SIEMPRE JOVEN
DICEN QUE LO único seguro en la vida son la muerte y los impuestos, pero el doctor Hirofumi Tanaka, director del Cardiovascular Ageing Research Laboratory de la Universidad de Texas, añade el envejecimiento. Es “una consecuencia inevitable de estar vivo”, dice, y el paso de los años influye en más cosas que aumentar el número de velas cada cumpleaños. “El envejecimiento está asociado al declive de las estructuras y sistemas del cuerpo, desde la pérdida de masa ósea a la sarcopenia [reducción de la masa muscular y la fuerza] y la reducción de la capacidad aeróbica”, dice el doctor Justus Ortega, profesor de kinesiología en la Humbold State University (California, EEUU).
El impacto negativo del envejecimiento no llega con las primeras canas: si nos fijamos en cuándo empiezan a empeorar las cosas, seguramente pensemos que alguien de 30 años ya está de capa caída. Un estudio del Journal of Applied Physiology muestra que la capacidad aeróbica se reduce de un 3 a un 6% cada década tras pasar la treintena, y desde los 45 la reducción se acelera. La densidad ósea está en su momento álgido a los 30 y la masa muscular decae en un 10% cada década pasados los 40. La capacidad pulmonar empieza a deteriorarse a mitad de los 30 y, según un estudio de la Universidad de Virginia, algunos de los aspectos de la función cognitiva empiezan a reducirse a la tierna edad de 27. ¡Ah, y la flexibilidad y el equilibrio también empeoran!
Es poco esperanzador, pero los datos no dicen todo. Estudios publicados en Reino Unido en Aging Cell y Journal of Physiology han comparado a ciclistas entre 55 y 79 años que siempre han llevado una vida activa con personas de esas edades pero sedentarias y personas jóvenes pero inactivas. Los resultados mostraron que los ciclistas evitaron muchos deterioros asociados al envejecimiento: los músculos ejercitados no perdían fuerza, la calidad de las fibras musculares era buena, igual que su salud metabólica. Incluso tenían un sistema inmune ‘joven’, con casi tantas células T como los sujetos más jóvenes.
Este es solo un ejemplo que demuestra que lo que se creían deterioros por envejecimiento eran solo signos de sedentarismo. “Podría decirse que no es tanto que el ejercicio ralentiza el envejecimiento como que el sedentarismo lo acelera”, dice Ortega. La cuestión es que antes, dice Tanaka, se estudiaba el envejecimiento comparando a adultos jóvenes y sanos con otros mayores y sedentarios (los que eran ‘normales’).
La encuesta más reciente de UK Active Lives dice que mientras un 69% de las personas entre 16 y 34 años realizan los 150 minutos recomendados de actividad física moderada por semana, la cifra baja al 66% entre 35 y 45 y al 60% entre más de 55. “Al empezar a estudiar
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