Toda persona imputada tiene derecho a una defensa justa ante los tribunales, pero el engaño como medio de defensa merece el más contundente de los repudios.
Torcer la acción de la justicia a través de mentiras y fabricaciones no puede ser tolerado, aun si con ello se quiere salvar a un criminal de ir a la cárcel.
Suele criticarse a los jueces y a los fiscales tramposos, pero la sociedad mexicana es todavía ambigua respecto de los abogados bribones y marrulleros, a pesar de que, en la fauna de los operadores del derecho,