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Libro electrónico289 páginas4 horas

Cree en ti

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Cuando la adolescencia te pone a prueba, te haces muchas pregunta. Acoso escolar, drogas, pero ante todo un abuelo que le promete a su nieto que será un hombre de bien inculcándole unos valores.
Por eso, este libro también les puede servir a padres y educadores a comprender como se sientos estos chicos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 mar 2016
ISBN9788468682396
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    Cree en ti - María Arias

    L.

    CAPITULO 1

    EL ABUELO

    En un pueblo del levante mallorquín, de tradición pescadera y tranquilas gentes, llamado Capdepera, con su costa Cala Rajada, un domingo a las cinco de la tarde, estaba teniendo lugar una acalorada discusión familiar, tras salir la madre hecha una furia de la cocina.

    - ¿Dónde están los yogures?

    - ¿Que yogures? - inquirió Tomás que estaba jugando con un videojuego distraído.

    - Los que he comprado esta mañana.

    - No sé nada de yogures, yo no los he visto - asevero el muchacho.

    - Yo si - intervino Alberto, su hermano mayor, desde atrás. - Están debajo de la cama de Tomás.

    - ¿Debajo de la cama?- lo que le faltaba a la madre para que entrara en cólera - ¿Que hacen allí?

    - ...Vacíos - remato Alberto.

    - ¿Vacios?! Tomás, ¿te has comido ocho yogures de golpe? -vociferaba mientras subía las angostas escaleras en dirección a la habitación para comprobarlo.

    Efectivamente, debajo de la cama del muchacho habia ocho envases de yogures vacíos.

    - Mama, no se de donde han salido. Tienes que creerme: yo no he sido.

    - ¿Alberto?

    - A mi no me mires. Yo si que no he sido.

    Era la palabra de Alberto contra Tomás, y ante tal situación, la madre prefirió creer...

    - ¡ Tomás, estas castigado! Esta semana te quedas sin paga.

    Tomás cayo entonces. De nada servía que rebatiera el castigo, a pesar de que la primera noticia que tuvo de los yogures, era cuando su madre se puso histérica preguntando por ellos. Alberto era el hijo favorito, y el era el: la oveja negra de la familia. Y eso, difícilmente lo iba a cambiar.

    Impotente por la injusticia de la que había sido objeto - por supuesto que fue Alberto el que se comió los yogures, y le cargo el mochuelo a el -, el muchacho se fue lloroso al único lugar que, por la quietud que lo envolvía, lo solía relajar: el castillo. Su refugio desde hacía algún tiempo.

    Castillo del que se sienten muy orgullosos los gabellines (gentilicio de Capdepera), y que en realidad era un pueblo amurallado en el que antaño sirviera para garantizar las comunicaciones marítimas con la vecina isla de Menorca por haber piratas en la zona y defenderlos de ellos.

    Asi permaneció un tiempo, sentado ausente en la parata frente a sus imponentes puertas, con el corazon encogido, hasta que consiguio calmarse. Ese dia nada tenia que desviarlo de lo que se habia propuesto tan concienzudamente. Es mas, esos nervios acumulados hacían que le diera mas fuerza para enfrentarse a ello: de hoy no pasaba que se declarara. Entonces decidido cogio un palo del suelo y en actitud muy guerrera, empezo a blandirlo a diestro y siniestro, como si de una espada se tratara, en tanto gritaba:

    - No sufráis bella princesa, vuestro valiente caballero os rescatara de esa infranqueable atalaya donde os tiene recluida vuestro tirano padre; salvando las pruebas que quiera imponerle para tal fin. Porque mi corazón por vos suspira, y ante sus pies caigo rendido.

    Tomás notaba unos cambios en su cuerpo que le venían muy grandes, y que le creaban una inseguridad horrorosa al no entender lo que le pasaba. Empezó por salirle pelusilla en el bigote, y su voz le estaba cambiando, saliéndole unos gallos, cuando menos se lo esperaba, que asustaban.

    De repente miraba a las chicas y lo que antes le eran indiferentes, que solo pensaba en jugar al futbol con los colegas, ahora las hormonas revolucionadas, le hacían fijarse en cosas de ellas que antes le pasaban desapercibidas, como en sus escotes, sus traseros, etc. Y sentía como mirándolas le entraban unos ardores en la entrepierna que le hacian excitarse y matarse a solitarios. Pero su timidez le impedia acercarse a ellas.

    En cambio con Magda era diferente. Conecto con ella ya desde el primer momento. Nunca olvidaría cuando llego nueva a clase y por no haber otro pupitre vacante, se sentó junto a él; que tras llevar gran parte de la mañana sin hablarse, el se dirigio a ella para:

    - Perdona... ¿tu...? - su timidez le impedía expresarse con soltura.

    A lo que ella muy resuelta, casi con tono de enfadada, le interrumpio:

    - Yo provengo del infinito. Soy hija del Sol, cuya madre un dia habito en el mar; mi hermano mas inmediato sigue saltando de arbol en arbol, alla donde mis vecinos le deja. Voy a estudiar una carrera muy común, pero por paradoja, poco conocida, la subsistencia y mi nombre es libertad. ¿Estan contestadas tus tres preguntas, o te lo tengo que explicar una vez mas?

    Y al ver el pasmo del chico, con que le miraba, añadió:

    - ¡Ah! Bueno: tu lo que quieres saber son las tres preguntas sin contestar con tanta retórica.

    - ¿Que tres preguntas? - quiso saber Tomás alucinado.

    - Aquellas que se suele preguntar cuando acabas de conocer a una persona: ¿como te llamas? ¿De donde eres? ¿Que vas a estudiar después de la E.S.O?

    Tomás enrojeció de improviso.

    - No, solo queria pedirte prestado el bolígrafo rojo...Pero si te empeñas, ¿Cómo te llamas?

    Y ella que en un principio se quedo parada, al ver la pata que había metido, se puso a reír divertida.

    - Perdona, es que con todo aquel que me cruzo, no para de hacerme las tres dichosas preguntitas. Y ya empezaba a estar cansada. Me llamo Magda.

    Conforme la fue tratando en dias posteriores, Tomás se dio cuenta de que Magda no destacaba por su belleza precisamente. Tenia el cabello que recordaba al esparto en el color, un tono claro apagado, sin vida, y una nariz prominente que hacia que esta chica fuera dificil de mirar. Mas, por contra partida, era risueña - lo que le confería una expresión simpática- y espontanea, y alegre, y muy buena gente. Tanto que Tomás empezó a conectar con ella por sentirse muy a gusto a su lado.

    Casi se diria que compartian, por ser poco agraciados ambos - Tomás era un poco rellenito -, los mismos problemas. Y no tenian que hablar demasiado para saber como se sentian. Con Magda no tenia que andarse con tapujos a la hora de mostrar su personalidad, ella le aceptaba tal y como era, cosa que el valoraba y mucho.

    Muchas tardes quedaban despues de clase en el parque que hay cerca del instituto, donde intercambiaban apuntes, y algun que otro sueño. Ella que queria ser maestra de escuela; él, todavia no lo tenia muy claro. Dudaba entre ser arquitecto o ser ingeniero de comunicaciones. Es mas, cuando sabia que tenia que venir ella, la esperaba impaciente, y el dia que no la veia, descubrió con sorpresa, que hasta la echaba de menos.

    Su corazón palpitaba por Magda, eso era indiscutible. No sabia el momento exacto, paso como el buen vino, que entra suavemente; cuando quieres darte cuenta, ya estas borracho de amor.

    Se habia enamorado y eso le llenaba de incertidumbre: le costaba decirselo, pues ignoraba si era correspondido; si el caso que ella le hacia era simplemente fruto de su buena amistad. En cuyo caso, si hablaba, corria el riesgo de ser rechazado, y lo que más le dolia: podria perderla como amiga. Pero si no se lo decía, lo unico que pasaba era el tiempo. Ya llevaba dias queriendo hacerlo, los mismos que se despedía sin haber dicho ni media. Y empezaba a desesperar.

    Pero ese dia, no sabía por que, era diferente. Notaba una energia dentro de el que le hacia ganar en seguridad. Y de hoy no pasaba. Es pues que se preparo mental y fisicamente, como los cazadores del paleolitico antes de salir a cazar. Mentalmente, asumiendo el resultado fuera cual fuera; fisicamente, se puso su camiseta preferida, esa que le solia salir todo bien cuando la llevaba puesta y que decia: Eres la mas guapa que lee en estos momentos mi camiseta. Mas de una sonrisa se llevo de alguna chica al verla. Esperaba que ocurriera lo mismo.

    Con todo lo que se preparo para decírselo, y cuando la tuvo delante se quedo sin palabras. Le daba tanto corte... Ademas, no sabia como tenia que comportarse a la hora de decirselo; ni siquiera sabia por donde empezar.. .Mas de repente se sorprendio diciendo:

    - Magda, nunca me has hablado de chicos...

    - ¿Qué quieres que te diga?

    - ¿como te gustan?

    - No tengo un modelo definido. Que sean buenas personas, principalmente.

    No era la respuesta que esperaba, pero decidido continuo tanteando el terreno.

    - ¿No te gustaria un chico sencillo como yo?

    - ¿Estas tratando de decirme algo, Tomi?

    Al oir esto, Tomás sintió una explosion de calor en su rostro, que le hizo ruborizarse, cosa que no paso desapercibida para Magda. Quien con el mismo rubor, le contesto ilusionada.

    - Creí que no me lo ibas a decir nunca...

    La sorpresa de Tomás fue mayúscula.

    - ¡¿Yo tambien te gusto?!

    - ¿Tu que crees, bobo?

    - Basto eso para que se quedaran mirando fijamente a los ojos, un momento que se hizo eterno, tratando de averiguar si era cierto lo que ambos habian oido. Despues, instintivamente, sin decirse palabra, cerraron los ojos y se buscaron los labios, en el mas dulce beso que en la vida se darian, porque el primero, jamás se olvida.

    ¡Alberto! - le estiro la chica de la manga tratando de llamar su atención - ¿Ese no es tu hermano?

    - ¿Mi hermano...?¡Joder! ¡Es verdad! ¡Y se está besando con la adefesio de Magda!!

    Veras cuando lo vea en casa, lo que me voy a reir de el.

    Alberto era tres años mayor que Tomás, y totalmente diferentes entre si. Este era alto, y esbelto por trabajar su cuerpo en un gimnasio. Un morenazo de ojos negros y facciones bien marcadas que le hacían tener un aspecto muy varonil. Belleza de la que el se aprovechaba en muchas circunstancias de la vida, no solo a la hora de picar de flor en flor - pues las chicas se lo rifaban- sino que además tenia gran exito social por la gran presencia que poseía. Todo lo contrario que su hermano, lo que hacía que con gran frecuencia, fuera el blanco de sus burlas.

    Cuando se separaron Tomás y Magda, incrédulos todavia por lo que acababa de ocurrir, pero henchidos de una alegria tal que les hacia sonreirse tímidamente, con esa sonrisa franca que solo un adolescente puede tener - y al mismo tiempo sin atreverse a mirarse a los ojos del pudor que les producia -, al chico, al alzar la vista y ver a Alberto enfrente observándolos con mucha atención, le cambio la cara de color. Fue como un coitus interruptus.

    Si habia algo que tenía desarrollado Tomás, era el sentido del ridículo, y en esos momentos hubiera dado mucho porque se lo trabara la tierra. Conociendo a su hermano, como lo conocia, ese beso era lo que le faltaba para que se metiera con el, lo que no estaba escrito. Se puso nervioso de repente, y no sabiendo como actuar, solo se le ocurrio decir una cosa:

    - Magda, ¿te importa si nos vamos?

    - ¿Que pasa?...Ah, ya, es por tu hermano.

    - No, no es eso. Es que he recordado que tengo algo que hacer - mintió - Nos vemos mañana en clase. ¿Vale?

    Dijo y se marcho sin esperar prácticamente una respuesta de ella.

    ...Aunque no mintió del todo: tenía la necesidad imperiosa de consultar aquello con alguien que siempre tenia respuestas para todo. Y corriendo, sin detenerse siquiera a descansar, Tomás llego a casa de la unica persona que no cuestionaba su cariño: Gabriel, su abuelo paterno. Cariño que era reciproco, pues la familia, por falta de tiempo o por pereza, lo tenian un poco desatendido, y Tomás, sin embargo, no se pasaba semana que no fuera a verlo una o dos tardes.

    Por tal motivo, ese nieto era muy especial para Gabriel. No ya por la compañía que le hacia, sino por ver en Tomás un fiel reflejo de cuando el tenia su edad, tan vulnerable. ¡Cuantos palos recibió antes de comprender la filosofía de la vida! Y aunque sabia que a su Tomi querido le ocurriría lo mismo, si podia evitarlo, lo iba a hacer. Y asi, a pequeños sorbos para no empacharlo, le iba transmitiendo su sabiduría, acumulada durante casi un siglo.

    Cuando llego su nieto, Gabriel estaba haciendo llata. Un trabajo manual que se hace con el palmito, que es una planta de la familia de las palmeras, con cuyas hojas disecadas se elaboran bolsos, gorros, alfombras, etc. Hoy en dia es un hobbie, pero en tiempos, fue el modo habitual de ganarse la vida los habitantes de este municipio. Y Tomás, curioso que era por naturaleza, siempre le hacia miles de preguntas acerca de ello.

    Aquel dia, sin embargo, parecía que el chico estaba ausente. Sentado frente a el, su vista estaba perdida en algun punto de sus pensamientos.

    El anciano respeto su silencio. No había que presionarlo. Tomás necesitaba su tiempo para procesar ese problema, que intuía, tenia el chico. Y, jubilado como estaba, tiempo era precisamente lo que a él le sobraba. De modo que continuo trenzando el palmito, cuando se decidiera a contarle lo que le pasaba, ahi estaria él para escucharlo.

    Al cabo de algún tiempo, Tomás se decidio a hablar, mas bien a preguntar distraídamente.

    - Abuelo, ¿que saca la gente siendo cruel? - sabía que cuando llegara a casa, eso era precisamente lo que le esperaba: la crueldad de su hermano.

    - Hay, hijo mío, esa es una pregunta que, a pesar de los años que tengo, aún me la cuestiono. ¿Que saca la gente...? Tal vez quieran sobresalir de los demas para tratar de ocultar que en el fondo son unos desgraciados.

    - ¿Quieres decir que Al..., o sea, el que me ha hecho daño, es un desgraciado?

    - Eso es.

    - ¡Pero si esa persona tiene todo lo que quiere! Tiene popularidad, y el favor de padres y amigos. Es más, sale con cada tía mas buena...

    - No por tenerlo todo se es mas feliz. Hay quienes no se conforman con lo que tienen y aun teniendo mucho, nunca estan satisfechos, siempre quieren más. Es como si sólo se sintieran importantes subiendose encima de los otros. Porque en el fondo se creen muy poca cosa.

    Tomás volvió a quedarse callado reflexionando acerca de lo que le habia dicho su abuelo. Entre tanto el anciano continuo con la llata.

    - Pero... - se decidió al fin a hablar - ¿Y si...? ¿Y si...? - no encontraba las palabras - Te voy a decir la verdad: ¿Y si esa persona se va a reir de mi porque salgo con una chica fea?

    - En ese caso, fijate lo que te digo, eres noble de corazón, por tal motivo: cree en ti y la mujer con la que acabes casado, será la envidia de ese chico.

    - ¿De verdad?

    - Te lo aseguro.

    - ¡Gracias abuelo! - exclamo encantado el chico, al tiempo que le daba un beso en la mejilla y salía corriendo eufórico en direccion a la calle.

    Su abuelo se quedo observando con que ímpetu alcanzaba la

    puerta, satisfecho de haber sido util a su nieto querido.

    De camino a casa, Tomás iba reflexionando: para que su hermano le envidiara, tenia que salir con una chica mas popular incluso que las que salían con su hermano...Lo veía muy dificil, pero su abuelo era sabio y no hablaba en vano... Ya vería como lo hacia. Llega a casa con un denuedo que le sorprendia hasta a el mismo, y cuando Alberto le sale al paso muy risueño...

    - Hermanito, ,¿no me digas que te has echado novia?

    - Ríete si quieres, pero mira lo que te digo: el que ríe el último, ríe mejor.

    - ¿Tu? ¿Reírte de mi? Ja, ja, ja.

    Tomás continuó caminando hasta alcanzar su habitación. Por primera vez, las burlas de Alberto, no le afectaron.

    CAPITULO 2

    XIMO

    Ese dia Tomás se levantó de la cama diferente a todos los días anteriores. Tenía una meta que alcanzar y no era cuestión de desperdiciar el tiempo, ni las oportunidades que se le pudieran presentar. Lo que tenía un cacao en la cabeza impresionante: que Alberto acabaría envidiándolo, ¿como se conseguía? Porque era evidente que los cuerpos y actitudes distaban mucho de los dos. Mientras el otro era lanzado, él era tímido; mientras el otro era guapo y se llevaba las chicas de calle, él era corpulento e invisible precisamente para esas mismas chicas. Unas diferencias que toda la vida le habían marcado y que aceptaba resignado, pero de las que ahora tenía la necesidad de revelarse.

    ...Tal vez si se hiciera amigo de Ximo, el cabecilla de la clase... Siempre solía estar rodeado de pibones, y ya dicen que al buen árbol se arrima, buena sombra le cobija...Quizás no seria mala idea, no...

    Llegar a esta conclusión y tomar la decisión, todo fue a una. No le daba mas vueltas al asunto: durante el recreo haría una aproximación.

    Ximo era el cabecilla de cuarto de la ESO donde iba Tomás. Siempre estaba dispuesto a meterse en follones, buscando pelea cada vez que tenía los cables cruzados, o se encontraba aburrido. Puesto que estudiar, estudiaba poco: ni hacia deberes, ni escribía... estaba en clase, por estar. Los profesores ya lo dejaron por aburrido, que lo tenian aparte, como un objeto más del aula. Solamente le pedían que no armara escándalo, que cuando ello ocurría, lo sacaban fuera, y eso le fastidiaba...

    La gran mayoria de los compañeros, no se sabe si porque lo admiraban, o porque haciéndole caso a Ximo se escaqueaban también de hacer clase, le seguían el juego de una manera exagerada. De tal forma que siempre estaba rodeado de gente. Y lo más importante, de chicas guapas, pues parecia que veían en un tipo así, su ideal de pareja.

    Es pues que Tomás, con su gorra con la visera al revés, para estar más acorde con la forma de vestir del macarrilla, durante el recreo, estudió el terreno con ojo avizor. Ximo estaba sentado en un banco rodeado de sus adeptos, como siempre. Era momento de actuar. Así, enfrentándose a su timidez, llega hasta lejos, y aunque pretendía imprimir seguridad a sus palabras, la voz que le salió sin embargo fue apocada y sin ningún tipo de energia.

    - ¿Me puedo sentar con vosolros?

    Y estos chicos que eran proclives a ridiculizar al que no lo veían suyo, ya sea porque no dan la talla, ya sea por necesidad de sobresalir del resto de sus compañeros, se miraron unas a los otros, ante la tribulación de Tomás por pasar pena de ser rechazado. Más tras un espacio de tiempo pensándoselo, finalmente decidió Ximo:

    - Si éste se sienta, yo me largo.

    Sabía bien a quien podía rechazar, y Tomás por ser débil, resultaba un blanco fácil. Tomás no necesitó más, tenia su orgullo, quien agachando la cabeza empezó a caminar, para alejarse...Aunque no demasiado: tenia un plan B. Se había propuesto hacerse amigo de Ximo y no iba a desistir del empeño. De modo que se alejó lo justo, hasta llegar al banco de al lado, donde sentándose en el respaldo en actitud muy informal, saco su móvil y empezó a trastearlo. Cuando termino, de él sonó una canción del grupo kangaroo, que hacian una música mezcla entre chunga, chunga, y rock and roll. Los cuales estaban empezando a despuntar de las listas de éxitos estadounidenses por su originalidad, pero con el aliciente de que aquí en España todavía eran desconocidos. Sabía que por ello, si la escuchaba Ximo - pues estaba lo suficientemente cerca como para que llegara a sus oídos quizá fuera una buena forma de llamar su atención y así ganarse su amistad al tener algo que ofrecerle a cambio.

    Ayer se tiro toda la tarde frente al ordenador para encontrar algo de ese tipo...¡¡Y acertó de lleno!! Nada más empezar a sonar, el grupito de los macarrillas se calló y empezaron a espiar descaradamente. Cuando termino la canción, se había obrado el milagro, pues Ximo se dirigió a él con un cambio de actitud evidente, ya que parecía hasta simpático.

    - ¡Tio! jQue musica mas molona! ¿Quién la canta?

    A lo que Tomás orgulloso asevero:

    - Kangaroo. Es lo que está pegando actualmente en Estados Unidos.

    - Oye, pues me la podias pasar.

    - Claro, dame tu telefono y te la mando.

    - Pero ven, puedes sentarte con nosotros. Hacerle sitio, chicos.

    Asi fue como Tomás se infiltro en el grupo de los macarrillas,

    que no solo le hicieron un hueco en el banco del patio, sino que en clase le hicieron sentarse junto a ellos - tener un entendido en musica como amigo, podría darles mucho juego.

    Sola dejo a su compañera Magda, que alucinada asistía al cambio de actitud del que creía su novio. Ya que no solo la abandono por irse con los otros, sino que de buena mañana ya la estuvo ignorando. Mal que le pesara a Tomás, Magda no cabía en sus planes de darle envidia a Alberto.

    Mas Magda no comprendía nada: después del beso de ayer...

    Aunque imaginaba

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