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Conversaciones Con Un Veterinario
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Libro electrónico336 páginas8 horas

Conversaciones Con Un Veterinario

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Información de este libro electrónico

Sabemos realmente cmo comenz el largo y apasionante proceso de la domesticacin de nuestros animales domsticos?

Conocemos los orgenes de la Medicina Veterinaria tal y como la conocemos hoy en da?
Qu contienen y cmo se elaboran los alimentos balanceados que consumen nuestras mascotas?
Cmo explicaremos la actual relacin hombre-animal a nuestros hijos y a las prximas generaciones?
Qu es o qu caracteriza a un Veterinario?

En esta obra por momentos emotiva y por momentos controversial, el Dr. Luis Kishon, Mdico Veterinario, nos revela la compleja relacin hombre-animal desde sus remotos orgenes hasta nuestros das.

Remontndose a los lejanos comienzos de la domesticacin de nuestros animales, pasando por el nacimiento de la ganadera y la Medicina Veterinaria, y revelando los secretos de la todo poderosa industria alimenticia de productos animales, nos conduce por un mundo no por todos conocidos, aunque no por eso menos doloroso.

Un libro aleccionador en el que el lector se encontrar cara a cara con temas complejos y sensibles, en el que la irona no es ajena y el sentido del humor no deja de estar presente.
Una obra infaltable para quienes desean conocer en detalle lo que hasta hoy se ha intentado mantener reservado para unos pocos.

Otras obras del autor:
Breves sugerencias para tener animales (un poco) ms felices.
Memorias de un Veterinario
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento17 may 2018
ISBN9781506525068
Conversaciones Con Un Veterinario
Autor

Dr. Luis Kishon

El Dr. Luis Kishon naci en Buenos Aires, Argentina, gradundose de Mdico Veterinario en 1979. Desde el comienzo de su ejercicio profesional ha practicado Clnica y Ciruga de Animales Pequeos. Desde 1983 hasta 2002 ha residido y trabajado en Israel, formando parte de un reducido grupo de veterinarios que ejercen la Medicina Alternativa Veterinaria , difundiendo a travs de charlas y conferencias a colegas y al pblico en general las ventajas y usos de la Medicina Alternativa. Desde 2002 reside en Florida, E.E.U.U., atendiendo a sus pacientes con el mismo empeo y cario con los que comenz su camino y, segn l mismo afirma, lo seguir haciendo hasta que mis pacientes decidan que ya tienen bastante El Dr. Kishon reparte su demasiado poco tiempo libre entre su familia, sus mascotas y sus Bonsai (rboles enanos).

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    Conversaciones Con Un Veterinario - Dr. Luis Kishon

    Copyright © 2018 por Dr. Luis Kishon.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:       2018904816

    ISBN:                   Tapa Dura                                                             978-1-5065-2505-1

                                Tapa Blanda                                                          978-1-5065-2507-5

                                Libro Electrónico                                                 978-1-5065-2506-8

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    La información, ideas y sugerencias en este libro no pretenden reemplazar ningún consejo médico profesional. Antes de seguir las sugerencias conteni-das en este libro, usted debe consultar a su médico personal. Ni el autor ni el editor de la obra se hacen responsables por cualquier pérdida o daño que su-puestamente se deriven como consecuencia del uso o aplicación de cualquier información o sugerencia contenidas en este libro.

    Fecha de revisión: 27/04/2018

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    778383

    ÍNDICE

    Dedicatoria

    Prologo

    PRIMERAS CHARLAS

    El origen de las especies

    SEGUNDAS CHARLAS

    El estado de las cosas

    TERCERAS CHARLAS

    La Medicina Veterinaria, los Veterinarios y los clientes

    DEDICATORIA

    Esto, más que una dedicatoria, es un pedido de disculpas y perdón.

    Pido perdón, en nombre de todos aquellos humanos que sienten algo parecido a la misericordia o la compasión, a los millones de animales vivientes todavía, pero que morirán muy pronto; pido disculpas a los millones de animales ya extinguidos o en vías de extinción a causa de la ciega ignorancia del hombre en su relación con todo ser vivo y con el medio ambiente que ha sido destruido más o menos sistemáticamente.

    Pido, en síntesis, a todos aquellos animales a los que se les ha arrebatado la vida que traten de disculpar al superior que los ha traído a este mundo, que los ha criado o cazado malamente, y alimentado para su propio y exclusivo beneficio de él.

    Ustedes, los Superiores, tal vez sabrán entenderlo, aunque seguramente no compartirán su necio proceder.

    20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.

    21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.

    22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.

    23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto.

    24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.

    25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.

    26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree * en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

    Génesis, 1.

    * el resaltado es mío.

    PROLOGO

    No soy escritor de libros.

    Es más, tomando en cuenta a los autores que he leído durante mi vida, puedo asegurar que la distancia que media entre ellos y el que esto escribe se mide en años luz.

    No obstante, podría decir en mi defensa, sí tengo una particularidad que es común a los grandes escritores: disfruto compartiendo y, al igual que ellos, siento que tengo algo para decir; pero eso es todo, y no me hago más ilusiones.

    Disfruto compartiendo con quien quiera escuchar todos aquellos temas que creo importantes o trascendentes a fin de lograr algún tipo de beneficio, en este caso para nosotros mismos y nuestros animales. Y entendamos como beneficio todo aquello que ayude a lograr un bienestar, una armonía, hasta donde éstos sean posibles, que conduzcan a que nuestra relación con los animales que acompañan nuestro viaje en este planeta sea lo más positiva posible para ambas partes.

    Estas son conversaciones imaginarias mantenidas entre un veterinario existente y real y su interlocutor, imaginario él al igual que las conversaciones. Han sido sostenidas durante varios meses y se ha tratado de cubrir los diferentes tópicos que hacen no solamente a la Veterinaria como profesión, sino que se han extendido hacia conceptos algo desconocidos por la mayoría de la humanidad, a juzgar por el estado de cosas en que nos encontramos los así llamados humanos en la forma como nos relacionamos con nuestros hermanos menores, los animales; pero dejando en claro que lo de menores puede ser motivo de controversia…

    El lector no encontrará en este lugar soluciones o siquiera bosquejos de ellas; sí, en cambio, hallará puntos de vista polémicos y diferentes a lo que se pueda creer habitualmente con respecto a la relación hombre-animal en el presente, comenzando por los remotos orígenes del comienzo de la domesticación y la ganadería, continuando con la todo poderosa industria que elabora, publicita y vende alimentos para perros y gatos (nuestros perros y gatos) hasta los aspectos fundamentales que el autor cree encontrar en aquellos que practican la segunda profesión más antigua.

    Observando detenidamente lo que sucede a nuestro alrededor, aquellos de entre nosotros que tengamos los ojos bien abiertos veremos que los seres humanos podríamos ser divididos groseramente en dos grandes grupos, no necesariamente iguales desde el punto de vista numérico: está por un lado el grupo menor de personas que se vinculan con la Naturaleza y sus manifestaciones como con un todo integral dentro del cual esa misma persona se incluye, y que siente y vive su relación con su mascota como una manera de dar y recibir amor, enriqueciendo su propia vida y la de su animal siguiendo algo así como un llamado interior, una especie de misión afectiva que se concreta en los cuidados y atenciones brindados al objeto de sus afectos, conectándose con el todo a través del ser vivo.

    El otro grupo, mayoritario, está formado por las personas que miran a la Naturaleza y sus manifestaciones sin verla; para este grupo todo aquello que tenga que ver con seres vivientes, desde una planta pasando por un animal, cualquier animal, hasta llegar al hombre, son meramente parte de la escenografía en la cual está inmerso. Por lo tanto, al pertenecer su animal a ese paisaje, éste se convierte automáticamente en un objeto que se posee o se consume por motivos que cada cual se reserva para él mismo, pero que conducen indefectiblemente al mismo resultado: la negación de las necesidades, los derechos y los requerimientos tanto físicos como emocionales del animal.

    Cae de maduro que este último conjunto de personas es el responsable directo del estado de cosas en las que está envuelto el primero, arrastrándolo en su marcha a la necesidad de reparar los daños producidos, aunque se trata de una especie de carrera despareja en la que la mejor analogía que se me ocurre podría ser una carrera entre la liebre y la tortuga, pero en este caso la tortuga no sale vencedora.

    Se podría creer que las próximas páginas son el resultado del estado de ánimo de un pesimista crónico, de alguien negativo a ultranza, un delirante o, sencillamente, de alguien descolgado de la realidad. Nada de eso, digo yo; sencillamente, en el esfuerzo de entregar el mensaje, espero que se logre comenzar a observar la realidad en la que nadamos y hacia qué costas nos dirigimos. Solamente mirando el camino podremos saber si éste es el correcto o es necesario modificarlo.

    Es el deber de todos y cada uno de nosotros el de ver más allá de nuestras narices, mirando lo que nos rodea y entender que todos somos uno, todos formamos parte del mismo entorno cuya integridad ha caído bajo nuestra responsabilidad el asegurarnos que, al menos, sea mucho mejor cuando nos vayamos que cuando lo hemos recibido al llegar.

    Se debe dejar perfectamente aclarado que las expresiones vertidas en este trabajo corren bajo la absoluta responsabilidad del autor y su interlocutor imaginario, y que nada de lo manifestado debe usarse como guía o sugerencia para diagnosticar, tratar, o pronosticar enfermedad alguna en animales, ya que esto es el campo exclusivo del profesional veterinario.

    PRIMERAS CHARLAS

    El origen de las especies

    -Buenas tardes, Luis.

    -Buenas tardes.

    -Antes de comenzar con nuestras charlas, debo reconocer que lo que usted ha llamado dedicatoria, pero que en realidad termina siendo una disculpa, sumado a lo que antecede a estas palabras, incluyendo la cita de las Sagradas Escrituras, me resulta algo, cómo le diré, generalizado, además de en cierto modo ofensivo hacia el género humano.

    -Porqué dice eso?

    -Digo eso porque, de lo que usted expresa, cualquiera puede inferir que el hombre se ha ocupado desde sus más remotos orígenes a nada más que la explotación sistemática de cuanta especie animal haya existido jamás. No le parece demasiado generalizado o, para decirlo de una manera algo más suave, un caso de pesimismo que abre la polémica?

    -Tengo la impresión de que mi mensaje fue claramente comprendido por usted. Exactamente eso es a lo que me refiero.

    -Sí, eso lo tengo claro.

    -Pues entonces no entiendo cuál es su duda o pregunta.

    -Lo que quiero decir es que usted está describiendo una situación, al menos a mi entender, casi del todo negativa o pesimista en lo que hace a la aparición de las distintas especies de animales domésticos, obviamente producto de la investigación y esfuerzos de los humanos que las crearon. Le parece poco trabajo haber creado casi de la nada las tan variadas razas o variedades de animales que hoy nos acompañan en este planeta?

    -El hecho de que hoy en día no exista, y este es solamente uno de los muchos ejemplos que podemos dar, la especie vaca o, para darle un nombre más técnico, bovina en libertad absoluta o salvaje sin domesticar, demuestra que el bovino actual que todos conocemos en sus diversas razas o variedades es el resultado de miles de generaciones de esos animales que fueron fabricados o diseñados, digámoslo así, por el hombre con el único propósito de beneficiarse a sí mismo como especie y como individuo, sin tomar en cuenta en lo absoluto los intereses, los derechos, o las necesidades más elementales del animal domesticado.

    - Pero, discúlpeme que lo interrumpa un momento por favor. No se le ocurre pensar que en el proceso de haber diseñado, como usted llama al proceso de domesticación, a la especie bovina, el hombre ha logrado prolongar no sólo la existencia de esa especie en el tiempo y en el espacio sino además la misma esencia del ser bovino hasta el día de hoy, preservándola de la destrucción casi segura que hubiera sufrido en la naturaleza de haber seguido viviendo en estado de libertad o salvaje?

    - Su pregunta es interesante y, antes de responderla dentro de unos minutos, qué le parece si comenzamos a remontarnos al verdadero origen de los animales que llamamos domésticos?

    - Usted quiere decir viajar al origen, hacia el pasado remoto, hacia el oscuro inicio que se pierde en la noche de los tiempos, como se suele decir en los libros inteligentes?

    - A eso me refiero. Me acompaña?

    - Adelante! Siempre me encantó viajar.

    - Pues no le prometo un jardín de rosas; antes bien, me temo que todo lo contrario. De todos modos, ya que usted insiste en venir…

    - Luis, somos gente grande…

    - Bien, salgamos, pues.

    Comencemos por el principio; y el principio, en general, comienza con una definición. Qué es un animal doméstico?

    - Tengo la sensación de que usted nos dará esa definición.

    - Trataré lo mejor que pueda, créame.

    En primer lugar debemos entender que no hay una sola definición, ya que los diferentes investigadores que se ocuparon de este apasionante tema definen a un animal doméstico según su mejor parecer y entender. Sin embargo, hay varios puntos en común que nos facilitan la vida, a saber:

    Un investigador, de nombre Ch. Cornevin, nos define a un animal doméstico como aquel que forma parte de un hogar, domus en latín, que está sometido al dominio de un amo al que proporciona sus productos y/o sus servicios, que se reproduce en estado de cautiverio voluntario y da origen a hijos que, como él, están sujetos al dominio y a la servidumbre del amo.

    Hasta acá pareciera que se entiende, verdad?

    - Yo creo que sí, Luis. Es muy fácil de comprender.

    - Bien, pero esta definición invita a la polémica. Piénselo bien.

    - No entiendo.

    - De acuerdo con esta fórmula, un perro y una oveja son, sin duda, animales domésticos. El primero es realmente ese cautivo voluntario del que habla Cornevin. La segunda está en peligro cuando se halla fuera de la tutela del hombre y, sin embargo, por propia iniciativa no vuelve a su corral, salvo que el resto del grupo esté también cautivo. Si liberamos a toda la majada, no regresarán tan voluntariamente a la cautividad.

    - Comprendo. Cómo se resuelve el dilema de la inocente ovejita?

    - En realidad no hay tanto dilema, si tomamos en cuenta la definición que nos regala Geofroy Saint-Hilaire, que simplifica y nos dice que los animales domésticos son los que se alimentan en casa del hombre, o alrededor de ella, donde se reproducen y son habitualmente criados, y más adelante decide que domesticar un animal es habituarlo a vivir y a reproducirse en la morada del hombre o cerca de ella.

    Según esta definición, el elefante y el chita o guepardo, así como algunos otros, serían animales domésticos, y si queremos usar o abusar de la mala fe, podríamos incluir también a algunos parásitos como el ratón y la mosca (acaso no se la llama Mosca doméstica, según los científicos?). Y ahora? Tiene algo para decir?

    - Sinceramente, me parece que ahora tengo los conceptos más confundidos que antes.

    - Pues le propongo que se tome las cosas con calma, ya que estamos hablando solamente de definiciones, nada más. Pero lo importante que debemos destacar es que tratamos de encontrar respuestas a hechos consumados. Nadie discutiría, echando mano a la lógica más elemental, que los animales que frecuentemente llamamos domésticos verdaderamente lo son, especialmente si entran claramente en estas dos definiciones, sin ningún tipo de dudas o cuestionamientos. Pero, si me permite, podemos complicar algo más las cosas.

    - Más?

    - Porqué no? Dígame, por favor: el gusano de seda es un animal doméstico? Analice bien la respuesta porque entra perfectamente dentro de las dos definiciones. Aunque cabría preguntarse si el gusano de seda vive en cautiverio voluntario, verdad? Pero antes de responder, le pregunto: los microbios y hongos que usamos para distintos usos industriales, desde la elaboración de la penicilina hasta los quesos aromáticos como el queso Roquefort, son animales domésticos? Y qué pasa con los microbios del género Actinobacteria streptomyces, de los que obtenemos la Estreptomicina, un antibiótico de uso generalizado en todo el mundo desde 1943 para tratar la Tuberculosis?

    - Bueno Luis, con todo el respeto, me parece que estamos hilando demasiado fino…

    - Usted cree? Son o no son domésticos? Pero quédese tranquilo: estas preguntas sencillamente tienden a intentar clasificar a los seres vivos que de una manera o de otra, nos sirven de algo o nos dan algo.

    Pero sigamos adelante con la definición, a mi criterio, más esclarecedora, y que define a un animal doméstico como aquél que, criado de generación en generación bajo la vigilancia del hombre, ha evolucionado de manera tal que ya constituye en realidad una especie, o por lo menos una raza, diferente de la forma salvaje primitiva que le dio origen.

    - Me imagino que será la última, antes del próximo café? Le sirvo?

    - No, gracias. Más tarde.

    Sí, en verdad es la última; y podemos observar que, además, es la más simple y la más realista porque se aplica en casi todos los puntos a todas las especies que conocemos como domésticas. Si partimos de la premisa que el perro proviene o desciende del lobo salvaje, como alegan los científicos, el perro Chihuahua, el Maltés, y el Dogo Argentino, originario de mi patria natal, lo único que tienen en común con su antecesor es el hecho de su fisiología, y esto dicho con mucho cuidado porque no son exactamente iguales (me refiero a las fisiologías), al igual que su anatomía, y ni hablar de sus cualidades emocionales o síquicas, el perro cabe muy cómodamente dentro de esta definición. Lo mismo le toca al bovino, al ovino, al cerdo, y a todas las especies que conocemos hoy y que entran muy bien de acuerdo con esta definición en el grupo de los domésticos, ya que si fuéramos lo bastante afortunados para ver o haber visto al menos un dibujo o foto del uro (el bovino primigenio), comparándolo con los bovinos modernos veríamos que entran en las generales de la ley que le toca al perro.

    Quien ha visto un jabalí europeo al lado de un cerdo actual deberá esforzarse algo para pensar que el segundo proviene del primero, y así sucesivamente con los distintos tipos de animales que hoy por hoy nos acompañan.

    Como siempre, existen algunas excepciones para confirmar o justificar las reglas: entre otros animales que son domésticos, pero que no han cambiado casi en nada desde que se los comenzó a domesticar partiendo de sus ancestros hasta hoy, podemos citar a los Camélidos como el camello, tanto el de una como de dos jorobas, la llama, la alpaca y hasta el guanaco, aunque este último no fue sometido a las atenciones que recibieron los primeros.

    Pasemos ahora a preguntarnos para qué se ha domesticado. Le interesa?

    - Desde ya, adelante.

    - Examinando las actuales especies, el señor Saint-Hilaire las dividió en tres grupos según su utilidad ofrecida al hombre.

    Unas están destinadas más o menos exclusivamente a la alimentación (de nosotros). Otras se las clasifica como auxiliares debido al trabajo y la ayuda material que aportan. El tercer grupo está reservado para el uso industrial. Salta a la vista que una buena mayoría de animales se pueden incluir en por lo menos dos de estas categorías, y frecuentemente en las tres. El bueno y paciente buey cuya carne comemos, que lo uncimos al arado o a la carreta, y cuyo cuero, cuernos, huesos, vísceras, etc. nos proveen algunos beneficios, sirve para una buena cantidad de usos distintos y basta como ejemplo de los animales incluidos en los tres grupos. Hay, no obstante, una cuarta categoría o grupo que el autor pareció no tomar en cuenta, pero a los efectos de este tema de los orígenes, a mi juicio tiene cierta importancia que no podemos subestimar.

    -Cuál? A cuál se refiere, Luis?

    - Hablo de la función decorativa, que se ve desempeñada actualmente por un reducido número de especies. Esta función parece haber sido más el fruto del amansamiento que de la domesticación propiamente dicha. Ejemplos pueden ser los peces de acuario, las aves canoras, aves de jardín como el pavo real, loros de variadas clases y hasta mariposas que son criadas para su exhibición en museos y jardines zoológicos.

    - Nunca se me hubiera ocurrido pensar en las mariposas, reconozco.

    - No se preocupe; probablemente al lector tampoco… Continuamos?

    - Por supuesto. Qué viene ahora?

    - Ahora lo que viene es una cita de un biólogo francés de los años ’40 del siglo pasado que manifestó algo así como que, como dijimos al principio de nuestras conversaciones, "por una singular fortuna, la sumisión de los animales a nuestras necesidades, cualquiera que fueran éstas, ha salvado a muchos de ellos, si no a todos, de su total desaparición. Para disponer a nuestro antojo de seres que codiciamos, y a menudo para destruirlos mejor, los hemos resucitado prodigiosamente… Apresurémonos a anotar este beneficio en nuestro activo, porque cuando se trata de nuestra actitud hacia la vida animal, con más frecuencia estamos inclinados a exterminarla que a respetarla".

    Ahora sí le acepto el café.

    - Acá lo tiene; recién hecho.

    - Gracias, para mí dos de azúcar.

    - La pregunta de para qué se ha domesticado camina muy cerca, tomada de la mano, de cómo se ha domesticado.

    Se puede suponer que la presa, o el animal objetivo que se ha deseado domesticar, fue capturada mediante procedimientos más o menos violentos en estado puramente salvaje y pudo ser obligada a vivir durante cierto tiempo cerca del hombre que la guardaba como reserva para utilizarla en el momento oportuno. Todavía hoy podemos ver este método aplicado con algunas variantes. Nunca se conoció otro procedimiento para hacer lo propio con, por ejemplo, el halcón o la chita que son apresados en el nido o en la cueva y sometidos a un paciente adiestramiento que les hace perder su temperamento indómito y los habitúa progresivamente a la obediencia. Podríamos pensar que estos no son animales realmente como conocemos a los domésticos, pero también podríamos decirnos que hubiera sido posible que de esta manera se comenzara a dominar al caballo, al que aún hoy se lo apresa de su estado semi salvaje, y se lo enseña primero a amansarse, y luego que se reproduce en cautiverio, es considerado doméstico.

    - Acertada observación.

    - Gracias. Se sabe que el hombre descubrió durante los milenios que lo llevaron a convertirse en Homo sapiens, que le era más sencillo y productivo el hecho de mantener cerca de su lugar de vivienda a los animales que anteriormente cazaba más que nada para utilizar su carne y su cuero. Al encerrarlos en corrales improvisados al principio, les limitaba la posibilidad de huir del hombre y éste accedía muy rápidamente a lo que necesitaba de forma más o menos constante: proteínas de alta calidad, o sea de origen animal, ya que la proteína vegetal aparentemente no le era suficiente y las plantas que criaba (origen de la agricultura) le brindaban carbohidratos en abundancia, aunque desde el punto de vista proteico eran menos predecibles y disponibles, ya que sabemos que la cantidad de proteínas en la planta depende de su estadío de crecimiento en las diferentes épocas del año.

    Por el otro lado, la cantidad o porcentaje de proteína animal se mantiene bastante estable durante toda la vida del animal, sin importar su edad. Lo que sí puede variar es el porcentaje de grasa que el animal acumula, pero ese porcentaje es relativamente fácil de modificar, no así el de proteínas que, como dijimos, es casi constante con muy pequeñas fluctuaciones durante todo el transcurso de la vida. Fue así que el hombre pudo aprender bastante fácilmente que ciertos animales le eran más convenientes que otros, adoptándolos y adaptándolos como domesticados desde entonces hasta nuestros días.

    También es posible, si nos cuesta creer en la posibilidad de que el animal salvaje pudo dejarse atrapar y amansar, que tal vez algún hombre, un cazador en busca de una presa, al ver acercarse una jauría de lobos en persecución de la misma u otra presa, se haya asociado espontáneamente al esfuerzo de los perseguidores de cuatro patas, tal vez al principio para robarles el botín y luego posiblemente para compartir con ellos la presa, de la que abandonaba lo que no podía llevar o no le interesaba. El hombre, más inteligente, habrá podido sacar partido del esfuerzo compartido en vez de rivalizar con los demás predadores, y así pudo haber nacido la unión hombre-lobo al principio y, mucho más tarde, hombre-perro.

    Es digno de tenerse en cuenta un dato curioso: todos, absolutamente todos los animales que aún hoy conservamos como animales de abasto o de compañía, poseen ciertas características que si no existieran hubiera sido prácticamente imposible lograr su domesticación.

    - Y cuáles son esas características?

    - En primer lugar todos son animales que en la naturaleza, es decir, antes de que hayan sido domesticados, vivían en grupos sociales, se llamaran manadas, rebaños, piaras (un grupo de jabalíes), etc., donde se establecía por la propia naturaleza de los animales una cierta jerarquía en la que un jefe, generalmente el macho de mayor edad, asumía las principales decisiones como por ejemplo hacia dónde dirigirse para comer, cuándo y quién se reproducía con quién, etc. El hombre, buen observador, descubrió muy pronto que le podría resultar bastante fácil y además muy conveniente, ocupar el lugar del líder o, al menos, aliarse con él, ya que sabemos que quien lidera al líder controla al resto del grupo.

    - Esto me suena familiar, Luis. Hasta se aplica hoy por hoy a la política moderna, en este caso, a los hombres entre sí.

    - Creo notar en su comentario un cierto dejo de ironía, si me permite la observación.

    - Sí, es cierto. Pero esto no viene al caso en estos momentos, aunque podría ser motivo de charlas posteriores. Continúe, por favor.

    - Bien. Una vez que el hombre controló al líder, el resto de la manada se limitó a seguir a su líder natural hacia el lugar o destino al que el hombre conducía al rebaño, o al conductor del rebaño. Se llegó a un punto tal del control que el mismo hombre pasó a hacer las veces de líder, con lo cual se acabó la competencia con el líder, y ya a partir de ese momento el hombre pudo disponer para su propio beneficio de él de todo el control sobre los animales que, carentes de un jefe, adoptaron y aceptaron al hombre como su único y absoluto conductor.

    Otra posibilidad pudo haber sido el hecho de que el hombre haya atrapado una presa mucho más fácil por su tamaño, debilidad o por su inocencia como un ternero, borrego, etc. y que su madre, atenta al llamado de su instinto maternal, haya seguido al hijo apresado hasta la morada del hombre, donde se quedó para cumplir con su natural función de protección y alimentación del hijo.

    Por otro lado, y esto es digno de ser tenido muy en cuenta, todas y cada una de las especies domesticadas conocidas hoy en día demuestran una asombrosa inestabilidad. Perros, conejos, ovejas, palomas, etc., desde que se encuentran entre las manos del hombre, toman las formas más variadas, se diferencian en todo sentido con una facilidad que parece depender tanto, si no más, de su propia aptitud como de nuestra voluntad. Esta inestabilidad se podría hallar en relación con una debilidad orgánica, una deficiencia secreta que facilita la sumisión del animal, o que le hace buscar nuestra ayuda.

    El hombre habría domesticado no ya según su propio capricho, sino por una clase de acuerdo mutuo en el cual no sería, por fuerza, él el único interesado…

    - O sea, Luis que, según sus palabras, de alguna manera

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