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Venir a menos: Crítica de la razón nihilista
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Venir a menos: Crítica de la razón nihilista
Libro electrónico196 páginas2 horas

Venir a menos: Crítica de la razón nihilista

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Entre el escepticismo, el desinterés o la desgana, así se concibe al nihilista, y el nihilismo como una actitud vital negativa que ha de evitarse o negarse por su relativismo tanto moral como racional, fruto de su desconfianza en las posibilidades del ser humano. En este libro no se trata de reclamar una vuelta al nihilismo "clásico", pero sí de rehabilitar una noción que pueda usarse para plantear y reubicar algunos de los más urgentes problemas que definen nuestra época y también para cuestionar muchos de los presupuestos y consecuencias de la metafísica positivista, base teórica sobre la que se sustenta la tradición occidental. Siguiendo la senda del pensamiento débil de Vattimo y de otros autores de la hermenéutica crítica, el filósofo Brais Arribas explora en esta obra las posibilidades de un nihilismo debolista abierto a la alteridad, la diferencia y la pluralidad. Con él se pretende hacer frente tanto al relativismo insensible del nihilismo como a los "excesos de positividad" del pensamiento metafísico de Occidente: los del sujeto, la razón y el progreso y sus imperativos de crecimiento ilimitado. Se propone así recorrer un camino que transita desde la ontología (del declinar) a la economía (del decrecimiento); el de una racionalidad débil y frágil, aquella, en suma, que viene a menos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 jul 2019
ISBN9788490977453
Venir a menos: Crítica de la razón nihilista

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    Venir a menos - Brais Arribas

    bicicleta

    PrÓlogo

    El estado de la cuestión del nihilismo debolista

    En este nuevo libro de Brais Arribas, que viene precedido por aquel impresionante volumen suyo, Reduciendo la violencia (la hermenéutica nihilista de Gianni Vattimo) (2016) y otras publicaciones de considerable enjundia ontológico-política, vuelve ahora este lúcido filósofo gallego a confrontarnos con el análisis de la cuestión del nihilismo. Sigue para ello algunos parámetros vattimiano-oñatianos que ya son propios del legado de la izquierda hermenéutica, pero lo hace con voz propia, de un modo tan original y crítico como sumamente eficaz y comunicativo: incluso aplicativo a diversas cuestiones candentes de ecopolítica hermenéutica que atañen a la contestación del capitalismo global. Efectivamente, en Reduciendo la violencia, Brais Arribas acertaba ya de lleno al localizar en la noción heideggeriana de Verwindung (distorsión, dislocamiento, desplazamiento), que Vattimo hace suya, siguiendo sobre todo al segundo Heidegger, tras la Kehre (vuelta, torsión, con-versión, anverso) del pensar-vivir del filósofo alemán, el hilo conductor del nihilismo activo metodológico, que vertebra toda la obra de Vattimo, así como la intervención anticapitalista de su pensamiento.

    Los lectores y lectoras que estén algo al tanto de la filosofía crítica posmoderna habrán escuchado ya en este planteamiento la resonancia del eterno retorno de Nietzsche, interpretado en clave de izquierda nietzscheano-heideggeriana: la que Vattimo pone de relieve y hace pública, no en cuanto a ninguna física cosmológica del tiempo, sino en cuanto a la metodología que necesitamos aplicar (para cambiar el mundo) al tiempo espiritual-comunitario de la filosofía de la historia y de la crítica política racional, después de Hegel-Marx. Una vez que la dialéctica histórico-hermenéutica se sabe ya explícitamente vinculada a la acción-distorsión temporal del nihilismo, si no quiere repetir las mismas estructuras del poder-explotación puestas cada vez en manos de distintos sujetos equivalentes. Razón de base hermenéutica, distorsionadora y productiva, por la cual somos vattimianos, entre otras razones, Brais Arribas y yo misma, junto con tantos/as otros/as hijos e hijas de Nietzsche en la posmodernidad. Pienso, por ejemplo, también en los posestructuralistas que siguen a Lyotard, Foucault o Deleuze… y en todas las filósofas y filósofos vinculados a la Cátedra Internacional de Investigación en Hermenéutica Crítica Hercritia¹, de la cual es Vattimo copresidente y tengo el honor de dirigir junto con la profesora Ángela Sierra.

    Se trata para nosotras y nosotros, en suma, de la puesta en obra de la teoría-praxis comprometida con hacer acontecer el efecto de la misma izquierda nietzscheano-heideggeriana-vattimiana ¿Empezando por qué? Pues por la comprensión y cuestionamiento del vínculo esencial y distorsionador entre capitalismo (ilimitado) y nihilismo. Del planteamiento y análisis de tales problemas se ocupa Brais Arribas en este nuevo libro: Venir a menos. Crítica de la razón nihilista, donde ya desde el (sub)título las lectoras y lectores escuchan un repliegue tanto sobre las tres Críticas de Kant (Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica de la facultad de juzgar) como sobre el criticismo que caracteriza a las posiciones que articulan la dialéctica (crítica) de la Ilustración (Adorno, Horkheimer, Benjamin, Marcuse, Habermas…). Incide, por lo tanto, sobre la cuestión de los límites, condiciones de posibilidad, criterios, alcance de legitimidad y campos de aplicación históricos precisos, propios de la racionalidad nihilista. Esta sitúa la ontología-política posmoderna de Gianni Vattimo y la nuestra (con los nexos filosóficos mencionados) solo en tanto que ontología del debolismo kenótico hermenéutico. Como debilitación de la violencia de los absolutos totalitarios y dogmáticos, sí, desde luego, de otro modo no sería una racionalidad hermenéutica crítica (interpretativa y de la acción comunitaria), pero corriendo un riesgo de tanta envergadura como para justificar por sí solo la pertinencia y necesidad (imprescindible, para decirlo con Bertolt Brecht) de este libro: ¿Por qué? ¿De qué riesgo se trata?

    Pues del siguiente: supongamos la superficie de inscripción del dualismo dicotómico tristemente habitual y por lo general vigente en nuestras tradiciones acríticas como contexto, o bien caracterizado por un dogmatismo absolutista y fundamentalista realista, de cuño identitario y monológico-monoteísta, o bien, por su contrario: un relativismo liberal, pluralista, indeterminista, basado en los consensos; multiculturalista y hasta politeísta, en el sentido de Max Weber. Y situemos el problema candente, irrumpiendo por el medio así: la crítica nihilista del capitalismo de consumo (y su violencia ilimitada) ¿no es ella también relativista en tanto que antidogmática y antirrealista? Porque si así fuera, si toda ontología hermenéutica por nihilista y pluralista tuviera que ser relativista, entonces no haría sino fomentar y alimentar (a su pesar o no) la nueva forma del capitalismo neoliberal multinacional, que también es un relativismo multicultural sin fronteras (globalización) y un nihilismo del capital tecnológico, mediático y bélico, indiferente e ilocalizado; el que barre toda resistencia y límite; borra toda diferencia y determinación, convertidas en nada: nihilizadas, para progresar devastando la tierra como el desierto (la nada) que crece, tras la muerte de Dios (todopoderoso). Cuando la sombra de su cadáver, vaticinada por Hegel-Nietzsche engendra al superhombre neoliberal que sí puede ahora realizar por fin un fascismo pavoroso y perverso: ya sin ideologías éticas de legitimación alguna que estorben a la razón asimilada al poder fáctico de la mera potencia tecnológica que progresa invocando sin más el terror y la lucha en pos del dominio y la administración (total) de las fuerzas y recursos. Fuerzas brutales de los (pocos) ricos sobre los (muchos) pobres. Es cuando el Angelus Novus de Walter Benjamin-Paul Klee vuelve a llorar lágrimas de sangre ecológica y geopolítica. Ahora más desgarradas y devastadas que nunca por las víctimas anónimas que crecen cada día, tras la explicitación del pacto criminal (y armado) entre Trump y el sionismo vengador, entre otros terrores. Los del espíritu de venganza que sobredetermina la repetición indiferente del correr de la historia de la guerra que no cesa: ilimitada. Es cuando según el segundo Heidegger estamos en el Gestell: el inmundo cuya cifra es la recolocación, reposición, recalentamiento, reinstalación incesante de todos los entes despanzurrados, sin misterio, convertidos en meras mercancías sobreexpuestas en los anaqueles de las estanterías de productos de consumo, incluidos las existencias y los recursos humanos.

    Estamos en la sociedad transparente del capitalismo de consumo, consumado por el relativismo, donde al final de la metafísica moderna cumplida, del ser ya no queda nada. Pero entonces ¿qué podemos hacer? Siguiendo a Heidegger y Vattimo podría ocurrir que en esta situación extrema se diera la chance de un relampaguear del das Ereignis (acontecer (ex)propiador del tiempo-ser), donde ambos, el hombre-pensar y el ser, pierden los caracteres de sujeto-objeto con que los había representado y contrapuesto, enfrentados, la metafísica-ciencia-técnica de Occidente, hoy globalizada. Y allí donde crece el peligro, está también lo que salva, como señalaba aquel verso de Hölderlin.

    De tal modo que este enclave de consideración importe sobremanera: ¿es el nihilismo hermenéutico debolista (antidogmático) un relativismo? Las lectoras y lectores comprenderán de inmediato, tras lo dicho, que la potencia-posibilitante de esta pregunta recae en la cuestión del límite-criterio (medida preferencial teórica y práctica) de las interpretaciones y relatos, si es que nos cabe aún una acción liberadora y solidaria alguna. De ahí que la inteligencia de Brais Arribas atine desde el comienzo mismo de su enfoque criticista: el de la crítica o puesta en cuestión de la medida, límites, condiciones de posibilidad y legitimidad aplicativa de la razón hermenéutica nihilista actual, en tanto que debolismo.

    Pero antes de poder no ya responder sino siquiera plantear correctamente tal constelación de problemas, conviene notar con amargura algo más: cómo el neoliberalismo ilimitado ya se ha dado cuenta del asunto y se apresta a tirar por la borda las cuestiones éticas. No le importa ceder en materias morales: defender los derechos de los colectivos LGTBI ni hacerse progresista, sostenible (dicen), multirracial y multicultural, pero siempre (además, eso sí) con tal de conservarse crítico vigilante del cierre y restricción de las libertades que suponga cualquier límite normativo. La ambigüedad está servida. Estamos en las sociedades abiertas de control. Solo importa el binomio riqueza/pobreza y salvaguardar los beneficios del ca­­pitalismo bélico financiero en tanto que derechos de explotación y crecimiento ilimitado global. De ahí que Venir a menos ya exprese con acento minimalista la alternativa decrecentista y antidesarrollista que tanto nos hace falta y le hace falta al planeta. Cuestiones todas estas últimas que vuelven a subrayar la necesidad de repensar el nihilismo, diferenciando como Heidegger y Vattimo nos impelen a hacer, entre el nihilismo ontológico: que el ser es nada y nada-ningún límite (como pretende el capitalismo ilimitado) y el nihilismo óntico: que el ser no es sujeto de consumo ni objeto de consumo, porque no es nada-ente (como sostiene la hermenéutica crítica), sino diferencia: alteridad. Una alteridad constituyente y limitante de lo humano y no reductible a ello. De ahí que si se respeta la diferencia ontológica entre ser y ente se haya de localizar en el nihilismo metodológico-crítico debolista la posibilidad de aminoración de todos los absolutos, incluido el nihilismo mismo: el de la nada absoluta (del capital infinito), como máquina de guerra suicida, para decirlo también con Deleuze-Guattari.

    Lo cierto es que la racionalidad hermenéutica se ha vuelto necesariamente muy compleja, pero se contrapone ya desde sus orígenes ontológicos nietzscheanos, mediante el nihilismo crítico, al positivismo en su doble vertiente: el cientifismo tecnocrático hegemónico y el desarrollismo historicista-colonialista. Ambos son modos de la racionalidad mitológica-metafísica que se propone llevar a cabo (desde Platón, pero contestada por el Aristóteles griego, luego transformado por las religiones escatológicas del Libro) una sola empresa: la salvación de la humanidad, que se acrecienta con la eficacia de la secularización racionalista y administrativa (calculadora) moderna, puesta en manos del hombre occidental como amo y señor del mundo. Bastaría con la crítica a la violencia del positivismo para comprender en profundidad cómo se trata, para la hermenéutica, de liberar a la racionalidad interpretativa misma (las otras racionalidades) y a la historicidad plural (las otras historicidades y los pasados posibles no consumidos-consumados) de semejante hegemonía antropocéntrica maquinadora, empezando por liberar al tiempo: de reducirse a un vector lineal y cinético de expansión; y al espacio: de cosificarse convirtiéndose en homogéneo e indiferente, explotado y reticulado. Mientras las lenguas y las diferencias tanto biológicas como culturales son suprimidas, devoradas por la uniformidad homogénea del consumo. También se trata de liberar al misterio de lo divino y lo sagrado indisponible, de estar atrapados en las redes utilitarias que los convierten en fundamento asegurador del ente.

    El segundo Heidegger denomina a este vector-dispositivo civilizatorio del superdominio arrasador: metafísica-ciencia-técnica, e insiste en que se opera mediante un abrupto reduccionismo poseedor del lenguaje, convertido en mero instrumento de cálculo y en arma tecnológica de superpoder; en macrovehículo que avanza mediante el olvido del límite del ser-tiempo. También olvida, claro está, que el lenguaje es la casa del ser y que la esencia poética de la creatividad (incluida la técnica) reside en el agradecer-retransmitir del ser finito que se abre a "construir (téchne), habitar (ético-político), y pensar (interpretar en común)" el cuidado del lugar del acontecer del ser: la diferencia del espacio-tiempo vivo del lenguaje. Un cuidado por la apertura topológica y por la diferencia, que vincula como entre dis-tanciador (por medio de la diferencia o síntesis disyuntiva misma) en cuanto copertenencia de respectividad, a los límites-enlaces de esta tierra-celeste: sus mortales y sus inmortales. Tal es la cuadratura del Ge-viert alternativo del segundo Heidegger: inmortales-mortales, tierra-cielo, puestos en respectividad de copertenecia por el quinto elemento: la diferencia del entre como apertura del es­­pacio-tiempo sincrónico que corresponde al darse-velarse del camino de vuelta al habla-escucha del ser. Porque la ausencia es. Es conjugando la receptividad selectiva de los pasados posibles que di-fieren con la reconstrucción diferente del mejor porvenir del futuro anterior habitable para los tiempos y seres venideros. Incluso la presencia del presente contiene posibilidades de diferencias irrealizadas o bien de ausencias perdidas que podemos rememorar y agradecer selectivamente.

    Un Heidegger ecologista que pone sobre la llaga el acento del ser que se da (y se vela-resguarda) en el lenguaje de plurales maneras, reescribiendo al Aristóteles griego, para afirmar incluso desde los orígenes presocráticos del pensamiento filosófico-crítico occidental (Heráclito-Parménides) y el pluralista Empédocles (al que tanto amaba Hölderlin) que: Las aves en el cielo, los peces en el agua y los hombres (habitando) en el lenguaje. Asunto mucho menos lírico de lo que pudiera parecer si tenemos en cuenta que las pretensiones de cualquier realismo ya sea cientifista-técnico, ya desarrollista o historicista, son neutras, naturalistas o descriptivistas, en tanto que desenvuelven sin más la ignorancia acrítica (de la acumulación) por medio de la fe en los mitos de dominio, enroscados en el lenguaje instrumental que no se sabe (o no se quiere saber) ni contextuado o hermenéutico-interpretativo; ni histórico ni reductivo: como si nunca hubiera los otros juegos retórico-persuasivos o dialógicos, puestos en obra por los lenguajes comunitarios-individuales de las diferentes tradiciones interpretativas y de sus diferencias

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