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Talentum: Libera tu talento de la jaula del miedo
Talentum: Libera tu talento de la jaula del miedo
Talentum: Libera tu talento de la jaula del miedo
Libro electrónico341 páginas3 horas

Talentum: Libera tu talento de la jaula del miedo

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TALENTUM

El talento es nuestro principal activo para generar riqueza. Es el valor que ofrecemos a la sociedad y a cambio del cual aseguramos nuestra subsistencia. También nos aporta confianza en nosotros mismos, placer y bienestar.

Sin embargo, con demasiada frecuencia el miedo, manifestado a través de creencias y programas mentales no adaptativos, bloquea la expresión de nuestro talento y nos impide cosechar sus beneficios.

La metodología que propone Talentum consiste en aplicar herramientas mediante acciones concretas, para superar los bloqueos, la parálisis y la procrastinación, propios del miedo. El lector aprenderá a identificar las señales de alarma de su sistema, a desarrollar una estrategia para gestionar el problema, y a ejecutar el nuevo comportamiento hasta convertirlo en hábito.

Con Talentum, el lector desarrollará los recursos para convertir el miedo en oportunidad.

Patricia Mir Oti

Talent Advisor y High Performance Coach comparte en Talentum sus conocimientos y experiencia en gestión de talento en contextos desafiantes para ayudar a los lectores a desarrollar al máximo su potencial.

Patricia combina su experiencia en gestión de talento en contextos de alto rendimiento, empresariales, artísticos, y deportivos, con sus conocimientos sobre el comportamiento humano en entornos complejos, lo que la convierte en una eficaz generadora de soluciones a los conflictos más desafiantes.

Ya sea ayudando a los clientes a definir e implementar políticas de gestión de personas, navegar por la resolución de conflictos, gestionar el cambio y la transformación, o definir la cultura y los valores, Patricia ayuda a las organizaciones a forjar el camino a seguir.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 jul 2021
ISBN9781005323134
Talentum: Libera tu talento de la jaula del miedo
Autor

Patricia Mir Oti

En su libro "Talentum", Patricia Mir Oti, Talent Advisor y High Performance Coach comparte en sus conocimientos y experiencia en gestión de talento en contextos desafiantes para ayudar a los lectores a desarrollar al máximo su potencial.Patricia combina su experiencia en gestión de talento en contextos de alto rendimiento, empresariales, artísticos, y deportivos, con sus conocimientos sobre el comportamiento humano en entornos complejos, lo que la convierte en una eficaz generadora de soluciones a los conflictos más desafiantes.Ya sea ayudando a los clientes a definir e implementar políticas de gestión de personas, navegar por la resolución de conflictos, gestionar el cambio y la transformación, o definir la cultura y los valores, Patricia ayuda a las organizaciones a forjar el camino a seguir.

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    Talentum - Patricia Mir Oti

    1 . El talento

    El talento en la Antigüedad

    En el Nuevo Testamento, el Evangelio de Mateo habla de la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30):

    Es como un hombre que partía al extranjero; antes llamó a sus criados y les encomendó sus posesiones. A uno le dio cinco bolsas de oro, a otro dos, a otro una; a cada uno según su capacidad. Y se marchó.

    Inmediatamente el que había recibido cinco bolsas de oro negoció con ellas y ganó otras cinco. Lo mismo el que había recibido dos bolsas de oro, ganó otras dos. El que había recibido una bolsa de oro hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo.

    Pasado mucho tiempo se presentó el amo de aquellos criados para pedirles cuentas. Se acercó el que había recibido cinco bolsas de oro y le presentó otras cinco diciendo: Señor, me diste cinco bolsas de oro; mira, he ganado otras cinco. Su amo le dijo: Muy bien, siervo honrado y cumplidor; has sido fiel en lo poco, te pongo al frente de lo importante. Entra en la fiesta de tu amo.

    Se acercó el que había recibido dos bolsas de oro y dijo: Señor me diste dos bolsas de oro; mira he ganado otras dos. Su amo le dijo: Muy bien, siervo honrado y cumplidor; has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo importante. Entra en la fiesta de tu amo.

    Se acercó también el que había recibido una bolsa de oro y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que cosechas donde no has sembrado y reúnes donde no has esparcido. Como tenía miedo enterré tu bolsa de oro; aquí tienes lo tuyo. Su amo les respondió: Siervo indigno y holgazán, puesto que sabías que cosecho donde no sembré y reúno donde no esparcí, tenías que haber depositado el dinero en un banco para que, al venir yo, lo retirase con los intereses. Quitadle la bolsa de oro y dádsela al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y sobrará, y al que no tiene se le quitará aun lo que tiene. Al criado inútil expulsadlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

    Con estas palabras dice el Evangelio que los discípulos de Jesús tienen que hacer fructificar los bienes del reino durante el tiempo que se les concede, durante la vida. El que no hace fructificar los dones recibidos, aunque sea bajo el pretexto de colocarlos bajo un lugar seguro para conservarlos, terminará por perderlo todo. Por lo tanto, el talento ha de estar en movimiento, ha de ser visible, de lo contrario, no aporta valor, no se ve.

    La Parábola de los Talentos de Mateo es la síntesis de lo que vas a encontrar en este libro: recursos para que tu talento se haga visible en forma de resultados. Talentum es un manual para poder liberar tu talento de los límites innecesarios impuestos por el miedo. Como tenía miedo, enterré tu bolsa, dice el siervo, y su amo lo acusa de holgazán, pues sin acción no fructifican los bienes.

    El ser humano tiene una ventaja, una riqueza, que le viene dada de facto, siempre en coherencia con su propia capacidad para desarrollarla. Cuando por miedo escondemos esa ventaja, no la hacemos visible, se pierde, no sólo lo que no se gana, también lo que ya se tiene.

    Mateo sugiere que, si por talento entendemos una capacidad determinada para generar valor, un retorno apreciable, tenerla de facto implica una responsabilidad respecto a esa ventaja. Si tu eres el único que puede solucionar algo, probablemente tu responsabilidad sea solucionarlo. Tienes que tener la voluntad de hacerlo.

    Desde la posición de gestora de talento he observado que todos mis clientes tienen más de un talento, pero no todos generan el mismo valor porque, por su contexto vital o sus circunstancias, no han dedicado la misma atención, tiempo y recursos a cada uno de sus talentos.

    Por otro lado, debemos comprender que no todos los talentos tienen el mismo valor en el mercado. La necesidad de supervivencia, por un lado, y los recursos para desarrollar el talento, por el otro, acostumbran a condicionar la elección del talento sobre el que basaremos nuestra autonomía.

    Tu talento es el recurso que tienes para ser una persona autónoma. Es la expresión de la capacidad que tienes de generar valor a la sociedad con un retorno suficiente que garantice la satisfacción de tus necesidades.

    Digamos que partes con unas ventajas determinadas, tienes el diamante en bruto y las herramientas para convertirlo en una piedra preciosa, pero será en función de lo que hagas y de la atención que le pongas como aprenderás a utilizar las herramientas y convertirlo en diamante por el que mercado te devolverá mucho valor.

    Pero, ¿cómo definimos el talento?

    Se puede definir el talento desde perspectivas muy distintas.

    La palabra original, talentum, viene del latín (moneda) y del griego talanton (balanza). Los filólogos lo definen como inteligencia y capacidad para el desempeño de algo. Es una excepcional aptitud para crear o reproducir alguna obra y lleva implícita la voluntad de hacerlo así. La psicología ha aportado grandes contribuciones a la definición de talento. Según A.J. Tannenbaum, el talento se compone de competencias generales (potencial intelectual excepcional), competencias específicas (relativas a un área específica de actividad, como la música, por ejemplo), factores relacionados con la capacidad ejecutiva y madurez emocional y resiliencia psicológica. Profundizaremos en estos temas a lo largo del libro.

    De lo que no hay duda es de que entendemos por talento una capacidad que ha de generar un valor. Y, en relación con sus primeros significados como unidad de medida, el talento se puede medir (balanza) en resultados que aportan valor (moneda).

    Cómo se entiende hoy el talento

    Muchos de mis clientes me preguntan: pero, ¿el talento no lo debe tener la empresa? Y la respuesta es no. El talento es una cualidad que no pertenece a un rol específico en una organización. Es el resultado del trabajo de una persona, o equipo de personas, dentro de ella. El talento está en la persona. Aunque eso sí, la organización disfrutará de la aportación de valor que han supuesto los resultados del trabajo de sus empleados. Así que, si lo que aporta el valor es el talento y el talento está en la persona, los elementos que condicionan a la persona influyen en la expresión de su talento. De ahí la importancia de tratar correctamente a las personas en las organizaciones.

    Por otro lado, también hay que comprender que el talento es algo individual y no replicable, que no admite comparaciones. Un músico como Mozart es para la música como Messi para el fútbol. No se puede replicar ni un Mozart ni un Messi. Cierto es que ha habido y seguirá habiendo creaciones musicales maravillosas, y grandes futbolistas, pero no volverá a repetirse una creación como la de Mozart, ni volveremos a ver las mismas jugadas en el campo de juego de Messi, ni siquiera perpetradas por su mismo creador. Es importante que quede claro este punto para evitar la frustración.

    Finalmente, podemos decir que el talento es aquello que está entre lo que eres y lo que deseas ser. El talento es lo que tienes que desarrollar para conseguir ser lo que deseas ser. Todos tenemos unos talentos que necesitan ser desarrollados, tallados, comprendidos y gestionados a voluntad para alcanzar lo que queremos.

    Pero, ¿cómo sé cuál es el mío? ¿Cómo se expresa el talento? ¿Qué elementos intervienen en la expresión del talento? Ahora mismo lo explicaremos.

    2. La Matriz del Talento

    Del mismo modo que el carbono, el hidrógeno y el oxígeno son prácticamente insípidos, pero su combinación, el azúcar, tiene un sabor dulce que no posee ninguno de ellos, el talento es el resultado de la interacción de estos cuatro elementos:

    Técnica

    Contexto

    Comportamiento

    Resultado

    Si eliminamos uno de estos vectores, del mismo modo que si eliminamos el oxígeno al azúcar, ya no tendremos talento (ni azúcar).

    En la parábola de Mateo hemos visto que el talento tiene que ver con la voluntad, y no en vano algunas definiciones lo definen de manera similar a la motivación. El talento, por otro lado, no es espontáneo ni azaroso y su expresión siempre depende de la capacidad de gestionar los cuatro elementos que presentamos en el cuadro de más arriba. Por supuesto, puede haber una parte genética, y otra epigenética, resultado de la adaptación al contexto. Por ejemplo, si tus padres son muy altos, podrías tener la altura necesaria para ser un gran jugador de baloncesto. Sin embargo, la altura no te convierte automáticamente en un buen jugador de baloncesto. También tienes que querer serlo. Tienes que aprender a gestionar de forma eficiente cada una de las cuatro dimensiones de las que hablamos arriba. Entonces, la expresión de tu talento fluye.

    En esta sección, te explicaré en qué consisten cada uno de estos elementos fundamentales para el talento.

    Técnica

    La técnica es la habilidad para realizar una determinada acción que conduce a generar un resultado esperado. Por técnica nos referimos a una habilidad específica relacionada con una disciplina, como podría ser un deporte, o habilidad artística.

    La técnica es la habilidad resultante de la transferencia y puesta en práctica de un determinado conocimiento, de un aprendizaje.

    Para que se manifieste una determinada destreza, será necesaria la dedicación de horas, para practicar. El aprendizaje también requerirá de atención, de retos, y de la corrección necesaria de las repeticiones (de acuerdo con los resultados), es decir, de un tutor y una referencia de lo que es correcto.

    Así pues, la técnica es algo que debemos desarrollar invirtiendo nuestro tiempo y esfuerzo de manera inteligente y con ayuda externa (la de los tutores).

    Pero, ¿los mejores son los que más practican? ¿La técnica garantiza el talento?

    Uno de los estudios más famosos al respecto lo llevaron a cabo en los noventa el psicólogo sueco K. Anders Ericsson y dos de sus colegas en la elitista Academia de Música de Berlín. Con los resultados del estudio, Ericsson publicó en 1993 un influyente artículo en el que sugería que las diferencias de rendimiento entre los músicos mediocres y aquellos que son superiores –de acuerdo con las evaluaciones de sus profesores– son determinadas en gran medida por el número de horas que ensayan. Para hacer el estudio dividieron a los violinistas en tres grupos.

    Grupo 1: las estrellas, los que tenían más potencial para ser músicos de talla.

    Grupo 2: los que eran juzgados por sus profesores como simplemente buenos.

    Grupo 3: los estudiantes que tenían escasas posibilidades de acabar dedicándose profesionalmente a la música.

    A todos los estudiantes se les había preguntado cuántas horas habían practicado aproximadamente con su violín desde la primera vez que lo empezaron a tocar. En los tres grupos la respuesta fue parecida: todos empezaron a tocar alrededor de los 5 años, y todos practicaban unas 2 o 3 horas semanales.

    Sin embargo, cuando los estudiantes evocaron sus prácticas a partir de los 8 años, empezaron a surgir diferencias. Los estudiantes del Grupo 1 respondieron que a esa edad duplicaron las horas de prácticas. A los 16 años, ya practicaban 14 horas semanales. A los 20 años era posible que algunos ya practicaran unas 30 horas semanales. Todos los estudiantes que habían practicado ese gran número de horas (alrededor de las 10.000) pertenecían al Grupo 1, al grupo de las estrellas. Ninguno que practicara menos podía colarse allí, y viceversa. Los miembros del Grupo 2 sumaban como máximo 8.000 horas. Los del Grupo 3 apenas sumaban 4.000 horas.

    Para asegurarse de que no habían asistido a una casualidad, repitieron el mismo experimento con una clase de pianistas. El resultado fue exactamente el mismo. Los pianistas más sobresalientes siempre habían sumado al menos 10.000 horas de prácticas en toda su vida. Este resultado era del todo contraintuitivo: Ericsson no encontró músicos natos, esa clase de músicos que parecen nacer con el don de tocar brillantemente, como si lo llevaran escrito en los genes.

    Después publicó otros trabajos extendiendo su teoría a otras actividades; como los deportes, el ajedrez y la medicina. Los mejores deportistas, músicos y médicos del mundo eran los que practicaban más. Ericsson hizo hincapié en que no había un límite superior respecto a qué cantidad de práctica metódica podía ayudar al éxito en estas áreas. Pero más tarde, el periodista Malcolm Gladwell popularizó en su obra Outliers (2008) la regla de las 10.000 horas que sugiere que lograr un rendimiento máximo en cualquier disciplina es simplemente una cuestión de dedicarle 10.000 horas de práctica.

    Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Perspectives on Psychological Science (2016) muestra que la práctica metódica es solo uno de los factores que crean a un campeón deportivo mundial. La práctica ayuda a mejorar el rendimiento en casi todas las disciplinas, dice Brooke Macnamara, psicóloga de la Universidad Case Western y autora principal del estudio. Y continúa: Después de un cierto nivel de éxito, sin embargo, otros factores determinan quién es el número uno.

    Macnamara y su equipo analizaron el número de horas de entrenamiento de 2.765 atletas. En el estudio también tomaron en cuenta los resultados de los atletas, relacionándolo con el logro de objetivos concretos, como el tiempo de una carrera, la valoración por parte de expertos, o la pertenencia a equipos de élite. Para deportistas de todos los niveles, incluyendo a atletas de alto rendimiento a nivel estatal o en clubes, el entrenamiento metódico explicaba el 18% de las diferencias en el rendimiento. Pero cuando los investigadores se enfocaron en los mejores competidores –aquellos que habían participado en los Juegos Olímpicos u otras competiciones mundiales– las divergencias en el número de horas de entrenamiento explicaban tan solo el 1% de la diferencia en su desempeño en competiciones deportivas. Entonces, la técnica parece no ser el único factor de éxito.

    Los mejores scouts de futbol saben que han de saber cómo se comporta el jugador cuando no está cerca del balón. Conocí a un jugador que cuando empezó a trabajar con nosotros tenía 16 años y fumaba porros. Era el mejor de su provincia, pero su equipo no era ni de lejos el mejor de su liga. Tras un año de esfuerzo se alejó de las drogas y consiguió llevar una vida sana. Sus representantes consiguieron que un club de una categoría superior le hiciera una prueba. Les gustó mucho su técnica, el feedback fue positivo en cuanto a su calidad de juego, pero cuando pidieron referencias, su pasado inestable les hizo declinar la oferta, porque no se querían arriesgar.

    La técnica es un elemento indispensable para garantizar la expresión de nuestro talento, pero no el único. La práctica es imprescindible y marca la diferencia, pero no es lo único que interviene en el éxito.

    Contexto

    Llegados a este punto te preguntarás, ¿por qué el contexto es importante cuando hablamos de talento? Pues es porque es el escenario en el que se manifiesta y con el que interacciona el talento.

    Las definiciones biológicas consideran que nuestra inteligencia tiene relación con la adaptación al ambiente. La teoría del desarrollo cognitivo del psicólogo suizo Jean Piaget (1896-1980) fue la primera en estudiar el desarrollo de la inteligencia humana. Piaget creía que la infancia del individuo juega un papel vital en el crecimiento de la inteligencia, y que el niño aprende a través de explorar activamente su entorno. Además, consideró que la inteligencia era un estado dinámico ya que se adapta permanentemente a los estímulos ambientales.

    Para Piaget, la inteligencia es una reorganización progresiva de los procesos mentales resultantes de la maduración biológica y de la experiencia ambiental.

    Ahora se le llama learning by living, aprender viviendo, pero es que no parece que haya ningún método más eficiente para aprender que el natural. Es decir, si no hay necesidad, no se desarrolla un recurso, y a menudo es el contexto el que condiciona la necesidad. Por lo tanto, no se puede entender el desarrollo de la inteligencia sin el estudio del contexto en el que se encuentra.

    Ortega y Gasset también entiende la vida como un sistema en el que indefectiblemente interviene el contexto, el escenario en el que se desarrolla nuestro comportamiento, y también en el que se expresa nuestro talento. Con la frase «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo», aparecida en Meditaciones del Quijote, Ortega y Gasset insiste en lo que está en torno al hombre, en todo lo que lo rodea, no sólo lo inmediato y lo externo, también lo histórico, lo espiritual, el pensamiento, nuestro contexto interno. Así, para el ser humano vivir es interactuar con los elementos que le ofrece su contexto, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. En otros términos, la realidad circundante «forma la otra mitad de mi persona».

    De manera más reciente, el físico argentino Mariano Sigman, doctor en Neurociencia por la Rockefeller University de Nueva York y uno de los directores del Human Brain Project, nos demuestra en su obra La vida secreta de la Mente que la trama social afecta a la biología misma del cerebro a través de la siguiente imagen:

    Esto es claro en un ejemplo dramático en que se observan los cerebros de dos chicos de tres años. Uno crece con afecto y educación normal y el otro, sin contención afectiva, educativa y social. El cerebro de este último no solo es anormalmente pequeño, sino que además sus ventrículos, las cavidades por dónde fluye el líquido cefalorraquídeo, tienen un tamaño anormal. Con un poco de atención también pueden verse fracturas a lo largo de la materia gris, que denotan una atrofia cortical.

    Volvamos a los ejemplos deportivos. No es lo mismo jugar un partido amistoso de fútbol en el campo de tu pueblo que jugar una final en un estadio con 20.000 personas mirándote y esperando unos resultados muy concretos: goles. En el segundo caso, si no aprendes a abstraerte del público, que normalmente expresa su voluntad a gritos, podrías perder la concentración y bajar así tu rendimiento. Es decir, el contexto afectará al desarrollo de tu talento.

    Reza el dicho baila como si nadie te estuviera mirando. Las mejores escuelas de danza oriental de la India tienen salas sin espejo, porque si te ves, si te miras, te pierdes. El contexto nos condiciona como a cualquier conjunto celular.

    En tu contexto, en tu entorno, también están los otros seres humanos con los que tienes que interactuar. En cualquier competición, la calidad del contrincante en combinación con la de tu equipo determinará el resultado. Porque lo que encuentras en el contexto forma parte de ti. Dependiendo de cómo lo gestiones, podrá ser una ventaja o una amenaza. Y la gestión de ese contexto, cómo lo percibas, se manifestará en tu comportamiento.

    Y es que el entorno nos condiciona como la genética nos predetermina. Somos el resultado de cómo nos afecta el entorno, y de cómo nuestro cerebro se moldea para estar al servicio de la mejor solución adaptativa.

    Lo que percibimos de nuestro contexto moldea nuestro cerebro y condiciona nuestra conducta. Los niños que han sufrido abandono durante la infancia presentan, además de anormalidades en su morfología cerebral, síntomas de depresión, ansiedad y comportamientos autodestructivos. También tienen dificultades para procesar la información. ¿Cómo queda el talento en estos casos?

    Porque el contexto no siempre se escoge, pero determina el desarrollo de soluciones para adaptarse a él. Y esas soluciones pueden ser palancas para la expresión de tu talento o anclas que no te dejen avanzar. Tenemos que intentar poner nuestro contexto de cara, convertir esos factores externos e internos no del todo favorables en nuestras fortalezas. Y para hacerlo tenemos que prestar atención al siguiente ingrediente del talento: el comportamiento.

    Comportamiento

    El comportamiento es la herramienta que todos tenemos para alcanzar nuestros objetivos. Es gracias al comportamiento que podemos ejercer nuestra voluntad, nuestro libre albedrío.

    Puedes tener mucha facilidad para la música, puedes afinar casi sin esfuerzo y poder reproducir al piano una canción simplemente con haberla escuchado una vez. Pero si quieres llegar a tocar el tercer movimiento de la sonata nº 14, el Claro de Luna de Beethoven, tendrás que ser disciplinado y practicar unas horas cada día de manera constante. Para que llegue a sonar bien, como mínimo tendrás que dedicarle 4.000 horas, lo que equivale a seis horas diarias durante dos años.

    Picasso decía que

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