El virus del porno
Durante el tedioso confinamiento que se decretó en toda España entre los pasados meses de marzo y junio a causa del COVID-19, otro virus se iba propagando en paralelo: los anuncios para captar a chicas que realizaran poses sexuales en streaming –aprovechando que estaban encerradas en sus habitaciones sin mucho que hacer– empezaron a correr como la pólvora. «Decían: “Lo puedes hacer desde tu casa, con tu propio ordenador”. Todo parecía tan fácil... Y se ganaba mucho, mucho dinero. Haces cosas que nunca harías, que te dan asco... pero los tokens, la moneda que se usa, suben y suben...», se escucha en el film Cam Girls, dirigido por Mabel Lozano y basado en un testimonio real.
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Casi el 70% de los adolescentes consumen porno con frecuencia, según el estudio difundido recientemente por la ONG Save the Children. Dicho consumo Lo que quizá no saben ni los ni tampoco los que acceden a ese material es que detrás hay muchas sombras de las que apenas se habla. Por ejemplo, que las chicas que prueban a ejercer de o que distribuyen fotografías y vídeos en actitud sexy, pensando que será algo puntual para ganarse un dinero extra, a menudo se quedan atrapadas en las redes de la pornografía.
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