Una costumbre común es que la gente salga apurada casi sin desayunar, evitando no solo la comida más importante del día, sino su paso por el baño.
Esto significa reprimir el reflejo gastrocólico. Este es un estímulo para el buen movimiento intestinal y la óptima eliminación de residuos tóxicos del organismo, que se produce durante la mañana.
Saltarse el almuerzo, comer parado y a las corridas impiden la buena digestión, lo que provoca la acumulación del bolo alimenticio en el intestino con la consiguiente distensión. Uno sigue corriendo, acumulando nervios, estrés, dejando de lado los avisos del organismo; a veces por pudor, por inhibición, por descuidos, por falta de tiempo o por diversas circunstancias que hacen que, en definitiva, se pierda la sensibilidad del reflejo. ¿Consecuencia? La constipación.
QUE PASA CUANDO NO PRESTAMOS ATENCION A NUESTRO ORGANISMO
Al perder la sensibilidad a “las llamadas”, uno empieza a estar constipado y se preocupa, ya que existe la creencia popular de