Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Breve historia contemporánea de Guatemala
Breve historia contemporánea de Guatemala
Breve historia contemporánea de Guatemala
Libro electrónico577 páginas6 horas

Breve historia contemporánea de Guatemala

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Panorama completo de la historia guatemalteca a partir de la Conquista española y, sobre todo, de la Independencia, en 1821, hasta la actualidad. Si bien se hace hincapié en los procesos políticos, no se descuida lo social, lo económico y lo cultural.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ene 2019
ISBN9786071661081
Breve historia contemporánea de Guatemala

Relacionado con Breve historia contemporánea de Guatemala

Títulos en esta serie (1)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Historia de América Latina para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Breve historia contemporánea de Guatemala

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Breve historia contemporánea de Guatemala - Jorge Luján Muñoz

    portada

    Jorge Luján Muñoz

    Breve historia contemporánea

    de Guatemala

    Fondo de Cultura Económica

    BREVIARIOS

    del

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    552

    Primera edición, 1998

    Segunda edición, 2002

    Tercera edición, 2004

    Cuarta edición, 2012

         Tercera reimpresión, 2018

    Primera ediión electrónica, 2018

    Fotos en portada por:

    Maynor Marino Mijangos

    Mynor Josué Hernández Lara

    Revisión de edición 2012, diagramación y diseño de portada a cargo de:

    Grupo Amanuense, S.A.

    Servicios editoriales: www.grupo-amanuense.com

    D. R. © 2015, Fondo de Cultura Económica de Guatemala, S. A.

    Centroamérica y el Caribe

    6ª. Avenida 8-65 zona 9, Guatemala, C. A. www.fceguatemala.com

    Comentarios: info@fceguatemala.com

    PBX: (502) 2334-1635

    D. R. © 2018, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    www.fondodeculturaeconomica.com

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-99922-4855-3 (impreso)

    ISBN 978-607-16-6108-1 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    PARA CRISTINA, JORGE,
    MARÍA ISABEL Y JAIME

    PREFACIO A LA CUARTA EDICIÓN

    Con especial satisfacción escribo estas líneas para la cuarta edición de mi Breve historia contemporánea de Guatemala. Después de una década y comprobar la aceptación que ha tenido (entre nacionales y extranjeros, entre estudiantes de nivel medio y universitario, entre diplomáticos e intelectuales, entre profesionales de muchas carreras y de las más diversas edades y posturas políticas), a instancias de la editorial escribo este prefacio.

    He incorporado adiciones en la parte del cierre del libro, en Reflexiones finales y en la Cronología, a fin de recoger mis comentarios y aquellos acontecimientos que considero más importantes a partir de 1997 y hasta 2008. Estoy convencido que de esa manera no sólo se actualiza la obra, sino que se garantiza que los lectores puedan encontrar información pertinente de diez años fundamentales de la historia de Guatemala. En mi opinión (y estoy seguro que lo mismo piensan muchos guatemaltecos) la situación del país en 2009 es no sólo incierta sino alarmante, tanto por los evidentes problemas y fracasos de los sucesivos gobiernos, como por lo complicado de la violencia, en gran medida provocada por el crecimiento del narcotráfico. Además, se comienzan a sentir los efectos de la crisis financiera y económica mundial, que habrá de tener resultados negativos en el país, sobre todo para la población más pobre. Está aumentando el desempleo, han disminuido las inversiones (nacionales y extranjeras), así como las remesas de los guatemaltecos en el extranjero. El panorama es preocupante.

    Necesariamente ahora siento más pesimismo y preocupación por el futuro de Guatemala que hace diez años. Ojalá sepamos superar los problemas y resolver las dificultades en forma pacífica, solidaria y dentro de la legalidad.

    Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a cada uno de los lectores, a los maestros que han utilizado la obra en sus cursos y a todos los que se han acercado a mí con sus comentarios y felicitaciones. Finalmente, expreso mi testimonio de gratitud al Fondo de Cultura Económica, y especialmente, al gerente general en Guatemala, Centroamérica y el Caribe, Carlos Alberto Sepúlveda Paredes.

    Gautemala de la Asunción, marzo-abril de 2012

    INTRODUCCIÓN

    En este resumen de la historia de Guatemala me propuse hacer, de acuerdo con los lineamientos de la colección de que forma parte, una reconstrucción de la evolución social de lo que hoy es Guatemala, desde la llegada de los españoles a la actualidad. Se trató pues de un esfuerzo de síntesis y simplificación de procesos complejos, y hasta contradictorios en muchos momentos, a fin de proporcionar una explicación coherente y amena, pero seria y objetiva en lo posible. Redacté la obra pensando primero en los guatemaltecos, que me parece carecen de una obra como ésta, en la que puedan conocer fácilmente las líneas generales de la transformación de su país, aunque también tuve en cuenta al público extranjero que desea enterarse, por muy diversas razones, del país que visitan o en el que van a trabajar y vivir.

    La organización del material requiere de alguna explicación. La casa editorial me pidió una historia contemporánea, lo cual podría entenderse que debería comenzar en el siglo XX o a partir de la emancipación. Sin embargo, me pareció imposible e inconveniente dejar afuera los fundamentos de lo que hoy es Guatemala, que se sentaron durante la Colonia. Lo que hice fue dedicar los primeros cuatro capítulos a dibujar la sociedad que se construyó y evolucionó a partir de la Conquista; tratar en otros dos la parte de la Independencia y de la República de Centro América y, luego, centrarme en la vida independiente hasta la actualidad. De esta manera conjugué el deseo de la editorial de dar especial importancia a la época contemporánea, pero sin dejar de tratar la parte de la dominación española. Termino con algunas reflexiones personales sobre las perspectivas que ahora se abren al país, al concluir más de 35 años de guerra civil y de violencia.

    No me refiero a la época prehispánica porque ello me habría obligado a sacrificar espacio en los períodos posteriores. Además, hay otros factores adicionales para ello: no soy arqueólogo y habría tenido que efectuar una síntesis de materiales ajenos y, sobre todo, porque el rompimiento que supuso la Conquista y la colonización fue de tal envergadura que es perfectamente factible tratar esa nueva etapa sin tener que aludir a lo precolombino. Además, existen buenas síntesis sobre la colonización maya que permiten a los interesados conocer adecuadamente lo que sucedió en lo que hoy es Guatemala antes de la llegada de los europeos.

    Al final aparece una cronología en la que se ordenan por años los principales acontecimientos en el país desde la Conquista hasta 1996, la cual complementa el texto mismo, ya que comprende muchos hechos que no aparecen en él. Asimismo, hay una bibliografía que incluye tanto los trabajos citados como muchos otros, con la idea de orientar al lector interesado en ampliar sus conocimientos.

    Es necesario dejar constancia de que esta obra la he terminado al mismo tiempo que culminó un importante esfuerzo editorial que ha estado bajo mi dirección, una Historia General de Guatemala, iniciada en 1986 bajo el patrocinio de la Asociación de Amigos del País, y que acaba de imprimirse. Se trata de una extraordinaria realización institucional y editorial, escrita por 156 autores especialistas, que en seis grandes tomos reúne los más recientes hallazgos y aportes acerca de la historia de Guatemala. No hay duda de que ella simplificó y facilitó mi tarea, ya que me permitió tener a mano trabajos valiosos que resumieron puntos de vista que, de otra manera, habrían sido de difícil consulta y condensación. La influencia que esta obra tuvo en la mía se manifiesta de muchas maneras, una de las cuales es la cita de muchos artículos provenientes de ella. Afortunadamente también esto me permitió incorporar nuevos datos y perspectivas.

    En lo posible, siempre busqué hacer un libro equilibrado, aunque por la naturaleza de la colección de que forma parte tuve que priorizar la historia política, pero sin dejar de tener en cuenta lo social, lo económico y lo cultural. Me esforcé también por no hacer una historia de los grupos dominantes que se asientan en el centro urbano capitalino, sino en la que se reflejen los diversos grupos que componen Guatemala. Además, si bien en historia es común fijar la atención más en los conflictos y problemas, que en los procesos normales, porque esos ciclos críticos son más configurantes que las etapas tranquilas, intenté en todo momento que se mostraran los procesos normales a la vez que los cambios y las transformaciones. Asimismo, me propuse escribir con un espíritu de tolerancia y de perspectivas amplias.

    Aunque haya buscado la objetividad y la imparcialidad, estoy claro de que ellas son sólo aspiraciones, y que me encuentro impregnado por mis puntos de vista y mis experiencias, especialmente en los hechos que me ha tocado atestiguar. No obstante, traté de mostrar las varias perspectivas y de captar distintas interpretaciones de los acontecimientos. Espero que aunque sea en algo lo haya logrado, y que esta obra contribuya a dar a conocer y explicar mejor la historia de Guatemala, y a que las nuevas generaciones se interesen por conocer mejor su pasado.

    I. INICIOS DE LA SOCIEDAD COLONIAL. LA CONQUISTA

    LAS SOCIEDADES DEL SUR DE MESOAMÉRICA HACIA 1500

    El límite sur de Mesoamérica, según se ha establecido, corre desde la desembocadura de los ríos Chamelecón y Ulúa (noroeste de Honduras), en el Atlántico, por una línea transversal de norte a sur que va hasta el golfo de Nicoya, pasando por la ribera norte del lago de Nicaragua. Antes de la Conquista, Mesoamérica era una de las regiones americanas más densamente poblada. Sin embargo, los cálculos varían notoriamente. Woodrow Borah y S. F. Cook suponen 25 millones sólo para la parte central y sur de México.¹

    Por ahora es prácticamente imposible hacer un cálculo aproximado, menos aún con alguna exactitud, de cuál era la población de Guatemala al momento de la llegada de los españoles. La zona más poblada desde la época prehispánica era el altiplano central y occidental, menos lo estaba el altiplano del oriente. En el litoral del Pacífico había alguna población, pero en menor número que en los altiplanos; mientras en el litoral Atlántico la densidad era mínima.

    La relativa concentración demográfica del área mesoamericana se sostenía gracias a una agricultura desarrollada, suficientemente avanzada y antigua para haber domesticado una gran variedad de plantas. Cultivaban casi 90 especies diferentes, de las cuales unas 70 eran originarias del área y el resto provenientes de Sudamérica. Su alimentación se basaba principalmente en tres cultivos: maíz, frijol (diversas variedades) y calabaza, que proporcionaban una dieta relativamente bien balanceada.

    De acuerdo con las características de cada región, usaban tres sistemas de labranza: el migratorio de roza (en las zonas menos fértiles o con más tierra libre), el de barbecho (en campos permanentes, con sistemas más avanzados, en los valles volcánicos de Chiapas y en el altiplano occidental de Guatemala) y el de terrazas e irrigación (sobre todo en zonas de México, pero también se dio en algunas regiones del altiplano de Guatemala) en laderas muy empinadas.

    Los grupos indígenas estaban organizados en señoríos o reinos relativamente independientes entre sí, con una clase gobernante hereditaria a la cabeza de varios calpulli o amaq. Hubo rivalidades y guerras entre los diversos reinos; de ahí que los centros ceremoniales o capitales estuvieran ubicados preferentemente en lugares estratégicos y elevados de fácil defensa. A partir del siglo XII se había producido una situación sociopolítica muy dinámica, primero por invasiones llegadas del centro de México, entre las que destacan los pipiles, y después (siglos XIV y XV) por el expansionismo k’iche’ a costa de sus vecinos, sobre todo mames, q’equchi’es, poqomchi’es y poqomames. Finalmente, a finales del siglo XV los kaqchikeles rompieron su alianza con los k’iche’s y entraron en una inmensa rivalidad, que desembocó en guerras, las cuales tendieron a favorecer a los kaqchikeles. Toda esta situación bélica debió de afectar el crecimiento demográfico, tanto por las muertes que ocasionaron, como por los vacíos de población que había en las zonas fronterizas más disputadas y peligrosas.

    LLEGADA DE COLÓN Y DE LAS PRIMERAS EXPEDICIONES

    Cristóbal Colón costeó parte del territorio centroamericano en su cuarto viaje, después de que pasó por Guanaja, la más oriental de las islas de la Bahía, a fines de julio de 1502. Por primera vez los europeos vieron manifestaciones de las altas culturas indígenas americanas: una gran canoa tan larga como una galera, de ocho pies de anchura, toda de un solo tronco, con indios bien vestidos. Fue tomada sin lucha y admiraron su contenido: mantas y camisas de algodón con diferentes colores y labores, espadas de madera con pedernal, hachuelas de cobre, cascabeles y crisoles, bebidas de maíz y cacao. Tomaron algunas muestras y liberaron a los navegantes. Al llegar a lo que hoy es la costa hondureña, Colón se dirigió a lo largo del litoral navegando hacia el este.²

    Pasarían dos décadas antes de que se iniciara la verdadera conquista. La actividad que siguió al primer contacto colombino fue puramente exploratoria, en la que intervinieron navegantes como Juan Díaz de Solís y Vicente Yáñez Pinzón (1508).

    AVANZADAS DE LA CONQUISTA

    Dos hechos causaron graves efectos demográficos: las expediciones de cacería humana y las epidemias. Al desaparecer la población aborigen en las Antillas, los españoles encontraron un método para resolver la falta de mano de obra: hacer expediciones a la Tierra Firme a fin de capturar indios y llevarlos para venderlos como esclavos. La poca evidencia no permite determinar la magnitud de estas acciones, pero hay testimonios de expediciones hacia las costas de lo que hoy son Costa Rica y Nicaragua, así como a las Islas de la Bahía y Honduras. Así, Hernán Cortés, en 1526, al referirse a las Islas de la Bahía (llamadas por él Guanajos), escribió …que algunas de ellas están despobladas a causa de las armadas que han hecho de las islas (Antillas) y llevado muchos naturales de ellas por esclavos…³

    Con el arribo de los primeros navegantes y náufragos llegaron también las enfermedades europeas, para las que los indígenas no tenían defensa biológica, las cuales ocasionaron epidemias devastadoras. Existen evidencias documentales en cuanto a los kaqchikeles, aunque es dable suponer que se propagaron a otras regiones. El Memorial de Sololá menciona la pandemia que debió comenzar en el último tercio de 1519 diciendo que primero se enfermaban de tos, padecían de sangre de narices y de mal de orina. Fue verdaderamente terrible el número de muertes… Murió entonces el príncipe Vakaki Ahmak. Poco a poco grandes sombras y completa noche envolvieron a nuestros padres y abuelos y a nosotros también ¡oh hijos míos! cuando reinaba la peste.

    Murieron el rey Hunyg y el Ahpop Achí Balam con dos días de diferencia, en abril de 1521. Fueron tantos los muertos que los perros y los zopilotes devoraban los cadáveres, probablemente porque no hubo quien los enterrara. Hay discrepancias acerca de la identificación del mal. Félix W. McBryde supuso que fue influenza; Daniel Brinton pensó en sarampión; Carlos Martínez Durán concluyó que los síntomas mencionados eran insuficientes para hacer un diagnóstico exacto, prefirió no ser categórico, e hizo ver que la etimología de la palabra kaqchikel chaac indica erupción, lo que contradice que haya sido influenza, y aun piensa en la posibilidad de tifus exantemático o tabardillo; y Murdo J. MacLeod creyó que pudo haber sido viruela, mientras otros han opinado que se trató de un conjunto de enfermedades sucesivas: sarampión, tifus, viruela e influenza.⁵ De acuerdo con la experiencia actual conocida, entre gente sin inmunidad previa, puede pensarse que murió hasta un tercio de la población del altiplano guatemalteco, y quedaron debilitados los sobrevivientes durante un año o más. Fue esa población de convalecientes la que se enfrentó a la expedición de Alvarado. Por otra parte, no hay que dejar de lado el impacto psicológico y social que debieron producir las mortandades.

    LA EXPEDICIÓN DE PEDRO DE ALVARADO

    Recién lograda la toma de Tenochtitlan, Hernán Cortés decidió ensanchar las conquistas hacia el Sur,…así porque tengo mucha información que aquella tierra es muy rica, como porque hay opinión de muchos pilotos que por aquella bahía sale estrecho a la otra mar, que es la cosa que yo en este mundo más deseo topar…⁶ Para ello preparó dos expediciones, una terrestre, mandada por Pedro de Alvarado, y otra marítima a cargo de Cristóbal de Olid.

    Los indios de lo que hoy es Guatemala habían recibido noticia de los castellanos. Parece que Moctezuma trató de obtener su apoyo contra los invasores; empero, la petición azteca no recibió mayor atención, probablemente por recelo, pues no olvidaban la reciente conquista de Soconusco y su política expansionista. Un texto indígena recoge el hecho. En los Títulos de Ixquín-Nehaib se indica que en 1512 (sic) llegó noticia, enviada por Moctezuma, del arribo de los castellanos, y que los caciques levantaron sus banderas y empezaron a coger sus armas de todos, y mandaron tocar sus teponauastlis y todos sus instrumentos de guerra,⁷ es decir, se aprestaron, pero no enviaron ayuda. Un tanto contradictoria es la versión de Cortés, quien dice que de las ciudades de "Uclaclán (sic) y Guatemala se presentaron hasta cien personas de los naturales…, por mandato de los señores…., ofreciéndose por vasallos y súbditos" de su majestad; ⁸ lo que supondría que tanto k’iche’s como kaqchikeles aceptaron pacíficamente ser súbditos del rey español, lo cual no recoge ningún texto indígena guatemalteco. Al contrario, se habla siempre de una postura de oposición de los k’iche’s y que sólo los kaqchikeles fueron aliados de los españoles, lo cual pudieron hacer cuando ya Alvarado se encontraba en Guatemala. Al menos es lo que se desprende tanto de lo que Alvarado escribió a Cortés (11 de abril de 1524) como del Memorial de Sololá.⁹

    Según escribió Cortés, envió a Alvarado de México-Tenochtitlan el 6 de diciembre de 1523 con ciento y sesenta caballos y trescientos peones, en que son los ciento y treinta ballesteros y escopeteros.¹⁰ Llevaba cuatro tiros de artillería, así como numerosos indios auxiliares, tlaxcaltecos, cholulas y mexicanos. Siguieron la ruta señalada por sus indios auxiliares, que era la seguida por los comerciantes, y se desplazaron por Tehuantepec y Soconusco a lo largo de la costa sur. Llegaron a la región llamada por los indios Xetulul (Zapotitlán), desde donde Alvarado despachó correos a los k’iche’s para que se sometieran. Sin esperar respuesta continuó su marcha y tuvieron lugar los primeros encuentros, cerca del río Samalá. Después cambió de rumbo, hacia el norte, iniciando el ascenso al altiplano.

    Antes de llegar a Quezaltenango les salieron al encuentro tres o cuatro mil hombres. Éstos hicieron retroceder la vanguardia de indios auxiliares, pero los castellanos lograron rehacerse, y cuando se reorganizaban vieron llegar más de treinta mil hombres, y plugo a Dios que allí hallamos unos llanos, pudiendo derrotarlos con la caballería. En esta batalla, dice el conquistador, "murió uno de los cuatro señores desta ciudad de Utatlán, que venía por capitán general de toda la tierra.¹¹

    Comentario específico merece lo anterior, dada la interpretación popular actual, que supone como nombre del jefe indio el de Tecún Umán, quien ha sido convertido en héroe de la nacionalidad. Ninguna fuente contemporánea o cercana a la conquista indica el nombre del jefe fallecido. En cambio en el Popol Vuh se dice que los dos reyes principales, Oxib-Queb y Beleheb-Tzi (cargos que correspondían a los Cavec) fueron ahorcados por los castellanos después de que llegaron a la capital Gumarcaaj (Alvarado dice que los quemó, y en esto coincide con lo que expone el Memorial de Sololá).¹² Si los dos reyes de la casa Cavec no estuvieron en la batalla y murieron después, el caído en la batalla probablemente fue uno de los otros dos reyes, el Ahau-Galel, que correspondía a los Nihaib, o el Ahtzic-Vinac-Ahau, de los Ahau-Quiché. Esto parece confirmarse con lo que dice el anónimo autor de la Isagoge histórica apologética; sólo se sabe que murió en ella un indio de sangre real, llamado Galel-Ahpop, que¹³ era capitán general. Si esto fue así, y siguiendo la nómina de reyes del Popol Vuh, el muerto debió llamarse Ahau-Cotuhé, si no fue él, pudo ser el otro, de la casa Ahau-Quiché, el Ahtzic-Vinac Ahau, que según el Popol Vuh se llamaba Vinao-Bam.¹⁴

    En los Títulos de Ixquín-Nehaib se narra poética y legendariamente dicha batalla, conocida como de Pachah o El Pinar, se dice que participaron 10 000 guerreros y el capitán Tecún, hecho águila, alzó el vuelo para intentar matar a Alvarado, Tonatiúh o Tunadiú en singular combate.¹⁵ Si esto hubiera ocurrido es seguro que Alvarado lo habría mencionado a Cortés en su carta, en la cual simplemente escribió que murió un importante jefe, y no asigna a nadie dicha hazaña.

    Al día siguiente llegaron a Quezaltenango (Xelahub) distante una legua, que estaba desierto. Después de varios días apareció un nuevo ejército, que Alvarado menciona como de 12 000 hombres del propio Quezaltenango y de los pueblos de la comarca, que no se pudieron contar.¹⁶ La batalla fue menos difícil. Después de esa victoria los reyes k’iche’s invitaron a los españoles a Gumarcaah (Utatlán). Desde el principio, según escribió Alvarado a Cortés, sospechó engaño y que el propósito era quemarlos dentro de la ciudad por lo que no quiso alojarse dentro; entonces asentó su real en las afueras. Alvarado invitó a los reyes a visitarlo en su propio campamento y los apresó; pero ni aun así dejaron de hostilizarlo, por lo que viendo que con correrles de la tierra y quemársela yo los podía atraer al servicio de su majestad, determiné quemar a los señores […] y mandé quemar la ciudad… De acuerdo con el Memorial de Sololá esto ocurrió el 7 de marzo de 1524.¹⁷

    Fue entonces cuando Alvarado pidió ayuda a los kaqchikeles, quienes enviaron dos mil soldados a la matanza de los k’iche’s, según el Memorial, aunque Alvarado habla de 4 000. Con ellos hizo una entrada y después de la cual los k’iche’s rogaron perdón, y Alvarado les dijo que viniesen a sus casas y poblasen la tierra como antes. Un poco más adelante agregó fríamente en su carta: En cuanto toca a esto de la guerra no hay más que decir al presente, sino que todos los que en esta guerra se tomaron, se herraron y se hicieron esclavos, de los cuales se dió el quinto de su majestad…¹⁸ Desde Utatlán escribió Alvarado a Cortés la carta que se ha venido citando. Después fue a Iximché, capital Kaqchikel, donde fue bien recibido por los reyes Belejé-Cat y Cahí-Ymox.

    La siguiente parte de la conquista la decidieron los kaqchikeles, pues al preguntárseles quiénes eran sus enemigos, dijeron que los tz’utujiles (sur de Atitlán) y los de Panatacat (Izquintepeque, Escuintla). Apenas a los cinco días de su llegada a Iximché, Alvarado continuó la campaña. El 18 de abril derrotó a los tz’utujiles, y retornó a Iximché, donde llegaron muchos señores de otras provincias de la Costa sur a dar la obediencia a sus majestades.¹⁹ Después decidió ir a Cuscatlán (El Salvador) y de paso atacar a los de Panatacat.

    Luego de ocho días en Izquintepeque continuó la hueste a lo largo de la costa sur, hasta penetrar en Cuscatlán. Los indios del camino desampararon sus poblados; sólo hubo un encuentro en Taxisco. En Acaxual (cerca del Acajutla actual) ocurrió una batalla, en la que según escribió Alvarado hirieron muchos españoles y a mí con ellos, que me dieron un flechazo de que me pasaron la pierna… de la cual herida quedé lisiado, que me quedó la una pierna más corta que la otra bien cuatro dedos.²⁰ De Acajutla fueron a Tacuzcalco, Miaguaclán, Atehuán y finalmente a Cuscatlán, donde siendo bien recibidos al principio, fue después desamparado, contentándose Alvarado con instruirles proceso y condenarlos en ausencia.

    Alvarado regresó a Iximché el 21 de julio. Procedió a fundar una villa (convertida después en ciudad) bajo la advocación de Santiago, probablemente el 27 de julio de 1524, y no el 25 como usualmente se dice.²¹ La llamó Guatemala por ser ese el nombre náhuatl de la capital kaqchikel. En siete meses y 21 días Alvarado había realizado una extensa campaña, sometiendo parcialmente los reinos k’iche’, kaqchikel, tz’utujil y parte de la región pipil y xinca. Si bien todavía faltaba mucho por conquistar, había sentado las bases del dominio español.

    AMPLIACIÓN DE LA CONQUISTA

    La hueste de Alvarado se encontraba, a mediados de 1524, muy mermada de indios auxiliares por el regreso de algunos a su país. Entonces se inició la llamada rebelión kaqchikel. Alvarado no supo mantener su alianza con los kaqchikeles porque los obligó a que le entregaran fuertes cantidades de oro. El 26 de agosto se fugaron de Iximché hacia las montañas. A principios de septiembre inició Alvarado su campaña de castigo.²² Los kaqchikeles, ya conocedores de las debilidades de los castellanos, se protegieron, abrieron pozos y sembraron estacas y siguieron un sistema que ahora se llama de guerrilla, evitando el enfrentamiento en batallas, sólo hostigando y retirándose a las montañas. En esta campaña los españoles tuvieron la ayuda de sus antiguos enemigos, los k’iche’y tz’utujiles. Además, hacia fines de 1524 o principios de 1525, llegó un refuerzo de 200 españoles enviado por Cortés, antes de su salida para Honduras.

    La campaña fue larga y difícil, pues Alvarado no se concentró sólo contra sus antiguos aliados, sino que quiso someter también a otros grupos y afirmar su presencia en Chiapas, Honduras y El Salvador. Así, a principios de 1525 se dirigió contra los poqomames de Mixco y Chinautla. Difícil fue la toma de Mixco (probablemente el actual sitio de Chinautla Viejo). Al mismo tiempo se hizo otra campaña en la región kaqchikel de Sacatepéquez y Chimaltenango. También, en julio de ese año, Gonzalo de Alvarado realizó una expedición contra la principal ciudad de los mames, Zaculeu, tomada tras largo asedio. Ese año se efectuó, parece ser, una entrada hacia la región del lacandón, al mando del propio don Pedro, sin mayores resultados.

    A inicios de 1526 la situación se hizo difícil para Alvarado. Recibió noticias de la presencia de Cortés en Honduras y petición de que se le uniera; cuando preparaba la marcha, un grupo de unos 50 españoles se amotinó negándose a acompañarlo. El 7 de febrero incendiaron parte de Iximché, y escaparon hacia Nueva España, quemando pueblos a su paso. Con ellos iban dos artilleros que hicieron mucha falta. Es posible que esto obligara a Alvarado a abandonar la zona kaqchikel y trasladar su real a Xepau, quizás cerca del actual Olintepeque en Quezaltenango, es decir, en zona aliada k’iche’. En ese año, dice el Memorial, tuvo algún descanso nuestro corazón…No nos sometimos a los castellanos…²³ Alvarado debió viajar a Honduras, con lo que se despreocupó temporalmente de la rebelión. Además, después regresó sólo para seguir a México y a España. Para sustituirlo como teniente gobernador, llamó a su hermano Jorge, quién llegó desde México con un importante contingente de indios de Ruauhquechollan (Huaquechula, Puebla) que lo ayudaron en la afirmación de la conquista. Primero reforzó la campaña contra los kaqchiqueles, para lo cual asentó su real en Chijxot, no lejos de la actual Comalapa, en territorio kaqchikel.²⁴ A fines de marzo de 1527 inició las acciones bélicas con relativo éxito. El 22 de noviembre estableció la ciudad de Guatemala en Bulbuxyá o Almolonga, en su primer asiento permanente con traza formal.²⁵ La rebelión aunque no dominada estaba en vías de serlo, pues sólo quedaban unos focos de resistencia en las montañas.

    Quizá aprovechando la rebelión y la llegada del visitador Francisco de Orduña, quien sustituyó a Jorge de Alvarado, tuvo lugar un levantamiento en la zona k’iche’ de Uspantán. La primera fuerza punitiva cayó en una emboscada, resultando heridos muchos castellanos e indios auxiliares. Entonces Orduña emprendió personalmente la acción, aunque sólo llegó a Chichicastenango, donde enfermó. Continuó la campaña con éxito el tesorero Francisco de Castellanos. Los indios que no murieron fueron hechos esclavos.

    También hubo rebelión en 1530 en la sierra de Chiquimula y Mictlán (Mita), al oriente del país, adonde fue una expedición con 60 castellanos e indios auxiliares, comandada por Hernando de Chávez y Pedro Amalín. Hallaron resistencia en Mictlán, que sometieron; entraron pacíficamente a Esquipulas, y tomaron Copán. El rey Galel huyó a la montaña, poco después se sometió. Asimismo, ese año se efectuó una expedición encabezada por Diego de Alvarado contra Tezulutlán (poqomchi’es), que tuvo éxito. Dicha región la conquistó y pacificó durante casi un año y la tuvo poblada con cien españoles, pero fue desamparada cuando sonó el Perú.²⁶

    En 1530 regresó Pedro de Alvarado ratificado como adelantado y gobernador. Llegó acompañado del sacerdote Francisco Marroquín, quien pronto tendría una gran importancia.

    Desde su regreso de España tenía Alvarado intención de ir al Perú. En 1531 inició los preparativos y en septiembre de 1532 tenía listas las primeras embarcaciones. Ya con una capitulación del rey para ir a la Especiería salió con 12 navíos en enero de 1534 y despobló su gobernación no sólo de buen número de indígenas sino de españoles, lo que provocó el abandono de zonas ya dominadas. Dicho año se estableció el obispado de Guatemala, con Francisco Marroquín como prelado. El adelantado volvió, después de su fracaso en Perú, sin los indios auxiliares y muchos de los conquistadores, en abril de 1535, y encontró alzamientos en varias regiones. Al año siguiente se fue don Pedro otra vez a España, de donde regresó a Guatemala hasta septiembre de 1539; casi de inmediato inició los preparativos de una nueva expedición a la Especiería.

    Pronto ardía la región en trabajo y los indios andaban alborotados porque los usaban para el transporte, desde Puerto Caballos a Iztapa y Sonsonate, de todo el material para la flota. También se trasladó a lomo de indio mucha artillería recogida en la gobernación. Otra vez despobló su territorio de españoles e indios. Para agravar la situación, una cédula concedía a cada español de su armada llevar dos indios esclavos. Con razón se dolió el obispo Marroquín ante el rey, en carta del 20 de noviembre de 1539: …porque con esta armada veo los naturales y los españoles tan desosegados y al gobernador tan poco cuidado de mirar por ella, ni hacerle bien, ni aprovecharla que no sé en qué ha de parar; sus pensamientos están puestos en la armada y todo ha de ser a costa desta pobre gobernación… Sobre los dos esclavos escribió Marroquín: es tan perjudicial que no lo puedo significar: y debajo destos llevarán mucha más cantidad de libres y esclavos.²⁷

    Por petición del ayuntamiento de Santiago, antes de partir se ejecutó a los reyes kaqchikeles Ahpozotzil Cahí Ymox y Quiyavit Caok (24 de mayo). Ya cuando se había marchado ejecutaron a Chuuy Iziquinú, Chicbal y Nimabah Quehchún, todos señores.²⁸

    Zarpó Alvarado en septiembre de 1540 y se dirigió a la Nueva España, donde se entrevistó con el virrey Mendoza para aclarar aspectos de jurisdicción en la conquista de las ciudades de Cíbola. Ya en camino de embarcar recibió solicitud de ayuda por parte del gobernador de Guadalajara, Cristóbal de Oñate, ante un alzamiento indio. El incansable adelantado acudió por última vez: en Nochistlán, al retirarse su columna en forma desordenada, cayó por una pendiente resultando malherido. Murió en Guadalajara el 4 de julio de 1541.

    CONQUISTA DE LA VERAPAZ

    Sobre este tema se tejió desde el principio una leyenda que se sigue repitiendo a pesar de que diversos autores han demostrado que los frailes dominicos tergiversaron su labor, a lo cual contribuyó en especial fray Antonio de Remesal con su crónica de principios del siglo XVII.²⁹

    La primera distorsión fue afirmar que la región nunca había sido conquistada y que, al contrario, en tres oportunidades se habían rechazado intentos de los castellanos, ya que se trataba de los indios más aguerridos de Guatemala. En realidad no están bien documentados esos rechazos. Se sabe, aunque no con exactitud, que hacia 1526, bajo el mando de Alvarado o quizás siguiendo sus órdenes, se inició un avance hacia el Lacandón, que se vio interrumpido; pero no hay certeza si coincide con la región después llamada Verapaz. Diego de Alvarado conquistó Tezulutlán en 1530 y después de un año lo abandonó, cuando sonó el Perú. Otro supuesto intento lo hizo en 1539 Alonso de Maldonado, entonces a cargo de la gobernación, luego de haber firmado con los dominicos su acuerdo sobre las bases en que se haría el intento de los frailes (1537), pero es probable que se haya dirigido a una región diferente, al oeste de Tezulutlán. Maldonado dice que fue a Candón (quizás Lacandón). De todas maneras tampoco hubo rechazo, ya que abandonó la empresa cuando supo la llegada de Alvarado a Puerto Caballos en 1539.

    La segunda tergiversación se refiere a que los indios se mantenían en pie de guerra contra los españoles y que de ahí viene el nombre indígena que significa tierra de guerra. En realidad la región sólo se hallaba sin dominar y, por lo tanto, como muchas otras en igual situación, recibió tal apelativo, que indicaba que los indígenas no estaban sometidos. Un tercer error fue situar la conquista pacífica en un corto período de 1538, con fray Luis de Cáncer en la empresa. La incorporación a la Corona no ocurrió sino hasta 1544-1545 (cuando sí actuó Cáncer), mientras que en 1538 sólo hubo contactos.

    En la región hoy llamada Verapaz se hablaban al menos tres idiomas diferentes, que es probable hayan sido unidades políticas independientes. En la zona de Rabinal estaban los k’iche’s, de reciente expansión. En Tezulutlán propiamente dicho (que ni los dominicos ni Remesal identifican exactamente y que Saint-Lu supone es el actual Tucurú) hablaban poqomchi’. Estas últimas regiones fueron las que sometieron los frailes, de las cuales la primera fue la que ocupó temporalmente Diego de Alvarado en 1530-1531. El intento original iba dirigido sólo hacia Tezulutlán; el éxito obtenido y la propia petición de los q’eqchi’es hizo que se extendiera al norte.

    El proceso tuvo lugar entre 1538 y 1545 pudiendo distinguirse dos etapas: una primera, de preparativos y contactos (1538-1539) y una segunda, de acción (1544-1545), separadas por un período de inacción (1539-1544). Al principio se acercaron con fines informativos; demostrada la factibilidad del proyecto, los frailes se retiraron para concurrir a un capítulo de su orden en México. En esta etapa participaron los padres Las Casas, Angulo y Ladrada. Previamente (1537) habían obtenido el compromiso de Maldonado de reconocerles la exclusividad en la región y no permitir castellanos en ella. En 1539, luego del capítulo, acordó Las Casas ir a España a obtener reales cédulas, contando con la recomendación de Maldonado, el ayuntamiento de Guatemala, el obispo Marroquín, autoridades de Nueva España, e incluso de Alvarado.

    Para ganarse la voluntad de caciques y naturales, los frailes usaron comerciantes e indios vecinos para darse a conocer, enviando con ellos cantos, oraciones y obsequios. Usaron la música, las prédicas en idiomas nativos, y la amistad. Hacia 1545 estaba terminada la parte más difícil. Las Casas, que no participó en ella, llegó desde su obispado de Chiapas, pues había logrado que estos territorios se reconocieran como pertenecientes a su jurisdicción y fue recibido apoteósicamente en Cobán. Marroquín, que consideraba a Tezulutlán como parte de su obispado, también acudió. Coincidieron ambos prelados en Tezulutlán (2 de julio de 1545) y fueron muy festejados. Ya entonces los dominicos exageraron su labor, pues el obispo de Guatemala, en su carta (dedicada precisamente a comunicar al monarca su visita de los nuevos territorios sometidos) escribió: Digo todo esto porque sé que el obispo de Chiapas y los religiosos (dominicos) han de escribir milagros, y no hay más destos que aquí digo.³⁰

    No era de extrañar la actitud de Las Casas y sus compañeros de orden: creían haber demostrado la validez de su tesis pacífica. Por otro lado, sabían que sus enemigos tratarían de disminuir su mérito y de arrebatarles lo logrado, poniendo a los indios en encomienda y cometiendo los abusos ya conocidos. De ahí que Las Casas hiciera levantar un testimonio para remitirlo al rey.

    BALANCE DE LA CONQUISTA

    La conquista de Guatemala tuvo diferencias con la de otras regiones. Los pueblos mesoamericanos, sedentarios y con una tradición de guerra y conquista, aceptaron su derrota con todo lo que ella implicaba: no dejaron su tierra y acataron a los nuevos amos. Pero hubo contrastes en el centro de México, que explican por qué dicha conquista fue menos destructiva. Cortés encontró una unidad política, que una vez vencida pasó, con todos sus pueblos dominados, a los vencedores. En cambio en Guatemala existía gran subdivisión política, de manera que la derrota, incluso de los más poderosos, como k’iche’s o kaqchikeles, no supuso el dominio de los demás. Hubo que ir logrando la sumisión señorío por señorío, en un proceso más trabajoso y destructivo. Se multiplicó el número de campañas y su duración se alargó. Los castellanos necesitaron poco tiempo para dominar el altiplano, se puede decir que en menos de una década estaban sometidos los grupos principales, pero hubo grupos periféricos que se tardaron más en dominar (la Verapaz lo fue hasta 1545) y hubo otros que no pudieron serlo entonces. Hasta 1697 no se dominó Petén, y en lo que hoy es Belice no hubo presencia española, lo cual facilitó la presencia de los ingleses a partir de la segunda mitad del siglo XVII.

    Por supuesto, la guerra causó mortandad, lo mismo que los abusos y la explotación, con todas sus consecuencias de desorganización social y desgano vital. Empero, todavía más graves fueron los efectos de los desplazamientos de indios y las nuevas enfermedades. Todas estas causas unidas provocaron una disminución tan grave que los mismos protagonistas de la conquista se alarmaron. El propio Pedro de Alvarado, en cita de Fuentes y Guzmán cuando se refiere a la ruina y desolación de los pueblos menciona, sin dar año, una misericordiosa ordenanza del adelantado en ocasión de una peste de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1