Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El conde de Tlapancalco
El conde de Tlapancalco
El conde de Tlapancalco
Libro electrónico871 páginas13 horas

El conde de Tlapancalco

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La historia oficial del descubrimiento y de la conquista de Nueva España (México), está en buena parte tergiversada. El lector/a perspicaz, hallará en esta novela histórica EL CONDE DE TLAPANCALCO, respuesta a muchos interrogantes, ofreciéndole el texto elementos de investigación sobre la participación no castellana en el descubrimiento y conquista.

¿Eran tan católicos Fernando e Isabel?. ¿Quién financió la expedición?. ¿Las tres carabelas salieron de Palos en Huelva, o por Pals en Girona?. ¿Fue Colon genovés?. En el segundo viaje de Colon, los 1200 expedicionarios no eran españoles, sino aragoneses, catalanes, valencianos, mallorquines y algún castellano. Las Antillas bajo gestión catalana, quiso comerciar, establecerse, crear nueva industria. Tras el monopolio de Castilla, se impuso la religión, lengua, cruz, espada y el expolio. ¿Era Hernán Cortés extremeño? En su escudo de armas consta la bandera de la Corona Catalano-aragonesa. ¿Participó Hernán Cortés, en el Mediterráneo, en las guerras catalano-aragonesas de Carlos I, contra los otomanos?. La hija de Moctezuma en Toloriu, Catalunya. ¿Los hermanos Pinzones, Pedro de Margarite, Juan de Grado, Bartolomé de las Casas, los frailes Boïl, Pané y otros muchos a quienes castellanizaron el nombre, eran castellanos, o de otras naciones independientes en la Península Ibérica?.

El protagonista Parra, (descubran sus ancestros) partió con Colom (Colon) en su segundo viaje, contactando con Cortés, un Aragón, quien prefería Paz y Tregua, antes que guerra, pactando con tribus indígenas: "Tratado de Parra". Paralelismo entre las naciones tlaxcaltecas y la Confederación Catalano-aragonesa. Se explica la creación de Vera Cruz, de Tlaxcala, el éxodo de los Parra-tlaxcaltecas hacia Tierra adentro, por discrepar de la gestión castellana, hallando Buena Vista, San Luis, el Valle de los Pirineos, su asentamiento en Las Parras. Nuevo éxodo de tlaxcaltecas y colonos, creación de la Venta, con graves hechos que allí sucedieron al protagonista Parra, a quien Cortés propuso para Conde, y lo fue, Conde de Tlapancalco.

La conquista pudo ser de otra manera. Se intentó. Ofrece la novela muchísimos datos históricos, condicionados por otros que sucedieron al tiempo, en la vieja Europa y es esa Península Ibérica, compleja, con muchas naciones independientes, con un único Hispanorum rex, que no Hispania rex. Constaten la diferencia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 dic 2021
ISBN9788411142564
El conde de Tlapancalco

Relacionado con El conde de Tlapancalco

Libros electrónicos relacionados

Biografías y memorias para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El conde de Tlapancalco

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El conde de Tlapancalco - Sebastià Sardiné Torrentallé

    1500.jpg

    EL CONDE DE TLAPANCALCO

    Los Parra, con Cortés,

    en la conquista de Nueva España

    Por: SEBASTIÀ SARDINÉ i TORRENTALLÉ. Gran Duc de Llué.

    .

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Sebastià Sardiné Torrentallé

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1114-256-4

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    A las naciones de buena voluntad.

    Se pudo hacer mejor.

    Lo podemos mejorar ahora.

    PRÓLOGO DEL AUTOR:

    Apreciados lectores:

    Si me hacéis el honor de leer esta historia novelada, encontrareis en ella más hechos ciertos que fabulados, y de estos, muchos pudieron ser, o fueron. Deben descubrirlo ustedes, puesto que la historia escrita hasta la fecha, en especial la relatada por escribanos que acompañaron, o no, a los conquistadores, debe ponerse en entredicho, por haberla escrito en su letra sus autores, pero impresa por terceros, en épocas en que, los relatores, fueren frailes, militares, civiles o casta administrativa, se debían al orden imperante, emperador, rey, inquisidor, adelantado, virrey, gobernador, alcaide o con otro rango, condicionados a contar las gestas, a mejor honra de Dios y en honor y gloria del rey de turno, para dar a este más pábulo o para justificar acciones u omisiones con las que ganar su crédito y disimular el origen de sus fortunas y desaciertos, sazonado todo ello, con los ingredientes aportados por censores y la Santa Inquisición que trastocó nombres, lugares, fechas, relatos y hechos para, en nuestro caso, adjudicar el «honor» de la gesta del descubrimiento, solo a Castilla. Bula «Inter Caetera» 1493, otorgada a interés por el papa Alejandro VI, Roderich de Borja, (pronunciado, como si dijera, suavemente: borixa, con «i» muda, no Borgia, con «g» castellana o italiana), nacido en Xàtiva, reino de Valencia, perteneciente a la Confederación catalano-aragonesa, siendo tal Borja sobrino del papa Calixto III, estirpe esta, los Borja, tan cuestionada como eficaz a sus propósitos. La historiografía «española» ha despreciado a naciones de otro origen que financiaron la conquista, las expediciones y los descubrimientos, aportando nombres, que perdieron el suyo propio, y su origen, al castellanizarse a veces, lo que no correspondía.

    Sobre el hallazgo del Nuevo Mundo, he leído todo lo que ha caído en mis manos, habiendo escuchado y estudiado también los trabajos documentados de nuevos investigadores que acuden a fuentes primarias para beber de ellas, con recelo, cuestionando lo impreso, si la censura o la involución intervino en su redactado. Pero ¿dónde están los escritos originales y las opiniones de los conquistados? Aparecen nuevas preguntas. Se contrastan datos. Se comparan otras versiones halladas en archivos oficiales y privados, locales y foráneos. Se analizan fechas de nacimiento, nombres, lugares, hechos, páginas que faltan, o aun otras, con datos manipulados. O no. O sí.

    El objeto de las nuevas investigaciones no es otro que aflorar la verdad, aunque esta perjudique a una nación u otra, rompa prejuicios o nos ofrezca más interrogantes aún, contradiciendo versiones mal enseñadas en escuelas y universidades, con repetidas gestas que, en sistemas de gobierno dictatoriales o absolutistas, nadie nunca se atrevió a cuestionar, hasta estos últimos años, cuando la democracia contaminada, llegó a España para quedarse, y para ser manipulada por instituciones y poderes, que no se reciclaron, ni hicieron transición alguna, tambaleante, en este otoño de 2017, cuando empecé a escribir este prólogo, tras recibir muchos catalanes, palos policiales por querer votar en Catalunya un referéndum de autodeterminación, el primero de octubre, con una declarada y abortada República Catalana, que nació por cesárea, incubada en la vieja maquinaria estatal, con pocos visos de supervivencia, excepto que las elecciones autonómicas impuestas por el Estado, para el 21 de diciembre 2017, le dieren un vuelco a la esperanza, como sucedió, al volver a ganar, por tercera vez consecutiva el independentismo, que, por desafectos y expolios, pidió emanciparse de España, aquella que nunca quiso devolver, ni dar a nadie nada, solo: «un rey, una ley, una lengua y una espada» perdiendo, con tan mal hacer, los Países Bajos (1581), luego Portugal, más tarde América, Cuba, Filipinas, islas allende los mares, dejando a su suerte, en pleno siglo XX, el Sahara Occidental, Sidi-Ifni y Fernando Poo, y, en un nuevo nacional-colonialismo, reteniendo a Catalunya, a quien impide su derecho a la autodeterminación y le niega su historia. Ni el Partido Popular que heredó el franquismo; ni los barones apoltronados en altos cargos en empresas privadas, los del Partido Socialista Obrero Español, que perdió la «O» de obrero y la «S» de socialista, quedando un residual Partido Español, unionista a ultranza; ni los neoliberales de ultraderecha, que dicen ser ciudadanos, cuando los pre-diseñaron y financiaron para hacer lo mismo, que fueron a más, ahora a menos, apareciendo un nuevo partido que vocifera, mucho más retrógrado que todos ellos, en un involucionar al siglo XIX o anterior. Ningún partido político español quiere pasar a la historia como aquel que, durante su gestión, España se redujo a lo que fue su origen, solo Castilla, de ahí la entablada ante los tribunales, alto poder judicial: la Causa General 20907/2017 contra el «procés» catalán, cuya vista oral empezó en febrero de 2019 y se prolongó durante meses, hasta recaer sentencia el 14 de octubre de 2019, por la que se condenó, no por rebelión (excusa procesal para acordar cárcel provisional para todos ellos, provocando exilios), sino por sedición y otros inexistentes delitos, con nueve a trece años de cárcel a los líderes que no se exiliaron, sentencia de olor vengativo y de escarmiento, recurrida ante el Tribunal Constitucional que resolverá a su acomodo, vaya uno a saber cuándo, para retardar el recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (T.E.D.H.) en Estrasburgo, cuya sentencia marcará un rumbo, a la tambaleante Unión Europea, post Brexit, en crisis, falta de valores, a reconducir, mucho más después de la pandemia del covid-19, que «el sistema oligárquico» sembró, para parar el mundo y su economía, y para confinarnos a todos con la espada del «estado de alarma» que nos secuestró derechos y nos cambió de paradigma, sin estar preparados para ello. Un cambio evolutivo a saltos, de golpe, a beneficio de unos pocos, como sucedió a América tras el descubrimiento.

    Como pueblo, como nación, como ciudadano, solo conociendo la verdad, podremos ser libres, aceptando con humildad nuestros aciertos y nuestros defectos. Habrá hechos de los que podamos sentirnos orgullosos, junto a otros de los que avergonzarnos, no para culpar a nadie, sino para un aprender de los errores y enmendarlos, si el orgullo no lo impide, ni las envidias, ni los odios conducidos por aquel ya histórico «a por ellos» cantado por policías dentro de un autobús que, desde Andalucía, partió dirección a Catalunya, para impedir un referéndum el primero de octubre 2017, que organizó y financió el pueblo catalán, aportando urnas, perseguidas a secuestro por toda la Policía nacional, fracasando en ello, con éxito y victoria popular, venciendo a todo un Estado y sus cloacas, de ahí el aflorar la testosterona de los conquistadores nacionalistas castellanos, unionistas ellos, que lo abolieron todo, con la aplicación del artículo 155-CE, con el que se destituyó a cargos electos, controló instituciones autonómicas ya capitidisminuidas, en un repetir aquel Decreto de Nueva Planta de febrero de 1716, emitido por el primer Borbón, Felipe V, ahora por el último, Felipe VI, en su discurso del 3 de octubre de 2017, con un decreto estatal que favoreció que los principales bancos y empresas catalanas cambiaran de sede social, saliendo de Catalunya, para otras partes, en un repetir los gobiernos de la meseta, el escarmentar cíclicamente al pueblo catalán, para impedirle usar sin trabas su propia lengua, y proseguir con su propia historia, que la tiene, y larga, constándoles que, sin ella, toda nación está condenada a no tener futuro, de ahí la lucha de la nación catalana para proseguirla, como buenamente pueda, recordando la voz de su poeta Martí Pol, al terminar su verso «ara mateix… tot està per fer, tot és possible».

    La historia de Catalunya (sin ñ), la de sus hombres e instituciones, como tengo publicado en muchos de mis artículos en mi estimada tierra, Catalunya, nos ha sido reescrita por los que, con violencia, nos ocuparon, tergiversando, borrando, manipulando y ocultando nuestro acervo nacional y cultural, en planes de estudios y en cátedras oficiales, salvo honrosas excepciones. En la época del hallazgo del Nuevo Mundo, la Corona catalano-aragonesa estaba compuesta por cuatro territorios independientes, confederados, Catalunya, con pacto de hermanamiento con las Islas Baleares o Mallorca, más los territorios de Cerdeña, Sicilia y Nápoles, el Milanesado y los presidios de Toscana; el Reino de Aragón, (sin rey alguno, al heredar tal título el conde de Barcelona) y el Reino de Valencia, con sus fueros. En el resto de la península, coexistían el reino de Portugal que, en 1640, con astucia, consiguió definitivamente independizarse de la Gran Castilla, que se construyó, siempre con bravas luchas, desde don Pelayo en Asturias, luchando los cántabros, contra los de León, que se extendió hasta Navarra y contra Castilla, entonces diferentes, o ambos, contra los de Portugal y Galicia, hasta vencer violentamente unos, contra los otros, ganando Castilla su espacio y su reino, tras aquel proclamar los asturianos que, en todo caso: «Asturias es España, lo demás es tierra conquistada». Catalunya, con su «Sínodo de Toluges» en 1028, halló otra fórmula para solucionar desavenencias condales, acordando «Pau i Treva de Deu», Paz y Tregua de Dios, por el que se paraba la guerra, para negociar la paz, siendo la Iglesia mediadora. Conseguida la unificación de los condados catalanes bajo el predominio del conde de Barcelona, su política no fue de guerra, sino de alianzas matrimoniales, y así amplió territorios, hasta que, por el Tratado de los Pirineos 1659, un Hispanorum rex, de sangre castellana, regaló lo que no era suyo a los franceses, perdiendo Catalunya parte de su territorio e historia, el Rosselló, Alta Cerdanya, Vallespir, Capcir, Conflent, Fenellosa y Aspres, todos dentro de «Los Països Catalans». Más adelante, otro rey común de las Españas, Felipe V, negociando el Tratado de Utrecht, 1713, regalaría nuevamente lo que no era suyo, Gibraltar y Menorca a los ingleses, Santo Domingo a los franceses y otros muchos regalos a terceros, en lugar de devolverlos a las naciones primigenias.

    Durante la primera mitad del siglo XV, el residual califato musulmán tenía su sede en Granada, aún por conquistar, gobernando en ella los sarracenos. España, como entidad política, no existía. Castilla-León, fue de Isabel, y Catalunya-Aragón, del rey Ferrán o Fernando, como conde-rey de la Confederación catalano-aragonesa o Monarquía catalana. Ferrán II de Catalunya e Isabel de Castilla hicieron capitulaciones matrimoniales en Cervera, provincia de Lleida el 7 de marzo de 1469. Estando la reina Isabel con su esposo en Andalucía, negaron en un principio la ayuda al, aún por identificar, Cristóbal Colón, o Joan (Cristòfol) Colom, regresando este a su origen, cabizbajo. En llegando a Pinos Puente, Granada, se paró en una posada, cerca del puente fortificado más antiguo de la península ibérica, dicen, donde fue alcanzado por los emisarios reales, y, tras contraofertas, ofreció el rey Ferrán, al navegante Colón, la autorización de la expedición a Oriente, por Occidente, resuelta la financiación de la expedición por los financieros reales catalanes, «Santàngel» y Sanchís (no Sánchez). Los futuros reyes, solo prometidos, tenían el inconveniente de ser ambos primos hermanos (sus abuelos eran hermanos). Se casaron, contra lege, en Valladolid, el 18 de octubre de 1469, con muchos problemas para ser reconocidos esposos por la Santa Sede, gobernada entonces por Pío II, falsificando la bula que autorizaba el matrimonio, el arzobispo primado de Toledo, ratificada después por el papa Sixto IV, el 1 de noviembre de 1472, pagando el precio de la legalización, con la concesión de un ducado, el de Gandía, a don Pedro Luis, hijo del cardenal Rodrigo o Roderich Borja, que no era castellano, ni español, sino valenciano, cerrándose el círculo. Al tiempo que Pedro Luis se convertía en duque de Gandía, el cardenal Rodrigo Borja se convertiría en el papa Alejandro VI, quien, como colofón de todo, concedió a los reyes el título de «Católicos» y al matrimonio, como reyes de Catalunya/Aragón-Castilla, las tierras a descubrir. Véase Concordia de Segovia, de 15 de enero de 1475. El papa fallecería en 1503. Todo tiene un precio. Otra contraprestación negociada fue la creación de la «Santa Inquisición» en 1478, para combatir a los judíos a los que finalmente expulsaron los Católicos Reyes en 1492, antes de partir la expedición de Colón hacia Occidente. La Inquisición perduró hasta 1834. La expulsión de sarracenos y judíos trajo consecuencias sociales y económicas. Joan (Cristòfor) Colom, catalán de origen, según muchos estudios, para financiar su expedición, negoció con el rey Ferrán II, un préstamo de diecisiete mil ducados de oro (moneda únicamente existente en Catalunya) ver el «Tractat d’Armoria» o relato de la toma de Granada, escrita por el catalán Jaume Ramón Vila, en siglo XVII (Biblioteca de Catalunya), siendo erróneo, o falso, que la reina Isabel empeñara sus joyas, que, de empeñarlas, sería para otras cosas, allá ella y su historia, que la tiene, mucha y variada. A petición de la reina Isabel, el papado otorgó a Castilla la bula «inter Caetera» ١٤٩٣, una de las cuatro conocidas como Butlles Alexandrines (Bulas Alejandrinas), que son en realidad, littera gratiosa, o bulas menores, pero, vete a saber por qué conductos e intereses eclesiásticos, asignó las tierras descubiertas, la bula —nos dicen, o nos engañan—, solo a Castilla, con sus posteriores rectificaciones, matizando que la concesión no fue expresa a Castilla, sino al matrimonio real. Se complementó después este tratado, visto el conflicto con Portugal, con el Tratado de Tordesillas de 7 de junio de 1494, firmado por Reyes Católicos y Juan II de Portugal, con beneplácito papal, se dividieron el mundo en dos zonas a conquistar, siendo el árbitro de la contienda el navegante y cosmógrafo catalán Jaume Ferrer (Vidreres: 1445, †Blanes: 1523). Cuando el conde-rey Ferrán el Catòlic enviudó de la reina Isabel de Castilla en 1504, la Monarquía catalana o Corona catalano-aragonesa, copaba los puntos clave de la gobernanza de las Indias, con el «virreinato» de Colón, más los altos cargos civiles, militares y eclesiásticos, ocupados, la mayoría, por catalanes o aragoneses y algún valenciano, casi ninguno castellano, pudiéndose afirmar que, en esa primera fase, el Nuevo Mundo se gestionaba a la manera de ser y comerciar de los catalano-aragoneses, que implantaron industria varia y forma de gobernanza, siendo ello así, al menos, hasta la llegaba de los Bobadilla y sus intereses, aunque la historiografía lo niegue, o asigne el mérito a inexistentes españoles, que en todo caso fueron castellanos. Huérfana Castilla de reina, los nobles castellanos, clamaban al viudo rey «viejo catalanote, vete a tu nación» puesto que no lo reconocieron como rey de Castilla, sino a su hija Juana, con su historia nunca bien contada, que casaría con el flamenco Felipe I, siendo este rey de Castilla-León, que no de Catalunya/Aragón, que mantenía rey propio, Fernando. Casó luego el rey Ferrán, en 1505, con la joven Germana de Foix, del condado de Foix, ahora en Francia, emparentados con la estirpe catalana de los Caboet-Castellbó-Foix-Urgell, (entre otros trabajos, véase mi libro L’Àliga empren el vol donde lo explico) naciendo de este matrimonio un hijo, Joan, que pudiere haber cambiado la historia, pero murió joven. Heredó la reina Juana de Isabel los reinos de Castilla y León, y por casamiento, devino archiduquesa de Austria, Flandes, y aún otros títulos, pero los castellanos la consideraron y la tuvieron por loca. De este enlace ganaría Castilla, Flandes, y por culpa de Flandes, Castilla mandaría tropas y Tercios a Catalunya para atacar la sublevación de las Tierras Bajas contra Castilla, por desapegos y mala gestión, pagándolo caro Catalunya, al tener que sostener, en sus tierras, ya en el siglo XVI-XVII, a tanta tropa castellana, con desmanes, abusos y costos, dando lugar ello a guerras, en las que Catalunya no intervenía, al no tener, como nación diferenciada, conflicto alguno con Flandes, perteneciente a Castilla y no a la Monarquía catalana, ni cuando tras el Tratado de Utrecht 1713, se adjudicó este territorio al emperador Carlos VI, gestionándolo su secretario de Estado y de Despacho Universal, dentro del Consejo de España, El marqués de Rialp, Ramón Frederic de Vilana Perlas y Camarasa (Oliana 1663-Viena 1741). En ese ínterin, mientras no enviudó la reina Juana de Felipe I el Hermoso, en las Antillas, el castellano Bobadilla, (familia muy unida a la Reina Isabel, con influencias en la Corte, también en Canarias) prendió a Colón, encarcelándolo, destituyendo a cargos catalano-aragoneses en la gestión de las islas, con incipiente industria, empezando a partir de entonces el colapso, cambiando el ciclo.

    La presencia catalana en el Nuevo Mundo, aunque menor en número, siempre fue de calidad, de ahí la intervención en todos los asuntos del «descubrimiento» de grandes nombres y personajes como la familia Colón, a la que, la censura, en connivencia con la Inquisición, han nacionalizado como genovés de nacimiento. Los Columbus del interior de Génova eran laneros o tejedores, no navegantes, y el Cristoforo Columbo, un joven de escasa edad que nunca salió, al parecer, de su terruño, aunque algunos le imputan, comerciando, periplos por varios mares. Los Colom eran una gran y acaudalada familia catalana, a quien además casó la historiografía con una desconocida Felipa Moniz, o Monis, quizás —nos dicen interesados o desconocedores cronistas— descendiente del lombardo Palestrello o Palestrel, cuando en realidad, si seguimos bien la historia, fue una descendiente de Isabel d’Urgell, hija del defenestrado pretendiente catalán, conde de Urgell, en aquel Compromiso de Caspe en el cual intervino Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, conocido como el papa Luna, o Benedicto XIII, en 1412. La hija de Jaume II d’Urgell el Dissortat (preso por Fernando I de Antequera, recluso en las mazmorras del castillo de Xàtiva, donde murió tras largos años de cárcel el 1 de junio de 1433) fue Elisabeth d’Urgell (Balaguer 1409, Coímbra 1443), se había casado con Pedro d’Avis y d’Aragó (Granollers 1429-1466), conocido como Pedro de Portugal duque de Coímbra e infante de Portugal; de este matrimonio nacieron varios hijos, entre ellos, un Pere de Coímbra i d’Urgell conocido como Pedro el Condestable de Portugal, quien, en la Guerra Civil catalana, sería elegido rey de los catalanes (1464-1466) con el nombre de Pere V d’Aragò, Pere IV de Catalunya/Mallorca y Pere III de Valencia (es decir, rey de tres naciones-Estado diferentes, confederadas, como las tribus tlaxcaltecas). Las guerras y odios entre familias castellanas y portuguesas favorecieron esos enlaces. Dos hijas de Elisabet d’Urgell fueron Beatriz (1435-1462) y Felipa Coímbra y d’Urgell, quien, al parecer en segundas nupcias, se casó con Joan (Cristòfor) Colom, que pasaría a la historia escrita por interesados, como Cristóbal Colón.

    Otros catalanes o pertenecientes a la Corona catalano-aragonesa, que participaron en el descubrimiento fueron: el fraile Bertomeu Casaus o «de les Cases», castellanizado Bartolomé de las Casas; Lluís de Santàngel secretario del rey católico Ferrán o Fernando el Católico; Sanchís (trastocado en Sánchez) secretario del Reial del Tresor, o Real Tesoro; el militar Pere Bertrán de Margarit (trastocado en Pedro de Margarite), que participó en la toma de Granada como tantos otros catalanes conocidos de Colom; Bertrán fue el primer alcalde en La Isabela; el padre Bernat Boïl, quien, por enfermedad contraída en las Antillas, volvió en 1495; el padre Ramón Pané del convento de Sant Jeroni de la Murtra (San Gerónimo de la Murtra, en Badalona al lado de Barcelona), que partió en la segunda expedición de Colom a América. Ambos frailes eran amigos y conocidos previamente por el descubridor. Don Antoni de Torres, armador de varias naves en el segundo viaje, (expedición financiada enteramente por Catalunya, y su Taula de Canvis de Barcelona, el primer banco del mundo) entre ellas, La Capitana o Santa María, según parece, la capitaneó A. de Torres, nave Marigalant, siendo este, hombre de confianza de Colom. El tal Torres, era hermano de Juana, ambos, hijos del alcalde de Valencia Diego de Torres, siendo su madre Margarida (Margarita) de Agramunt, en Lleida, a quien el Colom catalán envió una carta en 1500; los hermanos Pinzones, que no fueron tales, sino que eran los tres hermanos Alfons, Ferrán y Vicenç Anes (o Iañez) Pinçon, de origen portugués, residentes en la villa de Pals, en el Empordà catalán, que no de Palos de Moguer, por cuanto, Palos y Moguer eran dos localidades distintas, según se puede constatar al leer a Joan de Castellà en su obra Elegías de varones ilustres de Indias. Con los hermanos Pinçó contactó Colón (Colom), antes de su viaje, explicándoles su proyecto, conociéndolos de cuando Colom y dichos hermanos, guerreaban junto a Juan II de Portugal, contra los intereses de Castilla. Vean también la portada del libro Historia general de los hechos de los Castellanos, del autor Antonio Herrera, edición 1601 y 1730, donde se dibuja el puerto de Pals, amurallado, que no el de Palos, sin muralla alguna. Colom y los hermanos Pinçons hallaron el 5 de diciembre de 1492 Quisqueya, a la que rebautizaron como La Española. Una carta que consta reproducida en la página 67 del libro Brevísima relació de la destrucció de la història del estudioso e intelectual Jordi Bilbeny (Arenys de Mar 1961), nos muestra la existencia de Vicenç Anes Pinçon, naturalizado catalán, por residir en Pals, siendo ello el año 1477. La existencia del puerto de Pals, en el Empordá, Catalunya, la demuestran diferentes autores y documentos, el penúltimo hallazgo efectuado por Eva Sans, consiste en «un sello sifilográfico de la Corte del castillo de Pals» —existen otras referencias— que se halló en el Arxiu Real, en Barcelona, que, con distorsionado nombre, es conocido como Archivo de la Corona de Aragón, donde se muestra un escudo con las barras catalanas con un texto que indica: «Otorgado a Joan Abril. Alcalde de Pals, a d’Antoni Vinyals, patrón de llagut, de Palamós, por haber cargado en el puerto de Pals una saca de harina para descargar en Barcelona» fechado en el Castillo de Pals el 29 de julio de 1406 sigilo curie nostre munitum, aportando además el artículo de dicha autora, el dibujo antiguo de aquel puerto, comparando sus antiguas murallas con las actuales. Que los Pinzones eran catalanes consta también en el Diario histórico político-católico y su moral del padre José Álvarez de la Fuente, editado en Madrid en 1733. Otro catalán, Joan de Grau, al que Castilla rebautizó como Alfonso/Alonso de Grado, que acompaño a Cortés a Nuevo México, ofreciéndole Moctezuma una de sus hijas, como se verá. Otro importante catalán fue Miquel Ballester, capitán del fuerte de la Concepción, como se relatará. No podemos olvidar, en este punto, las aportaciones de nuevos investigadores, que han hallado otros documentos, explicitados por el investigador Jordi Bilbeny en un artículo publicado el 23 de mayo de 2020, El primer govern català de les Índies, esborrat per la censura d’estat, donde, tirando él (como otros autores que el artículo indica), del discurso de Manuel Ferrer Sitges, miembro de la «Junta de Braços», brazo militar, fecha 6 de junio de 1713, se nos explica la historia de Catalunya y la participación de catalanes en el «descubrimiento», nada sospecho pues de políticamente interesado, refiriendo tal autor, que, en el primer y segundo viajes de Colom, lo hizo con doce monjes del monasterio de Nuestra Señora de Montserrat, uno de ellos, nombrado por el papa, patriarca de las Indias (segundo viaje) el fraile, Bertomeu Boïl, seguido por el padre Casaus (otros Casas) que viajaba con su hijo menor, quien sería luego fray Bertomeu Casaus, acompañándolos en esa segunda expedición, el capitán don Pere Bertrán de Margarit, o Pere Margarit, (con unos mil doscientos catalano-aragoneses-valencianos) primer gobernador que sería de la primera fortaleza en Cibo. El padre Boïl haría obispos a cinco monjes de Montserrat, entre ellos, en 1527, al aragonés-catalán fray Julián Garcés que sería el primer obispo de Nueva España, en Tlaxcala. Y así muchísimos más, Miquel Pasamonte, aragonés, tesorero del rei Ferrán II, del que dependería «el aragonés» Cortés, un d’Aragó, así como los Chinchilla, De la Torre, valenciano; Ampiés de Lleida, March, Serrallonga catalanes, Codina, Díaz d’Aux de Aragón, Miquel Ballester de Tarragona, primer alcaide de la fortaleza de Concepción; los Riera, industriales y comerciantes; los Sanchís (que no Sánchez), los Cardona, también los Luna, con intereses en las islas descubiertas, y tantos otros que revela el artículo referenciado que recomiendo leer a los que buscan verdades.

    Otros personajes alcanzaron fama, como Luis Parra, hilvanador de esta historia. No me olvido de Cortés, sobre el cual apuntaré otros datos sobre su verdadera identidad, quizás no extremeña, indicándolo donde corresponda, según investigaciones y publicaciones de autores críticos con lo escrito por la historiografía oficial.

    Del éxito o fracaso de los viajes de Colom a América se hablará poco durante el relato, obedeciendo este prólogo a la necesidad de advertir al lector, entre otras informaciones, sobre el contexto de los hechos, de la diferente forma de pensar entre una mentalidad, la catalana, abierta, comerciante, pactista, y otra forma de ser, la de Castilla, su manera de entender y negociar asuntos de Estado, con la espada y la cruz, impuestas. Ese querer convivir y gestionar la cosa pública, cada uno desde su ideología, la de Castilla, imponiendo adelantados o gobernadores, por expolio y enriquecimiento rápido, y la de Catalunya/Aragón, con Colom, Cortés y otros más, prestos a aplicar, a hurtadillas, si les dejaban, otras directrices político-económicas distintas, en la Nueva España. Lo descubierto no era, ni fue, Terra nullius, tenía naciones, población, lenguas y culturas propietarias de las tierras comunales. El choque cultural Castilla-Catalunya trajo, desde un primer momento, más desaciertos que éxitos en el desgobierno en las primeras islas halladas, gestionadas, a partir de determinado momento, con abusos, con codicia enfermiza en un querer expropiar lo que no era suyo, a coste cero, imponiendo impagables tributos a los indígenas hasta esclavizarlos o aniquilarlos, necesitándose importar esclavos, esquilmados los indígenas, todo ello, con el «tolerado» visto bueno de la reina Isabel, que si bien dictó leyes de justicia para los indígenas, se las pasaron todas por el forro, también las del rey, y más adelante las del emperador, que toleró lo mismo, con la connivencia de la Iglesia, todos, necesitados de oro fácil con que sanear sus maltrechas finanzas, en bancarrota las de Castilla-León, por un mal gestionar sus negocios.

    Por ser culta doña Juana, tal vez por ambiciosa, o comunera, o por convenir a la Iglesia y validos, fue considerada loca. Estorbaba a los intereses de la casta dominante en Castilla (véanse las Cortes de Toro de 1505, las de Valladolid 1706, Burgos 1512 y 1515) y la colocaron en la corte borgoña-flamenca, para esposarla con Felipe, llamado el Hermoso (12 de noviembre de 1496) naciendo para la historia, en Gante, mientras bailaba la madre, un hijo, Carlos de Austria el 24 de febrero de 1500, hijo que, al venir a las Españas, sin hablar ni él ni su corte el castellano, se traería a su séquito, con otra forma de pensar y hacer, tan diferente a Castilla, con la que chocaría, no tanto el nuevo rey, que anduvo en sus cosas y sus cacerías, como todos los reyes de entonces, sino sus favoritos y, cómo no, el cardenal Cisneros. «Con la Iglesia hemos topado». Por diferentes avatares, regresó la reina Juana a Castilla en 1503, muriendo su madre, la reina Isabel, el 26 de noviembre de 1504, lo cual supuso un problema hereditario que se resolvió con la Concordia de Salamanca de 1505. Castilla apoyaba al flamenco Felipe el Hermoso, antes que al catalanote viudo Ferrán o Fernando el Católico, mujeriego él. El rey Ferrán de Catalunya-Aragón, no se entendía con los nobles castellanos, ni estos con comuneros y, para evitar la guerra, renunció a sus pretensiones sobre Castilla-León, Concordia de Villafáfila de 1506. El rey Felipe el Hermoso, muy dado a faldas, murió en Burgos, 1507, se dice que envenenado y, conviniéndole a la Corte castellana persistir en el estado de locura de doña Juana, harta de ser menospreciada, se abandonó a sí misma hasta el punto de que su padre la encerró en el convento de Santa Clara, (¿en Tordesillas?, eso dicen, otros contradicen), siendo enero de 1509, muriendo el 12 de abril de 1555, fecha esta en la que sucederían, al tiempo, otras cosas, en nuestra historia. El viudo rey Ferrán de Catalunya-Aragón, se convirtió, sin quererlo, en regente de Castilla hasta 1516 cuando murió, recuperando nuevamente Juana el reinado —siempre vestida de negro luto— y con él, heredaba todos los títulos de su padre, pero por su reclusión y estado —nunca fue legalmente declarada incapaz— obtuvo la regencia su hijo, el menor de edad, Carlos I de Castilla, más adelante, V de Alemania, un Habsburgo, que, por infante, siendo su madre la regente, gobernó de facto los reinos, el cardenal Cisneros por mientras no se llenara la Corte de flamencos-alemanes que substituyeron los negocios de los expulsados judíos, haciéndose acreedores reales, cobrando sus intereses con el oro fácil que venía de las Antillas y pronto, a partir de 1519, de la Nueva España, y sus aún desconocidas tierras continentales, creándose con todo ello, una inflación tremenda, de la que poca gente habla. No terminó ahí la cosa, sino que, hasta 1520, persistieron luchas fratricidas, conocidas como Revueltas de las Comunidades de Castilla, sublevación popular, comuneros, que recibieron al parecer el soporte de doña Juana, pero el ejército imperial entró en Tordesillas, sometió a la reina y la encarceló de mala manera, como explica su hija, la infanta Catalina: «y la encierran en su cámara que no tiene luz ninguna». Tanto el rey Felipe el Hermoso, su esposo, como Carlos I, su hijo, se empeñaron en borrar todo rastro de la demencia de su esposa y madre, pero, como siempre suele suceder, se dejan rastros suficientes como para que, generaciones venideras, hallen cabos por donde interpretar e hilvanar el ovillo de la historia, no hallando locura alguna en la reina Juana, sino que, fue presa, por ser partidaria de otros intereses, contra los intereses de nobles aduladores, que vivían, y viven aún, de las Cortes castellanas, ricos hacendados, por extorsión de campesinos; ahora, Comunidades Autónomas mandadas por casta de altos funcionarios y políticos profesionales, al servicio del «Sistema». Apunto aqui, que en las Cortes de Toro de 1505, tras la muerte de la reina Isabel, declaró heredera a su hija Juana a quien se adjudicaron los reienos de Castilla, León, Granada, Galicia, Sevilla, Toledo, Cordoba, Jaen y Murcia mas las islas Canarias, reconociendose al tiempo a Fernando, como rey de Catalunya-Aragón, con Valencia, Mallorca, Cerdeña y Corcega, rey de las dos Sicilias y Jerusalem, duque de Atenas y Neopátria, conde del Rosselló y Cerdaña, y señor de las Indias de la Mar Océano. Ello explica la existencia de banderas catalanas cuatribarradas, en todos los mapas antiguos del Continente americano, post descubrimiento. Téngase ello en cuenta, y estúdiense todas las Cortes de Castilla mentadas más arriba, asi como las de Barcelona de 1519-1520 presididas por Carlos I, heredero de Fernando el Católico.

    Para entender los conflictos de Castilla con Portugal, iniciados desde el último cuarto del siglo XV, vean el Tratado de Alcáçovas de 4 de septiembre de 1479.

    Retrocedamos un poco, para centrar bien el origen de las naciones intervinientes en los eventos que trataré de describir en mi relato. Cuáles fueron los orígenes de Fernando e Isabel, reyes en cuyo reinado encontró Colom un territorio que creyó indio, del Índico, cuando era maya, azteca, olmeca y otras muchas culturas distintas, que se habían desarrollado aisladamente, a su ritmo, en otro mundo totalmente desconocido.

    Cuando la Corona de Catalunya-Aragón, con Martí l’Humà (1346-1410) quedó sin descendencia directa, se terció todo. Fue en el Compromiso de Caspe, 1412, donde el papa Luna, Benedicto XIII, jugó sus cartas en favor de opciones castellanas, comprando voluntades, nombrándose a Fernando de Antequera, Fernando I, de la poderosa casa de los Trastámara (Medina del Campo 27 de noviembre de 1380, Igualada —BN— 2 de abril de 1416), contra los mejores derechos del conde d’Urgell, gobernador general de Catalunya por aquel entonces, llamado a ser el sucesor de Martí l’Humà, encarcelándose de por vida a dicho conde, por sublevarse, yendo a casarse su hija Isabel con el rey de Portugal. La madre de Fernando I era Leonor de Aragón, hija del catalán Pedro IV el Ceremonioso, y su padre, Juan I de Castilla. De tal estirpe nació Isabel de Castilla (1451-1504), que casó con Fernando II de Catalunya (1459-1516), de cuyo matrimonio nació la reina Juana, que se casó con Felipe el Hermoso, naciendo de ellos, Carlos I de las Españas, que sería luego, pagando precios, V de Alemania. Cuando Ferrán II d’Aragó enviudó, despreciado por castellanos, se casó con Germana de Foix, emparentados los Foix franceses, con estirpes catalanas del Alto Urgell.

    El rey Fernando II el Católico nació el 10 de marzo de 1452 en Sos, Aragón, falleciendo el 23 de enero de 1516 en Madrigalejo, Cáceres. Hijo de Juan II el Grande y de su segunda esposa Juana Enríquez. Tras firmar capitulaciones matrimoniales con la reina Isabel, en Cervera (Lleida, Catalunya) el 5 de marzo de 1469, como ya indiqué, se casaron el 19 de octubre de 1469, teniendo este matrimonio cinco hijos (Isabel, Juan, Juana, María y Catalina, con diferentes suertes en sus casorios). La reina Isabel tuvo un reinado complejo. Al fallecer esta, en 1504, gestionó con dificultades sus dominios el rey Fernando, quien se centró en la gobernanza de esos reinos, yendo pocas veces a Catalunya, desatendiéndola; la primera visita fue en 1479; otras de 1480 a 1481; de 1492 a 1493; otras más en 1495, 1503 y 1506, gestionando el descubrimiento y gobernanza de las Antillas, con gentes de confianza de la Corona catalano-aragonesa, desde la primera a la cuarta expedición de Colom, con pocos castellanos, por mucho que se empeñe en negarlo la orgullosa Castilla. En esas esporádicas idas y venidas a Catalunya el rey Católico tuvo tiempo de amancebarse con Aldonça Ruis de Ivorra, catalana noble, con quien engendró dos hijos naturales, el primero fue Alfonso (1470-1520) que llegó a ser abad en el monasterio de Montearagón y virrey de Aragón; le siguió Juana de Aragón, condesa de Castilnovo, segunda esposa del conde de Haro. Con otra manceba apellidada Toda de Larrea, tuvo a María, abadesa del Real de Madrigal en Ávila; con Juana Pereira, noble portuguesa, tuvo a otra hija, María Esperanza, que ingresó también en el Real de Madrigal, junto a su hermanastra María, seguramente, para apartarlas de cualquier pretensión de sucesión. Viudo y falto de varones, casó con la joven de dieciocho años Germana de Foix, 19 de octubre de 1505, sobrina del rey Luis XII de Francia; de este matrimonio, el 3 de mayo de 1509 nació por fin, un hijo varón, Juan, que murió al poco de parir la madre. En favor de Fernando II, cabe vindicar la iniciativa de la primera Compilación de las Constituciones de Catalunya, escrita en catalán, claro, —incunable de 1495— estableció la insaculación para el nombramiento de cargos en el Consell de Cent de Barcelona, alcaldías y otras instituciones hasta aquel entonces dominadas por la nobleza catalana; estableció el Tribunal de Garantías, para preservar los derechos de la ciudadanía; favoreció, en los reinos heredados de su esposa, el proteccionismo de la industria; se saneó la economía pertrecha después de la Guerra Civil Catalana, que fue una primera lucha social global en los territorios de influencia catalana. Los remenses o pueblo llano, campesino, comerciante, pequeño industrial de Valencia, Mallorca, Aragón, Cataluña, pobres y afectados por la «peste negra», se sublevaron contra poder real y oligarquías, unido ello a la controversia existente entre los partidarios del príncipe de Viana, encarcelado por su padre, Joan Sense fé, pactándose la «capitulación de Vilafranca» en 1461, que entre otras cosas recogió la vindicación de nobles y oligarquías catalanas que consiguieron la prohibición de entrar el rey en Catalunya (al ser a la vez, rey de otros reinos), sin autorización de la Generalitat catalana, hasta tanto en cuanto no se regulare el encaje del rey foráneo; introdujo el rey católico en Castilla, las instituciones catalanas de los consulados, que se basaban en el Conlosat de Mar. Mejoró la estructura gremial, la industrial especialmente de la lana; se recuperaron los territorios catalanes del Rosselló y Cerdanya, (ahora en Francia) que se perdieron nuevamente por el Tratado de los Pirineos de 7 de noviembre de 1659, donde el rey de Castilla, a espaldas de Catalunya, regaló a Francia esos territorios, para sellar una paz, en cuya guerra Catalunya no participaba; unificó la moneda al estilo de Catalunya, y aun otros logros. Por el contrario, cabe criticársele el poco tiempo que atendió directamente a la llamada Confederación catalano-aragonesa, adonde envió virreyes y funcionarios castellanos; prefirió gestionar Castilla desde Castilla, mientras le dejaron. Creó la Inquisición en 1478, que duró hasta 1834, imponiéndola también en Catalunya, aquí menos virulenta; y la expulsión de los judíos, el 3 de marzo de 1492, cuando estos convivían plenamente integrados a la sociedad de su tiempo, empobreciendo su expulsión el sistema financiero, aprovechándose de ello los flamencos-alemanes, en especial los banqueros Fugger, y los catalanes, que controlaron las finanzas. Rompió el compromiso dado en Granada a Boabdil, a quien había prometido respetar a los musulmanes residentes, su lengua, religión y cultura. Con todo ello, pretendió cierta censura y control, más en los relatos y escritos sobre el descubrimiento, que sobre los propios negocios con las Indias, con tesorero real y administración catalana hasta que enviudó el rey Ferrán II, o Fernando el Católico, tan católico como mujeriego, y se empezó a apoderar de la administración de Indias, Castilla —ese fue el desacierto—, con participación siempre activa de negociantes catalano-aragoneses y valencianos.

    Si observamos la creación literaria en esos siglos, observaremos cómo se atribuyen a autores castellanos grandes obras, mientras que la literatura catalana, dominante en la península antes del descubrimiento, desapareció como por arte de magia, hecho este tan extraño, que ha llevado a estudiosos a indagar sobre este hecho. Véase al efecto La nueva cronología global del autor Anatoly Fomenko, en un estudio de la profesora Galina Likosova de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín) o, The Chronology of Ancient Kingsdoms, by Isaac Newton, Londres (A Short Choronicle from the First Memory of thinks in Europe, to the Conquest of Persoina by Alexander the Great), donde se puede estar documentada esa falsa impresión castellana de su Siglo de Oro literario, con los plagios y distorsiones habidas. Se puede indagar mucha más documentación, en el texto La Historia Censurada de Catalunya, y en otros interesantes trabajos históricos, que les sorprenderán. Pueden hallarlos en la mundial biblioteca abierta que es hoy día Internet.

    Estas líneas anteriores, servirán al lector para situar los hechos de nuestro relato e incitarle a investigar por su cuenta, o a contrastar diferentes visiones de la historia, teniendo siempre presente el lado del relator, y quién es, en cada momento, el emperador y su corte. Y quién ejerce la gobernanza de los negocios de Estado. Se podrá observar cómo, las incertezas en la Corte y los desgobiernos, producen favoritos, castas y caciques que gestionan a su acomodo el poder, distraídos los reyes en otros banales entretenimientos y querencias, preocupados en amañar sus cosas, mucho más, en esa época en que, de golpe, el Viejo Mundo halló otro mundo nuevo y no supo qué hacer con él, cuando ni tan siquiera sabían administrar bien la propia hacienda cercana, menos, la de tantos reinos lejanos, en Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Neopatria y aun otros más. El Descubrimiento no forjaría en Castilla nuevos empresarios, industria, desarrollo, invirtiendo el oro y plata ganada sin esfuerzo en agricultura o industria, con los que obtener excedentes y con ellos beneficios y nuevas actividades y negocios, creando ocupación de calidad, sino que acostumbró a hacendados, con encomiendas, al fácil vivir de riquezas expropiadas a los pobres indígenas descubiertos, allende los mares, donde el hallazgo ofrecía una oportunidad a desertores del arado, o a perseguidos por la justicia, que hubieron de emigrar empujados por las hambres y del malvivir en trashumancia en esa Gran Castilla mal gobernada. La Iglesia predicaba solo para lo conocido, ignorante de que, al otro lado del Non Plus Ultra, existían otras gentes que, con sus culturas, vivían a su acomodo, sin derecho alguno a ser perturbadas por mal venidos, en la manera en que se les turbó, a golpe de cruz, de espada, a cañonazos, y fornicando.

    Todos estos datos que ofrezco a modo de prólogo les servirán también para preguntarse los motivos por los que se desnaturalizó a Colom, que de genovés no tuvo ni una gota de sangre, ni de argumento. Se le secuestraron sus diarios, sus cartas, sus escritos que han desaparecido o están ocultos en las cloacas de los archivos estatales, o privados, puesto que, el mostrarlos, echaría toda la historia oficial al traste, prefiriendo los Estados, los Estados vencedores, mantener sus versiones, que bien las hay a todo gusto, rectificadas, tergiversadas, reescritas, enmendadas por censores, y por tanto, falseadas, aprovechando que apareció la imprenta y se pasó, de lo escrito a mano por sus autores (gran ciencia la grafología forense que nos permitiría deshacer entuertos) a letra impresa, censurada por el poder. Muchos de tales autores, tras vivir y escribir ellos por sí mismos sus experiencias, fueron estas transcritas y/o enmendadas al mecanizarse su contenido con la imprenta, y ahí empieza el problema relativo a todo lo concerniente al Descubrimiento, que se adjudicó en monopolio a Castilla, quien no pudo impedir, por mucho que lo intentó, que gentes de otros reinos, Catalunya, por ejemplo, vindiquen esta hazaña como propia, expropiada por Castilla.

    No olvidemos tampoco, la eficacia de la Inquisición reescribiendo todo lo que a su interés convino; ni las leyes de censura, para todo aquel escrito, papel, carta, informe, acta o libro que llegare o fuere a las Indias, que, sin rubor alguno, demasiadas veces destruyeron u ocultaron, sustituyendo el verdadero relato, por el que les convino, como así sucedió con la obra de fray Bertomeu de les Cases, o Casaus, Historia general de las Indias escrita en romance, a mano, y otras obras, mayormente escritas en catalán, que dejó por testamento dicho fraile, en fecha 17 de marzo de 1564, al convento religioso de San Gregorio en Valladolid (¿o quizás de Valencia? cuando la Tarraconense era, para Castilla, objeto de destrucción masiva, como ahora, a pesar de estar entonces inserida la meseta, en la Bética, que no en España) con orden expresa, de Casaus, de no ser publicados sus escritos, hasta pasados cuarenta años de su muerte. Incumplieron los frailes y los censores, cómo no, haciendo con la traducción de su obra lo que les convino, aplicando a rajatabla, y a provecho de Castilla, la Real Cédula de 21 de noviembre de 1556 (reformada por otra de 14 de agosto de 1560), que ordenaba recoger todo lo publicado, retirándolo de la circulación, so pena de muerte, a quien conservare libros o los publicare o vendiere, existiendo al tiempo, otra Real Cédula, el 9 de octubre de 1556 con orden expresa dirigida a puertos, barcos y expediciones que llegaren o fueren a las Indias, en colaboración con la Santa Inquisición, Dios los perdone, rematado todo por la Pragmática de Felipe II de 7 de diciembre de 1558, que abundaba en lo mismo, con más duras penas a quien quisiere conocer la verdad. Conocemos otra Real Orden de 3 de noviembre de 1571, cinco años después de la muerte de Bertomeu de les Cases o Casaus. El original de la Historia de las Indias y otros textos básicamente de Colom, fueron sacados de San Gregorio (¿o fue de Santo Domingo?), de donde el testamento indicaba que no podían salir, aprehendiéndolos el padre Juan de Ovando, que los volvería a relatar, reconducidos, siendo llevados los originales a Madrid, donde ya residía la Corte, entregándolos al Consejo de Indias a cargo del censor Juan López de Velasco (otro Velasco, apellido este que, junto al de Velázquez, son de desgraciada memoria en la historia que contaré de Tlaxcala y Catalunya). De Velasco pasaron, nos dice el investigador Jordi Bilbeny en su libro Brevísima Relació de la destrucció de la Història, a Juan de Ibarra y después a Antonio de Herrera, nombrado cronista mayor, en cuyos despachos, según nos parece a muchos, se manipuló y coordinó toda la historia, y a fe que trabajo hicieron los escribas, puesto que ha perdurado quinientos años, aunque rastros dejaron de su mal hacer, con libros y mapas que huyeron a otras tierras y que no pudieron ser eliminados por censores, al editarse en el extranjero, en La Haya, Ámsterdam, Londres… muchos se tradujeron de la lengua original, catalán, al castellano, notándose el cuidado, con traducciones literales de giros y dichos, que no cuadran, ni en verso ni en prosa, con la lengua de Castilla. Ahora, con gran esfuerzo y estudio, salen a relucir nuevos trabajos, que aportan mejor luz a la Historia.

    Entrando ya en materia, cabe indicar que la historia de Tlaxcala, lugar donde está inserido Tlapancalco, objeto de mi investigación y estudio, guarda paralelismo con la de la Corona catalano-aragonesa, confederada (Catalunya, Mallorca, Aragón y Valencia) puesto que el territorio tlaxcalteca estaba compuesto, también, por cuatro territorios diseminados, cada cual con su cacique, gobernador o jefe, Altépetl, señoríos al fin, en cierta forma confederados, República tlaxcalteca, con un consejo supremo que los gobernaba, como en Catalunya, con sus estructuras y gobiernos propios (Catalunya: Consell de Cent en Barcelona y unas Cortes formada por los Tres Braços o brazos que representaban el poder nobiliario-militar, el eclesiástico y el ciudadano o brazo real, con un ejecutivo, o Generalitat de Catalunya). Tales señoríos tlaxcaltecas conformaban una especie de Estado-nación, siendo sus caciques principales o tiachca (los que mandan) y sus territorios, en el siglo XIV, Atlangatepec perteneciente a Tepetícpac; Tepeyanco a Ocotelulco; Huamantla a Tizatlán y Hueyotlipan a Quiahuiztlan. Más adelante, cuando pactaron con los conquistadores, fueron sus caciques, Maxixcatzin o Maxixcatzin (al que bautizaron como Lorenzo); Xicoténcatl Axayacátzin comandante general de los ejércitos, partidario de pactar con los mexicas, mandando su padre, Xicoténcatl Huehuetl el Viejo, cacique de Tizatlán (al que pusieron de nombre Vicente) sabio por viejo, sopesó que mejor sería una alianza que un choque; Tzihuacoatl (mujer serpiente) otros Citlalpopocatzin (estrella humeante-cometa), trastocado en Bartolomé, y Tlahuetzolotzin (ganso/pavo o guajolote de tierra), otros Tlehuexolotzin (guajolote de fuego), bautizado como Gonzalo, -con estos nombres indígenas o parecidos que, al trascribirlos unos u otro, pueden aparentar ser distintos, no siéndolo, pactando estos el luchar juntos contra un cacique mexica, opresor y extorsionador, el imperialista tenochca, (o quizás azteca, por provenir estos del Aztlán) en Tenochtitlán, el Uei Tlatoani Motecuhzoma Xocoyotzin, otros Montezuma, mejor, Moctezuma, contra quien muchas otras tribus guerreaban, siendo en tiempos de Moctezuma II cuando se produjo la contienda de tal cacique, contra la alianza de los recién venidos extranjeros, con los tlaxcaltecas, que pesaron mucho en el resultado de las batallas, hasta la muerte del gran mexica, en 29de junio de 1520, y la de nuestro principal protagonista, a partir de la que, en pocos años, se produciría la conquista de México. El Cortés que conoceremos no pudo llevar a buen puerto su reservado proyecto de colonización a la catalana, con instrucciones de Carlos I, tan contrario al que luego impondría Castilla. Tanto Colom, como Cortés, (cuyo escudo porta las armas de Catalunya, por algo será), entrarían al poco tiempo en desgracia, tras la llegada de Bobadilla y su séquito administrativo, con nuevos sistemas de administración y gestión de la cosa pública, al estilo de Castilla. A partir de 1545 todos los territorios se rigieron por estructuras político-administrativas importadas, con ordenanzas recaudadoras y extorsionadoras para los pocos indígenas-esclavos que aún cultivaban tierras comunales propias, pronto ajenas, mal administradas por funcionarios, amigos y deudores de blancos y cristianos, cuando México no existía aún como Nación-Estado, tampoco España, heredándose de Castilla, generación tras generación, ese mal gestionar la cosa pública y los bienes demaniales, hasta la fecha.

    ¿Pero quién era Hernán Cortés? ¿Cómo podía Cortés, siendo plebeyo, (o hijodalgo) dirigir correspondencia directamente a un emperador? Recientes estudios parecen destruir su origen extremeño, de humilde cuna. Se preguntan los nuevos estudiosos: ¿cómo puede ser que Cortés, sin historia conocida antes de llegar al Nuevo Mundo, emprendiera una aventura como la que inició, al ir a conquistar lo que resultó ser el Yucatán y tierras de la Nueva España, armando una flota y pequeño ejército, que alguien armó y financió, haciéndolo contra la voluntad del gobernador Velázquez? ¿No ha extrañado a sus biógrafos, que Cortés no tenga historia anterior a los hechos acontecidos en el Nuevo Mundo? ¿No existió su historia, o la destruyeron, para construir una falsa identidad? ¿Cómo es que Cortés se atreviera a organizar una gran flota, con cientos de soldados, capitanes, patrones de navío, sin ser adinerado hombre, ni capaz de atender toda la logística necesaria para la expedición? Sí, lo explican Madariaga, Hugh Thomas y otros autores, pero Cortés no había navegado, ni estado antes en guerra alguna, ¿está su historia contrastada? ¿No será que, bajo la tutela de las armas de Catalunya-Aragón, siendo noble, aunque de nobleza bastarda, con cargo de ayudante de escribanía del aragonés, que no castellano Miguel Pasamonte, tesorero de Indias, viajaron juntos a las Antillas, como administración catalano-aragonesa? Pasamonte fundó el primer hospital en el Nuevo Mundo. ¿Viajó y participó Cortés en las campañas catalano-aragonesas de Nápoles, Sicilia y aún en otras antes de partir a las tierras descubiertas? ¿No será que, habiéndose adjudicado a Castilla, por bula papal, el monopolio del tráfico y tierras del Nuevo Mundo fuere a este Cortés y a muchos otros —bajo tutela y financiación catalano-aragonesa— a quien se encomendaren otros fines y planes, a escondidas de Castilla, con disimulo, en provecho de los intereses de Catalunya-Aragón, visto que, el «catalanote» rey Fernando el Católico era despreciado por la nobleza castellana, después de la muerte de la austera reina Isabel? Fernando el Católico se volvió a casar el 22 de marzo de 1506 con la joven de dieciocho años Germana de Foix, como ya dije, tras lo cual, Tratado de Blois, recibió la nueva esposa franco-borgoñesa, los derechos dinásticos de Nápoles y el título de reina de Jerusalén, que engrandecería aún más el poder de la Confederación catalano-aragonesa. ¿Ha analizado alguien por qué, por medio de los partidarios de la reina Isabel, se envió a Fernández de Bobadilla, para destruir lo administrativamente sembrado por los Colom, Pasamonte, Boïl, Margarit y otros catalano-aragoneses —el primer gobierno en las islas descubiertas fue catalán— dando a tal Bobadilla y su entorno, amplios poderes, para destruir lo gestionado por catalanes, aragoneses y valencianos? El cargo de gobernador general era un cargo solo existente en Catalunya, cargo este que anunciaba al futuro heredero de la Corona catalana. No existía tal cargo en Castilla, ni el de virrey, al no tener tierras Castilla, más allá de su meseta. La hipótesis no es otra que, se otorgó a La Española, el mismo estatus de gestión que la corona catalano-aragonesa tenía con sus islas de Cerdeña o Sicilia, en el Mediterráneo, o al estilo de las gobernanzas de Génova o Venecia. Cuando se les torcieron sus intenciones, seguramente inducidas por Castilla, se encarceló a los Colón descubridores, y solo se les liberó, tras renunciar estos a sus Capitulaciones, desterrándose a Santàngel y a su mentor, el aragonés/catalán Juan de Coloma (secretario de Juan II de Portugal). Pero esta sería otra historia que se apunta, pero no desarrollo, autores hay que lo hacen, como Marc Pons, Pep Mayola y otros más, muy criticados algunos por historiadores oficialistas. En el contrastar las pruebas está la clave.

    Para responder a tantas preguntas relacionadas con la historia que voy a contar, cabe estudiar los llamados Documentos Cortesianos, dentro de ellos, las Cartas de Relación que mandó Cortés al emperador Carlos I de las Españas —custodiados en archivos de Austria— la primera de ellas, 1519, recibida estando los reyes (Juana y Carlos I, con su esposa Isabel) en Molins de Rei, cerca de Barcelona, de donde tuvieron que salir, por una epidemia de peste, siendo en esa villa donde recibió la «Primera Relación» junto a los extraordinarios obsequios que Moctezuma ofreció a Cortés, tales como los calendarios del Sol y la Luna, (o sus restos, si estos se fundieron) más pictogramas y otras joyas por el valor del debido quinto real, (y con todo ello, la propuesta de nombramiento de conde de Tlapancalco, a favor de quien se dirá). Estudiosos autores, criticados por lo que indican: Caius Parellada, Jordi Bilbeny, Pep Mayolas, Juanjo Albinyana, Marc Pons, Ulloa, y muchos otros, castellanos pocos, catalanes los más, extranjeros otros, entre ellos, evidentemente, relevantes autores mexicanos, críticos con todo lo escrito por vencedores. Por la censura que sufría la correspondencia directa entre las Indias y el emperador, deducen que se está, mayormente, ante reproducciones copiadas bajo el control de inquisidores, visto que parece que no hay manuscrito original alguno, tampoco de la Primera Relación de Cortés, solo alguna que otra firma de apariencia auténtica, pocas o muy pocas, de ahí que han tenido que echar mano de autores contemporáneos de Cortés, como Pedro Mártir de Angleria en su libro Décadas del Nuevo Mundo o Lluís Çapata —1566— en cuyo texto Carlo Famoso da origen aragonés, o de apellido Aragó, a Cortés (A) sin duda de autenticidad, descrito en dicho texto, Canto XXXV, folio 138 vuelto. En él se indica:

    Corroborándolo ello, un escudo de armas, ciertamente existente, dibujado in situ, con Cortés delante, por el grabador Weiditz, en Barcelona, dibujando además muchas otras láminas, la de Andrea Doria también, presente en Barcelona, como Carlos V, para celebrar Cortes en 1529)

    «Y aquel gentil escudo repartido.

    Todo él en quatro partes diferentes

    Qu’en en un quadro está un águila en su nido

    Y al otro un fiero León de bravos dientes

    Y al otro tres coronas, y esculpido

    Al otro el claro México en sus fuentes

    Con las ocho cabezas en cadena

    Corteses de Aragón familia buena».

    https://3.bp.blogspot.com/-AvlYBGon964/T_Qe20vtr8I/AAAAAAAACkA/QU53iHvjFUA/s1600/Escudo+de+Hern%C3%A1n+Cort%C3%A9s.png

    Imagen: 2: Escudo de armas de Cortés. 3: Escudo armas: Marqués Valle de Oaxaca, México.

    En el Archivo de Simancas y aun en otros, aparecen pleitos de su padre, Monrroy o Moroy, que, si bien parece ubicarlo en la Extremadura, con aparente título de nobleza, otros lo contradicen. En todo caso, no hay lugar a dudas sobre que, el escudo al que se refiere el cántico transcrito es el que muestro sobre estas líneas, donde aparece México con sus fuentes o aguas, aunque, en cuanto a las cabezas de los indios en cadena, cuento yo solo siete, de las ocho que dice haber el verso, y encima, un mono alado, que no los hay en España alguna, excepto en Gibraltar, ahora colonia inglesa, por regalo de Castilla. En el centro, como en el escudo de armas que bajo un dibujo de Cortés se aporta, está la enseña catalana, con sus Cuatro Palos rojos sobre fondo de oro, propio de la Casa Condal de Barcelona-Catalunya, habida cuenta de que el antiguo escudo de Aragón, era el de la Cruz de Alcoraz, blanca con una cruz roja que la dividía en cuatro partes, en cada una de ellas, después de la conquista de territorios a los moros, se colocaron cuatro cabezas de sarracenos vencidos, perdiéndose esta bandera a partir de la muerte de Ramiro II el Monje (rey de Aragón desde 1137 a 1157) en favor del escudo de las cuatro barras catalanas, al casarse su hija Petronella, o Petronila, (29 de junio de 1137, fallecida en Barcelona el 15 de octubre de 1173, estando enterrada en su catedral) con el conde Catalán Ramón Berenguer IV, cuyos hijos fueron, Dolça de Barcelona, Alfons el Cast, Ramón Berenguer de Provença, Sanç de Barcelona y Aragó, Pere de Barcelona. Los hermanos de Petronella fueron Jofre IV de Thouars y Guillem I de Thouars.

    En cuanto al origen de Cortés, el mismo autor Lluís Çapata, en otro cántico, el XI folio 54 vuelto, nos dice: «… En Medellín d’España el más hermoso lugar, nació de limpia y noble gente, De padres hijosdalgo y sin contienda, Aunque pobres de hauer y de hazienda» (sic). Ahí lo dejo. Fueron pobres, hijosdalgo, ninguneados, de cuyo aporte, se puede deducir que fuere Cortés, aquel Fernando Moroy o Monroy de Cortes (sin acento) hijo de Martín Cortes de Monroy (cuyo origen es el pueblo de Cortes, —sin acento— en la frontera entre Navarra y Aragón, cuya madre dicen que fue Catalina Pizarro, noble para unos, pobre según otros. Véase el texto Historia de la Conquista de México, autor Antonio de Solís, edición que tengo de 1732, página 17, editado previa censura, donde se nos refiere que, después de alguna vicisitud, atravesó Cortés el Atlántico en 1504, con cartas de recomendación para su pariente, (sic) el comendador mayor de la Orden de Alcántara, gobernador de la isla Española, Nicolás de Ovando y, de la isla Española, pasó a la de Cuba, y de esta al Yucatán, burlando a Diego Velázquez, dejando esposa, Catalina Suarez Pacheco, siendo alcalde de la Villa de Santiago; aunque nuevas fuentes de autores defiendan que, en realidad, Cortés era el noble catalán, Alfons Felip d’Aragó-López de Gurrea y Torrelles, que partió a las Antillas, con el también aragonés Miguel Pasamonte, tesorero real de las Indias, siendo Cortés ayudante de su escribanía, por nombramiento del viudo rey Fernando, cuando este era solo, conde-rey de los catalanes, rechazado por castellanos.

    Queda todo ello abierto a nuevas investigaciones que van en línea de querer hallar la verdad de la historia, sin aceptar su tergiversación de la que han bebido largos años autores oficiales y enseñantes, en base a engañosos textos que, por repetidos, han devenido en verdades falsas. Así pues, el lector inquieto, con esta mi historia, quedará o no perplejo, por cuanto cuestiono, como otros autores, la identidad genovesa del presuntamente catalán Joan Cristòfor Colom y el origen de la financiación de la expedición a las Indias, con los Sanchís-Santàngel; la de Alfons Felip d’Aragó como Cortés; la del catalán Pere Bertrán de Margarit, el primer alcaide del Nuevo Mundo; Joan de Grau como acompañante de Cortés en su Noche Triste (ahora Noche Victoriosa) y en la de Moctezuma; la de los frailes Boïl, Pané, Casaus y tantos otros que tuvieron su origen en la nación de los Parra, o en otras en Valencia o Aragón, no tantos en Castilla.

    Lo mismo sucede con el tan cuestionado puerto de origen de la primera expedición de Colom al Nuevo Mundo. ¿Partieron del puerto de Palos, o del de Moguer, en Huelva? ¿Por qué Palos, de Moguer, localidades tierra adentro, en la cuenca del río Guadalquivir? ¿O

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1