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Liturgia de las Horas Breviario romano: En español, en orden, todos los días de julio, agosto, septiembre de 2021
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Liturgia de las Horas Breviario romano: En español, en orden, todos los días de julio, agosto, septiembre de 2021
Libro electrónico6558 páginas66 horas

Liturgia de las Horas Breviario romano: En español, en orden, todos los días de julio, agosto, septiembre de 2021

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IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 may 2021
Liturgia de las Horas Breviario romano: En español, en orden, todos los días de julio, agosto, septiembre de 2021

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    Liturgia de las Horas Breviario romano - Sociedad San Juan de La Cruz

    Completas

    julio

    01-07-2021

    La Preciosísima Sangre de NSJC

    Officio de Lectura

    Rito de entrada

    V. Señor, ábreme + los labios.

    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    V. Dios + mío, ven en mi auxilio.

    R. Señor, date prisa en socorrerme.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Aleluya.

    Invitatorio 

    Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos ha redimido con su sangre * Venid, adoremos.

    Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos ha redimido con su sangre * Venid, adoremos.

    Venid, regocijémonos en el Señor; cantemos con júbilo las alabanzas de Dios, Salvador nuestro. Corramos a presentarnos ante su acatamiento, dándole gracias, y entonándole himnos con júbilo.

    Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos ha redimido con su sangre * Venid, adoremos.

    Porque el Señor es el Dios grande, y un rey más grande que todos los dioses. Porque en su mano tiene toda la extensión de la tierra, y suyos son los más encumbrados montes.

    Ant. Venid, adoremos.

    Suyo es el mar, y obra es de sus manos: y hechura de sus manos es la tierra. (de rodillas) Venid, pues, adorémosle, postrémonos: derramando lágrimas en la presencia del Señor que nos ha creado: Pues Él es el Señor Dios nuestro: y nosotros el pueblo a quien Él apacienta, y ovejas de su grey.

    Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos ha redimido con su sangre * Venid, adoremos.

    Hoy mismo, si oyereis su voz, guardaos de endurecer vuestros corazones, Como sucedió, dice el Señor, cuando provocaron mi ira, poniéndome a prueba en el desierto, en donde vuestros padres me tentaron, me probaron, y vieron mis obras.

    Ant. Venid, adoremos.

    Por espacio de cuarenta años estuve irritado contra esta generación, y dije: Siempre está descarriado el corazón de este pueblo. Ellos no conocieron mis caminos; por lo que juré airado que no entrarían en mi reposo.

    Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos ha redimido con su sangre * Venid, adoremos.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Venid, adoremos.

    Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos ha redimido con su sangre * Venid, adoremos.

    Himno 

    La justa indignación del Creador

    sumergió el mundo culpable

    en las aguas vengadoras del diluvio,

    salvándose únicamente Noé en el arca;

    mas luego el admirable poder del amor

    lavó con sangre el universo.

    Regada con esta lluvia,

    la tierra dichosa,

    antes cubierta de espinas,

    cubriose de flores,

    y el ajenjo trocose en néctar.

    Perdieron de repente su funesta ponzoña

    la temible serpiente y su fiereza,

    las bestias feroces;

    tal fue la victoria

    del dulce Cordero herido.

    ¡Oh profundidad insondable

    de la divina sabiduría!

    ¡Oh dulzura, nunca bastante ponderada,

    de un corazón rebosante de amor!

    Siendo reo de muerte el esclavo, el Rey,

    en su infinita bondad, pagó la pena.

    Protéjanos la voz de esta sangre

    al provocar nosotros con nuestras faltas

    la cólera del Juez;

    gracias a ella se disipará

    la legión de males

    que nos acecha.

    Que os alabe, recordando vuestros

    beneficios tan dignos de gratitud,

    el universo redimido, oh divino Autor

    y guía de la salvación eterna,

    que poseéis, con el Padre y el Espíritu,

    el reino de la felicidad.

    Amén.

    Salmos con lecturas 

    Nocturn I.

    Ant. Llegado el día octavo, * en que debía ser circuncidado el Niño, le fue puesto por nombre Jesús.

    Salmo 2 

    2:1 ¿Por qué causa se han embravecido tanto las naciones, * y los pueblos maquinan vanos proyectos?

    2:2 Se han coligado los reyes de la tierra; y se han confederado los príncipes * contra el Señor, y contra su Cristo.

    2:3 Rompamos, dijeron, sus ataduras, * y sacudamos lejos de nosotros su yugo.

    2:4 Mas aquel que reside en los cielos se burlará de ellos; * se mofará de ellos el Señor.

    2:5 Entonces les hablará Él en su indignación * y los llenará de terror con su saña.

    2:6 Mas yo he sido por Él constituido rey sobre Sion, su santo monte, * para predicar su ley.

    2:7 A mí me dijo el Señor: * Tú eres mi Hijo; Yo te engendré hoy.

    2:8 Pídeme, y te daré las naciones en herencia tuya, * y extenderé tu dominio hasta los extremos de la tierra.

    2:9 Los regirás con cetro de hierro; * y si te resisten, los desmenuzarás como un vaso de barro.

    2:10 Ahora pues, ¡oh reyes!, entendedlo: * Sed instruidos vosotros los que juzgáis la tierra.

    2:11 Servid al Señor con temor, * y regocijaos en Él, poseídos siempre de un temblor santo.

    2:12 Abrazad la buena doctrina; no sea que al fin se irrite el Señor, * y perezcáis descarriados de la senda de la justicia.

    2:13 Porque cuando de aquí a poco se inflamare su ira, * bienaventurados todos aquellos que ponen en Él su confianza.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Llegado el día octavo, en que debía ser circuncidado el Niño, le fue puesto por nombre Jesús.

    Ant. Entrando en agonía * oraba más intensamente, y le vino un sudor como de gotas de sangre, que chorreaba hasta el suelo.

    Salmo 3 

    3:2 ¡Ah, Señor! ¿Cómo es que se han aumentado tanto mis perseguidores? * Son muchísimos los que se han rebelado contra mí.

    3:3 Muchos dicen de mí: * Ya no tiene que esperar de su Dios salvación.

    3:4 Pero Tú, ¡oh Señor!, Tú eres mi protector, * mi gloria, y el que me hace levantar cabeza.

    3:5 A voces clamé al Señor, * y Él me oyó benigno desde su santo monte.

    3:6 Yo me dormí, y me entregué a un profundo sueño; * y me levanté, porque el Señor me tomó bajo su amparo.

    3:7 No temeré, pues, a ese innumerable gentío que me tiene cercado; * levántate, ¡oh Señor!, sálvame Tú, Dios mío.

    3:8 Pues Tú has castigado a todos los que sin razón me hacen guerra; * les has quebrado los dientes a los pecadores.

    3:9 Del Señor nos viene la salvación; * y Tú, oh Dios mío, bendecirás a tu pueblo.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Entrando en agonía oraba más intensamente, y le vino un sudor como de gotas de sangre, que chorreaba hasta el suelo.

    Ant. Judas, el que le había entregado, * arrepentido de lo hecho, restituyó las treinta monedas de plata, diciendo: He pecado, vendiendo la sangre inocente.

    Salmo 15 

    15:1 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; * yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».

    15:3 Los dioses y señores de la tierra * no me satisfacen.

    15:4 Multiplican las estatuas * de dioses extraños;

    15:4 No derramaré sus libaciones con mis manos, * ni tomaré sus nombres en mis labios.

    15:5 El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; * mi suerte está en tu mano:

    15:6 Me ha tocado un lote hermoso, * me encanta mi heredad.

    15:7 Bendeciré al Señor, que me aconseja, * hasta de noche me instruye internamente.

    15:8 Tengo siempre presente al Señor, * con Él a mi derecha no vacilaré.

    15:9 Por eso se me alegra el corazón, * se gozan mis entrañas, * y mi carne descansa serena.

    15:10 Porque no me entregarás a la muerte, * ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

    15:10 Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, * de alegría perpetua a tu derecha.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Judas, el que le había entregado, arrepentido de lo hecho, restituyó las treinta monedas de plata, diciendo: He pecado, vendiendo la sangre inocente.

    V. Nos has redimido, Señor.

    R. Con tu sangre.

    Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores:

    V. No nos dejes caer en tentación:

    R. Mas líbranos del mal.

    Absolución. Señor Jesucristo, escucha las súplicas de tus siervos y ten misericordia de nosotros, Tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. El Padre Eterno nos bendiga con su continua bendición. Amén.

    Lectura 1

    De la Epístola de San Pablo a los Hebreos

    Heb 9, 11-15

    11 Pero Cristo, constituido Pontífice de los bienes futuros, a través del tabernáculo mejor y más perfecto, no hecho por manos de hombres, esto es, no de esta creación,

    12 Entró de una vez para siempre en el santuario, no por la sangre de los machos cabríos y de los becerros, sino por su propia sangre, habiendo obtenido una redención eterna.

    13 Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros y la aspersión de la ceniza de la vaca santifica a los inmundos y les da la limpieza de la carne,

    14 ¡cuánto más la sangre de Cristo, que en virtud de un espíritu eterno a sí mismo se ofreció inmaculado a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios vivo!

    15 Por esto es el mediador de una nueva alianza, a fin de que por su muerte, para redención de las transgresiones cometidas bajo la primera alianza, reciban los que han sido llamados las promesas de la herencia eterna.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Jesús, a fin de santificar con su sangre al pueblo, padeció fuera de la puerta:

    * Vayamos, pues, a Él fuera de la ciudad, cargados con su improperio.

    V. Ya que aún no habéis resistido hasta derramar la sangre, combatiendo contra el pecado.

    R. Vayamos, pues, a Él fuera de la ciudad, cargados con su improperio.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. El Hijo único de Dios nos bendiga y nos ayude. Amén.

    Lectura 2

    Heb 9, 16-22

    16 Porque donde hay testamento es preciso que intervenga la muerte del testador.

    17 El testamento es valedero por la muerte, pues nunca el testamento es firme mientras vive el testador.

    18 Por donde ni siquiera la primera alianza fue otorgada sin sangre;

    19 Porque Moisés, habiendo leído al pueblo todos los preceptos de la Ley, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua y lana teñida de grana e hisopo, roció el libro y a todo el pueblo,

    20 Diciendo: Esta es la sangre de la alianza que Dios ha contraído con vosotros.

    21 Y el mismo tabernáculo y los vasos del culto los roció del mismo modo con sangre,

    22 Y, según la Ley, casi todas las cosas han de ser purificadas con sangre, y no hay remisión sin efusión de sangre.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Tomando Moisés la sangre, roció con ella al pueblo,

    * Diciendo: Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha contraído con vosotros.

    V. Por la fe celebró la Pascua, e hizo aquella aspersión de sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocase a los suyos.

    R. Diciendo: Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha contraído con vosotros.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. La gracia del Espíritu Santo ilumine nuestros sentidos y corazones. Amén

    Lectura 3

    Heb 10, 19-24

    19 Teniendo, pues, hermanos, en virtud de la sangre de Jesús,

    20 Firme confianza de entrar en el santuario que Él nos abrió, como camino nuevo y vivo a través del velo, esto es, de su carne;

    21 Y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,

    22 Acerquémonos con sincero corazón, con plenitud de fe, purificados los corazones de toda conciencia mala y lavado el cuerpo con el agua pura.

    23 Retengamos firmes la confesión de la esperanza, pues fiel es quien hizo la promesa.

    24 Miremos los unos por los otros, para excitarnos a la caridad y a las buenas obras.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Vosotros que en otro tiempo estabais alejados, os habéis acercado por la sangre de Cristo.

    * Él es nuestra paz, que de los pueblos ha hecho uno.

    V. Quiso reconciliar por Él todas las cosas consigo, restableciendo la paz entre cielo y tierra, mediante la sangre derramada en la cruz.

    R. Él es nuestra paz, que de los pueblos ha hecho uno.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Él es nuestra paz, que de los pueblos ha hecho uno.

    Nocturn II.

    Ant. Pilato, * queriendo contentar al pueblo, les entregó a Jesús, después de haberle hecho azotar.

    Salmo 22 

    22:1 El Señor es mi Pastor, nada me falta: * en verdes praderas me hace recostar;

    22:2 Me conduce hacia fuentes tranquilas * y repara mis fuerzas;

    22:3 Me guía por el sendero justo, * por el honor de su nombre.

    22:4 Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, * porque Tú vas conmigo:

    22:4 Tu vara y tu cayado * me sosiegan.

    22:5 Preparas una mesa ante mí, * enfrente de mis enemigos;

    22:5 Me unges la cabeza con perfume, * y mi copa rebosa.

    22:6 Tu bondad y tu misericordia me acompañan * todos los días de mi vida,

    22:6 Y habitaré en la casa del Señor * por años sin término.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Pilato, queriendo contentar al pueblo, les entregó a Jesús, después de haberle hecho azotar.

    Ant. Viendo Pilato * que nada adelantaba, mandó traer agua, y se lavó las manos a vista del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este Justo.

    Salmo 29 

    29:2 Te glorificaré, ¡oh Señor!, por haberte declarado mi protector, * no dejando que mis enemigos se gozaran a costa de mí.

    29:3 ¡Oh Señor Dios mío!, yo clamé a ti, * y me diste la salud.

    29:4 Tú sacaste, Señor, mi alma del infierno. * Tú me salvaste, para que no cayera con los que descienden a lo profundo.

    29:5 ¡Oh vosotros santos del Señor!, * cantadle himnos, y celebrad su memoria sacrosanta.

    29:6 Porque de su indignación procede el castigo; * y de su voluntad pende la vida.

    29:6 Hasta la tarde durará el llanto, * y al salir la aurora será la alegría.

    29:7 En medio de mi prosperidad yo había dicho: * No experimentaré nunca jamás mudanza alguna.

    29:8 ¡Oh Señor!, tu voluntad * es la que ha dado consistencia a mi floreciente estado.

    29:8 Apartaste de mí tu rostro, * y al instante fui trastornado.

    29:9 A ti, ¡oh Señor!, clamaré, * y a ti, Dios mío, dirigiré mis plegarias.

    29:10 ¿Qué utilidad te acarreará mi muerte, * y que yo descienda a la corrupción del sepulcro?

    29:10 ¿Acaso el polvo cantará tus alabanzas, * o anunciará tus verdades?

    29:11 Me oyó el Señor, y se apiadó de mí. * Se declaró el Señor protector mío.

    29:12 Trocaste, ¡oh Dios!, mi llanto en regocijo, * rasgaste mi cilicio, y me revestiste de gozo,

    29:13 A fin de que sea mi gloria el cantar tus alabanzas, y nunca tenga yo penas. * ¡Oh Señor Dios mío!, yo te alabaré eternamente.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Viendo Pilato que nada adelantaba, mandó traer agua, y se lavó las manos a vista del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este Justo.

    Ant. Y respondiendo * todo el pueblo, dijo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

    Salmo 63 

    63:2 Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento, * protege mi vida del terrible enemigo;

    63:3 Escóndeme de la conjura de los perversos * y del motín de los malhechores:

    63:4 Afilan sus lenguas como espadas * y disparan como flechas palabras venenosas, para herir a escondidas al inocente,

    63:6 Para herirlo por sorpresa y sin riesgo. * Se animan al delito,

    63:6 Calculan cómo esconder trampas, * y dicen: «¿quién lo descubrirá?»

    63:7 Inventan maldades * y ocultan sus invenciones,

    63:7 Porque su mente y su corazón * no tienen fondo.

    63:8 Pero Dios los acribilla a flechazos, por sorpresa los cubre de heridas; * su misma lengua los lleva a la ruina,

    63:9 Y los que lo ven menean la cabeza. * Todo el mundo se atemoriza,

    63:10 Proclama la obra de Dios * y medita sus acciones.

    63:11 El justo se alegra con el Señor, se refugia en Él, * y se felicitan los rectos de corazón.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

    V. La sangre de Jesucristo, Hijo de Dios.

    R. Nos purifica de todo pecado.

    Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores:

    V. No nos dejes caer en tentación:

    R. Mas líbranos del mal.

    Absolución. Que nos auxilie la clemencia y misericordia de aquel que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. Dios Padre todopoderoso tenga piedad y misericordia de nosotros. Amén.

    Lectura 4

    Sermón de San Juan Crisóstomo.

    Homilía de los Neófitos.

    ¿Deseáis conocer la virtud de la sangre de Cristo? Remontémonos a su figura, y recordemos su primera imagen, según la narración de las antiguas Escrituras. En Egipto, a media noche, Dios amenazaba a los Egipcios con una décima plaga, decretando la muerte de sus primogénitos, porque retenían cautivo a su pueblo. Mas para que su amado pueblo no se expusiera a perecer con ellos, pues habitaba en el mismo país, indicole el Señor un remedio para distinguir a los Israelitas de los Gentiles. Fue una figura admirable, y la más a propósito para conocer con toda verdad la virtud de la sangre de Jesucristo. Ya la indignación divina había comenzado su obra, y el mensajero de la muerte iba de puerta en puerta. ¿Qué hará, Moisés? Matad, dice, un cordero y marcad con su sangre vuestras puertas. ¿Mas que estás diciendo, Moisés? ¿La sangre de un cordero puede preservar al hombre? Sí, puede hacerlo, responde; no por ser sangre, sino porque representa la sangre del Señor.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Proceded con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación;

    * Sabiendo que fuisteis rescatados, no con oro o plata, que son cosas perecederas,

    V. Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero inmaculado.

    R. Sabiendo que fuisteis rescatados, no con oro o plata, que son cosas perecederas.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. Que Cristo nos conceda el gozo de la vida eterna. Amén.

    Lectura 5

    Como las estatuas de reyes, aunque inertes, protegen a veces a los hombres dotados que se refugian cerca de ellas, no por ser de bronce, sino porque representan la imagen del rey, también aquella sangre privada de razón libró a unos hombres racionales, no por ser sangre, sino porque figuraba la sangre de Jesucristo. Y así, el Ángel exterminador, viendo teñidas las puertas, pasó adelante sin atreverse a entrar: Si hoy, pues, en lugar de ver puertas teñidas con sangre simbólica, el enemigo ve en los labios de los fieles, puertas de los templos de Jesucristo, la sangre del verdadero Cordero, huirá aún más lejos. Porque si se apartó en presencia de la figura, ¿cuánto más huirá espantado el enemien presencia de la realidad? ¿Deseáis saber otra virtud de esta sangre? Considera dónde empezó a derramarse y de qué fuente manó. Empezó a brotar en la cruz; y tuvo su fuente en el costado del Señor. Porque habiendo muerto el Señor, y mientras pendía aún de la cruz, un soldado le hirió en el costado, del cual salió agua y sangre, símbolo una del bautismo y la otra del Sacramento. El Evangelio no dice: Salió sangre y agua, sino primero el agua y después la sangre; porque nosotros somos primero lavados con el agua bautismal, y consagrados luego con el Santísimo Misterio.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Habéis sido comprados a un gran precio:

    * Glorificad y llevad a Dios en vuestro cuerpo.

    V. Muy caro habéis costado; no queráis haceros esclavos de los hombres.

    R. Glorificad y llevad a Dios en vuestro cuerpo.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. Que Dios encienda en nuestros corazones el fuego de su amor. Amén.

    Lectura 6

    Un soldado le abrió el costado: abrió una brecha en el muro del templo santo, dándome ocasión de hallar un tesoro precioso y de gozarme por el descubrimiento de grandes riquezas. Esto ocurrió con este Cordero. Los judíos mataron al Cordero, y yo he gozado del fruto del Sacramento. Del costado brotó sangre y agua. No quiero pasar tan ligero por los secretos de tan gran misterio, pues me falta aún manifestaros muchas cosas místicas y profundas. Aquella agua y aquella sangre, pues, simbolizaban el bautismo y los Misterios. Con ellas se fundó la Iglesia, por la regeneración del agua y la renovación del Espíritu Santo: por el bautismo repito, y los Misterios que parecen haber salido de aquel costado. Del costado de Jesucristo se formó la Iglesia, así como del costado de Adán se formó Eva, su esposa. San Pablo da testimonio de este origen, cuando dice: Nosotros somos miembros de su cuerpo, formados de sus huesos, aludiendo al costado de Jesucristo. Así como Dios hizo a la mujer del costado de Adán, así Jesucristo nos dio el agua y la sangre salidos de su costado, destinados a la Iglesia, como elementos reparadores. Con motivo de la celebración del décimonono centenario de la Redención del género humano, y en memoria de tan inefable beneficio, quiso el Sumo Pontífice Pío XI celebrar un Jubileo extraordinario para que manasen más abundantes frutos en favor de los hombres de la preciosa sangre del Cordero inmaculado, Jesucristo, con la cual hemos sido redimidos; y para que su recuerdo se grabara más en los fieles, el mismo Papa elevó la fiesta de la Preciosísima Sangre, que todos los años debe celebrar la Iglesia, al rito de primera clase.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Dios nos manifiesta su amor hacia nosotros,

    * En que, cuando éramos aún pecadores, por nosotros murió Jesucristo.

    V. Ahora, pues, que estamos justificados por su sangre, con mucho mayor motivo nos salvaremos por Él de la ira.

    R. En que, cuando éramos aún pecadores, por nosotros murió Jesucristo.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. En que, cuando éramos aún pecadores, por nosotros murió Jesucristo.

    Nocturn III.

    Ant. Salió, pues, Jesús, * llevando la corona de espinas y revestido del manto de púrpura. Y les dijo Pilato: Ved aquí el hombre.

    Salmo 73 

    73:1 ¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados, * y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?

    73:2 Acuérdate de la comunidad * que adquiriste desde antiguo,

    73:2 De la tribu que rescataste para posesión tuya, * del monte Sión donde pusiste tu morada.

    73:3 Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio; * el enemigo ha arrasado del todo el santuario.

    73:4 Rugían los agresores * en medio de tu asamblea,

    73:5 Levantaron sus propios estandartes. * En la entrada superior abatieron a hachazos el entramado;

    73:6 Después, con martillos y mazas, * destrozaron todas las esculturas.

    73:7 Prendieron fuego a tu santuario, * derribaron y profanaron la morada de tu nombre.

    73:8 Pensaban: «acabaremos con ellos», * e incendiaron todos los templos del país.

    73:9 Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta: * nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.

    73:10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos va a afrentar el enemigo? * ¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?

    73:11 ¿Por qué retraes tu mano izquierda y * tienes tu derecha escondida en el pecho?

    73:12 Pero Tú, Dios mío, eres rey desde siempre, * Tú ganaste la victoria en medio de la tierra.

    73:13 Tú hendiste con fuerza el mar, * rompiste la cabeza del dragón marino;

    73:14 Tú aplastaste la cabeza del Leviatán, * se la echaste en pasto a las bestias del mar;

    73:15 Tú alumbraste manantiales y torrentes, * Tú secaste ríos inagotables.

    73:16 Tuyo es el día, tuya la noche, * Tú colocaste la luna y el sol;

    73:17 Tú plantaste los linderos del orbe, * Tú formaste el verano y el invierno.

    73:18 Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja, * que un pueblo insensato desprecia tu nombre;

    73:19 No entregues a los buitres la vida de tu tórtola, * ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.

    73:20 Piensa en tu alianza: * que los rincones del país están llenos de violencias.

    73:21 Que el humilde no se marche defraudado, * que pobres y afligidos alaben tu nombre.

    73:22 Levántate, oh Dios, defiende tu causa: * recuerda los ultrajes continuos del insensato;

    73:23 No olvides las voces de tus enemigos, * el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y revestido del manto de púrpura. Y les dijo Pilato: Ved aquí el hombre.

    Ant. Y llevando Él mismo a cuestas su cruz, * fue caminando hacia el sitio llamado el Calvario, en donde le crucificaron.

    Salmo 87 

    87:2 Señor, Dios mío, * de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;

    87:3 Llegue hasta ti mi súplica, * inclina tu oído a mi clamor.

    87:4 Porque mi alma está colmada de desdichas, * y mi vida está al borde del abismo;

    87:5 Ya me cuentan con los que bajan a la fosa, * soy como un inválido. Tengo mi cama entre los muertos,

    87:6 Como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, * porque fueron arrancados de tu mano.

    87:7 Me has colocado en lo hondo de la fosa, * en las tinieblas del fondo;

    87:8 Tú cólera pesa sobre mí, * me echas encima todas tus olas.

    87:9 Has alejado de mí a mis conocidos, * me has hecho repugnante para ellos:

    87:9 Encerrado, no puedo salir, * y los ojos se me nublan de pesar.

    87:10 Todo el día te estoy invocando, * tendiendo las manos hacia ti.

    87:11 ¿Harás Tú maravillas por los muertos? * ¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

    87:12 ¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, * o tu fidelidad en el reino de la muerte?

    87:13 ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla, * o tu justicia en el país del olvido?

    87:14 Pero yo te pido auxilio, * por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.

    87:15 ¿Por qué, Señor, me rechazas, * y me escondes tu rostro?

    87:16 Desde niño fui desgraciado y enfermo, * me doblo bajo el peso de tus terrores,

    87:17 Pasó sobre mí tu incendio, * tus espantos me han consumido:

    87:18 Me rodean como las aguas todo el día, * me envuelven todos a una;

    87:19 Alejaste de mí amigos y compañeros: * mi compañía son las tinieblas.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Y llevando Él mismo a cuestas su cruz, fue caminando hacia el sitio llamado el Calvario, en donde le crucificaron.

    Ant. Como le vieron ya muerto, * no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le abrió el costado, y al instante salió sangre y agua.

    Salmo 93 

    93:1 Dios de la venganza, Señor, * Dios de la venganza, resplandece.

    93:2 Levántate, juzga la tierra, * paga su merecido a los soberbios.

    93:3 ¿Hasta cuándo, Señor, los culpables, * hasta cuándo triunfarán los culpables?

    93:4 Discursean profiriendo insolencias, * se jactan los malhechores;

    93:5 Trituran, Señor, a tu pueblo, * oprimen a tu heredad;

    93:6 Asesinan a viudas y forasteros, * degüellan a los huérfanos,

    93:7 Y comentan: «Dios no lo ve, * el Dios de Jacob no se entera».

    93:8 Enteraos, los más necios del pueblo, * ignorantes, ¿cuándo discurriréis?

    93:9 El que plantó el oído ¿no va a oír? * El que formó el ojo ¿no va a ver?

    93:10 El que educa a los pueblos * ¿no va a castigar? El que instruye al hombre ¿no va a saber?

    93:11 Sabe el Señor que los pensamientos del hombre * son insustanciales.

    93:12 Dichoso el hombre a quien Tú educas, * al que enseñas tu ley,

    93:13 Dándole descanso tras los años duros, * mientras al malvado le cavan la fosa.

    93:14 Porque el Señor no rechaza a su pueblo, * ni abandona su heredad:

    93:15 El justo obtendrá su derecho, * y un porvenir los rectos de corazón.

    93:16 ¿Quién se pone a mi favor contra los perversos, * quién se coloca a mi lado frente a los malhechores?

    93:17 Si el Señor no me hubiera auxiliado, * ya estaría yo habitando en el silencio.

    93:18 Cuando me parece que voy a tropezar, * tu misericordia, Señor, me sostiene;

    93:19 Cuando se multiplican mis preocupaciones, * tus consuelos son mi delicia.

    93:20 ¿Podrá aliarse contigo un tribunal inicuo * que dicta injusticias en nombre de la ley?

    93:21 Aunque atenten contra la vida del justo * y condenen a muerte al inocente,

    93:22 El Señor será mi alcázar, * Dios será mi roca de refugio.

    93:23 Él les pagará su iniquidad, los destruirá por sus maldades, * los destruirá el Señor, nuestro Dios.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le abrió el costado, y al instante salió sangre y agua.

    V. Cristo nos amó.

    R. Y nos purificó de nuestros pecados con su sangre.

    Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores:

    V. No nos dejes caer en tentación:

    R. Mas líbranos del mal.

    Absolución. El Señor omnipotente y misericordioso desate las cadenas de nuestros pecados. Amén.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. Que la lectura del Evangelio nos salve y nos proteja. Amén.

    Lectura 7

    Santo Evangelio según San Juan

    Jn 19, 30-35

    En aquel tiempo: Jesús, luego, que probó el vinagre, dijo: Todo está cumplido. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu. Y lo que sigue.

    Homilía de San Agustín, Obispo.

    Tratado 120 sobre San Juan.

    El Evangelista no dice golpeó su costado, ni le hirió, u otra expresión parecida, sino abrió, enseñándonos que en el Calvario se abrió la puerta de la vida de donde salieron los sacramentos de la Iglesia, sin los que no se accede a aquella vida que es la única verdadera. Esta sangre derramada, lo ha sido por la remisión de los pecados; esta agua viene a mezclarse para nosotros con la bebida de nuestra salvación: es, a la vez, baño purificador y bebida refrigerante. Vemos una figura de este misterio en la orden que recibió Noé de abrir en un lado del arca una puerta por donde entrasen los animales que debían salvarse del diluvio, y que representaban la Iglesia. En vista de este misterio, la primera mujer fue formada del costado de Adán mientras dormía, y fue llamada madre de los vivientes. Era figura de un gran bien, antes de la prevaricación. Vemos aquí al segundo Adán durmiéndose sobre la cruz, tras inclinar la cabeza, para formar a su esposa con la sangre y agua que manaría de su costado durante su sueño. ¡Oh muerte, que se convierte para los muertos en principio de resurrección y de vida! ¿Puede haber algo más puro que esta sangre ni más saludable que esta herida?

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Este es el que vino con el agua y la sangre, Jesucristo:

    * No con el agua solamente sino con el agua y la sangre.

    V. En aquel día habrá una fuente abierta a la casa de David y los moradores de Jerusalén para la purificación de los pecados.

    R. No con el agua solamente sino con el agua y la sangre.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. Que la ayuda de Dios nos acompañe siempre. Amén.

    Lectura 8

    Discurso sobre la Pasión, 95, n. 5

    Los hombres eran esclavos y servían al demonio, pero fueron rescatados del cautiverio; ellos pudieron venderse, mas no rescatarse. Vino el Redentor y pagó el rescate: derramando su sangre, redimió al mundo entero. ¿sabéis lo que compró? Ved qué da, y sabréis lo que compra. La sangre de Jesucristo es el precio. ¿No vale por el universo? ¿No vale por todas las naciones? Muy orgullosos e ingratos son, para con el precio de su rescate, los que dicen que valía tan poco, que sólo sirvió para comprar a los africanos, o que ellos son tan grandes, que por ellos solos se pagó todo el precio. En vano se engreirían. Lo que dio Jesús, lo dio por todo el mundo.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    R. Dios nos predestinó a ser hijos suyos adoptivos por Jesucristo,

    * En quien, por su sangre, logramos la redención.

    V. Y el perdón de los pecados, por las riquezas de su gracia, que sobreabundó en nosotros.

    R. En quien, por su sangre, logramos la redención.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. En quien, por su sangre, logramos la redención.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. Que el Rey de los ángeles nos agregue a los ciudadanos del cielo. Amén.

    Lectura 9

    Sermón 31, alias 344

    Tuvo Jesús sangre con cuyo precio podía redimirnos; con este fin la tomó: para que aquella sangre fuese la que derramaría para nuestra redención. La sangre del Señor, si queréis, ha sido dada por vosotros; mas si no queréis, no ha sido dada por vosotros. Porque diréis tal vez: Mi Dios tuvo una sangre con que podía salvarme; mas tras haber sufrido, la dio toda entera. ¿Le queda algo, aún, para darlo por mí? Mas he ahí la grandeza de su poder: la dio toda de una vez, y la dio por todos. La sangre de Jesucristo es la salvación del que la acepta y la condenación del que la rechaza. ¿Por qué, pues, vacilas, tú que no quieres morir? ¿No quieres ser librado de una segunda muerte? Te verás libre de ella si quieres tomar tu cruz y seguir al Señor, pues Él llevó la suya y se buscó un servidor.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    Te Deum

    A ti, oh Dios, alabamos: * a ti, oh Señor, te confesamos.

    A ti, Padre Eterno, * reconoce y venera toda la tierra;

    A ti todos los Ángeles, * a ti los cielos y todas las Potestades;

    A ti los Querubines y Serafines, * claman sin cesar:

    (Reverencia) Santo, Santo, Santo * el Señor Dios de los ejércitos.

    Llenos están los cielos y la tierra * de la Majestad de tu gloria.

    A ti el glorioso coro * de los Apóstoles,

    A ti la venerable muchedumbre * de los Profetas,

    A ti alaba el numeroso ejército * de los Mártires.

    A ti la Iglesia santa * confiesa por toda la redondez de la tierra:

    Por Padre * de inmensa majestad;

    Y que debe ser adorado * tu verdadero y único Hijo;

    Y también el Espíritu Santo * consolador.

    Tú, oh Cristo, * eres Rey de la gloria.

    Tú, el Hijo sempiterno * del Padre.

    Reverencia

    Tú, para rescatarnos * te hiciste hombre, y no tuviste a menos encerrarte en el seno de una Virgen.

    Tú, destruido el imperio de la muerte, * abriste a los fieles el reino de los cielos.

    Tú estás sentado a la diestra de Dios, * en la gloria del Padre.

    Y de allí creemos * que vendrás a juzgarnos.

    El siguiente verso se dice de rodillas.

    Por esto te suplicamos socorras a tus siervos, * a quienes con tu sangre preciosa redimiste.

    Haz que en la eterna gloria * seamos del número de tus santos.

    Salva, Señor, a tu pueblo, * y bendice a tu herencia.

    Y gobiérnalos, * y ensálzalos para siempre.

    Todos los días * te bendecimos.

    Reverencia, como es costumbre

    Y alabamos tu nombre en los siglos, * y en los siglos de los siglos.

    Dígnate, Señor, conservarnos * sin pecado en este día.

    Ten, Señor, piedad de nosotros; * sí, ten de nosotros piedad.

    Descienda, Señor, tu misericordia sobre nosotros, * pues pusimos en ti nuestra esperanza.

    En ti, Señor, esperaré: * nunca seré confundido.

    El resto se omite, salvo que Laúdes se haga aparte.

    Oración 

    V. Señor, escucha nuestra oración.

    R. Y llegue a ti nuestro clamor.

    Oremos.

    Dios todopoderoso y eterno, que hiciste a tu Unigénito Hijo Redentor del mundo, y quisiste que su sangre nos obtuviese el perdón; concédenos venerar con solemnidad y amor este precio de nuestro rescate, y ser libres, por su virtud, de los males de la vida terrena, para que gocemos sin fin de la alegría del cielo.

    Por el mismo Señor Nuestro Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.

    R. Amén.

    Conclusión

    V. Señor, escucha nuestra oración.

    R. Y llegue a ti nuestro clamor.

    V. Bendigamos al Señor.

    R. Demos gracias a Dios.

    V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.

    R. Amén.

    Laudes

    Rito de entrada

    V. Dios + mío, ven en mi auxilio.

    R. Señor, date prisa en socorrerme.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Aleluya.

    Salmos 

    Ant. Éstos, revestidos * de blanco, ¿quiénes son, de dónde han venido?

    Salmo 92 

    92:1 El Señor reina, vestido de majestad; * el Señor, vestido y ceñido de poder:

    92:1 Así está firme el orbe * y no vacila.

    92:2 Tu trono está firme desde siempre, * y Tú eres eterno.

    92:3 Levantan los ríos, Señor, * levantan los ríos su voz,

    92:3 Levantan los ríos su fragor; pero más que la voz de aguas caudalosas,

    92:4 Más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor.

    92:5 Tus mandatos son fieles y seguros; * la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Éstos, revestidos de blanco, ¿quiénes son, de dónde han venido?

    Ant. Éstos son * los que han sufrido una gran prueba, y han lavado sus vestidos en la sangre del Cordero.

    Salmo 99 

    99:2 Aclama al Señor, tierra entera, * servid al Señor con alegría,

    99:2 Entrad en su presencia * con vítores.

    99:3 Sabed que el Señor es Dios: * que Él nos hizo y somos suyos,

    99:4 Su pueblo y ovejas de su rebaño. * Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias,

    99:5 Y bendiciendo su nombre: «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, * su fidelidad por todas las edades».

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Éstos son los que han sufrido una gran prueba, y han lavado sus vestidos en la sangre del Cordero.

    Ant. Por esto están * ante el trono de Dios y le sirven día y noche.

    Salmo 62 

    62:2 Oh Dios, Tú eres mi Dios, * por ti madrugo,

    62:2 Mi alma está sedienta de ti; * mi carne tiene ansia de ti,

    62:3 Como tierra reseca, agostada, sin agua. * ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!

    62:4 Tu gracia vale más que la vida, * te alabarán mis labios.

    62:5 Toda mi vida te bendeciré * y alzaré las manos invocándote.

    62:6 Me saciaré como de enjundia y de manteca, * y mis labios te alabarán jubilosos.

    62:7 En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, * porque fuiste mi auxilio,

    62:8 Y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, * y tu diestra me sostiene.

    62:10 Pero los que buscan mi perdición bajarán a lo profundo de la tierra; * serán entregados a la espada, y echados como pasto a las raposas.

    62:12 Y el rey se alegrará con Dios, se felicitarán los que juran por su nombre, * cuando tapen la boca a los traidores.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Por esto están ante el trono de Dios y le sirven día y noche.

    Ant. Éstos triunfaron * del dragón por la sangre del Cordero y por la alianza de su palabra.

    Cántico de los tres jóvenes 

    (Cántico de los tres jóvenes * Dn 3, 57-88; 4, 56)

    3:57 Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, * ensalzadlo con himnos por los siglos.

    3:58 Ángeles del Señor, bendecid al Señor; * cielos, bendecid al Señor.

    3:59 Aguas del espacio, bendecid al Señor; * ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

    3:60 Sol y luna, bendecid al Señor; * astros del cielo, bendecid al Señor.

    3:61 Lluvia y rocío, bendecid al Señor; * vientos todos, bendecid al Señor.

    3:62 Fuego y calor, bendecid al Señor; * fríos y heladas, bendecid al Señor.

    3:63 Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; * témpanos y hielos, bendecid al Señor.

    3:64 Escarchas y nieves, bendecid al Señor; * noche y día, bendecid al Señor.

    3:65 Luz y tinieblas, bendecid al Señor; * rayos y nubes, bendecid al Señor.

    3:66 Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

    3:67 Montes y cumbres, bendecid al Señor; * cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

    3:68 Manantiales, bendecid al Señor; * mares y ríos, bendecid al Señor.

    3:69 Cetáceos y peces, bendecid al Señor; * aves del cielo, bendecid al Señor.

    3:70 Fieras y ganados, bendecid al Señor; * ensalzadlo con himnos por los siglos.

    3:71 Hijos de los hombres, bendecid al Señor; * bendiga Israel al Señor.

    3:72 Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; * siervos del Señor, bendecid al Señor.

    3:73 Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; * santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

    3:74 Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, * ensalzadlo con himnos por los siglos.

    3:75 (Reverencia) Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, * ensalcémoslo con himnos por los siglos.

    3:76 Bendito el Señor en la bóveda del cielo, * alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

    Ant. Éstos triunfaron del dragón por la sangre del Cordero y por la alianza de su palabra.

    Ant. Dichosos * los que lavan sus vestidos en la sangre del Cordero.

    Salmo 148 

    148:1 Alabad al Señor en el cielo, * alabad al Señor en lo alto.

    148:2 Alabadlo todos sus ángeles; * alabadlo todos sus ejércitos.

    148:3 Alabadlo, sol y luna; * alabadlo, estrellas lucientes.

    148:4 Alabadlo, espacios celestes * y aguas que cuelgan en el cielo.

    148:5 Alaben el nombre del Señor, * porque Él lo mandó, y existieron.

    148:6 Les dio consistencia perpetua * y una ley que no pasará.

    148:7 Alabad al Señor en la tierra, * cetáceos y abismos del mar,

    148:8 Rayos, granizo, nieve y bruma, viento huracanado * que cumple sus órdenes,

    148:9 Montes y todas las sierras, * árboles frutales y cedros,

    148:10 Fieras y animales domésticos, * reptiles y pájaros que vuelan.

    148:11 Reyes y pueblos del orbe, * príncipes y jefes del mundo,

    148:12 Los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor, * el único nombre sublime.

    148:13 Su majestad sobre el cielo y la tierra; * Él acrece el vigor de su pueblo.

    148:14 Alabanza de todos sus fieles, * de Israel, su pueblo escogido.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Dichosos los que lavan sus vestidos en la sangre del Cordero.

    Capítulo Himno Verso 

    Heb 9, 11-12

    Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos: su templo es más grande y más perfecto; no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.

    R. Demos gracias a Dios.

    Himno

    Salve, ¡oh llagas de Cristo,

    prendas de su amor infinito!,

    de donde manan fuentes

    perennes de sangre viva.

    En esplendor superáis a las estrellas,

    en perfume a las rosas y al bálsamo,

    en valor a las piedras preciosas de la India,

    en dulzura a los panales de miel.

    Por vosotras está abierto a nuestras

    almas un asilo confortable;

    aquí no llega nunca el furor

    de los enemigos que nos amenazan.

    ¡Cuántos azotes recibe Jesús

    desnudo en el pretorio!

    ¡Cuántas gotas de sangre derrama

    por todas partes su carne lacerada!

    ¡Oh dolor!, una corona de espinas

    traspasa su frente hermosa,

    unos clavos con su punta embotada

    taladran sus pies y sus manos.

    Mas, después que amorosa y voluntariamente

    ha entregado su espíritu, su cuerpo

    es herido con una lanza,

    y brotan de allí dos fuentes.

    Para que sea completa la redención,

    es hollado en el lagar;

    y Jesús, olvidado de sí mismo,

    no se reserva ni una gota de sangre.

    Venid todos los que estáis afeados

    con la funesta mancha de los pecados:

    el que se lava en este baño

    de salud, quedará limpio.

    Debemos rendir gracias al que está sentado

    a la diestra del excelso Padre,

    al que nos redimió con su sangre,

    y nos fortalece con el Espíritu Santo.

    Amén.

    V. Justificados con la sangre de Cristo.

    R. Por Él seremos salvados de la ira.

    Canticum: Benedictus 

    Ant. La sangre del Cordero * será para vosotros signo de salvación, dice el Señor. Y veré la sangre y pasaré, sin que os toque la plaga exterminadora.

    (Cántico de Zacarías: Luc 1, 68-79)

    1:68 Bendito + sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,

    1:69 Suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,

    1:70 Según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

    1:71 Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;

    1:72 Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza

    1:73 Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

    1:74 Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos

    1:75 Con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

    1:76 Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,

    1:77 Anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados

    1:78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,

    1:79 Para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. La sangre del Cordero será para vosotros signo de salvación, dice el Señor. Y veré la sangre y pasaré, sin que os toque la plaga exterminadora.

    Oración 

    V. Señor, escucha nuestra oración.

    R. Y llegue a ti nuestro clamor.

    Oremos.

    Dios todopoderoso y eterno, que hiciste a tu Unigénito Hijo Redentor del mundo, y quisiste que su sangre nos obtuviese el perdón; concédenos venerar con solemnidad y amor este precio de nuestro rescate, y ser libres, por su virtud, de los males de la vida terrena, para que gocemos sin fin de la alegría del cielo.

    Por el mismo Señor Nuestro Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.

    R. Amén.

    Conclusión

    V. Señor, escucha nuestra oración.

    R. Y llegue a ti nuestro clamor.

    V. Bendigamos al Señor.

    R. Demos gracias a Dios.

    V. Las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.

    R. Amén.

    Hora Primum

    Rito de entrada

    V. Dios + mío, ven en mi auxilio.

    R. Señor, date prisa en socorrerme.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Aleluya.

    Hymnus

    Aparecido ya el astro del día,

    roguemos a Dios, suplicantes,

    que en las acciones de esta jornada

    nos preserve de todo daño.

    Que refrene y modere nuestra lengua

    para librarnos del horror de las discordias;

    que guarde como con un velo nuestros ojos

    para que no beban en las aguas de la vanidad.

    Puro sea lo íntimo del corazón

    y libre de cuanto envilece;

    que la parsimonia del manjar y de la bebida

    quebrante la soberbia de la carne.

    Para que cuando termine la jornada

    y el curso del tiempo nos conduzca de nuevo a la noche,

    conservando la pureza mediante la abstinencia,

    cantemos la gloria del Señor.

    * A Dios Padre sea la gloria,

    y al Hijo su Unigénito,

    juntamente con el Espíritu Paráclito,

    ahora y por todos los siglos.

    Amén.

    Salmos 

    Ant. Éstos, revestidos * de blanco, ¿quiénes son, de dónde han venido?

    Salmo 53 

    53:3 Oh Dios, sálvame por tu nombre, * sal por mí con tu poder.

    53:4 Oh Dios, escucha mi súplica, * atiende a mis palabras;

    53:5 Porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte, * sin tener presente a Dios.

    53:6 Pero Dios es mi auxilio, * el Señor sostiene mi vida.

    53:7 Devuelve Tú su maldad a mis contrarios * y destrúyelos, por tu lealtad.

    53:8 Te ofreceré un sacrificio voluntario, * dando gracias a tu nombre, que es bueno;

    53:9 Porque me libraste del peligro, * y he visto la derrota de mis enemigos.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Salmo 118(1-16) 

    118:1 (Aleph) Dichoso el que, con vida intachable, * camina en la voluntad del Señor.

    118:2 Dichoso el que, guardando sus preceptos, * lo busca de todo corazón.

    118:3 El que, sin cometer iniquidad, * anda por sus senderos.

    118:4 Tú promulgas tus decretos * para que se observen exactamente.

    118:5 Ojalá esté firme mi camino, * para cumplir tus consignas.

    118:6 Entonces no sentiré vergüenza * al mirar tus mandatos.

    118:7 Te alabaré con sincero corazón * cuando aprenda tus justos mandamientos.

    118:8 Quiero guardar tus leyes exactamente, * Tú, no me abandones.

    118:9 (Beth) ¿Cómo podrá un joven andar honestamente? * Cumpliendo tus palabras.

    118:10 Te busco de todo corazón, * no consientas que me desvíe de tus mandamientos.

    118:11 En mi corazón escondo tus consignas, * así no pecaré contra ti.

    118:12 Bendito eres, Señor, * enséñame tus leyes.

    118:13 Mis labios van enumerando * los mandamientos de tu boca.

    118:14 Mi alegría es el camino de tus preceptos, * más que todas las riquezas.

    118:15 Medito tus decretos, * y me fijo en tus sendas.

    118:16 Tu voluntad es mi delicia, * no olvidaré tus palabras.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Salmo 118(17-32) 

    118:17 (Guimel) Haz bien a tu siervo: viviré * y cumpliré tus palabras.

    118:18 Ábreme los ojos * y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

    118:19 Soy un forastero en la tierra: * no me ocultes tus promesas.

    118:20 Mi alma se consume, * deseando continuamente tus mandamientos.

    118:21 Reprendes a los soberbios, * malditos los que se apartan de tus mandatos.

    118:22 Aleja de mí las afrentas y el desprecio, * porque observo tus preceptos.

    118:23 Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, * tu siervo medita tus leyes.

    118:24 Tus preceptos son mi delicia, * tus decretos son mis consejeros.

    118:25 (Daleth) Mi alma está pegada al polvo: * reanímame con tus palabras.

    118:26 Te expliqué mi camino, y me escuchaste: * enséñame tus leyes.

    118:27 Instrúyeme en el camino de tus decretos, * y meditaré tus maravillas.

    118:28 Mi alma llora de tristeza, * consuélame con tus promesas.

    118:29 Apártame del camino falso, * y dame la gracia de tu voluntad.

    118:30 Escogí el camino verdadero, * deseé tus mandamientos.

    118:31 Me apegué a tus preceptos, Señor, * no me defraudes.

    118:32 Correré por el camino de tus mandatos * cuando me ensanches el corazón.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Ant. Éstos, revestidos de blanco, ¿quiénes son, de dónde han venido?

    Chapter Responsory Verse 

    1 Tim 1, 17

    Al Rey de los siglos, inmortal e invisible, al único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

    R. Demos gracias a Dios.

    R.br. Cristo, Hijo de Dios vivo, * ten piedad de nosotros.

    R. Cristo, Hijo de Dios vivo, * ten piedad de nosotros.

    V. Tú que nos has redimido con tu sangre.

    R. Ten piedad de nosotros.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Cristo, Hijo de Dios vivo, * ten piedad de nosotros.

    V. Levántate, Cristo, y ayúdanos.

    R. Y líbranos por tu nombre.

    Oraciones

    V. Señor, escucha nuestra oración.

    R. Y llegue a ti nuestro clamor.

    Señor, Dios omnipotente, que nos has concedido llegar al principio de este día: sálvanos hoy con tu virtud; para que en este día no caigamos en ningún pecado; sino que nuestras palabras, pensamientos y obras se dirijan siempre al cumplimiento de vuestra santa ley.

    Per Dominum

    V. Señor, escucha nuestra oración.

    R. Y llegue a ti nuestro clamor.

    V. Bendigamos al Señor.

    R. Demos gracias a Dios.

    Martyrologium (anticip.)

    July 2nd 2021, the 22nd day of the Moon,

    2 de julio

    Visitación de la Bienaventurada Virgen María a su prima Santa Isabel D. 2 cl. - Blanco

    La Visitación de santa María Virgen a Isabel: No bien la Virgen hubo sabido, por boca del ángel, que Santa Isabel, su prima, iba a tener un hijo, se dirigió a las montañas de Judea para visitarla. Cuando estas dos santas mujeres se besaron, San Juan exultó de gozo en el seno de su madre y reconoció al Mesías que María llevaba en sus entrañas. En el mismo instante, San Juan Bautista fue purificado del pecado original y Santa Isabel henchida del Espíritu Santo.

    En Roma, en la vía Aurelia, el triunfo de los santos Mártires Proceso y Martiniano; los cuales bautizados por el Apóstol san Pedro en la cárcel Mamertina, y en la persecución de Nerón, deshecha a golpes la boca, distendidos en el potro, azotados con varas y nervios de buey, arrojados a la hoguera, despedazados con escorpiones, y, por último, degollados, fueron coronados del martirio.

    En Roma también, el suplicio de tres santos soldados, que, convertidos a Cristo en el martirio del Apóstol san Pablo, merecieron ser participantes con él de la gloria celestial.

    El mismo día, los santos Mártires Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa; todos los cuales, en Campania, cuando era más furiosa la persecución del Emperador Diocleciano, fueron coronados del martirio.

    En Vínchester de Inglaterra, san Swituno, Obispo, cuya santidad resplandece por el don de milagros.

    En Bamberga, san Otón, Obispo, que predicó el Evangelio a los Pomeranos y los convirtió a la fe.

    En Lecce de la Apulia, san Bernardino Realino, Confesor, que habiendo desempeñado egregiamente el cargo de Magistrado, entrando en la Compañía de Jesús y ordenado de Sacerdote, resplandeció por su caridad y por sus milagros.

    En Tours de Francia, el tránsito de santa Munegunda, mujer de gran religión.

    V. Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

    R. Demos gracias a Dios.

    V. Preciosa es a los ojos del Señor.

    R. La muerte de sus fieles.

    Santa María y todos los santos intercedan por nosotros al Señor, para que merezcamos ser ayudados y salvados por Aquél que vive y reina por los siglos de los siglos.

    R. Amén.

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.

    R. Señor, date prisa en socorrerme.

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.

    R. Señor, date prisa en socorrerme.

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.

    R. Señor, date prisa en socorrerme.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad.

    El «Padre Nuestro» en silencio hasta «Y no nos dejes caer en la tentación».

    Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores:

    V. No nos dejes caer en tentación:

    R. Mas líbranos del mal.

    V. Mira a tus siervos, Señor, mira a tus obras y guía a tus hijos.

    R. Baje a nosotros la gloria del Señor, nuestro Dios, y haga prósperas las obras de nuestras manos y dirige este mismo trabajo nuestro.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Oremos.

    Dígnate, Señor Dios, Rey del cielo y de la tierra, dirigir y santificar, regir y gobernar hoy nuestros corazones, nuestros cuerpos, sentidos, palabras y actos en la observancia de tu ley, y en las obras de tus mandamientos, para que aquí y eternamente merezcamos con tu auxilio ser salvos y libres, Salvador del mundo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

    R. Amén.

    V. Dígnate, Señor, dar tu bendición.

    Bendición. El Señor todopoderoso ordene con su paz nuestros días y tareas. Amén.

    Lectura breve 

    2 Tes 3, 5

    El Señor enderece nuestro cuerpo y nuestro corazón hacia el amor de Dios y hacia la paciencia de Cristo.

    V. Tú, Señor, ten piedad de nosotros.

    R. Demos gracias a Dios.

    Conclusión

    V. Nuestro auxilio + es el nombre del Señor.

    R. Que hizo el cielo y la tierra.

    V. Bendecid.

    R. Oh Dios.

    V. El Señor nos bendiga, + nos defienda de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Y las almas de los fieles, por la misericordia de Dios, descansen en paz.

    R. Amén.

    Tercia

    Rito de entrada

    V. Dios + mío, ven en mi auxilio.

    R. Señor, date prisa en socorrerme.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como era en el principio, ahora y siempre, * por los siglos de los siglos. Amén.

    Aleluya.

    Hymnus

    Oh Espíritu Santo, que eres uno con el Padre y el Hijo,

    y que estás pronto a escuchar al momento los votos que se te dirigen,

    dígnate ahora difundirte en nuestros pechos

    por una nueva efusión.

    Que nuestra boca, nuestra lengua y nuestra mente

    proclamen tus loores;

    que el fuego de la caridad se encienda en nosotros,

    y que abrase también con sus ardores a nuestro prójimo.

    * Concédenoslo, Padre misericordiosísimo,

    y Tú, el Unigénito igual al Padre,

    que, con el Espíritu Consolador,

    reinas por todos los siglos.

    Amén.

    Salmos 

    Ant. Éstos son * los que han sufrido una gran prueba, y han lavado sus vestidos en la sangre del Cordero.

    Salmo 118(33-48) 

    118:33 (He) Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, * y lo seguiré puntualmente.

    118:34 Enséñame a cumplir tu voluntad * y a guardarla de todo corazón.

    118:35 Guíame por la senda de tus mandatos, * porque ella es mi gozo.

    118:36 Inclina mi corazón a tus preceptos, * y no al interés.

    118:37 Aparta mis ojos de las vanidades, * dame vida con tu palabra.

    118:38 Cumple a tu siervo la promesa * que hiciste a tus fieles.

    118:39 Aparta de mí la afrenta que temo, * porque tus mandamientos son amables.

    118:40 Mira cómo ansío tus decretos: * dame vida con tu justicia.

    118:41 (Vau) Señor, que me alcance tu favor, * tu salvación según tu promesa:

    118:42 Así responderé a los que me injurian, * que confío en tu palabra.

    118:43 No quites de mi boca las palabras sinceras, * porque yo espero en tus mandamientos.

    118:44 Cumpliré sin cesar tu voluntad, * por siempre jamás.

    118:45 Andaré por un camino ancho, * buscando tus decretos.

    118:46 Comentaré tus preceptos ante los reyes, * y no me avergonzaré.

    118:47 Serán mi delicia tus mandatos, * que tanto amo.

    118:48 Levantaré mis manos hacia ti * recitando tus mandatos.

    V. Gloria al Padre, al Hijo, * y al Espíritu Santo.

    R. Como

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