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Historias de mujeres empresarias
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Libro electrónico409 páginas6 horas

Historias de mujeres empresarias

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Subrayar y reconocer la participación económica de las mujeres es importante para valorar su intervención como un agente modificador de las actividades empresariales, sociales y culturales de sus comunidades. Las empresarias nos muestran un camino para lograr el empoderamiento de las mujeres y cambiar los roles de género, lo cuales van reconfig
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 jun 2022
Historias de mujeres empresarias
Autor

Érika Cecilia Montoya Zavala

Erika Cecilia Montoya Zavala es profesora de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas de la UAS. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Tecnológica de Sinaloa. Maestra en Estudios de Estados Unidos y Canadá por la UAS. Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II (CONACYT). Directora de Internacionales. Revista en Ciencias Sociales del Pacífico Mexicano, de 2015 a la fecha. Sus líneas de Investigación son: Migración Internacional, Género y empresariedad y Migración de retorno. Profesora visitante en estancia posdoctoral en la Universidad de Arizona en el periodo 2010-2012. Coordinadora del Doctorado en Estudios Regionales con énfasis en América del Norte, de la FEIyPP/UAS en el periodo 2012-2014. Ha desarrollado proyectos de investigacion realizados con financiamiento de CONACYT y la Universidad Autónoma de Sinaloa, sobre las temáticas de migración de retorno, inserción educativa de los jovenes rotornados en Culiacán y mujeres migrantes en activiades productivas en Arizona y Carolina del Norte. Libros como autora: 1. (2017) Mujeres empresarias. Deconstrucción de identidades femeninas y empresariales, Juan Pablo Editores 2. (2008) Remesas, Género e Inversión Productiva. Los Negocios Remeseros, Las Mujeres Jaiberas en Pamlico, Carolina del Norte y El Costo Social de la migración en una localidad sinaloense, Gabriel Leyva Solano. El Colegio de Sinaloa. 3. (2004) Exportando trabajo. Importando Progreso. Migración mexicana a EU y remesas en Gabriel Leyva Solano, DIFOCUR y UAS. Libros como cordinadora 1. (2015) Erika Montoya y Miriam Nava, Migración de Retorno en América Latina. Una visión multidisciplinaria, Juan Pablo Editores 2. (2012) Erika Montoya Zavala (Editora), Migrantes, profesionistas, políticas y traficantes de drogas. La vida pública y privada de las mujeres, 3. (2012) Blas Valenzuela Camacho y Erika Montoya Zavala (Editores), Nuevos senderos, mismo destino. Proceso migratorio e inserción económica de mexicanos en Phoenix, Arizona, Jorale Editores. 4. (2010) Ismael García, Erika Montoya y Ofelia Woo (Coordinadores), Migraciones Globales: Población en Movimiento, Familia y Comunidades Migrantes, Jorale Editores.

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    Historias de mujeres empresarias - Érika Cecilia Montoya Zavala

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    Este libro fue evaluado por pares académicos a solicitud del Consejo Editorial

    de la Universidad Autónoma de Sinaloa, según se establece en el Reglamento

    de la Dirección de Editorial, entidad que resguarda los dictámenes correspondientes.

    Primera edición: 2021

    D.R. © Érika Cecilia Montoya Zavala

    D.R. © Universidad Autónoma de Sinaloa

    Blvd. Miguel Tamayo Espinoza de los Monteros 2358,

    Desarrollo Urbano 3 Ríos, 80020, Culiacán de Rosales, Sinaloa

    www.uas.edu.mx

    Dirección de Editorial

    http://editorial.uas.edu.mx

    Ilustraciones: Nidia Azucely Rodriguez Lara

    isbn: 978-607-737-332-2

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

    sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Conversión gestionada por:

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2022.

    +52 (55) 52 54 38 52

    contacto@ink-it.ink

    www.ink-it.ink

    Introducción

    Isabel Montiel. Artesanías ANMEY

    Irma Ríos. Rancho Ayuné

    Juanita Tolosa. Helados del Pueblo

    Susana Sarabia. Restaurante La Limita

    Elia Araujo. Mara Grupo Empresarial

    Ania Citlalli Cuestas. Kiwi y Kipan

    Maribel Chan Dorado. Pizzas y Tapas Caprichito Bello

    María Concepción Peña. Cristales Crinamex

    María de los Ángeles Salazar. Rojas Delicias

    Edna Lizeth Fong. Jaztea

    Blanca Zulema Coronel. Dimetal

    Fernanda Beltrán. Revista Peripecia. Inquietud Cultura

    Eva Guerrero. Periódico Viva Voz

    Victoria Tatto. Victoria Tatto. Propuesta Cultura

    Ana Mireles. Ana Mireles. Trajes Gruperos

    Altagracia Gonzáles Gastélum. Agrículoa El Cerro y Fertilizantes González

    Maritza Isabel López López. Editorial Andraval

    Fabiola García. Calzzapato

    Paula Zavala López. Abarrotes Montoya

    Bibliografía

    Un especial reconocimiento a Juanita Tolosa, fundadora de Helados del Pueblo, quien murió en el año 2020 en medio de la pandemia de Covid- 19.

    Dedico este libro a mis hijos, Carlos Adrián y Larissa Airy, porque siempre vean ejemplos de dedicación, amor y compromiso.

    Introducción

    Estamos en el mundo del siglo XXI, y las condiciones para las mujeres son aún desiguales. La brecha de género sigue permeando las vidas individuales y la forma de involucrarnos en nuestras comunidades. Sin embargo, no cabe duda de que las mujeres participan cada vez más en la vida económica y laboral en nuestro entorno; lo que aún cuesta creer y reconocer es que, de manera general, sus condiciones laborales siguen siendo precarias y sus salarios son de menor monto que los de sus contrapartes masculinas en los mismos cargos y con las mismas obligaciones.

    En 2020, la brecha de género en México en cuanto a participación y oportunidades económicas es de 57.4 %; es decir, las mujeres siguen teniendo 42.6 % menos oportunidades de trabajo y calidad del empleo que los hombres. En ese rubro también se considera la variable de salarios entre hombres y mujeres para trabajos similares. Estas desventajas económicas se dan a pesar de que las mujeres han logrado un nivel más equitativo en cuestiones de educación. La brecha de género en educación en México es de 99.7 %; es decir, prácticamente hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades y los mismos niveles de educación. La brecha es aún más amplia en el apartado de la participación política: en México llega a 46.8 % (World Economic Forum, Global Gender Gap Report 2020).

    Subrayar y reconocer la participación económica de las mujeres es importante para valorar su intervención como un agente modificador de las actividades empresariales, sociales y culturales de sus comunidades. Las empresarias nos muestran un camino para lograr el empoderamiento de las mujeres y cambiar los roles de género, lo cuales van reconfigurando con su independencia económica. Además, el emprendimiento femenil representa un medio potencial para aminorar las desigualdades de género. Es importante reconocer que las mujeres empresarias contribuyen económicamente en los sectores donde participan, apoyan el crecimiento de la economía global y de la productividad, favorecen la creación de empleos y los niveles de educación, además de representar una fuente de lucha contra la pobreza.

    Asimismo, es imperativo situar sus historias empresariales en un orden social que todavía está «generizado»; es decir, las actividades empresariales de las mujeres emergen sobre condiciones de género desiguales, tanto en la vida pública como privada (desigualdad en las condiciones de trabajo, en los salarios, en las tareas domésticas, en la toma de decisiones de alto nivel). Estas desigualdades condicionan y conforman la manera en que participan en actividades económicas. En este sentido, al mismo tiempo que las mujeres desafían estas condiciones de género por la vía del emprendimiento, esas mismas condiciones de género impactan sobre cómo las mujeres emprenden y diseñan sus negocios. Aunado a este trasfondo, están las nuevas iniciativas de empresas de mujeres que responden a una nueva forma de estructuración del orden económico y social, más que a una incursión empresarial coyuntural. Las relaciones comerciales y económicas regionales están generando un campo económico donde las mujeres están contribuyendo, sumándole su manera de hacer negocios, su nueva feminidad y marcando nuevas fronteras genéricas. Precisamente, parto de este enfoque de género para narrar y contar las historias de mujeres empresarias en Sinaloa.

    Este libro surge a raíz de una investigación académica realizada con mujeres empresarias en Sinaloa. El estudio quedó plasmado en el libro Mujeres empresarias y autoempleadas. Nuevas identidades femeninas y empresariales en construcción, editado por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). De esa investigación científica, teórica y metodológicamente ilustrativa sobre la construcción de identidades empresariales femeninas, obtuve un acercamiento muy importante a las vivencias y retos que enfrentan las empresarias y decidí realizar una investigación más amplia, entrevistar a más mujeres y publicar una nueva obra con sus historias completas, desde una perspectiva empresarial y de género.

    Como resultado de esta nueva investigación de recopilación y análisis de relatos etnográficos, escribí 20 narrativas biográficas. Las historias que se presentan fueron seleccionadas al azar y con base en la disposición que tuvieron las entrevistadas para contarme sus experiencias. A ninguna de ellas las conocía antes de realizar las entrevistas, salvo a la última protagonista de estas historias y a una compañera de trabajo. Para efectuar las entrevistas, primero me informé de su existencia, las contacté por correo, teléfono o directamente en sus oficinas y después pactamos una cita. Las entrevistas se realizaron en algún café, en sus centros de trabajo o incluso en sus propias casas, donde muy amablemente me recibieron. Me dedicaron su tiempo, me permitieron cuestionar libremente y conocer su historia personal, familiar y empresarial. Con cada una de ellas experimenté una conexión muy importante, pues me brindaron su confianza y me abrieron las puertas de sus secretos; un profundo agradecimiento para todas. También hubo quien se negó a la entrevista o nunca confirmó un encuentro; por ende, no están en la narrativa; lo bueno de esto último es que quedaron muchas más historias pendientes por contar, no solo de mujeres empresarias, sino también mujeres activistas, políticas, profesionistas y amas de casa. Después de este trabajo considero que se deben seguir contando historias de mujeres, hacer una historia diferente y dejar evidencia contundente de ello.

    En esta obra, además de las narrativas de mujeres empresarias, se incluye una ilustración de cada una de ellas, arduo trabajo que fue realizado por Nidia Azucely Rodríguez Lara, una joven artista sinaloense, quien cuenta con una sensibilidad extraordinaria para captar detalles característicos y particulares de las protagonistas, pues en todas las ilustraciones logra transmitir la esencia de cada una de ellas. Mi profundo agradecimiento por su colaboración.

    Pocos esfuerzos se han dedicado a describir las vidas de las mujeres talentosas, activas y creativas en el estado de Sinaloa, es por eso que el objetivo general de este libro es rescatar historias de mujeres empresarias en el contexto de este estado y contarlas a manera de narrativas y relatos biográficos para resaltar sus experiencias personales, aprendizajes, decisiones, errores, estrategias y las peripecias vividas en su cotidianidad y en su quehacer empresarial. Estas historias también tienen el objetivo subliminal de llegar a ser evidencias históricas de las realidades de las mujeres en la época que les ha tocado vivir y desarrollar su empresa. Sus relatos se pueden utilizar como guías en el camino, en la toma de decisiones personales y profesionales, o como vitaminas del alma para las mujeres emprendedoras o no, así como ejemplos de vida de mujeres empresarias. En Historias de mujeres empresarias encontrarán narrativas de vida de mujeres que pueden inspirar y motivar a niños y niñas, jóvenes y adultos a anhelar un entorno mejor, afrontar retos y desarrollar sus ideas.

    Las mujeres como género, no como individuo, quedan excluidas del poder por definición. No es fácil hacer encajar a las mujeres en una estructura que, de entrada, esta codificada como masculina: lo que hay que hacer es cambiar la estructura. Y eso significa que hay que considerar el poder de forma distinta; significa separarlo del prestigio público; significa pensar de forma colaborativa, en el poder de los seguidores y no solo de los líderes; significa, sobre todo, pensar en el poder como atributo o incluso como verbo (empoderar) no solo como una propiedad. Me refiero a la capacidad de ser efectivo, de marcar la diferencia en el mundo, del derecho de ser tomado en serio, en conjunto e individualmente. Es el poder en ese sentido que muchas mujeres perciben que no tienen y que lo quieren. (Beard, 2017, p. 67)

    Mary Beard

    1._Isabel

    Isabel Montiel

    Artesanías Anmey

    Si pudiéramos alejarnos de la dinámica del mundo y extraer la historia de Isabel, narraríamos el cuento de una princesa atrapada en las torres de un castillo, custodiado por dragones lanzafuegos, de donde sería rescatada por un príncipe valiente, apuesto y enamorado. Pero el mundo vigoroso y orgánico en el que vivimos hace que su historia sea muy diferente. Su principado lo vivió al lado de sus padres, quienes le hicieron creer que sí era una princesa y pertenecía a la realeza. Pero no hubo príncipe que la rescatara, ella sola tuvo que liberarse de la obscuridad en la que perecía por una decepción, y el castillo donde se confinaba no era custodiado por dragones: eran sus propios pensamientos los que la apresaban. He aquí su historia y sus vivencias.

    Isabel nació en Culiacán en una familia muy trabajadora. Su papá, mecánico de los buenos, y su mamá, costurera de oficio, se enfocaron en que sus dos hijas tuvieran lo mejor, estudiaran, y fueron criadas como princesas, de tal manera que ellas aseguraban ser parte de la realeza. De niñas, su mamá las consentía mucho y una manera de darles gusto era comprándoles muñecas rarámuris originarias de Chihuahua, de donde es oriunda, por lo que tenían toda una colección. Sin embargo, Isabel solía preguntarse cómo era la muñeca típica de Sinaloa y soñaba con algún día tener una.

    Al crecer, Isabel se convirtió en una mujer de voz tan dulce y amorosa que, con solo escucharla, la inaginaríamos físicamente débil. Contrario a esto, Isabel es una mujer fuerte, inquieta, de mediana estatura, con un rostro donde resalta su sonrisa perenne y su mirada triste y serena. Es médico veterinaria zootecnista de profesión y artesana de corazón. Vivió protegida y al lado de sus padres hasta que contrajo matrimonio. Isabel se casó sintiéndose ufana, boyante y eufórica, así como cuando te casas enamorada. En su nuevo hogar ella tuvo a su primera hijita, pero tardó en tener más familia; no podía tener más hijos, los perdía. A los diez años del nacimiento de su primogénita, pudo tener una segunda hija. Estaba muy contenta; no obstante, debido a los tratamientos a los que se sometió, le detonó un problema hormonal y sufrió de depresión posparto.

    Ella no trabajaba, se dedicaba al ciento por ciento a sus hijas y a su esposo. En ese lapso ocurrió algo inesperado y muy trágico para Isabel: vio a su esposo con otra mujer. La depresión posparto y ese despojo de venda de sus ojos la sacaron violentamente de sus sueños de princesa, la empujaron a la triple frontera de la depresión, la ansiedad y la locura, donde se hundió en lo más profundo y oscuro sin saber a dónde ir. A este remolino de sentimientos su mamá lo llamaba locura, su esposo chantaje, los psicólogos depresión y ella lo llamó metamorfosis, ya que se sentía una oruga queriendo ser prematuramente una mariposa.

    Despertares de Isabel

    Isabel duró un año sumida en su letargo, atendiéndose con psiquiatras y psicólogos; se sentía terriblemente mal. Necesitaba recibir terapia ocupacional porque no dormía bien, y si lograba hacerlo 5 minutos a lo largo de la noche era mucho, estaba totalmente desquiciada, instalada en el drama. Lloraba día y noche, se sentía horrible física y emocionalmente hablando. Ella no sabía de sus hijas, solo se quería morir.

    Su insomnio la llevó a la máquina de coser, su arma principal en la batalla para luchar contra la desdicha. Su madre le enseñó desde pequeña, sin pensar que un día le serviría para aliviar su mente y su corazón. Así, una noche tuvo una idea, de esas transformadoras de actitudes, percepciones y conductas, y empezó a diseñar muñequitas. Como no podía dormir, se levantaba y tenía que hacer algo; entonces cosía en su máquina vieja y ruidosa. Cada tiki tiki y tiki taka del artefacto la aliviaba, se sentía menos desesperada y encontraba un poco de paz. Sus pensamientos se enfocaban en diseñar e imaginar muñequitas. Quería fabricar una muñeca de Sinaloa como la que soñaba de niña, así que empezó a investigar ¿qué es lo típico de Sinaloa?, ¿cuál es el traje típico del estado?, hasta que por allá encontró un libro donde venía el traje típico de Sinaloa. Isabel se dijo:

    —Esto lo voy a rescatar, pero yo no quiero una Barbie, no quiero algo chiquito, quiero algo muy especial.

    Le decían que estaba loca, pero la dejaban hacerlo, porque no estaba bien. Cuando vieron que empezó a tener interés en algo, le dieron por el lado.

    —Yo me di cuenta de que tenía poder de hacer las cosas, porque cuando estamos en casa de los papás ellos mandan y luego te casas y es peor, pides permiso hasta para ir a casa de tus papás. Tú dices: ¿hasta en qué momento de tu vida la retomas tú? No te das cuenta de que ya puedes, pero no te lo permites a ti misma. Cuando yo me doy cuenta de que podía decidir, me dije: voy a hacer unas muñecas de Sinaloa para vender.

    Despertó de su insomnio profundo y decidió venderlas en la banqueta de su casa; acomodó junto a sus muñecas algunos juguetes para vender también. Isabel vivía en un boulevard por donde pasaba bastante gente y allí empezó a tener algunos clientes asiduos.

    Se enfocó en diseñar y pensar cómo quería que fuera la muñeca. Entonces se le ocurrió solicitar un crédito a FONAES, el cual le otorgaron: le dieron 150 mil pesos del gobierno federal. Ella estaba fascinada, se sentía completamente motivada y encauzada. Eso le sirvió para iniciar lo que ya traía en mente, porque no tenía nada para empezar, solo una máquina vieja del año del caldo con la que cosía. Su mamá y su hermana la apoyaban mucho porque lo veían como una especie de terapia ocupacional, pero ya que la vieron más en forma, ya enfocada, empezaron a sorprenderse de alguna manera.

    Empezaba a sentirse motivada. El anhelo de hacer algo con su vida surgió cuando se dio cuenta de que había dedicado muy poco tiempo a su propia creatividad y a sus propios amores. Fue entonces cuando empezó a hacer muchas muñecas. Un día al amanecer y despertar del letargo costuril en el que se sumía todas las noches, vio su cuarto lleno de muñecas y se preguntó: —¡¿Y ahora qué hago con ellas?! ¡¿Dónde las vendo?!

    Corrió a su esposo de su casa; no se divorció. Fue un periodo muy difícil y largo que marcó a Isabel y el inicio de su empresa. Hubo un tiempo en que él estaba afuera de la casa y no podía ni entrar porque ella se ponía súpermal.

    —Me daban hasta convulsiones, estaba instalada en un drama total. Obviamente todo esto lo resintió mi hija, tenía 10 años. ¡Esas cosas todavía me duelen!

    A su hija mayor le tocó vivir más conscientemente ese periodo difícil de su matrimonio.

    —Cuando yo despierto de ese drama, mi esposo hizo circo, maroma y teatro para seguir en casa y, bueno, seguimos. No puedo decir que fue fácil, fue un proceso muy difícil, porque yo era de que cuando llegaba mi esposo, le quitaba los calcetines y se los ponía. Una atención exagerada, y cuando despierto de esa mentira, obviamente me revelé y ahora le decía: ¡ponte tú los calcetines! ¡Fue un proceso de cambio muy fuerte! En un principio sí, mi esposo me decía sí te voy a apoyar, quiero esto, ¡sí! Oye voy a ir a llevar unos documentos, sí, necesito hacer un acta constitutiva, sí, ¡todo era sí! ¡Posiblemente él pensaba que me iba a enfadar e iba a dejar todo y volvería a ser la de antes! Nada más lejos de la realidad.

    Cuando le dieron el crédito, Isabel ya tenía planeado iniciar el diseño y fabricación de su muñeca sinaloense. El primer paso que tenía planeado era ir a Guadalajara, pues tenían en mente que ahí le ayudarían a diseñar el prototipo de su muñeca. Todo parecía bien, pero cuando le dijo a su esposo que se iría a Guadalajara él reaccionó muy sorprendido y enojado.

    —¿Cómo que te vas a Guadalajara? Isabel no estaba dispuesta a cambiar de planes por nada ni por nadie, ni mucho menos por los exabruptos de su marido.

    —Sí, me voy a ir, ya tengo todo listo.

    —¿Vas a dejar a las niñas? —Su esposo estaba furioso y buscó cómo retenerla.

    —¡No!, mi mamá se queda con ellas.

    Ya tenía todo organizado para ese viaje, pero la vida tranquila en casa empezó a fracturarse, fue una gran travesía en todos los sentidos. Cuando le dieron el recurso, Isabel se fue a Guadalajara, muy audaz ella, donde buscó a un escultor, a quien le dijo que quería una escultura para una muñeca que representara a Sinaloa. Realizaron un estudio antropológico de las características de las y los sinaloenses. Ella quería una muñeca sinaloense bien hecha, era su sueño desde que su mamá le compraba las muñecas de Chihuahua.

    Como resultado, el escultor le diseñó una muñeca con un tono de piel que representa el mestizaje que se ha producido en Sinaloa a través de los años, por eso el color apiñonado; sus facciones son de muchacha, no son de bebé, como las de la mayoría de las muñecas; resaltan los pómulos del rostro y los ojos grandes, típico de las mujeres sinaloenses; el brazo es más frondoso, no es delgadito, resalta la protuberancia de su figura. Al muñeco le pusieron su bigote, ya que la mayoría de los hombres en Sinaloa lo usaban, por lo menos antes. Así fue el diseño de la muñeca y el muñeco con facciones sinaloenses que Isabel imaginaba en sus sueños, fabricados en vinil y porcelana y vestida (la muñeca)con el traje típico sinaloense que se elabora en su taller.

    Mientras tanto, su esposo seguía insistiendo que dejara eso, pues tampoco le agradaba que estuviera vendiendo en la banqueta de su casa. Le dijo:

    —Mira, te voy a rentar la otra esquina para que pongas una papelería.

    —Está bien, le contestó Isabel, imaginando más un taller de costura que una papelería.

    La propuesta fue para que ella se entretuviera y olvidara vender muñecas, pero obviamente el lugar no funcionó jamás como papelería, pues tenía a la venta solo unas cuantas cartulinas. Gracias al recurso que obtuvo del FONAES compró máquinas de coser y las instaló ahí. Su hermana y su mamá trabajaron con ella y después empezaron a contratar a otras mujeres.

    Isabel no sabía nada de comercialización ni publicidad ni del compromiso de pagar semana a semana la raya. Su esposo le ayudaba, aun renegando y cuestionando le decía:

    —Es que tengo que pagar a las que me están ayudando.

    —Pero ¿qué hiciste con el dinero?

    —Esa muñeca que está en la pared.

    Fue cuando reaccionó y decidió hacer algo más porque su esposo no le iba a dar toda la vida para esto. Y tenía muchas muñecas y ahora se preguntaba:

    —¿Cómo comercializo más muñecas?

    Se fue a todos los kínderes que estaban en su colonia y así empezaron a hacer dulceros, mochilas, entre otras cosas.

    —En las escuelas me compraban mochilas de Rosita Fresita y Spiderman. Ahora sé que son de licencia, que no debí haber hecho eso sin permisos, pero, bueno, eso hacía.

    Durante ese proceso fue también al gobierno estatal a ver qué programas había. De esta forma empezó a vender incluso al gobierno del estado, en el programa de Sinaloa Emprende y participó con ellos en exposiciones de artesanías sinaloenses.

    Su despertar como productora de muñecas y la necesidad de ganar dinero para seguir produciéndolas la llevó a moverse, buscar clientes y formarse también como comercializadora. Isabel tomó una actitud de mujer de negocios, de esas actitudes que te hacen buscar estrategias de ventas y comercialización que te llevan a vender tu producto por el mundo.

    Viajes que transforman y liberan

    Como resultado de las acciones que estaba realizando para comercializar sus muñecas, Isabel se enteró de una exposición de artesanías que se realizaría en México en 2004, cuando Vicente Fox -quien asistiría al evento junto con su esposa- fungía como presidente. En esa expo se hacen enlaces comerciales con Walmart y Soriana, distribuidoras grandes. Como artesana, en ese evento empiezas a exponer tus productos y te dicen qué te falta para poder comercializarlos. Isabel decidió asistir, y así fue como se le abrió un mundo de oportunidades y de retos.

    Fue registrada como una productora de muñecas, grupo en el que la enlistaron por el crédito que le habían dado. No obstante, se sentía muy inexperta e insegura y sus problemas familiares la acompañaban a todos lados; estos le pesaban mucho y le impedían sentirse cómoda en algo tan nuevo para ella. Era la primera vez que salía sin la tutela de un esposo ni de sus padres y no sabía lo que era viajar sola. Aunque se hizo acompañar de su hermana, ambas estaban temerosas, pero tenían mucho entusiasmo, así como ansias de aprender de todo para comercializar sus muñecas.

    Al llegar al evento ya habían comenzado las conferencias. Xóchitl Gálvez (entonces Titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos indígenas) exponía en esos momentos y, al escucharla, Isabel sintió que esa mujer le abría los ojos a todo el mundo ahí presente. Le encantó su conferencia, pues era de esas pláticas que te dejan pensando y meditando para siempre. Luego fueron a comer y se sentaron donde pudieron, ya que había muchísima gente y artesanos de todo México. Se acomodaron al lado de unas mujeres artesanas que estaban descalzas y vestían sus trajes típicos, coloridos y llamativos. Entablaron una conversación con ambas y averiguaron que una de ellas hacía muñecas de hojas de maíz. Esta se mostró interesada en el trabajo de Isabel y le dijo: —Isabel, pásame tu mail. En ese momento, Isabel le comentó a su hermana que no tenía correo electrónico. Pensó en el estigma que se tiene del artesano, las veía a ellas descalzas con su ropa autóctona, y van sacando su laptop.

    —¡Áyale! —exclamó—, ¡yo ni teléfono tengo!

    Isabel y su hermana se quedaron patidifusas, atónitas y estupefactas.

    —¿Cómo es posible que estas mujeres que han crecido con la bota en el cuello desde que nacen, que no han tenido preparación, salgan a delante y sean empresarias? —le dijo a su hermana—. Ahora entiendo que su manera de vestir es porque son sus costumbres, se sienten orgullosas de eso. Más allá de eso, ¿cómo es posible que nosotras profesionistas, no tengamos el poder que tienen ellas?

    Al terminar la comida, cuál fue su sorpresa cuando la señora que estaba a su lado fue la siguiente expositora; era su turno de contar su historia de éxito. Estas mujeres que recién conoció Isabel acababan de firmar un contrato con la refresquera Barrilitos para venderles nacimientos de hojas de maíz. La refresquera se los compraba a ellas para obsequiarlos como parte de las promociones que hacían en EE. UU. En su interlocución revelaron que ellas empezaron a trabajar en su comunidad, a pesar de que sus esposos no querían; se agrupó un puñado de mujeres y de la basura de la siembra que sus esposos tiraban, juntaban todas las hojas de maíz, hacían muñequitos y diseñaban nacimientos. Contaron que ahora sus esposos eran sus empleados, y orgullosas dijeron que compraron una flotilla de camiones de redilas para trasladarse, ya que en los pueblos donde ellas vivían no había fletes ni camiones ni nada en qué transportar sus productos. En sus propias palabras, Isabel expresó:

    —Tenían un alcance tremendo para haber comprado una flotilla de camiones. Ahí empecé a dimensionar y entender por qué se capacitaron, ellas decidieron capacitarse, ¡ese cambio me impresionó! Se fue una Isabel Montiel a México y regresó otra Isabel Montiel a Culiacán, más fuerte, con más ganas de hacer lo que yo quería. Y de pilón, que me invita el presidente Vicente Fox a Los Pinos.

    Han pasado años de ese encuentro y no olvida cómo ese momento le cambió la vida. Vio la manera en que esas mujeres tomaban las riendas de sus vidas, de sus hijos y de su familia. Desde entonces Isabel adoptó una actitud de «todo lo puedo», de esas que te hacen invencible a cualquier dificultad y te motivan a buscar el cómo se pueden lograr las metas.

    Con apenas cuatro meses de haber iniciado formalmente su empresa, a ese viaje Isabel llevó una maleta con las muñecas fabricadas por ellas, una caja llena de temores e inexperiencias, pero también otra con muchas ilusiones y optimismo. Resulta que en esa expo, entre cientos de artesanos, sus muñecas fueron exhibidas en un pasillo privilegiado, el «pasillo presidencial», por donde pasarían el presidente, su esposa e invitados. Ya conocían sus muñecas a través de fotos y al parecer conquistaron a la primera dama Marthita Sahagún porque las eligieron para exhibirse en ese lugar especial. Isabel se sentía muy emocionada cuando se enteró. Además de presumir sus muñecas, de las cuales se siente muy orgullosa, tendría la oportunidad de conocer al presidente y a su esposa. Cuando pasaron por su estand, Isabel se animó a acercarse y decirle unas cuantas palabras:

    —No nada más hay cosas malas en Sinaloa, también hay cosas positivas.

    El presidente le contestó:

    —La felicito, es un trabajo muy bonito, me gustaría que nos acompañara a Los Pinos, está cordialmente invitada.

    Isabel casi se fue «pa'trás». Al día siguiente le hablaron por teléfono de Los pinos para preguntarle a qué hora iba a hacer el recorrido; ella no sabía ni de qué, pero asistió. Su experiencia en Los Pinos fue algo que aún lleva en su memoria. Seguía considerándose muy inexperta en todo, pero con el simple hecho de haber entregado los muñecos y haber conocido al presidente, ella se fue feliz. Visitar Los Pinos también la hizo sentir muy especial.

    Llegó a Culiacán más que contenta, motivada y decidida a cumplir sus sueños, pero a su esposo lo encontró infartado, molesto al límite del cólera. Le inventó todos los amantes que pudo imaginar. Argumentaba, incrédulo y mal pensado:

    —¿Cómo es posible que una mujer llegue a Los Pinos sin un intercambio deshonroso?

    Aparte de todo, la insultó. Eso le generó tanta impotencia a Isabel que se sintió muy desilusionada otra vez. Ella misma relata:

    —¡Estábamos medio queriendo arreglarnos bien en familia, con eso lo odié! ¡¡Lo odié horrible!! Me sentí muy humillada, sentí que no tenía valor lo que yo hacía, ahí me di cuenta de que me decía sí a todo pensando en que se me iba a pasar, como si hubiera sido un berrinche lo que yo estaba haciendo, pues más allá de enojarme, enloquecerme o instalarme en el drama, pues continué con más fuerza.

    Su esposo puso todos los obstáculos que pudo: el no te doy dinero, el no vas, mostraba su carácter más iracundo, empezaba a atacarla emocionalmente para derrumbarla. Ella se sentía terrible, pero en todo momento luchó por fortalecerse y trató de que no le importara. Definitivamente, se fue una Isabel y regresó otra Isabel. Era más fuerte también gracias al apoyo de mujeres empresarias que había conocido. La experiencia de vida de estas personas le dio entereza emocional.

    —Empiezas a verte en el espejo a ver quién eres de verdad —contó—. En ese proceso aprendí a no depositar el valor de mi persona y el valor de mi felicidad en otra persona. Ese es el verdadero empoderamiento de la mujer. Eso es realmente el poder hacer lo que quieras en la vida.

    Isabel estuvo lista para ser libre y arrancarle los poderes a lo que le causaba daño y transformarlos para su propio beneficio y reconocimiento como mujer creativa.

    Renovada y con nuevas estrategias

    Cuando Isabel regresó de ese viaje, le hicieron una entrevista en el periódico, la cual fue publicada y le abrió algunas puertas. Después de la entrevista, le hablaron de la Secretaría de Desarrollo Económico para invitarla a sumarse a los programas que tenían de comercialización, como el programa Hecho en Sinaloa que estaba en función en aquel tiempo. Se acercó ahí ignorando muchas cosas, porque no tenía ni siquiera una marca registrada. Ahí le ofrecieron ayuda para hacerlo.

    Le ayudaron a bautizar su empresa. Isabel quería un nombre muy significativo, más allá de que tuviera buena fonética, o que la imagen dijera algo. Entonces se enfocó en el motor de su vida, que son sus hijas, y de ahí nació la marca ANMEY, fusionando los nombres de Anaís y Melany, y le puso una mariposa en el logotipo, que para ella significa mucho. Claro que trataron de persuadirla:

    —Pero, señora, ese nombre no es comercial, ¡no representa lo que hace! —le dijeron. Le querían cambiar todo, lo más seguro es que sí tenían razón, pero su negocio no nació por la necesidad de ganar dinero ni de ser empresaria, sino algo más importante que eso: el de rescatarse como mujer y persona productiva. Por eso, ese nombre para ella valía más. Ese origen empresarial hace que sus productos sean muy especiales, pues Isabel deja sus sentimientos en cada muñeca que elabora.

    —¡Cada muñeca es mi hija! Cada vez que vendo una digo: ¡Ojalá y la cuiden!.

    El desarrollo de su labor empresarial fue un proceso muy accidentado en todos los sentidos porque nació de la nada, sin un plan de negocios, sin un perfil a seguir, por lo que tardó más en posicionar su producto. Empezó a vender a través de la Secretaría de Turismo e instancias de gobierno, a dar a conocer su producto mediante expos, entrevistas y tocando puertas. Conforme vendía sus muñecas y formaba su empresa, ella se fortalecía, sentía que ya no le daba miedo nada, ya no

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