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A fuego y espada. ¿Seres humanos o marionetas? Segunda Parte
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Libro electrónico236 páginas3 horas

A fuego y espada. ¿Seres humanos o marionetas? Segunda Parte

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Este libro es una introducción novelada a la Antroposofía, un camino hacia el autoconocimiento y la sabiduría desarrollado por el autor alemán Rudolf Steiner. Aquí se nos abren las puertas al mundo espiritual, al mundo de los dioses y de los ángeles, a los ciclos de la evolución y al sentido ético. También se habla de la historia oculta de la humanidad, de los sabios de la antigüedad y de los continentes perdidos de Atlántida y Lemuria. Por otra parte, lo anterior se entreteje con intensas dinámicas grupales en las que se tratan directamente temas de candente actualidad, como el dinero, el abuso infantil o el independentismo catalán. De esta manera se describen los vaivenes del neófito entre la duda y la claridad, el esfuerzo y la recompensa, la identificación de los obstáculos y el proceso de superarlos. En quien recibe esta información se produce una gigantesca expansión de conciencia, una ampliación del marco en el que situamos nuestra vida humana en este momento histórico, lo que ayuda a dar sentido a nuestro proceso evolutivo personal y colectivo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 ene 2022
ISBN9788412415957
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    A fuego y espada. ¿Seres humanos o marionetas? Segunda Parte - Joan Antoni Melé

    Prólogo

    Escribir esta trilogía me ha llevado a revisar el curso de mi vida y a recordar a las personas que han intervenido en ella. Les doy gracias a todas, a las que me proporcionaron bienestar y a las que me hicieron sufrir, porque todas me hicieron bien, todas me han ayudado. Siento un profundo agradecimiento a la vida por todo lo recibido y no tengo nada pendiente que deba perdonar.

    En esa retrospectiva vital, también me he hecho más consciente de mis errores y las consecuencias que han tenido para los demás. No hay nada que sienta más en esta vida que haber hecho daño a otros y asumiría con gusto el dolor provocado si pudiera cargar con él, pero no se puede. Por esto, solo puedo pedir perdón a quienes haya podido ofender y ponerme a su disposición para cualquier cosa que necesiten.

    Estamos en un camino de autoconocimiento que será largo y difícil y es saludable liberarse de la carga de ofensas y enfados. Aún estamos muy confusos y desorientados en ese camino, muchas veces dando palos de ciego, y nuestros errores provocan inevitablemente los problemas del mundo. ¡Cómo no voy a perdonar a los demás, si a mí me han tenido que perdonar tantas veces!

    Además del agradecimiento general que acabo de hacer, quiero dar las gracias de manera específica a mis amigos Nacho, Jordi y Eduard, por su lectura del texto original y por todas las correcciones, comentarios y aportaciones que han hecho al mismo y que lo han enriquecido notablemente.

    La duda

    Jordi salió de casa de Jakob profundamente sacudido en su interior, la última clase le había llevado al límite. Con las palabras y los dibujos de Jakob en la pizarra, su corazón se puso a palpitar con intensidad inusitada, como si hubiera descubierto un gran tesoro oculto. Pero al mismo tiempo, su mente racional se rebelaba con rabia como si le estuvieran arrebatando un terreno conquistado desde hacía años. El resultado de esa tensión entre corazón y mente era de esperar: durante el camino de vuelta la duda se apoderó de Jordi, que llegó a casa visiblemente afectado. A diferencia de lo que era habitual en él, entró en la vivienda sin avisar de su llegada ni saludar a nadie y se fue directo a su habitación. A María le extrañó ese comportamiento y fue a ver qué pasaba.

    —Hola Jordi, ¿todo bien?

    —No sé, me parece que me he equivocado apuntándome a ese curso, Jakob está yendo demasiado lejos. No sé si nos está lavando el cerebro poco a poco y no nos damos cuenta. Como todos estamos en crisis, es muy fácil manipularnos.

    —No lo entiendo, estabas entusiasmado con él y sus clases. ¿Por qué crees que tendría interés en manipularos? ¿Os está pidiendo dinero? ¿Cuánto cuesta el curso?

    —Hasta en eso es raro, dijo que costaba la razón¹ y que el precio lo pondría cada uno libremente después del encuentro en las Cuevas de la Luz, en función de cómo valoráramos lo que hemos hecho hasta ese momento.

    —Hombre, un poco raro sí es, pero no le puedes acusar de interesado por el dinero.

    —No, eso no lo he pensado en ningún momento.

    —¿Entonces? ¿En qué os querría manipular?

    —No sé, quizás no manipular, pero sí seducir. Estas cosas nunca se ven al principio, salen después y cuando te das cuenta ya es muy difícil desconectarse.

    —Lo dices como si ya hubieras tenido alguna experiencia de este tipo.

    —No, pero he oído hablar de estas cosas por televisión e internet.

    —¿Y conoces a las personas que lo decían? ¿Te merecen credibilidad? Tú siempre dices que hay que comprobar las fuentes.

    —Bueno, María, ahora no tengo ganas de hablar, dejémoslo para otro momento, ahora vamos a almorzar con los niños.

    —Como quieras, pero no lo entiendo.

    María se dio cuenta de que Jordi no estaba en condiciones de dialogar sobre lo sucedido y pensó que realmente era mejor dejarlo para otro momento. Además, los niños ya estaban reclamando la comida porque tenían hambre. El resto del fin de semana lo dedicaron a actividades familiares y el tema del curso no volvió a surgir en la conversación.

    El lunes a media mañana, recibieron una llamada de la persona que les había comprado su piso, preguntando cuándo lo dejarían disponible. La vivienda que habían comprado en Sant Cugat estaba muy bien y había requerido pocas reformas, que en realidad ya habían terminado. Ahora venía la parte más pesada del traslado, pero les habían recomendado una empresa de transportes muy seria y eficiente, que cobraba precios muy razonables, en la que les aseguraron que en dos días habrían terminado. En base a estos términos, Jordi se comprometió con el comprador a dejar el piso antes de fin de mes. En las dos semanas siguientes, Jordi se entregó por completo al trámite de los muebles y la mudanza, ya que María debía seguir trabajando y los niños ir al colegio. Por su carácter perfeccionista lo quiso controlar todo al detalle, hasta el punto de llegar a agobiar a los empleados de la empresa transportista. También llamó para que les llevaran los muebles nuevos que ya habían comprado unas semanas antes. El día 24 de noviembre por la mañana entregaban al comprador las llaves de lo que había sido su hogar desde que contrajeron matrimonio. Habían quedado precisamente en Barcelona, en la casa que iban a dejar. María estaba un poco emocionada y Jordi se dio cuenta.

    —¿Qué pasa, María? ¿Estás bien?

    —Sí, pero hemos pasado aquí muchos años y hemos sido muy felices. Siento que algo ha acabado y comenzamos una nueva época; se me han removido muchas cosas por dentro. Pero estoy bien, ya sabes que tengo la lágrima fácil.

    —Ya verás como en la nueva casa también estaremos bien, crearemos calor de hogar. Ten confianza, todo irá bien. Me dijiste que no te importaba cambiar de casa...

    —Y no me importa, pero los cambios me provocan incertidumbre y a mí me gusta la seguridad. Pero no te preocupes, estoy bien, solo ha sido la tristeza de una despedida, no tiene importancia.

    Una vez finalizado el encuentro y la entrega de la llave, se fueron hacia Sant Cugat con la intención de comer en algún restaurante; era tarde y no tenían tiempo de preparar la comida.

    Con toda la actividad de las semanas anteriores y el estrés que le provocó, Jordi se olvidó del estudio y de los ejercicios. Tampoco había vuelto a hablar con María del curso con Jakob, por eso se sorprendió cuando en el coche ella le preguntó:

    —¿Y qué has decidido hacer con el curso de Jakob?

    —¡Ostras! Me había olvidado por completo de Jakob, del curso y de los ejercicios que debía hacer. Es que quizás ahora no es una buena época, tal vez es mejor que lo deje para más adelante cuando estemos más tranquilos.

    María se quedó en silencio mirándole, mientras él conducía. A Jordi le extrañó.

    —¿Qué? ¿No dices nada?

    —Sí, me sorprende que seas capaz de dar una excusa tan pobre y convencional y que tú mismo te puedas autoconvencer con ella. ¿De qué huyes? ¿De qué tienes miedo?

    —¿Miedo? Yo no tengo miedo de nada, pero hemos tenido mucho trabajo con el traslado.

    —Cuando saliste de la última clase estabas alterado, no quisiste hablar de ello y tampoco has vuelto a sacar el tema. No hace falta ser psicóloga para ver que lo estás rehuyendo, hay algo que no te atreves a afrontar y me gustaría que lo habláramos. Ahora, en el restaurante, busquemos una mesa tranquila y aclarémoslo.

    Jordi no estaba muy convencido, pero se dio cuenta de que María tenía razón, lo había desenmascarado y ahora no podía disimular. Tenía que afrontarlo y hablar con ella. Después de elegir una mesa un poco apartada y de pedir los platos que querían, comenzó la conversación.

    —A ver, Jordi, ¿qué es lo que pasa? ¿Cuál es tu duda? ¿De qué tienes miedo?

    —En realidad, no lo sé. La verdad es que la clase me entusiasmó, pero chocó frontalmente con mi visión racional de la realidad y, al acabar, algo inconsciente en mi interior se rebeló con rabia. Esa es la palabra, rabia. Pero no lo puedo explicar.

    —¿Y qué piensas hacer? Estabas muy ilusionado con el próximo encuentro, el retiro de cuatro días en las cuevas de Granada. Tienes que decidirte ya, si vas a anularlo deberías decirlo con antelación.

    —No, en realidad no quiero anularlo, pero hay una resistencia muy fuerte en mi interior y no puedo calmarla. Es como si presintiera que, si sigo adelante, vendrán cambios muy grandes y nada volverá a ser como antes. Sí que tengo un cierto temor.

    —Has hecho un gran camino en los últimos meses y, la verdad, los cambios que he visto me han gustado mucho. Incluso tu madre piensa lo mismo. Por cierto, ¿cuánto hace que no la llamas? ¿Por qué no le haces una visita y le cuentas cómo te sientes? Seguro que ella te entiende y te ayuda a decidir.

    —Hace muchos días que no le digo nada, con el traslado me he olvidado de todo. Luego la llamo y la invito a que mañana o el domingo venga a ver nuestro nuevo hogar, y comamos todos juntos.

    —Por fin parece que vuelves a la sensatez.

    Después de la comida, cuando llegaron a casa, Jordi llamó a su madre, que aceptó encantada la invitación; quedaron para el día siguiente. A media tarde, María se llevó astutamente a los niños a jugar a su habitación para que él pudiera hablar tranquilamente con su madre. Después de algunos rodeos, le contó lo sucedido, así como las dudas y temores que le habían surgido. Julia escuchó atentamente, sin dar muestras de sorpresa o preocupación.

    —Esto es muy normal, nos ha pasado a casi todos. Cuando comienzas un camino espiritual te atacan la duda y el miedo. Es algo que seguro hablaréis con Jakob, podrás entenderlo y afrontarlo mejor.

    —Es que incluso me estoy planteando si seguir en el curso.

    —Eres libre de tomar esa decisión, pero esa decisión no sería muy libre si no sabes reconocer bien el origen de esas dudas y esos miedos. Yo te recomendaría seguir adelante y, si lo dejas, que sea de forma plenamente consciente. Descubre qué es lo que no aceptas y por qué no estás dispuesto a aceptarlo. Compártelo con él. Jakob es una persona muy abierta, lo entenderá perfectamente.

    —Lo que dices tiene sentido, lo voy a pensar.

    —Me parece muy sensato, piénsalo, pero siéntelo también. ¿De acuerdo?

    —De acuerdo, mamá. Me pregunto por qué antes nunca manteníamos conversaciones así.

    —Es muy fácil, porque tú no querías, no era tu momento. Pero yo tenía la esperanza y la confianza de que algún día llegaría. Siempre que quieras hablar o preguntarme algo estoy a tu disposición, pero yo nunca lo forzaré. A lo sumo insinuaré algo para ver cómo reaccionas.

    Ahí dejaron la conversación y se unieron de nuevo al grupo familiar para jugar con los niños. El diálogo con su madre le había reconectado con su trabajo interior y decidió que esa noche reanudaría la lectura y los ejercicios.

    Esa noche soñó que se encontraba con su padre en Externsteine. El ambiente le transmitía una gran paz. Su padre se le acercó, y con mucha serenidad y una sonrisa en la expresión, le dijo: «Nur Mut!», que en alemán significa: ánimo, coraje. Al despertar, recordó muy nítidamente el sueño y tomó la decisión de continuar con el trabajo y con el curso». Hoy mismo llamaré a los compañeros para organizar el viaje.

    1 Ver volumen I, ¿Y si…?

    Las Cuevas de la Luz

    Jordi llamó a sus compañeros y quedaron en hacer una reunión por Zoom para decidir cómo viajarían a las Cuevas de la Luz. Al final acordaron ir en tres coches y salir el día anterior para estar descansados el jueves por la tarde cuando comenzara el curso. Teniendo en cuenta que harían diversas paradas y el viaje les llevaría todo el día, pensaron que sería bueno salir muy temprano, a las seis de la mañana, para llegar a su destino con luz de día.

    Jordi se despidió de los niños la noche anterior, y también quería hacerlo de María para que no tuviera que madrugar tanto, pero ella le dijo que se levantaría para despedirle. Los niños protestaron un poco, no estaban acostumbrados a que su padre les dejase. Les explicaron que era para una buena causa y que al volver les podría explicar cosas muy interesantes. Resignados, aunque no muy convencidos, finalmente se quedaron dormidos.

    Cuando Jordi se levantó, observó que María se había adelantado a prepararle un pequeño desayuno para que no saliera de casa en ayunas. Jordi se dio cuenta de que María se alegraba mucho de que hubiera decidido seguir con el curso.

    —No te preocupes por nosotros, estaremos bien. No hace falta que llames a cada momento, céntrate en el proceso y llama solo por la noche antes de cenar. Si hubiera algo excepcional, yo te llamaría de inmediato.

    —Cariño, parece que quieras deshacerte de mí.

    —¡Qué cosas dices! Lo que sucede es que estoy convencida de que te va a ir bien. Lo hablé con tu madre y las dos pensamos lo mismo. Sí que te va a provocar cambios, pero serán muy positivos. Y claro que no volverás a ser el de antes, siempre cambiamos, todos cambiamos, lo importante es que el cambio sea positivo. Date prisa, tus compañeros te están esperando.

    Habían preparado la maleta el día anterior, por lo que solo tuvo que ducharse, vestirse y tomar un café con algo de lo que le había preparado María. En realidad, a esa hora no le apetecía comer, pero después del esfuerzo que ella había hecho, no podía rechazarlo.

    Todos fueron puntuales, a las seis en punto de la mañana estaban delante del Palacio del Rey, ya cerca de la salida de Barcelona. Previamente, se habían puesto de acuerdo en llevar los coches de Jordi, Nacho y Xavier, porque eran los más grandes y confortables. Acordaron también la distribución en los coches en función de la proximidad de sus viviendas. Luego ya se irían cambiando.

    Sergi y Lluïsa se fueron con Jordi y durante el viaje este les contó su experiencia. Se sinceró con ellos y les explicó sus dudas y miedos. Ellos no solo no se sorprendieron, sino que también le confesaron que les había sucedido algo semejante. Sin embargo, también el fuego del entusiasmo había despertado en ellos una fuerza superior a la de la duda. Hicieron cuatro paradas, algunas muy breves, y llegaron a destino a las tres de la tarde. Ya habían avisado que llegarían un día antes. Jakob había llegado allí dos días antes con Miriam, su mujer, para prepararlo todo.

    Las Cuevas de la Luz es un maravilloso centro de ecoturismo propiedad de Artur y Lourdes, una joven pareja que se fue a vivir allí hace pocos años con sus hijos Marçal y Jan, dejando atrás el negocio familiar en busca de un proyecto con más sentido. Seguramente, a muchos les pareció una locura, abandonar un trabajo seguro y bien remunerado para ir a la aventura, ¡y con dos hijos! Cuando les encuentras, ves que no se equivocaron, son felices y transmiten esa felicidad. Son un ejemplo de cómo trabajar con amor al servicio de los demás, se esmeran muchísimo en todos los detalles, tanto en la calidad de los alimentos como en las condiciones de las habitaciones. Está claro que su objetivo no es ganar mucho dinero, sino contribuir a crear un mundo mejor.

    En el camino desde la localidad de Bácor-Olivar hacia el pantano del Negratín, a mano izquierda se encuentra un cartel que indica el sendero hacia Las Cuevas de la Luz. El coche debe atravesar un riachuelo, lo cual le da un cierto sabor de aventura, y a unos doscientos metros se encuentran las instalaciones. El conjunto es impresionante, unos 1.450 m² excavados en la montaña, totalmente pintados en blanco, con grandes aperturas por las que entra y fluye la luz de una manera inimaginable cuando las ves desde fuera. Habitaciones, salones, salas para cursos, biblioteca…, todo está diseñado y decorado con muchísimo gusto y delicadeza, teniendo en cuenta todos los criterios ecológicos y de sostenibilidad posibles. Al entrar en el recinto, uno se percata inmediatamente de que se encuentra en un lugar especial, un lugar idóneo para que sucedan cosas positivas. Realmente, el nombre es adecuado, porque en estas cuevas vive y fluye la Luz.

    Al llegar los tres automóviles al recinto, encontraron las vallas abiertas y que, un poco más adelante, frente al edificio, estaban todos esperándoles. Es un lugar de mucho silencio y cualquier llegada se detecta inmediatamente. Ahí estaban Jakob y Miriam, Marta, otra mujer a la que no conocían, y toda la familia propietaria del lugar, junto a sus tres grandes y juguetones perros. Casi a coro entonaron un ¡bienvenidos! que les llegó al corazón. En primer lugar, se hicieron todas las presentaciones correspondientes: solo Jordi conocía a Miriam, por el encuentro que tuvieron en Girona, y nadie conocía a Marta, una pintora a la que Jakob había invitado a colaborar con él en el seminario. Después de saludar a todos los miembros de la familia, les fueron acompañando a las habitaciones que eligieron, tarea nada fácil, pues todas son muy bonitas y espaciosas. Finalmente, Lluïsa y Tatiana decidieron compartir habitación y también lo hicieron Graciela y Ana.

    Después de sacar las cosas de las maletas y asearse un poco, acudieron al salón-comedor, donde Lourdes les había preparado un tentempié para poder aguantar hasta la hora de la cena. Se notaba que todos estaban ansiosos por comenzar, pero el curso no empezaba hasta el día siguiente por la tarde. Mientras tomaban las deliciosas infusiones de hierbas que les habían preparado y comían algunas galletas y frutos secos, Jakob comenzó a explicarles el plan para esos días.

    —Dejadme que os dé de nuevo mi más cordial bienvenida y que os diga que me alegro mucho de que hayáis venido todos —al decir esto recorrió con la mirada a todos los asistentes, de manera que cada

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