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Secretos de Mujeres: Dios no se equivocó, nos hizo a nosotras
Secretos de Mujeres: Dios no se equivocó, nos hizo a nosotras
Secretos de Mujeres: Dios no se equivocó, nos hizo a nosotras
Libro electrónico339 páginas4 horas

Secretos de Mujeres: Dios no se equivocó, nos hizo a nosotras

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Información de este libro electrónico

Este es un libro dedicado a todas las mujeres… A las naturales, a las sobreactuadas, a las sencillas, a las desinhibidas, a las cohibidas. En
fin, a todas aquellas que día a día buscan superarse.
Todas queremos sentirnos mejor. Todas queremos vernos mejor. Pero, fundamentalmente, queremos que nos quieran por lo que somos. Siempre y desde algún punto de vista aspiramos a valorarnos y que nos valoren. Y no está de más mencionar que en muchas ocasiones llegamos casi a desfallecer en ese intento. Pero, fieles a ese ímpetu de superación tan característico del género femenino, seguimos adelante.
En algunas oportunidades este accionar nos traba, nos frustra y hasta nos pueden llegar a enfermar. De la desvalorización y la inseguridad pasamos a la angustia o la ansiedad. En casos extremos, incluso podemos sufrir afecciones de la salud relacionadas con la exigencia.
Por eso, en este libro vamos a centrarnos en cómo evitar que las dificultades nos hagan daño. Cada capítulo se puede leer por separado, tiene su propia autonomía. Es utilizado el humor como nexo porque nos identifica, nos acerca y nos enseña a reírnos de nosotras y de nuestros prejuicios, mandatos que aún muchas cargamos en la mochila. Por supuesto, no falta la esquematización de ejemplos que se transforman en tips y soluciones para que podamos seguir o poner en marcha nuestra increíble carrera de auto superación.
En síntesis, es nuestro deseo poder acercarles más información para que elijan quiénes y cómo quieren ser en este nuevo mundo, en el que la realidad superar a la mejor comedia de Stand Up.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 mar 2021
ISBN9789878681368
Secretos de Mujeres: Dios no se equivocó, nos hizo a nosotras

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    Secretos de Mujeres - Fernanda de Alva

    Cubierta

    Secretos de Mujeres

    DIOS NO SE EQUIVOCÓ, NOS HIZO A NOSOTRAS

    Pequeñas delicias de la vida cotidiana que demuestran por qué de sexo débil no tenemos ni un pelo

    Fernanda de Alva

    De Alva, Fernanda

    Secretos de mujeres: pequeñas delicias de la vida cotidiana que demuestran por qué de Sexo Débil no tenemos ni un pelo / Fernanda De Alva. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tamara Herraiz, 2020.

    Libro digital, EPUB

    Archivo Digital: descarga y online

    ISBN 978-987-86-8136-8

    1. Autoconocimiento. 2. Autoestima. 3. Sexualidad. I. Título.

    CDD 155.3339

    © 2020, Fernanda de Alva

    Todos los derechos reservados

    Publicado por Muiños de Vento Editorial

    Soldado de la Independencia 864, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina

    @muinosdevento

    muinosdeventoeditorial@gmail.com

    Diseño de Cubierta e interiores: Jimena Guida para Muiños de Vento

    Edición y corrección: Tamara Herraiz para Muiños de Vento

    Fotos de cubierta e interiores: Diego Eidelman

    @eidelmanfoto

    www.diegoeidelman.com

    1era. edición: Enero 2021

    Edición en formato digital: Marzo 2021

    ISBN 978-987-86-8136-8

    Conversión a formato digital: Libresque

    No se permite la reproducción total o parcial, el almacenamiento o alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción es penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

    A mis hijos Santino y Gianluca que son, fueron y serán el motor de mi vida.

    A mí socia la Lic. Portas Esquivel que siempre quiso estar en todos mis proyectos y hoy es mi co-equiper favorita.

    A todas esas personas que pasaron por mi consultorio.

    A esos innumerables cursos de diversos temas y enfoques que dicté y que tanto me enseñaron.

    A todas esas buenas personas que quisieron compartir partes de su vida conmigo en algún momento y que me dejaron tantas enseñanzas.

    A todas esas otras personas que cuando me vieron caer, equivocarme o no saber qué hacer no me prestaron ningún tipo de ayuda. Porque, no me dejaron otra oportunidad que levantarme como pudiera y salir adelante.

    Un agradecimiento especial a Diego Eidelman, un gran fotógrafo argentino, con una gran calidad creativa, que colaboró con el proyecto desinteresadamente.

    Y, por último, a mí madre y a mí padre que de tan imperfectos y especiales hicieron que yo sea lo que soy.

    ¡Gracias a todos!

    Introducción

    Este es un libro dedicado a todas las mujeres… A las naturales, a las sobreactuadas, a las sencillas, a las desinhibidas, a las cohibidas. En fin, a todas aquellas que día a día buscan superarse.

    Todas queremos sentirnos mejor. Todas queremos vernos mejor. Pero fundamentalmente queremos que nos quieran por lo que somos. Siempre y desde algún punto de vista aspiramos a valorarnos y a que nos valoren. Y no está de más mencionar que en muchas ocasiones llegamos casi a desfallecer en ese intento. Pero, fieles a ese ímpetu de superación tan característico del género femenino, seguimos y seguimos adelante.

    El ideal sería que nos alcanzase con valorarnos y querernos a nosotras mismas, pero seamos honestas, a casi todas nos interesa eso tanto como la mirada, la valoración y el amor de los otros.

    Desde pequeñas muchas queremos ser como mamá y que nuestro padre nos quiera, que nuestras amigas nos incluyan y que los niños nos miren más a nosotras que a cualquier otra. En general, para esto contamos con la inigualable ayuda de nuestras mamás, abuelas, tías, hermanas o primas mayores que ven en nosotras la posibilidad secreta de superar sus propios logros. En ocasiones, también nos pasa, que encontramos en nuestro contexto extendido mujeres que nos observan o a quienes observamos y que perciben en nosotras una chispa especial, que hace que se conviertan en seres luminosos y especiales revelándonos muchos secretos que, tal vez, de otra forma no hubiésemos podido llegar a acceder.

    Así es como dedicamos gran parte del tiempo de nuestras vidas a ser lo que más podamos ser. Ser más lindas, ser más buenas, ser más inteligente, ser más sexys, ser más madres. Ser más y más de algo que muchas veces ni nosotras sabemos de qué se trata. Ser más, mejores y diferentes, muchas veces para algunas de nosotras, se convierte en el leitmotiv (tema central) de nuestras vidas.

    En esta difícil carrera que nos proponemos (no digo todas, pero insisto una gran mayoría) desde pequeñas nos encontramos con diversas dificultades. En algunas oportunidades esto nos traba, nos frustra y hasta nos puede llegar a enfermar. De la desvalorización y la inseguridad pasamos a la angustia o a la ansiedad. En casos extremos, incluso podemos sufrir afecciones de la salud relacionadas con la exigencia.

    Por eso, en este libro no vamos a centrarnos en lo que nos anula, sino en cómo evitar que las dificultades nos hagan daño. Encontrarás que cada capítulo se puede leer por separado y que, con la ayuda del humor y la esquematización de ejemplos, intentaremos acercarte tips y soluciones para que puedas poner en marcha, para seguir, o no, en tu increíble carrera de auto superación.

    En síntesis, es nuestro deseo poder acercarte más información para que elijas quién y cómo querés ser.

    Nota: Este libro en formato papel está impreso en letras grandes para aquellas que ya estén en la etapa de la presbicia o tengan algún problema en la visión. O bien para todas las que aman leer más cómodas. Si estás leyendo un ebook, recordá que podés cambiar el tamaño y estilo de la tipografía. Siempre, lo importante, es que puedas disfrutar de este camino.

    Las mujeres y la peluquería

    A mi fiel compañera de color, Armi, y a mi inigualable amiga Patricia, quienes cuidan que me vea tal cual yo deseo ser vista.

    Acabo de leer, mientras revisaba una de las redes sociales que suelo utilizar, un tweet que decía: En la peluquería… Ya mi cabeza no daba para más ¿Saldré más joven? ¿Mi novio me reconocerá? ¿Saldré más inteligente?.

    El impulso de contestar es casi irrefrenable: "Lo lamento darling la cabellera no nos cambia. No serás más inteligente pero seguramente, ¡saldrás más contenta!".

    La peluquería no es cualquier cosa para las mujeres, es un mundo muy especial en el cual ninguna mujer que se precie de tal ha dejado de transitar. Desde la joven que vive en el campo y que alguna vez fue a peinarse para esa gran fiesta, pasando por la dejada que no va nunca, a no ser que su cabellera ya no resista, hasta llegar a la obsesiva que va todas las semanas, conoce a todos por nombre de pila y mantiene sólidas amistades dentro de ese ámbito tan especial y mágico, que sólo está abierto a nosotras.

    Los salones de belleza suelen ser grandes representaciones de La Hoguera de las Vanidades. Todas, y sin escapar ninguna, cuando nos sentamos en el sillón frente al gran espejo lleno de luces que nos enfocan sentimos un especial cosquilleo. ¿Qué hacemos allí? ¿Para qué estamos? ¿Qué fuimos a buscar? Son preguntas típicas que aparecen como flashes en nuestras mentes (ustedes por supuesto pueden agregar las que quieran). La verdad es que tanto la temerosa como la autosuficiente o la superada, en ese momento perciben un pequeño vértigo pues, se trata de nuestras cabelleras, el marco de nuestras caras.

    En cuanto se nos acerca el estilista, el gurú de nuestra futura belleza capilar y nos dice: Bueno, ¿qué te parece que te hagamos?. Es inevitable, sentimos que estamos entrando en una especie de turbulencia emocional que desbarranca en diversas expresiones. A saber:

    Le decimos que hemos pensado en darle un vuelco a nuestra imagen.

    Comentamos que nos encantó el último corte de Julia Roberts y/o Emma Watson y le preguntamos qué tal se vería en nosotras.

    Somos directas. Le pedimos su opinión. Pero por las dudas le hacemos un test tipo multiple choice para saber si está en onda con las últimas tendencias.

    Arremetemos con LA pregunta: Flequillo, ¿sí o no?

    Siguiendo con nuestra incontinencia verbal, agregamos: Mi cabello es muy rebelde. Algunas lo decimos por lo llovido y pegado y otras por rizado y poco dócil. Pero eso sí, desde ya ninguna está satisfecha con lo que la madre naturaleza nos legó.

    ¡Ay, qué diferente hubiera sido nuestra vida si nos hubiera tocado el hermoso cabello de la tía Tita! o el de la vecina, la compañera de trabajo, la profesora de inglés, la novia del hermano y ¡hasta el de la esposa nueva de nuestro ex! Cualquier pelo menos el nuestro.

    Para colmo, cuando estamos con nuestro chamán, sentadas en el sillón, con todos esos foquitos que nos sacan a relucir hasta los más mínimos detalles, arrugas, imperfecciones, vellos, puntos negros, sombras…, se sienta en el sillón contiguo ESA que sonriente le dice a su Sensei capilar de manera superada: Haceme lo mismo de siempre que me queda regio.

    Inmediatamente, la miramos de manera incisiva y sin reparos tratando de ver qué le hizo. Si a ella le queda tan espectacular, ¿por qué a nosotras no? ¿Será que su gurú es EL gurú y nosotras nos equivocamos? ¡Qué duda! Puede ser que ya nada tenga sentido…

    ¡Stop! No podemos ser tan infantiles. ¡Nos tocó lo que nos tocó! Admitámoslo, nunca fuimos LA número uno, siempre la peleamos desde abajo así que, ¡a remarla! Enfoquémonos en nuestro estilista y pongámosle onda.

    Están las que se animan, le conversan y se hacen las simpáticas para sacar lo mejor del Joven Manos de Tijera (Película de Tim Burton de 1990). Y las otras que se angustian o ponen cara de susto porque no pueden manejar el sólo hecho de pensar en el espanto que les podría quedar en sus cabezas, que con tanta ilusión y miedo entregaron ¿Cuál de ellas eres?

    Porque, no lo vamos a negar, para nosotras las mujeres latinas o de casi cualquier lugar del mundo, el cabello lo es TODO. También porque nuestras parejas, madres, tías, primas, hermanas y amigas nos lo dicen.

    ¿Quién no ha tenido la sensación de que cuando no fuimos elegidas Reina de la Manzana, capitana del equipo de voley o secretaria de la maestra, fue porque nuestro pelo no había estado a la altura de las circunstancias?

    En fin, todas tenemos una historia secreta con las heredadas mechas. Algunas porque nuestras madres o sustitutas nos cepillaban el pelo cien veces hasta dejarlo electrizado pero lacio, para luego hacernos unas lindas trencitas llenas de simpáticas hebillitas, las que nosotras supimos mantener hasta entrada nuestra adolescencia. Otras porque nos permitían usar en absoluto desarreglo nuestros hermosos pelos y hasta permitían algún habitante foráneo que picoteaba nuestro cuero cabelludo. Hecho que maestros y congéneres miraban con horror (hablamos de piojos, liendres, pequeños parásitos invasores).

    Un corte y una quebrada*

    *Expresión Argentina que se refiere a la danza del Tango

    Todas sabemos de lo que hablamos. Estamos ahí, entregadas a ese momento sublime que representa nuestro corte de pelo. Sí, señoras y señores, de ese momento creemos que depende… ¡Ay, dependen tantas cosas!

    Acá entramos en otro tópico determinante. Por qué decidimos cambiar lo que teníamos hecho en la denominada popularmente peluca.

    Fácil y sencillo: no nos toleramos más. Nos vemos viejas, fuera de onda y aburridas de nuestra imagen. Al fin y al cabo, hace 15 años que tenemos ese corte carré, que ahora llaman bob y que creemos que en su momento nos convirtió en la Reina de Inglaterra, ¡sólo por el corte!, por favor… Entonces, le queremos poner fin.

    Ese grupo de amigas pesadas e indiscretas que nos dicen permanentemente que tal vez un vuelco en nuestra imagen es lo que necesitamos para que nos veamos, ¿mejor? ¿Más como ellas? La verdad es que no estamos tan seguras, pero son tantas las insistentes -y hasta nuestras hijas nos lo dijeron- que por temor a quedar como "viejas pasadas de botox (no precisamente por el novedoso alisado)" pensamos que lo mejor es tomarlas en cuenta.

    La opinión de nuestros maridos. Ellos que, como quien no quiere la cosa nos tiran en cada comentario como al pasar, pero de manera insistente un, qué lindo te quedaría…, cómo te iluminaría la cara…. O lo que es peor, nos dicen, ¡cómo nos rejuvenecería llevar el pelo rebajado como lo tiene Clarita! (Y Clarita es la mamá del nene que es el mejor amigo de nuestro tercer hijo y es, casualmente, la mujer con la que nuestro esposo está más hot que una pipa… No sé si nos queda claro.

    Queremos conseguir ese trabajo soñado. Nuestra vida no funciona. O bien porque nos morimos de hambre con lo que ganamos, o porque nos acabamos de separar o sencillamente porque estamos hartas de nuestro destino. Así que decidimos que, para impactar y conseguir ese puesto tan deseado, necesitamos un nuevo corte. Algo más profesional, más actual, más que tenga que ver con este nuevo look que deseamos transmitir.

    Porque todas se lo hicieron. Resulta que en mi grupo de amigas todas se cambiaron el corte. En verdad, quedaron como un grupo extendido de J Lo y Sus Bailarinas, pero todas aseguran que, a raíz de esta reciente y fabulosa transformación, sus maridos aumentaron su frecuencia sexual y todo el mundo se da vueltas en la calle para mirarlas, a su paso. Nosotras también queremos pertenecer a ese club de sensaciones. Si para entrar sólo hay que hacerse un corte de pelo, se hace. Nunca falta la hija que hace el reclamo: ¡Porque todas mis amigas se lo hicieron, Ma…! ¿Qué querés, que yo sea la ‘diferente’? Siempre buscás que pase vergüenza, que me miren por ser ‘esa’ que no lleva lo que las otras tienen… ¡Maaaaa! Yo soy feliz si soy como ellas, no si soy ‘distinta’. ¿Vos no me querés? Y, por último, manda la frase matadora: ¡Todas las madres de mis amigas se lo permitieron hacer!.

    Me dejó. Y me dejó por esa mocosa de porquería de la secretaria. Esa que parecía una mosquita muerta¹ y que no sabe ni cómo se limpia una cola sucia… Pero, bueno, ella sabrá el tesorito que se lleva. ¡Yo, gracias a Dios, libre para hacer lo que se me canta: dormir a pata suelta en la cama de dos plazas, escuchar música hasta cualquier hora y a todo volumen, tomarme todos los tragos que quiera y, por último, hacerme ese corte de pelo -que siempre quise- y él nunca me dejó ¿Cuál? Ese rapado con puntas decoloradas que me vuelve loca desde hace 20 años. ¿Qué? ¿Cómo que ya no se usa…?

    Todas deseamos estar in

    Otros tópicos que nos desvelan son Instagram y las revistas de moda… Cuando empieza cada cambio de temporada, las redes y estos magazines, que son el ideario de la mujer moderna, se llenan de las nuevas tendencias de ropa y por qué no, de peinados, cortes, colores y también maquillajes.

    De hecho, mientras esperamos que nos atiendan en la peluquería, es el momento más usual durante el cual nos enteramos, navegando en las redes o bien hojeando las notas y producciones de estas publicaciones, lo que están haciendo los gurúes internacionales en las cabelleras de mujeres neoyorkinas, londinenses, francesas, españolas y, obviamente, de la elite hollywoodense.

    Como si estuviéramos asistiendo a una verdad revelada, miramos lo hecho por las manos de estos profesionales -anónimos para la mayoría de nosotras- y, luego de observarlos con detenimiento, llegamos a la conclusión de que pocas veces podría quedarnos bien alguno de esos extraños peinados. Sin embargo, seguimos observando las imágenes, porque tal vez si le bajamos un poquito el tono del color por aquí y lo dejamos un poco más largo por allá, quizá sí podría funcionar. Todas queremos sentirnos parte, aunque más no sea por algún rasgo, de ese gran mundo donde todo se ve tan lindo y glamoroso.

    Algunas de nosotras cambiamos el corte de pelo como quien cambia de ropa interior. Asegurándonos a nosotras mismas (y a todos los que nos preguntan por qué tanta inestabilidad en nuestras cabelleras) que sólo es porque nos divierte y porque nos gusta sorprender. Por supuesto, esto dista mucho de lo que en realidad ocurre, pero esperamos que sirva para justificarnos debidamente. La verdadera historia es que nunca podemos llegar a estar más o menos conformes, no nos sentimos identificadas con lo que nos hacemos, pensamos que no estamos proyectando adecuadamente lo que somos y nuestra insatisfacción con nosotras mismas se apodera de nuestras cabezas.

    Todas pasamos por etapas de crisis y de cambios en la vida y de desconocernos en tal o cual aspecto. Pero en algunas oportunidades el desconocimiento es una parte importante de quienes somos. Es decir, nos conocemos poco, no tenemos bien armado nuestro esquema corporal en nuestro interior y, a veces, tampoco nuestro esquema emocional. Entonces nos aferramos a la búsqueda por ensayo y error para llegar a algún puerto. Pero cuando llegamos, no importa si es bueno o malo, nos parece inadecuado.

    Si estamos dentro de ese grupo, por favor, amigas detengámonos y no sigamos haciendo tan evidente nuestra dificultad. Vayamos a un corte lo más clásico posible y pongámonos a trabajar en otro sentido para estar armónicas. La frustración se hace mucho más visible de lo que parece con estos cambios de look constantes.

    Cuando la imagen se fija… ¡y no con aerosol!

    Otro grupo importante lo constituyen esas mujeres clásicas, clásicas en el más profundo sentido de la palabra. Cuando salieron de la secundaria fueron un día a la peluquería y se hicieron su primer corte de señoritas. Y ese mismo corte las acompaña desde aquel momento inigualable. Pasan los años, pasan los momentos más importantes de su vida y siempre se ven igual. Saben que les queda bien y se sienten seguras. A veces se preguntan si su imagen no estará un poco conservada en formol, pero enseguida se les quita la duda y vuelven a auto convencerse de que, sin duda, es lo que mejor les queda.

    En algunas ocasiones, signadas por la presión social, deciden hacerse un cambio. Todos las felicitan y las estimulan en ese sentido. Pero pronto, es decir con el primer lavado de cabeza (no sabemos cómo lo logran), ¡vuelven a verse iguales! Ellas no saben peinarse de otra manera y más aún, ¡no pueden verse distintas!

    Hablamos de la fijación de la imagen. Nos convertimos en fotos estáticas de nosotras mismas que nos dan algo muy importante: Seguridad. ¡Estamos seguras! Sabemos que no falla, pero el tiempo pasa y quedamos atrapadas en esa forma rígida. Muchas veces también es lo que ocurre con nuestras personalidades. Y si algo cambia, es para que nada cambie. En realidad, lo que sucede es que el miedo toma el control: miedo al cambio, miedo a desconocernos, miedo a vernos distintas (y que eso implique que somos distintas), miedo a comprender que el tiempo pasa y que nosotras somos vulnerables a él. En otras oportunidades tememos vernos más sexys, más deseables y que ese sentimiento nos invada y nos haga cuestionar qué sentimos realmente.

    Si te encontrás en este grupo, tenés que saber que las estructuras fijas y rígidas son peligrosas, porque por rígidas se transforman en fáciles de quebrar, como los cristales. Te propongo que te cuestiones qué pasa dentro tuyo y que de a poco te vayas animando a hacer algunos cambios pequeños pero que los sostengas. Un día te despertarás viéndote un poco distinta y te vas a dar cuenta, ¡que te gusta! Y lo que es más importante, serás menos rígida y estarás más satisfecha contigo misma.

    ¡Atención con el corte!

    Están las mujeres que hacen cambios por efecto espasmódico. Es decir, se ponen de novias y se cortan el pelo, se pelean con el novio y se cortan el pelo, se reciben y se cortan el pelo, se casan y se cortan el pelo, tienen hijos y cada uno de ellos es un corte de pelo distinto, se divorcian y… bueno, ¡puede ser que se rapen!

    A simple vista parecería que en sus cambios de cabellera ellas desean demostrar que algo importante les está pasando, pero atención porque muchas veces cometen graves errores y sus imágenes quedan francamente deterioradas. La verdad es que los que las conocemos, vemos con claridad esta tendencia de estas mujeres a expresar todo por medio de su pelo y solemos pensar que la deben estar pasando muy mal… Y en una de esas no es así. Pero si en una de esas es así, me pregunto: ¿Por qué hacerlo tan manifiesto?

    ¡Atención! Cuando estés frente a un evento importante de tu vida, no salgas corriendo a la peluquería. Probá con distanciar tu visita a ese lugar tan magnético. Interponé otras opciones antes de salir corriendo hacia allí, tomá un curso de yoga que te enseñe a respirar y a calmar tus emociones más primarias. También podés probar con hacer un curso de pintura que te permita expresar tus sentimientos desde otro lugar, el color es muchas veces una buena herramienta para sublimar nuestras expresiones más profundas. Y sino probá con lo que quieras, pero dejá en paz a tu pelo.

    Es muy duro cuando llegamos a casa y todos nos miran con cara de estupor y nos preguntan: "¿qué te hiciste?". Lo que es aún peor es cuando te encontrás con esa supuesta amiga o conocida que sabés que no te quiere nada y te dice: "¡Cambiaste el look! Te queda bien… ¡¿no?! Lo importante es que te sientas bien…". Y en ese momento tenés la absoluta confirmación de que, lo que hiciste fue, sin duda, un grandísimo error.

    Me atrevo a aseverar que las reacciones impulsivas no son buenas consejeras. Además, nunca falta el o la que dice que reaccionamos así porque tenemos un desequilibrio emocional o, lo que es peor, ¡un desarreglo hormonal!

    Cada cual, a su juego…

    Para empezar a redondear algunos conceptos básicos en los que todas deberíamos ponernos de acuerdo, la verdad es que el tiempo pasa, nuestras facciones cambian y, en la gran mayoría de los casos, nuestro peso también cambia. Por lo tanto, ese cabello que nos da marco a nuestra cara debería ir cambiando en cada etapa. La vida es dinámica y nosotras debemos acompañar también con nuestra imagen ese fenómeno natural. Las fijaciones son algo así como intentar tapar el sol con la mano. Pero bueno, siempre se debe hacer con un criterio que sea sólido y discreto, sino corremos el peligro de quedar hechas unas caricaturas de nosotras mismas.

    En general, cada cinco o siete años, podemos evaluar cómo vamos cambiando. Nos pasaron cosas lo suficientemente importantes como para sentir que ya no somos las de antes. Tomá ese sentimiento

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