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Por qué las ciudades son importantes: Para Dios, la cultura y las iglesias
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Libro electrónico249 páginas4 horas

Por qué las ciudades son importantes: Para Dios, la cultura y las iglesias

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Si buscas motivación para un compromiso activo en la ciudad o una guía para saber cómo hacerlo, este libro te ofrece un análisis completo de la vida en las ciudades, dando respuesta a interrogantes como:

- ¿Por qué son importantes las ciudades?
- ¿Qué dice la Biblia sobre las ciudades?
- ¿Cómo superar los retos básicos, desarrollando una estrategia para vivir la misión en la ciudad?

En vez de apartarnos o inhibirnos de nuestras ciudades, podemos responder al llamamiento de hacer de ellas nuestro hogar.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 sept 2016
ISBN9788494605826
Por qué las ciudades son importantes: Para Dios, la cultura y las iglesias

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    Por qué las ciudades son importantes - Stephen T. Um

    serie

    Prólogo a la serie

    Un sermón hay que prepararlo con la Biblia en una mano y el periódico en la otra.

    Esta frase, atribuida al teólogo suizo Karl Barth, describe muy gráficamente una condición importante para la proclamación del mensaje cristiano: nuestra comunicación ha de ser relevante. Ya sea desde el púlpito o en la conversación personal hemos de buscar llegar al auditorio, conectar con la persona que tenemos delante. Sin duda, la Palabra de Dios tiene poder en sí misma (Hebreos 4:12) y el Espíritu Santo es el que produce convicción de pecado (Juan 16:8), pero ello no nos exime de nuestra responsabilidad que es transmitir el mensaje de Cristo de la forma más adecuada según el momento, el lugar y las circunstancias.

    John Stott, predicador y teólogo inglés, describe esta misma necesidad con el concepto de la doble escucha. En su libro El Cristiano contemporáneo dice: Somos llamados a la difícil e incluso dolorosa tarea de la doble escucha. Es decir, hemos de escuchar con cuidado (aunque por supuesto con grados distintos de respeto) tanto a la antigua Palabra como al mundo moderno. (...). Es mi convicción firme que sólo en la medida en que sepamos desarrollar esta doble escucha podremos evitar los errores contrapuestos de la falta de fidelidad a la Palabra o la irrelevancia.

    La necesidad de la doble escucha no es, por tanto, un asunto menor. De hecho tiene una clara base bíblica. Podríamos citar numerosos ejemplos, desde el relevante mensaje de los profetas en el Antiguo Testamento -siempre encarnado en la vida real- hasta nuestro gran modelo el Señor Jesús, maestro supremo en llegar al fondo del corazón humano. Jesús podía responder a los problemas, las preguntas y las necesidades de la gente porque antes sabía lo que había en su interior. Por supuesto, nosotros no poseemos este grado divino de discernimiento, pero somos llamados a imitarle en el principio de fondo: cuanto más conozcamos a nuestro interlocutor, más relevante será la comunicación de nuestro mensaje.

    La predicación del apóstol Pablo en el Areópago (Hechos 17) constituye en este sentido un ejemplo formidable de relevancia cultural y de interacción con la plaza pública. Su discurso no es sólo una obra maestra de evangelización a un auditorio culto, sino que refleja esta preocupación por llegar a los oyentes de la forma más adecuada posible. Esta es precisamente la razón por la que esta serie lleva por nombre Ágora, en alusión a la plaza pública de Atenas donde Pablo nos legó un modelo y un reto a la vez.

    ¿Cómo podemos ser relevantes hoy? El modelo de Pablo en el ágora revela dos actitudes que fueron una constante en su ministerio: la disposición a conocer y a escuchar. Desde un punto de vista humano (aparte del papel indispensable del E.S.), estas dos cualidades jugaron un papel clave en los éxitos misioneros del apóstol. ¿Por qué? Hay una forma de identificación con el mundo que es buena y necesaria por cuanto nos permite tender puentes. El mismo Pablo lo expresa de forma inequívoca precisamente en un contexto de testimonio y predicación: A todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del Evangelio (1 Corintios 9:22-23). Es una identificación que busca ahondar en el mundo del otro, conocer qué piensa y por qué, cómo ha llegado hasta aquí tanto en lo personal (su biografía) como en lo cultural (su cosmovisión). Pablo era un profundo conocedor de los valores, las creencias, los ídolos, la historia, la literatura, en una palabra, la cultura de los atenienses. Sabía cómo pensaban y sentían, entendía su forma de ser (Romanos 12:2). Tal conocimiento le permitía evitar la dimensión negativa de la identificación como es el conformarse (amoldarse), el hacerse como ellos (en palabras de Jesús, Mateo 6:8); pero a la vez tender puentes de contacto con aquel auditorio tan intelectual como pagano.

    Un análisis cuidadoso del discurso en el Areópago nos muestra cómo Pablo practica la doble escucha de forma admirable en cuatro aspectos. Son pasos progresivos e interdependientes: habla su lenguaje, vence sus prejuicios, atrae su atención y tiende puentes de diálogo. Luego, una vez ha logrado encontrar un terreno común, les confronta con la luz del Evangelio con tanta claridad como antes se ha referido a sus poetas y a sus creencias.

    Finalmente provoca una reacción, ya sea positiva o de rechazo, reacción que es respuesta natural a una predicación relevante.

    Pablo era, además, un buen escuchador como se desprende de su intensa actividad apologética en Corinto (Hechos 18:4) o en Éfeso (Hechos 19: 8-9). Para discutir y persuadir se requiere saber escuchar. La escucha es una capacidad profundamente humana. De hecho es el rasgo distintivo que diferencia al ser humano de los animales en la comunicación. Un animal puede oír, pero no escuchar; puede comunicarse a través de sonidos más o menos elaborados, pero no tiene la reflexión que requiere la escucha. El escuchar nos hace humanos, genuinamente humanos, porque potencia lo más singular en la comunicación entre las personas. Por ello hablamos de la doble escucha como una actitud imprescindible en una presentación relevante del Evangelio.

    Así pues, la lectura de la Palabra de Dios debe ir acompañada de una lectura atenta de la realidad en el mundo con los ojos de Dios. Esta doble lectura (escucha) no es un lujo ni un pasatiempo reservado a unos pocos intelectuales. Es el deber de todo creyente que se toma en serio la exhortación de ser sal y luz en este mundo corrompido y que anda a tientas en medio de mucha oscuridad. La lectura de la realidad, sin embargo, no se logra sólo por la simple observación, sino también con la reflexión de textos elaborados por autores expertos. Por ello y para ello se ha ideado esta serie. Los diferentes volúmenes de Ágora van destinados a toda la iglesia, empezando por sus líderes. Con esta serie de libros queremos conocer nuestra cultura, escucharla y entenderla, reconocer, celebrar y potenciar los puntos que tenemos en común a fin de que el Evangelio ilumine las zonas oscuras, alejadas de la luz de Cristo.

    Es mi deseo y mi oración que el esfuerzo de Editorial Andamio con este proyecto se vea correspondido por una amplia acogida y, sobre todo, un profundo provecho de parte del pueblo evangélico de habla hispana. Estamos convencidos de que la Palabra antigua sigue siendo vigente para el mundo moderno. Ágora es una excelente ayuda para testificar con la Biblia en una mano y el periódico en la otra.

    Pablo Martínez Vila

    P

    rólogo de Tim Keller

    Cada semana me parece que termino leyendo lo mismo que señalan escritores y expertos: que las ciudades van cobrando más importancia y el futuro del mundo se forja en ellas. Jim Clifton, director ejecutivo y presidente de Gallup, señala el reducido PIB (producto interior bruto) de EE.UU. y la amplia insuficiencia de la creación de nuevos empleos. ¿Qué solución hay? Esto fue lo que escribió:

    Si me preguntaras: De los datos que has estudiado hasta el momento, ¿de dónde surgiría el próximo avance del tipo que se use Internet para todo?, te respondería: "De la combinación de las fuerzas interiores de las grandes ciudades, de las grandes universidades y de [sus] poderosos líderes locales ... La piedra angular de estas tres son las ciudades... [tal como] va el liderazgo de las 100 ciudades a la cabeza en EE.UU., así va el futuro económico de dicho país.

    ¹

    Hace poco, el periódico británico The Guardian realizó un especial: El futuro de las ciudades. Un redactor opinaba: Hace solo 10 años, las ciudades se veían como contribuidores vitales para la economía global, algo que ya no se cumple. Hoy en día, las ciudades son la economía global... las 40 ciudades más grandes, o macrorregiones, cuentan con dos terceras partes de la producción mundial.² El escrito presentaba los siguientes datos estadísticos:

    - Según la ONU, cada día se mudan a las ciudades casi 180.000 personas en todo el mundo. Eso son 5,5 millones de personas al mes, o el equivalente a la creación de una nueva Área de la Bahía de San Francisco cada 30 días.

    - El 50 por ciento de la población de África será urbana en 2050. En la actualidad es el 38 por ciento.

    - En los próximos 20 años, las ciudades de China aumentarán su población en 350 millones de personas, más que la población total y actual de EE.UU.

    - El 22 por ciento de la población mundial vive en 600 ciudades y estas 600 generan el 60 por ciento del PIB mundial.

    - Actualmente hay 23 macrociudades con más de 10 millones de habitantes. En el año 2025, habrá 36.³

    El periódico Foreign Policy realizó un especial sobre las ciudades a finales de 2010 que anunciaba lo siguiente: La era de las naciones ha acabado. Ha comenzado la nueva era urbana. El artículo principal expresaba: El siglo XXI no se verá dominado por EE.UU, China, Brasil ni India, sino por la ciudad. En una era que aparenta ser cada vez más incontrolable, son las ciudades, y no los Estados, las que se convierten en islas de gobierno y son la base para la construcción del futuro orden mundial... Ni las políticas de equilibrio de poder del siglo XIX ni los bloques de poder del siglo XX sirven para comprender este nuevo mundo. En cambio, tenemos que volver a casi mil años atrás, a la Edad Media, cuando las ciudades como el Cairo y Hangzhou eran los centros de gravedad del planeta y expandían su influencia con seguridad más allá, a un mundo sin fronteras.

    Albert Mohler, presidente del seminario teológico The Southern Baptist Theological Seminary de Lousville, Kentuky, EE.UU., leyó el reportaje especial de 2010 titulado El futuro de las ciudades del financial Times y contestó sin tapujos:

    Hasta aquí queda todo claro, dónde están las ciudades allí está la gente. En el transcurso de menos de 300 años, nuestro mundo habrá pasado de tener el 3 por ciento de la población en ciudades a tener el 80 por ciento de residentes en áreas urbanas. Si la iglesia cristiana no aprende las nuevas formas de ministerio urbano, nos quedaremos fuera y mirándonos hacia dentro. El evangelio de Jesucristo debe convocar a una nueva generación de cristianos comprometidos con esas agrupaciones urbanas. Tal como aclaran estas nuevas cifras, la verdad es que no hay elección.

    Como la mayoría de los lectores pueden ver, todas estas declaraciones sobre la importancia crucial de la ciudad son expresadas por voces extremamente divergentes. El libro de Jim Clifton tiene un enfoque intensamente favorable a EE.UU. y el mundo empresarial. Su mayor preocupación reside en que dicho país mantenga su liderazgo económico en el mundo el cual está perdiendo con rápidez. The Guardian, financial Times y Foreign Policy son publicaciones seculares británicas e internacionales, en absoluto conservadoras en sus puntos de vista, y no solo se interesan por la economía, sino también por el futuro de la política y de la cultura. Al Mohler es director de un seminario y se inquieta por la misión de la iglesia. Quiere llevar el evangelio al mundo de tal modo que pueda generar el mayor impacto posible y que se convierta el máximo de personas.

    Estamos hablando de personas completamente diferentes y con inquietudes totalmente distintas y, aun así, sorprendentemente, concuerdan en la importancia crucial que tienen las ciudades. Ambos afirman que así como van las ciudades, va el mundo y que todo aquel que quiera generar un impacto en el modo de vivir la vida que tiene este mundo deberá ir a las ciudades.

    Es una gran verdad sobre todo para aquellos que quieren ganar el máximo posible de personas para Cristo, como es el caso de Al Mohler. Los cristianos, especialmente en EE.UU., tienen una opinión generalmente negativa respecto a las ciudades. Durante años, varios coordinadores de misiones me han contado que se necesita enviar misioneros a las ciudades de rápido crecimiento en el mundo (así como a los núcleos urbanos históricos que se van regenerando en las ciudades de Occidente), pero muy pocos cristianos estadounidenses han vivido en centros urbanos o ni siquiera les gustan. Tiene que haber iglesias donde esté la gente, pero la gente de este mundo se está mudando a las grandes ciudades mucho más rápido que la iglesia. Y por ello debemos hacer que los cristianos sean más conscientes de las ciudades, que se preocupen por ellas, y debemos interpelarlos a que vivan y ministren en las mismas.

    Este libro realizado por mis amigos Stephen Um y Justin Buzzard aborda todas estas inquietudes. No solo argumenta a favor de la importancia de las ciudades, sino que también ayuda a los lectores a comprender las distintas maneras en las que estas operan y cómo el ministerio y la vida pueden prosperar ahí. Me alegra que ambas personas aporten su sabiduría y experiencia para influir en este asunto. Han publicado un libro que resulta, al mismo tiempo, accesible y bien fundamentado bíblica y teológicamente. Aprende con él. ¡Disfruta!


    1 Jim Clifton, The Coming Jobs War: What Every Leader Must Know About the Future of Job Creation (New York: Gallup Press, 2011), 63.

    2 Ian Wylie, Knowledge Is Power, The Guardian (September 30, 2008).

    3 The Guardian, Rise of the Megacities, http://image.guardian.co.uk/sys-images/Observer/Pix/pictures/2012/01/21/urban2.jpg/.

    4 Parag Khanna, Beyond City Limits, FP, http://www.foreignpolicy.com/articles/2010/08/16/beyond_city_limits/.

    5 Albert Mohler, From Megacity to ‘Metacity’—The Shape of the Future, AlbertMohler.com, http://www.albertmohler.com/2010/04/22/from-megacity-to-metacity-the-shape-of-the-future/.

    Agradecimientos

    Stephen Um

    Gran parte de mi reconocimiento se debe a la iglesia Citylife Presbyterian Church de Boston, Massachusetts, EE.UU. Su amor por nuestra iglesia y ciudad, así como su apoyo personal, propulsaron la publicación de este libro.

    Las huellas de Tim Keller aparecen por todo este libro. Como estimado amigo y mentor durante muchos años, ha influido en mi comprensión de la ciudad más que cualquier otra persona. Afortunadamente, no solo dio forma a mi manera de pensar, sino que también me ayudó a crecer en mi amor por las ciudades. Gracias, Tim.

    Igualmente, mis compañeros de la organización Redeemer City to City me han enseñado mucho sobre las ciudades. Estoy muy agradecido a Terry Gyger, a Jay Kyle, a Mark Reynolds, a Al Barth, a John Thomas y a Gary Watanabe por cómo han estimulado mi amor por las ciudades de todo el mundo.

    Mi trabajo actual en el evangelio que comparto con Mark Younger y su familia es una fuente constante de ánimo. Su carga por el evangelio y las ciudades resulta ejemplar. Gracias, Mark.

    Me gustaría dar las gracias a mi asistente personal, Justin Ruddy, que también ha hecho suyo este proyecto desde el principio. Su comprensión teológica fue de suma importancia para formular el conjunto del contenido del libro. No podría haber tenido un colaborador en el ministerio mejor que Justin.

    Por último, y más importante, mi mujer Kathleen, junto con mis tres hijas, es tan responsable como yo en la generación de este libro. Después de haber vivido en la ciudad de Nueva York durante muchos años, desarrolló un amor por las ciudades mucho antes que yo. Su sabiduría se encuentra entretejida en este libro. Su persistencia, amor y apoyo me concedieron el tiempo y el espacio para escribir Por qué las ciudades son importantes. Tu perseverancia y preocupación han dado como resultado lo que espero que sea una pequeña contribución que ayude a la gente a apreciar y amar más a las ciudades.

    Justin Buzzard

    Quiero agradecer a mi ciudad y a mi iglesia por ayudarme a escribir este libro.

    Debido a que vivo en Silicon Valley junto con las personas de la iglesia Garden City Church, estoy aprendiendo mucho sobre lo que significa seguir y producir impacto para Cristo en nuestra ciudad. Silicon Valley es un lugar apasionante y dinámico en el que vivir; me plantea retos todas las semanas. Es emocionante dirigir la iglesia Garden City Church, ya que nuestra maravillosa gente, nuestra difícil misión y el peso del liderazgo me bendicen y me exigen esfuerzos todas las semanas. Me entusiasma lo que me queda por aprender en la vida. Casi todos los días me siento como un niño de preescolar con ambiciones e ilusiones de camino a su primer día de colegio. ¡Tengo tanto que aprender sobre la vida en nuestra ciudad que no puedo dejar de hacerlo!

    Por las noches, a veces sueño con la gran obra que Dios podría hacer en nuestra ciudad y en las grandes ciudades de nuestro mundo. Oro para que este libro te provoque a soñar y a orar a lo grande por lo que Dios podría hacer en tu ciudad.

    I

    ntroducción

    La ciudad importa más en la actualidad que nunca antes. Ahora mismo viven más personas en las ciudades que en cualquier otra época de la Historia. Jamás había sido tan urbana la mayoría de la población mundial.

    Las ciudades siempre han desempeñado un papel fundamental en la Historia. Han perdurado como lugares de desarrollo cultural, de influencia y de invención ofreciendo esperanza, refugio y nuevos comienzos. No obstante, nunca habían estado tan pobladas ni habían gozado de tanto poder e importancia como hoy.

    El mundo está cambiando. Nuestro mundo está sufriendo el mayor crecimiento urbano de la Historia. Actualmente es un mundo predominantemente urbano y no hay vuelta atrás. Esta nueva realidad, este nuevo mundo, presenta una oportunidad única en la Historia para los cristianos.

    Las ciudades dan forma al mundo. Lo que ocurre en ellas no se queda ahí, sino que se expande; tal como va la ciudad, así va la cultura de forma más amplia. Piensa en las ciudades como fábricas. Lo que se produce en la fábrica (ciudad) se transporta y se distribuye por todo el mundo. Los productos que envía la fábrica dan forma a la vida mucho más allá de las cuatro paredes de la fábrica. Las ciudades envían y dan forma. Son importantes porque poseen un poder de envío y de forma mayor que cualquier otro asentamiento humano, como podrían ser una comunidad suburbana o en el mundo rural.

    Las ciudades son el centro del desarrollo cultural y económico en nuestro mundo del siglo XXI. Producen personas, recursos económicos, negocios, arte, universidades, sistemas políticos e investigación y desarrollo, es decir, bienes culturales, que dan forma y definen nuestra sociedad moderna. Lo que ocurre en Londres o en Hong Kong hoy afectará al mercado financiero estadounidense más de lo que ocurre en los suburbios de Chicago. La innovación tecnológica en Silicon Valley pronto tendrá su efecto en Manila, en Tokio y en Ciudad del Cabo, junto con sus respectivos países y comunidades colindantes.

    Las ciudades ya no dan forma solamente a las regiones que las circundan, sino al mundo entero. Este nuevo mundo presenta a los cristianos y a la iglesia una oportunidad sin precedentes para llevar el evangelio de Jesucristo a todos los ámbitos de

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