LOS RETORTIJONES DE DARWIN
ras volver de su viaje a bordo del Beagle, en 1836, Charles Darwin sufrió durante más de 40 años vómitos, dolores de estómago, fatiga crónica, problemas de piel y depresión. Muchos médicos trataron de curarle en vano y hoy finalmente el misterio ha sido resuelto. Un equipo de investigadores de Gales acaba de descubrir que Darwin tenía una carencia de lactasa (enzima producida en el intestino delgado), y que por eso era intolerante a la lactosa. Sin esta enzima digestiva (que desdobla la lactosa en otros dos azúcares, la glucosa y