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Independientes, ¿de qué?: Hablan los editores de América Latina
Independientes, ¿de qué?: Hablan los editores de América Latina
Independientes, ¿de qué?: Hablan los editores de América Latina
Libro electrónico230 páginas5 horas

Independientes, ¿de qué?: Hablan los editores de América Latina

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Independientes ¿de qué? funciona como un decálogo breve de los obstáculos más comunes a los que una editorial independiente se enfrenta en sus inicios y, con base en la experiencia de editores independientes de diversas latitudes, propone soluciones a éstos para fungir como apoyo y fomento a proyectos editoriales de nuevos editores latinoamericanos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 dic 2016
ISBN9786071646316
Independientes, ¿de qué?: Hablan los editores de América Latina

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    Independientes, ¿de qué? - Hernán López Winne

    Independientes, ¿de qué?

    Independientes, ¿de qué?

    Hablan los editores de América Latina

    Hernán López Winne y Víctor Malumián

    Primera edición, 2016

    Primera edición electrónica, 2016

    Diseño de colección: Marina Garone

    D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-4631-6 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    ÍNDICE GENERAL

    Nota del editor

    Agradecimientos

    1. Independientes, ¿de qué?

    Qué define al editor independiente

    Recorte del objeto

    2. Más allá del entusiasmo

    Origen

    Organización

    Naturaleza bifronte

    Inversión inicial y autosustentabilidad

    Hacia el primer título

    3. Primer título y catálogo

    Antes del primer libro

    La definición del catálogo

    El primer libro, los primeros errores

    La elección de los formatos

    Atrapar al lector

    Los tiempos del libro

    La definición de la tirada

    4. La importancia de darse a conocer

    La interacción con los periodistas

    El (no) impacto de la prensa en las ventas

    Fenómenos extraliterarios

    Redes sociales

    Economía de recursos

    5. Vender: la quimera del editor independiente

    La distribución en librerías

    ¿Autodistribución o distribución tercerizada?

    La distribución en el exterior

    Más allá de la distribución

    6. De feria en feria

    Ferias internacionales del libro

    Ferias regionales

    Ferias de editores

    7. Aspectos legales, tan importantes como relegados

    Los contratos

    Geografías

    Los tiempos

    Primera compra de derechos

    Identidad y marca

    8. Del texto al libro

    El contrato y el original

    Del manuscrito a la maqueta

    El diseño de la portada

    Cómo evitar algunos dolores de cabeza

    9. A modo de cierre

    La aparición del ebook

    Reflexiones finales

    Bibliografía

    Apéndice. Editores entrevistados

    Nota del editor

    A juzgar por la actual proliferación de sellos, parecería que en América Latina nunca como hoy resultó tan sencillo ser editor independiente. Pero que no se me malinterprete, pues fundar y sostener una empresa editorial no es, no ha sido, ni será cosa fácil: para mantenerse a flote publicando libros se requiere una delicada mezcla de entusiasmo y tolerancia a la frustración, amor a las palabras y las ideas, devoción por lo impreso —y en los días que corren también por los bytes—, sensatez contable, audacia rayana en lo temerario, respeto por los derechos de autor. Que en las últimas décadas hayan florecido de Tijuana a Ushuaia decenas de proyectos de todo pelaje editorial es una realidad que alegra y sorprende; editores literarios o de humanidades que se valen de sus propias fuerzas económicas los ha habido desde hace mucho —sirvan de ejemplo, en México, las casi septuagenarias Ediciones Era o, en Argentina, Ediciones de la Flor con su medio siglo—, pero es innegable que en las últimas décadas se ha vivido un auge de iniciativas que aceptan y aprovechan la lógica del mercado, que buscan sumar fuerzas mediante organismos gremiales, que ven en la profesionalización no una vía esclerótica sino un modo de fortalecerse.

    El libro de Hernán López Winne y Víctor Malumián es un ejercicio de introspección colectiva y generacional para entender qué entraña hoy ser editor independiente, en el que no se ofrecen recetas para alcanzar el éxito —pues por suerte esas fórmulas mágicas no existen— sino que, tras compendiar los problemas comunes que experimentaron algunas de las más recientes casas editoras de América Latina, y sobre todo las imaginativas soluciones que supieron darles, podemos escuchar de viva voz el testimonio de algunos protagonistas del boom referido arriba. Como ellos mismos son parte del objeto de estudio, pues desde 2008 dan vida a Ediciones Godot, Hernán y Víctor ponen en práctica el espíritu de cuerpo para analizar la experiencia de una treintena de colegas; habría sido imposible consultar a todos los miembros de esta tribu, por lo que los autores entraron en contacto con los sellos que se enlistan en el apéndice y a partir de un mismo cuestionario fueron tejiendo el hilo conductor de esta obra. Buena parte de lo dicho por los entrevistados va, como se estila, entre comillas, pero los autores se esmeraron en glosar las respuestas para producir un texto más terso y amable con el lector. Como en toda selección, la nómina de los incluidos, inevitablemente arbitraria, es mucho menor que la de los excluidos, pero creemos que sirve para mostrar la riqueza de opiniones de un sector que, por definición, es heterogéneo.

    Independientes, ¿de qué? está organizado temática, no geográficamente. Si bien sería interesante describir el estado de la edición independiente en cada país de América Latina, los autores emprendieron un recorrido por los asuntos que todo editor enfrenta sin importar el lugar en que esté activo. Por eso pasan revista, entre otros asuntos, a la construcción del catálogo, a las amargas dificultades de vender los ejemplares —con velado optimismo, consideran que es una quimera—, a la relación siempre estimulante con la prensa y las redes sociales, pero como la intención es mostrar desde qué realidad nacional habla cada entrevistado se incluye entre corchetes el nombre del sello y su país; confiamos en que quien lea la obra de principio a fin sepa excusar la repetición de esas coordenadas, muy útiles para quien la use sólo como una manual de consulta y la lea fragmentariamente. Por tratarse de una especie de conversación entre colegas que también son amigos, a menudo se menciona a los editores por su nombre de pila y no, de manera más solemne, por sus apellidos.

    Al preparar este libro, Hernán y Víctor comprobaron, además de que son numerosos los retos compartidos por sus pares, que nada nos separa más a los latinoamericanos que el idioma común. Queda para más adelante un glosario que dé cuenta de las diferencias lingüísticas en nuestra actividad, desde el chusco uso de machote para referirse en Colombia a una prueba de imprenta —en México se usa para hablar de un formulario— o el de forro, que en el habla rioplatense alude a un preservativo, para las tapas o cubiertas, hasta pequeñas diferencias en la jerga técnica: por ejemplo, los remitos y la maquetación argentinos son las remisiones y la formación mexicanas.

    Este volumen de Libros sobre Libros será de utilidad para los que ya ejercen el oficio editorial, al menos porque permite escarmentar un poco en cabeza ajena, y resultará imprescindible para quienes, felizmente enceguecidos por la pasión que los libros encienden, decidan sumarse a las filas de los editores independientes. En nombre de esos futuros —y que se me perdone el uso de esta palabreja— emprendedores, agradezco a Hertor, el ser híbrido que engloba a López Winne y Malumián, este generoso autorretrato gremial; estoy seguro de que contribuirá a que más proyectos de cimientos endebles se conviertan en empresas sólidas, requisito para ampliar en el largo plazo la diversidad bibliográfica.

    TOMÁS GRANADOS SALINAS

    Director de la colección

    Agradecimientos

    Queremos agradecer a Tomás Granados Salinas; sin él este libro no habría sido posible. Su visión sobre el mundo de la edición es tan inspiradora como edificante. Su paciencia y su devoción con este proyecto fueron admirables. También agradecemos a Alejandro Dujovne por sus comentarios, que sin duda enriquecieron el libro, y a todos los entrevistados, que son la esencia de esta recolección de experiencias.

    HERNÁN LÓPEZ WINNE

    VÍCTOR MALUMIÁN

    I. Independientes, ¿de qué?

    Este libro es un intento por producir un breve decálogo que ayude a evitar errores y comparta aprendizajes sobre la práctica de la edición independiente en Latinoamérica. Al abordar este tema, inevitablemente surge el cuestionamiento hacia una fórmula que se ha popularizado, sobre todo fuera del sector editorial, para referirse a un grupo de iniciativas que parecen compartir ciertas características. Quizá por economía verbal o por falta de un mejor término, cuando en los medios masivos se habla de editoriales independientes una serie de adjetivos vienen a la mente del lector, adjetivos difusos pero que delimitan un ideario en común de lo que abarca o escapa a esa categorización. En una mirada más minuciosa, aquello que incluye el término independiente está plagado de excepciones y contradicciones, y tal vez por eso se torna tan difícil definirlo con certeza. Hay marcados intentos por reemplazar esa fórmula: desde diversos subgrupos se revitalizan denominaciones como editoriales a pulmón, de pocos recursos, pequeñas, autogestivas, alternativas, unipersonales y microeditoriales, entre otros. Ninguno de ellos ha logrado romper las barreras endogámicas del sector.

    Son varios los editores que descreen de esa categoría de bordes borrosos que es la independencia, fundamentalmente porque implica una pregunta ineludible y de respuesta incierta: independientes, ¿de qué? Parecería que el mayor logro que ha generado esta categoría es cierto manto de pureza. Muchos editores de renombre han intentado acercarse a una definición al afinar sus límites, excluyendo paulatinamente algunos tipos de editoriales que no cumplen con los requisitos.

    En este primer capítulo intentaremos un acercamiento, no exento de fuertes influencias, a una posible definición. Nos parece interesante pensar lo independiente como una zona dentro del campo de la edición. Una zona en constante tensión donde hay varios actores en pugna por apropiarse de ésta y hablar en su nombre. Es una zona política, inestable y en constante cambio. Pensar lo independiente como una zona en lugar de una categoría nos permite abandonar lo binario que implica la categoría, el pertenecer o no pertenecer, para así proponer graduaciones de esta zona, la cual nos permite pensar en movimientos, pensar desde una lógica relacional. Hay editoriales que en un momento dado de su evolución pueden estar dentro de esta zona del campo y en su devenir alejarse.

    Los acercamientos a esta zona están compuestos por sucesivos recortes hasta alcanzar los valores de mayor coincidencia entre los colegas entrevistados. Intentaremos, como actores inmersos en el campo editorial, resaltar las características que demarcan una cercanía a esta zona.

    Entre los editores que han invertido su tiempo en categorizar el trabajo editorial se encuentra Constantino Bértolo, que fundó una especie de sello independiente —Caballo de Troya— dentro de un conglomerado editorial —Random House—. Según su forma de entender la edición, podemos encontrar tres tipos de editores: el humanista, el híbrido y el capitalista salvaje.¹ Cuando describe al primero, presenta a un individuo que posee sobrado capital y que, en lugar de invertirlo en una empresa más lucrativa, decide publicar libros a modo de expresión filantrópica. Al liberarse de la necesidad de generar ganancias, obtiene una completa libertad para publicar aquello que le gusta y puede perseguir la más alta calidad sin preocuparse por el retorno de la inversión. Estos editores pueden pensar la edición como un hobbie y no como un modo de subsistencia, lo cual no implica que sus ediciones no sean estupendas, pero sí que las lógicas del mercado no los afectan de la misma forma que al resto del sector. Al momento de realizar una apuesta editorial o pensar los costos de un viaje a una feria internacional, el factor económico no es determinante dado que la editorial cuenta con ingresos que no necesariamente provienen de su actividad central. Lo mismo sucede al momento de invertir en una edición de lujo o programar sus reimpresiones.

    Si tomamos en consideración que la bibliodiversidad no es más que la diversidad cultural aplicada al mundo del libro, veremos que las editoriales que materializan esa polifonía son aquellas que juzgan las obras por su calidad literaria o intelectual y no por su rédito económico. Si la edición que no se limita a la mera búsqueda de retorno comercial queda marginada a quienes pueden financiarse con otros ingresos, entonces estamos en presencia de un sector débil, pequeño y antojadizo. Si una gran parte de la industria respondiera a este tipo de editor, tendríamos un problema de corte sociocultural, pues quedaría en manos de la clase con los medios de producción la selección de los textos que deberían fomentar el pensamiento crítico, la literatura de calidad y la bibliodiversidad en el más amplio de sus sentidos. Algunos de los aprendizajes que ofrece este libro están ligados a las problemáticas de financiación, liquidez y rentabilidad, así como al instante en que la editorial no sólo es autosustentable sino que además produce dividendos para permitir a los editores vivir de ella y con ella. Dado que los editores humanistas están, en su gran mayoría, exentos de estas problemáticas, no basaremos nuestro análisis en sus experiencias.

    Existe una segunda clase de editor en la clasificación de Bértolo: el capitalista salvaje, para el que la publicación está determinada por los beneficios económicos y no por la calidad de los libros. El factor fundamental al momento de decidir si un libro integrará su catálogo no son los méritos intrínsecos sino su capacidad de venta. Este tipo de editor compra los derechos de una obra con miras exclusivamente en el rédito económico sin que, en principio, le interese detenerse en evaluar si esos libros son buenos o malos para el público y la salud mental o semántica, sentencia Bértolo. También dejaremos de lado a este tipo de editor, pues tampoco nos interesa la publicación de títulos para los que hay un marcado desequilibrio entre su faceta como bien cultural y su valor de cambio. Creemos que entre ambos polos se debe dar un delicado equilibrio. Pierre Bourdieu lo materializa al referirse al libro como un objeto de doble faz, económica y simbólica, que es a la vez mercancía y significación. Por ende, es natural pensar al editor como un personaje que debe conciliar el arte y el dinero. El editor en su definición ideal debería ser, a la vez, un especulador inspirado, dispuesto a las apuestas más arriesgadas, y un contador riguroso, incluso un poco parsimonioso.²

    El tercer tipo de editor es un híbrido, el capitalista humanista que persigue con el mismo énfasis la calidad y la rentabilidad: la mirada atenta tanto a la rentabilidad que le permitirá continuar con su trabajo editorial como a la calidad de los trabajos que publica.

    Si se toman los tres tipos de editor se puede plantear un primer recorte conceptual: para considerar independiente a un editor, el rumbo de su catálogo tiene que estar marcado por la calidad pero sin descuidar el retorno. Es en la búsqueda de ese equilibrio donde prima la calidad pero se concibe la editorial como un proyecto rentable. Para finalizar su taxonomía, Bértolo advierte: últimamente estamos asistiendo al intento falaz de apoderarse de un término —el de ‘editor independiente’— que históricamente nada tiene que ver con el hecho de poseer capital propio ni con el tamaño de la empresa, sino con el hecho de editar contra la corriente.

    Si miramos dentro de la última categoría de Bértolo, podemos ver un amplio abanico de editoriales, muy disímiles. Para refinar los parámetros de esa categoría y continuar nuestro descenso concéntrico hacia un delineamiento preciso de qué es la independencia, tomemos prestado un conjunto de ejes que Gilles Colleu³ propone. El primer paso de este editor y académico francés consiste en agregar a la categoría independiente la impronta, en el ecosistema del libro, del aporte cultural que hace el editor, y por ello lo denomina editor independiente de creación. Este punto no es casual: aquí se juega el aporte que hace cada obra al ecosistema cultural donde se inserta, el valor que tiene el libro y no su reducción a mero objeto de cambio. A partir de este giro vamos a trabajar dentro de la categoría capitalista

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