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Tu hijo a un clic de la pornografía: ¿Sabes qué hacer?
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Tu hijo a un clic de la pornografía: ¿Sabes qué hacer?
Libro electrónico166 páginas2 horas

Tu hijo a un clic de la pornografía: ¿Sabes qué hacer?

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Tu hijo a un clic de la pornografía. ¿Sabes qué hacer?
La pornografía llega a la vida de niños y adolescentes a edades cada vez más tempranas, a veces incluso cuando ni siquiera contemplaban su existencia o se han planteado la decisión de verla.  Con solo un clic, nuestros hijos podrían ser testigos de los deseos, las fantasías y las perversiones de un mundo adulto y diverso. La pornografía es un gran negocio que hoy afecta de muchas formas la visión que los jóvenes tienen sobre la  intimidad, las relaciones de pareja, la sexualidad, el placer, e incluso, lo que se espera de un hombre o de una mujer.
¿Cómo podemos acercarnos a nuestros hijos para hablar de este tema? ¿Cómo prepararlos para saber qué hacer en caso de toparse con ella? ¿Cómo ayudarles a cuestionar los discursos que ésta brinda? Este libro propone una oportunidad para generar un diálogo abierto con niños y jóvenes que nos permita acompañarlos y evitar que la pornografía empañe su vivencia de una sexualidad plena, placentera y libre de violencia en el futuro.
IdiomaEspañol
EditorialGratia
Fecha de lanzamiento20 oct 2020
ISBN9788417303341
Tu hijo a un clic de la pornografía: ¿Sabes qué hacer?

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    Esta super facil de entender y los Consejos geniales !!

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Tu hijo a un clic de la pornografía - Elena Laguarda Ruiz

El por qué de este libro

Desde hace más de 15 años, cuando comenzamos a impartir talleres de sexualidad a niños y adolescentes, hemos notado un cambio en la visión que tienen respecto a la sexualidad. Las necesidades e inquietudes de los menores van transformándose. Mucho se debe a la información que reciben hoy en día de los medios de comunicación y la nueva tecnología. Y aunque sabíamos que tenían acceso a imágenes y contenidos inadecuados para su edad, nada nos había preparado para el shock que vivimos una mañana con un grupo de niños de 11 años de edad. Era la primera vez que trabajábamos con ellos. Apenas estábamos presentándonos y explicando que íbamos a darles un taller de sexualidad, cuando inició el bombardeo de preguntas incómodas: ¿Cómo se excitan las mujeres?, ¿qué es el aro vibrador?, ¿qué juguetes sexuales existen?, ¿qué es el blow job?, ¿eres virgen?, ¿tuviste relaciones antes de casarte?, ¿cuál es tu posición favorita?, ¿te gusta el sexo oral?, ¿alguna vez has enviado un pack?

Si bien alguna vez nos habían hecho preguntas similares, éstas habían salido de las bocas de estudiantes de preparatoria. Ahora nos enfrentábamos con niños que nos hicieron saber, sin lugar a dudas y con sus propias palabras, que la pornografía ya estaba presente en sus vidas.

A partir de entonces, este tipo de preguntas se volvieron cada vez más frecuentes. Entrábamos a salones en los que las niñas se quejaban de que sus compañeros todo lo mal pensaban y utilizaban un lenguaje vulgar y soez: Maestra, ya me cansé de que mi compañero me diga ‘te la quiero meter’ todo el tiempo. Tuvimos que empezar a abordar el tema de la pornografía cada vez a más temprana edad, generando mensajes de prevención e intervención tanto con los niños, como con sus familias. Para nuestra sorpresa, una de las últimas intervenciones que tuvimos fue con niñas de 8 años que, cuando supieron que hablaríamos de sexualidad, comenzaron a inquietarse. Cuando iniciamos el taller platicándoles sobre los bebés y el embarazo, se taparon los ojos y oídos como si fuéramos a enseñarles algo inadecuado, sucio. Tenían una fuerte aversión a cualquier referencia sobre el tema. No fue sino hasta que logramos que hablaran sobre sus miedos cuando pudimos ayudarlas: ¿Por qué los hombres meten el pene en la vagina?, ¿Cómo es que cabe un pene tan grandote en un hoyito tan chiquito?. Lo lamentable de este caso era el significado real detrás de sus palabras: estas pequeñas habían estado en contacto de manera constante con pornografía dura, que no sólo les había mostrado una visión de la sexualidad muy alejada de su realidad de niñas, sino que también las había convertido en testigos de un abuso sexual infantil, a través de la pantalla de una computadora.

No hay duda de que la tecnología y la gran industria pornográfica, que hace que este tipo de contenidos invadan las mentes de los niños a edades cada vez más tempranas, nos están ganando la partida. Este libro es un esfuerzo por cerrar filas y abrir los ojos a un tema que impacta de muchas maneras las vidas de los niños.

Su objetivo es llevar de la mano a las familias, terapeutas y educadores que estén dispuestos a enfrentar este tema y a acompañar a los niños para que logren desarrollar una sexualidad mucho más sana, natural y libre de coerción y violencia. Finalmente, la responsabilidad de que así sea recae sobre nosotros.

Por qué una actualización

Han pasado cinco años desde que escribimos el primer libro A un clic de distancia. Estrategias para abordar el tema de la pornografía con niños y adolescentes. Cuando salió, generó un gran revuelo, pues confirmó lo que nosotras y algunos especialistas ya intuíamos: que la pornografía estaba impactando en la educación sexual de los menores; al mismo tiempo generó gran desconcierto en otros. ¿En verdad hay un problema con la pornografía?, preguntaban unos; pornografía ha habido siempre, lo único que hay que hacer es explicarles lo que ven, recomendaban otros. Y es que la pornografía estaba cambiando, no era la misma que existía cuando éramos jóvenes y no había casi investigación al respecto, menos aun sobre su efecto en menores de edad. A lo largo de estos años, las cosas han avanzado. Hay más estudios que la abordan desde el punto de vista de la psicología y la neurología. En los últimos dos años, en varios países se comienzó a hablar de la Nueva pornografía, que tiene muchas de las características que nosotras ya vislumbrábamos en nuestra investigación. Esta actualización integra cifras recientes sobre su impacto, a la vez que recoge estudios que pueden ayudar a comprender esta problemática tan compleja de una mejor manera. También amplía la visión de la violencia que está implícita en la pornografía, misma que es un reflejo de la sociedad que somos, así como una de las muchas causantes de la violencia sexual que hoy vivimos, y que afecta especialmente a las mujeres.

Algunos datos sobre la pornografía

La historia de la pornografía es un registro fidedigno de las actitudes que tiene la sociedad ante la sexualidad, el cuerpo humano, las diferentes prácticas eróticas y sus representaciones.¹

Pornografía tiene su origen en dos palabras griegas: porn, (prostituta) y graphein, (grabar, escribir e ilustrar) al que se agrega el sufijo ía (estado de, propiedad de, lugar de). Con base en esto, su significado original podría ser: descripción o ilustración de las prostitutas o de la prostitución, y ha estado presente a lo largo de la historia desde tiempos inmemorables en escritos, códices, pinturas, que buscaban transgredir tabúes y provocar al espectador.

Sin embargo, pornografía es un término de aparición más reciente. Fue empleado por primera vez en 1769 por el novelista francés Nicolas Edme Restif y hasta 1819 comenzó a ser utilizado popularmente. En 1899 el término fue incorporado en el diccionario de la Real Academia Española.

Existen múltiples definiciones de pornografía, todas escritas desde una ideología, que o bien la enaltece o la sataniza, sin poder dejar de lado la inevitable discusión sobre si debe o no ser tolerada. Aunque de forma concreta aquí la definiremos como todos aquellos materiales, escritos, imágenes o reproducciones que representan desnudos o actos sexuales con el fin de provocar la excitación sexual en quien la ve. Sin embargo, en un análisis más profundo coincidimos con lo que dice de ella Peter Wagner, uno de los primeros historiadores de la pornografía, quien sostiene que es la presentación escrita o visual en una forma realista de cualquier comportamiento sexual o genital con la deliberada intención de violar los tabúes sociales y morales existentes y ampliamente aceptados.²

Desde su origen más antiguo, la función de la pornografía era y sigue siendo la de romper con los convencionalismos sociales, siempre en un espacio de disidencia del orden establecido. Así como se comenzó a distribuir biblias y textos religiosos en el año 1450, con el nacimiento de la imprenta, también inició la circulación de textos, grabados y libros con contenido sexual. A partir del siglo diecinueve, con la invención de la fotografía y posteriormente del cinematógrafo, las imágenes provocadoras de deseo empezaron a difundirse a un número cada vez mayor de espectadores. La pornografía representaba un acercamiento radical y transgresor al cuerpo y a la sexualidad, pues echaba mano de los progresos de la ciencia y la tecnología. Cuestionaba las reglas morales y los dogmas religiosos de su época, desmitificando el cuerpo, las relaciones sexuales, y reconociendo la existencia del deseo femenino y masculino. La pornografía fue un estandarte del libre pensador o revolucionario. Paradójicamente, a lo largo de la historia, también ha representado los modelos establecidos de la conducta sexual y los roles de género, anteponiendo a la mujer como sumisa y pasiva y al hombre como dominante y agresivo; incluso, mucha de ella refleja la explotación implícita de la mujer sin ni siquiera cuestionarla, porque en los dominios sociales esta explotación tampoco es puesta en tela de juicio.

A lo largo de la historia, muchos personajes políticos y religiosos se han postulado como defensores de la moral pública y en contra de la pornografía, a la que le han adjudicado todos los males sociales, volviéndola legal o ilegal de acuerdo con la ideología en el poder. Así, en alguna época era ilegal, por ejemplo, que hombres negros pudieran observar pornografía en la que salieran mujeres blancas o se prohibía la pornografía que permitiera que las mujeres enseñaran los pezones. Hoy en día, la visión de lo que es permitido mostrar varía de país en país. Por ejemplo, en Cuba, Islandia, Turquía y Corea del Norte, la pornografía de cualquier tipo, es ilegal. Hay países de Europa y América, como México, en donde se considera legal, excepto aquella que se basa en actos violentos y sin consentimiento mutuo, la que está relacionada con trata de personas y la que involucra a menores de edad. Estas últimas están prohibidas en todo el mundo. Pero pareciera que la pornografía se alimenta de la prohibición y del tabú, pues es ahí en donde ancla su ímpetu de romper el límite. Donde exista una prohibición, la pornografía hará lo necesario para romperla y seguir con un cuestionamiento vertiginoso de la moral, buscando la puesta en escena de las fantasías más íntimas.

Los defensores de la moral creen que los deseos perversos que llevan a violencia y violaciones pueden ser erradicados si se aniquila la fuente que los origina: la pornografía, a la que consideran como legitimadora de la violencia contra la mujer, y como un crimen en sí misma, pues es incitadora de delitos. Como contraparte, existen también los defensores de la libertad de las expresiones sexuales, que sostienen que el tratar de evitar la existencia de la pornografía habla de una sociedad represora incapaz de ser tolerante ante las diferencias. Actualmente hay una corriente que pretende entablar un diálogo con la industria de la pornografía existente para tratar de generar contenidos de mejor calidad, en donde no haya presencia de sexismo, racismo, violencia o coerción, para utilizarla como parte de un

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