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¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia?
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¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia?
Libro electrónico264 páginas2 horas

¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia?

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El libro ¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia? parte de las bases de la psicología clínica del enfoque sistémico. Ofrece al lector un acercamiento sobre las principales dinámicas presentadas en los sistemas familiares, durante el proceso de crianza y educación de sus hijos, en las etapas de desarrollo durante la primera infancia, pubertad y en la misma adolescencia.

Actualmente, la familia tradicional como institución se encuentra en crisis, ocasionada por las tendencias de la era digital, siendo las transformaciones socioculturales las que están definiendo las nuevas formas de relacionarse y de comunicarse de las nuevas generaciones; dinámicas que se dan principalmente a través de la virtualidad como elemento contundente de la era digital.

A los padres les adeuda la responsabilidad de llevar a cabo el proceso de migración hacia la tecnología, puesto que es allí donde tienen puestos los intereses los nativos digitales, ya que han nacido inmersos en la tecnología; es por ello que traen consigo nuevas facultades cognitivas respecto a sus procesos de aprendizaje, de comunicación y de relacionamiento.

Familiarizarse con la era digital permite comprender ampliamente la influencia de las actuales tendencias, permitiendo a los padres y a las madres apoyar y orientar a sus hijos en el proceso de desarrollo evolutivo, evitando que sean las influencias externas las que intervengan en las preferencias, orientación y decisiones de nuestros hijos.

Los nativos digitales exigen padres con conocimiento, disposición, interés y bastante motivación para desempeñar el rol de padres y madres, con elementos de tolerancia, afecto y comprensión frente a las dificultades y desorientación que viven actualmente los niños, niñas y adolescentes.

¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia? es una realidad que lleva a cuestionarnos sobre ¿qué quieren?, ¿cómo conciben la vida?, ¿cómolograr comprenderlos?, ¿qué buscan?, entre muchos cuestionamientos, que tienen a todo un sistema educativo, social y familiar en crisis.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento29 feb 2020
ISBN9788418018664
¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia?
Autor

Tina Alejandra González Penagos

Tina Alejandra González Penagos es psicóloga, magister en Psicología Clínica, colombiana; su ejercicio profesional está dedicado a la psicología clínica llevando a cabo psicoterapia sistémica a nivel individual, de pareja y familiar, así como también consultoría organizacional. Adicionalmente se ha formado en coaching y liderazgo. Fundadora de la empresa Artesanos de Caminos S.A.S. Cuenta con un Ph. D. en Educación con Concentración en Liderazgo Currículo e Instrucción en Liderazgo Organizacional, en Nova Southeastern University EE.UU., su labor académica ha sido en el ámbito de la educación superior. Además, en el ejercicio de la investigación, ha publicado artículos, entre los cuales se encuentran: «Una mirada sistémica a los factores que inciden en el hombre violento que lo llevan a ejercer la violencia contra la mujer», «El hábitat desde una mirada ecológica "danzando con el hábitat"», y publicaciones en coautoría como «Happiness and psychosocial risk factors: the new challenge of higher education», «Retos y desafíos de la educación superior en Colombia frente al posacuerdo». Actualmente, tiene varios proyectos de investigación en curso y otras obras del ámbito de la psicología que la avalan como líder en el ámbito de la educación contemporánea.

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    ¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia? - Tina Alejandra González Penagos

    Presentación

    El libro ¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia? parte de las bases de la psicología clínica del enfoque sistémico. Ofrece al lector un acercamiento sobre las principales dinámicas presentadas en los sistemas familiares durante el proceso de crianza y educación de sus hijos, en las etapas de desarrollo durante la primera infancia, pubertad y en la misma adolescencia. Los nombres de los menores de edad son ficticios con el fin de proteger la identidad de las familias.

    El libro evidencia, a través de un cuento que ilustra cada caso a partir de situaciones reales que han sido inspiradas desde mi práctica y experiencia profesional como terapeuta, aquellas dinámicas interaccionales dentro de un sistema familiar que ha generado conflicto en las relaciones entre padres y madres con los hijos y las hijas.

    Cuando se presenta una dificultad o crisis dentro de los sistemas familiares, se propone la oportunidad de movilización, identificando aquellas dinámicas que ya no funcionan y generándose cambios positivos en la interacción relacional que les permiten recuperar el equilibrio.

    Por tanto, si lo que está haciendo en el proceso de crianza y educación con sus hijos no funciona, no lo haga más y empiece a darse el permiso de hacer cosas diferentes que sí funcionen.

    Estas inadecuadas dinámicas han llegado a provocar distanciamientos, silencios, falta de confianza, tristeza, preocupación, angustia, adicciones a sustancias psicoactivas (SPA), rechazo, búsqueda de orientación en otros entornos, incluso hasta la separación de los padres, entre otras dificultades.

    El objetivo del libro es mostrar al lector que existen comportamientos que afectan negativamente la interacción relacional en los sistemas familiares para que, de manera propositiva, reconozca e identifique aquellos que puedan estar afectando la armonía y el equilibrio, entregando recursos que les permitan construir nuevas realidades en su relación, favoreciendo la sana convivencia y el proceso de desarrollo evolutivo de los integrantes del sistema a través del respeto y buen trato.

    Además de los casos expuestos, la obra se fundamenta en referentes teóricos interdisciplinares que contrastan las posturas teóricas con la cotidianidad de los sistemas familiares.

    Se presenta, en un primer momento, una aproximación a las características de las familias contemporáneas, mostrando los cambios que se han presentado dentro de esta institución, así como los nuevos roles que asumen los integrantes de los variados sistemas familiares.

    En un segundo apartado se abordan las transformaciones evidenciadas en las actuales generaciones de niños, niñas y adolescentes, con particular énfasis en las tendencias en la presente era digital. De allí deriva una caracterización de los centeniales y los mileniales.

    En un tercer momento se exponen casos reales, que van desde el capítulo 4 hasta el capítulo 18, que visibilizan dichas realidades en las dinámicas familiares a partir de las narrativas y dificultades expuestas en consulta, en contraste con las diferentes teorías.

    Finalmente, unas conclusiones, que muestran algunas reflexiones a partir de mi ejercicio y práctica profesional, invitando al lector a una resignificación en su rol de ser padre o madre.

    Prólogo

    Es posible no dar a ningún hijo por perdido. Pero necesitamos las claves. Igual que lo cóncavo comprende lo convexo, es inevitable ser hijos. Toda/o hija/o tiene padres. Por ahora.

    Aprendemos a ser personas jugando el papel de hijos. Ese carácter vital de hijos va incorporando habilidades, caracteres, pasiones, responsabilidades, sueños, juegos, miedos, ofensas, éxitos, desdichas y tantas peripecias que pasan por nuestra vida hasta que nos emancipamos. Pero no somos capaces de crecer solos.

    Después de leer ¿Cómo perder un hijo antes de la adolescencia? me quedé con su pregunta final rondando en la cabeza: ¿somos los padres que queremos ser? Le dije a Alejandra: «¿Recuerdas qué tipo de hija querías ser cuando eras niña?». Tal vez una pregunta insólita. Me hizo pensar en la naturaleza de la infancia. La etapa que marcará nuestra vida, obligados a sobrevivir pese a todo. Estamos destinados a superar la niñez, con mejor o peor fortuna, mientras se nos pide cumplir las normas y convencionalismos sociales. Cada uno donde le toque, como le toque y con quien le toque. Es decir, crecer con la familia que tenga cada uno y con los azares de la vida. Incluso sin familia. Y me di cuenta de que ese guion no escrito se ignora frecuentemente cuando somos padres.

    De niños, nuestra capacidad de emulación y aprendizaje nos permite hacer el cesto con los mimbres que tenemos a mano. Pero no siempre sopla el viento a favor, ni el camino está bien marcado, ni nos cruzamos siempre con buenas personas, ni sabemos buscar ayuda, ni nos sentimos apoyados por nuestra familia.

    Como prole, ante todo, buscamos cariño. Cuando no encontramos toda la protección y afecto que necesitamos, nos defendemos como gatos panza arriba. Parece ser que estamos diseñados de fábrica para convertirnos solamente en seres sociales brillantes, felices, dominantes, libres y soñadores: los dueños del mundo. Todo lo que no encaja en este ideal es conflictivo. Es decir, como hijos tenemos que hacernos adultos en conflicto, navegando sin perdernos. Y ahí entra en acción el talento y preparación de los padres.

    La historia está plagada de grandes personajes, geniales y triunfadores, que perdieron a sus hijos o a sus padres, o a ambos. Perdieron la oportunidad de disfrutar de los seres queridos. Por eso, es fundamental contar con la ayuda de buenos profesionales, de formadores expertos.

    La psicóloga Alejandra González, doctora en Educación, nos enseña por qué se pierden los hijos. Nos muestra un itinerario de huellas que van dejando esos niños que no encuentran a sus padres cuando los necesitan. Nos da pistas para seguir el rastro de los hijos que pueden extraviarse mientras buscan la salida. Un camino que, a menudo, quieren encontrar ellos solos. Actualmente, suele ser en las redes sociales y la realidad virtual.

    Por la consulta de la doctora González han pasado padres y madres perdidos con hijos perdidos. Ninguno quería perderse. Hay solución. Dos palabras que exigen grandes esfuerzos por conocer los problemas y afrontarlos con franqueza entre padres e hijos.

    Ahora, en un mudo plagado de herramientas tecnológicas y fuentes de información más accesibles, nuestros hijos tienen que aprender a jugar con reglas de estos tiempos. Aprender a nadar en aguas digitales y en las redes sociales de las tecnologías de la comunicación. El libro nos sitúa con claridad en los diversos escenarios en los que la sociedad actual nos obliga a representar el papel de padres. Sobre todo, en los nuevos modelos de familia, más abiertos y más flexibles.

    Los lectores de este libro comprobarán que están a tiempo de ponerse en la piel de sus hijos y comprenderlos mejor, sin tópicos ni prejuicios. Al final, padres e hijos nos salvamos en la misma balsa.

    Jerónimo Vallejo

    Padre de familia y periodista

    Madrid (España)

    Capítulo 1

    ¿Y cómo es eso de la familia?

    Un sistema familiar se define como «un conjunto organizado e independiente de personas en constante interacción que está ordenado por reglas y por funciones dinámicas que existen entre sí y con el exterior».

    La familia en conjunto es una totalidad, la suma de todas las partes, que contempla una realidad más allá de las individualidades mediante la construcción de unos sistemas de valores y creencias en los cuales sus integrantes interactúan constantemente, y los mantienen a través de las experiencias vividas, que son transmitidas de generación en generación. Esto es lo que les da identidad y sentido de pertenencia frente a los diferentes contextos en los que se desenvuelve cada individuo (Ochoa de Alda, 2009).

    La familia en sí es un sistema que cuenta con una red de relaciones que brinda la satisfacción de las necesidades biológicas y psicológicas de sus integrantes como base para la supervivencia humana. Es por ello que, como institución, cuenta con particularidades que son propias a cada sistema familiar, respondiendo a los procesos psicoafectivos desde el nacimiento o llegada de un nuevo integrante a dicho sistema (Hernández, 2009).

    Es dentro de esta institución que se erigen relaciones afectivas, condiciones de lealtad intensas y de confianza entre otros valores que generan vínculo entre sus integrantes, que no se crean en otras instituciones y tienden a transformarse durante el proceso de desarrollo evolutivo. Es por ello que el fenómeno de causalidad circular,* [ver palabras con asterisco en el Glosario] presente en las familias, responde a un sistema interrelacionado. Por tanto, el comportamiento de un integrante afecta positiva o negativamente a todo el sistema, generándose así una sucesión de eventos alrededor de dichas conductas que generarán una reacción o respuesta por parte de los otros.

    En coherencia, Hernández (2009) señala que es en el contexto familiar donde se activa el desarrollo emocional, como el amor, la alegría, la felicidad, el odio, la rabia, el dolor, la tristeza, el miedo, etc., y es a partir de estos aprendizajes que se determinará la interacción relacional en otros contextos como el escolar, el social, el laboral y, así mismo, las relaciones afectivas. Si el contexto familiar no responde de manera asertiva a dichos procesos, fracasará en su función de satisfacer las necesidades emocionales de sus miembros.

    Los sistemas familiares pertenecen al ámbito de lo privado y cuentan con unas fronteras que delimitan y regulan su privacidad, pretendiendo salvaguardar a los integrantes de las amenazas y las influencias externas con la intención de mantener unido y estable al sistema. Continuando con Hernández, cuando dichos límites admiten la permeabilidad del exterior, el sistema puede llegar a perder su identidad e integridad, pero si la interacción con el exterior es escasa, se convierte en un sistema cerrado y aislado.

    Como institución, se reconoce desde otros escenarios en los cuales debe garantizar su adecuado funcionamiento:

    •Como institución social, debe legitimar las normas sociales que regulan las conductas al interior del sistema y, en el ámbito social, la provisión y distribución de los bienes y servicios, brindar recursos y elementos que otorguen a sus constituyentes sentido de vida para proteger la conservación individual y del colectivo (Collins, 1987, citado en Hernández 2009).

    •Como grupo humano, se impulsa y se hace perdurable en el tiempo; así mismo, se transforma y concibe cambios en la estructura social desde los cuales se vislumbran nuevos patrones de interacción, tanto al interior como hacia el exterior. Empero si la familia no participa o es un sistema pasivo, se convertirá en el receptor de otras instituciones primordialmente del ámbito político y del económico, siendo estos los que definen los cambios sociales en comparación con otros escenarios.

    Así mismo, la familia responde a las construcciones sociales, las cuales determinan los valores sociales, las tradiciones, las creencias, la religión y el ámbito político; no obstante, la familia mantiene, interpreta y defiende su propio sistema de creencias de acuerdo con sus experiencias de vida e idiosincrasia, siendo estas las que le dan identidad y tienen como objetivo mantener la estabilidad y el equilibrio del sistema

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