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Economía para no economistas: Un relato de la formación del pensamiento económico
Economía para no economistas: Un relato de la formación del pensamiento económico
Economía para no economistas: Un relato de la formación del pensamiento económico
Libro electrónico497 páginas9 horas

Economía para no economistas: Un relato de la formación del pensamiento económico

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El libro invita al lector a hacer, básicamente, un recorrido por el mundo occidental, que nos lleva desde las cuevas del Neolítico hasta Wall Street en la mitad de la crisis de 2007. Un recorrido que tiene escalas importantes para conocer la realidad y el pensamiento desarrollado a partir de esta en el mundo preindustrial, en sus componentes de mundo antiguo, de Grecia y Roma; del Medievo escolástico; del mercantilismo colmado del pragmatismo de los comerciantes; del amarre con la tierra del pensamiento fisiocrático hasta llegar a Adam Smith, colocado en el cruce de caminos entre ese mundo mercantil y tímidamente industrial; el mundo de la Revolución Industrial que alimenta y desafía el pensamiento de Ricardo, Marx y Stuart Mili, y luego de los socialistas utópicos y los marginalistas con sus tres ramas, de la escuela austriaca, de los walrasianos y de los anglosajones de la escuela de Cambridge. El recorrido nos lleva por el estallido político, económico y social que trajo la Primera Guerra Mundial y sus secuelas, de donde surge la propuesta de un capitalismo reformado con fuerte presencia del Estado, que es el pensamiento de Keynes, pensamiento que a su vez hará crisis en la década de los años setenta, abriendo paso al regreso del liberalismo clásico con Milton Freidman y la llamada revolución neoliberal.

El libro concluye en un pasado próximo, en el 2007, hace una década, cuando estos planteamientos entran en crisis y se abre una discusión que continúa al orden del día sobre perspectivas de futuro, tanto de la realidad económica como de su análisis.

Es un llamado a ese reencuentro del pensamiento económico con el rico y diverso tronco del conocimiento y análisis social, con el cual debe mantener un diálogo respetuoso, dejando de lado las vanas pretensiones de un economicismo pedante; que sea enriquecedor en el proceso inacabado de acercarnos a una plena comprensión de la condición humana y de sus expresiones sociales.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 may 2019
ISBN9789587902297
Economía para no economistas: Un relato de la formación del pensamiento económico

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    Economía para no economistas - Juan Manuel Ospina

    Ospina Restrepo, Juan Manuel

    Economía para no economistas : un relato de la formación del pensamiento económico / Juan Manuel Ospina – Bogotá : Universidad Externado de Colombia. 2019.

    453 páginas ; 21 cm.

    Incluye referencias bibliográficas.

    ISBN: 9789587901337

    1. Teoría económica – Historia 2. Economía – Historia 3. Capitalismo 4. Sistemas económicos 5. Escuelas de economía -- Historia I. Universidad Externado de Colombia II. Título

    330.1 SCDD 21

    Catalogación en la fuente -- Universidad Externado de Colombia. Biblioteca. EAP.

    Mayo de 2019

    ISBN 978-958-790-133-7

    ©2019, JUAN MANUEL OSPINA

    ©2019, UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

    Calle 12 n.º 1-17 Este, Bogotá

    Teléfono (57-1) 342 02 88

    publicaciones@uexternado.edu.co

    www.uexternado.edu.co

    Primera edición: julio de 2019

    Diseño de cubierta: Departamento de Publicaciones

    Corrección de estilo: Néstor Clavijo

    Composición: Precolombi EU - David Reyes

    Impresión: Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A.S. - Xpress Kimpres

    Tiraje de 1 a 1.000 ejemplares

    Prohibida la reproducción o cita impresa o electrónica total o parcial de esta obra sin autorización expresa y por escrito del Departamento de Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad del autor.

    Diseño epub:

    Hipertexto – Netizen Digital Solutions

    CONTENIDO

    PRÓLOGO

    INTRODUCCIÓN: ¿DE QUÉ SE TRATA LA ECONOMÍA?

    PRIMER APARTADO:

    LAS SOCIEDADES PREMERCANTILES

    I. LOS LÍMITES Y ALCANCES DE LA INSTITUCIÓN SOCIAL DEL MERCADO Y DEL SISTEMA DE MERCADO

    II. DEL NOMADISMO AL SEDENTARISMO: LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA

    A. Los cuerpos de agua y las civilizaciones: el Mediterráneo

    B. Primeros conceptos económicos nacidos de la realidad del mundo prehistórico

    C. ¿Y mientras tanto qué pasaba en América?

    III. EL MUNDO ANTIGUO MEDITERRÁNEO Y EL NACIMIENTO DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN GRECIA Y ROMA

    A. Grecia, cuna del pensamiento económico occidental

    B. Y Roma...

    IV. ENTRE EL ALTAR Y EL FEUDO

    A. La Alta Edad Media: el norte de las tribus bárbaras y el sur del Mediterráneo romanizado

    B. Nace la Baja Edad Media a la sombra de la cristiandad latina

    C. Nace el feudalismo a la sombra de la escolástica tomista

    D. El debate sobre la transición del feudalismo al capitalismo

    V. NACE EL ESTADO-NACIÓN COMO ACTOR DEL PROCESO ECONÓMICO

    A. Estado y mercado: el mercantilismo

    B. El mercantilismo, contemporáneo del Renacimiento

    C. El mercantilismo y la ampliación de los mercados. La aparición de América

    D. Dos variantes del mercantilismo

    E. ¿Y mientras, qué sucedía en la Nueva Granada?

    VI. DE LA FRANCIA RURAL PRERREVOLUCIONARIA RESURGE EL RECLAMO AGRARISTA. LOS FISIÓCRATAS O EL GOBIERNO DE LA NATURALEZA

    VII. ADAM SMITH: EL PRIMER ECONOMISTA ACADÉMICO

    ANEXO A. LOS MERCADOS NO COMPETITIVOS

    VIII. A MANERA DE CIERRE DEL PERIODO PREINDUSTRIAL

    SEGUNDO APARTADO:

    EL SURGIMIENTO DE LA MODERNIDAD, SIGLO XVII A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

    IX. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y EL NACIMIENTO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

    A. Comienza el tránsito de la manufactura a la industria

    B. Capitalismo y economía de mercado no son lo mismo

    X. DAVID RICARDO PRECISA A ADAM SMITH

    A. Ricardo fundamenta la teoría objetiva del valor esbozada por Smith

    B. La participación de los factores productivos es la distribución del valor generado

    C. Las ventajas comparativas ricardianas y el nacimiento de la teoría del comercio internacional

    D. El mano a mano Malthus-Ricardo

    XI. JOHN STUART MILL: ¿EL ÚLTIMO DE LOS CLÁSICOS O EL PRIMERO DE LOS NEOCLÁSICOS?

    A. Stuart Mill, Bentham y el utilitarismo

    B. La dicotomía entre las leyes económicas de la producción y las leyes sociales de la distribución

    C. ¿Y mientras tanto qué pasaba en América?

    TERCER APARTADO:

    DEL DEBATE DECIMONÓNICO A LA TEORÍA CLÁSICA

    XII. EL MERCADO Y LA PROPIEDAD PRIVADA SON INSUFICIENTES PARA ORGANIZAR LA ECONOMÍA

    A. Los socialistas utópicos

    1. Saint Simon (1760-1825)

    2. Charles Fourier (1772-1837)

    3. Sismondi (1773-1842)

    4. Proudhon (1809-1865)

    5. Robert Owen (1772-1858)

    B. En la Nueva Granada…

    XIII. LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA SE ENFRENTA A INGLATERRA

    A. La escuela histórica alemana

    B. List, la nación y las industrias nacientes

    XIV. CARLOS MARX: LA ECONOMÍA COMO VEHÍCULO DE LA REVOLUCIÓN

    A. La plusvalía en el corazón del análisis económico y político de Marx

    B. Los neorricardianos y Marx

    C. El capitalismo, antesala del socialismo

    CUARTO APARTADO:

    EL ESPLENDOR BURGUÉS (1870-1914)

    XV. DE LA ECONOMÍA POLÍTICA A LA CIENCIA ECONÓMICA

    A. La edad de oro del pensamiento liberal clásico

    B. El productor es destronado por el consumidor

    XVI. LOS PIONEROS DEL MARGINALISMO

    XVII. SE CONSOLIDA EL ANÁLISIS MARGINALISTA. EL NACIMIENTO DE LA ESCUELA NEOCLÁSICA

    XVIII. LA ESCUELA AUSTRIACA DE ECONOMÍA ANALÍTICA

    A. Carl Menger (1840-1921)

    B. Friedrich von Weiser (1851-1926)

    C. Eugene Böhm von Bawerk (1851-1914)

    D. Ludwig von Mises (1881-1973)

    E. Friedrich von Hayek (1899-1992)

    F. Joseph Schumpeter (1883-1950)

    ANEXO B. ALGUNAS RÁPIDAS OBSERVACIONES SOBRE EL INSTITUCIONALISMO

    ANEXO C. LA ESCUELA DE ESTOCOLMO

    XIX. LOS CONTINUADORES BRITÁNICOS DEL ANÁLISIS NEOCLÁSICO DE JOHN STUART MILL

    XX. LA ESCUELA NEOCLÁSICA DE LAUSANA

    A. Leon Walras (1834-1910)

    B. Vilfredo Pareto (1848-1923)

    C. El imperialismo mercantil decimonónico

    D. Hasta la Nueva Granada llegan las oleadas del pensamiento económico liberal europeo

    QUINTO APARTADO:

    LA CRISIS DEL MERCADO Y EL RENACIMIENTO DE LA PRESENCIA ESTATAL EN LA ECONOMÍA

    XXI. EL DERRUMBE DEL EDIFICIO LIBERAL DECIMONÓNICO

    A. Turbulencias económicas y políticas en la estela de la Primera Guerra Mundial

    B. La Gran Depresión cuestiona a Keynes. El surgimiento de la Teoría General

    XXII. CAPITALISMO SÍ, PERO CON UN ESTADO ECONÓMICAMENTE ACTIVO

    A. Keynes enfrentado a interpretar la Gran Depresión

    B. Desarrollos del pensamiento keynesiano

    C. Keynes en Bretton Woods

    ANEXO D. DINÁMICA Y CICLOS ECONÓMICOS

    XXIII. EL REGRESO DEL LIBERALISMO CLÁSICO: EL REVERDECER NEOLIBERAL

    A. Los keynesianos se derrotaron a sí mismos por olvidar a Keynes

    XXIV. MILTON FRIEDMAN Y EL RENACIMIENTO DEL PENSAMIENTO LIBERAL CLÁSICO

    ANEXO E. ALGUNAS ACOTACIONES AL CONCEPTO Y SENTIDO DE LA MONEDA

    XXV. LA CRISIS DEL 2007 Y EL NEOLIBERALISMO EN EL BANQUILLO

    XXVI. LA ECONOMÍA EN EL CRUCE DE CAMINOS

    XXVII. ¿VÍAS DISYUNTIVAS O COMPLEMENTARIAS PARA EL DESARROLLO?

    ANEXO F. EL CONCEPTO DE DESARROLLO ECONÓMICO

    XXVIII. ¿CÓMO PODRÍAN INTERVENIR LOS ACTORES SOCIALES PARA CONSTRUIR EL NUEVO ESCENARIO?

    ANEXO G. PUNTOS PRINCIPALES PARA CONSIDERAR EN LA DEFINICIÓN DE LA NUEVA ESTRATEGIA O MODELO

    A. Energía

    B. Tecnología

    C. El trabajo

    D. La pequeña y mediana empresas (pymes)

    E. Concentración empresarial y tributación progresiva

    F. La dimensión territorial del desarrollo

    G. Participación

    H. Mercado nacional y librecambio

    I. Reordenamiento del sistema financiero internacional

    NOTAS AL PIE

    PRÓLOGO

    Las páginas que usted va a leer nacieron hace cuatro años como notas para una clase de Doctrinas Económicas en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia. Desde su concepción estaban destinadas a un público más general, no solo de estudiantes y profesionales de la economía. Notas que fueron la simiente de este libro, que busca conservar el espíritu que le dio origen, introducir al lector al conocimiento y análisis de los hechos económicos más relevantes de una historia y de unas reflexiones que se pierden en las profundidades del tiempo, en las cuevas donde el hombre del Neolítico empezó su aventura vital por sobrevivir y avanzar, hasta desembocar en el Wall Street de la crisis de 2007 y los escenarios y desafíos que de esa circunstancia histórica se desprenden, cuya discusión está al orden del día.

    Nuestra aproximación al conocimiento económico se hace a partir de enmarcarlo en el amplio campo de las ciencias sociales, en contraste con quienes lo emparentan con las ciencias exactas, sometido a supuestas leyes invariables y universales. Asumimos el conocimiento económico como una tarea de análisis adelantado con elementos inductivos y deductivos realizado como un proceso en el tiempo que permite abordar la comprensión de una realidad en la cual impera una dialéctica de cambio y de permanencia movida por diferentes elementos —propiamente económicos, institucionales, culturales, políticos y de la naturaleza— en sus relaciones e interacciones, que con sus variaciones han acompañado el trabajo de los hombres a lo largo de los siglos.

    Con su historia y su realidad, Colombia está presente para confrontarla con los análisis nacidos de las diferentes teorías que conforman el conocimiento económico, subrayando sus diferencias e identidades respecto a lo presentado en otras latitudes y momentos.

    Un especial agradecimiento a mis estudiantes que durante estos años fueron un estímulo y un reto permanente para precisar mis explicaciones sobre los fenómenos y conceptos expuestos para que, sin perder el necesario rigor, fuesen más fácilmente comprensibles. Y a quienes en estos años han conocido el trabajo durante su escritura, facilitándome sus observaciones para que el libro que hoy tiene usted en sus manos cumpla de la mejor manera posible el objetivo que me propuse al escribirlo. A partir de este momento el libro ya no me pertenece; está en sus manos, en buenas manos.

    INTRODUCCIÓN: ¿DE QUÉ SE TRATA LA ECONOMÍA?

    Both liberty and equality are among the primary goals pursued by human beings through many centuries; but total liberty for wolves is death to the lambs, total liberty of the powerful, of the gifted, is not compatible with the... liberty of others… (and to) allow justice and fairness to be executed.

    ISAIAH BERLIN (2013)

    Lauchlin Currie (1967) es sugerente para nuestro propósito al afirmar que la economía es una ciencia social o del comportamiento que trata de ciertos aspectos de la conducta humana y se asemeja más a un organismo vivo que a un mecanismo físico, y es por ello imprecisa y descansa sobre bases emocionales. Intenta formular generalizaciones válidas, que no leyes, sobre aquellos aspectos de la conducta humana que se refieren a la producción de bienes y servicios. Su estudio permite lograr una comprensión general del funcionamiento del sistema económico en conjunto. Pero no se trata de un conocimiento simplemente erudito o especulativo, sino de uno que permite desarrollar y aplicar conceptos económicos básicos, generalizaciones válidas, a problemas reales.

    Nos interesan aquí los conceptos que han constituido y constituyen el cuerpo general del conocimiento económico, y no los modelos y técnicas desarrollados a partir de ellos que conforman el conjunto de las políticas e instrumentos. Al igual que las tareas concretas —proyectos y programas macroeconómicos— que diseñan y desarrollan los economistas profesionales, caracterizados por un alto nivel de formalización matemática para hacerlos operativos a costa de limitarles su capacidad para interpretar realidades complejas que no permiten ser encasilladas en las simplificaciones que exigen los supuestos en que se sustentan dichos instrumentos y modelos, muchos de los cuales se reducen a ser utópicos proyectos de ingeniería social, que los hay con diferentes signos ideológicos.

    Currie sitúa el debate sobre la naturaleza, sentido y alcance del estudio de los hechos y los procesos económicos en un nivel de generalidad que hace explícita su realidad sustantiva, en la línea de pensamiento de la antropología y la sociología económicas. Esa perspectiva analítica permite avanzar en la elaboración de una teoría general de la organización económica, válida tanto para economías de mercado, donde se ha concentrado la atención de los economistas, como de las premercantiles o de las dirigidas por la intervención estatal. En el corazón de esa perspectiva analítica está siempre presente el Homo faber, el hombre que a lo largo de los tiempos históricos fabrica su modo de vida y por ello es finalmente el constructor de su historia.

    Desde la perspectiva de la antropología económica, Maurice Godelier (1978), en un pensamiento concordante con el de Currie, plantea que la función universal de la economía, en todo tiempo y lugar, es proporcionarle a la sociedad los medios materiales para alcanzar sus objetivos, para satisfacer sus necesidades. Iguales son los planteamientos del antropólogo e historiador Karl Polanyi (1975) al definir sustantiva y no formalmente la economía como un proceso institucionalizado de interacción entre el hombre y su entorno que le proporciona de manera continua los medios materiales para satisfacer sus necesidades.

    Según Godelier (1978), la antropología económica tiene por objeto el análisis teórico comparado de los diferentes sistemas económicos reales y posibles, y además elaborar una teoría general de las diversas formas sociales de la actividad económica del hombre, entendida como el conjunto de operaciones por las cuales los miembros de la sociedad en cuestión obtienen los medios materiales para satisfacer sus necesidades individuales y colectivas, se los distribuyen y los consumen. Un sistema económico es la combinación de tres estructuras: la de producción, la de distribución y la de consumo, que dependen de la naturaleza y jerarquía de las necesidades en el seno de una sociedad. La actividad económica está vinculada orgánicamente a las demás actividades, políticas, religiosas, culturales y familiares que forman con ella el contenido de la vida de esa sociedad y a las cuales proporciona los medios materiales de realizarse.

    Polanyi (1975) plantea que la actividad económica comprende la producción, circulación/distribución y apropiación/consumo de esos bienes o medios materiales, en el marco de relaciones sociales dadas entre los hombres que se tejen en el seno de sociedades específicas, con su forma social propia que comprende no solo relaciones económicas, sino también de parentesco, políticas y religiosas; es decir, que salvo en el capitalismo, que se encuentra sometido a la lógica propia e independiente del mercado, el proceso económico no es autónomo, sino que está inmerso en una red de relaciones sociales que dependen de soportes institucionales determinados y específicos.

    La sociología, por su parte, tiene como propósito estudiar las interrelaciones entre los diversos procesos sociales que constituyen a la sociedad, entre los cuales está el proceso económico, que permite que sus miembros reciban de manera continuada, no esporádica, los medios materiales necesarios para satisfacer sus necesidades, según afirma Hopkins (1982).

    Se parte del estudio comparativo de procesos de la vida social circunscritos temporal y espacialmente, conformados por una multitud de acciones e interacciones sometidas a ciertas regularidades entre seres humanos que actúan individual o colectivamente. Las diferentes formas de vida social requieren para permanecer que sus rasgos constitutivos tengan cierto grado de coherencia, a la par que adaptarse internamente para operar como un sistema que funciona de manera continuada. En su desarrollo se da un proceso de creciente complejización y diversificación, pero con necesidad de cierta coherencia de las estructuras y de su organización. Según Radcliff-Brown (1974), la existencia y permanencia de una sociedad se fundamenta en una cierta similitud en los intereses y valores de sus miembros.

    Solo cuando lo económico ha hecho su obra, los demás deseos se despliegan, y según que lo económico haya alcanzado su objeto con más o menos esfuerzo, queda más o menos tiempo, más o menos voluntad disponible para todo lo demás (Berr, 1959, p. 5). Esta realidad fundamental se ha dado desde siempre; al comienzo de los tiempos era obvia y directa; hoy está mediada por ene mil metas e intereses, sumida en un mundo tecnológico que ha sido causa y efecto del avance de la producción capitalista. Lo económico, al garantizar la subsistencia, libera el tiempo, la energía y los sueños humanos; crea la civilización. Es el Homo faber que desde su cueva se asoma curioso y asombrado a un mundo que está por conocer y por conquistar; es el ideal griego del buen vivir, de una vida austera pero sin zozobra económica que les permita a los ciudadanos libres dedicarse al ocio creativo de las artes y del gobierno de la ciudad, de la polis.

    Al abordar la comprensión de lo económico desde la perspectiva de las ciencias sociales —antropológica, psicológica, sociológica; del poder y de la historia—, se asume la economía en su sentido sustantivo y no formal, a diferencia de lo que hace hoy la llamada ciencia económica. En esa perspectiva se plantea que los procesos económicos se fundamentan en los intercambios básicos, sustantivos, entre el hombre y su medio natural y social, así como en las relaciones técnicas, naturales y sociales que al efecto se establecen dentro de las sociedades para garantizar la vida humana, la supervivencia de la especie. Como lo plantea Hopkins (1982), la economía funcionalmente está en la esfera fronteriza entre lo puramente social y lo puramente natural. En palabras de Narotzky, la economía es finalmente un proceso que sustenta la continuidad social, realizado de manera institucionalizada, socialmente estructurada (Narotzky, 2004, pp. 16). El centro del análisis económico son entonces las relaciones sociales que se dan en el contexto de la reproducción de la sociedad, de su transformación, entendida como un proceso social.

    Por su parte, la economía en su sentido formal se limita a establecer leyes para regular las relaciones entre medios y fines económicos dentro del ámbito de lo económico; entre unos fines que se presentan como alternativos y no jerarquizados, cuya escogencia está sujeta a la decisión individual del agente económico con fundamento en su racionalidad económica —ahorrar o consumir, invertir o atesorar, comprar qué—, decisión que enfrenta la disponibilidad de unos medios o recursos que son limitados. En este sentido, la escasez está presente en el ámbito económico como una realidad y no un concepto; es lo que les da valor económico a los bienes. Se impuso en el análisis neoclásico, sustento principal de la teoría económica dominante, la definición que Lionel Robbins dio de la economía como la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos, definición que al decir de Godelier, no capta lo económico como tal, y lo disuelve en una teoría formal de la acción orientada a un fin (Godelier, 1978, p. 249). Las relaciones entre los individuos son concebidas, desde un punto de vista transaccional, como un intercambio de valores o, alternativamente, como atributos de actos de intercambio (Narotzky, 2004, p. 15).

    Entendida así la economía, esta se circunscribiría a buscar economizar y racionalizar el empleo de unos medios escasos o al menos limitados al asignarlos eficientemente para lograr maximizar la utilidad lograda con los diferentes fines económicos posibles. Por esta vía, que es la que sigue el pensamiento neoclásico imperante, el objetivo de la acción económica se reduce a buscar la maximización de los beneficios personales e indirectamente de los colectivos. El instrumento para lograrlo es la institución social del mercado con su ley de oferta y demanda y su mecanismo de fijación de los precios, tanto de los bienes y servicios producidos como de los recursos —tierra, capital y trabajo— comprometidos en el proceso productivo, cuya operación no debe ser interferida o regulada por el Estado, pues el mercado automáticamente, de forma libre y autónoma, tiende al equilibrio, con lo cual cumple su función por medio del mecanismo de los precios, que es el corazón del mercado como institución, de asignar de manera óptima los bienes finales y los recursos o factores productivos.

    Dicho de otra manera, en términos weberianos, esas dos posiciones respecto al sentido y propósito de la economía, de la actividad económica, expresan un debate central de la modernidad entre la racionalidad instrumental y la valorativa de las acciones sociales; la primera se sustenta en las expectativas respecto a la eficiencia y eficacia de los medios empleados para el logro de los fines establecidos, medida en función de la economía lograda en el uso de los medios disponibles. La valorativa, por su parte, está determinada, independientemente del resultado final, por el valor del propósito de la acción económica, que no es otro que garantizar la supervivencia humana. La racionalidad instrumental es la propia del mercado en cuya operación se institucionaliza la acción de economizar, de racionalizar el uso de medios escasos, mediante las decisiones de los compradores y vendedores, que a partir de los precios determinados libremente por el mercado escogen de manera racional entre los usos alternativos de unos medios escasos; estas decisiones determinan los movimientos de bienes y personas en el marco de la actividad económica generada.

    Michael Sandel (2013), filósofo y politólogo de la Universidad de Harvard, afirma que la intromisión de los mercados en aspectos de la vida tradicionalmente no mercantiles es uno de los hechos más significativos de nuestro tiempo. Pasamos de tener una economía de mercado a ser una sociedad de mercado, una manera de vivir en la que los valores mercantiles penetran en cada aspecto de las actividades humanas donde las relaciones sociales están hechas a imagen del mercado. Termina diciendo que el razonamiento mercantil ha drenado el discurso público de toda energía moral y cívica y ha contribuido a la política tecnocrática, de mera gestión. Nos invita a que razonemos juntos y en público sobre cómo valorar los bienes sociales que tenemos en gran aprecio, pues ello nos haría más conscientes del precio que pagamos por vivir en una sociedad en la que todo se vende.

    Sandel nos permite establecer la diferencia entre la realidad de la existencia de la institución económica del mercado, de lo que es un sistema de mercado en el cual los componentes de la actividad económica —la producción, distribución y consumo de bienes y servicios— son integrados en un sistema cerrado de mercados que controla de forma automática todo el proceso social, como está desarrollado en el modelo de equilibrio general walrasiano, la estructura teórico-conceptual que fundamenta el análisis neoclásico y las políticas que de él se desprenden.

    Estudiar la historia de los hechos económicos es finalmente seguir el trabajo del hombre para arreglar su casa, para utilizar su territorio, para explotar en él sus diferentes recursos, para multiplicar los bienes y los valores, para formar con ellos abundantes reservas; y es, al mismo tiempo, estudiar el reparto de esos bienes entre los hombres (Berr, 1959, p. 6). Susana Narotzky (2004), a su vez, plantea el mismo punto al afirmar que el estudio de la economía permite comprender la forma como las personas se organizan para producir y reproducir los bienes materiales y los servicios que hacen posible la vida.

    Estudiar la historia del pensamiento económico, de las ideas que lo conforman, y hacerlo en el contexto de los hechos, no solo los económicos, que les dieron nacimiento y sobre los cuales ejercieron influencia, no solo es gratificante intelectualmente, sino que tiene un sentido práctico, pues como afirma Gonnard (1959) en la introducción, esas discusiones de otro tiempo son para los que saben verlas, las de la época actual.

    Schumpeter (2012) considera que el tema de la economía, del análisis económico, es esencialmente un proceso único desplegado en el tiempo histórico para comprender cómo están relacionados los hechos económicos con los no económicos y cómo se deberían relacionar las ciencias sociales entre sí. Nace con la necesidad permanente que tiene toda sociedad de alimentarse materialmente cuando después de haber sido satisfecha [esa necesidad] con creces, a partir de la Revolución neolítica, por las clases campesinas que las han conformado, pasa a ser satisfecha por pequeños grupos de otro tipo de productores agrícolas o sin que intervenga (exclusivamente) la agricultura (Hobsbawn y Ferrandis, 1991, p. 594). De acuerdo con Hobsbawn y Ferrandis (1991), la pregunta es cómo y por qué ocurre ese cambio, a partir de la aparición de los intercambios y la diferenciación del trabajo y de sus productos.

    REFERENCIAS

    BERLIN, I. (2013). The crooked timber of humanity: chapters in the history of ideas. Princeton (Nueva Jersey): Princeton University Press.

    BERR, H. (1959). El desarrollo económico, sus modalidades y sus factores. En TOUTAIN, J., La economía antigua, México, D. F.: Uteha, 1959.

    CURRIE, L. (1967). La enseñanza de la economía en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo.

    GODELIER, M. (1978). Racionalidad e irracionalidad en la economía. México, D. F.: Siglo XXI.

    GONNARD, R. (1959). Historia de las doctrinas económicas. Madrid: Aguilar.

    HOPKINS, T. (1982). La sociologie et la conception substantive de l’economie". En POLANYI, K., Les systemes economiques dans l’histoire et dans la théorie, París: Larousse.

    HOBSBAWM, E. J., & FERRANDIS, M. (1991). De la historia social a la historia de la sociedad. Historia Social, 1(10), 5-25.

    NAROTZKY, S. (2004). Antropología económica. Nuevas tendencias. Barcelona: Melusina.

    PEARSON, H. (1975). L’economie n’a pas de surplus: critique d’une théorie du développement. En POLANYI, K. (1975). Les systemes economiques dans l’histoire et dans la théorie. París: Larousse.

    RADCLIFF-BROWN, A. R. (1974). Estructura y función en la sociedad primitiva. Barcelona: Península- Random House Mondadori.

    SANDEL, M. (2013). Lo que el dinero no puede comprar: los límites morales del mercado. Bogotá: Debate.

    SCHUMPETER, J. (2012). Historia del análisis económico. Barcelona: Colección Ariel Economía.

    PRIMER APARTADO:

    LAS SOCIEDADES PREMERCANTILES

    I. LOS LÍMITES Y ALCANCES DE LA INSTITUCIÓN SOCIAL DEL MERCADO Y DEL SISTEMA DE MERCADO

    Todo sistema económico está conformado por las estructuras de producción, de distribución y de consumo de los bienes y servicios producidos aun en los sistemas premercantiles centrados en la producción para el consumo directo (de bienes con valor de uso) y no para el intercambio (de mercancías con valor de cambio).

    En la estructura de la producción, las sociedades pasaron de la economía del aprovechamiento y de la explotación directa de la naturaleza —pesca¹, caza, recolección de productos vegetales silvestres— a la de su progresiva transformación por medio de una actividad productiva reglamentada por normas técnicas fruto de un sistema tecnológico desarrollado en un medio natural y social dado, que generan restricciones y condiciones a la producción en cuanto al acceso y control de los recursos productivos², determinando su capacidad para producir, la organización de la producción y la distribución del poder en el proceso productivo concretadas en las relaciones de producción establecidas entre los actores sociales intervinientes, de acuerdo con formas de cooperación y coordinación preestablecidas³ (Godelier, 1978).

    En la estructura de la distribución se determinan, además de las reglas de apropiación y de uso de los factores de producción, las referentes a la utilización del resultado del trabajo productivo, del producto social. Parte de este se destina a las actividades no económicas de la vida social —religiosas, gubernativas, culturales, de seguridad—, que requieren medios materiales, gracias a la existencia de un excedente económico. En las sociedades no mercantiles se intercambian valores de uso en una relación interpersonal y directa entre productor y consumidor mediante el autoconsumo, que produce y reproduce la trama social.

    Marcel Mauss en Narotzky (2004) identificó el don como la institución central en los sistemas de intercambio de las sociedades tradicionales (primitivas), que se fundamenta en la reciprocidad a partir de los vínculos sociales existentes entre las partes, que materializa la norma moral de la entrega y la devolución. En el mercado igualmente existe la obligación recíproca de dar y recibir, ya no bienes concretos según sus valores de uso, sino valores de cambio, entendidos como la capacidad que otorga un bien para adquirir otros bienes, tenidos por equivalentes, en acciones simultáneas de intercambio.

    La estructura del consumo está determinada por las reglas de la distribución; se consume de acuerdo con lo que le corresponde al individuo en la distribución de los bienes y la riqueza; es expresión de los valores del sistema social. El consumo no es un hecho autónomo, pues está sometido a las reglas técnicas de la producción, que establecen la forma como participan en ella los factores, y a las reglas sociales, que determinan lo referente a la forma de su apropiación por los factores de producción.

    El desarrollo de los intercambios en las economías mercantiles llevó a que la actividad económica tuviera un único centro, el mercado; por el contrario, las economías premercantiles son policentradas, en función de las diferentes relaciones que se dan entre lo económico y lo no económico en el seno de la sociedad.

    La jerarquía mercantil de los bienes se establece a partir de su escasez; los bienes de subsistencia, por no ser escasos, solo se producen para satisfacer necesidades socialmente requeridas, y su nivel óptimo de producción está en función de la necesidad que de ellos tenga la sociedad, es decir, de su utilidad social relativa respecto a la de otros objetivos socialmente necesarios. El óptimo económico, en esa perspectiva, forma parte de un óptimo social más amplio, y la racionalidad económica sería un aspecto de una racionalidad igualmente más amplia y fundamental, tal como afirma Godelier (1978). En pocas palabras: lo económico entendido como medio y no como fin.

    Para terminar esta parte, vale la pena plantear una pregunta que formula Godelier (1978) sobre sí existe un elemento común que haga derivar de un mismo concepto y de una misma definición un campo particular de actividades, el económico, y al mismo tiempo un aspecto particular, económico, de todas las actividades humanas que no pertenecen a ese campo. Desentrañar su respuesta es según él la cuestión central del análisis económico.

    REFERENCIAS

    GODELIER, M. (1978). Racionalidad e irracionalidad en la economía. México, D. F.: Siglo XXI.

    NAROTZKY, S. (2004). Antropología económica: nuevas tendencias. Barcelona: Melusina.

    II. DEL NOMADISMO AL SEDENTARISMO: LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA

    Every solution creates a new situation which breeds its own needs and problems, new demands.

    ISAIAH BERLIN (1988)

    La lucha por la sobrevivencia es la trama de la historia natural de la vida, incluida la humana. Los avances que en ella se registran en lo que al ser humano se refiere vienen desde los albores de la historia humana, de los tiempos anteriores a la aparición de la escritura (4000 años a. C.). Fernand Braudel equipara su concepto de la larga duración en el análisis histórico con el punto de vista de Dios Padre, que está presente en las profundidades del proceso histórico, de un lento devenir humano que constituye la estructura de la historia, su basamento y su explicación. En la superficie se presentan la agitación y los movimientos de las coyunturas, de la historia de los eventos. En la medida en que la historia de larga duración es una historia con permanencia, con duración en el tiempo, es posible comprenderla a partir de la historia comparativa (Braudel, 1996).

    En el Paleolítico, en la llamada Edad de Piedra, la humanidad comienza su avance partiendo de la familia, su núcleo, y del correspondiente grupo de parentesco. Las primeras manifestaciones de apropiación material, de propiedad, se dan en el marco de las relaciones de parentesco. La recolección de frutos, la caza y la pesca —con los primeros instrumentos fabricados o adaptados por el hombre— son las fuentes de una subsistencia, que depende de lo que suministraban los fenómenos de la naturaleza (Childe, 1979, p. 41). Especialmente para la caza de presas mayores comenzó el trabajo en equipo, la acción colectiva; para las actividades domésticas y de supervivencia, muy posiblemente se dio una primera división del trabajo y de responsabilidades por edades y sexo. Vivían en un medio salvaje, en albergues naturales, como cuevas y afines, y se protegían de los rigores y amenazas de él.

    A. LOS CUERPOS DE AGUA Y LAS CIVILIZACIONES: EL MEDITERRÁNEO

    Como una constante en la historia humana, los avances están relacionados con cuerpos de agua —ríos, lagos, océanos—. Las grandes civilizaciones tienen en común el hecho de poseer un río como eje estructurador del poblamiento y de la actividad económica: la China y el río Amarillo, el Danubio y el Rhin en Europa, el Ganges en la India, el Nilo en Egipto, el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia, el Congo en África, el Mississippi en los Estados Unidos, el Río de la Plata en el Cono Sur latinoamericano. Dos de estas culturas fluviales son cruciales en la evolución temprana de la humanidad, como matrices del mundo antiguo: Asiria y Sumeria en el delta del Tigris y el Éufrates, y Egipto en el valle del Nilo, donde hacia el año 8000 a. C. ya se encuentran verdaderos poblados cuyos habitantes poco a poco complementan la cacería, la pesca y la recolección de frutos salvajes con actividades de ganadería y de agricultura, en un proceso lento, de milenios, durante el cual un hombre nuevo, un paisaje nuevo, una economía nueva surgen durante el Neolítico, en pequeñas regiones del globo (Braudel, 1998, p. 79).

    Braudel se refiere a lo que, junto con la primera y fundamental Revolución Industrial, la de mediados del siglo XVIII y XIX, considera como el más significativo cambio en la historia de la humanidad, la llamada por el arqueólogo Gordon Childe la Revolución neolítica, que en Mesopotamia alrededor del 6000 a. C. da origen a la agricultura de cereales y gramíneas —trigo, millo y cebada—, luego de olivos y vides mediterráneas, y a la ganadería con la domesticación de caprinos y ovinos. Son las primeras raíces del sedentarismo y de la aparición de las comunidades campesinas que se agrupan, se nuclean en el Levante —actual Turquía, Siria y Líbano—. Nace la alfarería⁴. Mientras tanto en occidente reinan bandas que aún viven de la recolección de frutos y raíces silvestres y de la caza del ciervo y del jabalí⁵.

    Hacia el 4000 a. C. en Europa ya se tenía una economía rural de cultivos nómadas (Childe, 1979, p. 47) en la cual la tierra era trabajada produciendo dos o tres cosechas en periodos de entre dos y siete años; luego, como barbecho o rastrojo, se la dejaba descansar para que recuperara su fertilidad con la ayuda de las cenizas de la quema del barbecho que crecía durante el periodo de descanso.

    Esa itinerancia del trabajo de la agricultura en pos de tierras vírgenes llevó a que el patrón de poblamiento en los primeros tiempos del Neolítico fuera de pequeños poblados, de unas veinte casas, que incluían espacio para guardar en el granero los productos agrícolas no perecederos y para el establo del ganado. Eran casas habitadas por grupos familiares de entre diez y treinta personas, posiblemente organizadas de manera matrilineal y con una primera especialización del trabajo según edad y sexo. Localizadas cerca de cuerpos de agua quizá para regar los cultivos y facilitar la comunicación y el transporte de productos, al igual que en las comunidades indígenas contemporáneas. Los intercambios se reducirían a trueques de artículos que para la época eran de lujo, en especial maderas y piedras (Childe, 1979).

    La consolidación

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