Cuando con la primavera llega el calor que pronto se apodera de los termómetros y se convierte en el protagonista de toda la época estival, el paladar nos pide alimentos frescos y bien hidratados, que sacien al mismo tiempo nuestro apetito y nuestra sed. En un país mediterráneo como en el que vivimos, rico en el cultivo de gran variedad de frutas y hortalizas, el consumo de alimentos crudos cumple estos requisitos y nos da la oportunidad de incorporar unos hábitos alimentarios que deberían prolongarse en gran medida al resto del año, no sólo por sus virtudes culinarias y nutritivas sino también por sus efectos positivos para la salud. Una dieta sana y equilibrada debe recuperar los alimentos frescos y crudos.
EN QUÉ CONSISTE ALIMENTARSE
Somos físicamente lo que comemos. El alimento que ingerimos nos da la energía para movernos y relacionarnos y, al mismo tiempo, pasa a formar parte de nuestros huesos, músculos, sistemas y órganos. El ser humano necesita incorporar energía del medio para vivir, y de la calidad y cantidad de dicha energía dependerá de forma importante su salud.
La energía que sostiene la vida en la Tierra procede del Sol, pero las personas –al igual que los otros animales-, no podemos obtenerla directamente de esta estrella que preside el sistema solar; esta es una tarea que realizan los que en la cadena alimentaria se denominan productores.
LA PIRÁMIDE ALIMENTARIA
Los primeros productores de nuestro planeta, los que transformaron por primera vez la energía solar radiante en alimentos sólidos fueron las algas. A través del proceso de fotosíntesis favorecido por la clorofila que contienen, el dióxido de carbono (CO2) de atmósfera y agua, así como de los minerales y oligoelementos presentes en el mar, las algas transforman la energía solar en hidratos de carbono, proteínas, etc. que forman parte de su estructura.
Este proceso permitió posteriormente que la vida vegetal alcanzará la tierra firme, donde las plantas cumplen la misma función. La vida animal no pudo aparecer hasta que los productores, algas y vegetales terrestres, «empaquetaron» pequeñas raciones de sol para nuestro consumo.
La pirámide alimentaria tiene pues en su base el mundo vegetal. El escalón siguiente está formado por los consumidores primarios, es decir, los animales herbívoros. Por encima de estos se encuentran los consumidores secundarios depredadores, los animales carnívoros que se alimentan de animales herbívoros. La punta de la pirámide esta formada por los consumidores terciarios o grandes depredadores, que son quienes incorporan a su dieta la carne de animales carnívoros.