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Cartilla política
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Libro electrónico141 páginas1 hora

Cartilla política

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Estas breves páginas son el recordatorio de una filosofía política (es el único libro de filosofía política escrito por un mexicano en el siglo XIX) cada vez más actual y siempre necesaria. Escrita hace más de 150 años, la cartilla es de actualidad porque se trata de un afán civilizatorio todavía vigente, y de la posibilidad de mirar nuestro presente y futuro en términos de una urbanidad que no es, para nuestra desgracia, una costumbre entre nosotros.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 feb 2012
ISBN9786071609274
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    Cartilla política - Manuel Eduardo de Gorostiza

    Cartilla política

    Manuel Eduardo de Gorostiza


    Prólogo José Fernández Santillán

    Nota biográfica Alonso Lujambio

    Primera edición, 2006

    Primera edición electrónica, 2012

    D. R. © 2006, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    Empresa certificada ISO 9001:2008

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-0927-4

    Hecho en México - Made in Mexico

    Acerca del autor


    Manuel Eduardo de Gorostiza nació en Veracruz el 13 de octubre de 1789, pero pronto partiría a España y no volvería sino hasta 1833. Aunque conocido sobre todo por sus obras de teatro (la más famosa, Contigo pan y cebolla), también fue político, editor y diplomático; en 1833 publicó en Londres esta Cartilla política.

    Prólogo

    José Fernández Santillán

    Como cultor del pensamiento político siempre me ha interesado escudriñar en la producción literaria de esta área, en general, y en nuestro país, más concretamente. Considero que es importante rescatar y dar a conocer obras valiosas hechas por mexicanos que por una u otra razón han sido olvidadas o tomadas poco en consideración en nuestro tiempo. Tal es el caso del texto que el lector tiene en sus manos, realizado por Manuel Eduardo de Gorostiza.

    Vale la pena mencionar el modo en que tuve acceso a esta obra: la pasión por las ideas políticas en nuestro país la comparto con mi amigo Alonso Lujambio. Ambos habíamos platicado ampliamente acerca de la necesidad de encontrar obras no sólo de política en abstracto sino, específicamente, de filosofía política mexicana. Sabíamos de diversos trabajos de áreas como el derecho, la historiografía e incluso la sociología, pero no de algún ensayo que cumpliera con los requisitos metodológicos propios de la teoría política. ¿Cómo desentrañar los secretos del estudio de las ideas políticas en nuestro país que, teníamos la certeza, alguien habrá tenido el interés de plantearse más allá de los famosos escritos de José María Luis Mora, Lucas Alamán, Mariano Otero, Valentín Gómez Farías, Ponciano Arriaga, Ignacio Ramírez o el propio Benito Juárez?

    Esa inquietud nos movió a buscar en diversos lugares —librerías de viejo, bibliotecas nacionales y extranjeras, colecciones particulares— algún referente de lo que pudiera ser catalogado como distintivo del pensamiento político de nuestro país. Alonso logró ese propósito al exhumar este estudio: fue él quien puso en mis manos la Cartilla política que Gorostiza publicara en 1833 en Inglaterra.

    El siguiente paso era analizarla detalladamente y corroborar si, efectivamente, de acuerdo con pautas clásicas, la Cartilla podía ser catalogada en la lista de escritos de filosofía política mexicana. Luego de leerla experimenté un sentimiento combinado de satisfacción y orgullo al ver que se trataba, efectivamente, de un ensayo que cubre las exigencias más rigurosas de la filosofía política; ésa fue la satisfacción. El orgullo proviene de la propia biografía de Gorostiza, un personaje fascinante que a muy corta edad dejó la tierra que lo vio nacer y a la que, sin embargo, nunca olvidó. Tanto así que le dedicó, en edad madura, este ensayo de corte ilustrado. El cometido de Gorostiza fue contribuir a la elevación de la educación política de sus compatriotas.

    Se trata de un ejemplo notable de virtud. Montesquieu decía, al respecto, que la virtud se podía sintetizar en una sola idea: amor a la patria. Los griegos solían llamar eupátridas a quienes profesaban un sentimiento noble hacia la polis de su pertenencia, es decir, a los bien nacidos. Aquí está en manos del lector, tal y como lo quiso su autor, una obra de filosofía política con propósitos de educación cívica. Lo más importante es que sigue siendo válida como texto introductorio al complejo mundo de las ideas y de la práctica política.

    Gorostiza realizó una obra de filosofía política en la medida en que aborda los tópicos centrales de esa rama humanística. Por ejemplo, el origen y la fundamentación del poder político. Como buen estudioso del poder, comienza justificando la existencia de la sociedad política: siguiendo a pensadores como Spinoza y Rousseau sostiene que la sociedad se forma para suplir las insuficiencias de los individuos porque los hombres reunidos en torno a ideales e instituciones comunes están en posibilidad de efectuar cosas que cada uno por su lado sería incapaz de llevar a cabo; la civilización florece en la unidad y la concordia, en tanto que la barbarie sienta sus reales cuando surge la dispersión y la discordia.

    Al asumir la perspectiva dicotómica entre la barbarie y la civilización se acerca a las tesis de la escuela del derecho natural, también conocida como escuela contractualista, que divide el universo práctico en dos grandes áreas. A saber, el estado de naturaleza o condición no política y el estado civil o situación en la cual ya hay una autoridad constituida, un poder común. El paso de una a otra forma de vida se da mediante la estipulación de un convenio entre los individuos. Así, Gorostiza se distancia de la visión estrictamente bipolar al señalar la existencia de un estado de naturaleza, pero no de absoluto aislamiento como lo creyeron filósofos como Rousseau, sino ya de socialización, quizá un poco a la manera de Kant —también contractualista—, quien dijo que en el estado de naturaleza podían darse ya sociedades naturales, aunque no una sociedad política porque ésta sólo se forma por un acuerdo voluntario.

    Siguiendo a Aristóteles, Gorostiza indica que la comunidad política debe ser independiente y soberana, pero no se queda en esa apreciación: sostiene, junto con pensadores modernos como John Locke, que la sociedad debe estar encaminada a la protección de la libertad individual y en ella debe propiciarse el progreso humano.

    Gorostiza vivió en Inglaterra y seguramente allí abrevó del espíritu liberal para el cual el objeto primero del gobierno es la garantía de la propiedad. Autores ingleses como el propio John Locke y Jeremy Bentham —por citar sólo dos casos ilustres de filósofos que, aunque ambos liberales, pertenecen a escuelas filosóficas completamente distintas, el contractualismo y el utilitarismo— fueron de esa opinión. En este sentido, la fecha de publicación, 1833, es importante, en virtud de que un año antes se había registrado en Inglaterra un hecho de la mayor importancia no sólo para ese país, sino para el mundo en su conjunto. Me refiero a la promulgación del documento conocido como The Reform Act, por medio del cual se permitió la participación política de la burguesía. El hecho tuvo un efecto similar a la caída de una piedra en aguas mansas: desató una honda expansiva en círculos concéntricos cada vez mayores hasta, tiempo después, conquistar el sufragio universal. Vale decir que progresivamente fueron incorporados sectores cada vez más amplios de la población a los derechos civiles y políticos.

    El camino en pos de la libertad y la igualdad implicó, para Inglaterra y el mundo civilizado, la construcción de una política de agregación contraria a lo que siempre había sido la inclinación conservadora: la marginación de la población frente a los derechos más elementales, postura que coincide con el reforzamiento de los privilegios y la política de puertas cerradas.

    A partir de estas consideraciones contextuales, podemos afirmar que en Gorostiza se nota la influencia del espíritu reformista que entonces campeaba en Inglaterra. Por cierto, ya que hemos mencionado al reformismo liberal, en esta Cartilla política también se aprecia una cierta motivación utilitaria. Por aquí y por allá aparecen, sin ser nombrados, autores como el ya mencionado Bentham o escritores como James Mill y David Hume. La presencia del utilitarismo en el pensamiento de Gorostiza es palpable cuando habla acerca de que los individuos buscan el gozo y se alejan de las privaciones. En la nota 2 de la página 125 señala que las acciones humanas tienen que ver con el interés de las personas.

    Como se sabe, la tesis fundamental del utilitarismo es que los hombres para realizar sus acciones tienen como primer impulso buscar el placer y alejarse del dolor. Esto está íntimamente vinculado con la búsqueda de la felicidad y el alejamiento del sufrimiento. El cálculo racional, luego entonces, consiste en maximizar los beneficios y minimizar las pérdidas. La consigna del utilitarismo es alcanzar la felicidad para el mayor número de personas. Por eso mismo el utilitarismo no es tan sólo una teoría acerca de las preferencias racionales, sino también, en su sentido más constructivo, una propuesta de mejoramiento social.

    Cabe agregar que el utilitarismo fue, por eso mismo, una corriente de pensamiento aliada a las grandes reformas institucionales y sociales orientadas a elevar los niveles de vida de la población. El enemigo a vencer fue el cúmulo de privilegios y jerarquías propias del mundo feudal.

    Un tópico que no puede faltar en una obra de filosofía política es el de las formas de gobierno, y nuestro autor lo asume con destreza. Su tipología está formada por tres constituciones; a saber, la oclocracia o el gobierno de la

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