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Dinero llama Dinero
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Libro electrónico169 páginas1 hora

Dinero llama Dinero

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Información de este libro electrónico

La abundancia inicia siendo un proceso mental, de ello deriva la importancia de primero trabajar sobre ellos para luego abordar los procesos de abundancia económica; trabajar para comprender lo que la abundancia significa en diversas áreas de nuestra vida y cómo la generamos a partir de lo que pensamos.

Nuestros pensamientos generan conductas y, a partir de la calidad de éstas, generamos resultados.

Dinero llama Dinero es una propuesta para comprender lo que la abundancia es en términos generales y un material que también propone una gama de herramientas y estrategias para generar abundancia financiera. Un libro que va más allá de la teoría con un práctico plan de acción para ver resultados de mejora a corto plazo.

IdiomaEspañol
EditorialEmooby
Fecha de lanzamiento13 jul 2011
ISBN9789897140594
Dinero llama Dinero
Autor

Guido Rosas

Escritor, consultor y conferencista, se da a la tarea de fomentar la comunicación humana.Después de más de una década de experiencia trabajando con empresas como Ford Motor Company, Nextel, Televisa y Mexicana de Aviación, entre otras, Guido Rosas propone como herramienta fundamental promover el autoliderazgo de los seres humanos. Desarrollar las capacidades de enriquecimiento personal para en consecuencia brindarle más al entorno.Comprender la importancia de estar alerta a los procesos del pensamiento constructivo, con metas claras y acciones propicias al logro de resultados. Eso y más es lo propuesto en el libro Autoliderazgo, donde se expone una herramienta práctica con la cual alcanzar una mejora personal.Guido Rosas ha dictado más de 1000 conferencias en México, Canadá, Estados Unidos, Centro América y América del Sur.

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    Me gusto mucho, me brindo información clara y concisa, ya solo falta poner en práctica lo aprendido. Muchas gracias.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Excelente, facil de leer y muy practico, recomendado a todos

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Dinero llama Dinero - Guido Rosas

Dinero y abundancia

Siendo niño, escuchaba una canción que en una de sus estrofas dice así: Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. El que tenga esas tres cosas, que le dé gracias a Dios.

Hoy, sigo recordándola con gusto; sin embargo, tampoco olvido este dicho popular: El dinero no es la felicidad, pero es lo que más se le parece.

En este libro, nos detendremos en uno de esos tres puntos de aquella vieja canción: el dinero.

Si bien es cierto que el dinero no compra el amor, también es un hecho que cuando estamos enamorados ayuda a lograr momentos más placenteros, como lo es, por ejemplo, el poder viajar con nuestra pareja y el comer juntos en un fino restaurante. Lo mismo pasa en cuanto a la salud. Si se tiene dinero, pero la salud no es óptima, precisamente el dinero es el que nos proporciona la posibilidad de sanar mediante medicinas, tratamientos, hospitales, etcétera. Pero independientemente de esa utilidad del dinero, éste es una de las más grandes preocupaciones de nuestra sociedad. Salimos a la calle, nos sentamos en un café y, a menudo, a nuestro oído llega un sinfín de frases relacionadas con la carestía, la pobreza, la falta de recursos… Por lo general, el ser humano habla de todo cuanto quisiera y no puede obtener. Habla del destino que le ha llevado a vivir una vida no deseada. ¿Pero en realidad las cosas tienen que ser así? Definitivamente, no.

¿Qué es el dinero? ¿Qué es la abundancia? Estas son dos importantes preguntas. Porque más allá de cómo cada uno de nosotros nos relacionamos con el dinero y la abundancia, hay dos elementos de los cuales partiré.

Dinero: moneda corriente que tiene valor legal.

Abundancia: prosperidad, riqueza, bienestar.

¿Podría concluirse que quien es próspero y posee riqueza monetaria, es rico? No necesariamente. Cada persona tiene su propia concepción de la riqueza. Gente con abundancia financiera, se siente pobre; gente sin esos recursos, se siente rica. ¿Entonces?

¿Cómo te relacionas con la abundancia? ¿Cuáles son los mensajes que día a día te repites respecto a ella?

Detente en este importante punto. Deseas más abundancia, pero, ¿en realidad agradeces la que hoy posees? Si durante unos minutos piensas en esos pequeños detalles, que por ser tan cotidianos los ves tan naturales, te percatarás de que en el mundo existen muchísimos seres que no cuentan con ellos. Pero seguro que al menos tú y yo, sí lo poseemos. Déjame darte un ejemplo de agradecimiento que al despertar manifiestes todos los días: Hoy agradezco mi abundancia, tener la oportunidad de vivir bajo un techo que me resguarda, un espacio donde he dormido, donde tengo agua para beber, un baño donde poder asearme, un vaso de leche que bebo antes de salir a trabajar, una luz que ilumina mi mañana oscura…

Son muchas las cosas que debemos agradecer, y si diariamente nos regalásemos unos minutos para hacerlo, partiríamos hacia una sensación de abundancia en lugar de quedarnos en la queja de nuestra escasez.

Hace muchos años experimenté una de las peores crisis de mi vida. Ésta se había desequilibrado y no encontraba la forma de ponerla en orden. Debía tres meses de la colegiatura de mi hijo y otros tantos de la renta de mi departamento, así que mi hijo y yo estábamos a punto de perder algo muy valioso.

Ante esto, una de mis acciones más repetidas era reunirme con amigos para compartir nuestros sentimientos de escasez, pobreza, problemas, crisis. ¿Te parece familiar esta conducta? Generalmente a la pobreza y a la queja, les gusta acompañarse de más pobreza y de más queja.

Un amigo me invitó a un taller breve de Cómo generar abundancia. Fui a regañadientes, pues no creía en absoluto que ese taller pudiera ayudarme. Hago notar que de entrada mi postura fue de una total renuencia a recibir información que en realidad me ayudara. Mi actitud era más la de sentirme forzado a ir en calidad de víctima, y tal vez sin saberlo conscientemente, me dedicaría a buscar el porqué para otros sí podían funcionar ciertas herramientas y para mí no.

Llegué al evento y me senté en una de las filas de atrás, a fin de que el instructor no me hiciera preguntitas que no deseaba responder. Prefería no ser notado. Desde mi silla observaba a la gente que estaba a mi alrededor, y nada de lo que miraba me conformaba ni me complacía. Por un lado, un montón de perdedores (como yo me sentía) buscando un milagro que los sacara del hoyo; por el otro, gente que estaba tomando notas con plumas costosas o cuyos zapatos costaban tanto como uno de mis meses de renta vencida o como las tres colegiaturas de mi hijo.

Mi mente estaba alerta a todo cuanto pudiera criticar desde mi frustración personal, desde mi sensación de escasez. Lejos de admitir información que me ayudara a crear abundancia, yo estaba usándola para criticar, para cancelar puntos de vista, para autojustificar mis carencias, para dar por hecho que todos mis conocidos estarían de acuerdo conmigo en que estaba escuchando pura palabrería barata y que todo eso no servía para nada. Efectivamente, para mí el taller fue un fiasco y un fracaso. Me encargué, por supuesto, de hacérselo notar al amigo que me invitó.

Es mucho más fácil justificar nuestras frustraciones, echando la culpa hacia afuera, hacia el sistema que nos gobierna, a nuestros padres, a nuestra vida. Justificarnos en la perpetua crisis de la cual empezamos a tener conciencia desde que somos niños. Sin embargo, si dejásemos de justificar nuestra escasez y saliéramos en busca de aquéllos que han eliminado su sensación de pobreza y que están generando abundancia financiera, seguramente aprenderíamos y lograríamos más y mejores resultados.

¿Qué estoy pensando, para entonces actuar como estoy actuando?

En mi libro Autoliderazgo, hablo acerca de cómo las creencias nos llevan a actuar de determinada manera. No estamos entrenados a escucharnos, sólo hablamos desde nuestras emociones y creencias, no nos percatamos de que lo que estamos repitiendo una y otra vez suele llevarnos a confirmar nuestras creencias y a continuar ejerciendo nuestras mismas conductas, pero con

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