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Nuevas estrategias de inserción internacional para América Latina
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Nuevas estrategias de inserción internacional para América Latina
Libro electrónico443 páginas5 horas

Nuevas estrategias de inserción internacional para América Latina

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El libro se interroga sobre la proyección política, diplomática, económica y comercial de América Latina y analiza las propuestas de los actores estatales, de la sociedad civil y las proposiciones de los organismos regionales. La pluralidad de temas que esta elección medológica suscrita es abordada a partir de un inédito concepto de "inserción internacional" sustentado en tres grandes componentes: desarrollo, vinculación entre factores internos y externos, y relación entre Estado y sociedad civil. En su conjunto, estos tres componentes teóricos soportan un original esfuerzo de conceptualización capaz de involucrar tantos los recursos, las representaciones discursivas, las ambiciones y las dimensiones simbólicas e institucionales que sustentan hoy en día las propuestas de la inserción internacional latinoamericana.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ago 2020
ISBN9789587904147
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    Nuevas estrategias de inserción internacional para América Latina - Rita Giacalone

    131-150.

    CAPÍTULO PRIMERO

    PENSAMIENTO DECOLONIAL Y NUEVOS ESTUDIOS INTERNACIONALES LATINOAMERICANOS

    ALDO OLANO ALOR

    Resumen

    En este capítulo se presentan los avances obtenidos por la teoría del sistema-mundo moderno y colonial junto a la teoría de la colonialidad del poder, en el actual debate adelantado en América Latina sobre la organización y el funcionamiento del sistema mundial contemporáneo. Siendo ambos dos componentes fundamentales en el pensamiento decolonial, proponemos que su participación abra múltiples posibilidades para continuar avanzando en la formación de los nuevos estudios internacionales latinoamericanos, los cuales son hoy en día una prueba del alto grado de inserción internacional alcanzado también en los campos intelectual y político, es decir, el de la disputa entre epistemes. De distinta manera, se han elaborado múltiples propuestas desde las particularidades aquí contenidas, y por su importancia recurro a la metodología transdisciplinar crítica en aras de alcanzar los objetivos planteados.

    Palabras clave: sistema-mundo moderno colonial, colonialidad del poder, nuevos estudios internacionales latinoamericanos, América Latina.

    INTRODUCCIÓN

    En este capítulo se hace notar la presencia de la teoría de la colonialidad del poder y la teoría del sistema-mundo moderno y colonial, en el debate adelantado sobre su organización y funcionamiento en la fase actual del sistema-mundo, el de la colonialidad global. Así, proponemos que lo producido de manera reciente con las teorías y estudios sobre la inserción del continente en el sistema mencionado, abra múltiples posibilidades para continuar consolidando lo que hemos denominado los nuevos estudios internacionales latinoamericanos. Debemos señalar que estos últimos se han fortalecido durante la última década debido a la apertura de nuevos caminos teóricos y metodológicos, algunos de los cuales son aquí trabajados, trayendo consigo posibilidad de un entendimiento más integral de la participación de América Latina en el proceso que acarreó el surgimiento de un sistema de alcance realmente mundial.

    De igual manera, destacamos cómo los principios de ambas teorías se han posicionado en múltiples escenarios académicos, como también en proyectos políticos y movimientos sociales que le apuestan a la transformación del orden mundial actualmente vigente. Como veremos a lo largo del libro, el debate sobre inserción internacional involucra temas como seguridad y defensa con la visible interacción entre lo externo y lo interno, o las relaciones que se han ido construyendo entre entidades subnacionales conforme la figura del Estado-nación se ha ido cuestionando en la fase actual del sistema-mundo. De igual manera, como se ha incrementado la participación de la sociedad civil, ya sea por medio de los gremios empresariales o los movimientos de los pueblos originarios en la elaboración de la política exterior de cualquier Estado latinoamericano. Súmenle la presencia de los intelectuales, militares o globalizadas tecnocracias que utilizando una renovada versión de la geopolítica en tanto disciplina, proponen esquemas de inserción regional distintas a las practicadas en décadas anteriores. En tal sentido, nos apropiamos de la definición que considera al concepto

    de inserción internacional [como] una contribución original al debate agente-estructura realizada desde una perspectiva de la toma de decisiones en política exterior y de la economía política en temas internacionales. […] Su origen es parte de la misma frustración intelectual con las teorías estructurales demasiado deterministas, pero con profundas raíces en las sensibilidades del Sur en general y del pensamiento internacional de América Latina en particular (Chagas, 2018, p. 12).

    Pero al lado de esto no podemos ignorar la propuesta intelectual y política contenida en el pensamiento decolonial latinoamericano, la misma que hoy muestra una activa participación en los debates inter-epistémicos que se vienen dando en distintas partes del planeta. Es una inserción que trasciende los temas de análisis ya mencionados y que, por ejemplo, permite avanzar en las nuevas miradas sobre el rol desempeñado por el continente en la formación de un sistema hoy vigente, y también participar en un tipo de inserción al interior de un régimen intelectual y académico que justamente se promueve desde escenarios que, de manera inevitable, se piensan como de alcance global. En tal sentido, debemos señalar que el capítulo fue expresamente elaborado con un conjunto de teorías inscritas en la trayectoria intelectual e histórica del continente, con las cuales se ha venido contribuyendo en la formación del que hemos llamado pensamiento decolonial latinoamericano.

    Algunos de estos principios fueron formulados de manera temprana por los integrantes del proyecto modernidad/colonialidad, en el marco de una búsqueda intelectual por dar un nuevo contenido al pensamiento que se origina en la región, el cual habría sido relanzado con la teoría de la colonialidad del poder formulada por Aníbal Quijano. No está demás compartir los argumentos utilizados por la profesora colombiana Vianney Díaz, en relación con los aportes de quienes lo integraban, pues es muy importante verlo como:

    una construcción alterna, crítica e innovadora que reflexiona sobre las complejas relaciones de dominación entre Europa y América Latina, con el objetivo de promover una nueva postura de pensamiento que desarraigue la herencia colonial, palpable en las relaciones sociales y culturales que aún permanecen como vestigio no tan endeble de la construcción de una identidad, la cual se forjó desde los albores de la modernidad en los siglos XV y XVI (Díaz, 2017, p. 129).

    Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, el capítulo ha sido dividido en tres partes. En el acápite uno se adelanta una breve explicación sobre la viabilidad adquirida por la metodología transdisciplinar en el pensamiento decolonial, y se hace notar cómo ha contribuido a renovar los estudios internacionales latinoamericanos, en un contexto marcado por la polémica sobre un sistema-mundo que es, a su vez, moderno y colonial. Es una aspiración compartida en distintos medios académicos con la finalidad de ir propiciando conocimientos situados en términos teóricos y metodológicos claramente establecidos. En este propósito, se ubican la teoría de la colonialidad del poder y la teoría del sistema-mundo moderno colonial, como teorías que surgen en la particularidad del entorno regional y están enraizadas en una trayectoria histórica: América Latina.

    En el acápite dos, se adelanta la revisión de algunos de los aportes que se han hecho desde la teoría de la colonialidad del poder, en lo relacionado con el funcionamiento del sistema-mundo moderno colonial en su fase actual, el de la globalidad liberal. Por ello, continuamos mostrando el interés adquirido por dicha teoría en la región, haciendo una breve presentación de ensayos y artículos escritos de manera reciente, en particular aquellos que forman parte de los nuevos estudios internacionales latinoamericanos. La novedad hacia el final del acápite es que dicha teoría comienza también a ser referida en otras regiones del planeta, por ejemplo, en ciertos países y regiones en Europa occidental.

    En el acápite tres, se establecen los criterios mínimos con que se ha organizado la teoría del sistema-mundo moderno colonial. Aquí hacemos notar una interesante disputa epistemológica, la cual, y como ha sucedido tantas veces, trae consecuencias en el campo de la política internacional. En este caso nos referimos a la establecida con la teoría de la gobernanza global, pues esta última no viene sino a mostrarnos la continuidad del eurocentrismo en el estudio del sistema-mundo, y con aquella se busca legitimar el dominio de los Estados occidentales en el sistema. Para ello se cuenta con una institucionalidad multilateral y distintas academias que promueven la gobernanza global, la misma que en todo momento se precia de ser democrática e incluyente.

    Antes de continuar, y como una forma de esclarecer un concepto utilizado a lo largo del trabajo, quisiera dar una definición de eurocentrismo. Este se identifica como:

    el nombre de una perspectiva de conocimiento cuya elaboración sistemática comenzó en Europa Occidental antes de mediados del siglo XVII, aunque algunas de sus raíces son sin duda más viejas, incluso antiguas, y que en las centurias siguientes se hizo mundialmente hegemónica recorriendo el mismo cauce del dominio de la Europa burguesa. Su constitución ocurrió asociada a la específica secularización burguesa del pensamiento europeo y a la experiencia y las necesidades del patrón mundial de poder capitalista, colonial/moderno, eurocentrado, establecido a partir de América (Quijano, 2000, p. 218).

    A lo largo del capítulo, salen a relucir las particularidades regionales y que hacen notar trayectorias históricas que claramente se pueden diferenciar de la construida en Europa o América del Norte. Cerramos con unas apreciaciones que no pretenden ser definitivas, sino más bien buscan fomentar y profundizar la conversación sobre problemáticas muy actuales. Al finalizar la introducción, hacemos notar que en este capítulo se utilizan algunas referencias de un escrito anterior (Olano, 2018), y lo hicimos con la ahora manifiesta voluntad de profundizar en el estudio de teorías y metodologías cuyo análisis pudiera haber pasado como incompleto en ese primer trabajo.

    1. LA METODOLOGÍA TRANSDISCIPLINAR Y LOS ESTUDIOS INTERNACIONALES

    En esta primera parte, quisiéramos destacar la validez que durante las últimas dos décadas adquirió, lo que distintos académicos e intelectuales han denominado metodología transdisciplinar crítica, sobre todo cuando trabajos elaborados desde esta perspectiva han contribuido a la organización de los nuevos estudios internacionales latinoamericanos. De igual manera, de entrada decimos que se mantiene una abierta disposición a distanciarnos de teorías, conceptos y definiciones inscritas en la tradición intelectual de las disciplinas ciencia política y relaciones internacionales, por estar no solo mediadas sino formulados con los principios del eurocentrismo.

    Por eso es que el capítulo se relaciona con quienes cuestionan los mecanicistas principios de aquella epistemología, y se asocia con la búsqueda por las bases de una nueva composición en la forma de acceder al saber. Así se puede entender la crítica al eurocentrismo y su inmovilismo teórico generado por un tipo de episteme, que tiene como núcleo central la racionalidad cognitivo-instrumental centrada en el principio cartesiano de la simplificación y en el principio newtoniano de la estabilidad de sistemas deterministas regidos por leyes válidas universalmente (Germaná, 2017, p. 269). En el caso específico de la propuesta metodológica que manejamos, muchos de aquellos estudios y con una fundamentación metodológica de orientación clara y abiertamente positivista, han tenido y visto a Latinoamérica como tema-problema y objeto de investigación. Una situación que tendió a agravarse cuando se produjo la organización de los estudios de área al interior de la disciplina relaciones internacionales, los estudios latinoamericanos, por ejemplo, justo en los momentos que Estados Unidos lograba la hegemonía global.

    Con la metodología propuesta, nos interesa también observar a quienes están por fuera de las teorías y la disciplina relaciones internacionales en la investigación del sistema-mundo que aquí lo consideramos también moderno y colonial. Las particularidades que veremos en los siguientes acápites, alientan que las lecturas e interpretaciones desde la región aporten en una perspectiva donde quedaron eliminadas las unilaterales visiones del racionalismo, sí, el mismo que desde sus orígenes implantó el pienso, luego existo como fundamento de su lectura e interpretación del mundo. Esto significa abandonar también el principio de la negación tan propio de la ciencia moderna, sobre todo en la vertiente de la dialéctica, aceptando la existencia de múltiples mundos y civilizaciones cuyos integrantes son, también, sujetos de conocimiento pensando desde su diversidad ontológica.

    De igual manera, la transdisciplinariedad crítica propone que no se fragmente la realidad con base en vanidosos principios de superioridad, y más bien se destaque la relacionalidad heterárquica, manteniendo las diferencias y acabando con las jerarquías en los tipos de saber. Por eso, lo transdisciplinar propone una actitud siempre dialógica, reconociendo la complejidad susceptible de encontrarse en todo nivel de análisis. Entonces, comparto la idea que sostiene la vigencia de tipos de pensamientos donde se ponen en juego la igualdad y la diversidad, como también la posibilidad de una relación heterárquica, puesto que esto:

    es un intento por conceptualizar las estructuras sociales con un nuevo lenguaje que desborda el paradigma de la ciencia social eurocéntrica heredado desde el siglo XIX. El viejo lenguaje es para sistemas cerrados, pues tiene una lógica única que determina todo lo demás desde una sola jerarquía de poder. […] Las heterarquías son estructuras complejas en las que no existe un nivel básico que gobierna sobre los demás, sino que todos los niveles ejercen algún grado de influencia mutua en diferentes aspectos particulares y atendiendo a coyunturas históricas específicas (Castro-Gómez y Grosfogel, 2007, p. 18).

    Ahora ya se conoce la poca disposición del pensamiento disciplinar por aceptar la existencia de múltiples realidades, y su dinámica interacción en la actual organización y funcionamiento del mundo contemporáneo. El método transdisciplinar-crítico se preocupa por construir un tipo de conocimiento relacional y complejo, que involucre la multiplicidad de aquellas, además de estar siempre inacabado pues es susceptible de revisarse todas las veces que sea necesario. Con esta metodología, se elimina la idea de verdad universal por el hecho de considerarse científica, y porque muestra la voluntad y preocupación de los administradores del conocimiento por encontrarla, para luego instrumentalizarla en beneficio de determinados intereses.

    Al respecto, un buen análisis de las teorías que han dominado al interior de la disciplina relaciones internacionales, el mainstream del que tanto se habla, fue realizado por el politólogo polaco Marek Pietrás en un artículo que fue publicado con el título de El cambio en la ontología y epistemología de la ciencia de relaciones internacionales. Pietrás sostiene que la mayor parte de todas esas teorías, son también parte de un conocimiento situado y están relacionadas con una ontología y trayectoria histórica ya establecida¹. En todo caso, eliminar la verdad procedente del saber científico institucionalizado, resulta relevante para el estudio que aquí se realiza, pues se propone un tipo de interacción con grupos no profesionalizados en relaciones internacionales, pero que desde hace mucho tiempo puede llamárseles especialistas por sus estudios sobre aspectos que también son parte del sistema-mundo.

    Desde esta perspectiva metodológica, es posible afirmar que los nuevos estudios internacionales latinoamericanos se caracterizan desde su origen por el multicentrismo. Es decir, parten por considerar que los centros y sus correspondientes periferias son irreales, producto más del sesgo ideológico con que han pensado los miembros de la disciplina, pero también por considerar que el mundo se mira y se piensa independientemente del lugar donde se ubique el sujeto del saber. Esto último le da sentido a la necesidad de profundizar en el giro epistémico decolonial, en tanto es una propuesta dirigida a la validación de todo tipo de conocimiento, el que se funda en su ontología y se define como situado. Entonces, y por medio de una actividad cognoscente plenamente localizada, el giro epistémico decolonial:

    pone en cuestión el orden de conocimiento prevalente, sus modos de validación y sus localidades. Para establecer un proyecto decolonial, es necesario primero una crítica epistemo-ética. Es la recuperación de otras voces provenientes de localidades geográficas no europeas: el pensamiento del Sur, de América Latina e India; es un modo de expandir la geografía del conocimiento. El giro epistémico decolonial comienza por reconocer que existe una geopolítica y una corpo-política del conocimiento. Los sujetos hablamos y pensamos desde una localización geográfica y dentro de una estructura de relaciones de poder (O’Connor, 2016, p. 132).

    Además, no se restringe a ciertos campos de análisis y sin abandonar su particularidad situacional, siempre parte de una perspectiva de totalidad, pues las relaciones al interior del sistema-mundo moderno y colonial, exigen un encaramiento exhaustivo de las partes actuando de manera relacional. Así se propone que los actores pueden participar en la organización de un renovado sistema, sin afán de dominio sobre las partes que lo componen y menos dominarlo en su totalidad. De igual manera, con la metodología transdisciplinar crítica, se puede ir más allá de los focalizados estudios que muchas veces diferencian lo nacional, su trayectoria histórica, de las formas en que se han organizado los sistemas regionales y globales. Por ejemplo, así se naturaliza la idea de que la república sea unitaria o federal, y sumada al régimen político democrático liberal es alcanzable en las condiciones en que se desenvuelven los países latinoamericanos.

    Por eso afirmamos, que al incorporarse una multiplicidad de nuevos actores en el entendimiento del sistema mundo, se puede ir más allá de los estudios y las relaciones internacionales con que se ha constituido el multilateralismo en sus distintas expresiones. Esto podría llevarnos a una integración participativa y multinivel, por ejemplo, involucrando en las políticas e instituciones públicas a sectores sociales y cosmogonías que antes no fueron tomados en cuenta. No se puede obviar la posibilidad metodológica de explorar en los intersticios y en las rugosidades del sistema, sin relativizar los resultados obtenidos en el proceso investigativo. Así se fortalece el involucramiento de diversos actores en el proceso de investigación, desde los estrictamente profesionales y también quienes se desempeñan en actividades no directamente vinculadas a la disciplina relaciones internacionales. Todo lo mencionado significa ver a lo transdisciplinar crítico como parte de un entorno de investigación y formación permanente, además de estar orientado a dialogar con la pluralidad contenida en todo lugar o territorio.

    Con esto último, se superan los límites del tradicional conocimiento disciplinario, reduccionista por lo compartimentalizado, necesariamente adscrito a un campo del saber científico y actuando en sus orígenes bajo el impulso y protección del Estado, pero también objeto de la iniciativa privada con el apoyo a los centros de investigación o universidades de élite. No debemos pasar por alto que de distintas formas, la transdiciplinariedad crítica llega a ser una metodología que se relaciona con el proyecto intelectual y político transmoderno pues en este, y siguiendo lo formulado por el filósofo argentino Enrique Dussel (2015), convergen las bases del ideal liberador de todo lo que ha significado el eurocentrismo. Este pensador lo resumiría como la búsqueda por el reposicionamiento de los momentos culturales propios negados o simplemente despreciados que se encuentran en la exterioridad de la Modernidad; […] los cuales deben constituirse en aportes al pensamiento decolonial latinoamericano desde las posibilidades hermenéuticas propias de la misma cultura.

    Esta última idea, permitiría aportar en la medida de ser un pensamiento crítico y situado que se origina en la biculturalidad de las fronteras, según el mismo Dussel, donde América Latina, e incorporando la multiversidad epistemológica que la caracteriza, retoma parte del espacio perdido ante la ofensiva del pensamiento liberal. Nuevamente la opción de llevar adelante la visualización de las llamadas gnosis de frontera, según lo consideró Walter Mignolo en un desarrollo de la metodología y el pensamiento transmoderno. Los intersticios pueden ser hoy en día los lugares en los cuales se puede articular lo que este autor ha definido como pensamiento de frontera, la cual sería una gnosis incluyente con nuevas categorías, producto de la ruptura con los límites establecidos cuando se institucionalizó un tipo de saber, el científico, en manos de los adscritos a la teoría tradicional y a las ciencias nomotéticas (en Walsh, 2002, p. 18).

    Es por eso entendible la atención prestada por quienes trabajamos con la interdisciplinariedad crítica, a todas aquellas epistemes que coexisten de manera conflictiva en las fronteras de los múltiples sistemas, lugares donde legalidades con diverso grado de legitimidad se entrecruzan, en tanto partes de un orden global cuyos impulsores promueven una mayor desregulación y reducción del Estado. Por último, y retomando la propuesta de Dussel, se necesita poner en marcha una estrategia de crecimiento y creatividad de una renovada cultura no solo descolonizada sino novedosa (Dussel, 2015). Con esta propuesta, se refuerza la posibilidad de tener diversas ontologías enraizadas en lo local en un contexto donde es posible

    vincular y relacionar campos de la vida y establecer conexiones entre lo ontológico (la decisión de existir en tanto autoafirmación), teleológico (las metas transgeneracionales que animan las existencias negadas), epistemológico (los métodos y las formas de pensar que han hecho posible tales existencias) y accional (las capacidades de actuar y decidir que hacen posible las existencias) (Juncosa, 2014, pp. 24-25).

    En esta parte del capítulo, es posible afirmar que la metodología transdisciplinar no absolutiza sobre la base de principios universalizados desde relaciones de poder históricamente constituidas, sino que propone incorporar las diversas y complejas visiones con las cuales se construyen realidades, las cuales, y de manera obvia, nunca perderán su particularidad. Es tal la fuerza de esta argumentación, que distintos estudiosos latinoamericanos del sistema internacional, claramente identificados con los principios de las ciencias nomotéticas contenidos en la disciplina relaciones internacionales, llegaron a considerar que los conocimientos producidos en su interior

    son el resultado de un tiempo y un espacio social y político determinado. La interpretación del mundo que expresa un paradigma se hace desde un punto de vista definible en términos de nación, clase social, poder ascendente o declinante. Esto es válido tanto para aquellas formulaciones originadas en el Norte, como para aquellas construidas en el Sur. La predominancia de una determinada visión del mundo, de un paradigma e, incluso, de una escuela o tradición de pensamiento expresa solo eso y, en ningún caso, el dominio de la verdad (Bernal, 2006).

    Aquí se debe mencionar la cercanía con lo que proponen los seguidores de las ciencias de la complejidad, puesto que aceptan la posibilidad de las emergencias y las irrupciones en todo tipo de procesos, desde los sociales hasta los biológicos. Con los obvios matices que deben tener en su interior, cosa similar se propone desde lo transdisciplinar crítico con el principio de la heterarquía. En este último se plantea que toda forma de conocimiento en su proceso de constitución como tal, mantiene el principio de la incertidumbre y su historicidad, además de trascender los límites disciplinares. El filósofo colombiano Carlos Maldonado ha considerado que las emergencias e irrupciones rompen las jerarquías en el conocimiento, e implican no solo lo inter, trans y multidisciplinariedad; sino, mejor aún, [generan] el cruce mismo, el diálogo, la cooperación entre enfoques, métodos, lenguajes y disciplinas distintas (2015, p. 40).

    Siguiendo los argumentos esgrimidos por el economista argentino e historiador de las relaciones internacionales, Mario Rapaport (2014), los estudios internacionales adelantados en América Latina, han mantenido la particular, y por ello valiosa característica, de indagar por el sistema internacional o sistema-mundo recurriendo a lo interdisciplinario. Se puede afirmar que en sus primeros momentos, durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, la profesionalización disciplinar en el continente se vio desalentada, ya sea por las recurrentes limitaciones presupuestales más las debilidades institucionales de tipo público o privado, las cuales invariablemente afectaron a los centros de educación superior o de investigación. Todo esto quizá fue más producto de la indeseada voluntad de los gobiernos latinoamericanos, al constatar la escasa capacidad de sus Estados para influir en los temas y problemas de alcance global.

    En todo caso, es posible asegurar que desde sus inicios y con la escasa institucionalización que habían logrado, los estudios internacionales en América Latina tuvieron un fundamento interdisciplinar. Por el momento en que se dieron, los casos más notables han sido el Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México y el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. Así lo hizo notar de manera temprana, el cientista político chileno Heraldo Muñoz (1980). Lo mencionado ha resultado positivo para el desarrollo de los estudios internacionales latinoamericanos, en tanto aporte a la formación de un tipo de conocimiento al que ya he considerado como situado. En tal sentido, desde los primeros trabajos en la década del sesenta hasta los muy actuales, la mayor parte de estos estudios han tenido la confluencia de:

    la diplomacia, la economía, la geografía, la demografía, las ciencias políticas y sociales, el estudio de las instituciones, el análisis comparado y, en la medida en que existen mediciones cuantitativas, estadísticas y documentación numérica, dentro de contextos históricos, que evolucionan en el corto y el largo plazo. Entre otras cosas, la ventaja del trabajo pluridisciplinario reside en la facultad de cruzar las teorías de esas distintas disciplinas (Rapaport, 2014).

    Teniendo esto en cuenta, y si aceptamos que los estudios poscoloniales se mueven en los espacios metodológicos promovidos por lo transdisciplinar crítico, reconociendo los invalorables aportes de diversos movimientos y teorías como los feminismos decoloniales y ambientalistas, el movimiento de los comunes y sus prácticas políticas, por ejemplo las que están enmarcadas en el bien vivir y el co-cuidado, entonces tendríamos que todas nos indican la situacionalidad en el conocer, leer, interpretar. En consecuencia, las teorías críticas producidas en años recientes han logrado:

    señalar la imposibilidad de un conocimiento no-situado: [puesto que] centran sus investigaciones tanto en el sujeto cognoscente realmente existente –y por lo tanto en su sexo, su clase y su «raza»– como en los lugares y situaciones en donde se realiza la producción de conocimiento –y por lo tanto en sus relaciones, instituciones y estructuras sociales–. […] han logrado evidenciar que detrás de la presunta no-situacionalidad y no-corporeidad del conocimiento científico suele esconderse no la mirada de Dios, sino del hombre blanco, occidental y colonizador. [Lo cual] ha socavado las bases sobre las que suelen sostenerse la objetividad y universalidad del conocimiento científico: [este siempre es], un conocimiento producido por sujetos dentro y desde ciertos lugares (Pimmer, 2017, p. 279).

    2. LA COLONIALIDAD DEL PODER Y LOS ESTUDIOS INTERNACIONALES LATINOAMERICANOS

    En este proceso de renovación teórico/metodológico de los estudios internacionales adelantados en la región, hay una teoría que ha sido objeto de especial atención por parte de investigadores ubicados en distintos lugares del continente. La teoría de la colonialidad del poder, elaborada por el sociólogo peruano Aníbal Quijano en la última década del siglo pasado, ha llegado a ocupar un lugar preponderante en la controversia sobre la organización y funcionamiento del sistema-mundo, pues, así como anima discusiones en distintos medios intelectuales y académicos, también influye en el accionar de diversos movimientos sociales alrededor del continente. Incluso orienta la elaboración de la política exterior de un Estado en América Latina, tal como lo demuestra Graziano Palamara, al estudiar el caso del Estado plurinacional boliviano en el capítulo sexto de este libro, titulado La relación Estado-sociedad: una variable para la inserción internacional. El caso de las agendas de Chile y Bolivia.

    En todo caso, la mayor parte de estos nuevos movimientos sociales y políticos pueden ser definidos desde antihegemónicos o alterglobales, hasta plurinacionales e interculturales², y sin importar mucho las diferencias que puedan existir entre ellos, rescatan el legado de quien tuvo:

    la suficiente osadía intelectual como para ir en contra del hegemónico pensamiento eurocéntrico y, desde de la periferia del sistema-mundo colonial/moderno, plantear categorías y conceptos que permiten establecer otra mirada sobre la realidad histórico-social que revela una configuración epistemológica que conforma una episteme descolonial. […] Se puede considerar que el principio de la colonialidad del poder [es] capaz de llevar adelante una ruptura epistemológica con el pensamiento eurocéntrico […] y que se impuso como la perspectiva de conocimiento hegemónica en el sistema-mundo colonial/moderno (Germaná, 2017, p. 269).

    Aquella teoría se nutre de las particularidades regionales y está presente en el debate contemporáneo desde y sobre América Latina, puesto que sus primeras definiciones surgen aquí para llegar a ser una teoría situada en la trayectoria histórica de un continente, la misma que ha estado marcada por la presencia de múltiples factores: los pueblos originarios en tanto civilizaciones realmente existentes en la actualidad, el colonialismo del siglo XVI y la modernidad del XIX, el neocolonialismo y la colonialidad del siglo XX como también por el viejo y el nuevo extractivismo, el de la acumulación por desposesión. Involucrando aspectos con los cuales se constituye cualquier civilización, la teoría de la colonialidad del poder logra ser una forma de entender el actual orden planetario, su autor diría el patrón del poder mundial, pues hace ver los fundamentos mismos de su actual organización y funcionamiento.

    Al mismo tiempo, y teniendo de por medio los momentos en que se asentaron las bases de lo que después fue conocido como Occidente y modernidad, Aníbal Quijano estableció que fue en América Latina donde se establecieron las bases del sistema-mundo moderno colonial. Una propuesta que refuerza la teoría de la colonialidad del poder considera que la constitución del sistema fue consecuencia de:

    la apertura geopolítica de Europa al Atlántico; [fue] el despliegue y control del sistema-mundo en sentido estricto, [es] la invención del sistema colonial, que durante 300 años irá inclinando lentamente la balanza económica-política a favor de la antigua Europa aislada y periférica. Todo lo cual es simultáneo al origen y desarrollo del capitalismo (mercantil en su inicio, de mera acumulación originaria de dinero). Es decir: modernidad, colonialismo, sistema-mundo y capitalismo son aspectos de una misma realidad simultánea y mutuamente constituyente (Dussel, 2015).

    Sobre la teoría elaborada por Aníbal Quijano, la antropóloga y teórica feminista argentina Rita Segato ha destacado su enraizada relación con la trayectoria histórica del continente, una mirada localizada la define esta pensadora y así se entiende la situacionalidad de su origen. Con esta teoría se altera la subalterna figura de la región en la historiografía imperialista, posicionándola en un lugar relevante en la estructura de poder mundial, y permite identificar con mayor precisión, los fundamentos del poder globalmente hegemónico. Por último, dicha teoría se caracteriza por llegar a ser un cambio radical de paradigma, en las lecturas sobre el colonialismo y la colonialidad (Segato, 2014, p. 176).

    La teoría ha hecho presencia por haber establecido la perpetuación del racismo, el patriarcalismo y la consecuente discriminación por cuestiones de género, más el abierto clasismo de la superioridad por razones económicas en la fase actual del sistema-mundo moderno y colonial. Sobre esto último, es la respuesta a quienes reiteran hasta el cansancio, las diferencias entre el llamado primer mundo, moderno, rico, industrial y desarrollado, con su opuesto antagónico del tercer mundo, tradicional, pobre, agrario, en consecuencia, subdesarrollado. Un conocimiento producto de utilizar argumentos que favorecen una visión simplista y naturalizadora, de origen binario, basada en el opuesto antagónico y maniquea por principios morales y políticos harto cuestionables. Ellos se encuentran en los múltiples documentos producidos por las distintas instituciones multilaterales, contando para su elaboración con la experticia de los consultores desde hace ya setenta años, quienes para el caso, y con otra forma de denominar, serían la tecnoburocracia del institucionalismo neoliberal y la colonialidad global.

    El pensamiento decolonial en los nuevos estudios internacionales latinoamericanos más bien hace notar la proporcional correlación que la colonialidad del poder mantiene con la del saber, el ser y la naturaleza, y todo esto debe tomárseles en cuenta dentro del proceso que ha llevado a la colonialidad global. Teniéndolos como un espacio donde se adelanta la revisión del sistema-mundo, desde la teoría en la

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