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Yo soy Víctor, el Cano de la 25. El asesino de los diablos. Un enviado de la luz
Yo soy Víctor, el Cano de la 25. El asesino de los diablos. Un enviado de la luz
Yo soy Víctor, el Cano de la 25. El asesino de los diablos. Un enviado de la luz
Libro electrónico262 páginas3 horas

Yo soy Víctor, el Cano de la 25. El asesino de los diablos. Un enviado de la luz

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El asesino de los diablos es un Guerrero de la Luz que ha llegado como ladrón en la noche y ha tomado forma humana, ha caminado por sendas llenas de tropiezos e innumerables dificultades que lo han hecho crecer como ser y como humano. Dificultades como guerras clandestinas, encierros injustos, lo han hecho más fuerte.

Dios ha cumplido su p

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento26 ene 2021
ISBN9781640867673
Yo soy Víctor, el Cano de la 25. El asesino de los diablos. Un enviado de la luz

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    Yo soy Víctor, el Cano de la 25. El asesino de los diablos. Un enviado de la luz - Víctor Lebrón

    El principio

    En mi época de pre adolescencia y adolescencia, no soportaba al bandido bichote que practicaba todo lo malo o que trataba de vivir de la salud ajena, ya fuera por medio de la venta de sustancias controladas, entiéndase por Drogas. Sin embargo, un día la pobreza agresiva me atacó, hiriéndome cruelmente. Salí a socorrerme en las calles para conseguir la medicina de mis heridas; mientras buscaba la moneda que aliviara mi pesar, me sentí desorientado. Creía que hacía lo correcto, pero me encontré con muchos depredadores malignos y tuve que defenderme con todo lo que tenía. Aprendí a defenderme, pero también me estaba sumergiendo en lagunas de pecado y malicia: asesinatos, robo, mentiras, vicios, propietario de puntos de drogas y mujeriego. Tuve que beber esos tragos amargos para absorber lo bueno y desechar lo malo. De ahí obtuve el conocimiento para combatir la maldad.

    Tal vez, algunos pondrán en entredicho lo que aquí he escrito, pero ciertamente no hay humano más inteligente que un Ser de luz. Es por eso que pregunto: ¿Quién le creyó a Jesús? ¿Quién creyó que Él era el rey de reyes? Solo un pequeño grupo de personas, pero después de que Él partió de este planeta, todos querían y quieren adorarlo.

    Jesús vino aquí con 2 propósitos: el primero fue para pagar lo que hizo el Padre por amor a sus creaciones; el segundo fue para morir en la carne con sufrimiento y sacarificarse por mis pecados y los tuyos. Porque tus pecados son míos y mis pecados son tuyos.

    Si yo no hubiera sido un pecador, te quedarías, porque si yo no peco ¿quién te salvaría. A causa de los pecados he conocido la verdad. Esto es como un juego en conjunto: por mis pecados, tú serás salvo. Yo soy la última carta del Padre y hasta aquí he llegado para hacer la última voluntad del Padre.

    Hay algunas propagandas que incitan a la humanidad para que piensen que lo que viene del cielo será una contienda contra los humanos, pero eso es falso. Ellos saben en contra de quién se levantará el combate. Lo que sí es cierto, es que este planeta lleno de imperfecciones se tiene que acabar para que surja una nueva raza de humanos, sin virus en el cerebro y sin ningún dolor. Es necesario un nuevo planeta.

    Son muy importantes estos escritos. Será difícil creerlo, pero te pido que te dejes llevar por el buen camino, porque no fallaremos.

    Vamos todos juntos en favor de nuestra conveniencia; por una vida eterna llena de amor y sabiduría; por todo lo positivo para el alma; por nuestro bien. No dejes que te engañen con disfraces de oveja ni teorías falsas aunque parezcan realidad. Este libro está hecho para despertar conciencias y para animar al que lo esperaba; al que tiene la conciencia despierta, pero le falta un complemento: este libro y este ser que aquí ha llegado.

    Este es un libro para todo tipo de humano y todo tipo de religión.

    El internet y el sistema Youtube te ofrecen una gran cantidad de información sobre el anticristo, de distintas profecías y demás cosas similares. Sin embargo, aun no he visto en ninguno de esos medios, que hablen sobre el linaje de Dios ni de que existe otro hijo real, que es el verdugo de Satanás. No se habla de que ya él se encuentra entre la humanidad. ¿Sabes por qué? Porque quieren que permanezcas dormido. Después de terminar este libro, decidí seguir buscando más información acerca de las múltiples predicciones que hay.

    Yo soy pobre desde que nací. Aun así, me pude percatar, gracias a una publicación, que el anticristo saldrá de la nada. No quiero que se confundan. Pude percatarme de que Satanás ya tiene a sus colaboradores para confundir las mentes. Es por eso que yo te traigo la verdad. Yo soy el Cano de la 25, camino entre el bien y el mal. Transparente como he sido, anduve por los caminos de la maldad, pero hoy soy un gran soldado de Dios.

    No me escondo puesto que malo no soy, reconozco que no tengo por qué ocultarme de ninguna religión ni secta. Yo soy quien soy, y no soy el anticristo; en este planeta no me sentaré en trono ninguno. Estas son escrituras divinas de un caballero de Dios Todo Poderoso: las escrituras de el asesino de diablos.

    Durante miles de años se ha venido hablando de Dios, Jesús y otra venida del linaje de Dios. Muchas religiones, sabios, científicos y otras denominaciones, han cuestionado el rumor de tal llegada, mientras que otros aseguran que Jesús regresará. Jesús dijo claramente que la justicia de su diestra regresará, vendrá en pos de guerra y destrucción, llegará como ladrón en la noche. Su palabra es cortante como espada de doble filo. Dios, Padre de todo y creador de creadores, no miente. Ha usado a sus hijos para manifestarse a través de sus nobles corazones, con la finalidad de que ellos conduzcan a las ovejas por el buen camino hacia la eternidad, sin ser engañados. Él quiere que atravieses por caminos que se componen de felicidad, fidelidad, humildad, nobleza, sabiduría, astucia y demás.

    He aquí una historia real que viene de la mano de Dios, para que la humanidad entienda la voluntad del Padre. Yo, el autor de este libro, he tenido la oportunidad de elegir desde la eternidad, por cada uno de ustedes y por una vida de fortaleza. También quiero que sepan que ya estamos en los últimos tiempos reales. Yo tengo mi historia y te la voy a contar. Seré lo más claro posible.

    Para tu entendimiento, lo que diré es duro, muy duro, pero jamás será una mentira. Para empezar, te diré que el Padre, en el año 1973, cumplió con su palabra al enviar a su hijo menor a la Tierra con la misión de hacer su última voluntad. Le dio todo el poder para que él decida qué hacer. El Padre ha cumplido con su palabra al hacer llegar a su hijo a las coordenadas perfectas, en el día preciso, a la hora y en el año exacto. Ese Hijo del Padre no nació de la tierra, fue su espíritu el que tomó un cuerpo sin forma, que tenían unos mensajeros que esperaron ese día, durante cientos de años, la llegada de ese Ser de luz Divino. El cuerpo era redondo y su material se asimilaba al hule. Los mensajeros siguieron fielmente las instrucciones del Padre; por lo tanto, tenían sus rostros tapados para que el Ser divino no los viera. El Ser no tenía forma, pero todo tenía un propósito. Esto pasó en una dimensión paralela a esta. De lo primero que se percató el Ser Divino fue que esos mensajeros eran un hombre y una mujer.

    Pero antes de la toma de cuerpo, este Ser de luz se puso de acuerdo con su hermano, conocido en la Tierra como Jesús.

    —No reines en ese planeta —le dijo Jesús.

    —¿Por qué? Preguntó el hermano pequeño.

    —Porque ese planeta no es bueno, ya está corrompido. Tampoco te asocies con ellos.

    —Ok —dijo el pequeño Ser.

    —¿De qué color quieres tu corazón? —preguntó Jesús.

    —¿Y por qué preguntas eso?

    —Porque es necesario que nos pongamos de acuerdo.

    —¡Violeta! ¿Por qué ellos son malos…? ¡Malos! Ellos no pueden hacernos daño a nosotros, nosotros somos indestructibles y poderosos. ¡Destruyámoslo todo!

    —No, eso no es así. Tú solo ve y haz tu misión. Dale tu corazón al Padre para que sea Libre ¿Te atreves?

    —¡Claro! —contestó el menor—. ¿Y cómo podemos regresar hacia atrás?

    —Con la muerte carnal.

    — ¿Tú cómo lo hiciste?

    —Como te acabo de decir, la diferencia es que en mi caso fue con mucho dolor.

    —¿Te hicieron sentir dolor entonces? ¿Si yo quiero virar hacia atrás, tengo que sentir dolor?

    —Sí, pero tu destino no es como el mío ni el mío como el tuyo. ¿Tienes miedo?

    —No. Por el Padre Todopoderoso, yo iré y le entregaré el corazón para que él sea Libre.

    —¡Exacto!

    —Ok. ¿Cómo lo hacemos?

    —Solo prepárate, porque el tiempo ya está cerca y tienes que empezar rápidamente —le dijo Jesús—. Tu nombre será Víctor, porque tú serás marcado con el sello de la victoria.

    —Ok. Ya estoy preparado.

    —Recuerda, tú serás un guerrero, solo tú escogerás el destino y, aunque conocerás mucho de tus poderes, al principio estarás un poco confundido. Pero tú eres fuerte y lo lograrás.

    —Yo acepto ser carne —respondió rápidamente el Ser menor.

    En un respiro, brincó a otra dimensión donde se encontraban dos mensajeros que esperaban un cuerpo con material similar al hule. El Ser menor tomó ese cuerpo.

    Uno de los mensajeros le dijo al otro: "Ya ha tomado el cuerpo, pero ¿tú crees que funcione? El Ser se estaba acomodando en el cuerpo, que le parecía muy pequeño e incomodo. Mientras lo hacía escuchaba a los seres hablar entre ellos, por lo que se percató de que una era dama y el otro un caballero. El Ser abrió sus ojos y los mensajeros se emocionaron mucho, iniciando una conversación telepática.

    —¡Funcionó! —exclamaron ambos.

    —¡Míralo!, tiene los ojos rojos. ¿A quién se parece? —dijo ella.

    —Al Padre —respondió él—. No te dejes ver el rostro.

    Ambos poseían atuendos como los que usan los monjes. Conocían su misión y la tenían perfectamente ordenada. La dama, que tenía los brazos de hule al igual que el pequeño Ser, también decidió llegar a esta dimensión para contribuir en el encargo. Juntos dijeron palabras mágicas que abrieron un portal que los condujo a esta dimensión, con coordenadas en el residencial: Nemesio R Canales, edificio 38, primer piso.

    El pequeño Ser seguía sin tener forma humana, solo se notaban un par de ojos y dos orificios que exhibían su nariz, aun sin forma. Al llegar allí, se dio cuenta ligeramente, de que este planeta apestaba y estaba contaminado desde el medio ambiente hasta las personas.

    Los Seres que le habían transportado a esta dimensión poseían un poder que les permitía paralizar a las personas. Me explico, cuando estos Seres se presentaban, todo ser humano a su alrededor quedaba paralizado y sin uso de razón, siempre y cuando ellos así lo decidieran. Así fue como se cumplió la frase que afirma que el enviado llegaría como ladrón en la noche.

    Los dos mensajeros se dirigieron al primer piso del mencionado residencial para tocar la puerta, pero nadie abrió. El Ser masculino volvió a intentarlo y tocó la puerta con más fuerza. Fue entonces que la persona que habitaba en ese apartamento, abrió la puerta.

    —¿Este es el apartamento de Carmen? —preguntó el mensajero.

    —No, es arriba —indicó la habitante del lugar.

    —No, Carmen. Es aquí, nosotros somos mensajeros del Rey de Reyes y nunca nos equivocamos —afirmó el mensajero.

    Carmen miró al suelo, se fijó que no poseían pies y que ambos levitaban.

    —¿En qué los puedo ayudar? —preguntó Carmen.

    —Carmen, aquí te traemos a este Ser. Necesitamos que lo tomes.

    —¿Cómo? Yo no puedo hacer eso, me traerá problemas.

    —No te traerá ningún problema —respondió la mensajera.

    —A ver, ¿qué es? —la mensajera se lo mostró y Carmen preguntó—: ¿Qué es eso?, se ve raro.

    —No te preocupes, que él o ella, se adaptará a ustedes —dijo la mensajera.

    —¿Eso no es malo?

    —No. Él es fuerte, pero no es malo. —El Ser de luz estaba cubierto y bien abrigado. La dama llevaba el control de la charla—. Tómalo, Dios te cuidará siempre. Le tienes que tapar la cabeza, siempre. Cuídalo mucho porque él es importante.

    —¿Y cómo hago para decir que es mi hijo, sobrino o qué…?

    —Cuando cojas a la criatura, no le abras la puerta a nadie ni dejes entrar a nadie que no conozcas. Nosotros te haremos llegar los documentos que indiquen que él es tu hijo o hija.

    Carmen tomó al pequeño con delicadeza.

    —¿Ustedes no vendrán a buscarlo?

    —No Carmen, él vino para hacer una misión.

    —Cuando nosotros partamos, quizás vengan otros Seres. No los dejes entrar, es necesario que te lo grabes muy bien en tu conciencia —dijo el mensajero varón.

    Antes de partir, la dama miró el rostro de la criatura, lo miro con tanto amor, que se sintió cierta tristeza en el ambiente.

    —Ella es un ser de bondad —dijo mientras le miraba.

    —No le enseñes tu rostro y no le demuestres ese sentimiento. Anda, ¡vámonos!, que ya llevamos mucho tiempo aquí —El mensajero se mostró firme en sus palabras.

    La señora Carmen era de tez trigueña y baja estatura. Después de que los mensajeros se fueron, se preguntó ¿qué podría comer eso? Ella no sabía que el pequeño podía escuchar lo que ella se preguntaba en su mente y también podía sentir su preocupación. Carmen, la valiente, no tenía idea de que aquél Ser de luz era el mismo hijo de Dios Todopoderoso.

    Conforme pasaban los días, el pequeño crecía sin cesar, aunque todavía no tenía un sexo definido ni costumbres humanas. Su primer comida fue una botella con café. Ella no lo mostraba a nadie, por ningún motivo. Se preguntaba: ¿Qué voy hacer? Me voy a meter en problemas. Ella no sabía que el Ser la entendía a la perfección.

    A los pocos días de convivencia en la casa de Carmen, alguien tocó la puerta insistentemente. Carmen fue a abrir la puerta, sintiéndose muy curiosa. El Ser que estaba oculto en el cuarto, escuchó que Carmen hablaba con un hombre y una mujer.

    —Hola Carmen. ¿Cómo estás? ¿Podemos entrar a su casa? Estamos vendiendo alfombras y vemos que usted no tiene.

    —No, no quiero nada, no tengo dinero —Y cerró la puerta.

    Ella estaba advertida sobre no tener diálogo alguno con nadie. Mucho menos con esos Seres. Esas personas no eran de aceptar un no por respuesta. Tenían acento árabe y no se escuchaban muy buenos amigos. Al cabo de un rato, regresaron y tocaron la puerta nuevamente. Carmen gritó: ¡Voy!. A ella la visitaban sus amistades muy a menudo, pero en ese momento no eran sus amistades las que tocaban la puerta con ansiedad. Cuando abrió, se percató de que eran las mismas personas de nuevo, pero esta vez habló la mujer y no fue para ofrecerle alfombras.

    —¿Dónde está el niño? —preguntó la mujer.

    —Yo no tengo ningún niño. Ustedes están perdidos. Tal vez, arriba esté quien busca. Suban, que aquí no es —y volvió a cerrar la puerta.

    El pequeño Ser sabía que Carmen tenía problemas, así que salió de su cuarto para mirar a su hermana terrenal, que estaba durmiendo profundamente, y tomó su similitud. Estaba esperando, pues sabía que esos Seres regresarían. Y así fue, tocaron la puerta nuevamente, más fuerte. Carmen estaba nerviosa, pero no tenía miedo porque sabía que ellos estaban buscando algo, pero no le harían daño. Estaban intentando forzar la puerta para entrar, así que Carmen prefirió abrirles la puerta, nuevamente. La mujer le dijo: Ya fuimos arriba, y los de arriba no son. A mí me robaron a mi hijo y usted lo tiene. O me entrega al niño o la denunció. Déjeme entrar a la casa para ver si el niño está.

    Entonces, el pequeño Ser salió del cuarto; con su mente y su poder hizo que los Seres malignos lo vieran como una niña. Él se paró en la sala y los miró fijamente. Se preparó para atacarlos por si acaso no funcionaba lo que estaba haciendo. El poder que tenía era devastador y eficaz, porque al pararse en la sala, ambos Seres de las tinieblas lo miraron fijamente, pero Carmen les dijo:

    —Ella es mi hija pequeña.

    —Está bien, pero volveremos luego —Dieron la media vuelta y se fueron.

    Carmen cerró la puerta, lo miró fijamente y le dijo: Yo creía que tú eras mi pequeña hija Brenda. Entonces, el pequeño se sintió más seguro con su cuidadora, por que era muy valiente y gallarda: doña Carmen, la que pronto se convertiría en su madre.

    Luego de ese día, doña Carmen sabía que necesitaba un padre para el pequeño ser. Los mensajeros precisaban de cierta información para poder hacer los papeles legales del el niño y que Carmen no tuviera problemas con la justicia en un futuro. Ella hizo la gestión y llamó a don Ángel Lebrón, padre de sus pequeñas. Lo llamó para contarle lo sucedido. Ella estaba decidida, aunque no sabía que era conducida por Seres espirituales.

    Cuando habló con él, lo citó en su apartamento. Don Ángel también era de estatura baja, tés blanca y con un carácter fuerte. Asistió a la cita en el apartamento de doña Carmen, como ella se lo había pedido. Al llegar, el pequeño Ser se encontraba en el cuarto, como de costumbre, y escuchó la voz de don Ángel; pudo percibir que él era una persona escéptica, bastante negativa y que trataba mal a doña Carmen, pero también pudo percibir que Carmen no estaba sola como les dije.

    —Vamos a la cocina. Tengo algo que decirte y, por favor, es muy importante y verdadero. Necesito que me creas lo que te voy a decir.

    —Ya dime lo que tengas que decirme. Mientras no me digas que estás embarazada… porque tú y yo no tenemos nada desde hace tiempo.

    —No —respondió ella—, no es nada de eso. Necesito tu ayuda.

    —No tengo dinero. —No. Tampoco es eso.

    —Me estás preocupando...

    —¿Quieres café? —preguntó Carmen.

    —No. Yo lo que quiero es que me digas qué es eso tan importante que me tienes que decir con tanta urgencia.

    El pequeño Ser se asomó a la cocina; Ángel lo miró y dijo:

    —¿Ahora cuidas niños?

    —No. Es tuyo y mío.

    —Mío no. Será tuyo y de Wiso —afirmó refiriéndose a la pareja de Carmen en ese momento.

    —No, déjame contarte...

    Ella le contó todo, pero don Ángel se notaba incrédulo. El pequeño Ser estaba presenciando la discusión. Y Ángel le dijo, sigue haciendo brujo. Ese hombre estaba muy negativo, al punto de que el pequeño Ser pensó que podría ser malo; si golpeaba a Carmen, no dudaría en dejarlo tirado.

    De pronto, el espíritu del Ser se desprendió del pequeño cuerpo que habitaba; observó ese cuerpo sin vida, parado en mitad de la cocina, de pie y presenciando la conversación. Jesús llegó, o mejor dicho siempre estuvo allí, y preguntó.

    —Hola. ¿Cómo te va hermano?

    —No he visto acción y me siento incomodo en ese cuerpecito, aquí en este planeta Tierra.

    —Tranquilo —le dijo Jesús soltando una carcajada—. Por ahora no confíes en nadie y nunca te olvides del Padre.

    —Eso jamás.

    —Y de mí tampoco te olvides.

    —¡No!

    —¿A cuál de ellos te quieres parecer? —preguntó Jesús refiriéndose a don Ángel y doña Carmen.

    —¡A ninguno! —lo dijo con tan espontáneamente que Jesús soltó otra carcajada—. Él es pequeño y ella aun más.

    —¡Vamos, tienes que tomar una decisión para que comiences a parecerte a alguno de ellos!

    —¿Por qué? ¿Tú hiciste lo mismo?

    —Sí.

    —Tú por lo menos pudiste elegir entre personas más altas y puras.

    —¡Míralos!, ellos darán la vida por ti. Ellos serán la raza que tú decidas alzar y que nunca serán olvidados.

    —Ok,

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