Lady Susan
Por Jane Austen
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Jane Austen
Born in 1775, Jane Austen published four of her six novels anonymously. Her work was not widely read until the late nineteenth century, and her fame grew from then on. Known for her wit and sharp insight into social conventions, her novels about love, relationships, and society are more popular year after year. She has earned a place in history as one of the most cherished writers of English literature.
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Lady Susan - Jane Austen
Lady Susan
Jane Austen
CARTA 1
Lady Susan Vernon al señor Vernon Langford, diciembre
Querido hermano:
Ya no puedo seguir privándome del placer de aprovechar la amable invitación que me hiciste al despedirnos la última vez de pasar algunas semanas contigo, en Churchill; por tanto, si a ti y a la señora Vernon no os resulta inoportuno recibirme en estos momentos, espero que dentro de unos días puedas pre-sentarme a esa hermana que, desde hace tanto tiempo, deseo conocer. Los buenos amigos que tengo aquí me suplican, con el mayor cariño, que prolongue mi estancia con ellos, pero su carácter hospitalario y festivo les hace llevar una vida social demasiado animada para la situación que atravieso y mi estado mental actual. Espero con impaciencia el momento en que seré admitida en tu agradable retiro. Anhelo que tus queridos hijos me conozcan y me desviviré por despertarles gran interés en sus corazones. Necesitaré toda mi fortaleza de ánimo, puesto que pronto me separaré de mi hija. La larga enfermedad de su querido padre me ha impedido prestarle la atención que el deber y el cariño dictaban, y tengo demasiadas razones para temer que la institutriz a la que encomendé su educación será incapaz de hacerlo. Así que he decidido enviarla a uno de los mejores co-legios privados de la ciudad. Tendré la oportunidad de acompañarla cuando vaya a tu casa. Estoy decidida, como ves, a no permitir que se me niegue la entrada en Churchill. Me dolería mucho enterarme de que no te es posible recibirme.
Recibe un cordial saludo de tu hermana, S. Vernon
CARTA 2
Lady Susan a la señora Johnson Langford
Mi querida Alicia, estabas muy equivocada al creer que no me iba a mover de aquí, en todo el invierno, y me duele mucho decírtelo.
En pocas ocasiones he pasado tres meses tan agradables como éstos que acababan de pasar. Ahora, todo es conflictivo. Las mujeres de la familia se han unido en mi contra. Adivinas-te lo que ocurriría cuando llegué a Langford.
Manwaring es tan extrañamente encantador que no pude más que sentir aprensión. Re-cuerdo que, cuando me acercaba a la man-sión, me dije: «¡Me gusta este hombre; ruego a Dios que eso no cause ningún mal!». Pero ya había resuelto ser discreta, recordar que sólo hacía cuatro meses que había enviudado y mantenerme en silencio lo más posible. Así lo he hecho, mi querida y pequeña criatura.
No he aceptado las atenciones de nadie, excepto las de Manwaring. He evitado toda coquetería y no he hecho caso a nadie de aquí, excepto a sir James Martin, al que he dispensado un poco de atención, para separarlo de la señora Manwaring. Sin embargo, si el mundo supiera cuáles han sido mis motivaciones, me alabarían por ello. Me han llamado madre desatenta y, no obstante, el impulso sagrado del cariño maternal y el bien de mi hija han sido lo que me ha servido de acicate; si mi hija no fuera la mayor pánfila de la Tierra, se me habría recompensado por mis esfuerzos como me merecía.
Sir James me hizo proposiciones para Frederica pero ésta, que ha nacido para amar-garme la vida, decidió oponerse con tanta vehemencia al emparejamiento que decidí que era mejor olvidar el plan por el momento.
En más de una ocasión me he arrepentido de no haberme casado yo misma con él y, si fuera un poco menos débil, seguro que lo haría.
Admito que soy más bien romántica en ese aspecto y que las riquezas por sí solas no me satisfacen. El resultado de todo esto es que sir James se ha marchado, María está en-furecida y la señora Manwaring se muestra insoportablemente celosa. Está tan celosa e indignada conmigo que, en un arrebato de furia, no me sorprendería que recurriera al señor Johnson, si pudiera acceder a él libremente. Tu marido, sin embargo, sigue siendo mi amigo, y la acción más gentil y bondadosa de su vida ha sido librarla para siempre del matrimonio. Mi único encargo es que manten-gas su resentimiento. Ahora, estamos muy afligidos. Una casa nunca había visto tanta alteración: toda la familia está en pie de gue-rra y Manwaring apenas me habla. Ha llegado el momento de que me vaya. He decidido, por tanto, dejarles y pasaré, espero, un día agradable contigo, en la ciudad, esta misma semana. Si el señor Johnson sigue mostrando tan poca simpatía por mí como siempre, deberás venir a verme a la calle Wigmore, nú-
mero 10, aunque espero que éste no sea el caso, puesto que el señor Johnson, con todos sus defectos, es un hombre al que siempre se le puede aplicar esa gran palabra que es
«respetable»; además, siendo conocida la confianza que tengo con su esposa, su desaire conmigo parecería raro. Pasaré por la ciudad de camino a ese insoportable lugar, esa aldea campesina, puesto que finalmente voy a ir a Churchill. Perdóname, mi querida amiga, pero es mi último recurso. Si hubiera en Inglaterra otra casa abierta para mí, la preferiría. Aborrezco a Charles Vernon y temo a su mujer.
En Churchill, sin embargo, permaneceré hasta que haya algo mejor en perspectiva. Mi jovencita me acompañará hasta la ciudad, donde la dejaré al cuidado de la señora Summers, en la calle Wigmore, hasta que entre en razón, al menos un poco. Allí podrá hacer buenos contactos, ya que todas las chicas provienen de las mejores familias. El precio es muy alto, mucho más de lo que puedo permitirme pagar.
Adiós, te escribiré en cuanto llegue a la ciudad.
Un abrazo,
S. Vernon
CARTA 3
La señora Vernon a lady De Courcy Churchill
Querida madre:
Siento mucho tener que decirle que no podremos cumplir la promesa de pasar la Navidad con usted. Esa dicha nos ha sido privada por una circunstancia que, me temo, no nos servirá de compensación. Lady Susan, en una carta a su hermano, ha manifestado su intención de visitarnos casi de inmediato y, puesto que esa visita es seguramente por una cuestión de conveniencia, es imposible adivinar su duración. Yo no estaba preparada en absoluto para este hecho y tampoco puedo entender la conducta de lady Susan. Langford parecía el lugar adecuado para ella en todos los aspectos, tanto por el estilo de vida elegante y caro del lugar, como por su particular apego a la señora Manwaring, de modo que no esperaba ese honor tan pronto, aunque siempre había pensado, visto el afecto creciente que sentía por nosotros desde la muerte de su marido, que en algún momento nos veríamos obligados a recibirla. Creo que el señor Vernon fue extraordinariamente amable con ella cuando estuvo en Staffordshire. La conducta de ella con él, independientemente de su