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Ama-Deus: La Sanación a través de la Energía Sagrada del Universo
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Ama-Deus: La Sanación a través de la Energía Sagrada del Universo
Libro electrónico361 páginas8 horas

Ama-Deus: La Sanación a través de la Energía Sagrada del Universo

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Información de este libro electrónico

 

"Durante miles de años, una tribu Guaraní de Sudamérica preservó Ama-Deus, un método de sanación energética. Tras varios años en el exilio, Alberto Costa Aguas, un renombrado sanador espiritual brasileño que trabajaba con la energía, volvió a su pa&i

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 sept 2015
ISBN9780996278034
Ama-Deus: La Sanación a través de la Energía Sagrada del Universo
Autor

Elizabeth Cosmos

Elizabeth Cosmos, autora, profesora y practicante, ha ejercido la sanación espiritual durante más de treinta años. Fue responsable de fundar y desarrollar un programa de medicina integrada para terapias alternativas en el Hospital Saint Mary de Grand Rapids, M. Así mismo, es la fundadora de la asociación internacional Ama-Deus, LLC. Su trabajo ha sido destacado en publicaciones internacionales como National Geographic. Beth estudió Ama-Deus durante tres años, de los cuales, los siete últimos meses fueron una formación intensiva con Alberto Aguas antes de su fallecimiento. Esta sabiduría sagrada de Ama-Deus se transmite oralmente de forma directa, tal y como Alberto se la transmitió a ella. Beth es una Ministra Ordenada de la iglesia Science of Mind Church for Spiritual Healing y se doctoró en Medicina Energética en el Holos University Graduate Seminary. Es autora de Ama-Deus La Sanación a través de la Energía Sagrada del Universo.. Beth vive en Grand Rapids, MI y viaja por todo el mundo enseñando y compartiendo el Método de Sanación Ama-Deus.®

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    Ama-Deus - Elizabeth Cosmos

    Ama-Deus

    La Sanación a través de la Energía Sagrada del Universo

    Ama-Deus, el amor de Dios, es una técnica ancestral para hacer el bien a otros a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Felicidades, Beth, por dar a conocer al mundo moderno esta técnica de sanación tan necesaria.

    Norm Shealy, M.D., Ph.D.

    Energy Medicine: The Future of Health

    En estos tiempos modernos difíciles, este libro nos ofrece una importante visión de lo sagrado de la cultura de los guaraníes, quienes sólo aman el amor, la gente y la tierra. Haríamos bien en aprender de ellos.

    Molly Larkin – Autora

    The Wind is My Mother

    Ama-Deus no es sólo una historia asombrosa de tesoros ocultos, hallados en las profundidades del Amazonas y las cámaras del Corazón; es también la historia de una mujer asombrosa y su misión de llevar el Amor a la Luz. La narración sobre Ama-Deus que nos ofrece Beth es una gran aventura, un profundo misterio y un sabio descubrimiento del Ser.

    Denise Iwaniw, Encargada de la Pipa Sagrada - Autora

    Embracing the Mystic Within

    Ama-Deus, un libro maravillosamente espiritual, narra el recorrido de un método de sanación energética que nace en la tribu guaraní de Sudamérica y viaja por el mundo para acabar siendo utilizado en un entorno clínico. La energía y las herramientas que se encuentran en el libro abren la mente y el corazón para alcanzar un mayor entendimiento del Amor como el destino final del alma, pero también como práctica diaria. Este libro llega al corazón e infunde en el alma el deseo de sentir y conocer el Amor en su más profundo sentido. Altamente recomendable.

    Dra. Caron Goode, NCC Autora

    Kids Who See Ghosts, guide them through fear

    El amor y el compromiso de conocer y seguir el deseo que tiene Dios por nosotros es el vínculo común que unió a Beth y a Gerod. Gerod ve la energía de Ama-Deus como una de alto nivel y llena de amor, y se siente honrado de ayudar a que siempre esté disponible para cada persona que busque el conocimiento, la conciencia, la sanación y el amor. Este libro es una maravillosa mezcla de historia y relatos, y expone las posibilidades que existen para todos nosotros.

    Katharine Mackey - Autora

    Soul Awareness: A Guide’s Message

    Ama-Deus

    La Sanación a través de la Energía Sagrada del Universo

    Elizabeth Cosmos, PhD

    Ama-Deus Energy Press

    Lowell, MI

    Derechos de Autor © 2015 por Elizabeth Cosmos, PhD.

    Queda prohibida la reproducción o transmisión total o parcial de este documento por cualquier medio imaginable, ya sea electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones o cualquier tipo de sistema de almacenamiento o recuperación, sin el permiso escrito del titular de los derechos de autor.

    Ama Deus Energy Press

    P.O. Box 93

    Lowell, MI 49331

    ama-deus-international.com

    ISBN: 978-0-9962780-3-4 ebook

    Portada artística por Beatrice Multhaupt

    Diseño de Portada Katie McCabe

    Ama-Deus es una marca registrada de The International Association of Ama-Deus, LLC

    Impreso en los Estados Unidos de América.

    ÍNDICE

    Agradecimientos

    Introducción

    PARTE I

    MUERE UN JOVEN CURANDERO

    Capítulo 1Ayuda de una Fuente Improbable

    Capítulo 2Lo que Haces por los Demás Dura para Siempre

    Capítulo 3La Gente del Bosque

    PARTE II

    LA HISTORIA DE LOS GUARANÍES

    Capítulo 4Por el Amor de la Naturaleza y todos sus Habitantes

    Capítulo 5Registros Históricos de los Guaraníes

    Capítulo 6La Perspectiva de su Mundo como Almas Divinas

    Capítulo 7Los Pajés son Maestros de las Almas de la Palabra Divina

    Capítulo 8Reciprocidad, Amor y La Tierra Sin Mal

    PARTE III

    AMA-DEUS Y LA SANACIÓN

    Capítulo 9Abrirse a un Espacio Sagrado

    Capítulo 10El Amor con Fines de Sanación

    PARTE IV

    AMA-DEUS: DEL AULA AL ENTORNO CIENTÍFICO

    Capítulo 11Mantener Intacto el Conocimiento

    Capítulo 12Un Nuevo Camino a una Tierra Desconocida

    Capítulo 13Ama-Deus y la Conexión Científica

    Epílogo

    Notas

    Bibliografía

    Acerca de la Autora

    A la Luz Increada y al Amor

    A todos aquellos que bailan a su imagen y semejanza.

    AGRADECIMIENTOS

    Puedes dar sin amar,

    pero no puedes amar sin dar.

    —Amy Carmichael

    Deuda y gratitud profunda no parecen expresar por completo mi agradecimiento hacia todos aquellos que permanecieron cerca mientras escribía de este libro—sabed, por favor, que os llevo a todos grabados en mi corazón.

    A mis padres, John y Margaret Cosmos; padrastro, Alan Ryan; y a mis hijos, Michael y Christopher, estoy tan agradecida por toda su paciencia, apoyo y comprensión.

    A todos los que me ayudaron tan pacientemente con mi escritura—Christopher Cosmos, de principio a final; David Stuursma, el gran impulso inicial; Patricia Duncan, por ver tan claramente el mensaje y ayudar a dar forma al manuscrito; Stephen Buhner, Jean DeBruyn, Margery Guest, Amber Guetebier, Bethany Rose Prosseda y Linda Sechrist por el apoyo durante el proceso; Caron Goode, por llevarme de la mano con tal maestría y tan elocuentemente, a la recta final. A todos aquellos que tan amablemente se ofrecieron a patrocinar este trabajo; Lynn Andrews, Caron Goode, Denise Iwaniw, Molly Larkin, Katherine Mackey, y Norm Shealy, que, además, están extremadamente ocupados con su propio trabajo.

    Un agradecimiento muy especial a Mikel LizarraldeGoennaga por su apoyo inquebrantable a Ama-Deus. Graciasa Maya Guirao por iniciar el proceso de traducción y a Mayda Villarpor estar a mi lado compartiendo Ama-Deus y puliendo la traducción alcastellano.

    A aquellos que permanecieron cerca, la familia de Alberto Aguas, Lynn Afendoulis, Lori Bruno, Nancy Fox, Catherine Frerichs, Bruce Gregory, Mary Hanson, Amy Hass, Penny Hawkin, Diane Herbruck, Denise Iwaniw, Devra Ann Jacobs, Mary Jervis, Beatrice Multhaupt, John Murphy, Bob Nunley, Nancy O’Donahue, Sharon Pisacreta, Julie Ridenour, Karen Rosasco, Kyle Rozema, Ellen Satterlee, Linda Stansberry, Mary Elizabeth Wakefield, y Berney Williams. Para Stokey, que nunca se fue de mi lado, tantos días sin sus paseos rutinarios y la cena tan entrada la noche: es un verdadero compañero.

    Por los trabajos de investigación, gracias a los empleados de Psychic News, London, Trevor Stockill, Ellen Fassio, la familia Paul, Richard Reed, Marilyn Rossner, CeCe Stevens, y Christian Vianna. A Beatrice Multhaupt, Diogenes Ramires y Alvaro Tomaz, vuestras traducciones fueron de gran ayuda, al igual que David Fix y Michael Lechner por su asistencia técnica.

    A Elder Arcimandrite Ephraim, por expandir mi conocimiento sobre la Luz Increada.

    A todos los instructores y practicantes de Ama-Deus, vuestra pasión por compartir este bello método con el mundo es inspiradora; y vuestra emoción por este libro, además de Ama-Deus, me da alas para continuar. A todos mis amigos que me ayudaron enviando energía de sanación, Geshe Rinchen Choygal, Nancy Fox, Denise Iwaniw, Pilar Fernández-Santos, Cai Bristol; y a Alberto, por seguir susurrándome al oído, y todos los ángeles y guías celestiales. Estoy eternamente agradecida por todas esas personas en mi vida que me han querido, ya que todas esas experiencias me han dado la fuerza de espíritu necesaria para completar este proyecto.

    Por último, pero no por ello menos importante, a los guaraníes y todas las gentes indígenas que han sentido un desplazamiento generacional, estoy humildemente agradecida por el ejemplar conocimiento acerca del cuidado y del vivir en armonía con el medioambiente, por los sacrificios realizados para salvaguardar las costumbres sagradas.

    INTRODUCCIÓN

    Ama-Deus es un método de sanación a través de la energía preservado durante miles de años por una tribu de guaraníes en Sudamérica. Alberto Costas Aguas, un sanador mundialmente conocido por sus métodos curativos a través de la energía, al regresar a su tierra nativa tras varios años en exilio acabó trabajando con dicha tribu guaraní. Los guaraníes le reconocieron como un gran curandero y como aquél al que estaban esperando, iniciándole así en sus métodos sagrados y transfiriéndole suc sabiduría ancestral.

    Ésta es una historia de los guaraníes, quienes durante miles de años conservaron estos conocimientos hasta que llegó el momento de compartir con el mundo cómo sanarse a través del Amor. Tanto los guaraníes como Alberto comparten la creencia de que el Amor se encuentra en toda sanación. Alberto Aguas, que arriesgó su vida para salvaguardar este conocimiento, lo trajo a Norteamérica y es ahí donde comienza mi historia con esta antigua sabiduría.

    Ésta es una historia de Amor y una historia de mi propia sanación personal, la cual me condujo a una mayor comprensión del Amor. En 1989 conocí a Alberto y fue entonces cuando me inicié en este método curativo espiritual que él denominaba Ama-Deus. A lo largo de los siguientes veintitrés años me convertí en instructora y practicante de Ama-Deus, llevé a cabo investigaciones sobre la vida de Alberto, estudié la historia de los guaraníes, practiqué Ama-Deus en un entorno clínico, y obtuve un doctorado utilizando Ama-Deus como intervención. Esta experiencia directa con Ama-Deus me ha enseñado cómo el Amor puede ofrecer la liberación de nuestros miedos y llenar nuestro ser de paz, equilibrio y armonía—el auténtico y verdadero tesoro para cualquier ser humano que vive en el mundo.

    Entrelazo en cuatro partes la historia ficticia del pueblo guaraní de los bosques tal y como era la vida en los tiempos de Cristo, resaltando la preservación de sus métodos sagrados hasta que el mundo avanzó cíclicamente para comprender su significado. Soñé estas viñetas de la vida en tiempos pasados y cada viñeta, en forma de introducción, ofrece un relato sobre la vida de un joven chamán, Arapotiyu, en un viaje espiritual a través del cual mantiene la armonía de la gente de la tierra del bosque.

    Esta historia del viaje espiritual de Arapotiyu se repite en el viaje de Alberto miles de años después con el mismo propósito: mantener la armonía en el mundo y traer Amor a todos aquellos que buscan y están dispuestos a encontrar.

    Sentirás la pasión de las vidas de Alberto y Arapotiyu, ambos diligentes en sus esfuerzos por conservar este conocimiento. Los guaraníes protegieron esta antigua sabiduría transmitiendo sus conocimientos de forma oral, de generación en generación, hasta que llegó el momento de compartirlos con el mundo.

    Esta historia es, en partes iguales, una exploración del espíritu y el universo a través de Ama-Deus y un camino para entender el Amor. Invita a la mente a respirar hondo desde el corazón y nos reta individualmente a mirar hacia dentro y llegar hasta nuestras almas.

    Beth Cosmos

    PARTE I

    MUERE UN JOVEN CURANDERO

    En la tierra de la gente del bosque, la Gran Luz del día comenzaba a caer en el poblado de Takuaty, el lugar de bambú. Mbaracambri se removió en su hamaca. Sintió que su cuerpo se estremecía, y su corazón escuchó las primeras notas y palabras de una canción. Se giró hacia su esposa, Yyvkuaraua, y vio que ella le sonreía con la mirada.

    Moviéndose en silencio, Yyvkuaraua guardó las hierbas que recolectaba y se preparó para el rezo nocturno junto a su marido. Mbaracambri se levantó y alcanzó su akangua’a, que colgaba de un larguero sobre su hamaca. El akangua’a formaba una bella corona de plumas sobre su cabeza. Este tocado ceremonial formaba parte de un camino sagrado, y al mismo tiempo indicaba su condición de pajé, el que tiene la sabiduría de muchas canciones. Regresó a su hamaca y tomó su mbaraká, su reverenciada maraca, y salió en silencio de la choza.

    La oscuridad caía con rapidez en el bosque y Mbaracambri caminó hacia la Colina de los Pájaros. Yyvkuaraua levantó una larga vara de bambú adornada con plumas, su takuá, para marcar el ritmo de la canción, y anduvo junto a su marido como había hecho tantas veces antes. La presencia de la luna y las estrellas que resplandecían a través de la copa de los árboles permitía a Mbaracambri ver a los demás asistentes a la reunión. Ésta era la costumbre de la gente del bosque.

    La canción que sentía latir en su corazón mientras caminaba trajo un profundo sentimiento de gratitud por la Buena vida que el gran padre celestial, Ñande Ru, proporcionaba a su poblado incorrupto. Sintió la bondad de la de la comunidad reunida, de su esposa Yyvkuaraua, de su hijo Veraju, que daba muestras de hombría, y de su hija Kitu, que recientemente había concluido la ceremonia para unirse al ciclo lunar de las mujeres. Mbaracambri sonrió al pensar en el sueño profético que había anunciado el nacimiento de su hijo menor, Arapotiyu. En el sueño, los seres celestiales rodeaban a un bello antepasado del poblado con grandes habilidades sanadoras, y anunciaban la llegada de un pajé que lideraría a la gente del bosque.

    Con su canción, durante la reunión para la oración, Mbaracambri buscaba orientación para su poblado. La creación de la madre/padre era su guía y la comunicación con los grandes seres celestiales suponía una fuente de vida para su poblado de habitantes del bosque. En pie sobre la Colina de los Pájaros, donde había estado previamente a lo largo de muchas temporadas de maíz, Mbaracambri cerró los ojos y comenzó a entonar una canción, mientras Yyvkuaraua marcaba el ritmo haciendo sonar su takuá sobre el suelo. Yyvkuaraua creaba una vibración terrenal que partía del suelo y se extendía por todo su cuerpo. Mbaracambri ya no podía contener la melodía en su corazón; alzó los brazos y el rostro hacia el cielo estrellado. Sacudiendo su mbaraká, su maraca sagrada, comenzó a cantar una antigua oración.

    Todas a una, las mujeres se unieron a Yyvkuaraua batiendo sus takuás y los hombres cantaron con Mbaracambri. En pocos minutos el bosque se llenó del canto y los ecos de los takuás. Mientras Mbaracambri profundizaba en su canción de alabanza y gratitud, el pajé mayor del poblado, ataviado con una túnica de plumas, dio un paso al frente e inclinó su cabeza hacia atrás, elevando su rostro hacia el cielo nocturno. Su cara eufórica se giró hacia las brillantes gentes estrella y alzó sus cánticos a Ñande Ru, el único Gran Ser, y después a las cuatro direcciones sagradas. Los hombres cantaron más alto y más rápido, mientras que el pajé mayor rezaba a cada una de las cuatro direcciones, empezando primero con Ñanderovai, hacia la luz del alba.

    Los cánticos de muchas oraciones dirigidas al mundo celestial continuaron en la oscuridad. Mientras el pajé mayor seguía liderando los cánticos, Mbaracambri cayó en un trance extático. En sus visiones veía y sentía como las palabras del alma, los ayvú, o la voz del Gran Padre henchían su corazón. Las canciones y cánticos se mantuvieron a lo largo de toda la noche mientras Mbaracambri seguía en trance.

    La ceremonia se alargó mientras duró la oscuridad, siguiendo el tránsito nocturno de Jesyju, la luna, a través de las pulsantes gentes estrella, y hasta que la luz clara de Jesyju se extinguió para dar la bienvenida a los primeros rayos de luz dorada de Kuarahy. Cuando aparecieron estos primeros rayos dorados, la gente del bosque dejó de cantar al unísono, y con sus brazos y rostros elevados sintieron fuertes corrientes de energía recorriendo sus cuerpos.

    En el silencio cargado, Mbaracambri y el pajé mayor se mantuvieron en pie juntos ante la comunidad, mirando hacia la luz dorada que se elevaba, y realizaron el ritual para reclamar esta poderosa energía. Con sus brazos estirados, la comunidad realizó un hermoso movimiento fluido en la ceremonia de jirojy. Bajando sus cabezas y doblando sus rodillas, movían sus brazos con elegancia para atraer solemnemente los rayos dorados hacia sus cuerpos. Muchos tenían sus rostros iluminados surcados por lágrimas de alegría, como resultado de su estado de éxtasis.

    A menudo, al finalizar los cánticos y el movimiento conjunto de jirojy, un pequeño pájaro marrón, el Irapuru, rompía el silencio. Su canción indicaba que el Gran Ser había escuchado y recibido la oración vespertina y la ceremonia. Sin embargo, ese día no se escuchó su canción.

    Al igual que en todas las oraciones ofrecidas en la Colina de los Pájaros a lo largo de la vida de Mbaracambri, la gente del bosque se reunió al pie de la colina. Mbaracambri compartió las visiones y los ayvú, las palabras del alma que recibía. El pajé mayor escuchó con atención las visiones de Mbaracambri antes de dar instrucciones sobre las actividades cotidianas del poblado. Los hombres se alejaban de la Colina de los Pájaros, se saludaban y mantenían conversaciones amistosas, mientras se dirigían con el corazón alegre a completar los mensajes sagrados y las orientaciones del mundo celestial.

    Mbaracambri se puso al lado del pajé mayor y, como era costumbre, lo tomó del brazo para ayudarle a bajar la colina. Un vecino, Tangara, saludó al pajé mayor y a Mbaracambri y tomó su otro brazo.

    Tangara le dijo a Mbaracambri: Todos nos alegramos de celebrar el paso de tu hijo Veraju a hombre.

    Mbaracambri apretó suavemente el brazo del pajé mayor y contestó: Sí, me llena de gozo ver a las mujeres preparar la comida y la bebida mientras todos esperamos a oír las palabras del alma del Abuelo Pajé para iniciar la celebración. ¿Cómo está tu mujer embarazada, Tangara?

    Me emociona que te intereses por ella. Debido a la pobre cosecha del año pasado y el mal estado del maíz de este año, otro niño supondría una carga para el poblado. ¿Cómo vamos a alimentar a otra boca con nuestras escasas reservas y la expectativa de una mala cosecha? Me preocupa aún más no haber escuchado la canción del Irapuru esta mañana.

    Mbaracambri contestó a Tangara con calma: No te preocupes, los seres celestiales, al igual que en el pasado, nos proporcionarán un buen modo de vida.

    Pero Mbaracambri, temo que podamos morir todos de hambre.

    Con gran tranquilidad, Mbaracambri contestó: No te preocupes, amigo mío. La comunidad, y desde luego mi familia, compartirá sus reservas, pues esta es la buena costumbre de nuestra gente. Sin soltar el brazo del anciano, dejó de caminar y se giró hacia Tangara. Lo más importante es que nuestras palabras del alma del amanecer y las visiones del día nos piden que continuemos con esta pobre cosecha. Además, he recibido una señal para cazar el pequeño cerdo y buscar miel en la zona de las bellas flores. No dejes que estas emociones te dominen, amigo mío, en su lugar, reza aún más fuerte a los dioses. Ellos nos guían; nuestro buen padre Ñande Ru no nos abandonará.

    El pajé mayor escuchaba con paciencia, y dijo en una voz rica y llena de compasión: Tangara, -parando para tomar aire- Me alegra mucho que hayas compartido tus sentimientos, que sin duda han sentido otros en el poblado, por lo que consideraremos todos los signos de debilitamiento de la armonía, falta de mbiroy. Nos encontramos en este hermoso lugar gracias a las direcciones de nuestras canciones palabra, en este espacio armonioso y luminoso en íntima comunicación con Ñande Ru. Las plegarias a los dioses deben ser constantes hoy, para suplicar a la Luz la comprensión clara de todas las gentes del bosque.

    Mientras decía estas últimas palabras, se giró hacia Mbaracambri, quien respondió: Te oigo, Abuelo. Yyvkuaraua y yo continuaremos cantando y bailando con corazón alegre en este día que nos han dado los dioses, como nos recomiendas. ¿Tangara, te unirás a nosotros?

    No, amigo mío, reuniré a los que cazan y haremos el baile para rezar por el cerdo que viste en tu sueño. Mi estómago vacío agudizará mis habilidades en la caza. Nos vemos en el Opy, la casa de oración, cuando las últimas luces del gran Kuarahy descansen.

    El pajé mayor sonrió al escuchar a los dos hombres jóvenes. Les habló afectuosamente: Éstas son buenas acciones, hijos. Iré a compartir las hermosas palabras con los demás.

    Tangara sonrió y, elevando sus brazos al aire, se alejó caminando mientras se oían sus palabras. ¡Estoy listo, Abuelo, para una buena caza!

    El pajé mayor sonrió al observar cómo Tangara comenzaba a correr. Se giró y dio pequeños pasos hacia su hamaca, donde se disponía a dar instrucciones al poblado.

    Mbaracambri halló a su mujer preparando el maíz mientras su hijo Arapotiyu la observaba. Al ver a su padre, Arapotiyu, que estaba en cuclillas, se incorporó. Padre, me quedaré junto al Abuelo Pajé. Muy bien Arapotiyu, escucha y observa con atención. Mbaracambri se dirigió a su mujer: Yyvkuaraua, comamos poco como el Abuelo Pajé ha indicado en el canto y baile del día. Necesitaré tu ayuda.

    Desde muy joven, Mbaracambri había recibido varias canciones sagradas en sus sueños. Según crecía, también crecían las hermosas canciones y la claridad de sus visiones oníricas. Mbaracambri trabajaba junto al Abuelo Pajé a medida que éste se hacía mayor para apoyar al poblado con las visiones que tenía cuando rezaba. El Abuelo Pajé era un gran curandero; junto con las visiones de Mbaracambri, aseguraban una vida Buena y armoniosa para la gente del bosque. Sabía por qué el pajé mayor le había pedido que cantara y bailara hoy. Mbaracambri había tenido una visión de la muerte del Pajé mayor en un sueño. El Abuelo Pajé no estaba triste. Al contrario, se sentía feliz de preparar su tránsito a la Tierra Sin Maldad, un lugar en perfecto equilibrio.

    Arapotiyu se acercó y permaneció junto al Abuelo Pajé mientras éste seguía tumbado en su hamaca. El pajé mayor debía instruir al pueblo en las actividades que mantendrían la armonía en el bosque. Arapotiyu observó y escuchó al pajé mayor mientras asignaba tareas. Algunos hombres y mujeres jóvenes debían ir a recoger madera, otros a por miel, algunos hombres se reunieron a bailar antes de la caza, las abuelas enseñaban a tejer hamacas, y las mujeres jóvenes atendían los huertos. A cambio, el poblado mantenía al pajé para que éste pudiera continuar la tarea sagrada de mantener el modo de vida de la gente del bosque.

    El pajé mayor se giró para aleccionar al joven Arapotiyu. Éste recibía canciones desde pequeño en sus sueños que indicaban que se convertiría en un gran pajé, como su padre y su abuelo. Esto no sorprendió al Abuelo Pajé ni a sus padres, ya que habían visto signos en los sueños de la llegada de esta gran alma. La comunidad de gente del bosque celebraba la fortuna de disfrutar de grandes intermediarios con los mundos celestiales.

    Mientras tanto, cerca de su choza, Mbaracambri terminó de comer su escasa ración de mandioca y arroz. Se lavó la cara con el agua que guardaba en una gran calabaza, y en un instante notó el silencio repentino del bosque. Se puso tenso e inmediatamente sus oídos escucharon un extraño silbido. Cayó una andanada de flechas y se escuchó un alarido que estremeció el aire. Todo el cuerpo de Mbaracambri tembló al darse cuenta de que estaban atacando el poblado. Saltó para proteger a Yyvkuaraua, pero varios hombres lo pararon.

    Cayó hacia delante sobre una rodilla, y llamó al gran jefe guerrero que se encontraba detrás de sus fieros guardas. Mientras esperaba la reacción del jefe guerrero, Mbaracambri escuchaba los gritos de su gente según les alcanzaban las flechas. Inspeccionó su entorno y vio al pajé mayor herido en su hamaca.

    Con una voz fuerte para que pudiera oírle todo el mundo, el jefe guerrero proclamó: Soy Tupanchichù, líder de los Tupinambas de la costa. Fijando sus ojos sobre Mbaracambri, Tupanchichù le indicó que se levantara.

    Al ponerse en pie, Mbaracambri preguntó al engalanado líder: ¿Cuál es el motivo de este ataque por sorpresa, y no en abierto como guerreros valientes?

    Tupanchichù movió sus brazos en actitud amenazante indicando que quería silencio, y sin moverse del sitio afirmó: La gente de la costa se lleva reuniendo varias lunas para hablar de la enfermedad que se lleva el aliento de la vida y que se extiende en sus poblados. En estas reuniones se compartió una gran visión indicando que la gente no había honrado adecuadamente a Jesyju, el dios de la luna. Por lo tanto, el consejo de muchos jefes guerreros declaró que en tres lunas debía celebrarse una gran ceremonia para honrar y alabar a Jesyju. Esta ceremonia debe incluir cantos, bailes, y sacrificios. Ante todo, para apaciguar al gran Jesyju, ofreceremos un sacrificio humano, pues esta es la costumbre de la gente de la costa.

    Los ojos de Mbaracambri se abrieron en par, puesto que no era una costumbre normal de su gente del bosque tomar la vida de nadie. Sólo Ñande Rú puede reclamar un alma celestial. Contestó al jefe guerrero: ¿Tupanchichù, qué parte de nuestra pequeña reserva conjunta de mandioca o patos podríamos ofrecer a esta gran ceremonia?

    Tupanchichù sonrió y contestó a la oferta de Mbaracambri: Comprende que los animales que cazáis y el maíz que cosecháis están en territorio Tupinamba. Todo esto es nuestro por derecho. Hace varias estaciones entrasteis en los confines de nuestros dominios, y hemos estado observando vuestras actividades. En esta ocasión no nos interesa vuestra escasa reserva de comida. Estamos aquí para obsequiar a vuestro poblado con un gran honor. Tupanchichù abrió sus brazos y se dirigió al poblado entero: En todos nuestros poblados, los habitantes de la costa hemos oído hablar de un pajé especial nacido entre la gente del bosque. Girándose hacia el pajé mayor y su aprendiz, prosiguió: Este poblado será honrado con el sacrificio de este joven aprendiz del pajé mayor.

    Mbaracambri miró hacia donde estaba el pajé mayor herido y vio a los guardas guerreros sujetando a Arapotiyu por los brazos.

    Tupanchichù se giró hacia Mbaracambri y dijo: Nos llevaremos a vuestro apreciado hijo a nuestro poblado y comenzaremos el proceso para convertirlo en un sacrificio apropiado para la gran diosa Jesyju. También nos llevaremos algunos hombres y mujeres como esclavos. Si intentáis detenernos, os mataremos a todos. Como habéis oído, los guerreros de Tupanchichù son los más temidos de la costa, y haremos honor a esta reputación. Es sólo porque no habéis matado ni comido a nuestros antepasados que os perdonamos hoy. No nos deis motivos para mostraros nuestra fuerza. Tupanchichù inmediatamente se giró, y Mbaracambri observó al jefe guerrero alejarse con los guardias que habían tomado a Arapotiyu.

    Yyvkuaraua y los demás miembros del poblado tomados como esclavos ya habían desaparecido en el bosque. Mbaracambri aguantó su respiración, sintiendo gran tristeza al ver a Arapotiyu girarse y mirarle a los ojos. En lugar de sentir que era un gran honor, como decían las costumbres de los Tupinambas de la costa, Mbaracambri notaba un profundo dolor en su corazón y todo su ser se llenó de tristeza al ver los ojos suplicantes de su hijo. Mbaracambri cayó sobre sus rodillas mientras escuchaba los lamentos de los heridos. Sólo podía mirar cómo se llevaban a Arapotiyu del poblado para comenzar su viaje al poblado de los habitantes de la costa.

    CAPÍTULO 1

    Ayuda de una Fuente Improbable

    Nadie tiene los derechos de autor sobre el Amor de Dios.

    —Alberto Aguas

    Bien entrado el otoño, el clima era frío en Michigan. La mayoría de las hojas habían caído y el aroma a invierno penetraba en la tierra. En aquella soleada mañana de sábado, en 1989, salí temprano para ir en coche a un taller espiritual que duraría el fin de semana. Las indicaciones llevaban a una casa en un entorno rural, que me pareció más acogedor y preferible a la típica sala rancia alquilada o habitación de hotel. En aquellos días, los talleres espirituales eran un pensamiento reconfortante y la búsqueda de conocimientos de este tipo no era nada nuevo. Desde que tengo uso de razón, siempre ha solido hacer preguntas y buscar respuestas de manera activa sobre el sentido de la vida.

    En ese momento, mi búsqueda constante de un sentido espiritual cobraba la mayor

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