solo llenó de dólares a la Cosa Nostra. Cuando se derogó la ley, las cifras oficiales empezaron a demostrar que las ventas se multiplicaron para aquellas empresas que, directa e indirectamente, habían participado del contrabando, pues ya gozaban de una prestigiosa popularidad. Entre ellas la Bacardí, que en el primer año vendió 80 000 cajas en Estados Unidos
.³
3 Sidney M. Maran: The World of Bacardí-Martini, Editorial Bacardi-Limited-PemBrocke, Bermudas, 1996.
La Cosa Nostra reinaba en Cuba por medio de Lansky, a quien el Gobierno cubano en 1933 le había otorgado el derecho para la organización
de las casas de juego, cuando Pepín
Bosch, director de la Bacardí, asumió el Ministerio de Hacienda, era presidente Carlos Prío Socarrás (1948-1952). Este gobierno se destacó porque la corrupción y el bandolerismo político alcanzaron categoría de práctica oficial
.⁴ En ese tiempo, Lansky tenía tal grado de influencia en Cuba, que desde los años 30 hasta 1958 no se produjo un acontecimiento político de magnitud o un gran negocio, sin que estuviera presente su mano o su atención, ya fuera negociando de manera secreta o interviniendo a través de ‘cabezas visibles’, como actuante o consejero
.⁵
4 Jesús Arboleya Cervera: La contrarrevolución cubana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997.
5 Enrique Cirules: El Imperio de La Habana, Editorial Casa de las Américas, La Habana, 1993.
La investigadora Maura Juampere Pérez indica que más que perjudicarla, el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, benefició a la firma en la medida en que el bloqueo cerró el acceso al mercado estadounidense de rones cubanos y limitó sus posibilidades de ingresar en otros mercados controlados por Estados Unidos, como es el caso de América Latina.⁶ Mientras, la Bacardí, con destilerías en Puerto Rico, Islas Vírgenes y Bahamas, se introdujo de lleno en el mercado estadounidense.
6 Maura Jaumpere