¿Debería considerarse a la PORNOGRAFÍA como un tema de salud pública?
Aunque los consumidores estereotípicos son hombres adolescentes que se esconden en sus habitaciones, la industria de la pornografía se ha expandido más allá de eso y en el proceso ha derrumbado algunos estigmas. Puedes encontrar erótica en audio en la App Store (Dipsea); también en tu inbox gracias a los newsletters que te mandan los sitios femeninos (“Cómo ver porno con tu pareja”) y, si los datos más recientes en cuanto al crecimiento del consumo entre mujeres son alguna indicación, también está presente en tu historial de búsquedas. Además, de acuerdo con las compañías que la producen, es mucho más progresiva que antes. La pornografía “ética” es aquella que se produce de forma legal y respeta los derechos de los intérpretes, y los principales sitios, como PornHub, han adoptado valores que están en línea con las tendencias morales, como añadir subtítulos para espectadores sordos y sumarse a causas populares como la erradicación del uso de plásticos desechables. Estas medidas sorprenden viniendo de una industria a la que se acusa de incitar la violencia en contra de las mujeres, promover los “deepfakes” (la imagen de alguien que se coloca sobre el cuerpo de otra persona mediante software) y dar un espacio a los crímenes de venganza. En la actualidad, la pornografía enfrenta escrutinio más allá de cuestiones éticas.
Algunos académicos están en contra de ésta debido a cuestiones de salud pública, y argumentan que las implicaciones para aquellos que la consumen –así como el impacto para las personas cercanas a ellos– presentan una amenaza real al bienestar de la sociedad. Se, argumenta que la pornografía –una industria poco regulada con valor de miles de millones de dólares–es un tema de salud pública que no podemos ignorar. “Los chicos que comienzan a consumirla entre los nueve y 13 años, nunca dejan de hacerlo”, dice. “Puede impactar su desarrollo sexual, emocional y cognitivo”. La Dra. Dines afirma que cuanta más pornografía consuman los hombres, serán más propensos a tener problemas físicos como disfunción eréctil, y de comportamiento, tales como agresión hacia las mujeres. En cuanto a las consumidoras, ella cita problemas para mantener relaciones íntimas y una tendencia a desarrollar ansiedad y depresión. “Cuando menos, la pornografía debe regularse. No puedes darle alcohol y cigarros gratis a los adolescentes, pero es aceptable proporcionarles acceso a la pornografía, la cual se ha probado que tiene un impacto dañino en la salud”, añade Dines. Así como ocurrió décadas atrás con el tabaco y el alcohol, ¿la sociedad necesita una intervención sobre este tema?
