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Cómo decir deseo
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Libro electrónico166 páginas58 minutos

Cómo decir deseo

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Cómo decir deseo es un poemario que intenta responder la pregunta “¿quién soy?” partiendo de una dialéctica del deseo. Se trata de una obra que pone en cuestión los conceptos tradicionales de identidad, amor y sexualidad tal como los ha definido el patriarcado, valiéndose para ello de una lírica profusa en imágenes, así como un fuerte tono autobiográfico, con versos de largo aliento y un imaginario sentimental contemporáneo.Esta obra aporta, además, una formulación del amor en clave lgbt —concretamente lésbica— que llena un vacío frecuente tanto por su temática como por su forma en el panorama poético actual de habla hispana. Con una sugerente estructura dividida en dos partes: “Cómo decir deseo” y “La confusión de los géneros”, este libro invita a la intimidad y al descubrimiento de aquellas cosas que nos afectan como seres susceptibles de sentir amor, convirtiéndolo en una vía de autoexploración y autoconocimiento.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 dic 2020
ISBN9788412208177
Autor

Salvadora Drôme

Salvadora Drôme (Montélimar, 1963) es Licenciada en Filosofía y Letras con la especialidad de Filología Francesa en la Universidad de Granada, y Experta en gestión emprendedora en lectura y escritura por la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Extremadura. Es autora del poemario "Poesía sociable" (Fundación María del Villar, 1997), por el que obtuvo el Premio de Poesía María del Villar; y de "Cómo decir deseo" (Editorial Cántico, 2020). En el género narrativo ha publicado las novelas "El rumor" (Editorial Germanía, 2001) y "Marcel" (Puntoreklamo, 2008); y como dramaturga es autora de la obra de teatro "Por fin Antígona", por el que obtuvo el Premio de Creación de la Diputación de Córdoba. Su obra ha sido recogida en diversas antologías y libros colaborativos de la poesía reciente.

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    Cómo decir deseo - Salvadora Drôme

    SOBRE LA AUTORA

    Me llamo Salvadora Drôme, ese es mi nombre de escritora. Mi padre es Francisco Jiménez (el sastre) y mi madre Agustina López (la medianera). Los primeros meses de vida los pasé en Francia, en un castillo de Montélimar, allí aprendí gestos elegantes y conocí el Ródano, supongo que por sus jardines andaba el fantasma de Djuna Barnes y su idea de nobleza.

    Crecí en Málaga, en el más que barrio menos que pueblo de Campanillas, que naciera mi hermano me llenó de alegría. Comencé a enredarme en la escritura con siete años, en esa época surgieron mis primeros versos y desde entonces no he dejado de garabatear palabras. Gané un concurso en el colegio, otro en el instituto y de la mano del poeta Laurentino Heras fuimos recitando donde podíamos.

    En 1997 gané el certamen poético María del Villar Berruezo con la obra Poesía sociable. En 2001 me publicaron la novela El rumor y en 2008 la novela Marcel. En ese mismo año apareció mi obra de teatro Por fin Antígona. Además he colaborado en diversas revistas e impartido talleres literarios.

    Tengo tres blogs: El blog de Salvadora Drôme, Landa y el País de la Sencillez y Crónicas de Sal.

    Vivo en Córdoba desde mayo de 1994 y soy feliz.

    * * *

    Para Yolanda Bettioui, con deseo

    * * *

    CÓMO DECIR DESEO

    * * *

    ¡Sube el silencio cantando

    la luz del silencio viva!

    Emilio Prados

    Río natural

    El pudor y la justicia son, por tanto, 
indispensables.

    Jacqueline de Romilly

    La Grecia antigua contra la violencia

    * * *

    I

    No quiero llevarte por esas alamedas

    donde el sol se desvanece entre todos,

    allí donde esperé amores antiguos

    y la creencia de que las ciudades eran grises.

    No puede ser que te hayas salido de un cuadro

    y la voz no sea lírica

    sino anatómica para placer de extraños

    como si despegaran el mapa de tu cuerpo

    para estudios altamente pornográficos.

    No, yo no quiero eso.

    Quiero hablarte de mujer a mujer,

    del mundo incluso del que fuimos excluidas.

    Rozar la elegancia

    y llevar estandarte

    para decir tus senos y tus mares

    y esos ojos de dibujo sorprendido.

    Esposa mía

    para ti son pocos mil versos,

    la luz prudente de la urbe,

    las terminaciones osadas de las palabras,

    el hechizo de una justicia que nunca nos toca

    porque primero son los hombres de prestigio,

    las viejas damas que han luchado,

    la música cómplice que viene de Italia.

    Pero no me conocen,

    soy capaz de hacer estrofas

    como artículos merecidos de derecho,

    inventarme viajes para parecer extranjera

    y pasar mi lengua por tu columna

    a la vez que le doy las gracias a Wonder Woman

    porque vivas a mi lado siempre.

    Nadie sabe que estoy deseando volver a casa,

    a todas horas,

    volver a casa

    y derrumbarme con una bebida propicia

    ante ese vientre y su infinito

    ante ese pasado

    que las amigas han visitado

    sin ser conscientes de la visita.

    Y es que cualquiera te quiere.

    ¡Eres tan guapa!

    Eres tan guapa que se animan

    a tu contorno que es nuevo y generoso

    sin saber que ansían tu presencia y un brindis.

    ¡Oh, yeguas,

    miradas que se conjugan

    sin la madurez de las fantasías animadas!

    ¡Ay, mujer mía!

    Duermo soliviantada

    sabiendo que tengo que repartirte

    entre la noche verde, vecinas y vecinos

    y trabajos mal pagados.

    ¡Ay, mujer mía!

    Soy feliz con ese reparto

    porque tú lo has querido

    y porque yo no sabría desear

    quien no desea ser suya.

    Y, encima, que lo sepas

    te voy a regalar la flor del ceibo,

    rosada y venenosa,

    para que te entrenes,

    para que aprendas a tener cuidado

    de las falsas descripciones.

    Y civilizaré las afueras

    y sus márgenes,

    para que si algún día nos caemos

    tengamos a quien preguntarle por las señas

    donde las serpientes de oro y plata

    se achicharran en el sol de los exilios

    de las mujeres pobres.

    Volver al inicio

    * * *

    II

    Enormes ficus desde esta tierra

    donde la mentira está tan valorada

    y la sombra es ebullición y lío,

    correr mecánico

    donde tanto se aprecian las falsas antorchas.

    Llegamos después de atravesar

    mares desiguales.

    Viajamos con la leve recompensa,

    miserable tal vez,

    de vivir el destino de otro.

    Y mira que aprovechamos el regalo,

    forzado como todos los que se les ofrece

    a las que no tienen estatus de ciudadana.

    Y para ser grande y darte abrigo

    construí una cueva de espejos reflectantes,

    miles de camas elásticas,

    redecillas con el

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