César de Castro es un elocuente abogado que hizo lo mejor que pudo a favor de su cliente, Genaro García Luna. Sin embargo, su estrategia de defensa desnuda la complicación que enfrentó a la hora de construir un relato sobre la inocencia del personaje.
Los testigos que no presentó, las explicaciones que no proporcionó, la evidencia que no pudo poner ante los ojos del jurado, podrían terminar condenando a su cliente.
Los reflectores del juicio que se sigue en Brooklyn contra ese exfuncionario están puestos, como debe ser, sobre los argumentos de la parte acusadora.
Esto es lo obvio del juicio: si la fiscal Saritha