Peaches y la Reina
Por Edith Layton
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¡Presentando un cuento navideño nunca antes publicado de la autora de Regency, Edith Layton! Se acerca la Navidad al Londres victoriano. Un niño pobre que vive con su hermana sombrerera en una zona marginal de la ciudad descubre que su gata ha desaparecido. Su viejo perro no puede vivir sin la gata, así que busca - y se entera de que ¡la Reina ha secuestrado a su gata!. El moggie favorito de la reina Victoria se extravió y sus esbirros le llevaron al gato equivocado - o eso creen el niño y su hermana. Esta novela navideña cuenta cómo un joven y serio custodio, su superior cansado del mundo y uno de los criminales más astutos de Londres intentan encontrar a la gata adecuada sin molestar a la vieja reina, recuperar a la gata del niño y cortejar a la linda hermana - antes de que la Reina se vaya de Londres para sus vacaciones de Navidad. Desde los sirvientes del palacio y los mismos aposentos de la Reina, hasta Billingsgate y las tabernas favoritas de los galopines, las aventuras son muchas entre la vida alta y baja del Londres victoriano.
Edith Layton
Edith Layton loved to write. She wrote articles and opinion pieces for the New York Times and Newsday, as well as for local papers, and freelanced writing publicity before she began writing novels. Publisher’s Weekly called her “one of romance’s most gifted authors.” She received many awards, including a Lifetime Achievement Award from the Romantic Times, and excellent reviews and commendations from Library Journal, Romance Readers Anonymous, and Romance Writers of America. She also wrote historical novels under the name Edith Felber. Mother of three grown children, she lived on Long Island with her devoted dog, Miss Daisy; her half feral parakeet, Little Richard; and various nameless pond fish in the fishness protection program.
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Peaches y la Reina - Edith Layton
Peaches y la Reina
Por Edith Layton
Copyright 2015 por Estate de Edith Felber
Portada Copyright 2015 por Untreed Reads Publishing
Diseño de Portada por Ginny Glass
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Esta es una obra de ficción. Los personajes, diálogos y eventos en este libro son ficticios en su totalidad y cualquier parecido con empresas y personas reales vivas o muertas, es mera coincidencia
También por Edith Layton y Untreed Reads Publishing
The Duke’s Wager
The Disdainful Marquis
The Mysterious Heir
Red Jack’s Daughter
Lord of Dishonor
www.untreedreads.com
Estate of Edith Layton dedica este libro a:
Liz Martin
Liz Montgomery
@Meoskop
#DogNamedLucky
Lectora, revisora, admiradora y amiga.
Peaches y la Reina
Edith Layton
El palacio estaba alborotado, pero muy silencioso. De lo contrario, la reina se angustiaría. En alguna ocasión, los monarcas de este reino irrumpieron a lo largo de los pasillos reales gritando órdenes para cortarle la cabeza a la gente, gritando mandatos y enviando legiones a la guerra. Apenas una generación antes, un rey había saltado por estos mismos pasillos en camisón, deteniéndose solo para inclinarse ante los retratos en las paredes y charlar con fantasmas. Al difunto esposo de la reina actual también le gustaba hacer ruido, pero habían pasado muchos años desde que se escuchó su carcajada. Ahora estos salones reales estaban en silencio por deseo expreso de la soberana gobernante.
A la Reina Augusta Victoria, monarca de Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales y Emperatriz de la India, no le gustaban las palabras perturbadoras, amenazantes o el clamor indebido.
Así que los asistentes mostraban su angustia en susurros de preocupación si tenían algo terrible que comentar
Ellos lo hicieron.
La gata de su Majestad se había perdido y la Navidad estaba cerca.
* * *
La cuestión es que se ha ido
, informó el señor Squire con un susurro ahogado al personal reunido. Ella preguntó nuevamente esta misma mañana. Hemos mirado por todas partes, en todos sus lugares habituales. No hay rastro de ella, lo cual es de lo más inusual. El personal doméstico ha estado ocupado. La llamamos en cada esquina y hoy ni siquiera la han visto en las cocinas. Así que ahora les pido a todos que se unan a la búsqueda ".
El personal reunido le parecía grave a un hombre, y había docenas de ellos ahí, todos ellos bajo el mando directo del señor Squire- el guardián de la perrera, jefe de establos, el jardinero en jefe, el herrero en jefe, todos los miembros de alto rango y su asistente del personal de la parte externa occidental del palacio. El señor Squire era un funcionario de palacio de muy alto rango. Informó a su superior, y el superior de su superior no tuvo otro.
Seguro
, continuo el señor Squire ¡un gata anaranjada no debe de ser tan difícil de encontrar!
Añadió, mientras muchas cabezas asentían de acuerdo, el punto más importante es que la Reina no debe saber que el animal posiblemente este perdido. No hay necesidad de angustiarle. !Encuéntrenla! y todo estará bien. Pero, !encuéntrenla rápido! ya que la Reina desea abandonar el palacio lo antes posible.
Esto no era noticia. La Reina ya casi no venía a este palacio. Su visita había sido fuera de lo normal y se esperaba su pronta partida.
Pero la gata vive aquí, señor Squire,
se atrevió a decir el jardinero en jefe. Entonces ¿por qué apurarse? Hay muchos acres para que deambule, y si la gata regresa, como dicen. Se sentirá muy bien cuando vuelva a Buckingham
.
A ella le gusta ver las cosas en su lugar antes de irse,
dijo el señor Squire de manera represiva. Se siente más tranquila. Un favor lo suficientemente básico para concederle, ¿no creen?
Todos miraron sus botas. La anciana Reina ha sufrido demasiados golpes duros en su vida, y así lo decía todo. Ella los había visto en las guerras, les había dado paz y prosperidad que los convertía en amos del mar, les dio un mundo en donde nunca se pone el sol. Sin embargo, a pesar de su largo reinado, tuvo una gran pérdida personal: su amado esposo. Todos sabían que ella lo amaba sobre todas las cosas. Ahora, ella ya es mayor y algunas veces estaba muy triste. El señor Squire tenía el derecho a hacerlo. Encontrar una miserable gata no era mucho pedir a un súbdito leal.
"¿Es anaranjada? Preguntó el jardinero segundo
’Mermelada,’ suele decir la Reina,
lo corrigió el señor Squire. Una especie de naranja atigrado, en donde se apreciaban rayas blancas. No propiamente carey, sino mas bien anaranjado con rasgos decorativos. No es una gata faldera de ninguna manera. Creo que incluso tiene algunas cicatrices de una vida anterior antes de llegar a palacio. Es una bestia grande, aunque se ha escuchado a la Reina reprender a quienes lo dicen, por que dice que la estatura corpulenta del animal es en su mayoría pelo
.
Los hombres reunidos sonrieron y se escuchó una risita.
Buena cazadora de ratones, supongo
, intervino lealmente el guardián del establo. Tenemos docenas de ellos alrededor, pero ninguno tan fuerte como esta
.
Buena gorrona, más bien
, dijo un herrero como la palma de su mano.
¿Y su nombre?
Preguntó el guardián de la perrera en acento cursi. Cualquier animal responde a un nombre,
dijo a los demás cuando lo miraron en forma extraña, "Ahora, cuando llame a su perro, vendrá a usted. Pero su gata regularmente ni siquiera moverá una oreja cuando escuche su nombre.
Algunos de los hombres fruncieron el ceño, los demás escondieron burlas. El guardián de la perrera no era uno de los favoritos. Los demás sintieron que alardeaba porque veía a la Reina con mas frecuencia que ellos. Ella lo llamaría para que la visitara y así hablar sobre los perros con él.
Si había algo que la Reina adoraba, eran sus perros. Ella tenía perros de palacio y perros de perrera, de varios tamaños desde el Gran Terranova que Landseer hizo famoso en sus pinturas hasta terriers tacita de te y otras muchas razas intermedias. Algunos durmieron en su cama, otros alfombraron sus habitaciones. Ellos comieron, durmieron y viajaron con ella. Su predilección por los caninos influyó en todas las formas de arte del reino. Landseer se había ganado el título de caballero por representarlos tan bien, en particular, su lealtad y devoción, ya que evidentemente eso era lo que su soberana extrañaba más desde la muerte de su querido Alberto hace ya muchos años. Cualquier literatura que se esperaba fuese popular en su Inglaterra, incluía también a un perro noble en alguna parte de sus páginas. La preferencia influyó en todo en la vida de Victoria; la mayoría de las fotografías tomadas en años recientes incluía al menos un perro en ella o al acecho en sus márgenes.
Probablemente ella no se