Le temen más a la policía y al crimen que al virus
En la colonia El Molinito, una de las más marginadas del municipio de Naucalpan de Juárez, Estado de México, habitantes y comerciantes le temen más al hambre y a la policía municipal que al coronavirus.
En sus calles casi nadie usa cubrebocas ni gel antibacterial. Aquí la sana distancia es una falacia. Aunque el megáfono de una patrulla municipal alerta que “es un virus que se propaga fácilmente” y llama a quedarse en casa, muchos se aferran a sus puestos ambulantes y a los hules tendidos en el piso con juguetes viejos y chácharas que se rematan…
Así pasan horas bajo el sol y sobre la tierra con la esperanza de vender algo para ese día comprar comida para su familia.
Lo raro en este sitio popular –en los límites con el norte de la Ciudad de México– es ver cerrados los establecimientos de actividades no esenciales.
Es el mediodía del miércoles 13. En la avenida Ferrocarril de Acámbaro la peluquería El Chino tiene una fila de más de 10 personas, una mujer sueña frente al aparador de una zapatería y un despacho de “asuntos fiscales” espera a algún cliente desesperado. A unas cuadras de ahí el Centro de Fe, Esperanza y Amor, y un discreto que está casi al lado mantienen sus puertas abiertas para quien necesite ayuda espiritual o carnal.
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