Justicia vs Frutos: La eterna lucha del hombre con Dios...
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Para aquellos que se han cuestionado por qué no obtienen los resultados deseados, este libro les dará una respuesta alentadora. Las personas reclaman justicia en medio de sus pruebas y en ocasiones responsabilizan a Dios por todas sus vicisitudes, pero ¿Realmente debería ser ese nuestro enfoque? A través de la historia, la lucha del hombre siemp
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Justicia vs Frutos - Juan Carlos Negrón
Justicia vs. Frutos
La eterna lucha del hombre con Dios…
Juan Carlos Negrón
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Publicado por Ibukku
www.ibukku.com
Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico
Copyright © 2021 Juan Carlos Negrón
R por, Juan Carlos Negrón 2020.
ISBN Paperback: 978-1-64086-944-8
ISBN eBook: 978-1-64086-945-5
Índice
Agradecimientos
Introducción
¿Qué es la justicia?
Las dos justicias
Para qué sirve la justicia
El hombre quiere que Dios haga justicia
¿Que son los Frutos?
¿Para qué sirven los frutos?
Dios quiere que el hombre de frutos
Las obras de la carne y el fruto del Espíritu
El dilema
El Encuentro
Conclusión: el orden de como recibir las cosas
Referencias
Agradecimientos
Dios, te doy gracias por todo, especialmente por haberte revelado a mi vida en el momento indicado. A mis hijos Juan Carlos y Nayelie Elise por ser el motor que impulsó mi corazón, y haberle traído sentido a mi vida.
A los pastores Otoniel y Omayra Font por la confianza depositada en mí, y permitirme ser parte de su ministerio. Al mismo tiempo a personas como Josué Pérez y Heidi Balestier por ser de bendición para poder llevar a cabo este libro.
Introducción
Probablemente alguna vez hayas oído o dicho si no hubiese tanta injustica no habría tanta desigualdad en el mundo. Esa expresión, de haberla escuchado una y otra vez, fue el inicio de este libro. En ocasiones pensamos como el resto del mundo en cuanto a la correlación existente entre la injusticia y los males sociales. La búsqueda de justicia en áreas como la educación, trabajo, salud, seguridad es parte del foco de atención de todos nuestros deseos. En una sociedad democrática el pueblo demanda y los gobiernos ofertan. Aun los creyentes continuamos arrastrando esa idiosincrasia a nuestra nueva forma de vivir. Dios en su palabra promete hacernos justicia (Mateo 5:6). Promete suplir todas nuestras necesidades. ¿Pero realmente ese es el enfoque de Dios para nuestras vidas? Cuando tomé la decisión de transformar mi carácter conforme al de Jesucristo sentí cierto grado de incertidumbre. Quería estar seguro de la decisión que por Fe había tomado. Siempre creí, que alguien creo todas las cosas. Sería una necedad creer que todo lo que existe fue por una casualidad como algunos dicen que ocurrió. Todo lo que es creado se crea con algún propósito.
El inventor del automóvil lo inventó con un propósito de acuerdo a su diseño. Los seres humanos tenemos un diseñó y estamos en la tierra con un propósito. Por lo tanto, nuestro propósito es llevar a cabo la tarea para la cual fuimos creados. El sentido común como creyente me dice que debo enfocarme en aquello a lo que fui llamado a hacer. La Biblia nos dice que nosotros somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparo de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).
Según las sagradas escrituras el propósito de la creación del hombre con la bendición de Dios es que fructifiquemos y nos multipliquemos; llenemos la tierra, la sojuzguemos, y que nos enseñoreemos sobre los seres vivientes que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:28). La primera instrucción es que fructifiquemos (demos frutos). Lo interesante es que la segunda instrucción no puede cumplirse si no se cumple la primera. Un árbol no se puede multiplicar si primero no da frutos. La tercera instrucción no se puede cumplir si la segunda no se ha cumplido. Tú no puedes sojuzgar (dominar) sobre nada que tú no hayas multiplicado. La cuarta instrucción es que señoreemos (hacernos dueño) y ésta también no se puede cumplir si la tercera no se ha cumplido. Tú no puedes hacerte dueño de algo del cual no tienes dominio. Ese es el orden divino de un Dios intencional. Sin embargo, hay cristianos que hacen caso omiso a dicha instrucción. Prefieren vivir la nueva vida en Cristo de acuerdo a su vieja manera de hacer las cosas. Sin entender que el decidir vivir una nueva vida implica hacer cosas nuevas.
El hombre siempre ha buscado el bienestar propio y el común gracias a la libertad de decidir. Esa libertad la conocemos como el libre albedrio. Algunos creyentes ven el libre albedrio desde una perspectiva superficial y limitada como el mundo la ve. El libre albedrio es la prueba de amor de Dios para con el hombre. Junto con el libre albedrio se nos fue entregado Jesucristo (1 Pedro 1:20). Si Dios por su amor me entregó el libre albedrio porque él quiere lo mejor para mí, lo sensato sería que él decida por mí (Romanos 8:32).
A Jesucristo se le conoce como el postrer Adán (1 Corintios 15:45). Él nos muestra lo importante que es el principio de obedecer a Dios como base principal para alcanzar nuestro propósito. En éste principio fue que falló el primer Adán. Aun no habiendo Ley en el Edén su desobediencia le fue contado como pecado. La desobediencia nos es contada como pecado (Romanos 5:19). Podemos observar que hacer la voluntad de Dios debe de ser la prioridad en nuestras vidas. Como único podemos vivir el estilo de vida de Jesús es haciendo lo que él dijo que hiciéramos. Jesús siempre hacia lo que el Padre le mostrase que hiciese (Juan 5:19). No negamos que vivir dicho estilo de vida es un reto dentro de nuestra sociedad. Amar a tus enemigos, bendecir a los que les maldicen, hacer el bien a los que te aborrecen, orad por los que te ultrajan y persiguen. Realmente requiere madurez espiritual caminar la senda que Jesús caminó. Esto es un nivel que muy pocos están dispuestos a alcanzar. Lo que Jesús nos pide muy pocos lo entienden.
Las personas no quieren creer lo que no entienden (Lucas 24:11). Pero por otro lado Dios pide que le creamos a su palabra y promete hacernos entender (Salmos 32.8).
Dios es justicia y esperanza para aquellos que la buscan. Los reclamos de justicia no están dirigidos únicamente a Dios. Nuestras cortes están atestadas de reclamos de justicia. Hay personas que dicen que si Dios existe porque hay tanta maldad en el mundo. La realidad es que la maldad es la ausencia de Dios en el corazón de las personas. Si Dios se metiera en todos nuestros asuntos sin nuestro consentimiento aún por nuestro propio bien lo veríamos como un Dios tirano que quiere restringir mi capacidad de decidir. Por eso Dios no se meterá en nuestros asuntos a menos que voluntariamente se lo permitamos. Dios es un caballero.
En ocasiones asociamos el éxito como el resultado de la voluntad de Dios y no siempre es así. Cuando vemos hombres y mujeres que han alcanzado fama y fortuna atribuimos sus éxitos ocasionalmente a la intervención divina. Probablemente esos logros son producto del esfuerzo, disciplina y dedicación que se obtienen mediante el trabajo duro. Sus propios esfuerzos le hicieron justicia. Pero como se sentiría esa persona si supiera que su éxito no es exactamente lo que Dios quería para sus vidas. Creo que lo primero que nos diría es lo que usted está pensando en estos momentos.
La justicia desde la perspectiva del hombre es un principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece. Pensamos que más justicia traerá orden a nuestras vidas.
El problema de tomar decisiones fuera de la voluntad del Señor estriba en que las mismas se alejan de la verdadera justicia según la perspectiva de Dios. Todas las decisiones se basan en los consejos de otros, en nuestro conocimiento y las experiencias que desarrollamos en nuestro caminar. La justicia de Dios no debe de ser vista desde la perspectiva del hombre. Queremos que nos hagan justicia conforme a nuestros esfuerzos y actos de bondad. Pero alguna vez has tomado en consideración que tus malos actos también son el reclamo de justicia de otros. Recuerdo escuchar a un hombre de Dios sabiamente decir; tu no querrás realmente recibir la cosecha de todas las semillas que tú has sembrado
. Para Dios justicia es aquel que ha aceptado al Señor Jesucristo en su vida como su salvador y sobretodo como el señor de sus vidas. Dios está buscando los frutos de ese nuevo modo de vivir. Estos nuevos frutos nacen de la Fe, de la identidad, de la obra y vida de Jesucristo.
Para Dios la justicia es un fruto para aquellos que hacen la paz (Santiago3:18). Desde el comienzo hasta el final de la historia del hombre a través de las sagradas escrituras se nos habla de frutos. La primera reacción de un niño cuando observa un árbol con frutos es alcanzar dicho fruto para degustarlo. Luego su comportamiento natural es compartirlo con otros. Dios quiere que cada uno de nosotros comamos de nuestros frutos y que los compartamos los unos con los otros (Isaías 3:10). Dios está buscando que el hombre dé frutos y se multiplique ya que es parte de su naturaleza. En el libro de Génesis se nos dice que en el principio Adán y Eva tenían al alcance de su mano todos los frutos de los árboles del jardín del Edén. Adán le puso nombre a todo animal viviente. El hombre no tenía nada porque creer. Era una utopía.
Se nos entregó un planeta completo y no había necesidad de justicia. Cuando el hombre cayó por desobediencia perdió todo lo que le fue otorgado. Para Adán y Eva el panorama era abrumador. La tierra fue maldita por su desobediencia. Ahora tendrían que esforzarse en gran manera para obtener lo que por derecho le había sido dado. Esa naturaleza humana también tiene un aspecto negativo. La caída del hombre trajo como consecuencia una separación de la comunión perfecta entre el creador y su creación. Pero Dios conociendo de antemano lo que estaba destinado a ocurrir puso en marcha el plan de redención de la raza humana desde antes de su creación.
Después que el hombre desciende de su posición de autoridad mediante engaño por la serpiente (pero por voluntad propia) Dios profetizó la promesa, que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza a la serpiente (Génesis 3:15). Es cuando el plan de justicia para el hombre se puso en marcha. Ese plan se llama la Fe. Mediante éste plan Dios le da la capacidad al hombre de creer por primera vez. Llamar las cosas que no son como si fuesen es uno de los regalos más grandes que Dios le ha entregado al hombre (Hebreos 11:1). El misterio de la Fe nos acerca más a la naturaleza divina. El propósito de la Fe es que manifestemos lo divino aquí en la tierra. La Fe es un requisito indispensable para captar la atención de Dios (Hebreos 11:6). El ejemplo es Jesús.
Aunque celebramos sus obras y milagros lo más impresionante era que desde su temprana edad él siempre creyó quien él era. Y sobre todo lo que vino a hacer. Jesús es la personificación y la excelencia de la Fe (Hebreos 12:2). Dios siempre ha querido relacionarse con el hombre. Hizo lo necesario para lograrlo. Dios nunca permitiría que su creación perdiese el propósito para lo cual fue creada. Dios mismo supo que la humanidad necesitaría de su ayuda para lograr