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Convierte su infidelidad en una bendición
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Libro electrónico127 páginas3 horas

Convierte su infidelidad en una bendición

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Información de este libro electrónico

Mi mensaje en este libro es perdonar de corazón, tener fe, y poner todos tus planes en las manos de Dios.

Confiar plenamente en su plan, amarte a ti misma, y amar al prójimo.

Hacer cosas agradables ante los ojos de Dios, valorarte, cuidarte, y vivir cada día como si fuera el último.

Nunca darle el poder a ninguna persona para q

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento17 jun 2020
ISBN9781640865815
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    Convierte su infidelidad en una bendición - Irene Torres

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    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todas las imágenes fueron proporcionadas por el autor, quien es el único responsable sobre los derechos de las mismas.

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2020 Irene Torres

    ISBN Paperback: 978-1-64086-580-8

    ISBN eBook: 978-1-64086-581-5

    Índice

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Capítulo 19

    Capítulo 1

    Hola, mi nombre es Irene Torres y soy originaria de El Salvador; tengo 45 años de edad y soy madre de 2 niñas y un niño. Tuve mi primera hija a los 26 años de mi primer matrimonio y está en su primer año de universidad, estudiando una maestría en educación física; mi segunda hija tiene 13 años, se llama Tiffany y está en 7º grado; mi hombrecito Mateo tiene 7 años y está en el 1º grado.

    Me casé con mi primer esposo a los 25 años. Ese matrimonio fue mi más grande error, pues nos casamos a cinco meses de conocernos y no estábamos lo suficientemente enamorados para contraer matrimonio. Mi matrimonio duró dos años y medio.

    Me vine para Estados Unidos en el 2004, pero tenía la intención de traerme a mi esposo y mi hija; a pesar de todo, no quería fallar en mi matrimonio. En los primeros meses enviaba dinero a mi esposo cada 2 semanas e incluso cuando no tenía dinero, pedía prestado para enviarle. Ese fue un gran error porque quería comprar mi ausencia con dinero.

    Finalmente, a 6 meses de yo estar en Estados Unidos, me enteré de que él tenía a una mujer embarazada y se atrevía a negar a su propio hijo por amor al dinero que le enviaba. Realmente no me dolió que él estuviera con otra mujer, sino todo el dinero que le mandaba. Terminé esa relación y puse mi divorcio, y aquí el otro error que cometí después de esa ruptura: buscar rápidamente a otro hombre y no conocerlo bien.

    El corazón es el órgano más importante del cuerpo y el que menos cuidamos. Puedes vivir sin un ojo, sin una pierna, sin un brazo, sin un riñón, pero no sin tu corazón; por eso debes cuidarlo y saber a quién dejas entrar en él. El corazón de los justos es una casa limpia donde debes quitarte los zapatos para entrar, mientras que el corazón de los malvados es una casa sucia donde entran más y más personas a ensuciarla; por eso, conoce muy bien a quien dejas entrar en tu corazón.

    Conocí al padre de mis últimos dos hijos en el 2005 por medio de una amiga mía, que era prima de él. Desde el principio no me gustó ni él, ni su nombre. Empezamos a salir a bailar, al cine y a cenar; empezó a regalarme regalos caros como aretes y cadenas finas, me llamaba mi tesorito y me trataba como a una princesa. Yo me sentía como una reina. A los 3 meses, el hombre que no me gustaba ahora era el más guapo para mí porque me enamoré de su interior. Yo vivía con una amiga y él llegaba a verme todos los días. Un día, le dije: Deja de venir un día, quiero saber si te extraño. Efectivamente lo extrañé; estaba enamorada. A los cinco meses de noviazgo me propuso vivir juntos y yo acepté, pues lo amaba y quería estar con él todo el tiempo.

    Mi relación con este hombre duró 15 años; aguanté todo por mis hijos. Siento que nadé demasiado y morí en la orilla. En el 2008 tuvimos una fuerte pelea en la cual él me golpeó; me dejó golpes en la cabeza y el brazo sangrando. Lo denuncié porque no se calmaba y tuve miedo de morir. Él estaba doblando mi brazo hacia atrás; pienso que me lo quería quebrar.

    Lo denuncié y lo arrestaron; hice bien. Después descubrí que a su ex-pareja la dejaba muy golpeada, pero ella nunca lo denunció. En cada discusión él intentaba golpearme de nuevo, ya que seguimos juntos por nuestra hija y por el alquiler de vivienda en este país, el cual es muy caro. Siempre me decía: ¡Si no fuera porque llamas a la policía, ya te golpearía de nuevo!

    Una vez quebró mi teléfono porque yo estaba grabando todos sus insultos. Hoy que terminó todo, me doy cuenta de lo ingenua que fui; es como si me hubieran quitado una venda de los ojos. Yo le tenía miedo; me prohibía tener amigas y salir. Era muy sumisa a él, aunque yo siempre he trabajado y aportado dinero en el hogar. Comenzó a tomar por un tiempo, de lunes a domingo, y no teníamos ni intimidad; era una relación tóxica, siempre peleando.

    Antes de su infidelidad yo no sabía lo que era autoestima, fue después de pasar ese dolor que empecé a entenderlo. La palabra autoestima significa amor propio, seguridad, dignidad e identidad; significa ser segura de sí misma, no tener celos ni desconfianza, amarte, cuidarte, valorarte y nunca depender de los demás; significa ser independiente, tener sueños y metas, no tener miedo de perder personas y saber que eres una persona valiosa; significa no entregarle tu corazón a cualquier persona, no mendigarle amor a nadie, presumir que eres hija de Dios, no permitir que nadie te falte el respeto y no humillarse ante nadie, solamente ante Dios. Eso es tener un alto autoestima y es así como me encuentro hoy en día, porque ahí me ha puesto Dios.

    Nos mudamos y cambió un poco porque él tomaba con los vecinos y como nos mudamos, ya no estaban. Comenzó a haber intimidad entre nosotros y salí embarazada de mi príncipe azul, el pequeño Mateo. Yo le dije un día: Te puedo perdonar todo, menos la infidelidad. Te explico por qué no debes perdonar una infidelidad; bueno debes perdonar para tener paz en tu corazón, pero no debes seguir con la persona que te fue infiel porque:

    1. La persona que te ama no te miente, no te traiciona y tiene miedo a perderte. Desde el momento en que tu pareja comienza a escribirse mensajes con otra persona, pierde el miedo a perderte. No puedo perdonar una infidelidad por la siguiente razón:

    2. Te lo diré conforme lo dice la Biblia, la cual te recomiendo que leas:

    ¿Acaso no saben ustedes que su cuerpo es parte del cuerpo de Cristo? ¿Y habré de tomar yo esa parte del cuerpo de una prostituta? Claro que no. ¿Qué no saben ustedes que cuando un hombre se une con una prostituta se hacen los dos un solo cuerpo? Pues la escritura dice: Los dos serán como una sola persona. Pero cuando alguien se une al Señor, se hace espiritualmente uno con Él. Huyan pues de las inmoralidades sexuales. Cualquier otro pecado que una persona comete no afecta a su cuerpo, pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios nos ha dado y que el Espíritu Santo vive en nosotros? (Corintios 6:15-20).

    Nosotros no somos dueños de nuestros cuerpos porque Dios nos ha comprado por un precio muy alto. En resumen, cuando tu pareja se une con otra mujer que no es su esposa o pareja oficial, se une al espíritu de ella y los dos son un solo cuerpo. Él deposita su sangre en ella y ella en él, por lo tanto, si él viene después de tener relaciones sexuales con su amante a tener relaciones sexuales con su esposa, él trae el espíritu de su amante y lo deposita en el vientre de su esposa.

    Así se bañe y se proteja, nuestros cuerpos son espíritu. La esposa puede empezar a sentir los síntomas de otra persona en su cuerpo; es el espíritu que su esposo le está trayendo de otra persona, además de infinidad de enfermedades venéreas como el SIDA, la gonorrea, infecciones vaginales y la peor: la enfermedad de tu alma.

    Jamás podrás volver a tener relaciones sexuales en paz con tu pareja después de una infidelidad. La infidelidad es la herida y la traición más grande que sufre un ser humano, después de la muerte de un ser querido. Por eso mi consejo es: perdona porque mereces vivir en paz, pero no sigas en esa relación.

    La mayoría de los casos de infidelidad pasa en los matrimonios y parejas que tienen juntos 15, 20, 25, 30, 35 y 40 años juntos, porque la relación se vuelve tan fría que vivimos como compañeros de cuarto. Nos viene la pre-menopausia, nos volvemos frías con nuestra pareja y pensamos que al tener una relación estable de tantos años y tener hijos, ese hombre va a estar con nosotros el resto de nuestras vidas. Eso es un gran error.

    Nada es para siempre, pero cuando el amor es sincero y verdadero, y el hombre o mujer conoce de Dios y le teme a sus enseñanzas, puede contenerse y respetar esa relación, porque le teme a Dios, porque ama a su familia y porque respeta a la pareja.

    ¿Por qué son infieles las personas? porque andan sin Dios en su corazón, porque nunca han leído la Biblia, no oran, no rezan, no van ni a la misa dominical. Viven sin temor a Dios y sus cuerpos son más carne que espíritu. Cuando tú oras, recibes el cuerpo y la sangre de Cristo, lees la Biblia, rezas el rosario y ayunas, tu cuerpo se conecta con el Espíritu Santo, y tu espíritu es más grande que la carne. Llegas a sentir más placer de estar en las cosas de Dios, que placer sexual; eso es lo que pasa con los sacerdotes y monjas. Por eso es muy importante que cuando una pareja se case, recen y asistan a la

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