ME DESPIDO
mpecé a trabajar en cuando aún no había acabado los estudios de Filología Hispánica. Tendría entonces 25 o 26 años. O sea, corría el año 1983. Desde entonces, exceptuando los dos años que pasé en Italia, mi desarrollo profesional quedó ligado al ámbito editorial, sobre todo con la publicación de esta revista, pero también muchas veces echando un cable en la edición de libros. Aún recuerdo aquella composer electrónica en la que tecleaba los textos con formato de columna para luego recortar las tiras de papel y maquetar las páginas sobre una mesa de luz. ¡Madre mía, parece la prehistoria, pero solo han pasado