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Elogio a la Locura: adaptación en español moderno
Elogio a la Locura: adaptación en español moderno
Elogio a la Locura: adaptación en español moderno
Libro electrónico160 páginas5 horas

Elogio a la Locura: adaptación en español moderno

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Información de este libro electrónico

A casi 500 años de su muerte, Erasmo sigue siendo uno de los humanistas más importantes. Sus ideas influyeron no solo en los hombres de su tiempo, sino que quedaron plasmadas en profundos cambios históricos que dieron forma al mundo que hoy conocemos. Sin duda, este ensayo renacentista, publicado en 1511, es uno de sus textos más conocidos, tanto por el estilo sarcástico e irónico que lo caracteriza, así como por la cruda crítica que en él se hace hacia la humanidad.

La colección Transparente incluye obras literarias del canon clásico completas y de trama fiel al original, pero adaptadas al español moderno para facilitar la comprensión del lector del siglo XXI. Cada libro de la colección incluye una evaluación en línea para el lector y una evaluación de comprensión lectora descargable para el docente; dicha evaluación aborda las competencias interpretativa, argumentativa y propositiva.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 abr 2021
ISBN9781005073862
Elogio a la Locura: adaptación en español moderno
Autor

Gabriela Campos

Diseñadora industrial, estudiante de letras. Le gusta escuchar a Frank Ocean y a Los Tigres del Norte. Migrante interna.

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    Elogio a la Locura - Gabriela Campos

    [Habla la Locura]

    ¡Qué digan lo que quieran de mí! Ya sé que me atacan incluso los más locos. Pero aclaremos que, sin mi ayuda, la alegría sería un placer desconocido para los dioses y los seres humanos. ¿O acaso alguno de ustedes se atrevería a negar que desde que llegué la alegría brilla en sus rostros como el sol del mediodía? Las caras de pena y de meditación han cedido ante las carcajadas que resuenan por todo el salón. La felicidad corre por todas partes: mi influencia es innegable.

    Ustedes me recuerdan a los niños, mis compañeros eternos, cuya risa es una melodía eterna que recorre el universo. Lejanos parecen ahora los días en los que a ustedes se les veía tristes y meditabundos, como en un funeral. El cambio es tan drástico como cuando el sol alegra y alumbra el cielo después de las nubes negras del aguacero que eclipsó el día; o como cuando las flores que pueblan nuevamente los jardines anuncian la llegada de la primavera que se acompaña del viento que danza con las plantas en la fiesta de la vida: todo se renueva súbitamente, los colores son más vivos, las cosas parecen más bellas y la naturaleza renovada brinda el mayor espectáculo que regala la vida. La misma alegre renovación se manifiesta en sus rostros, que ahora dibujan sonrisas. Ni los mejores discursos, por más elaborados que sean (ni por la sabiduría que contengan), podrían causar el efecto transformador que yo he logrado aquí con mi corta presencia. ¡¿Dónde están las penas, las preocupaciones, los problemas?! ¡Se han esfumado, cual fantasmas!

    Si aún gozo de su atención, revelaré por qué estoy ante ustedes vestida con esta ropa tan llamativa. Pero no crean que pediré que me presten la misma atención que exigen sus predicadores: ¡por supuesto que no! Solo necesito una parte mínima de su atención, la misma que le brindarían a los cómicos, cantantes y vendedores ambulantes (aquellos que los entretienen en los parques) o como el inculto escucharía a una orquesta sinfónica, aunque esta fuera la mejor del mundo. Con ustedes pretendo hablar con la sabiduría de los maestros griegos. Evitaré la actitud pedante de los maestros actuales, quienes creen que enseñan porque llenan la cabeza de los niños con conceptos y conocimientos inútiles que solo sirven para que crean que son personas educadas. No, no trataré de parecer un sabio, pues no siempre quienes han sido llamados así han honrado tal distinción. Es preferible ser considerado alguien con una cultura mediana que un petulante, cuya vida está centrada en lo superficial. Dedicaré un elogio, una alabanza, que no será como la de los poetas griegos pero será la mía: «El elogio a la Locura».

    Cazam Ah • Elogio a la Locura de Erasmo • Gabriela Campos

    Sobre este elogio

    Empezaré por aclarar que no me quitan el sueño esos sabihondos que critican a quién se elogia a sí mismo, como si fuera inmoral opinar sobre la propia persona. Sin embargo, quien se juzgue a sí mismo sería considerado loco por esos sabios que hacen lo mismo que critican. No hay razón para negarle a una persona que se elogie a sí misma pues, ¿quién conoce mejor sus propios actos que uno mismo? Nadie puede hablar con más propiedad de mí que yo misma. Tal insensatez solo podría concebirla quien pretendiera conocerme mejor de lo que yo me sé juzgar.

    Por otra parte, considero, que mi proceder es mucho más humilde que el de la mayoría de los sabios que ha conocido la humanidad quienes, escondidos tras una falsa modestia, se dejan alabar cínicamente por otros; sin embargo, el sabio se muestra orgulloso y muestra soberbia cuando el ignorante lo compara con los dioses (sí, a él, al más desgraciado de los hombres), cuando lo ensalza como un dechado de virtudes aunque realmente esté hundido en los vicios, como el más necio de los charlatanes que cree que se hará millonario en una semana. Después de todo, no hago otra cosa que actuar según el proverbio: «Si nadie te alaba, alábate tu mismo».

    Me sorprende la maldad de los seres humanos contra mí. Todos dicen que me veneran, que disfrutan mis maravillosos beneficios pero es obvio que, pese a todo lo que reciben de mí, a nadie le ha pasado por la cabeza hablar de mis méritos con algún elogio hermoso. Sin embargo, las pestes, las moscas, las cabezas calvas y otras mil desgracias han contado con los más célebres conferencistas, quienes no han medido esfuerzo ni tiempo para alabarlos bulliciosamente.

    El discurso que ahora voy a pronunciar es espontáneo. En consecuencia, carece de engaños elaborados. Pero no piensen que digo esto como aquellos que pretenden ser modestos pero en el fondo esperan la ovación del público. ¡Nada más falso que esos personajes que presentan un discurso elaborado durante años (el cual, hay que decirlo, es más copia que ingenio genuino) como algo que hicieron en un par de días para pasar el rato! Por el contrario, a mí siempre me ha gustado decir las cosas sin exagerar la verdad.

    Por lo tanto, no vayan a esperar que dicte definiciones ni expresiones académicas. Esto sería absolutamente contradictorio. Las definiciones limitan el poder y yo desconozco los límites. Con tono académico, o sin él, el mundo entero me adora. Entonces, ¿por qué debería preocuparme por citar los mejores conceptos en vez de mostrarme tal cual soy, como estoy aquí, ante ustedes?

    En palabras sencillas soy la Locura, la que distribuye los dones entre los seres humanos; aunque creo que es innecesario decirlo, pues es evidente quién soy. ¿Acaso habrá alguien que me confunda con la Sabiduría o con la Cordura? Un solo instante junto a mí le revelaría quién soy, pues me presento sin máscaras. Soy la mismísima Locura en cualquier lugar: nadie podría dudar de mí, incluso aquellos aprendices de sabios que tanto desearían hacerlo. Sin embargo, los ignorantes, por más que se luzcan como sabios, al final se evidenciarán como lo que son por más que pongan, según ellos, toda su astucia en parecer sabios: ¡siempre serán los charlatanes que conozco!

    Estos aparentes sabios son muy mal agradecidos. Me admiran y me reconocen como su maestra pero se avergüenzan de mí en público. Es más, critican públicamente a los locos pues me ven en ellos como una mancha. Aun así, los locos deben ser reconocidos como los verdaderos sabios, los más grandes que haya conocido la humanidad. No cabe dude de que la Ignorancia es atrevida y encuentra muchos tontos que la alaben. A pesar de todo, quiero imitar a estos sabios-tontos que se creen seres iluminados porque son capaces de escribir discursos que nadie entiende pues, según ellos, mientras más incomprensibles, mejor. Son los mismos que adornan sus textos con citas de autores a quienes jamás han leído ni mucho menos entendido, todo por parecer intelectuales y apantallar a sus amigos con citas de extranjeros. Sin embargo, un pequeño gesto mío servirá para mostrar su ignorancia ante los demás. Pero retomemos nuestro tema…

    Cazam Ah • Elogio a la Locura de Erasmo • Gabriela Campos

    Sobre la Locura

    ¡Hablemos de lo que nos interesa! No se hagan los desentendidos, pues me dirijo a ustedes, los locos que me escuchan o me leen. ¿Por qué no? «Loco» es como llaman a quienes siguen a la Locura. Ahora ya están familiarizados conmigo, pues conocen mi nombre. Sin embargo, aún hay quienes desconocen quién soy en realidad y, por eso, trataré de explicárselo con ayuda de la Inspiración.

    Mi origen no está en ningún lugar extraño. No procedo de los dioses de segunda clase. Mi padre fue el dios de la riqueza aunque se enojen los sabios, los poetas griegos y los seres humanos; el mismo quien, a su sabor y antojo, otorga sentido a lo sagrado y a lo profano. Él es Pluto, el que conduce como le da la gana la vida de pobres y ricos. ¡Cómo quisiera tener más palabras para describirlo...! ¡«El Irreverente», ese es mi padre!

    A diferencia de otros dioses, mi padre no ha creado un ser malvado ni vulgar. Ha sido el más sabio al elegir a mi madre, pues me procreó con la más joven, hermosa y feliz de todas las divinidades. Fui una hija deseada, no producto del deber marital. Soy, pues, hija del amor. Fui engendrada cuando mi padre aún gozaba del ímpetu de la juventud: la mejor época de la vida de cualquier ser.

    Como ahora se considera muy importante conocer la tierra donde se ha nacido, para que nadie dude de mis orígenes, lo revelaré: nací en un lugar maravilloso, cuya tierra da los más exquisitos frutos sin la intervención del ser humano. En ella no se conoce el trabajo, la vejez ni las enfermedades; todo es paz y gozo. En los más hermosos jardines, que jamás han visto ojos humanos, me paseaba sin ninguna pena de que algo me alejara, ni por un segundo, del placer de la felicidad infinita.

    Como es lógico suponer, mi nacimiento fue una fiesta. Incluso se cuenta que nací sonriendo. Soy de esos seres que nacen una vez en cada milenio. De los mejores pechos obtuve la leche que me amamantó.

    A quien ha nacido para el placer solo podían acompañarlo el Amor Propio, ese engreído que está allí; la Adulación, porque siempre se requiere de alguien dispuesto a alabarlo todo; la diosa del Olvido, aquella que está ensimismada; la Pereza, que siempre invita al descanso; la Voluptuosidad, tan atractiva como siempre; la Demencia, la que está allá como ida; y la Delicia, la más agradable de mis acompañantes. Pese a que solo he referido diosas, aclaro que también se cuentan entre mis acompañantes dos dioses: el Tiempo y el Sueño. ¡Cuánto trabajo tendría si no tuviese estos colaboradores! Con su ayuda controlo, según mi voluntad, todo lo que hay en el universo. Dirijo a los que gobiernan el mundo.

    Ahora que saben quién soy, y quiénes son mis más cercanos colaboradores, no piensen que desprecio sin interés la consideración de diosa, pues he dado privilegios tanto a los dioses como a los seres humanos. Ante ustedes voy a revelar todo aquello de lo que he sido capaz: pido su atención.

    Se considera, con acierto, que «es don de dioses hacer el bien a los hombres»;

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