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Economía. Sus raíces al desnudo
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Economía. Sus raíces al desnudo

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Economía. Sus raíces al desnudo, redacta la voz de un alma inconforme y convencida. Es inconforme con las inmensas miserias innecesarias. Es convencida de que en su mayor parte aquellas miserias tienen una causa en común, y que esta causa en común es la teoría económica que racionaliza las principales instituciones económicas vigentes.
El calificativo “innecesarias” aplicado al sustantivo “miserias” ya sugiere que las causas de aquellas miserias no son ni naturales ni inevitables. Son sociales y evitables. Otra sociedad sustentada en otra teoría económica y, por ende, en otra filosofía, las podría aliviar.
Así se trate de hospitales colapsados, de previsión exigua, de sueldos de hambre, de delincuencia incontrolable, del auge imparable del narcotráfico y de la narcocultura, del calentamiento climático, de la crisis de la familia, de educación de baja calidad y sin salida laboral, del endeudamiento de la clase media, de las ganancias y sueldos abusivos de la elite, del soborno de los políticos… en fin, por donde se mire… las instituciones económicas vigentes se muestran productoras de problemas y frenadoras de soluciones. La teoría económica oficial —aquella que se enseña exclusivamente en las universidades— es la fortaleza intelectual principal que imponen las doctrinas, las cuales traspasadas al nivel de las instituciones se cuentan entre las causas principales de las miserias.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 nov 2016
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    Economía. Sus raíces al desnudo - Héctor Toledo Nickels

    hector.toledo@usach.cl

    En esta primera parte mostramos que, en la mente re-fleja del hombre, todo el Universo se pregunta y descubre a sí mismo y, en la acción humana, la ética es su eje vertebral, por tanto es el sentido ontológico de la Historia.

    Capítulo primero

    Definiciones básicas: moral, ética y negocios

    El objetivo de este libro es conversar sobre ética y moral en contexto de negocios. Tanto la moral como la ética son las estructuras básicas de la realidad humana, desde su más íntima constitución bio-psíquica, hasta sus conductas más colectivas, como las económico-políticas.

    La moral es la matriz de costumbres ordenadas al Bien Común, generando la ley y las instituciones, incluidas las económicas y empresariales. La moral está orientada al hacer.

    La ética es la introspección y construcción de la ontología humana -la Idea de Humanidad- desde la subjetividad auto-consciente, que define el Bien metafísico. La ética está orientada al Ser.

    Contexto de negocios: es el conjunto de saberes y prácticas en el proceso de establecer mando sobre la sociedad, propiedad sobre los recursos, priorizar la naturaleza del consumo, determinar la producción de bienes y servicios, y definir el sistema de distribución de la riqueza.

    Esta definición activa, es muy importante para nuestra perspectiva. Ya que en casi todos los Manuales y publicaciones de economía y administración, se presenta el contexto de negocios, especialmente el rol del Poder como un obstáculo que distorsiona la acción de los individuos emprendedores y no como la matriz generadora de los negocios, como en realidad es.

    Escala de costumbres

    La moral se deriva del latín y la ética se deriva del griego.

    Ethos (ética) en griego significaba primitivamente morada.

    Mos o mores (moral) en latín significa costumbre.

    En un comienzo ethos hacía referencia a la morada (cavernas) que animales y hombres compartían como hábitat. Progresivamente, a medida que la religión y la filosofía se iban profundizando e intelectualizando, el ethos pasó a ser comprendido como la morada espiritual donde El Hombre (con mayúsculas) habita como ideal de humanidad en cada hombre (con minúsculas). La ética da la coherencia indispensable a la vida, en el estadio humano.

    La moral por su parte, es la selección de costumbres que potencian y dan eficacia a la vida práctica de la comunidad (familia, política y economía). Obviamente, las costumbres son cauces conductuales que tienen distintos niveles, que pueden ir desde higiene y tránsito, hasta responsabilidad política, libertad intelectual, tolerancia religiosa etc.

    Avanzando de lo más elemental a lo más consciente, tenemos:

    Costumbres naturales

    Costumbresnaturales: El Levíticodel Antiguo Testamentotiene fuertes páginas en función de normar las relaciones sexuales, para erradicar prácticas corrientes, como el bestialismo, el incesto, la homosexualidad, consideradas contra-natura.

    Costumbres normales

    Esas costumbres bio-psíquicas naturales, ordenadas en normas, las llamamos normales. Toda cultura se ordena en su normatividad.

    Buenas costumbres

    Dentro de estas costumbres normales, hay un subconjunto de costumbres como la higiene, no comer con la boca abierta, no eructar en la mesa, cuidar la limpieza de los espacios públicos, etc. A este grupo las llamamos buenas costumbres. Dentro del grupo de las buenas costumbres tenemos algunas que podemos llamar neutras, como tener la costumbre de dar un paseo después de comer, pero también están las malas costumbres que, sin ser inmorales, no son neutras porque tienen incidencia en la calidad de la convivencia, como escuchar música a altos decibeles a las tres de la mañana, por ejemplo.

    Costumbres morales

    Ya sobre las buenas costumbres, tenemos las costumbres morales propiamente dichas, que tienen directa relación con el Bien Común.

    La moralidad evoluciona con la cultura. Por ejemplo, en los siglos pasados era una costumbre distinguida fumar tabaco, y cuanto más fuerte, más elegante. Hoy es una conducta in-moral, porque enferma mortalmente al fumador, a su entorno familiar, laboral y a la sociedad toda, que se ve dañada en gastos hospitalarios, decesos prematuros, e ineficiencia intelectual y laboral del fumador activo y de los fumadores pasivos, en los ambientes donde la nicotina es esparcida.

    La ley, fijación imperativa de conducta

    El mismo desarrollo obligó a las sociedades a recurrir a un instrumento de moldaje moral imperativo-colectivo, que es la ley.

    La política como la gestión del Bien Común

    La ley, a su vez, resulta de una esfera moral más amplia, que es la política, donde los hombres en comunidad, gestionan el Bien Común que les concierne.

    La ética: el criterio arbitrador

    En última instancia se encuentra el criterio arbitrador que permite explicitar en leyes aspectos de la moral cotidiana, es el ideal de humanidad que esa sociedad comparte, es decir, la ética vigente.

    La matriz de la ética y la moral

    Para comprender la ética vigente debemos indagar en las dimensiones más profundas de la cultura: la religión y la filosofía, que son las matrices implícitas o explícitas de todo diseño cultural.

    En la medida que las costumbres modelan niveles más elevados de vida consciente y de mayor responsabilidad social, se acercan a la sutil osmosis donde la esfera moral es permeable a la inspiración ética. Esta, en última instancia, es el eje de la cultura que identifica a una civilización.

    La moral es el hilado más importante del tejido de la convivencia, nunca se desprende de su dimensión comunitaria e histórica. Por su parte, la ética encuentra su fuente en la introspección espiritual, es un intento por hacer luz universal en el Ser del hombre: ¿Quién es, más allá de sus determinaciones visibles? ¿Quién es, más allá de la muerte? ¿Quién es más allá de su identidad histórica específica? ¿Hay un fondo común del hombre, a través de todas las culturas y edades? ¿Es decir, existe la Humanidad? ¿O simplemente el hombre presente es una colección de individuos, generados por la reproducción instintiva? ¿Y la sociedad, también evoluciona por empuje de la libertad creadora del hombre, o sólo por ciegos golpes de azar y adaptación somática? ¿Cuál es la proporción de lo que acaece y de lo deliberado en la acción humana?

    La economía y la administración: esferas de la moral

    La economía: es la normatividad para manejar eficiente y eficazmente un patrimonio. Es, en verdad, una esfera que se inscribe totalmente en el conjunto mayor de la moral. No es casual que su creador Adam Smith haya sido un profesor de moral.

    "Economía: del griego oikos (casa) y nomos (normar) siendo este último una forma del verbo nemein (administrar)...Los tratados breves de Aristóteles sobre la economía se refieren a la administración de las haciendas, de las casas y dependencias de los terratenientes griegos. Proviene de la misma raíz griega el vocablo latín economicus, en inglés economics, francés economie. La palabra alemana Wirtschaft, con base en Wirt (anfitrión, propietario, especialmente de una casa de huéspedes) confirma desde otra tradición lingüística el sentido original de la economía como administración de propiedades, sobre todo de casas y de tierras (landwirtschaftich = una explotación agrícola)".

    Tan sólo a partir del siglo XVIII, con el auge del capitalismo y su expansión sobre el mundo, se amplía el sentido de economía política a la administración de toda la nación. En el siglo XX se habla de economía positiva, en la medida en que se desarrolló en el plano teórico, y en mucho menor medida en la realidad, una institucionalidad cuasi-máquina cuasi-automática que debía repartir el pan diario sin política, sin administración, sin ética y sin moral, sólo por mecánica de mercado. Este reparto de insumos, bienes y servicios se haría, según esta ciencia, conforme a unas leyes absolutamente mecánicas salidas, no de la realidad, sino de unas ecuaciones ineluctables e imaginarias. Esta teoría margina la ética porque no la puede tratar por métodos mecánicos: La moralidad tiene su lugar donde el mercado falla dice David Gauthier en Morals by Agreement. Esta ciencia asfixia el total de las relaciones humanas en el mercado. Tan sólo en los casos donde el mercado fracasa se precisa de la ética para atender a problemas sobrantes que el mercado no ha resuelto".

    Esta breve comparación de ética, moral y economía nos enseña que las primeras son constitutivas del hombre y tienen el mismo significado a través de las épocas, mientras que economía, entendida como máquina natural, es una fábula imaginaria específica de la sociedad post siglo XVIII, en Europa Occidental. Para poder constituirse en máquina axiomática y derivar luego toda una trenza de teoremas lógicos (expresados en álgebra y geometría analítica), la economía debió primariamente, partir haciendo afirmaciones de carácter antropológico-ético-moral, por su autor original, el profesor de Moral Adam Smith en su obra matriz: La Teoría de los Sentimientos Morales (1759). Con esto se confirma que los hechos económicos sólo existen y operan si están modelados dentro de un trasfondo de creencias, instituciones, usos y costumbres (moral), las que a su vez, se jerarquizan en relación a un ideal de humanidad, es decir, de un contenido ético que le da forma y eficacia.

    La explicación mecánica, a-ética y a-moral

    A mediados del sigo XX se puso de moda la economía positiva. Esto quiere decir que se estudian hechos (llamados evidencias) que se suponen independientes del bien y del mal y acaecen como los hechos físicos o químicos, sin la voluntad deliberada del hombre, ni como persona ni como sociedad. Esto es obvio en la Física y en la Química, pero es absurdo en la economía.

    En Economía, 2° Edición, de Fischer, Dornbusch y Schmalensee, con el que han estudiado centenas de miles de economistas, bajo el subtítulo ¿Es la economía una ciencia?, dice:

    La economía positiva busca explicaciones objetivas o científicas del funcionamiento de una economía: se ocupa de lo que es o podría ser (subrayado es mío).

    No queda claro si las explicaciones pueden ser objetivas y no científicas, o científicas y no objetivas. Parece que los autores creen que objetivo y científico es lo mismo. Agregan:

    "Los economistas, cuando practican la economía positiva se comportan como los científicos de otros campos. Al igual que los químicos y los físicos..."

    Esta similitud,"al igual que la química, la física y la astronomía", se reitera a lo largo de las mil páginas de este manual, así como lo mismo en los miles de manuales de economía existentes. Obviamente, si la economía funciona al igual que la Química, la Física y la Astronomía, es imperativo concluir que ni la ética ni la moral son pertinentes en esos campos.

    Sin embargo, a diferencia de la Física, de la Química y de la Astronomía que estudian objetos inertes, o de movimientos regulares, sin voluntad, sin razón, sin creatividad, sin libertad y sin conciencia del Bien y del Mal; la ciencia económica, por positiva que se declare, quiéralo o no, tiene su punto de partida desde siempre, en una definición del hombre y de su conducta, para producir, intercambiar y consumir el Pan. Los llamados positivos que creen ver y medir solamente hechos automáticos, "al igual que los físicos y los químicos", no se percatan que ningún número tiene sentido por sí mismo.: los números sólo tienen significado dentro de la formulación de la cuestión.

    Esta cuestión es el Hombre en sociedad, que desde Smith hasta hoy es definido como homo economicus, quien no tiene (ni debe tener) ningún límite ético de ningún tipo, sólo perseguir su máximo lucro, en toda circunstancia. Esto porque no son las personas, sino la Mano Invisible (el Mercado como máquina automática), la que armonizará el interés de todos. Pero la Mano requiere, para ser eficiente, que todos, en todo lugar y tiempo, debamos ser racional, estratégica y absolutamente egoístas. Si disminuye el egoísmo, según la Teoría, en directa proporción disminuye la eficiencia económica.

    Entonces, no se explica que en la realidad, dadas las escasas probabilidades de castigo del delito, la gente, especialmente los más pobres, no hayan maximizado su costo de oportunidad por esa vía, ya que, incluso la cárcel, si es que se es castigado, no es tan terrible dadas las otras opciones de vida del pobre (que se supone, en tanto humano, también es homo economicus, como todos). Sin embargo, la mayoría de las personas pobres se portan correctamente según los usos y las costumbres vigentes. El trasfondo ético es en verdad, la condición y sustento de la convivencia, en cualquier sociedad, incluida la del mercado globalizado.

    Saber y/o creer

    Sin margen de error, podemos afirmar que todo economista positivo, cree que el mercado libre es una máquina automática, independiente de las personas y del Estado.

    Remarquemos que creer, no es lo mismo que saber, porque la creencia es un juicio paradigmático anterior al saber científico. El saber científico se infiere a posteriori de la observación, descripción y medición de los hechos empíricos, verificables. Las creencias de la Teoría económica, como de cualquier teoría son, literalmente, pre-juicios, son anteriores a la observación-descripción-medición, porque son aportados por la cultura que da forma a nuestra mente, pero condicionan la elección de los instrumentos de medida, de manera que vemos lo que las creencias nos permiten ver. Estos son el orden y arquitectura explicativa de esa mismas mediciones. Es decir, las creencias están siempre de manera determinante en la configuración del saber científico, aunque casi siempre peermanencen de manera implícita y, en su mayor parte, inconciente.

    Decía Ortega y Gasset que el saber lo tenemos. En las creencias en cambio, nos estamos. Las ideas las producimos (más aún las ideas científicas). Las creencias nos modelan desde el inconciente. Las creencias somos, con las ideas hacemos.

    Las creencias son más persistententes: estamos en ellas; en verdad somos ellas. Las ideas que sólo las tenemos, las podemos cambiar sin dejar de ser nosotros. Por eso, Einstein constataba que un nuevo paradigma triunfa no porque sus ideas se hagan más evidentes para todos, especialmente para las élites, sino porque la generación que las resiste y las refuta anclada en las creencias vigentes, se va muriendo. Él mismo murió escribiendo El Todo, para refutar la discontinuidad cuántica. O sea, Einstein fue un resistente a la Física subatómica que él inauguró indirectamente. Él no fue capaz de elevar a creencias sus propias ideas.

    Pero esta creencia económica en el automatismo universal, instalado en la cultura mercantil, que sería el Mercado mecánico-anacrónico, tiene necesariamente que negar la libertad, la voluntad y la ética. Porque si hay libertad en el ejercicio del Mercado, este Mercado debería actuar por finalidades deliberadas y conscientes, tal como los seres humanos (como en política, como en la empresa, como en el deporte etc). Por tanto, tendría que responder éticamente del ejercicio de su libertad. No obstante, al mismo tiempo, la Teoría proclama categóricamente que el Mercado es automático y natural: solo movido por causas mecánicas inconcientes, independiente de la voluntad humana, al igual que la Física, la Química y la Astronomía. De contabando, sin premisa transitiva que permita concluirlo, afirma que ese Mercado es libre. Pero… ¿Un mecanismo puede ser un ente libre?

    Aquí hay una contradicción insoslayable: si el Mercado es libre, tendría que moverse por finalidades conscientes, pero si es automático natural, solo puede moverse por causas mecánicas inconscientes. La dinámica del Mercado, o es por finalidades, o es por causas; o es consciente, o es inconsciente. No obstante, no puede ser un ente que tenga ambos atributos, porque estos, como móvil suficiente para un objeto, son excluyentes entre sí. Solo en el Ser humano se compaginan, por ser este un ente objetivo (ya que es un cuerpo) que está condicionado por causas que le acaecen (vejez, temperamento etc); pero es también un Sujeto, un ser mental subjetivo que puede actuar por finalidades, como persona y como sociedad. Estas finalidades que no le acaecen, sino que las produce desde su imaginación y las ejecuta deliberadamente. Por eso, este deviene responsable de la cadena: intenciones > acto ejecutado > consecuencias. Las piedras, las plantas y los animales, en una palabra los mecanismos, no tienen intenciones.

    Porque el hombre actúa por finalidades imaginadas desde la subjetividad de su mente, estas son actualizadas por su voluntad, que busca la colaboración de otros (empresa, política etc). El hombre no se mueve sólo por una secuencia de causas naturales automáticas. Pero el Mercado no es un ente como el hombre: no diseña desde ninguna interioridad subjetiva ninguna finalidad. El Mercado es simplemente un ente objetivo, pero es un ente objetivo-social. Esto quiere decir que no escapa nunca a las dimensiones de la acción humana que lo generan, lo constituyen y lo activan en sus estructuras y sus funciones.

    Si el mercado es mecanismo, este debe, por coherencia lógica, negar la presencia sustantiva de la ética en la economía y hacer desaparecer las notas esenciales de la presencia del hombre en el universo. Esto, ¡paradoja extrema!, para explicar una acción humana fundamental: la Teoría económica necesita hacer desaparecer al hombre real, puesto que la producción, precio e intercambio, solo existen en la esfera humana. Así, caemos en el absurdo de que la ciencia que debe explicar esta actividad humana necesita –valga la reiteración- que el hombre real no exista. Esta se queda con una representación abstracta del hombre reducido a puro egoísmo, como un vector físico. A su vez, está rígidamente enmarcado en automatismos ciegos de Oferta y Demanda, como una relación entre máquinas. Así, llevamos dos siglos y medio acumulando muchos cálculos impertinentes derivados de un axioma falso y se nos ha olvidado, o más bien se ha escondido tras esos cálculos, lo absurdo de su formulación antropológica y lo perverso de su ética. Antropología y ética que, sin embargo, son el fundamento epistemológico y el marco lógico de la jerga numérica, que funge de coméstica científica.

    Continuemos con el muy conocido Manual de Economía, que nos informa que también existe:

    La economía normativa [que] ofrece prescripciones para la acción basadas en juicios de valor personales, se ocupa de lo que debería ser.

    Al parecer, queda un margen para la ética, un débil margen basado en juicios de valor personales, al mismo nivel de los gustos y de los caprichos. Como el funcionamiento de un automóvil que se mueve por determinismos químicos, eléctricos y físicos, que sería el campo positivo de la economía y donde es obvio para todos que la ética no es pertinente. Sólo dirigir el auto a la cordillera a esquiar, o a la playa, sería el espacio que le queda a los despectivos juicios de valor personales.

    La cosa no es tan sencilla ya que, como hemos visto, el motor (homo economicus) y el chasis (la Mano Invisible) no tienen nada de positivo: hechos, y sólo hechos neutros. Al contrario, estos son creencias éticas (incluso perversamente éticas) de raíz religiosa calvinista-puritana, propia del Reino Unido de los siglos XVII y XVIII, como se verá en el capítulo pertinente. El homo economicus (vector de egoísmo universal) y la Mano Invisible (el Mercado como máquina automática) son el vector, la armazón y el marco lógico, de la economía positiva. De esta manera, la economía normativa ya viene pautada por ese marco ideológico y su margen de significación, lógicamente, es nulo.

    La preeminencia de la ética

    Todo este marco (profundamente ético, quiérase o no) está en la base de la formalización del problema económico que explícitamente quieren ignorar los economistas positivos. Es dentro de esa formalización que adquieren lógica derivada los teoremas y cálculos que se ejecutan subsiguientemente. Los cálculos son como la baranda de la carreta, y sólo pueden ir en la dirección que tiran los bueyes, dice un proverbio ruso. No son el cálculo y la medición los que determinan la verdad científica, sino la formulación del problema. Por mil razones, no es nada evidente que el homo economicus y la Mano Invisible siquiera existan en la realidad; menos todavía, que sean conceptos éticamente neutros, ya que son conceptos derivados de la teología calvinista-puritana, como se la entendía en el siglo XVIII en el Reino Unido.

    La ciencia económica alude a un fenómeno social moderno (siglo XVIII s.XIX), primero europeo y después casi mundial (globalización). No obstante, es una ciencia que niega su condición de ciencia social-humana y que cree ser una mecánica exacta de hechos automáticos (al igual que la Física y la Química), que se mueve sola, en que la intervención y la intención humana serían irrelevantes, por tanto, sin ética ni moral. Si este axioma fuera verdad, entonces la ética y la moral sólo serían un estorbo teórico y práctico. Esta aberración cultural es lo que está provocando guerras y corrupción generalizada. Por eso, hoy se requiere una reflexión seria sobre el fundamento y garantía ética de los negocios.

    CONTEXTO DE NEGOCIOS

    La verdadera estructura y funcionalidad de los negocios

    Por otra parte, estamos tratando de comprender la acción ética en contexto de negocios. Hemos definido a este contexto como el conjunto de saberes y prácticas en el proceso de establecer:

    Primero: mando sobre la sociedad;

    Segundo: propiedad sobre los recursos;

    Tercero: priorizar la naturaleza del consumo;

    Cuarto: determinar la producción de bienes y servicios;

    Quinto: definir el sistema de distribución de la riqueza.

    Desglosemos:

    Saberes y prácticas: Toda sociedad va acumulando en saberes (qué es) el balance de su hacer (prácticas) como en un catálogo cultural donde van quedando, en símbolos, las experiencias logradas y fracasadas, con su contexto interpretativo. Esa es la cultura económica administrativa de cada nación.

    Las prácticas y experiencias están condicionadas por el entorno: las prácticas del esquimal no son posibles para el beduino del desierto sahariano. En consecuencia, el saber interpretativo que se deriva también difiere.

    Lo que conocemos como Teoría económica, y gran parte de las administrativas, viene del Reino Unido y de EEUU. Tomar conciencia de este hecho, aparentemente obvio, es muy importante para evaluar si esa Teoría generada en esa matriz cultural, y que es recepcionada en bloque por nuestras universidades, es pertinente y eficiente para hacer buenos negocios, públicos y privados, dentro de la cultura greco-latino-americana que, en todo lo ético, difiere enormemente de la ética anglosajona.

    Inglaterra practicó la piratería en gran escala por muchos siglos, y esa práctica dio pié a una teorización y a una ética concordante con esa actividad, que era muy importante para la sociedad y el Estado inglés ¿Esa Teoría –fuertemente condicionada por esa práctica- tiene valor explicativo para culturas que nunca han practicado la piratería, ni siquiera en pequeña escala, como Chile? Y la Teoría de negocios, que le va anexa ¿el homo economicus es indispensable y suficiente para todos los pueblos, culturas y latitudes, como se quiere hacer creer?

    Ciertamente, no. Pero no sería suficiente un rechazo emocional: requerimos una indagación a fondo sobre esa comparación de saberes y prácticas.

    Esos saberes y prácticas, se obtienen y se ejercen sobre las siguientes áreas, según su causalidad:

    Primer elemento del contexto de negocios: Mando sobre la sociedad y propiedad de los recursos

    No es el mercado el punto de partida de un negocio. Mucho antes de que alguien compre o venda algo es necesario que en la cultura y en la organización social (moral) se reconozca la propiedad legítima del vendedor y del comprador, y no hay propiedad en ninguna sociedad, sin poder político. Pasaron miles de sangrientos años hasta que el agricultor sedentario logró imponerse al pastor trashumante, en lucha por las mismas praderas fértiles.

    El mito bíblico expresa esta verdad histórica cuando Abel, el pastor nómade, pierde la lucha frente al agricultor Caín, que luego vive en ciudad, doblemente sedentario y es por ello organizador de un mando societal cada vez más fuerte. Sin mando simplemente no hay negocios ni ganaderos, ni agrícolas, ni industriales, ni servicios. Estos dos últimos son específicos de la ciudad. Lo anterior porque sin mando sobre la sociedad no hay forma de establecer propiedad sobre los recursos.

    Esto parece obvio, pero ha sido un largo proceso de al menos 10 mil años. El poder constituido en Estado establece la propiedad. Esto sigue siendo tan verdad en el Egipto antiguo como en los Estados modernos de hoy. Ese principio del contexto de negocios, no ha variado y no puede variar porque es estructural a toda actividad humana de negocios.

    Un ejemplo:

    Al destacar este ejemplo no nos interesa denunciar a nadie. Sino confirmar que el primer acto y condición para cualquier proceso económico es el mando político sobre la sociedad, lo que establece propiedad y origina el proceso económico en cualquier sistema.

    En Chile, ya en democracia recuperada, 2000-2005, en el lecho del río Mapocho, en las afueras de Santiago vivían por generaciones familias dedicadas a vender arena y chancar ripio. Ellos habían construido sus casas, cultivado hortalizas, máquinas chancadoras artesanales, acopio de arena, transporte en carretas, crianza de caballos de tiro, etc. Esta era una auténtica propiedad por tradición, costumbre y legítima ocupación. Además, desarrollaron empresas que daban valor al espacio eriazo, abandonado por el Estado y por la sociedad pudiente, por cinco siglos. Sin embargo, el Estado chileno, siendo Presidente Don Ricardo Lagos (socialista que tiene una sincera empatía por los pobres) concedió el lecho del río a la Autopista Costanera Norte, la que quitó el ripio a sus legítimos propietarios por tradición, costumbre, uso y ocupación, y lo empleó en la pavimentación del lecho fluvial, con lo que mató los pastizales que alimentaban a los animales de tiro, anuló la tierra de las hortalizas, y derribó el caserío habitacional. Ahora hay allí una hermosa y eficiente carretera que presta excelentes servicios a los automovilistas, lucrando con generosos peajes para los accionistas.

    Las escasas protestas de los legítimos propietarios consuetudinarios fueron ahogadas en bombas lacrimógenas. La tradición, la ocupación prolongada, el uso valorizante del espacio, son fuentes legítima de propiedad desde siempre en la historia de la humanidad. Sin embargo, estos fueron despojados de su legítima propiedad del recurso porque el mando político es quién, en última instancia, determina la propiedad de los recursos. Finalmente, esas personas recibieron una compensación pecuniaria, pero su forma de vida fundada sobre la propiedad del recurso fue pulverizada por el mando sobre los recursos.

    Este caso se puede repetir en decenas de miles de ejemplos antiguos y actuales. Por ejemplo, en la construcción de los ferrocarriles en Estados Unidos, donde se asesinó a los propietarios indígenas, se engañó a millones de chinos que fueron sometidos a trabajos forzados sobre esos mismos ferrocarriles, a los que nunca se les pagó todo su aporte laboral, puesto que debían trabajar tres años para pagar el pasaje del barco esclavista que los había secuestrado en China. Luego, múltiples multas prolongaban la esclavitud. Muchos no sobrevivieron.

    En las Relaciones Internacionales, Panamá que era una provincia de Colombia. Un Coronel, en colusión secreta con EEUU, la declaró República Independiente y cuando el gobierno legítimo iba a arrestar al sedicioso, apareció en escena el Ejército de EEUU, que ya estaba en el territorio para defender la libertad de los pueblos más pequeños. De ese modo, EEUU, haciendo uso de un poder estatal mayor, se apropió del territorio en 1903, terminó la parte final del canal interoceánico y se quedó con la renta del negocio por 100 años, imponiendo presidentes y asesinando a otros, o interrumpiendo sus mandatos con accidentes mortales. En nuestros días (2014) se expresa la misma estructura y secuencia: los bolsones petrolíferos de Irak – si EEUU se impone– quedarían como propiedad de cías. de EEUU.

    El mando político en última instancia, determina la propiedad de los recursos. Esta afirmación es la piedra angular del contexto de negocios, en todos los tiempos desde que existe escritura y registro (5 mil años). Sin embargo, increíblemente, la Teoría económica lo oculta y lo niega, de lo que resulta una simple fábula, expresada en álgebra. Si negamos el fundamento político del hecho económico, nunca nos aproximaremos a la verdad en materia de negocios, puesto que no hay sociedad sin mando y el mando establece, en cualquier tiempo y latitud, la propiedad. Todo mando se ejerce sobre personas–en–sociedad, por tanto todo el proceso económico es intrínsicamente ético-político-moral. Esto está muy lejos de las fábulas axiomáticas de la Teoría económica, como mecánica positiva.

    EL LIBERALISMO ECONÓMICO EN CHILE

    El mando en dictadura

    Cinco meses antes, la Marina de Guerra les había exigido a los economistas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, formados en Chicago, un programa preciso para dar el Golpe de Estado. Don Sergio de Castro, en el Prólogo a la edición de El Ladrillo de 1992, dice:

    En 1956 se firmó un convenio entre la Pontificia Universidad Católica con la Universidad de Chicago, por el que un grupo de alumnos irían becados a la de Chicago a realizar estudios de post grado en Economía (...) En 1967 y 1968 se organiza un curso de economía especialmente diseñado para empresarios (...) se dictó en las Oficinas de la Sociedad de Fomento Fabril: SOFOFA. Estos, le proponen a la Escuela de Economía la elaboración del programa de Alessandri...

    Ese programa consistía en revertir lo avanzado por el país en industrialización estratégica, en Reforma Agraria, en recuperación nacional del cobre, disminuir la poca regulación del Estado, recaudar sólo impuestos socialmente regresivos y retroceder respecto de la responsabilidad social de la propiedad. Pero el Sr. Alessandri perdió, y ya en el Gobierno del Sr. Allende:

    Emilio Sanfuentes nos hizo ver la necesidad de reeditar el análisis de 1969.

    (Reeditar el análisis consistió en persistir en el programa de Don Jorge Alessandri y hacer retroceder el progreso económico-social que Chile había alcanzado, especialmente en los gobiernos de Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos y Eduardo Frei Montalva: 1938 - 1970).

    Las ideas de los economistas demócratas-cristianos y radical social-demócratas se desecharon de plano, dice el Sr. De Castro:

    No fueron pocas las discusiones...la propiedad de la tierra, la propiedad de los bancos, la propiedad de las empresas del Área social, la propiedad de la minería, fueron ampliamente debatidos.

    Pero el Sr. De castro, considera que los que no aceptan el concepto de propiedad liberal –sin ninguna responsabilidad social– eran víctimas de haber:

    sido bombardeados por años de estatismo y habíamos experimentado, en mayor o menor medida, dependiendo del grado de entendimiento y convicción personal, una cierta erosión intelectual y política.¹

    El Sr. De Castro descalifica a los economistas demócratas-cristianos y social-demócratas como economistas inferiores, por ser los más enfermos de estatismo, dado su menor grado de entendimiento y convicción personal, y ser también los más erosionados intelectual y políticamente. De manera que, lo que se había avanzado en el s.XX en responsabilidad social de la propiedad y en gestión participativa, fue rotundamente rechazado:

    Se privilegió un acercamiento acotado y oportuno sobre ciertos puntos en lugar de tener dilaciones y gamas de alternativas que lo único que hubiesen provocado habría sido desconcierto y desorientación. Sin perjuicio de ello los principios jamás fueron transados.

    Para el Sr. Sergio De Castro, la responsabilidad social de la propiedad y de las empresas solo eran dilaciones y gamas de alternativas. De todas maneras, él recuerda que los principios jamás fueron transados . Esos principios" generaron un primer efecto:

    Fue la migración, de casi todos sus autores, desde los claustros universitarios al árido y difícil, pero espiritualmente gratificante, campo del servicio público.

    El propio Sr. De Castro y los economistas liberales pasaron a ser ministros, es decir, a ejercer el mando sobre los recursos.

    Otro libro, editado casi treinta años después, nos informa acerca del camino migratorio del Sr. De Castro al servicio público y de sus gratificaciones espirituales:

    "Fue nombrado Ministro de Economía el 14 de Abril de 1975, hasta el 27 de Dbre de 1976, cuando asumió el Ministerio de Hacienda, hasta el 22 de Abril de 1982 (8 años).

    De Castro al dejar el gobierno...partió como asesor de Agustín Edwards fue gerente del BANCO EDWADS hasta 1985, ...pero se mantuvo como Director del Banco y en 1996 fue su Presidente hasta mediados del 1999, cuando se vendió a Lucksic...En 1988 y 1989 participó en el directorio de SOQUIMICH, empresa salitrera privatizada. Además era presidente de la metalurgia CINTAC, donde tenía el control...la vendieron a la Compañía de Aceros del Pacífico CAP.

    "Con Latorre y Alvaro Saieh, eran propietarios del Consocio periodístico COPESA (La Tercera y otros) también fue socio de la AFP PRÓVIDA donde De Castro fue Presidente del Directorio. Los negocios de De Castro... se han extendido a otros países latino americanos y hasta 1999 era presidente del BANCO TRANSANDINO de Argentina, es también propietario de ECSA una inmobiliaria dueña de 1.600 hectáreas en Chicureo, tiene en sus proyectos el Chamisero de 500 hectáreas urbanizables por un valor de 620 millones de dólares por 7.800 viviendas. Por eso, para Sergio De Casto resulta crucial que [el Estado con plata de todos] haga la carretera de acceso nor-oriente a Santiago, ya que esta valorizaría aún más, sus terrenos"

    (Los paréntesis son míos).

    ¿Cómo, una persona que había sido remunerado como académico y ministro pudo ahorrar en tan escaso tiempo tan fabulosa fortuna?

    Es obvio que el mando sobre la sociedad tiene el poder de generar propiedad, legítima o no. Pero es irredargüible que ese es el primer paso de cualquier proceso económico. Negarlo como aspecto determinante es absurdo.... salvo que la Teoría Económica acepte que todas esas empresas son entidades celestiales, ya que el propio Sr. De Castro las llama gratificaciones espirituales.

    Los miles de hijos que aún buscan a los costos de estas gratificaciones espirituales en cementerios clandestinos, más el millón de torturados y el otro millón exiliados que fueron necesarios para imponerle al país estos cambios de propiedad ¿en qué esfera de la espiritualidad económica habría que situarlos?

    Prioridades del consumo, determinación de la producción y sistema de distribución de la riqueza

    Esta es la secuencia real. Sin embargo, la Teoría banaliza los elementos fundamentales que todos vivimos y vemos en la realidad. En efecto, lo primero que la teoría banaliza son las enormes diferencias de propiedad. Estima estas diferencias irrelevantes y sin ningún impacto en el volumen del consumo de pobres y ricos:

    "Los ricos sólo escogen del montón lo mas preciado y agradable. Consumen poco más que el pobre y, a pesar de su egoísmo y rapacidad natural y aunque procuran sólo su propia conveniencia, y lo único que se proponen con el trabajo de esos miles de hombres a los que dan empleo, es la satisfacción de sus vanos e insaciables deseos, dividen con el pobre el producto de todos sus progresos. Son los ricos conducidos por una mano invisible [el Mercado] que los hace distribuir las cosas necesarias de la vida casi de la misma manera que habrían sido distribuidas si la tierra hubiese estado repartida en partes iguales entre todos sus habitantes; y así, sin proponérselo, sin saberlo, promueven el interés de la sociedad y proporcionan medios para la multiplicación de la especie" (El paréntesis es mío).

    El fundador de la Teoría, afirma que los ricos siguen un impulso natural de egoísmo irrefrenable y ciego, pero que esto no tiene ninguna importancia, ya que, al ser procesada por el Mercado, de la desigual riqueza patrimonial todos obtendrían casi lo mismo en materia de consumo.

    En la frase siguiente, a pesar de que Smith no alcanza a darse cuenta plenamente, confirma nuestra secuencia de que el que tiene la propiedad de los recursos determina la naturaleza del consumo. Ya que el rico anhela –dice- apropiarse solo de lo más preciado y agradable del montón, es lógico entonces que siendo el dueño de los recursos productivos los pondrá a trabajar para satisfacer lo que él desea. Solo después de esta determinación del consumo deseado por el rico se deciden los procesos de producción. Luego afirma, desvinculado totalmente de la realidad, los ricos consumen poco más que el pobre. Lo dice expresamente:

    "Los ricos...consumen poco más que el pobre y, a pesar de su egoísmo y rapacidad natural... dividen con el pobre el producto de todos sus progresos"

    El egoísmo: fuerza universal y suficiente para la prosperidad

    Este argumento tiene tres puntos, según el autor-creador del Teoría económica:

    El rico debe y tiene que ser egoísta.

    El egoísmo es expansivo e incontrolable, porque es natural.

    El despliegue del egoísmo absoluto de todos contra todos es muy bueno para la sociedad, porque el Mercado, (la mano del Dios calvinista-puritano) lleva al rico a dividir con el pobre el producto de todos sus progresos y a él sólo le queda poco más que al pobre, sin que el hombre -vector ciego de egoísmo- se lo proponga conscientemente...

    El egoísmo natural y universal es el eje antropológico de Smith. Cualquier intento de sublimar, suavizar o superar esta naturaleza egoísta, sólo traería pobreza, porque dañaría el rodar mecánico de la voluntad divina calvinista. La Mano invisible no es otra cosa que el Mercado, que emana directamente de la presencia del Dios calvinista-puritano, quién haciendo jugar la palanca-balancín de la Oferta-Demanda, lleva todo al equilibrio mecánico, que es el precio promedio donde se cruza el costo marginal con la utilidad marginal de la última unidad producida y vendida. Desgraciadamente, esta simplificación algebraica no tiene ninguna correspondencia con la realidad económica. Además, es absolutamente falsa la conclusión:

    La Mano invisible "los hace distribuir las cosas necesarias de la vida, casi de la misma manera que habrían sido distribuidas, si la tierra hubiese estado repartida en partes iguales entre todos sus habitantes"

    La utopía se condensa en el último párrafo de la cita en comento:

    "Y así (los ricos) sin proponérselo y sin saberlo, promueven el interés de la sociedad y proporcionan medios para la multiplicación de la especie"

    La ciencia económica, residuo del siglo XVIII británico

    Para que esta fábula ideológica fuera científico-mecánica tenía que ser algo que se diera sin la acción consciente de los hombres, es decir, sin ética. Al contrario, no debía ser una acción consciente humana (como efectivamente es), sino sólo una conducta inconsciente: debe ser sin proponérselo y sin saberlo.

    ¿De dónde sacó esta verdad el fundador de la ciencia económica? Es obvio que no pudo obtenerla ni de la razón, ni de la realidad. Esa afirmación viene de su fondo religioso calvinista-puritano, que trataremos en un capítulo adelante.

    Esta ideología es utópica, porque afirma ser la única receta para promover el interés de la sociedad y la multiplicación de la especie. De esto se deduce que, si pretendiéramos introducir criterios y acciones éticas en el hacer económico, condenaríamos irremediablemente a la más extrema pobreza a toda la humanidad ¿No es ese el tono de todos los estudios del Fondo Monetario Internacional, diarios, revistas y manuales de ciencia económica, todos los días?

    Podríamos consolarnos, ya que estos enunciados fueron hechos hace dos siglos y medio y habrían perdido vigencia pero, desgraciadamente, casi todos los Premios pseud-Nobel son aún más brutales y dogmáticos que Smith en la afirmación de este axioma.

    Toda la Teoría económica llamada liberal está encapsulada dentro del paradigma de Smith. Incluso Karl Marx –siglo XIX- siendo contestatario de Smith, participa de gran parte de la plataforma epistemológico–ética, de este. Más aún, Marx niega explícitamente la ética y la moral como simples ilusiones superestructurales, o sea distorsiones de una conciencia histórica alienada. Para Marx, en verdad, la ética ni siquiera existe (véase segundo Capítulo de El Manifiesto Comunista).

    Ya no se trata de elegir entre Liberalismo o Marxismo como han hecho, hasta hoy, las Facultades de Administración y Economía de casi todas las universidades latinoamericanas, reduciéndose a si mismas a la condición de simples epígonos que repiten con exactitud, y hasta erudición, doctrinas inferidas de otras realidades empíricas, pero sobre todo, de otras axiologías éticas. De lo que se trata es de volver a observar la realidad con los ojos de la cara. Es decir, describir las realidades como ellas se nos presentan: encontrar sus prioridades y sus procesos como de verdad se nos dan en nuestros días, despojados de la axiomática teórica oficial, porque es evidente su debilidad explicativa, su anacronismo y, lo más grave, su ética incongruente con las exigencias básicas de los tiempos en que vivimos.

    Reiteración esencial

    Reiteremos la formulación del problema: la ciencia del siglo XVIII describe un mundo económico con una lógica y una ética (más bien una negación de la ética) que requiere que el hombre real no exista. El drama mayor es que esa ciencia, en todos sus puntos axiomáticos, y lógicamente en sus conclusiones, sigue siendo la misma hasta hoy.

    Lo peor es que la tecnología administrativa, llamada a crear bienes y servicios para potenciar la vida, en contexto de Bien Común (moral), se ve mutilada desde la raíz epistemológica por esta supremacía psicológica (egoísmo exponencial= egon) de la ciencia económica, que por costumbre y debilidad cultural, ha sido impuesta como filosofía universal.

    Por eso se hace necesario, en un curso universitario de ética, economía y negocios, comenzar por la raíz estructural del fenómeno humano que nos aporta la antropología moderna, lo

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