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El territorio como poder y potencia: Relatos del piedemonte araucano
El territorio como poder y potencia: Relatos del piedemonte araucano
El territorio como poder y potencia: Relatos del piedemonte araucano
Libro electrónico304 páginas3 horas

El territorio como poder y potencia: Relatos del piedemonte araucano

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Información de este libro electrónico

"Bien es sabido que los modelos de desarrollo rural implementados en Colombia por las instituciones políticas, los gobiernos y los gremios económicos no han hecho sostenibles los territorios rurales, ya que persisten la pobreza, el analfabetismo, el difícil acceso a la propiedad por parte de los campesinos sin tierra y, en general, los pretextos que han dado origen a todas las políticas rurales desde la "reforma agraria" hasta la fecha. Lo que poco se visibiliza es que, paradójicamente, la marginalidad se ha convertido en una especie de caldo de cultivo de pensamientos autónomos en los territorios rurales y que las comunidades indígenas, negras y mestizas vienen canalizando su trabajo en procesos sociales cada vez más consolidados y en los que promueven un cambio civilizatorio, sustentadas en la vida como nuevo punto de partida epistemológico.

El territorio como poder y potencia reflexiona sobre la creación colectiva de modos alternativos de vida en la región del Sarare en Arauca, Colombia, entre 1991 y 2006. Muestra que los territorios rurales colombianos se configuran en el conflicto entre modelos dominantes y procesos de autodeterminación, que la lucha por la superación del conflicto moderno exige, además de activismo político, abrirse a las transformaciones personales y colectivas y comprender que las fronteras custodiadas por el poder no son el único territorio."
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 abr 2017
ISBN9789587810714
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    El territorio como poder y potencia - Juan Eduardo Moncayo Santacruz

    El territorio como poder y potencia

    Relatos del piedemonte araucano

    Juan Eduardo Moncayo Santacruz

    RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS

    © Pontificia Universidad Javeriana

    © Juan Eduardo Moncayo Santacruz

    Primera edición: abril de 2017

    Bogotá, D.C.

    ISBN: 978-958-781-070-7

    Número de ejemplares: 300

    Hecho en Colombia

    Made in Colombia

    Editorial Pontificia Universidad Javeriana

    Carrera 7.a n.° 37-25, oficina 1301

    Edificio Lutaima

    Teléfono: 3208320 ext. 4752

    www.javeriana.edu.co/editorial

    Bogotá, D.C.

    CORRECCIÓN DE ESTILO:

    Francisco Díaz Granados

    DISEÑO DE PÁGINAS INTERIORES:

    Magdalena Monsalve

    DIAGRAMACIÓN:

    Marcela Godoy

    DISEÑO DE CUBIERTA:

    Claudia Patricia Rodríguez A.

    DESARROLLO EPUB:

    Lápiz Blanco S.A.S.

    Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

    Moncayo Santacruz, Juan Eduardo, autor  

          El territorio como poder y potencia : relatos del piedemonte araucano / Juan Eduardo Moncayo Santacruz ; prólogo de Darío Fajardo Montaña. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2017. (Colección Laureata).

         232 páginas : ilustraciones, fotos, mapas y tablas ; 24 cm

         Incluye referencias bibliográficas (páginas 217-229)

         ISBN : 978-958-781-070-7

    1. ORDENAMIENTO TERRITORIAL - REGIÓN DEL SARARE (ARAUCA, COLOMBIA). 2. AUTONOMÍA MUNICIPAL - REGIÓN DEL SARARE (ARAUCA, COLOMBIA). 3. DESARROLLO REGIONAL - REGIÓN DEL SARARE (ARAUCA, COLOMBIA). 4. ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL - REGIÓN DEL SARARE (ARAUCA, COLOMBIA). 5. CAMPESINOS - REGIÓN DEL SARARE (ARAUCA, COLOMBIA) – RELATOS PERSOANALES. I. Fajardo Montaña, Darío, Prologuista. II. Pontificia Universidad Javeriana.

    CDD 352.0861 edición 19

    Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.

    inp 04 / 04 / 2017

    Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

    LISTA DE FIGURAS

    Figura 1. La región del Sarare en el departamento de Arauca

    Figura 2. La configuración territorial del Sarare araucano

    Figura 3. Tríadas del conflicto entre modelos dominantes y procesos de autodeterminación

    Figura 4. El territorio de lo humano

    Figura 5. Atributos del territorio

    Figura 6. Representaciones del territorio

    Figura 7. Control de los pisos térmicos

    Figura 8. El hato ganadero

    Figura 9. Extracción de madera

    Figura 10. Parcelas ganaderas

    Figura 11. Colonización del Sarare

    Figura 12. Explotación petrolera en Arauca

    Figura 13. Coberturas de la tierra. Isla del Charo, municipio de Saravena (1947)

    Figura 14. Coberturas de la tierra. Casco urbano, municipio de Saravena (1946)

    Figura 15. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (1943)

    Figura 16. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (1947)

    Figura 17. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (1963)

    Figura 18. Coberturas de la tierra. Isla del Charo, municipio de Saravena (1963)

    Figura 19. Coberturas de la tierra. Casco urbano, municipio de Saravena (1964)

    Figura 20. Coberturas de la tierra. Isla del Charo, municipio de Saravena (1971)

    Figura 21. Coberturas de la tierra. Isla del Charo, municipio de Saravena (1986)

    Figura 22. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (1971)

    Figura 23. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (1984)

    Figura 24. Coberturas de la tierra. Casco urbano, municipio de Saravena (1986)

    Figura 25. Coberturas de la tierra. Isla del Charo, municipio de Saravena (1998)

    Figura 26. Coberturas de la tierra. Isla del Charo, municipio de Saravena (2005)

    Figura 27. Unidades de cobertura de la tierra. Isla del Charo (1947-2005)

    Figura 28. Coberturas de la tierra. Casco urbano, municipio de Saravena (1992)

    Figura 29. Coberturas de la tierra. Casco urbano, municipio de Saravena (1998)

    Figura 30. Coberturas de la tierra. Casco urbano, municipio de Saravena (2009)

    Figura 31. Unidades de cobertura de la tierra. Saravena (1946-2009)

    Figura 32. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (1992)

    Figura 33. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (1998)

    Figura 34. Coberturas de la tierra. Municipio de Cubará (2004)

    Figura 35. Unidades de cobertura de la tierra. Cubará (1943-2004)

    LISTA DE TABLAS

    Tabla 1. Conceptos básicos de partida

    Tabla 2. Gramáticas territoriales

    Tabla 3. Trayectos territoriales en el Sarare araucano

    Tabla 4. Espacio, tiempo y paisaje del piedemonte araucano

    Tabla 5. Gramáticas del territorio

    Tabla 6. Unidades de cobertura de la tierra del piedemonte (1943-1964)

    Tabla 7. Unidades de cobertura de la tierra. Isla del Charo (1947-1986)

    Tabla 8. Unidades de cobertura de la tierra. Piedemonte (1963-1986)

    Tabla 9. Dominación, explotación y conflicto

    AGRADECIMIENTOS

    Quiero expresar agradecimiento infinito a mi familia, a mis afectos más próximos y a todas las personas que desde las organizaciones sociales de Arauca, la Universidad Cooperativa de Colombia y la Pontificia Universidad Javeriana —especialmente la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, la Vicerrectoría Académica y la Editorial Pontificia Universidad Javeriana— acompañaron en sus espacios y tiempos esta experiencia de amor, trabajo y convivencia que trazó líneas de fuga en los paisajes del piedemonte araucano. Agradezco su valentía, humildad y generosidad.

    PREFACIO

    El territorio como poder y potencia es un trabajo respaldado con dos centenares de referencias bibliográficas —alrededor de la vivencia del autor y María, durante más de una década de labor en el campo de la planificación de la vida regional— acerca del fenómeno de la colonización del Sarare araucano.

    El título de este libro podría ser objeto de numerosas variantes, de acuerdo con el criterio de cada cultura: historia de un fracaso previsible o de una utopía; el sueño de unos ilusos; crónicas de un atrevimiento desde lo popular; otro caso de conflicto entre modelos dominantes y procesos de autodeterminación; o como tal vez lo hubiera titulado uno de los actores populares de la utopía, Alirio Martínez, citado por Juan: el cachicamo trabaja para la lapa. Desde luego, se trata de una aventura social, de un aprendizaje: un viaje hacia nosotros mismos.

    Debido a que tuve el privilegio de ser invitado por el autor a la realización de ese sueño colectivo, me puedo permitir opiniones personales, a pesar de que mi presencia fue fugaz, leve e insignificante en el programa académico informal de Agricultura Ambiental que era parte de la utopía. Se trataba de un atrevimiento subversivo porque buscaba que las organizaciones populares locales planearan y soñaran su futuro; porque sus énfasis fueron los afectos, la convivencia, la recuperación del sentido femenino de la vida; la interculturalidad entre los u’wa (tunebos), los colonos, los hacendados, los petroleros y los gobernantes; la comprensión de las relaciones sociedad-Naturaleza, es decir, el intento de construir sociedad con un mínimo de armonía a partir de determinadas condiciones, que pueden ser antagónicas entre sí.

    Un caso excepcional en el que dos planificadores gubernamentales, Juan y María, deciden dialogar con la gente, con las organizaciones populares, para decidir juntos, en un país donde los partidos políticos se diferencian levemente por sus matices de derechismo, incluso el ambientalismo se expresa como ecofacismo. Pero uno no está obligado a triunfar, sino a intentar su sueño.

    Dijo André Gorz que no se construyen sociedades diferentes —y para el caso de Sarare libertarias— sin tecnologías apropiadas. La decisión de invitar a la Universidad Nacional de Colombia parecía coherente con la intención priorizar el crecimiento cultural, intelectual, espiritual, frente a los dogmas de desarrollo y progreso, pero trasplantó los vicios académicos del reino a la llanura: a esa periferia donde el modelo dominante ha expulsado fugitivos en masa en cada una de sus periódicas violencias. Todavía, décadas más tarde, la Universidad Nacional persiste en ignorar el tema de las agriculturas alternativas, los otros mundos posibles en agricultura (con excepciones como las de los profesores Molano y Federici).

    La vivencia sobre la que reflexiona este libro concluyó con la diáspora de los soñadores hacia la utopía bolivariana, con la cárcel o la muerte, en concordancia con la brutal alocución presidencial de 2002: es preciso construir un nuevo tejido social en ese rincón de la patria. Esta tarea fue encargada a la guarnición militar local y ejecutada con eficacia. Pero había quedado demostrado otra vez que el poder popular es capaz de encontrar caminos hacia otros mundos posibles.

    Este libro aporta reflexiones transfronterizas en la medida que los Llanos Orientales constituyen una región interferida por condiciones de los Estados nación colombiano y venezolano; una región con todas las condiciones para soñar autonomía frente a ambos. Al respecto, no faltaron episodios como el de la revolución humbertera (ocurrida hacia 1917 en Arauca tras la crisis de exportación de plumas a causa de la Primera Guerra Mundial); la satrapía de Funes (1913-1921) o el sueño de los voluntarios irlandeses, aliados de Bolívar, de fundar en los Llanos la Nueva Erín. Como telón de fondo de lo anterior, está el despojo, la violencia de las violencias en palabras de Juan Moncayo. Después de siglos de evangelización cristiana, no se sabía que matar indios era malo (matanza de La Rubiera, 1968); tampoco se consideraba así la taxidermia en indios como trofeos de caza; ni la exportación de pieles cobrizas para fabricar lámparas de tonalidad charmante, lujo en la civilizada Europa; ni la fabricación de bolsas de uso personal a partir de senos de ancianas, como lo relata Santiago Pérez en su fuga De Bogotá al Atlántico a mediados del siglo XIX; ni el exterminio de pueblos originarios en cuibiadas y guahibiadas, cuya denuncia en la década de 1960 le costó al misionero Ignacio González años de ostracismo; ni los estertores desesperados como la guerrilla guahiba de Rafael Jaramillo Ulloa, nacida en San Rafael de Planas en 1967, o la guerrilla topochera de Tulio Bayer Jaramillo, en la década de 1960 en el Vichada.

    MARIO MEJÍA GUTIÉRREZ

    Febrero de 2017

    PRÓLOGO

    La historia de esta región araucana, objeto del estudio de Juan Moncayo en este libro, está inscrita en un contexto de tensiones sociales, económicas y políticas entre intereses internacionales y sus agentes en el país y distintas comunidades subalternas, a propósito del control y aprovechamiento de los recursos naturales, renovables y no renovables, que han rodeado de manera constante la historia del territorio colombiano.

    La aproximación del autor a este fragmento de la historia nacional combina su conocimiento de las trayectorias de organizaciones comunitarias de la región con su compromiso con ellas y con la consulta de diversas elaboraciones teóricas en torno a las relaciones entre la acción humana sobre la naturaleza y la transformación del espacio. Comprende dentro de estas últimas el análisis de los proyectos que han orientado la apropiación y transformación de los territorios que componen la región del Sarare, las proyecciones de las contradicciones entre los intereses de distintos grupos sociales en la configuración de territorios, las manifestaciones ideológicas, políticas y técnicas de esos intereses, sus expresiones en los registros testimoniales y sus representaciones cartográficas.

    Una experiencia personal le permitió al autor razonar que los territorios rurales colombianos se configuran en el conflicto entre modelos dominantes y procesos de autodeterminación y que era necesario entender estos conflictos para construir vías e instrumentos con los cuales hacer sustentables y sostenibles los territorios campesinos. A partir de estos antecedentes se propuso indagar cómo se ha configurado el Sarare araucano en medio del conflicto entre modelos dominantes y procesos de autodeterminación, con la intención de producir un aporte a la comprensión de esa formación regional.

    Aborda esta experiencia en una propuesta conceptual construida a partir de la noción de territorio como espacio socialmente construido y de la crítica histórica a la modernidad y a la noción de desarrollo, como construcción ideológica del proyecto liberal. Con ella como guía para entender la incidencia de la acción humana sobre el medio que la rodea, asume la indagación sobre algunas de las historias de comunidades locales, reconstruidas a partir de diversas fuentes y testimonios. Los hilos conductores de esta historia son: por una parte, la búsqueda de claves para comprender las relaciones establecidas por las fuerzas sociales entre sí y entre ellas y el espacio afectado; por otra, el posicionamiento del autor a favor de las comunidades en resistencia.

    La exposición se centra inicialmente en la configuración físico-biológica del territorio como espacio discreto, limitado (la estructura del territorio de lo humano) para avanzar en su comprensión, en las representaciones y propósitos de las sociedades que se han desenvuelto en su interior y frente a él, en las transformaciones producidas en ese espacio como resultado de la acción de los intereses dominantes y en las propuestas alternativas de las comunidades subalternas.

    La exploración de las fuentes de esta historia permitió al autor comprender y representar los efectos de las formas posteriores de ocupación de este territorio. En la aproximación inicial constata la articulación ejercida por los bosques entre las cumbres cordilleranas, las laderas, el piedemonte y las llanuras, vinculación interpretada por los pueblos originarios en la organización y distribución de sus asentamientos, los cuales fueron dispuestos desde El Cocuy hasta los llanos, para asegurar su permanencia en ese espacio, su estabilidad y su abastecimiento alimentario: la autosuficiencia alimentaria parece haber orientado el patrón de poblamiento de los cacicazgos en términos del uso eficiente de los recursos disponibles en el ecosistema.

    Una primera etapa de la disrupción colonial condujo a la destrucción de las comunidades originarias. Como consecuencia de las interpretaciones, representaciones y proyectos planteados posteriormente, las condiciones existentes a la llegada de los conquistadores fueron afectadas cada vez más profundamente: en un principio, por el paso de los invasores, quienes produjeron la destrucción casi total de la población originaria. Esta etapa fue seguida por el establecimiento del sistema de haciendas ganaderas por las misiones jesuitas, lo cual transformó el territorio e inició la destrucción de las cubiertas boscosas para implantar la praderización de estos espacios. Este fue el patrón de ocupación dominante hasta el ingreso del proyecto del desarrollo impulsado desde la segunda posguerra.

    El despliegue de la hegemonía norteamericana a partir de 1945 vino acompañado por una mayor presencia del Estado en las economías nacionales, de la mano del discurso del desarrollo (el territorio del sujeto de la modernidad). Estos elementos, cuya construcción contaba con una larga trayectoria política que hunde sus raíces en la cultura de la modernidad, habrían de enmarcar modalidades de intervención, como la reforma agraria y las colonizaciones dirigidas, acompañadas de la introducción de la revolución verde, con sus implicaciones en el deterioro de los ecosistemas locales.

    Dentro de esta secuencia y con estos elementos, tomaron cuerpo comunidades campesinas relativamente autónomas, las cuales continuaron la transformación del paisaje con la explotación forestal y la ampliación de las praderas y los cultivos transitorios y permanentes. Debieron enfrentar la irrupción de la extracción petrolera, la cual marcó la definición de una nueva etapa de transformación del paisaje. En ella los poderes dominantes renovaron su ejercicio de la violencia contra comunidades subalternas que, lejos de doblegarse, han asumido el afianzamiento de su proyecto territorial.

    Siguiendo la lógica del análisis de la formación territorial, el autor explora igualmente las fuentes y la proyección de la propuesta de las comunidades: es el espacio, el territorio y la configuración territorial. Dentro de las primeras se ubicarían los elementos que progresivamente han articulado las propuestas de las comunidades (tradiciones del pueblo u’wa, reflexiones del Abya-Yala, críticas al pensamiento colonial), las cuales aportarían al desenganche de la globalización y a la búsqueda de modos de vida alternativos por parte de distintas comunidades. En el interior de la secuencia histórica seguida en la formación de este espacio, las comunidades fueron construyendo su comprensión del territorio y sus propias propuestas para el mismo.

    Un primer avance de esta construcción es el descubrimiento de las estructuras ecológicas, en particular de su articulación vertical. Se trata de una perspectiva olvidada como resultado de la acción persistente de los agentes coloniales como paso requerido para la formación de la nueva sociedad, la sociedad mestiza:

    una vez olvidadas las relaciones verticales que establecían los pobladores originarios con todos los pisos térmicos, solo queda en la memoria colectiva del llanero raizal el manejo horizontal de la sabana como testigo histórico del mestizaje generado por el sistema laboral implementado por las haciendas jesuitas […] [y] su meticulosa labor para borrar de la memoria colectiva de los pueblos aborígenes el sabio manejo de los pisos térmicos como estrategia para garantizar la seguridad alimentaria vegetal, animal y humana e imponer el hato ganadero como sistema de producción característico de la Orinoquía. (Moncayo Santacruz, p. 150)

    Esta recuperación cultural, añadida a los propios aprendizajes y seguida por su incorporación dentro de las estrategias alternativas para la construcción territorial, sirvió como eje de las propuestas de las comunidades locales en la construcción de su plan de vida. Han tenido cabida en ella: las iniciativas de las comunidades u’wa, de las organizaciones campesinas (Asociación Departamental de Usuarios Campesinos, ADUC), de las organizaciones de mujeres, de intelectuales y de otros sectores populares, todas las cuales son manifestaciones del territorio como poder y como potencia.

    De estos trayectos también forma parte la profundización de la guerra, y como parte de ella un proceso que las ha llevado al borde de la disolución, como es el desplazamiento forzado y su desterritorialización, pero que, contradictoriamente, les ha permitido madurar la comprensión del medio físico e histórico en el que han vivido y, sobre ese entendimiento, construir un proyecto y visualizar sus futuros desarrollos, trascendiendo los marcos nacionales.

    Esta proyección desborda los límites nacionales e incorpora al vecino país en la construcción de los consejos comunitarios, como lo expresa un miembro de esta comunidad: la idea de que poco a poco la asociación de estos consejos sustituya a las alcaldías y la federación de esas asociaciones sustituya a las gobernaciones, es como cumplir lo que soñábamos en el Sarare. Aquí se puede hacer lo que pensábamos y nosotros podemos ayudar […] por eso me quedo.

    Por otra parte, vale destacar la incorporación y el análisis de la construcción cartográfica: la representación del territorio. Su cartografía e ilustraciones, la fotointerpretación y las explicaciones sobre los registros de la formación de los tipos de paisajes, de sus correspondencias con los procesos sociopolíticos —como la homogenización del paisaje, la urbanización, las colonizaciones orientadas por el estado—, y sobre las secuencias de los asentamientos, las variaciones en la sinuosidad del río Arauca y en la definición de la frontera internacional o la huella de la explotación del petróleo, son, sin duda, muy valiosos aportes para la comprensión de los procesos analizados. Estos aportes son un estímulo a la replicación de este esfuerzo encaminado a una mejor comprensión de los procesos en construcción de nuevas relaciones sociedad-territorios, que logren recuperar los ecosistemas y satisfacer las necesidades fundamentales de las comunidades.

    DARÍO FAJARDO MONTAÑA

    Bogotá, febrero de 2017

    INTRODUCCIÓN

    RELATOS CAMPESINOS EN EL SARARE ARAUCANO

    Para establecer conexiones entre los capítulos de este libro y los lectores que se acerquen a ellos, en este texto se abordan los relatos campesinos que me llevaron a reflexionar sobre la configuración del territorio rural colombiano. El espacio geográfico de estos relatos es la región del Sarare, en el departamento de Arauca (figura 1); el tiempo, el período comprendido entre 1991 y 2006, cuando la Asociación Departamental de Usuarios Campesinos de Arauca (ADUC) y, posteriormente, las Organizaciones Sociales de Arauca me concedieron el privilegio de acompañarlas en la búsqueda de un mundo mejor para todos; los personajes, mujeres y hombres de todas las edades que, desde su experiencia en la colonización del Sarare y con una calidad humana excepcional, me hicieron vivir otras realidades posibles; los procedimientos, prácticas formativas cercanas a la investigación-acción que se constituyeron en el punto de partida y de llegada del diseño e implementación de modos alternativos de vida.

    Figura 1. La región del Sarare en el departamento de Arauca

    Fuente: elaborada por Mario Moncayo.

    Quizás porque pusieron sus cuerpos y sus pensamientos al servicio de sus territorios, muchas de las personas que construyeron esos relatos fueron asesinadas, encarceladas o desplazadas a lo largo de ese período. A lo mejor, así como las campesinas de ahora no saben que aprovechar sus mejores cosechas para recoger semillas se convirtió en un delito, ellas tampoco sabían que la elemental tarea de los seres humanos de construir nuevas maneras de sentir, de conocer y de pensar sería castigada con la muerte, la prisión o el destierro. Con todo, y hasta que la violencia del

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