Este sol que deshace nuestros sueños

Por José Joaquín Cano Jáuregui

Un recorrido por el sendero del amor, la amargura, el hastío, la protesta social, y al mismo tiempo, por el placer que fluye en los cuerpos, como la aurora de un nuevo amor que va naciendo entre suspiros y lágrimas que cobijan los sueños del poeta, que ve cómo el sol los deshace, mientras él vuelve a construirlos como un Sísifo perseverante en su necesidad de ser feliz.

• Idioma: Español
• Editorial: Universo de Letras
• Fecha de lanzamiento: 12 nov 2018
• ISBN: 9788417570514

José Joaquín Cano Jáuregui

José Joaquín Cano Jáuregui nació en Juchitán, Oaxaca (México). Estudió Administración en la UNAM; Psicoterapia Gestalt en el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. Trabajó como empleado y funcionario en distintas entidades públicas y privadas. En 1976 publicó, con el pseudónimo de José Joaquín Orozco, Canto rodado, libro de poesía editado por Andrés Henestrosa, premio nacional de literatura. De 1978 a 1981 escribió artículos de fondo y culturales en el diario Ovaciones; así como en las revistas De América, y Personas, con su nombre y el pseudónimo de José Joaquín Orozco. Entre 1979 y 1981, asociado con el poeta andaluz-mexicano Juan Cervera, publicaron La carpa, tríptico que presentaba los poemas de los poetas jóvenes de España y América Latina. En 2018 publicó, en la editorial Universo de Letras, su novela El río subterráneo.

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9788417570514

El hombre incongruente

Este sol que deshace nuestros sueños

Los sumerge en la mar de la amargura

Y sepulta el anhelo y la ternura

De esta sombra apagada ya sin dueños.

Este sol que enamora nuestros sueños

Nos impulsa al final de la aventura

Y este mal que tal vez no tenga cura

Deslumbra nuestros rostros ya risueños.

No importa si lograste alguna meta:

Si el fracaso quemó tus ilusiones,

La máscara caerá como saeta

En el fondo voraz de tus pasiones

Y al enfrentar la nada que te reta

Sufrirás la respuesta a tus traiciones.

Plegaria

Difícil es señor que un solitario

Encuentre un buen amigo en el camino

Pues raros son aquellos que el destino

Los lleva de la mano a tu sagrario.

Ya nadie reflexiona o escribe un diario:

Las drogas sustituyen al buen vino

Y nunca reconocen al vecino

Y menos rezarían un novenario.

Buscar oscuros signos en la vida

Son pérdida de tiempo para el hombre

Hundido en su trabajo rutinario.

Por eso, yo prefiero en mi caída

Ceder ante el misterio de tu nombre

Y repetir tu rito milenario.

Fatiga humana

Un cansancio de siglos en mi rostro:

Colibrí atrapado entre mis manos.

El espejo refleja en esos llanos

El ara de tristeza en que me postro.

Son estos los despojos inhumanos

Del principio que oculta nuestro origen:

Son las leyes del orden que nos rigen

Y los restos de luz de los humanos.

Y la historia de amor de aquella virgen

Preñada por un dios, cruzó la esfera

Donde principia el sol que reina afuera:

Mitos que así definen nuestro origen

Mientras nos acabamos en la espera

De no sé qué futuro venerable:

Dejamos ir la vida miserable

En pos de una locura, una quimera.

La bruja

Cae como grano de pimienta

En un piso verde arena

Y se lleva la mano

Al extremo vacío

Tal un lirio que escapa

En ese río de lava.

Los gansos se miran

Fantasmas nocturnos,

Polluelos anidan

Y tal vez mañana

Otra vez se oculten.

Los seres que reptan

En un baile infinito

Se torturan y crecen

En la hartura del viento

Y ella teje los hilos

Como cruel bailarina

Que despierta en silencio

La soledad en turno

Nos vomita el desprecio

Con musical inquina

Y satura con signos

De extremada sevicia

La tortura del miedo

Al conocerse a fondo

Y la risa que pasa

A convertirse en llanto

Y esas sombras que hieren

El espacio rodado

Sin comprender el gesto

Ni la angustia vecina.

Rueda de caramelo

De caracoles babosos:

Huyes y te refugias

En tus contorsiones

Para