“OTONIEL”, EL SILENCIO MÁS BUSCADO
BOGOTÁ.— Mucha gente muy poderosa en Colombia no quiere que el principal capo de la droga de la última década, Dairo Antonio Úsuga David, Otoniel, hable de sus nexos con personajes del mundo político, militar, policial y empresarial.
Él está dispuesto a hacerlo ante dos instancias surgidas del acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que tienen como misión esclarecer episodios atroces del conflicto armado interno y procesar a los responsables: la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), pero hay intereses que están poniendo todo tipo de trabas para que ello ocurra.
El pasado martes 22, por ejemplo, la declaración que rendiría Otoniel ante la JEP se suspendió por segunda ocasión consecutiva por la presencia de policías con armamento de guerra en el calabozo donde está recluido el capo, a pesar de que el tribunal había pedido a los agentes abandonar el recinto “por motivos de seguridad nacional”.
Aunque la audiencia pudo llevarse a cabo un día después, el especialista en seguridad y crimen organizado Luis Fernando Quijano dice que está en marcha una operación “para impedir que declare todo lo que sabe sobre las alianzas de colombianos muy poderosos con el narcotráfico y con crímenes atroces, y para enviar señales a ese capo de que pagará un precio alto si rompe ‘la ley del silencio’ que impera en ese mundo”.
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